domingo, 24 de julio de 2016

Y ahora el protagonismo se comparte: “La Reina de los Condenados”.


      Luego del impactante final con el que termina la segunda entrega de las genéricamente llamadas Crónicas Vampíricas, Lestat el Vampiro, en el cual despierta de su sueño milenario la “madre” de estas criaturas, Akasha, la autora Anne Rice publicó su continuación directa titulada como La Reina de los Condenados.  Editada por primera vez en 1988, cuenta lo que pasó tras el encuentro entre el protagonista y narrador Lestat, con este antiquísimo ser, ahora vuelto a la vida y las apocalípticas consecuencias que ello tiene no solo para el antihéroe inmortal, sino que para el resto de su raza y para buena parte de la humanidad.
      Si ya en el segundo libro de su saga la propia escritora nos sorprendió volviendo a contar los eventos de su famoso libro Entrevista con el Vampiro, ahora desde otro punto de vista y enriqueciendo como nunca su ficción, en esta ocasión introduce un nuevo elemento que acompleja como nunca su trabajo: pues pasa de la narración en primera persona, a manera de las antiguas confesiones de los relatos clásicos tipo epistolar y memorias del siglo XIX, a una obra con el carácter propio de la  novela río, donde se abordan múltiples percepciones acerca del mismo acontecer, gracias a que ya no se trata de un solo protagonista, sino que de varios enfrentados a un hecho que los aglutina.
      Es así que valiéndose de la misma fantasía que alberga el mundo de esta serie, la narración se detiene en un montón de personajes, entre algunos ya conocidos y otros nuevos, quienes comparten el protagonismo junto a Lestat.  Pues respecto a este último, el seductor vampiro de ascendencia francesa, se convierte ahora más que nunca en el cronista de su especie, ya que gracias a que puede leer las mentes de los demás, se dedica a contar en tercera persona cómo experimenta el resto lo que está ocurriendo con la devastación provocada por Akasha (y de la que él mismo es responsable en parte).
       La llamada Reina de los Condenados, está decidida a cambiar el mundo según la idea que ella tiene de lo mejor para todos, puesto que se trata claramente de una persona de conducta errática y falta de empatía, con unos delirios de grandeza propios de un sociópata o alguien con algún otro trastorno psiquiátrico severo.  Es así que aquella que en el relato de Marius, conocida a través de las páginas de Lestat el Vampiro como una persona noble, en realidad viene a ser la gran villana de esta obra.  Por otro lado,  se ha obsesionado con Lestat, a quien lo seduce de tal manera que lo hace ser testigo y también cómplice de sus atrocidades.  Debe saberse que cuando se narran los viajes de ambos para perpetuar la visión de Akasha de un mundo mejor, corresponde a alguno de los momentos más memorables del libro:

      “La voz de Akasha llegó clara, ineludible, como había ocurrido la noche anterior, como si estuviera dentro de mi cerebro. Seguro que los mortales la oían con el mismo poder irresistible. El mandato en sí mismo era sin palabras; y la esencia estaba más allá de toda discusión; que un nuevo orden iba a empezar, un nuevo mundo en el que los seres ofendidos y los maltratados encontrarían por fin la paz y la justicia. Exhortaba a las mujeres y a los niños a sublevarse y a aniquilar a los hombres de su poblado. De cada cien varones, todos menos uno debían ser aniquilados y de cada cien bebés niños, todos menos uno debían ser sacrificados inmediatamente. Una vez esto se hubiera ejecutado a lo largo y ancho del mundo, vendría la paz en la Tierra, no habría más guerras, habría comida y abundancia.
     Era incapaz de moverme, o de dar voz a mi terror. Horrorizado oía los gritos frenéticos de las mujeres. A mi entorno, las piltrafas de hombres dormidos se levantaban de sus envolturas, sólo para ser lanzados contra las paredes, muriendo de la misma forma que los había visto morir en el templo de Azim.
     La calle era un griterío. En imágenes fugaces y difuminadas veía a la gente corriendo; veía a los hombres precipitarse fuera de sus casas, sólo para caer en el fango. En la distante carretera, los camiones estallaban en llamas, las ruedas chirriaban al perder el control los conductores. Metal chocaba violentamente contra metal. Depósitos de gasolina explotaban; la noche rebosaba de luz magnífica. Corriendo de casa en casa, las mujeres rodeaban a los hombres y los mataban a golpes, con cualquier arma que tuvieran a mano. El poblado de chozas y barracas, ¿había conocido alguna vez tanta vitalidad como ahora en nombre de la muerte?
     Y ella, la Reina de los Cielos, había ascendido y permanecía suspendida en el aire, por encima de los techos de hojalata, una figura pura y delicada resplandeciente, recortada contra las nubes como si estuviera hecha de llamas blancas.”


       Los personajes cuya perspectiva se profundiza en esta novela corresponden a:

       Baby Jenks: Quien fuera convertida en vampiro a una edad cercana a la preadolescencia y que ahora forma parte del grupo de motoristas inmortales La Banda del Colmillo, se encuentra entre los chupasangres “jóvenes” que están de acuerdo con Lestat y van con gusto hacia el concierto que este hará.  Baby Jenks nació humana entre una familia disfuncional, lo que tras su renacimiento le ha permitido escapar de su miseria y aprovechar su nueva vida en un desenfreno de sangre y violencia. Si bien la chica solo aparece en este capítulo, siendo que además ninguno de los otros personajes llega a conocerla (por algo las páginas que versan sobre ella se titulan La breve y feliz vida…), su aparición en la trama sirve entre otras cosas para ejemplificar la revolución que han significado las acciones ¿irresponsables y egoístas? de Lestat, así como el peligro que viene a ser la propia Akasha para sus “hijos”.   Puede ser que para muchos esta pequeña vampira sea alguien detestable (pues más decadente no puede ser), como bien le parece a un servidor, no obstante su humanidad radica en que no deja de representar a tantos jóvenes que como ella deambulan sumidos en su resentimiento.
     Pandora: Con miles de años a cuestas, se le nombró en el volumen anterior, aunque por fin es posible conocerla en profundidad en este otro (si bien más adelante en su propio libro Pandora, de 1998, la Rice se detiene a contar sus orígenes con mayor detalle).  Creada por Marius, de quien fue amante, viene a ser una mujer de belleza impresionante y delicada.  Se une al grupo de los inmortales (mayoritariamente conformado por vampiros de más de doscientos años de antigüedad y muchos de ellos como la propia Pandora de alrededor dos milenios o más a cuestas).  A través de ella nos enteramos de que los seres viejos entre los que se encuentra, han desarrollado el poder de volar; por otro lado, en su capítulo se introduce al nefasto personaje de Azim, un vampiro tan antiquísimo como ella y quien mantiene un sangriento culto, con templo, acólitos y todo, a través del cual se sirve de los crédulos como un verdadero demonio sediento de sangre.
       Daniel: Es nada menos que el periodista que entrevistó a Louis y que luego publicó de manera anónima (dentro de la ficción de esta serie de novelas, claro),  en lo que conocemos como Entrevista con el Vampiro.  Pues por intermedio de este otro libro, nos enteramos de qué pasó con él tras tal hazaña y de la extraña relación que llega a tener nada menos con Armand (el, al menos para mí, desagradable vampiro con aspecto adolescente y que tanta relevancia tuvo en las dos primeras entregas de esta saga), quien originalmente se obsesiona con él y luego llega a ¿enamorarse? A través de este extenso capítulo dedicado a ambos, el lector puede comprender a cabalidad la inestable personalidad de Armand y su necesidad de sentirse parte de la vida de alguien de una manera tan enfermiza.  No obstante Daniel logra llegar hasta los sentimientos del vampiro, como ninguna otra persona lo había hecho.  Por otro lado, esta parte del texto posee algunos de los pasajes más filosóficos de todo su desarrollo, que como es habitual en la narrativa de Anne Rice, podemos hallar en él varias reflexiones preciosas acerca del sentido de la vida.
   
       “—Te diré lo que temo —dijo Armand, con el mismo apasionamiento de un joven estudiante—. Que después de la muerte viene el caos, que es un sueño del cual uno no puede despertar. Imagínate errando medio consciente, intentando en vano recordar quién eres o qué eres. Imagínate luchando eternamente en busca de la claridad perdida de los vivos...
       Esto había asustado a Daniel. Algo de lo que había dicho sonaba como verdadero. ¿No había historias de médiums conversando con presencias incoherentes aunque poderosas? No lo sabía. ¿Cómo demonios podía saberlo? Quizá cuando uno moría no quedaba nada de nada.
Tal cosa aterrorizaba a Armand, y no hacía ningún esfuerzo para ocultar su miseria.
      — ¿Y no crees que me aterroriza a mí? —le había preguntado Daniel, contemplando con la mirada fija a aquella criatura de rostro blanquísimo junto a sí—. ¿Cuántos años tengo?
¿Puedes decirlo simplemente mirándome? Dímelo.
      Cuando Armand lo había despertado en Puerto Príncipe, era de la guerra de lo que quería hablar. ¿Qué pensaba realmente de la guerra el hombre del presente siglo? ¿Sabía Daniel que
Armand era un muchacho cuando aquello había empezado en él? Diecisiete años, y en sus tiempos aquella edad era muy temprana, muy temprana. Los chicos de diecisiete años en el siglo veinte eran monstruos virtuales; tenían barba, tenían pelo en el pecho, y, sin embargo, eran niños aún. En su época, no. Y no obstante, los niños trabajaban como hombres.
      Pero no nos desviemos del tema. La cuestión era que Armand no sabía lo que los hombres sentían. Nunca lo había sabido. Oh, naturalmente, había conocido los placeres de la carne, eso estaba fuera de duda. Nadie de su tiempo pensaba que los niños fuesen inocentes a los placeres sensuales. Pero, de la auténtica agresión él sabía muy poco. Mataba porque era intrínseco a su naturaleza vampírica; y la sangre era irresistible. Pero, ¿por qué los hombres encontraban irresistible la guerra? ¿Era el deseo de chocar con armas violentamente contra la voluntad de otros? ¿Era la necesidad física de destruir?
     En tales ocasiones, Daniel se las componía como podía para responder: para algunos hombres, era la necesidad de afirmar su propia existencia mediante la aniquilación de los demás. Seguramente, Armand sabía esas cosas.
     — ¿Saber? ¿Saber? ¿Y qué importa saber si uno no comprende? —había preguntado Armand, con una brusquedad poco frecuente en él a causa de su agitación—. ¿Si uno no puede distinguir una percepción de otra? ¿No te das cuenta? Eso es lo que no sé hacer.”

        Khayman: Sin duda uno de los mejores personajes del libro, en parte debido al hálito exótico y trágico que se le otorga en esta obra.  Pues Khayman es nada menos que el más antiguo de todos los vampiros, junto a otras dos a las que más adelante me referiré, luego de los ya conocidos Akasha y Enkil, de los que para su desgracia está incluso mucho más relacionado con ambos que el propio Marius (quien hasta antes del resurgimiento de la “Madre”, fue por siglo su respetuoso custodio).  Su papel es uno de los relevantes para conseguir la victoria sobre quien está amenazando a todo el planeta.
        
      Jessie: Humana que se hace miembro de la importante organización de investigadores de lo paranormal conocida como La Talamasca (una de las genialidades que la escritora introduce a su ficción a partir de esta novela) y quien comienza a ir detrás de la pista de Lestat y los demás vampiros, con consecuencias inesperadas.  Por otro lado, esta dama pertenece a la llamada Gran Familia, toda una rama de consanguíneos que abarca miles de años entre descendientes y que se ha propagado en todos los continentes; tal idea de la Gran Familia, ayuda además a retomar desde un punto de vista más humano y realista los temas de la trascendencia  y el sentido de pertenencia, tan caros al primer libro de las Crónicas Vampíricas.  Debe saberse además que Jessie como la mayoría del resto de La Talamasca, posee ciertos poderes que le permiten contactar al mundo sobrenatural.
      Marius: El milenario y culto inmortal, quien fuera el maestro de Armand (a quien “creó”) y Lestat, acá primero se ve superado por su reina, quien lo traiciona; luego como muchos de los suyos, se ve formando parte de una comunidad, a la que nunca había llegado a formar parte tras tanto tiempo sobre la Tierra.

      Si en El Vampiro Lestat se nos reveló el increíble origen de los bebedores de sangre, en esta ocasión nos enteramos de que tal relato no era completamente verídico, puesto que la génesis de estas criaturas era mucho más compleja y bien estaba marcada por la desgracia de unos cuantos (lo que para nada eran los supuestos bondadosos reyes de Egipto Akasha y Enkil).  Es entonces que aparece la llamada Leyenda de las Gemelas, la que aparece como otro “relato enmarcado”, que se extiende por buena parte de esta novela, siendo sin dudas uno de los puntos más álgidos de la narración; aquí aparecen los potentes personajes de las hermanas pelirrojas y hechiceras “blancas” Maharet y Mekare, quienes tienen que ver con la aparición de los vampiros y el resultado final de la confrontación entre quienes se oponen a Akasha y sus designios.  La descripción de todo lo concerniente a esta época pretérita, resulta tan bien lograda, lo mismo en lo concerniente a las acciones y sentires de sus personajes, que resulta difícil no considerar este volumen como el mejor de la trilogía original de la colección.
      En la novela de una manera muy particular, vuelve a aparecer la recordada niña vampiro Claudia, a quien ahora llegamos a conocer de una manera bastante íntima y emotiva:

      “«Éste es el regalo de cumpleaños de Louis. Que haga con él lo que quiera, me dice. Quizá me gustaría copiar en él aquellos poemas ocasionales que cautivan mi imaginación y leérselos de vez en cuando.
     No acabo de comprender qué quieren decir con mi cumpleaños. ¿Nací al mundo un 21 de setiembre o en este día fue cuando abandoné todo lo humano para convertirme en lo que soy?
     Mis distinguidos padres son reacios siempre a iluminarme en tales simples materias. Uno pensaría que es de mal gusto tratar esos temas. Louis parece desconcertado, luego miserable, y después vuelve a su periódico de la tarde. Y Lestat sonríe y toca un poco de Mozart para mí; después, con un encogimiento de hombros, contesta:
     — Fue el día en que naciste para nosotros.
     Por supuesto, me ha regalado una muñeca, como de costumbre, una doble de mí, que siempre viste un duplicado de mi vestido más reciente. Quiere que sepa que envía a buscar esas muñecas a Francia. ¿Y qué debo hacer con ella? ¿Jugar como si fuera de veras una niña?
     — ¿Hay alguna insinuación en esto, queridísimo padre? —le he preguntado esta noche. ¿Qué debo ser una muñeca para siempre? —A lo largo de los años me ha regalado treinta muñecas iguales, si no me falla la memoria. Y la memoria nunca me falla. Cada muñeca ha sido idéntica a la anterior. Si las guardase, abarrotarían mi habitación hasta sacarme de ella. Pero no las guardo. Las quemo, más tarde o más temprano. Hago añicos sus caras de porcelana con el atizador. Contemplo cómo el fuego quema su pelo. No puedo decir que me guste hacer eso. Después de todo, las muñecas son bonitas. Y se parecen realmente a mí. Sí, se ha convertido en el gesto adecuado. La muñeca lo espera. Y yo también.”

      Un detalle quizás pueda parecer apresurado por parte de la autora, lo que a cierta vista pudo haber sido mejor: el desarrollo final que se le da a la superación del conflicto presente en esta obra; en otras palabras, el clímax sucede demasiado rápido y más de un lector podría haber quedado con gusto a poco, confundido o decepcionado ante el proceso con el que se soluciona todo.  No obstante pese a todo no deja de sorprender y aun así viene a ser creativa (y simbólico) la manera de cómo se deshacen de la nefasta Akasha.
      Tras acabada la tormenta, viene un extenso epílogo, que primero toma un cariz bastante
nostálgico, ya que el mismo Lestat luego de su tiempo junto a la Reina de los Condenados, por supuesto que queda marcado; no obstante una personalidad voluntariosa como la suya, la de alguien que por un lado viene a ser un tipo sobresaliente y por otra un sujeto sui generis (muchas veces difícil de sobrellevar, pero que a nadie puede dejar indiferente), demuestra hacia el final de las páginas que aquello que no te mata te hace más fuerte.
       Uno de los tantos temas presentes en este texto, viene a ser el de la justicia, en cuanto a lo que significa ello para cada uno.  Pues tal como detallado en el desarrollo de este episodio de la serie, la justicia es algo que puede variar, según si sirve a la visión particular de un sujeto y que no tiene por qué ser la concepción más exacta de lo que es correcto (en este caso la propia Akasha); como también puede estar relacionada con el bien de la mayoría (o sea, acá quienes se oponen a los designios de la Madre).  Es entonces que entramos en el terreno donde se pone en tela de juicio el valor de la vida (la humana y por lo mismo la de los vampiros), puesto que Akasha desea reorganizar el mundo según lo que a sus ciegos ojos es necesario para lograr su objetivo, de modo que si es necesario sacrificar gente no importa; en cambio quienes se sirven de los seres humanos para sobrevivir, nos dejan una enseñanza al otorgarle su verdadero valor a la vida mortal.

     “—Oh, no, no —dijo inflexible—. Hombres y mujeres son animales en proceso de aprendizaje. Si no te das cuenta de lo que han aprendido, es que estás ciega. Son seres siempre cambiantes, que siempre mejoran, que siempre engrandecen su visión y las capacidades de sus corazones. No dices toda la verdad cuando hablas del siglo más sangriento; no ves la luz que brilla con más intensidad, por contraste con la oscuridad; ¡no ves la evolución del alma humana!
      Marius se levantó de su sitio en la mesa y, por la izquierda, dio la vuelta hacia donde se encontraba ella. Se sentó en la silla que quedaba libre entre ella y Gabrielle. Extendió la mano y levantó la de Akasha.
      Me dio miedo mirarlo. Temí que ella no le permitiría tocarla; pero pareció que aquel gesto le agradaba; sólo sonrió.
      —Es cierto lo que dices acerca de la guerra —prosiguió en tono de súplica, y luchando por mantener su dignidad al mismo tiempo—. Sí, y los gritos de los moribundos, yo también los he oído; todos los hemos oído, en todas las décadas; incluso ahora, las noticias diarias de conflicto armado azotan al mundo. Pero el clamor de protesta contra estos horrores es la luz de la que estoy hablando; hablo de actitudes que nunca fueron posibles en el pasado. Es la intolerancia de los hombres y mujeres pensantes en el poder que, por primera vez en la historia de la raza humana, quieren verdaderamente poner fin a la injusticia en todas sus formas.
      —Hablas de actitudes intelectuales de unos pocos.
      —No —repuso—. Hablo de la filosofía del cambio; hablo del idealismo del cual nacerán auténticas realidades. Akasha, por muchos defectos que tengan, han de tener tiempo para perfeccionar sus propios sueños, ¿no te das cuenta?
      — ¡Sí! —Fue Louis quien intervino.
      Mi corazón se hundió. ¡Tan vulnerable! ¿Dirigiría ella su odio hacia él? Pero con sus maneras pausadas y refinadas, prosiguió:
      —Es su mundo, no el nuestro —dijo con humildad—. Seguramente lo perdimos cuando perdimos nuestra mortalidad. No tenemos derecho a interrumpir su lucha. ¡No podemos robarles las victorias que les han costado tanto! En los últimos siglos, sus progresos han sido milagrosos; han rectificado errores que la humanidad creía inevitables; por primera vez han desarrollado el concepto de la verdadera familia humana.”

      La Reina de los Condenados ha tenido dos adaptaciones oficiales, la primera de ellas con un cómic editado entre 1992 y 1993 por la desaparecida editorial Innovation, la misma que se encargó de la preciosa versión a este arte de los libros anteriores de la saga.  Escrita por O. J. Cariello y dibujada por Daerick Gross, en un principio iba a tener doce números, tal y como pasó con las novelas gráficas que le precedieron, no obstante al final el último no salió a la venta.  Con posterioridad salió un compilado con estos tres cómics, más unos cuantos agregados, bajo el nombre genérico de The Vampire Companion; sin embargo no he podido averiguar si en esta recopilación se agregó el tomo que faltaba (de igual modo ignoro si está en español o al menos si alguna alma generosa “no profesional”, la ha traducido para el gusto de los interesados).  A su vez queda en misterio si otras compañías han vuelto a editar tal joyita.
     En el año 2002 apareció la esperada cinta sobre este libro, la cual en realidad tomó elementos de El Vampiro Lestat y La Reina de los Condenados de una manera demasiado libre y que para nada le gustó a los seguidores de la Rice (así como a la misma escritora); de hecho, las malas críticas que recibió, porque además su montaje final no fue muy inteligente que digamos, sintetizando tremenda historia y un montón de eventos a solo dos horas, fueron lo suficientemente nefastas como para que la posibilidad de nuevas adaptaciones sobre esta saga y otras de su autora, hasta el momento fuesen nulas.  Asimismo fueron incapaces de darle un desarrollo integral a los personajes, habiendo algunos que apenas tuvieron diálogos o resultan unidimensionales, por no decir caricaturescos (tal como sucedió con Marius, que de un personaje masculino y educado, lo convirtieron en el típico afeminado estereotipado).  Además eliminaron a varios de los protagonistas, cambiando por completo las relaciones entre un protagonista y otro (¡Lestat y Jesse en una relación “amorosa”!), todo de la manera más “insultante” para el que esperaba algo tan exquisito como el filme realizado por Neil Jordan en 1994.
       Terminando con esta poco memorable película, es una lástima los pésimos resultados que tuvo, porque la producción en sí no era mala y su director, Michael Rymer, antes y después de este olvidable trabajo suyo ha demostrado tener talento; a su vez malos actores no tenía (puesto que ante su más bajo presupuesto, obvio que no iban a estar Cruise y compañía de regreso) y su música, entre canciones y banda incidental, estaba bastante bien hecha.  Como anécdota, cabe mencionarse que la preciosa actriz y cantante afroamericana Aaliyah, quien acá interpretó a nada menos que Akasha, no pudo ver terminado el filme, pues murió en un accidente aéreo con tan solo veintidós años de edad tiempo antes de su estreno.

El afiche de la poco querida adaptación fílmica promete más de lo que pudo dar.

6 comentarios:

  1. Por mucho que me gusten los vampiros, este libro se me antoja demasiado largo y complicado. ¡Muchos personajes y todos teniendo su propio punto de vista de cada hecho! No se, hacer una novela río con estos vampiros quizás es demasiado. Ojo, no creo que sea un mal libro, simplemente no es algo que yo elegiría para leer.
    Respecto a las adaptaciones, si tú mismo dices que es difícil plasmar a todos los protagonistas o acontecimientos en 2 horas, quizás sería mejor que futuras adaptaciones sean en formato de serie. Después de todo, Tru Blood tuvo bastante éxito a pesar de los fallos que tuvo en las últimas temporadas. Yo mismo llegué a verla hasta la 4ta, pero allí la paré, pues se me comenzó a hacer demasiado enrollada. Es posible que la mejor forma de realizar una adaptación de esta novela o de las Crónicas Vampíricas, sea en formato de serie para TV.

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    1. Pues es lo mismo que pasa con los libros de GOT, que tanto te gustan (si bien no recuerdo si los has leído), de modo que no importa tanto personaje: la emoción es mayor al leerlo.
      Respecto a series o miniseries basadas en estas obras...¡Hace rato que he fantaseado al respecto!

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  2. Seria genial una miniserie de esta saga, pero no creo que la hagan porque aqui no brillan los vampiros al sol

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    1. Uf, me encantaría, aunque lejos mejor una serie como bien pasó con "True Blood" y "The Vampires Diares".

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  3. La película me gustó mucho. Una mala adaptación, pero una buena película. La secuencia del concierto es mi favorita.

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    1. Me compré la peli en DVD original hace años y muy feliz; la vi con mucho gusto. Años después la volví a ver luego de releerme el libro y esta vez la encontré una soberana mierda.

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