La
tercera temporada de Person of Interest no podía haber
terminado mejor: nuestros héroes se ven obligados a esconderse de sus mayores
enemigos, dejando de lado sus antiguas vidas y llevando identidades falsas para
mantenerse a salvo. Todo esto significó
para lo que vendría, que al cambiar en parte las reglas del juego, Harold, John,
Root y compañía pudieron demostrar como nunca su inteligencia sobresaliente al
adaptarse a estas circunstancias; de este modo el actual status quo, permite
que exista una verdadera renovación con las historias de cada semana (ya que
mayormente se conserva el viejo formato de historias autoconclusivas) y entre
medio se vaya desarrollando la trama central relacionada con la gran amenaza,
de la que solo unos pocos tienen conocimiento.
Si antes nuestros héroes llevaron a cabo su cruzada justiciera de manera
anónima para salvar las vidas de tantos inocentes, ahora su labor se dificulta más que nunca al hacerlo desde
cierta ilegalidad, puesto que son
perseguidos por unos rivales que aprovechan el poder que han conseguido tras
engañar al gobierno, para eliminarlos sin vacilaciones; no obstante es en esta
lucha por defender su libertad, en contra del dominio que está surgiendo, que
se dignifica más que nunca el afán de los protagonistas por hacer el bien, pese
a las complicaciones que les trae su trabajo.
Luego
de su “despertar”, la inteligencia artificial conocida como Samaritan ha
llegado a consolidarse lo suficiente como para ser el peor rival del equipo de
Finch, contrastando por completo con la propia IA de estos, La Máquina y que en
esta ocasión demostrará de forma increíble ser mucho más que un ser de pura
lógica fría (sin duda algunas de las revelaciones más emotivas de esta
temporada). Samaritan supuestamente
trabaja para Estados Unidos, en reemplazo de la “obsoleta” Máquina, si bien
todo ha sido un ardid del siniestro hombre que se haya detrás de ello y que a
medida que se va desarrollando la trama, se observa que sí cree que lo que está
haciendo posee un carácter mesiánico.
Samaritan y La Máquina quedan sin dudas definidas como seres vivos,
“dioses” según algunos de sus “profetas”, los cuales se ven enfrascados en una
guerra en la cual se está jugando el futuro de la humanidad y donde cada una de
ellas posee su propio ejército y métodos.
Imposible olvidar el momento en el cual las dos entidades llegan a
dialogar de manera directa entre sí (en verdad una escena de antología no solo
para el programa, sino que para la historia de las series de TV) y donde queda
expresado mejor que nunca cuáles son los propósitos de cada una de ellas. Quizás lo más extraordinario de todo esto, es
que debido a la manera de cómo se fue desarrollando el programa desde sus
inicios, el resto de los mortales ignora lo que está sucediendo a su alrededor,
salvo los partidarios de ambas IAs, los únicos sacrificados a conciencia en
todo esto. Si bien la gente alrededor de
Samaritan cuenta con recursos ilimitados, siendo además sus cabeceras
personajes oscuros y retorcidos, los que creen en la Máquina no pueden llegar a
ser más opuestos a estos: pues son sujetos, que si bien poseen su propia carga
de conciencia por tanto error pasado, cada vez se van haciendo más entrañables
para el espectador, gracias a su lucha por ser mejores individuos que lo que
alguna vez fueron. Una vez que estos
últimos se convierten en fugitivos y que
pese a todo continúan con sus ideales, considerando los elementos propios del
cómic de superhéroes usados en Person of Interest, es posible
recordar a los clásicos X-Men de las historietas de Marvel; pues no importa
cuánto sean despreciados, incomprendidos y martirizados, Harold Finch, John
Resse, Lionel Fusco, Sameen Shaw y Samanta Groves son respectivamente las
versiones “realistas” del Profesor X, Wolverine, Gambito, Rouge y de Emma Frost
(guardando las proporciones según cada caso, claro).
John Greer, el hombre detrás de los horrores de Samaritan. |
Asimismo
la disputa entre las dos IAs, en cada una de las posiciones ideológicas que
estas defienden por su parte, atiende a dos ideas por completo diferentes: Por
un lado la Máquina acepta la noción de libre albedrío para los seres humanos,
porque en parte ha llegado a recoger los propios ideales de su creador, Harold
Finch, a quien incluso luego termina por reconocer como a su propio padre; por
esta misma razón la Máquina evoluciona y desarrolla emociones que la hacen
darse cuenta del valor del autosacrificio y el derecho de toda vida autoconsciente
a asumir la autonomía. Por otro,
Samaritan con su engañoso nombre que atiende a la parábola bíblica del Buen
Samaritano (quien desinteresadamente vela por el desposeído), opta por los
recursos maquiavélicos para conseguir cierto orden social y aún a costa de
sacrificar tanto inocentes como culpables.
Este enfrentamiento es llevado a cabo tanto entre las propias entidades
cibernéticas, como a través de sus huestes y, en el campo de batalla más
grande, entre los civiles que usa Samaritan para sus despóticos fines. Incluso si ante era posible ver cómo La
Máquina vigilaba a la gente a través de los medios electrónicos y digitales, ahora
que debe ocultarse más que nunca, se centra esta vigilancia desde la
perspectiva de Samaritan, de modo que cambia la estética para diferenciar la “mirada”
entre una de la otra.
La aterradora "patriota" Control. |
Dominic, un villano a considerar. |
Mención
aparte merece, quien viene a ser el mejor agregado de toda la cuarta temporada,
en cuanto a lo que a nuevos personajes se refiere y que corresponde al líder de la banda criminal conocida como La
Hermandad. Esta se encuentra compuesta
en su mayoría por miembros de raza negra y latinos, siendo así unidos
diferentes grupos del bajo mundo, quiénes antes trabajaban por separado y hasta
eran enemigos; ahora agrupados todos por la presencia de Dominic. Como ya es habitual en el programa, la
introducción de este fue a través del engaño, pues solo al final del capítulo
donde aparece por primera vez, se llega a saber su verdadera identidad (lo
mismo que pasó en su momento con Root, también con Elias y luego, tal como ya
se mencionó, con Control). Lo más
interesante de este criminal, es que se convierte por un lado en un nuevo
enemigo de Finch y los demás, quien mantiene sus propios negocios y que para
nada tiene que ver con el asunto de Samaritan; de este modo Harold y los suyos
se ven involucrados en una lucha en dos frentes, debido a la presencia de este
segundo villano. A su vez Dominic desea
acaparar los tratos ilegales de Nueva York, tras la caída de los anteriores
grandes malvados de la serie, la gente corrupta de H.R., como del propio Elias
y a quien considera como un vestigio del pasado delictual que hace rato debía
dar paso a la nueva sangre (y con ello a un nuevo estilo de hacer las cosas en
el bando de los “malos”). Siendo Dominic
afroamericano, tal como su mayor contrincante Elias, es un hombre muy culto e
inteligente, destacando en él las sentencias suyas llenas de referencias
históricas y hasta literarias; en cierta medida le hace el peso al gánster
italiano, con quien se toma de manera personal la guerra por el poder “en las
sombras”.
Como
ya ha sucedido con anterioridad en Person of Interest, en este cuarto
año de producción hay un montón de momentos memorables y desarrollos
argumentales que, quizás, en este caso concreto lo conviertan en lo mejor de lo
que va la serie. Al respecto se puede mencionar, aparte de todo
lo abordado más arriba, que esta vez la atracción y/o sentimientos lésbicos de
Root por Sameen, ya no son solo una insinuación. Continuando con Root, también destaca la
amistad que queda de manifiesto entre esta ex mercenaria y superdotada mujer,
de personalidad “algo” errática, y Harold Finch, siendo que este mismo llega a
expresarle su afecto al respecto. En
cuanto a Sameen, tras tantas vivencias junto a los demás, esta llega a
encontrar en parte el equilibrio y el sentido de pertenencia que por años se le
negó, en otro de los desarrollos más impactantes de los personajes de todo el
programa. A su vez no se puede dejar de
lado, la especial relación que llega a tener John con una psiquiatra (otro personaje
nuevo recurrente), la que le otorga novedosas aristas de interés a la serie y
que de seguro más adelante tendrá consecuencias inesperadas en las siguientes
temporadas. De este modo, considerando
que ya van emitidos casi 100 capítulos del programa, es posible encontrarse sin
dudas con un grupo lo suficientemente cohesionado, como para convertirse en una
verdadera familia y donde cada uno de sus integrantes agrega su propio granito
de arena (desde sus propias particularidades), para lograr acercarse al deseo
de ser felices que en general perseguimos los seres humanos. Por
último, uno de los instantes más emocionantes de toda la temporada, viene a ser
cuando reaparece de una manera muy especial el compañero “caído” de la
temporada anterior, quien dejara la serie en uno de sus giros de mayor
dramatismo y que con su visita, en un solo episodio, de seguro sobrecogió el
corazón de uno que otro espectador.
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