A mi querido amigo Mauricio Tapia (Astarajael),
a quien le debo tantas gratas horas leyendo a Chesterton.
La lengua de Shakespeare desde la creación
de la literatura escrita, posee toda una gama de connotados ejemplos en cuanto
a narrativa breve, siendo quizás su primera gran colección de este tipo de
historia los clásicos Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer y que datan de nada menos que
de finales del siglo XIV. Con
posterioridad la cuentística en este idioma llegó a tales grados de evolución,
que hoy en día es imposible dejar de lado entre algunos de los mejores
narradores en ese formato, así como dentro de los escritos más célebres, a
varios ejemplos de dicho origen.
De igual modo al referirse a la narrativa
en lengua inglesa, nos encontramos con una serie de obras que hablan de
exclusivos grupos de personas reunidas bajo un nombre llamativo y que comparten
uno que otro interés que los une y en parte separa del resto de sus
congéneres. Es así que podemos nombrar a
Los
papeles póstumos del Club Pickwick (mencionado en el libro en el cual
hoy me detengo) de un “peso pesado” como lo es Charles Dickens; así como también
de El Club de los Suicidas, de otro maestro en el arte de
contar historias, Robert Louise Stevenson.
Cabe mencionar que estas dos obras mencionadas fueron realizadas en el
transcurso del siglo XIX, de modo que se pueden considerar como antecedentes
del Club
de los Negocios Raros de G. K. Chesterton, la colección de seis cuentos
interconectados a la que a continuación me referiré. No obstante se puede agregar como
continuadores de esta ya rancia tradición, al mismísimo “Buen Doctor” Isaac
Asimov, con su Club de los Viudos Negros, sobre los que escribió un montón de
cuentos detectivescos, recopilados en nada menos que en seis tomos; mientras
que ya en el siglo XXI, otro amante de las tramas de suspenso, Matthew Pearl, escribió
El
Club Dante, que de seguro junto a los otros textos mencionados en esta
lista, debe estar acompañado por más libros acerca de otros llamativos clubes
(y recién me acabo de acordar de El Club de la Pelea de Chuck
Palahniuk).
Publicada en 1905, El Club de los Negocios Raros corresponde
a una serie de relatos de suspenso que mantienen las vetas detectivesca,
humorística e ingeniosa de su autor, quien en cada una de estas historias no
deja de sorprendernos con los más imprevistos y divertidos casos, en los que
dos amigos se cruzan con los aún más sorprendentes miembros de este club. La agrupación en cuestión, se encuentra
formada por personas cuyos oficios para ganar dinero (que para nada son
criminales), superan lo convencional.
Siendo Chesterton un autor “culto”, nos
encontramos con un montón de referencias a colegas suyos que denotan su amor
hacia la literatura, lo mismo que sus vastos conocimientos en otras disciplinas
y en nada menos que el género humano (con respecto a esto último, loable viene
a ser su intención de proporcionarnos a través de la sana entretención, un
sinnúmero de caracterizaciones de nuestra humanidad, así como de reflexiones
sobre el comportamiento, las pasiones y las costumbres de la sociedad en la que
le tocó vivir). No obstante pese a esta
dimensión intelectual, de un hombre como nuestro autor, se lee con rapidez, aún
por sobre su lenguaje educado, pues Chesterton nos lleva por los vericuetos de
sus narraciones con una soltura que bien uno quisiera para otros
fabuladores. En todo esto ayudan los
diálogos chispeantes, propios de sus personajes que en su mayoría poseen una
inteligencia prodigiosa y que no obstante son personas sencillas y graciosas
como su creador. De igual manera las descripciones tan sugerentes, entre
poéticas e irónicas, hacen de la lectura de este libro y otros suyos de ficción,
una verdadera delicia. Todas estas
virtudes no dejan de invitarnos a que nuestra imaginación se expanda.
A la hora de adentrarse en los
elementos comunes a todos los cuentos que componen este tomo, se puede decir
que pese a las ideas intelectuales que hayamos en sus páginas, el artista
antepone por sobre todo la diversión a través de la creación de cuentos de suspenso,
que tiende a rematar de una manera tal que rompe con los esquemas del
policial. Pues estas narraciones no
tratan acerca de la maldad humana (salvo en un caso muy particular, como ya
veremos), si no que de su inteligencia y capacidad para superar los baches de
lo fortuito, usando justamente dicha cualidad y que evidencia lo bien que
podemos hacer, del uso de este órgano que se nos ha concedido.
De igual manera caro a estas narraciones
viene a ser el tema de la fraternidad, ya que sus personajes son individuos
cuyas aventuras justamente transcurren acompañados por sus amigos, siendo esta la relación interpersonal
que más destaca en ellos. Sin embargo
hay que hacer notar que cuando Chesterton escribe sobre todo esto, lo hace con
respecto al compañerismo entre hombres y para nada entre personas de distinto
sexo; pues en lo que concierne a las mujeres, apenas (lamentablemente) tienen
importancia en al menos estos escritos y se constituyen en meras comparsas las
pocas veces en que aparecen. Algo que en
todo caso era muy propio de su cultura y más todavía por tratarse de un
escritor varón, pese a que estuviéramos haciendo referencia a alguien tan
considerado por su sabiduría como Chesterton.
Los dos personajes principales y/o que
están presentes en estos seis cuentos, son los dos amigos Charlie Swinburne y Basil
Grant. Del primero no sabemos mucho y la
verdad es que se trata de un tipo que cumple la labor de ser una proyección del
mismísimo autor, ya que oficia de narrador de estas historias, en las que a
veces interviene de manera más directa en unas más que en otras. En cambio respecto al segundo, este sin duda
viene a ser el mejor personaje de todos los que aparecen en el libro, porque en
su personalidad estrambótica corresponde sin dudas a un hombre extraordinario,
quien le aporta con sus intervenciones a los cuentos algunos de sus mejores momentos. Este último corresponde a alguien que
sobrepasa los cincuenta, de apariencia enclenque y que supuestamente está loco…No
obstante Basilio es toda una caja de sorpresas y es debido a ello que se
convierte en el único que logra ver más allá de lo evidente, resolviendo con
excelentes resultados los misterios que se les cruzan a ambos.
A continuación mis comentarios de rigor
sobre cada uno de los títulos que comprenden este libro.
1-
Las extraordinarias aventuras del comandante Brown.
La primera
historia acerca de este curioso grupo de hombres, que se dedican a las
actividades lucrativas más inusuales, ayuda tanto a introducirnos a sus personajes que sirven como nexos y
testigos de estas seis historias extraordinarias, como a definir a este mismo
club; de igual manera nos deja claro, que como lectores debemos esperar lo más
inusual que pueda salir de sus páginas.
No puede dejarse de lado el apellido de quien
acá se ve envuelto en contra de sus deseos, en una de estas “raras” aventuras,
el mismo que comparte con el más famoso personaje de Chesterton: el padre
Brown, bonachón sacerdote católico que dedica sus tiempos libres a hacer de detective
aficionado y de paso salvar una que otra alma condenada a la miseria, debido a
los mismos crímenes en los que se ven envueltos los sujetos con los que se
cruza. No obstante la familiaridad que estos dos poseen, resulta ser solo un
alcance de apellido y el hecho mismo de ser frutos del ingenio de un mismo
autor… ¿O tal vez también a ambos los une esta exposición a lo casual y que aun
así logran salir bien parados de tales circunstancias?
El cuento nos muestra a este mismo comandante,
un hombre con una personalidad de lo más singular (y sin embargo tan verosímil,
si tomamos en cuenta la gente que uno puede llegar a conocer en la vida real),
quien cree estar amenazado de muerte, al encontrarse con unos cuantos sujetos
de dudosa calaña. Es así que dos amigos
suyos, los mismos individuos que se repiten a través de todo este libro, se
involucran en sus supuestas cuitas y lo ayudan a desentrañar el misterio bajo
el que se haya metido. Cabe mencionar
que todo acaba de la manera más inesperada y pese a ello grata, con lo cual
queda de manifiesto que no es por completo malo enfrentarse a la aventura, pues
mucho de positivo se puede sacar de ello.
Veamos algunas palabras dedicadas al
coprotagonista de esta historia:
“En su afición por la jardinería había algo del tipo del holandés meticuloso,
y acaso se inclinara también a tratar a sus flores como si fueran soldados. Era
uno de esos hombres que son capaces de poner cuatro paraguas en el paragüero,
en lugar de tres, con el objeto de que haya dos a cada lado. Para él la vida
parecía ajustarse a un patrón inmutable.”
Teniendo en cuenta la vasta cultura de
su escritor y las constantes referencias literarias que en estas páginas
encontramos, el nombre de este relato continúa con la vieja tendencia a la que
Chesterton desea homenajear y mantener, en atención a otros narradores que
respeta como el mismo Poe (Narraciones Extraordinarias y Las
Aventuras de Arthur Gordon Pym), su compatriota Arthur Conan Doyle (Las Aventuras de Sherlock Holmes) y varios más artistas de la ficción, que
un hombre como él no deja de tenerlos en cuenta. De hecho, nombres como estos para cuentos y
novelas eran habituales en el pasado y hoy en día se siguen usando estas
nomenclaturas.
2- El lamentable
fin de una reputación.
Puede ser que no sea tan divertido como el
anterior, sin embargo no carece de la intriga y el final sorprendente, en el
que se revela un nuevo oficio único, de a los que se dedican estos peculiares
sujetos. Por otro lado, su autor quizás
de manera más profunda que en el caso anterior, se dedica a profundizar en sus
reflexiones acerca de la naturaleza del bien y del mal, que encontramos en
nuestra misma especie. Las para nada
despreciables palabras de Chesterton (quien tanto como filósofo, teólogo y
artista se dedicó desde tres puntos de vista a analizar a la humanidad), se
presentan de una manera bastante curiosa, a través de la conversación entre sus
dos “héroes” que protagonizan sus historias y quienes se permiten inteligentes juicios
acerca de sus congéneres. Respecto a
este amable diálogo entre ambos, cabe notar que cuando depositan su mirada
hacia la muchedumbre, lo hacen mirando desde arriba, cual sujetos por sobre las
circunstancias (como si de ángeles se tratara).
Por lo tanto, no cabe duda de que el uno y el otro, aún en sus rarezas,
representan en el mejor sentido de la palabra la curiosidad y la capacidad de
asombro (el narrador) y el sentido común como también la templanza su compañero
(el antiguo juez).
“-Pero no debe usted pasar por alto -me
dijo Grant con su eterno aire de abstracción cuando le hube manifestado este
parecer- que la misma ruindad de la vida en estos parajes plebeyos atestigua el
triunfo del alma humana. Estoy de acuerdo con usted. Reconozco que estas gentes
tienen que vivir sumidas en algo peor que la barbarie, tienen que vivir en una
civilización de cuarta categoría, pero estoy completamente seguro de que la
mayoría de estos seres son buenos. Y ser bueno es una empresa mucho más ardua y
azarosa que dar la vuelta al Mundo en un barco de vela.”
La trama puede resultar un poco enredosa,
pese a que en cuanto a acontecimientos varios posee menos que el cuento que le
antecedió. Los dos amigos siguen a un
sujeto de ambigua moral hasta una tertulia y allí se encuentran con varias
personas que disfrutan de las reuniones sociales, tan habituales en este tipo
de literatura (y en la vida real entre amantes de las charlas avispadas). En este lugar son testigos de un acto de
humillación a un congénere, que apenas logran soportan y de ese modo evidencian
sus viejas impresiones sobre el hombre que individualizaron entre la
multitud. No obstante, tal y como viene
a ser una marca de los relatos que comprenden este magnífico librito, nada es
lo que parece.
Esta narración juega, tal como puede
encontrarse en el género del misterio, con los efectos del arte del engaño y
otorga de ese modo al lector, representado a través de los protagonistas, la
frescura que nos da la idea de que en la vida aún existen las sorpresas y que
le pueden dar a uno más de un buen momento.
La inocencia y la perspicacia son dones bastante relacionados, pese a
que en una primera instancia están en planos opuestos, pues tal como queda
demostrado en este cuento y el resto de los que en este volumen se hayan, se
requieren entre sí para que el efecto de la novedad sea mayor.
3- La verdadera
causa de la visita del vicario.
La manera de cómo se desarrolla esta
historia y de su muy graciosa solución, nos da claras señales del talento de su
escritor para realizar pequeñas piezas literarias, que son la perfecta armonía
entre la virtud estética y el divertimento (sazonado todo con ese buen humor
suyo, que tanto llegamos a amar quienes ya lo conocemos).
Esta vez la narración transcurre y es
contada de forma algo distinta al resto, ya que ahora a nuestro par de amigos, les toca ser
las “víctimas” de otro miembro del llamado Club de los Negocios Raros. Por otro lado, la gran aventura que es
recurrente encontrar en las páginas de cada cuento, en esta ocasión es contada
por un tercero y en la cual en nada intervienen los dos protagonistas.
Todo comienza cuando hasta donde Charlie Swinburne
llega un atribulado anciano, quien solicita su ayuda y para ello le cuenta los
hechos que lo llevaron hasta su casa. La
narración que este le hace, viene a ser sin dudas la más singular de las que
hasta el momento hemos conocido por medio del volumen. El humor se acrecienta en este relato, que
juega más que nunca con la credulidad del lector y de quien escucha de boca del
vicario sus vicisitudes, dándonos sorpresa sobre sorpresa.
Como ya debería quedar claro con respecto a la
prosa de Chesterton, a cada momento de la lectura uno puede encontrarse con
verdaderas perlas, a la hora de usar el lenguaje estilísticamente, como esta
descripción de un personaje que resulta ser todo un manjar
“Todo
en él aleteaba: la bufanda a cuadros que llevaba en el brazo derecho, los patéticos
guantes negros que tenía en la mano, en fin, toda su indumentaria. Creo poder decir
sin exageración que hasta aleteaban sus párpados al tiempo que se ponía en pie.
Era un viejo clérigo de los más gesticulantes que se puedan dar, calvo por
arriba, con pelo blanco a los lados y patillas blancas.”
4- La singular
especificación del agente de fincas.
El cuarto cuento aumenta el sentido de
maravilla con esta historia, que al medio se torna como una obra típica del
género policial, ya que trata supuestamente sobre un crimen que debe ser
resuelto y a ello se le agrega la presencia del hermano menor de Basilio, el
detective.
Como encontraremos en esta serie de
ficciones interconectadas, se nos presenta otro sujeto bastante llamativo, un
personaje nuevo entre tantos otros que son la generalidad de un mundo “realista”,
cuyos habitantes no pertenecen a los estereotipos del hombre común. Este individuo resulta ser una especie de viajero
y aventurero que a muchos despierta recelos y que sin embargo posee el aprecio
de alguien tan magnífico como el antiguo juez.
Cuando es involucrado en cierto incidente, el detective que ya desde antes
lo había tomado por alguien reprobable de inmediato lo acusa de ser
culpable. Es cuando se debe comprobar
quién está en lo correcto de los dos hermanos: aquel que ostenta una suspicacia
mayor o el otro que en sus excentricidades, nos ha demostrado poseer la virtud
de conocer mejor el alma de sus prójimos y leer entre líneas.
De este modo la narración nos lleva al
campo de la reflexión acerca de los prejuicios y cómo estos al determinar
nuestros acciones y pensamientos, entorpecen nuestros razonamientos. La mayor dedicación que se le da a Rupert
Grant, contrasta sin dudas dos personalidades, dejando claro la predilección
del autor por una mente imaginativa, por sobre otra más racional (si no, basta
con recordar a ese otro estupendo personaje suyo, que viene a ser el Padre
Brown).
Por otro lado, la misma caracterización
del detective, así como la del propio compañero caído en desgracia, nos adentra
en la amplia capacidad del escritor para describir nuestra heterogénea
humanidad, ya sea en lo que concierne a las extravagancias, como a las virtudes
y defectos que encontramos en los demás (como también en nosotros mismos).
“En cuanto el teniente Drummond Keith
abandonó la sala, la conversación acerca de su persona estalló como una
tormenta. Esto se debía a múltiples y diversas características singulares. Era
un hombre ligero y airoso que se vestía con ropas airosas y ligeras, blancas
por lo general, como si estuviera en los trópicos. Era enjuto y agraciado como una
pantera, y tenía los ojos negros, de expresión inquieta.
Vivía en la mayor estrechez y tenía uno
de los hábitos de los pobres en tan desmedido e inconmensurable grado que
podría eclipsar al más miserable de los parias: me refiero a la costumbre de
cambiar continuamente de vivienda. Existen dentro de Londres lugares donde, en
el corazón mismo de la civilización artificial, la Humanidad ha vuelto una vez más
a la vida nómada. Sin embargo, en estos inquietos lugares, no había un
vagabundo más inquieto que el elegante oficial de los airosos trajes blancos. A
juzgar por su conversación, este hombre había cazado en sus tiempos
innumerables cosas, desde perdices hasta elefantes, pero sus escépticas amistades
opinaban que «la Luna» no se había hallado pocas veces entre las víctimas de su
victorioso rifle. La frase era acertadísima, y sugería una mística y fabulosa
caza nocturna.”
5- La pintoresca
conducta del profesor Chadd.
Otro de los extravagantes amigos de
Basilio, corresponde a un intelectual que desde la pluma del autor, no puede
ser mejor reflejo de los mismos hombres de su estirpe. Las palabras para este no pueden ser más
precisas, aún en su poética prosa:
“-Con
todo respeto y condolencia, debo confesar que no pienso lo mismo -dije yo-. ¿Es
tan extraordinario y complicado que un viejo sonámbulo que ha andado siempre
rondando los límites de lo inconcebible se haya vuelto loco de la emoción
producida por una gran alegría? ¿Es tan extraordinario que un hombre que tiene
un rábano por cabeza y una telaraña por alma no tenga suficientes energías para
resistir un inesperado cambio de fortuna? ¿Es, en fin, tan extraordinario que
James Chadd haya perdido el juicio por la emoción?”
El humorismo ahora se torna absurdo,
cuando nos encontramos con el supuesto acceso del profesor Chadd, en cuya ayuda
acuden Basilio y su compañero de andanzas, desentrañando luego la verdad detrás
de tantas equivocaciones.
Uno de los puntos más interesantes de esta
historia, viene a ser que dentro de lo que va del libro, es la que mayor papel
le da a un personaje femenino. Ello no
deja de presentar en su caracterización, la imagen convencional de las mujeres
que se tenía en la sociedad británica a la que pertenecía Chesterton y quien
pese a su brillantez, parecía mantener una imagen sexista al respecto.
“Es cierto que las mujeres sensatas tienen
por locos a los hombres estudiosos. Bien miradas las cosas, es cierto que todas
las mujeres, de cualquier clase que sean, tienen por locos a todo género de
hombres.”
Por otro lado, cabe mencionar que pese al
final inesperado de este título, tal como aquellos de los que le precedieron,
al parecer nada tiene que ver con el Club de los Negocios Raros, si bien la revelación
final hacia su desenlace, se enmarca en lo que concierne al ingenio humano como
atributo.
6- La extraña
reclusión de la anciana señora.
Charles y Rupert llegan de la manera más
imprevista hasta una casa, en la que se encuentra una mujer mayor, que al
parecer se encuentra encerrada contra su voluntad. Como es de suponer entre estos dos varones (cabe
mencionar que la caballerosidad y la gallardía son dos principios destacables
en estas obras), ante esta situación deciden a toda costa liberarla de sus
captores. Para ello acuden nada menos que a Basil, quien los acompaña hasta el
lugar del supuesto siniestro y ante esto ocurre tal vez el más divertido
encuentro entre los héroes de la historia y quienes al parecer tienen
prisionera a la damisela.
De entre todas las narraciones que forman
parte de este libro y que a las alturas del post que le he dedicado, ya debería
quedar claro que se trata de una lectura bastante recomendable, viene a ser junto al primero de la serie, en
poseer episodios llenos de acción física; no obstante en esta ocasión,
Chesterton se supera y nos obsequia con verdaderas peleas o batallas entre los
contrincantes.
“Y antes de que pudiera darme cuenta de
dónde me encontraba, me hallaba luchando a brazo partido con el hombre de la
chaqueta púrpura. Este hombre parecía de alambre, y se doblaba y saltaba como
un resorte, pero yo era más fuerte y le había cogido desprevenido. Le levanté
del suelo unos dos pies, y después de tambalearse un momento sobre la otra
pierna, rodó conmigo por el suelo con estrépito, entre una lluvia de periódicos,
quedando yo encima.”
Cuando aparece la mencionada señora en
apuros y tiene sus diálogos con sus “salvadores”, nos encontramos con los que
bien podrían considerarse como los momentos más emotivos y sublimes del
tomo. Con posterioridad en la especie de
epílogo que cierra el libro, el autor vuelve a apelar a la sublimidad, cuando
el mismísimo Basil hace su gran confesión.
Teniendo en cuenta la sapiencia de
alguien como Chesterton, un hombre claramente preocupado por los grandes temas
de su tiempo y tierra, se permite en el desarrollo de este cuento, invitarnos a
una muy grata discusión filosófica. Esto
denota a lo mejor por vez primera en la colección, una mirada a su
espiritualidad cristiana y que en otras obras suyas, como El Hombre que fue Jueves, se
encuentra mucho más potenciada. Pues
este grato debate entre el darwinismo (ideología científica tan en boga durante
los años en que fue escrita esta obra), que se refiere a la supremacía y
sobrevivencia de los más fuerte, en contraposición a los ideales de corte
cristiano, pone de manifiesto una vez más al gran hombre que nos legó textos
como este.
No se puede olvidar el hermoso epílogo
ya mencionado, en el cual aún con mucho más fuerza, queda de manifiesto el amor
hacia Dios y sus criaturas, declarando con palabras muy hermosas que la
verdadera justica no corresponde a la de las leyes de la sociedad sino que a la
que existe en el corazón de los hombres y mujeres.
Como palabras finales, debo decir que
ante el enorme atractivo de estos cuentos, ya sea en cuanto a sus personajes como
a lo que significa el propio Club de los Negocios Raros, uno podría querer leer
más de sus historias…Y es que sin lugar a dudas las premisas de estas ficciones,
pueden dar para muchas otras, tal como ya ha pasado con varios clásicos más y
que tras ser escritos por sus autores originales, dieron pie a que sus
admiradores los honraran con nuevas narraciones ¿Acaso existirán otros escritos
al respecto y más encima publicados? Quien sepa espero me cuento acerca de
ello.
Asimismo debe saberse que la nada
despreciable cinta de David Fincher El Juego (The Game, 1997), está
basada ligeramente en Las extraordinarias aventuras del comandante
Brown; no obstante para no caer en los despreciables spoilers, no
contaré por qué razón y que sin embargo tiene que ver con su desenlace (algo
que por supuesto se pueden dar cuenta, quienes hayan leído el relato y visto la
película).