viernes, 18 de septiembre de 2015

Es el momento de la ciencia ficción: cuarta temporada de “Person of Interest”.


      La tercera temporada de Person of Interest no podía haber terminado mejor: nuestros héroes se ven obligados a esconderse de sus mayores enemigos, dejando de lado sus antiguas vidas y llevando identidades falsas para mantenerse a salvo.  Todo esto significó para lo que vendría, que al cambiar en parte las reglas del juego, Harold, John, Root y compañía pudieron demostrar como nunca su inteligencia sobresaliente al adaptarse a estas circunstancias; de este modo el actual status quo, permite que exista una verdadera renovación con las historias de cada semana (ya que mayormente se conserva el viejo formato de historias autoconclusivas) y entre medio se vaya desarrollando la trama central relacionada con la gran amenaza, de la que solo unos pocos tienen conocimiento.  Si antes nuestros héroes llevaron a cabo su cruzada justiciera de manera anónima para salvar las vidas de tantos inocentes, ahora su labor se  dificulta más que nunca al hacerlo desde cierta ilegalidad,  puesto que son perseguidos por unos rivales que aprovechan el poder que han conseguido tras engañar al gobierno, para eliminarlos sin vacilaciones; no obstante es en esta lucha por defender su libertad, en contra del dominio que está surgiendo, que se dignifica más que nunca el afán de los protagonistas por hacer el bien, pese a las complicaciones que les trae su trabajo.
    Luego de su “despertar”, la inteligencia artificial conocida como Samaritan ha llegado a consolidarse lo suficiente como para ser el peor rival del equipo de Finch, contrastando por completo con la propia IA de estos, La Máquina y que en esta ocasión demostrará de forma increíble ser mucho más que un ser de pura lógica fría (sin duda algunas de las revelaciones más emotivas de esta temporada).   Samaritan supuestamente trabaja para Estados Unidos, en reemplazo de la “obsoleta” Máquina, si bien todo ha sido un ardid del siniestro hombre que se haya detrás de ello y que a medida que se va desarrollando la trama, se observa que sí cree que lo que está haciendo posee un carácter mesiánico.  Samaritan y La Máquina quedan sin dudas definidas como seres vivos, “dioses” según algunos de sus “profetas”, los cuales se ven enfrascados en una guerra en la cual se está jugando el futuro de la humanidad y donde cada una de ellas posee su propio ejército y métodos.  Imposible olvidar el momento en el cual las dos entidades llegan a dialogar de manera directa entre sí (en verdad una escena de antología no solo para el programa, sino que para la historia de las series de TV) y donde queda expresado mejor que nunca cuáles son los propósitos de cada una de ellas.  Quizás lo más extraordinario de todo esto, es que debido a la manera de cómo se fue desarrollando el programa desde sus inicios, el resto de los mortales ignora lo que está sucediendo a su alrededor, salvo los partidarios de ambas IAs, los únicos sacrificados a conciencia en todo esto.  Si bien la gente alrededor de Samaritan cuenta con recursos ilimitados, siendo además sus cabeceras personajes oscuros y retorcidos, los que creen en la Máquina no pueden llegar a ser más opuestos a estos: pues son sujetos, que si bien poseen su propia carga de conciencia por tanto error pasado, cada vez se van haciendo más entrañables para el espectador, gracias a su lucha por ser mejores individuos que lo que alguna vez fueron.  Una vez que estos últimos se convierten en fugitivos  y que pese a todo continúan con sus ideales, considerando los elementos propios del cómic de superhéroes usados en Person of Interest, es posible recordar a los clásicos X-Men de las historietas de Marvel; pues no importa cuánto sean despreciados, incomprendidos y martirizados, Harold Finch, John Resse, Lionel Fusco, Sameen Shaw y Samanta Groves son respectivamente las versiones “realistas” del Profesor X, Wolverine, Gambito, Rouge y de Emma Frost (guardando las proporciones según cada caso, claro).

John Greer, el hombre detrás de los horrores de Samaritan.

    Asimismo la disputa entre las dos IAs, en cada una de las posiciones ideológicas que estas defienden por su parte, atiende a dos ideas por completo diferentes: Por un lado la Máquina acepta la noción de libre albedrío para los seres humanos, porque en parte ha llegado a recoger los propios ideales de su creador, Harold Finch, a quien incluso luego termina por reconocer como a su propio padre; por esta misma razón la Máquina evoluciona y desarrolla emociones que la hacen darse cuenta del valor del autosacrificio y el derecho de toda vida autoconsciente a asumir la autonomía.  Por otro, Samaritan con su engañoso nombre que atiende a la parábola bíblica del Buen Samaritano (quien desinteresadamente vela por el desposeído), opta por los recursos maquiavélicos para conseguir cierto orden social y aún a costa de sacrificar tanto inocentes como culpables.  Este enfrentamiento es llevado a cabo tanto entre las propias entidades cibernéticas, como a través de sus huestes y, en el campo de batalla más grande, entre los civiles que usa Samaritan para sus despóticos fines.   Incluso si ante era posible ver cómo La Máquina vigilaba a la gente a través de los medios electrónicos y digitales, ahora que debe ocultarse más que nunca, se centra esta vigilancia desde la perspectiva de Samaritan, de modo que cambia la estética para diferenciar la “mirada” entre una de la otra.
   
La aterradora "patriota" Control.
Uno de los puntos fuertes de esta cuarta temporada, consiste en la aparición regular de varios personajes “secundarios” dentro de su trama, algunos de ellos antiguos y otros nuevos, o sea, que debutaron durante su transcurso; no obstante no se debe olvidar que este aspecto es habitual en la serie, lo que permite desarrollar varias subtramas y enriquecer las relaciones interpersonales.  De este modo son dos los personajes antiguos más potenciados en esta ocasión: En un sitio destacado en los guiones se encuentra el carismático jefe de la mafia italiana Carl Elias, cuya relación con sus ex contrincantes y ahora aliados, por los que siente verdadero respeto (sentimiento mutuo entre el equipo de Finch y este elegante criminal con rígido código de honor), va creciendo para convertirse en una lealtad ejemplar, hasta convertirlo en uno de los personajes más emblemáticos y atractivos de la serie; incluso llegan a expresar verbalmente el aprecio que se llegan a tener entre sí, lo que va muy de la mano con la evolución de los protagonistas y quienes en la medida que van compartiendo con sus pares, van sensibilizándose hasta convertirse sin duda en mejores individuos de lo que eran en sus comienzos.  Mientras que en el terreno de los malvados se encuentra el misterioso John Greer, principal responsable de que el proyecto de Samaritan haya sido un éxito y quien lidera/maneja el grupo de sujetos que trabaja consciente o inconscientemente para la IA.  Respecto a John Greer, este se trata de un villano a la altura de los (super) héroes, pues como mente maestra, resulta ser un individuo complejo en su psicología, sagaz, elegante y muy calculador en cada uno de los pasos que realiza.  La importancia de su papel dentro de la crisis que se está gestando, como también en su rol del enemigo humano número 1 de los protagonistas, queda claro más que nunca al tener su propio episodio de “orígenes secretos” y donde es posible conocerlo en su juventud, de modo de comprender en parte la razón de sus actuales motivaciones.   Entre la gente que trabaja para este anciano de ruines métodos, se encuentra una bella y mortal agente, quien en su frialdad recuerda a la propia Sameen, aunque en una versión para nada amigable.  Otro personaje antiguo que cobra gran relevancia, si bien solo aparece acá tres veces, es Control, la dura mujer que originalmente estaba al mando de los trabajos del gobierno de USA, para evitar los atentados terroristas contra su país; en esta ocasión pese a su dureza y frialdad para evaluar el supuesto bien para su nación, se le da la oportunidad en el programa de conocérsele una arista algo más humanizada que lo que se vio de ella, cuando debutó de tan impactante manera en la temporada anterior (¿alguien recuerda la tramposa y dulce imagen que dio cuando conoció a Finch y a los demás, hasta que sacó sus afiladas garras?).  A su vez vuelve a aparecer la agradable Zoe Morgan, “amiga” de John y gran aliada de su grupo, pero lamentablemente solo se le pudo ver en dos episodios y en los cuales en todo caso siguió demostrando su grandes dotes, que la ponen al mismo nivel de sus ocasionales compañeros.   Dos personajes nuevos femeninos, que en más de una ocasión se repiten durante esta año, corresponden a dos sexys damas pertenecientes a distintos lados de la ley; por parte de los “buenos” se encuentra una talentosa agente policial de origen latino y que como muchos de los personajes recurrentes de la serie, pasó de ser “persona de interés”(o sea en peligro y a quien deben salvar nuestros héroes”), a otro apoyo con el cual contar cuando la ocasión lo amerita; luego entre los “criminales”, si bien no malvada, se encuentra una artificiosa ladrona afroamericana, quien como otros de los suyos que se han cruzado con los protagonistas, llega a simpatizar con ellos.  También cobra gran relevancia otra dama, esta vez apenas una muchacha, quien tras ser de igual modo salvada por el grupo de Finch, toma un camino inesperado en su devenir y que en sus futuras acciones acompleja más que nunca la lucha entre los partidarios de La Máquina y los de Samaritan.
Dominic, un villano a considerar.
    Mención aparte merece, quien viene a ser el mejor agregado de toda la cuarta temporada, en cuanto a lo que a nuevos personajes se refiere y que corresponde  al líder de la banda criminal conocida como La Hermandad.  Esta se encuentra compuesta en su mayoría por miembros de raza negra y latinos, siendo así unidos diferentes grupos del bajo mundo, quiénes antes trabajaban por separado y hasta eran enemigos; ahora agrupados todos por la presencia de Dominic.  Como ya es habitual en el programa, la introducción de este fue a través del engaño, pues solo al final del capítulo donde aparece por primera vez, se llega a saber su verdadera identidad (lo mismo que pasó en su momento con Root, también con Elias y luego, tal como ya se mencionó, con Control).  Lo más interesante de este criminal, es que se convierte por un lado en un nuevo enemigo de Finch y los demás, quien mantiene sus propios negocios y que para nada tiene que ver con el asunto de Samaritan; de este modo Harold y los suyos se ven involucrados en una lucha en dos frentes, debido a la presencia de este segundo villano.  A su vez Dominic desea acaparar los tratos ilegales de Nueva York, tras la caída de los anteriores grandes malvados de la serie, la gente corrupta de H.R., como del propio Elias y a quien considera como un vestigio del pasado delictual que hace rato debía dar paso a la nueva sangre (y con ello a un nuevo estilo de hacer las cosas en el bando de los “malos”).  Siendo Dominic afroamericano, tal como su mayor contrincante Elias, es un hombre muy culto e inteligente, destacando en él las sentencias suyas llenas de referencias históricas y hasta literarias; en cierta medida le hace el peso al gánster italiano, con quien se toma de manera personal la guerra por el poder “en las sombras”.
     Como ya ha sucedido con anterioridad en Person of Interest, en este cuarto año de producción hay un montón de momentos memorables y desarrollos argumentales que, quizás, en este caso concreto lo conviertan en lo mejor de lo que va la serie.   Al respecto se puede mencionar, aparte de todo lo abordado más arriba, que esta vez la atracción y/o sentimientos lésbicos de Root por Sameen, ya no son solo una insinuación.  Continuando con Root, también destaca la amistad que queda de manifiesto entre esta ex mercenaria y superdotada mujer, de personalidad “algo” errática, y Harold Finch, siendo que este mismo llega a expresarle su afecto al respecto.  En cuanto a Sameen, tras tantas vivencias junto a los demás, esta llega a encontrar en parte el equilibrio y el sentido de pertenencia que por años se le negó, en otro de los desarrollos más impactantes de los personajes de todo el programa.   A su vez no se puede dejar de lado, la especial relación que llega a tener John con una psiquiatra (otro personaje nuevo recurrente), la que le otorga novedosas aristas de interés a la serie y que de seguro más adelante tendrá consecuencias inesperadas en las siguientes temporadas.  De este modo, considerando que ya van emitidos casi 100 capítulos del programa, es posible encontrarse sin dudas con un grupo lo suficientemente cohesionado, como para convertirse en una verdadera familia y donde cada uno de sus integrantes agrega su propio granito de arena (desde sus propias particularidades), para lograr acercarse al deseo de ser felices que en general perseguimos los seres humanos.   Por último, uno de los instantes más emocionantes de toda la temporada, viene a ser cuando reaparece de una manera muy especial el compañero “caído” de la temporada anterior, quien dejara la serie en uno de sus giros de mayor dramatismo y que con su visita, en un solo episodio, de seguro sobrecogió el corazón de uno que otro espectador.

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