Hannibal Lecter es la gran creación del escritor estadounidense Thomas
Harris, quien a la fecha ha escrito cuatro novelas en torno a este singular
personaje. Lamentablemente pareciera que
se hubiese dormido en sus laureles o sufre de un serio caso de “síndrome de la
página en blanco”, puesto que desde el año 2006 que no publicada nada, ni
acerca de Lecter, ni nada de nada. Este
apareció por primera vez en la novela Dragón Rojo de 1981 y donde no era
el personaje principal, ni el antagonista, sino que más bien le correspondía el
papel de secundario, aunque lo suficientemente llamativo como para rescatarlo
en su siguiente obra. Pues así fue como
en El
Silencio de los Corderos de 1988, el psiquiatra de mente privilegiada y
retorcida, volvió a las letras, ahora ocupando el coprotagonismo en dicha obra. Una vez que este psicópata caníbal logró la
fama y encarnarse dentro de la cultura general, regresó en Hannibal (1999), siendo
su última incursión literaria la precuela Hannibal: El Origen del Mal (2006),
acerca de su infancia y juventud.
¿Quién no ubica hoy en día al elegante, culto
y aterrador Hannibal Lecter? Incluso aquellos que no han leído los libros en
los que aparece, lo pueden reconocer como a uno de los grandes villanos…del
cine, gracias a la afortunada interpretación que hizo de este sir Anthonny
Hopkins, gracias a la cual este mismo consiguió la consagración como
actor. Ahora bien, antes de Hopkins con
su primera cinta encarnándolo en El Silencio de los Corderos en 1991,
este monstruo humano estuvo a cargo de otro artista, quien en todo caso realizó
un papel sobrio al respecto, en la cinta Cazador de Hombres de 1986, si bien
en ella tal como en el libro, dicho criminal tuvo un papel menor respecto a su
trama. No obstante tras el éxito de la
película dirigida por Jonathan Deeme, con Hopkins haciendo de Lecter, era de
suponer que tras su secuela cinematográfica basada en la ya mencionada Hannibal,
se hiciera una nueva versión del texto que vio nacer a este asesino y así por
tercera vez tuvo el rostro y la voz de Hopkins.
Por supuesto que la precuela, el último libro de la saga en cuestión,
contó con su propia adaptación, no obstante no fue tan prodigiosa como las
otras (incluyendo la cinta de Michael Mann con un Hannibal Lecter también
maduro, pero distinto) y bien ha sido olvidada con justicia… Hannibal Lecter ha
llegado a ser tan popular, que numerosas películas y seriales lo han
homenajeado y parodiado, desde las formas más increíbles, graciosas y hasta
inesperadas (si incluso en la reciente película animada “familiar” británica Shaun
el Cordero, posee su propia versión animal bizarra al respecto).
¿Pero quién es Hannibal Lecter? Pues ya se han
dado detalles al respecto en los dos párrafos anteriores, no obstante me
permitiré hablar un poquito más de él,
antes de ir al tema central que ahora nos convoca.
Como era de suponer con un personaje tan
complejo y retorcido como lo es Lecter, su infancia estuvo marcada por un
terrible hecho, que con el tiempo hizo que desarrollara luego su conducta sociópata. De inclinaciones artísticas y con grandes
dotes para el dibujo, entró primero a la carrera de medicina, graduándose de
cirujano y después orientó su carrera a la psiquiatría. Varias muertes violentas y truculentas a su
haber, de cuyos cadáveres Hannibal dispuso para comerse algunas de sus partes y
en suculentos platos preparados por su experticia culinaria, lo llevaron al
final a ser atrapado y condenado a ser residente de un centro para criminales
mentales de alta seguridad. Largo tiempo
pasó eso sí como para que este fuese
descubierto, ya que siempre usó su fachada de ciudadano respetable y en especial
sus conocimientos médicos para engañar y atrapar a sus víctimas (muchos de
ellos pacientes suyos y/o cercanos).
Paradójicamente mientras seguía en su carrera criminal, trabajaba como
consultor del FBI, ayudando a sus agentes en el seguimiento de casos sobre
asesinos seriales; no obstante tras ser atrapado, en más de una ocasión se
requirieron sus servicios con respecto a nuevos homicidios del mismo
estilo.
La
verdad es que en la pantalla chica, hace rato ya que este tipo de personajes ha
sido abordado con profusión. Este hecho
ha sido así desde que en la década de los noventa, el elemento gore y los guiones de tono más elevado,
con programas dirigidos a un público adulto, aparte de las clásicas soap operas clásicas de la TV gringa,
sus policiales de antaño y las producciones históricas de la BBC británica, han
acaparado la atención de productores y espectadores. De este modo la violencia implícita y
explícita de sus argumentos, en historias que nada tienen que envidiarles a los
mejores thrillers cinematográficos,
han visto desfilar a un montón de asesinos seriales, primero como los grandes
villanos de sus títulos y después hasta como sus verdaderos protagonistas. Es al respecto, que tal vez se puede mencionar como algunas de
las primeras experiencias televisivas sobre el tema, las dos grandes series
creadas por Chris Carter a finales del siglo pasado, The X-Files y Millenium. En estas dos sus protagonistas se dedican a
“cazar” psicópatas, debido a su labor trabajando para la ley y la
justicia. En la primera de estas dos
series los agentes del FBI Dana Scully y Fox Mulder, son miembros de sus
huestes; mientras tanto que Frank Black, del segundo título, es un consultor
especializado del FBI y quien tanto por sus conocimientos, como por sus
inhabituales destrezas, ayuda a esta agencia a ir detrás de tales asesinos (de
hecho, Black comparte en cierta medida su capacidad para “entender” la mente
criminal y enfermiza de estas aberraciones, tal como bien sucede con uno de los
dos coprotagonistas de la serie dedicada al personaje más famoso de Thomas
Harris). Luego se puede mencionar como
ejemplo del interés (¿morboso?) por los
psicópatas, las andanzas de la protagonista de Medium, quien en un
terreno incluso mucho más sobrenatural que del citado Frank Black, se ve
enfrentada a un montón de estos sujetos y a los cuales en su calidad de clarividente,
ayuda a atrapar a las fuerzas de la ley.
No obstante sería con la igual de exitosa Dexter, también basada en
una novela, que la figura del psicópata dejaría de ser el mero villano de la
semana, para a su vez transformarse en el protagonista por antonomasia del show;
así es como desde la serie recientemente señalada, los episodios estarían
articulados en base a las vivencias del asesino serial principal, quien por
supuesto debe demostrar su inteligencia y astucia para eludir la ley, al
conseguir mantenerse con sus actos homicidas, mientras quienes lo rodean
ignoran esta faceta suya. De este modo Dexter
es el antecedente al programa que inspira esta entrada en el blog,
serie que a su vez fue emitida en paralelo a Motel Bates, sobre la
novela más famosa del escritor Robert Bloch, Psycho, y
su aún más celebrada adaptación cinematográfica Psicosis de Alfred
Hitchcock. De seguro hay muchos otros
ejemplos al respecto, que debido a mi ignorancia o mala memoria se me escapan,
no obstante ya se evidencia una presencia de este tipo de personajes en la
televisión misma y que gracias al programa a continuación abordado, han
mostrado una nueva faceta al menos en lo que concierne a la pantalla chica.
La
serie de televisión Hannibal, recientemente cancelada tras finalizar su tercera
temporada, toma como principal fuente la novela Dragón Rojo, en cuanto a que
gira en torno no solo a tan especial personaje, sino que también al analista
del FBI Will Graham, un tipo tan singular como el propio Lector y entre quienes
se da una relación bastante especial. En
ambos se centra el protagonismo, siendo estos algo así como distintos lados de
la misma moneda, debido a ciertos rasgos que comparten, pero que en cada caso
se dan de manera distinta (lo que irremediablemente los une, como también los
separa). A su vez el programa se
ambienta en la época en la cual Lecter colabora con el FBI, ayudándolos a crear
perfiles de los psicópatas que buscan, entre otras labores relacionadas con su
especialidad. No obstante Hannibal
transcurre en la época actual, en vez de a principios de los ochenta,
como bien sucede con el libro y los dos filmes basados en él.
Con
respecto al coprotagonista Will Graham,
se puede contar que resulta ser un personaje bastante complicado, debido a su
personalidad que lo convierte si duda en el antihéroe dramático por excelencia
del programa. Lo anterior expresado así,
puesto que posee una capacidad de empatía que roza lo bizarro, en cuanto a cómo
le es posible adentrarse en psiquis de los psicópatas; no solamente pudiendo
entender sus motivaciones, sino que además llegando a recrear en su cabeza
parte por parte las atrocidades cometidos por estos mismos, con lo cual le es
posible llegar a identificarlos, una vez realizadas las investigaciones de
rigor. Esta capacidad suya para entender
a tal gente, lo hace ser un sujeto no solo extraño e introvertido, puesto que
abre en él la oscuridad lo suficientemente como para convertirlo en algo así
como un psicópata en potencia o, en el mejor de los casos, en un sujeto
propenso al desequilibrio emocional.
Pues bien, en el capítulo piloto durante buena parte de él, la trama
gira casi por completo en torno a Will y solo después de un buen rato aparece
su contrapartida Hannibal Lecter; este detalle deja claro que si bien la serie
se llama Hannibal, es sin duda en Graham en quien debe detenerse el
espectador a la hora de identificarse mayormente y sufrir con sus
vicisitudes. Pues en lo que concierne a
la primera temporada, Will de manera inesperada llega a entablar una amistad
con quien ignora, es el peor de los psicópatas que se cruzan en su camino y el
cual siente una especie de afecto fraternal por su persona, pese a los
entuertos en los que lo involucra.
En
cuanto al Hannibal Lecter de esta
serie, al tenerlo muchos más horas frente a la pantalla y gracias a una trama
que le dedica buena parte de su desarrollo, quedan de manifiesto como nunca su
personalidad extraordinaria (aún en sus más aberrantes detalles). No solo su inteligencia sobresaliente es la
que queda expuesta, sino que es su faceta como animal de presa y mortal, quien
articula sus acciones más mínimas con una eficiencia fría y calculadora, que el
televidente no puede dejar de asombrarse.
A su vez la serie saca a relucir una dimensión suya algo inesperada,
consistente en cierta capacidad para las relaciones interpersonales y con algún
grado de compromiso emocional, que no solo corresponderían a parte de su
fachada, sino que serían algún vestigio suyo de la humanidad ya casi extinguida
en él. A su vez acá quedan de manifiesto
otros detalles suyos, como su porte atlético que lo convierte más que nunca en
un asesino nato, como además su destacable buen gusto para vestir (de hecho,
nunca se le ve con tenidas informales, ya que siempre ocupa ropa de “diseño” e
incluso cuando mata); a su vez se evidencia su talento para la cocina,
convirtiendo en verdaderas obras de arte culinarias y para la vista, los platos
que hace para él y sus “ignorantes” invitados, con los miembros de sus víctimas
que cocina para degustar.
Jack Crawford: Jefe de la sección del
FBI en la que trabajan los protagonistas y quien los enrola en sus filas, de
modo que en determinado momento se siente más que responsable acerca de cómo
los acontecimientos van dándose con respecto a ellos. Si bien en dos de las tres películas donde ha
aparecido, ha sido interpretado por grandes actores, en esta versión televisiva
quien lo encarna resulta ser otro artista de renombre, en quizás su primer
papel para la TV: Laurence Fishburne (el mismísimo Morfeo de la saga de Matrix),
quien con un gran prontuario fílmica a sus espaldas, realza el programa, siendo
que además destaca porque al ser afroamericano, se convierte en el mejor
ejemplo de algunos de los cambios que se hicieron respecto a los personajes de
la novela y a su adaptación televisiva (ya que en el caso de Crawford, al
parecer en su versión original es caucásico, tal como se le pudo ver antes con
los tres actores que hicieron de él en el cine). Pues en esta adaptación es un hombre casado,
quien pasa por toda una crisis con su pareja y la cual se encuentra
caracterizada por Gina Torres, actriz también afroamericana y en un registro
actoral distinto al que brilló anteriormente en otras series como Angel
y Firefly, ambas de Josh Wheddon.
Freddie Lounds: En la novela que
inspira el programa y las dos versiones suyas para el cine, corresponde a un
oportunista periodista interesado en cubrir de manera escandalosa hechos de
sangre, en especial relacionados con psicópatas. Es así como Freddie se cruza con los demás y
ello trae varias consecuencias de interés…No obstante como ya ha quedado demostrado
con el personaje de Crawford, los productores de la serie le hicieron su propia
renovación, al hacer que ahora fuese mujer y una bastante atractiva por cierto,
aunque justamente abusando de su femineidad, alguien más manipuladora que nunca
(no obstante igual con su propia cuota de humanidad).
Dr. Chilton: Quien apareciera en las
dos primeras novelas de la tetralogía, es otro detestable personaje, el cual corresponde
al director del psiquiátrico de alta seguridad, donde es internado Lecter una
vez en que es apresado. Este lugar es
además un sitio icónico dentro de la ficción y en especial debido a todo lo que
transcurre en él; pues justamente es recreado de tal manera, que quien haya
visto los filmes, no puede dejar de sentir añoranzas con respecto a su primer
contacto con Lecter y compañía; todo ello debido al respeto que se tomaron los productores
tanto con los filmes, como por supuesto con las novelas. Pues volviendo a Chilton, se convierte en los
libros y en la serie en uno de los antagonistas de Hannibal el Canibal (como
más adelante será llamado, una vez que sean descubiertas sus prácticas), siendo
que en el programa, primero al estar aún ambos supuestamente en el mismo lado
de la ley, se les presenta como colegas con cierto grado de intimidad, aunque
por supuesto con resquemores entre ellos; pues en cierta medida Chilton envidia
la superioridad intelectual y el éxito de Lecter, quien inicialmente lo trata
con condescendencia y luego con evidente desprecio. Ahora bien, Chilton es un hombre
inescrupuloso, cuyas prácticas psiquiátricas dejan mucho que desear, vanidoso,
cursi y resentido.
En la
serie aparecen tres especialistas del FBI sacados del libro, no obstante de
estos el único medianamente desarrollado en los guiones (en especial en lo que
se refiere a su intervención en la segunda temporada) viene a ser la única dama
del trío: Beverly Kats y quien en
esta revisión “pluralista” de la obra de Thomas Harris, es de origen asiático
(china o coreana para ser más preciso).
Dos
son los personajes más interesantes que agregaron los guionistas a este show,
siendo ambos mujeres y tanto la una como la otra psiquiatras. De este modo el uso constante en Hannibal
de psiquiatras, forenses, médicos y otros dedicados a ramas del conocimiento y
la ley dentro de la trama, todos ellos con características como las mencionadas
aquí, demuestra que sus protagonistas en general corresponden a individuos de
extrema inteligencia, aunque a los que justamente su intelectualidad los
muestra como seres frágiles y para nada felices en su cotidianeidad; asimismo
tampoco llegan a ser modelos a seguir
por sus conductas, a diferencia de lo que sucede con los personajes de series
más optimistas (las de la franquicia de Star Trek por ejemplo, Person of Interest o Fringe, por mencionar solo algunas);
por ende, son personas que viven tan ensimismadas en sus trabajos, que estos
los afectan sin duda, siendo que además su propia sofisticación esconde a
sujetos con tantas o más taras, que los mismos psicópatas que desfilan en los
capítulos. Pues volviendo a estas dos
mujeres creadas en especial para el programa, ellas son…
Alana Bloom: Sexy psiquiatra, quien
tiene sentimientos románticos con Will Graham, quien además le corresponde,
aunque debido a sus propias circunstancias no se permite concretar una relación
más cercana con él. Es a su vez amiga de
Crawford y Lecter, a quienes ve a su manera como referentes y grandes figuras
de respeto.
Bedelia Du Maurier: Es nada menos que
la psiquiatra de Lecter, a quien la ve en secreto para supuestamente “desahogarse”. Comparte con el psicópata un pasado y en el
cual se encuentra en medio un hecho violento, el cual a Bedelia la ha
convertido en una mujer más o menos reticente, ya que vive retirada de la vida
pública y de su profesión (salvo en el caso del tratamiento con su único
paciente). Desde un principio es posible
identificar en ella a una mujer marcada por lo que le pasó, pues poco
expresiva, casi una autómata. Su
relación algo forzada con Hannibal, al final la hace tomar partido con los
acontecimientos que comienzan a gestarse.
Su apellido bien puede ser un guiño literario a la escritora Daphne du
Maurier, autora de Rebeca y Los Pájaros, entre otras obras de
suspenso y de terror, ambas llevadas al cine por el ya mencionado Alfred
Hitchcock. Es interpretada nada menos que por Gillian Anderson, quien regresa a
la televisión con este personaje, tras su recordado papel como la agente Dana Scully
de The
X-Files.
Por
supuesto que varios son los psicópatas que aparecen en el programa, aparte del
principal. Cada uno de ellos con sus
propios estilos a la hora de matar y que son mostrados aquí de manera tan
gráfica en sus efectos y procedimientos, que resulta entendible que más de un
espectador sienta repulsión (y pese a todo no deje de ser un adicto al
programa). Ahora bien, sus matanzas
resultan ser tan bien orquestadas, con un ingenio tal que convierte a sus
víctimas en “obras maestras” de la truculencia, que son personificados como
seres con un grado de sensibilidad artística extremo y morboso (en otras
palabras, vez que aparece un cadáver es para impresionarse con tanta “creatividad”
gore). En todo caso, uno se pregunta cómo es posible
que todos ellos puedan llegar a efectuar tales actos, con todo el esfuerzo físico
y de medios que implica disponer los cuerpos de tal manera. Dentro de estos desquiciados mentales,
destaca el primero al que le toca ajusticiar a los protagonistas y que se
convierte en el gatillante de gran parte
de las preocupaciones de Graham; también cabe nombrar a otro con una obsesión
impresionante por los hongos, a un hombre ya anciano que edifica un tótem de
cadáveres en la orilla de una playa; por igual se puede mencionar a una
muchachita que se cree muerta y en especial llama la atención un doctor
asesino, quien viene a ser un antecedente para lo que más adelante pasará con Hannibal
Lecter.