El Vaso de Leche
(adaptación teatral del cuento homónimo de Manuel Rojas)
Dramatis Personae.
Joven
Marinero gringo
Marinero chileno 1
Vagabundo
Marinero chileno 2
Borracho 1
Borracho 2
Capataz
Ladrón
Vejete (cliente)
Dueña de la lechería
El escenario representa un puerto, con el mar de fondo y un barco atracado. Se observan otros objetos
relacionados con el ambiente, pueden ser un poste de luz y unas cuantas cajas
de mercadería que se han bajado de los barcos, así como gaviotas y pelícanos de
utilería. A un costado, una lechería
(restaurante o cocinería), pintada de blanco y grandes ventanas; este edificio
ocupa al menos la mitad del escenario.
Acto I
Escena 1
(joven y marinero chileno)
Marinero chileno (se pasa la mano por la frente, como sacándose el sudor): ¡Uf, largo
estuvo el viaje! ¿Cierto?
Joven: Claro, nunca pensé
que todo fuese tan pensado.
Marinero chileno: ¿Tienes dónde quedarte?
Joven: Para serte sincero no,
soy de otro lado.
Marinero chileno: ¿De dónde, cumpa?
Joven: La verdad es que
prefiero no hablar de mi pasado.
Marinero chileno: Ummmm, comprendo. Supongo que estás
probando suerte y deseas comenzar desde cero.
Joven: Exacto.
Marinero chileno: Bueno, acá se separan nuestros destinos.
Espero que en algún momento nos volvamos a encontrar. Te deseo lo mejor en tu futuro.
Joven: Gracias. Y yo también espero lo mejor para ti.
(ambos se dan la mano de forma muy estrecha y luego el
marinero chileno sale de escena)
Escena 2
(Joven)
(El Joven mira hacia el mar y avanza después,
caminando por la orilla del muelle con las manos en los bolsillos, distraído o
pensando y luego tararea una canción).
Escena
3
(Joven y marinero gringo)
Marinero gringo (Lleva en una mano un envoltorio con un sándwich mordido solo en parte; en
la otra lleva una pipa, que se pone en la boca de vez en cuando. Se detiene y ve al joven que se encuentra en
el centro, mirando hacia abajo en actitud de aburrimiento y le grita de forma
amistosa): I
say; look here!
Joven
(levanta
la cabeza como sorprendido): Hello! What?
Marinero
gringo: Are
you hungry?
(Se
produce un breve silencio, durante el cual el joven parece reflexionar y hasta
da un paso corto hacia el marinero, como para aceptarle su ofrecimiento; luego
se dirige al marinero con una sonrisa triste).
Joven:
No,
I am not hungry! Thank you, sailor.
Marinero
gringo: Very
well.
(El
marinero escupe al suelo y se lleva la pipa una vez más a la boca. El joven se aleja de su lado y se queda
apoyado en algún lado del escenario, en actitud de avergonzado; en algún
momento hace un movimiento, como si se arrepintiera de su anterior negativa y
estuviera a punto de aceptarle al gringo la comida).
Escena
4
(Joven,
marinero gringo y vagabundo)
(Aparece
un vagabundo vestido de harapos, grandes zapatos rotos y barba y pasa frente al
marinero, quien le grita cuando se encuentra a metros de distancia suya)
Marinero
gringo: Are you hungry?
Vagabundo
(mira
con avidez del envoltorio que lleva en una mano el marinero y le responde con
rapidez retorciéndose las manos): Yes, sir, I am very hungry!
Marinero
gringo: Ok,
mister (entonces le tira el paquete y este es agarrado sin problemas por el
vagabundo, quien se sienta en el suelo a comérselo con muchas muestras de
placer)
Escena
5
(sale
el marinero gringo y se quedan los otros dos)
Joven
(se
acerca al vagabundo y se lo nota que quiere probar de ese bocado): ¿Está
rico?
Vagabundo:
¡Para
rechuparse los dedos! ¿Quieres algo?
Joven:
Ummmm,
no, gracias.
Vagabundo:
Tú
te lo pierdes.
Fin
del Acto I
(se
cierra el telón)
Acto
2
Mismo escenario de antes, pero esta vez
donde se ubica el barco, se ven muchas más cajas apiladas que antes. Ahora sobre el mar aparecen una luna y
estrellas, pues es de noche.
Escena
1
(joven,
marinero chileno 2 y capataz)
Marinero
chileno 2 (quien
carga ayudado del joven y a duras penas una gran caja): ¡Vamos, vamos que se
puede!
Joven:
Es
que ya llevamos horas sin descansar y tengo las manos peladas de tanto llevar
peso.
Marinero
chileno 2: No
te quejes tanto y alégrate de tener trabajo mejor, hombre, que haragán me
saliste (se ríe de su ocurrencia, aunque sin malicia)
Joven: Pero si todavía
no veo la plata ganada por esto.
Marinero
chileno 2: Paciencia,
paciencia, que valdrá la pena.
Joven:
Para
ti es fácil, que al menos tienes dónde quedarte.
(desde
otro lado está el capataz, que los miraba hacer su labor y cuando estos ya han
dejado la caja en el suelo se acerca a ellos).
Capataz:
Estamos
bien por ahora. Ya se pueden ir y mañana
seguimos a la misma hora de hoy.
Marinero
chileno 2: Así
será, patroncito. Hasta mañana.
Capataz
y joven: ¡Hasta
mañana! (sale el marinero)
Escena
2
(joven
y capataz)
Joven
(se
seca el sudor de la frente y habla tartamudeando): Señor capataz, necesito
hablar con usted.
Capataz:
Dígame,
en qué puedo ayudarle.
Joven:
Este…Yo…Quisiera…
Capataz:
¡Ya
pues, no me haga perder el tiempo! Mire que me están esperando en casa mi mujer
con los cabrochicos.
Joven:
Entiendo. Bueno, con mucho respeto, yo…Quisiera pedirle
mi paga ahora o al menos un adelanto por lo realizado hasta el momento.
Capataz:
¿Su
sueldo ya? ¿Un adelanto? ¡Imposible! Solo se paga al final de toda esta labor y
ello será mañana, luego de que carguemos por completo el barco con esta
mercadería.
Joven:
Es
que ya no aguanto más el hambre y estoy desde ayer sin mascar algo.
Capataz:
Si quiere le presto un par de lucas.
Joven:
No
es necesario. Gracias.
Capataz:
Allá
usted con lo que hace. Nos vemos (se va).
Escena
3
(joven
y dos borrachos)
(antes
de que se vean a los dos borrachos, se les oye cantar alegres entre hipo e hipo,
cada uno con una botella de vino en la mano y afirmados del hombro,
tambaleándose).
Borracho
1: Así
po´, compadre, el gallo quería hacerse el pillo conmigo y no sabía na´ la
chichita con la que se estaba curando.
Borracho
2: ¡Güena
po´, gancho, si uno en la vía tiene que ser entero choro si quiere salir
adelante! ¿Viste cómo me va bien sin tener que agacharle el moño a nadien?
Borracho
1: Claro
que sí, si yo te admiro con toda mi alma.
Vamos, brindemos por la amistad y los choros.
Borracho
2: ¡Salud,
mi huacho! (entrechocan ambos sus botellas y se echan un trago. Luego se quedan mirando al joven que estaba
sentado apoyado en una de las cajas).
Borracho
1: ¿Y,
vo´, de dónde saliste?
Joven:
Buenas noches.
Ambos
Borrachos: ¡Güenas
noches!
Borracho
1: ¿Se
sirve una copita con nosotros, cumpa?
Joven:
No,
gracias, yo no bebo.
Borracho
2: ¡Ay,
salistes pituco parece!
Borracho
1: Sí,
parece que este otro se cree vío… ¿Te vay a picar a choro también conmigo?
Joven:
Perdone
si lo ofendí, lo que pasa es que no he comido nada y si tomo con el estómago
vacío puede ser peor para mí.
Borracho
2: Puchas
que tay jodío, oie.
Borracho
1: Si
querís nos acompañay y cuando lleguemos a mi casa nos comimos una rica cazuela.
Joven:
Ummmm,
sería bueno, pero tengo un compromiso y no puedo faltar.
Borracho
2: Usté
sabe lo que hace. Nos vamos nosotros
entonces. Chao.
Joven:
Chao
y gracias en todo caso.
Fin
del acto II
(se
cierra el telón)
Acto
III
Ha salido el sol. Afuera de la lechería hay dos mesas con
manteles blancos y objetos tales como salero, azucarero, servilletero y otros,
más dos sillas cada una a su alrededor.
Sentado en una de ellas, hay un hombre ya mayor, que lee el diario,
mientras solo tiene consigo un vaso de leche a medio terminar; el otro mueble
está desocupado. Al lado de la puerta,
vemos lo que parece un mostrador, detrás del que se encuentra la dueña del
lugar, quien se dedica a labores como limpiar la superficie, preparar algo para
un posible cliente o algo de ese estilo. A un costado, por donde se aprecia el
barco, se encuentran un tipo de apariencia sospechosa y el joven que ya
conocemos, ahora durmiendo, sentado sobre una caja.
Escena 1
(joven y ladrón)
Ladrón (sigilosamente se
acerca a donde el durmiente y le toca el hombro): ¡Shist, shist!
Joven (despierta de un
sobresalto): ¡Chuta!
Ladrón: No se me asuste, oiga
¿Sabe? Hace rato que le vengo echando el ojo.
Joven: ¡Ah! ¿Sí? ¿Y qué
quiere usted conmigo? Mire que no me da confianza.
Ladrón: Haciéndose la
mosquita muerta conmigo, mire que no se le ve que esté en sus mejores momentos,
oiga.
Joven: Puede ser. Dígame ¿Qué quiere conmigo?
Ladrón: ¿Pues cacha a ese
vejete que está sentado ahí adentro? (indica con un dedo al hombre que se encuentra leyendo “dentro” de la lechería)
Joven: Claro ¿Y qué hay con
él?
Ladrón: Que me lo podría
distraer cuando salga del lugar, para así yo carterearlo y luego nos repartimos
el botín.
Joven: Yo no le hago a esas
cosas malintencionadas, oiga.
Ladrón: No te vay a ir de sapo,
po´.
Joven: No soy sapo, sino que
un hombre honrado.
Ladrón: Sí, seguro y yo soy
el Rey de Roma.
Joven: Ni se le ocurra
acercarte a ese caballero, que acá estoy yo para evitar que andes haciendo de
las tuyas.
Ladrón: Seguro me vay a
ganarme.
Joven: ¿Quién sabe? O mejor
llamo a los carabineros a gritos, a ver si se le quitan las ganas de andar
robando… (poniendo las manos alrededor de la boca como haciendo bocina)
¡Carabinero, carabinero!
Ladrón: ¡Cállate, longi, si
serás gil! (le pega un puñete en el estómago y sale corriendo. El joven se reclina y agarra el vientre dando
grandes muestras de dolor).
Escena 2
(joven, cliente y dueña)
Joven (ya algo más
compuesto, el joven se queda mirando al cliente, quien sigue en lo suyo
ignorante de lo que pasa “afuera”): ¡Tengo hambre, hambre, hambre! Un hambre
que me doblega como un latigazo; veo todo a través de una niebla azul y al
andar vacilo como un borracho. Sin embargo, no he podido quejarme ni gritar,
pues mi sufrimiento es obscuro y fatigante; no es dolor, sino angustia sorda,
acabamiento; me parecía que estoy aplastado por un gran peso. Iría a comer a
cualquier parte, sin pagar, dispuesto a que me avergonzaran, a que me pegaran,
a que me mandaran preso, a todo; lo importante es comer, comer, comer. No pienso huir; le diré a la dueña: "Señora,
tenía hambre, hambre, hambre, y no tengo con qué pagar... Haga lo que quiera”
(se dedica a pasear de un lado a otro, desesperado y se detiene otra vez
mirando al hombre sentado) ¡Qué diablos leerá con tanta atención! Me dan ganas
de entrar y decirle algo fuerte que le obligue a marcharse, una grosería o una
frase que le indique que no tiene derecho a permanecer una hora sentado, y
leyendo, por un gasto tan reducido.
Cliente
(se
para de su puesto): Gracias por todo.
Estaba muy rico. Llevaré lo de
siempre para mis nietecitos.
Dueña:
Un
gusto como siempre tenerlo por acá y saludos a su señora y a los pequeños (le
entrega una bolsa de papel con algo adentro, lo que de seguro es lo que
acostumbra el hombre a llevar consigo).
Cliente:
Nos
vemos pronto, entonces. Que sea una
jornada estupenda y le llueven los buenos clientes. A ver si para la próxima le traigo a los
chiquillos, para que prueben sus deliciosos dulces caseros.
Dueña:
Acá
estaremos esperándolos.
Cliente (pasa por el lado
del joven): ¡Con permiso y buenos días!
Joven
(se
nota la irritación en su voz): Buenos días.
Escena
3
(joven
y dueña)
(la
dueña ha estado limpiando la mesa del cliente que se fue. El joven entra con aire de preocupación y se
detiene, como dispuesto a devolverse a la calle; luego sigue su camino y se
tropieza con la silla donde estaba sentado el anciano. Al rato se sienta en una de las sillas de la
mesa que estaba desocupada desde antes).
Dueña
(va
a donde el joven y limpia con un paño la mesa que ocupa): Buenos días
¿Qué se va a servir?
Joven
(apenas
se atreve a levantar la mirada para hablarle): Un vaso de leche.
Dueña:
¿Grande?
Joven:
Sí,
grande.
Dueña:
¿Solo?
Joven:
¿Tiene
magdalenas?
Dueña:
No;
galletitas.
Joven:
Bueno,
galletitas (apenas se dirige al mostrador la señora, el joven se restriega las
manos sobre las rodillas y se saborea).
Dueña
(vuelve
y coloca ante el joven un gran vaso de leche y un platillo lleno de galletitas,
dirigiéndose después a su puesto detrás del mostrador para seguir en sus
ocupaciones de antes): ¡Que lo disfrute!
(el
joven mira hacia la mujer asustado, pero esta lo ignora dedicada a sus labores.
Toma el vaso de un impulso y está a punto de beberse todo, cuando se arrepiente
y lo deja sobre la mesa. Luego suspira y
entonces toma una galleta y la moja en la leche. Comienza a saborear bocado a bocado una
galleta y otra, siguiendo el mismo proceso, hasta que se las acaba todas. Por último, se toma de un solo sorbo lo que
le queda de leche. Se queda quieto unos segundos y entonces su cuerpo comienza
a agitarse, hasta que comienza a sollozar con la cabeza afirmada en las manos,
los codos apoyados sobre la mesa).
Dueña
(ha
ido hasta donde el joven, que ahora llora en silencio y detrás de él, le
acaricia la cabeza): Llore, hijo, llore… (le entrega un pañuelo blanco,
que saca de un bolsillo de su delantal o pantalón, para que se limpie el rostro;
entonces se retira hacia detrás del mesón o mostrador y prepara otro vaso con
leche y platito con galletas, para llevárselo al joven, mientras este se
encuentra con la cara tapada por sus dos manos, en el proceso de tranquilizarse. El joven comienza a limpiarse y luego alza el
rostro hacia su mesa, encontrando lo que le han llevado y demostrando una grata
sorpresa; mira a la mujer, quien ahora le da la espalda, como si estuviera
rezando y entonces se dispone a disfrutar de sus alimentos).
Joven
(ya
terminada la segunda ronda de comida, se levanta): Muchas gracias,
señora; adiós…
Dueña:
Adiós,
hijo…
(el
joven sale de la lechería y se detiene ahora “afuera” con los hombros firmes,
mirando hacia el público, con su faz serena y digna durante unos segundos).
FIN