miércoles, 31 de diciembre de 2014

¡La Guerra de Panem (cinematográfica) ha comenzado!


     Durante el mes de noviembre del año que acaba de terminar, se estrenó mundialmente la primera película de las dos en total, que adaptan la novela Sinsajo de Suzanne Collins.  El último tomo de la trilogía de Los Juegos del Hambre fue dividido para, supuestamente, contar mejor su historia, esto es ser lo más fiel posible a los acontecimientos narrados en el libro y sin caer en la omisión de sus detalles más relevantes (no obstante queda bien claro que este tipo de decisiones, atiende más bien a razones comerciales que a pretensiones estéticas, o sea, pretende sacar más dinero del público).  En todo caso esta cinta inicial del mencionado díptico, se ha convertido a poco tiempo de su debut, en un éxito de público y crítica.   Lo anterior se debe a un guión sólido, incluyendo un trabajo más que eficiente de su director, Francis Lawrence, quien tomó la saga cinematográfica en sus manos a partir de la cinta anterior (Los Juegos del Hambre: En Llamas).   Pero lejos uno de los puntos más fuertes de esta cinta, así como del resto de las películas que componen la tetralogía aún no acabada, resulta ser el trabajo de su actriz principal, la joven Jennifer Lawrence (supuestamente salvo su apellido y trabajar en el séptimo arte, no hay parentesco familiar entre director y actriz), quien una vez más logra personificar a la carismática Katniss Everdeen no solo convincentemente, sino que con una humanidad que sobrecoge (es así como a lo largo de las tres películas que ha filmado sobre estas novelas, en más de una ocasión ha logrado emocionar a su audiencia hasta las lágrimas).
     Cuando se trata de realizar una producción hollywoodense, sobre un libro o una saga literaria tan popular como la que inspira esta serie de cintas, por lo general existe la preocupación por parte de sus responsables de hacer más solvente su “producto”, reclutando entre sus filas a actores de renombre y otorgándole con ello un atractivo adicional con el cual conseguir mayores divisas.  De este modo ya desde el primer largometraje, la versión fílmica de Los Juegos del Hambre ha contado con la labor de artistas de la talla de Donald Sutherland, Woody Harrelson, Stanley Tucci y de Phillip Seymour Hoffman...Pues bien, para las dos últimas partes del ciclo, incorporaron a su prestigioso casting a la también veterana y laureada Julianne Moore, en otro papel destacado de entre la gran gama de personajes que intervienen en esta historia.  Lo hecho por la camaleónica actriz hasta el momento en Sinsajo parte 1, no ha decepcionado a sus seguidores y para quienes hayan leído esta última novela además, hace desear como nunca verla interpretando el increíble destino de la presidenta Coin.
    Siguiendo con lo de los actores famosos que intervienen en estos largometrajes, cuando se supo del deceso de Phillip Seymour Hoffman, mucha gente lo lamentó y más todavía por quienes habían gozado de su papel en la saga ¿Qué pasaría entonces con su personaje en las películas finales? Un rol tan importante como el suyo, no podía ser eliminado del argumento y ante el hecho de que otro histrión lo tomara, resultaba igual “intrigante” el cambio de cara para dicho personaje (si bien la mismísima Julianne Moore reemplazó a Jodie Foster, cuando esta se negó a filmar Hannibal, la continuación de El Silencio de los Inocentes en los noventa y lo hizo bastante bien).  Al final lo que hicieron con lo filmado por Hoffman, fue aprovechar al máximo su metraje y en  un determinado momento ocuparon los ya sofisticados efectos digitales como para simular la presencia del fallecido actor (ahora bien, cabe saber en qué momento es el actor real quien aparece en escena y cuándo ya es otro sobre el cual se “implantó” el rostro del fenecido). 
    Como bien sucedió con las dos cintas anteriores de la saga, se respetaron en esta ocasión bastante los hechos principales y varias de sus líneas argumentales…No obstante se puede considerar como todo un aporte al guión adaptado, el uso de otro personaje tan querido dentro de Los Juegos del Hambre, como bien lo viene a ser Effie Trinket y quien en el caso del libro apenas sale hacia su final; de este modo se potenció su papel, dándole muchas más escenas y diálogos, incluso convirtiéndola en alguien con un carácter mucho más aceptable para las masas, que el de su versión original.  Volviendo al tema del carácter de fiel adaptación del texto literario, por parte de esta película, en ella es posible apreciar con gran dramatismo muchos de sus momentos más emblemáticos y retratados con una crudeza inesperada, en una cinta que en una primera instancia puede ser considerada como una obra “juvenil”.  Pues bien, en Sinsajo parte 1 no deja de verse el mensaje antibélico del libro que la inspira, por lo que cuando se trata de reflejar la crudeza de la guerra, no hubo reparos para convertir a imagen, por ejemplo, la devastación del Distrito 12 con sus miles de cadáveres y el hospital que llega a visitar la heroína, para lograr concientizarse aún más sobre la importancia de su liderazgo en la rebelión contra el gobierno.  Respecto a esto, es que se puede afirmar que la película para nada viene a ser una ligera obra dirigida a un público gustoso de tramas livianas, si no que asume la tradición de las obras de ciencia ficción comprometidas con el discurso de crítica social.
    ¿Y de qué trata el argumento de la cinta en sí? Pues es la continuación directa de Los Juegos del Hambre: En Llamas y donde se efectúa una rebelión en el país de Panem, el cual por 75 años estuvo sumido en una dictadura y/o totalitarismo.  Es así como diferentes grupos a lo largo de sus 13 distritos, inspirados por las acciones de la joven Katniss Everdeen (conocida como Sinsajo, un ave mutante que simboliza la libertad y la esperanza para su gente) en los llamados Juegos del Hambre, realizan su alzamiento contra el presidente Snow y sus esbirros, para acabar con el control del Capitolio al resto del país.  De este modo en esta película es posible ver el comienzo de la lucha armada entre los dos bandos y donde Katniss junto a los suyos interviene directamente; amparados además por el militarizado Distrito 13, que se suponía estaba arrasado tras su primera rebelión, pero que en realidad estuvo durante décadas preparándose para la revancha. Asimismo importante viene a ser dentro de este largometraje, los intentos para rescatar a Peeta Mellark de las garras del enemigo, quien junto a otros veteranos de los Juegos del Hambre, se haya en calidad de prisionero.
    Tras pasar una serie de entuertos, los protagonistas se encuentran a las puertas de la invasión por parte de las fuerzas rebeldes, a la sede del poder del tirano Snow en el Capitolio; es cuando la escena final de esta obra deja a muchos con un sabor amargo (en lo que concierne a quienes no han leído el libro), pues quien otrora fuese el dulce Peeta,  es mostrado en toda su locura asesina, tras haber sufrido el lavado de cerebro por parte del dictador durante su cautiverio.  La escena en sí adelanta el carácter apocalíptico que debiera tener Sinsajo parte 2 y donde una parte primordial de su guión, debe tratar acerca de la lucha por despertar en Peeta al buen muchacho que fue en su momento.  Mientras tanto cabe armarse de paciencia, para poder ver por fin la tan ansiada conclusión, repitiéndose entre medio una y otra vez este tercer filme y sus predecesores. 

La protagonista en uno de los momentos más emotivos del filme,

sábado, 27 de diciembre de 2014

Mapas en un Espejo 4: Milagros Crueles. Cuentos sobre la Muerte, la Esperanza y lo Sagrado.



    Tras leer unas cuantas obras de Orson Scott Card, su lector habitual puede reconocer sin lugar a dudas el importante papel que le otorga en su narrativa a la religión.  Como mormón practicante ha dejado en las miles y miles de páginas que ha escrito, huella de su fe, si bien a su vez les ha otorgado un lugar preponderante a otras religiones del “mundo real”, a las que siempre ha tratado con respeto e incluso afecto.  Es así como el presente tomo de Mapas en un Espejo tiene en consideración algunas de sus narraciones breves, cuya inspiración principal es la religión misma y bien pretende representar en tales obras cómo las personas le otorgamos un sitial importante en nuestras vidas.  No obstante los escritos de Card que atienden a ello, no desean ser un muestrario de los dogmas mormones o de otras religiones (menos su intención es la de hacer proselitismo), sino que usan el tema de la fe como un recurso que permite ahondar una vez más en nuestra propia humanidad; de este modo los distintos temas ligados a la teología, abordan diferentes aspectos de la naturaleza humana.
    ¿Y por qué razón el título genérico de Milagros Crueles? Pues tal como lo demuestran varios de los relatos que componen el tomo, la fe puede originar no solo belleza, sino que por igual puede motivar lo peor del corazón de los hombres y mujeres; como bien quedará demostrado a lo largo de este libro.

1- Dioses Mortales: Un cuento de ciencia ficción que trata sobre la relación de la humanidad con inteligencias extraterrestres y que se vienen a vivir a nuestro planeta.  Los alienígenas comparten sus avances con los humanos, si bien su mayor contribución para quienes les dan asilo resulta ser más sutil; pues a lo largo del orbe han edificado construcciones que siguen la misma estructura de iglesias y centros de adoración, de cada una de las religiones existentes en la Tierra. Estos lugares son visitados por hombres y mujeres.  Un anciano, quien ha perdido la esperanza de la vida, entra a uno de estos sitios no con las mejores intenciones y es entonces que se entera acerca del verdadero propósito de los viajeros para quedarse en el planeta.
    Una preciosa historia acerca de lo que nos hace ser personas, es decir, sobre la naturaleza de nuestra humanidad y donde justamente la presencia de los extraterrestres permite considerar todos estos aspectos que nos definen.  Asimismo este es un cuento sobre lo mejor de nosotros mismos, entre ello nuestra capacidad para crear,  lo que se refiere específicamente al arte mismo y al talento para plasmar la belleza.
     Teniendo en cuenta el título del cuento, que queda más que explicado a lo largo de su desarrollo, más que del papel que cumple cualquier teología dada  y con la creencia en la existencia de una divinidad, este narración trata sobre otra cosa: la trascendencia.  No obstante lo que concierne a la posibilidad de superar los límites de la mortalidad, se presenta acá desde otra arista y ello bien se refiere a la ya mencionada habilidad para crear; de este modo nuestro legado lo dejamos en la medida que nos sobreviven nuestras buena acciones.

     “No se invitaba a ninguna congregación, aunque las personas que acudían eran bien acogidas por los alienígenas presentes, quienes entablaban una encantadora charla totalmente relacionada con los intereses de esa persona. Los granjeros hablaban de granjas, los ingenieros de ingeniería, las amas de casa de problemas maternales, los soñadores de sueños, los viajeros de viajes, los astrónomos de los astros. Los que iban a hablar se sentían bien al salir. Sentían que alguien daba importancia a sus vidas: esas criaturas habían recorrido billones de kilómetros de increíble aburrimiento (¡quinientos años en el espacio, según decían!) tan sólo para verlos a ellos”.

2- Gracia Salvadora: Un niño pequeño de gran fe religiosa se provoca una severa lesión física, solo para poder ser testimonio de los supuestos milagros realizados por un predicador televisivo.  Cuando logra llegar hasta el hombre en quien cree, en contra de sus esperanzas se da cuenta de que el milagro se ha realizado, aunque en una dirección por completo diferente e inesperada.  La experiencia lo marca para el resto de su vida.
    Otro estremecedor cuento de Orson Scott Card y donde en esta ocasión el título que engloba a todos los textos de este tomo, no puede calzar mejor; no obstante si bien en este caso el portento del cual es protagonista el personaje principal, pareciera esconder cierta ironía, a la larga se transforma en un medio para su propio crecimiento espiritual y, luego, en el medio para obtener la verdadera felicidad.   De este modo esta obra de lo que trata es acerca del poder de la fe misma y de cómo ella le otorga sentido a nuestras vidas.  Con respecto a esto último, es abordado todo esto desde la posición de varios personajes, contrastándolos y oponiendo este sentimiento en su más pura expresión, con la hipocresía de quienes “adoran a falsos ídolos” (entiéndase con esto, tomando en cuenta la trama del relato, a aquellos que más aman el poder y el materialismo, que a su propio prójimo). 
    Siendo Card un hombre piadoso, posee como mormón sus propias orientaciones sobre cómo sobrellevar sus creencias, lo que ha demostrado a lo largo de varias de sus obras…Pues bien, en esta historia aprovecha de denunciar el “mercado de la fe” que abunda en su país, en la figura de los predicadores televisivos; todos ellos personajes nefastos que hacen de la credulidad de los humildes un medio para hacerse ricos.  Así es como el cuento se transforma además en una crítica a este (otro) aspecto negativo de su nación.

     “Billy asintió al reconocer a la ayudante de Bucky Fay, que siempre decía «Oh, dulce Jesús, eres todo bondad» cuando la gente se curaba, y lo decía de un modo que te hacía cosquillear la espalda. Usaba mucho maquillaje, y Billy notó que el maquillaje le disimulaba un bigote. Se preguntó si sería un hombre mientras ella lo llevaba hacia el frente. ¿Pero por qué un hombre usaría vestido? Se preguntaba eso cuando ella lo puso en su sitio, junto con las otras personas que aguardaban en sillas de ruedas.
    Un hombre se arrodilló frente a él. Billy se dispuso a rezar, pero el hombre hablaba normalmente, así que Billy abrió los ojos.
    —Esto saldrá en televisión —dijo el hombre—, y en televisión tienes que andarte con cuidado, hijo. No digas nada a menos que Bucky te haga una pregunta directa, y entonces responde deprisa. Digamos que te pregunta cómo fuiste a parar a una silla de ruedas, ¿qué le dirás?
     —Diré… diré…
     —No te intimides, o quedará muy mal. Es televisión, recuerda. Ahora dime cómo llegaste a esta silla de ruedas.
     —Para ser curado por el poder de Jesús.
     El hombre lo miró un instante.
     —Claro. Supongo que lo harás bien. Y cuando haya concluido y estés curado, yo estaré aquí, cogiéndote el brazo. Pero no des gracias al Señor de inmediato. Espera a que te estruje el brazo, y entonces lo dices. ¿De acuerdo?
     —De acuerdo.
     —Para la televisión, ¿entiendes?
     —Entiendo”.

3- Ojo por Ojo: En lo que va del tomo, que comenzó con dos historias bastante emotivas y recomendables,  este cuento que bien podría considerarse como una novela corta debido a su extensión, le otorga una nueva dimensión a su temática religiosa.  Esto, porque la obra se encuentra llena de acción, aventuras, intriga y hasta violencia, elementos que no se esperaban en el apartado de esta antología dedicado a las narraciones más “espirituales” de Orson Scott Card.  Y es que para ser sinceros, este entretenidísimo texto más bien lo que hace, es extrapolar una serie de elementos propios del Antiguo Testamento (dentro de lo que se encuentra la cita bíblica que le da su título), en vez de abordar de forma directa o indirecta el tema de la fe desde el punto de vista teológico; no obstante sí se puede decir que en cierta manera su trama se afirma en la idea del fanatismo, a partir de los llamados fundamentalismos  religiosos, para promover ideas enfermizas con las cuales crear grupos sectarios y hasta terroristas (de este modo el relato viene a ser una metáfora en tono de la ciencia ficción más fantaseosa, de las llamadas “guerras santas” y de las prácticas violentas de ciertos grupos extremistas).

    “—El Señor te ha escogido como servidor, Mick, tal como nos ha escogido a nosotros. El resto del mundo no lo entiende. Pero el abuelo Jake lo comprendió hace mucho, en mil ochocientos veinte. Notó que todas las personas a quienes odiaba morían sin que él moviera un dedo. Y por un tiempo pensó que era como una de esas antiguas brujas que con sus maldiciones logran que la gente se marchite y se muera por el poder del diablo. Pero era un hombre temeroso de Dios y no mantenía tratos con Satanás. Vivía en tiempos difíciles, cuando muchos hombres mataban en una pelea, pero el abuelo Jake nunca mató. Nunca usó los puños. Era un hombre de paz y contuvo su furia, como el Señor ordena en el Nuevo Testamento. ¡Así que no era un siervo de Satanás!
     La potente voz de papá Lem resonó en ese villorrio, y advertí que había un grupo de gente alrededor. Ahora no había niños, sólo adultos, quizá para oír a Lem, pero sin duda para verme a mí. Porque era como decía esa muchacha de Roanoke, no había ninguno que chisporroteara tanto como yo. No sabía si ellos podían verlo, pero yo sí. Comparados con la gente normal eran bastante polvorientos, pero comparados conmigo, o incluso con mamá y papá, eran bastante opacos.
     —Estudió las escrituras para averiguar por qué sus enemigos sufrían tumores, hemorragias, toses y podredumbre, y tropezó con ese versículo del Génesis donde el señor dice a Abraham: «Bendeciré a quienes te bendigan, y maldeciré a quienes te maldigan». Y supo en su corazón que el Señor lo había escogido, tal como había escogido a Abraham. Y cuando Isaac dio la bendición de Dios a Jacob, dijo: «Que la gente te sirva, y que las naciones se inclinen ante ti: maldito sea quien te maldiga, y bendito sea quien te bendiga». Las promesas hechas a los patriarcas se cumplieron nuevamente en el abuelo Jake, pues quien lo maldecía era maldecido por Dios.
     Al citar esas palabras de la Biblia, papá Lem hablaba con la voz del mismísimo Dios, os lo aseguro. Me sentí exaltado al saber que era Dios quien había otorgado semejante poder a mi familia. A toda la familia, tal como decía papá Lem, pues el Señor prometió a Abraham que sus hijos se multiplicarían como astros en el cielo, lo cual significaba mucho más de lo que suponía Abraham, quien no tenía telescopio. Y ahora esa promesa se aplicaba al abuelo Jake, como aquella de que «en ti serán bendecidas todas las familias de la Tierra». Así que el abuelo Jake se puso a estudiar el libro del Génesis para cumplir esas promesas igual que los patriarcas. Vio que se tomaban muchas molestias para casarse con su parentela. Ustedes saben que Abraham se casó con Sara, hija de su hermano, y que Isaac se casó con su prima Rebeca, y que Jacob se casó con sus primas Lea y Raquel. Así que el abuelo Jake abandonó a su primera esposa porque la consideró indigna, tal vez porque no irradiaba muchas chispas, y se prendó de la hija de su hermano, y cuando el hermano amenazó con matarlo si la tocaba, el abuelo Jake huyó con ella y su hermano murió de una maldición, tal como le sucedió al padre de Sara en la Biblia. El abuelo Jake sabía hacer las cosas. Y se aseguró de que todos sus hijos se casaran con sus primas carnales, y así todos tuvieron el doble de chispa, como cuando se aparean perdigueros con perdigueros sin mezclarlos, para mantener pura la raza”.

    Narrado en primera persona por su protagonista, quien aquí realiza una confesión a un grupo de personas de los que solo hacia su desenlace se descubre su identidad, trata acerca de una familia que por siglos vive apartada del resto de la comunidad estadounidense y que posee el don para matar usando la energía de sus cuerpos.  El personaje principal es un muchacho de diecisiete años, quien descubre la verdadera naturaleza de su mala suerte (pues a lo largo de su breve existencia, ha sido testigo de cómo ha sido el causante, sin proponérselo, de la muerte por cáncer de un montón de gente, incluso de sus seres queridos).  Es entonces que realiza un viaje de escape, una vez que se entera de que es perseguido por quienes desean hacer uso de su habilidad y en medio de su periplo llega a conocer a sus verdaderos padres, quienes estaban por completo involucrados en todo lo que le había pasado hasta entonces.  Cuando se entera de que además existen dos bandos entre quienes poseen estas capacidades, lo que ha dado pie a una especie de guerra clandestina, se ve obligado a tomar partido por una de sus facciones.
    La naturaleza de los personajes recuerda sin duda a la idea de los mutantes, estereotipo desarrollado en el género desde sus comienzos y a partir de las primeras décadas del siglo pasado, con obras como Slan de A. E. van Vogt; concepto que luego tendría su cenit con el desarrollo de los cómics tipo X-Men y todas sus variantes.
   Cabe destacar que el pueblo al que llega el protagonista y donde entra en contacto con sus raíces, se haya en medio de las montañas; además su gente practica la endogamia, es decir, se casan entre familiares…Es respecto a todo esto que el autor hace uso de una leyenda urbana muy popular entre los norteamericanos, la cual atiende a la creencia de poblados aislados de personas con estas características, a los que además se les adjudica la costumbre del canibalismo.  Todo esto ha inspirado una serie de obras de ficción como esta, si bien en este caso Card ha prescindido de la antropofagia, aunque sí manteniendo el gusto por la violencia de sus habitantes (entre otros aspectos).
    Este cuento le valió al escritor al menos dos importantes premios especializados y llama la atención que como ya lo ha hecho antes, no haya aprovechado sus virtudes convirtiéndolo en una novela (y hasta en el comienzo de una saga).  A ver si más adelante se anima a ello.

4- El Cuento de Santa Amy: Otro relato de ciencia ficción con un potente trasfondo religioso, en este caso donde la existencia de la teología judeocristiana se ve como un pilar fundamental para sostener el nacimiento y desarrollo de una sociedad y de su cultura.  No obstante como se trata de una obra propia de la también llamada literatura anticipativa, el dogma religioso se muestra teñido por unos que otros cambios en su doctrina, más por el hecho de tratarse de un relato con ciertas características postapocalípticas; por ende, el mundo ha cambiado lo suficiente como para que las creencias hayan evolucionado, aun cuando se encuentren basadas en los textos bíblicos.  Además como ya es habitual en otros títulos de su autor, el ecumenismo se encuentra presente en la configuración de esta nueva comunidad, ya que los responsables de su origen resultan provenir de distintos credos judeocristianos (y como ya se ha visto en otras narraciones de Card, dispuestos a trabajar juntos por el bien común).
    Con dos niveles narrativos, los que corresponden a los dos enfoques desde los cuales se cuenta esta historia, con un narrador testigo y con otro omnisciente, trata acerca del fin del mundo tal y como lo conocemos y del surgimiento desde sus cenizas de uno nuevo.  Lo más interesante resulta ser que los mismos protagonistas de este cuento, resultan ser los responsables de que el viejo sistema haya desaparecido, ya que tienen en su poder una máquina capaz de deshacerse de cualquier tecnología; asimismo luego se convierten en los líderes de la renovada humanidad.  El típico miedo y desprecio a la tecnificación (por lo cual supuestamente se originó la guerra, que los llevó a tomar la decisión de acabar con el antiguo orden de las cosas), motiva a los sobrevivientes a optar por un estilo de vida más ecológico y sin utilizar máquinas sofisticadas.  En cierto sentido estos precursores de la nueva sociedad, podrían considerarse como extremistas religiosos, ya que para promover sus ideas llegan a destruir sin tapujos todo lo que les parece “diabólico”, o sea, todo aquello relacionado con los avances tecnológicos (modo de ver la realidad propio de estos grupos fundamentalistas).  Sin embargo el autor no los demoniza en su trabajo, si no que elabora todo como un ejemplo de autosacrificio, para encontrar la supuesta verdadera felicidad y la supervivencia de la especie.

     “Dios ha destruido el mundo antes. Una vez con un diluvio, cuando Noé afrontó la tormenta en el Arca. Y una vez la torre del orgullo del mundo fue destruida en la confusión de lenguas. Las otras veces, si las hubo, han sido olvidadas.
     Es probable que el mundo sea destruido de nuevo, si no nos arrepentimos. Y no penséis que podéis esconderos de los ángeles. Comienzan como personas normales, y nunca se sabe quiénes son. De pronto Dios les confiere el poder de destruir, y destruyen. De pronto, cuando termina la destrucción, el ángel las abandona y se vuelven personas normales. Como mi madre y mi padre.
     No recuerdo el rostro de Padre Charlie. Yo era demasiado pequeña.
     Luego Madre Elouise me hablaría a menudo de Padre Charlie. Nació al oeste, en una tierra donde el agua llegaba hasta las parcelas a través de zanjas, casi nunca del cielo. Era una tierra dejada de la mano de Dios. Allá los hombres creían vivir sólo por la fuerza de sus manos. Los hombres cavaron sus zanjas y se olvidaron de Dios y se volvieron científicos. Padre Charlie se volvió científico. Trabajaba con animales diminutos, rompiendo el núcleo del núcleo y combinándolos de nuevas maneras. Había muchos núcleos rotos donde él trabajaba, y uno de los animalillos escapó y mató gente hasta que yacieron en grandes pilas como peces en la bodega del barco.
    Pero esto no fue la destrucción del mundo.
    Oh, eran gigantes en esos tiempos, y se olvidaron del Señor, pero cuando sus gentes yacían en pilas de carnes putrefactas y huesos quebradizos, recordaron que eran débiles”.

5- Carne de Rey: Cuando un lector habitual de la literatura de Orson Scott Card se encuentra con este relato, bien le podría sorprender que alguien capaz de crear obras tan sensibles y emotivas como su ya ultracitada saga de Ender, su ciclo de Alvin Macker y sus novelas independientes de Esperanza del Venado y Maestro Cantor, entre muchas obras más, sea capaz de escribir también una historia tan perturbadora como esta.  Con un título engañoso que hace creer que se refiere al cuerpo de un mismísimo rey, en realidad hace referencia a los gustos culinarios poco gratos a ojos humanos, de un rey que para nada corresponde a un hombre…
     En una alejada colonia de un planeta sus habitantes viven dominados por una entidad alienígena invasora, que acostumbra comer parte de los cuerpos de sus “súbditos”. La ingrata tarea de cosechar miembros humanos, sin matar a las víctimas, corre a manos de un hombre, quien prácticamente sin ápice de crueldad lleva esta carne hasta el tirano y su esposa (ambos criaturas horrendas, salidas de la fantasía propia de un texto de la más rancia ciencia ficción pulp).  De este modo la comunidad se encuentra llena de tullidos de las formas menos esperadas.  Cuando el pueblo es liberado de su yugo, su gente exige justicia, en especial entre los pocos humanos que servían a los monstruos y entre ellos a quien llamaban el Pastor.  Pero cuando se efectúa el juicio, gracias a sofisticados aparatos descubren la verdad sobre este sujeto.

    “Y el Pastor entró en la aldea enfilando hacia una casa que recordaba de la última vez. Fue hasta la puerta y oyó suspiros en las casas, y silencio en la que había escogido.
    Alzó la mano ante la puerta y ésta se abrió, pues para eso estaba programada: pues todas las cosas que se abrían cumplían la voluntad del Pastor, o al menos servían a la esfera de metal brillante que el rey le había implantado en la mano. Dentro de la casa reinaba la penumbra, pero la penumbra no le impidió ver los ojos blancos de un viejo tendido en una hamaca, las piernas colgando blandamente. El hombre creyó ver su futuro en los ojos del Pastor, hasta que el Pastor entró en la cocina.
     Había una muchacha de quince años frente a un armario, las manos cerradas con furia. Pero el Pastor sacudió la cabeza y alzó la mano, y el armario respondió y se abrió a pesar de que ella lo empujaba, y allí apareció un bebé envuelto en mantas destinadas a sofocar sus murmullos. El Pastor sonrió y sacudió la cabeza. Era una sonrisa benévola y bella, y la mujer deseó morir.
    El Pastor le acarició la mejilla y ella suspiró y gimió. Él metió la mano en el talego, extrajo el cayado, le apoyó el disco en la sien y le sonrió. Los ojos de ella murieron pero los labios quedaron con vida y mostraron los dientes. El Pastor la depositó en el piso, le entreabrió la blusa y sacó el hacha del talego.
    Acarició el cilindro largo y delgado y una luz diminuta brilló en un extremo. Apoyó la punta reluciente del hacha en la parte inferior del pecho y trazó un ancho círculo. Una delgada línea roja siguió al hacha, y el Pastor cogió el pecho con la mano. Después de dejarlo al lado, acarició el hacha y la luz se puso azul. Pasó el hacha por el rojo tajo, y la sangre se cristalizó y secó al cauterizarse la herida.
    Puso el pecho en su talego y repitió el procedimiento en el otro lado. La mujer observaba con divertido desinterés, sonriendo. Sonreiría así durante días, hasta que la paz se disipara”.

    El clímax y su desenlace no pueden ser más chocantes y ante todo el desarrollo del argumento, uno llega a preguntarse en qué radica su aspecto religioso.  A menos que se sea muy sagaz de pensamiento, como para encontrar la alegoría por sí solo en este espeluznante relato, es gracias a la apostilla de su autor que se puede entender mejor su trasfondo teológico.

6- Sagrado: Un cuento largo tanto o más que Ojo por Ojo y que también se haya dentro del terreno de la ciencia ficción.  Un xenoarqueólogo (esto es un estudioso de las culturas alienígenas) debido a su misión que consiste en abrir rutas comerciales para la empresa en que trabaja, se haya en medio de una guerra entre dos pueblos que al parecer comparten el mismo planeta.  En contra de su voluntad se ve obligado a participar de un rito funerario religioso, que en un principio le parece execrable, aparte de hallarse en peligro de ser muerto por los enemigos de la comunidad con la cual ha entrado en contacto.  Su mortal periplo lo lleva a hacerse una idea mucho más integral acerca de las costumbres indígenas, lo que luego lo hace cuestionarse sus propios principios “civilizados”.
    El texto permite abordar la validez de un sistema ideológico y social por completo diferente al de una sociedad de tipo occidental, de modo que pese a las diferencias culturales, es posible identificar valores que comparten pueblos diferentes y con ello conseguir respetarlos.  Asimismo todo esto permite reconocer la magnitud que cumplen los ritos religiosos para la gente, por lo que la religión misma se constituye en un medio para otorgarle su propia identidad.

    “Por alguna razón también a mí me acongojaba la muerte de Crofe. La corporación, desde luego, continuaría avanzando en sus tratos con los ylymyny, e incluso tendría menos dificultades. Pero Crofe era un negociador digno. A ambos nos complacía el juego del regateo, al margen de las barreras que interpusiera nuestra mutua extrañeza.
   Los soldados desnudaron el cadáver. Enterraron la ropa bajo las piedras. Luego lo apuñalaron con sus cuchillos para abrirle las entrañas y cortar los intestinos de punta a punta. El hedor era insoportable, y apenas contuve el vómito. Trabajaban con ahínco, extrayendo cada fragmento de materia que hubiera pasado por las tripas para guardarlo en un pequeño saco de cuero. Cuando el intestino quedó tan limpio como podían dejarlo esos cuchillos de piedra, cerraron el saco, y Da se lo colgó del cuello con una cuerda. Se volvió hacia los demás con lágrimas en los ojos, mirándolos uno por uno.
    —Iré a la montaña —susurró.
    Los demás asintieron; algunos lloraron aún más.
  —Entregaré su alma al cielo —susurró Da, y los demás se adelantaron, tocaron el saco y susurraron: «Yo también, también yo, juro»”.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Mapas en un Espejo 1: El Ahorcado, Cuentos de Espanto.


     ¡Y por fin pude conseguirme los dos últimos tomos de esta genial antología que me faltaban! Compleja colección de relatos que recomiendo sin tapujos y a lo que de seguro todo buen lector, no solo del autor, sino que de la buena ciencia ficción, la fantasía más emotiva, el terror, perdón por mi “error” al señor Card, los cuentos de espanto y la buena literatura en general puede llegar a apreciar (colección que por cierto los chilenos y en especial los de Santiago, podemos encontrar a solo 3 “lukitas” cada número en la Librería Chilena de Huérfanos 686).   El libro que originalmente publicó el escritor en un grueso tomo y que luego los españoles tuvieron la desfachatez de reeditar en 5 partes (atendiendo claramente a la segmentación original que le dio su autor, considerando las temáticas de sus textos), comienza con una serie de historias en un estilo de su creador que muy pocos le conocen: lo que él mismo por las razones que enuncia en su introducción, para este primer apartado de sus narraciones breves, como cuentos de espanto.  En realidad resulta mucho más gratificante y claro leer las palabras de Card, con sus ejemplificadores argumentos, para entender a qué se refiere cuando prefiere usar esta nomenclatura, en vez de la típicamente usada por sus colegas y seguidores del género:

     Hay tres clases de miedo, y el espanto es la primera y la más poderosa. Es esa tensión, ese compás de espera que se produce cuando sabemos que hay algo que temer pero aún no hemos identificado de qué se trata. El miedo que sentimos al descubrir que nuestra esposa lleva una hora de retraso; al oír un ruido extraño en el cuarto del niño, al advertir que la ventana que habíamos cerrado está abierta, con las cortinas ondeantes, y no hay nadie más en la casa”.

     A la hora de caracterizar el estilo de estos cuentos del autor de El Juego de Ender, se observa en su generalidad que dichas historias giran en torno al hecho de que sus protagonistas son personas comunes y corrientes (esto es no son sujetos extraordinarios), quienes ven que la tranquilidad de sus vidas se encuentra invadida por un elemento foráneo, que les quita toda seguridad.  Es así como esta intrusión no se encuentra en la presencia del típico miedo simbólico y metamorfoseado en el monstruo de la literatura del género (vampiros, zombies, mutantes y otros), si no que se trata de horrores más “adultos” y que guardan estrecho relación con el temor a la incapacidad de tener control absoluto sobre nuestras vidas; de este modo el “espanto” del que habla Card en su introducción, es provocado claramente por las sensaciones de fragilidad e impotencia de sus personajes frente a lo fortuito.  Asimismo son cuentos que no pierden la emotividad acostumbrada de su autor, siendo incluso relatos “morales” que dejan al lector una reflexión abierta acerca de lo que en realidad quiso decirnos la narración, independientemente del gusto de entretenernos con algo de calidad.   La religiosidad mormona de Card no deja de verse en estos escritos, no tanto por el hecho de darnos un sermón, sino porque más bien sus acontecimientos transcurren en un mundo creyente y tal como bien ha quedado detallado en su ucronía mágica de los libros de Alvin Macker, donde lo fantástico y lo maravilloso no se contradicen con la certeza de que existe una realidad espiritual (en la que se apoyan la mayoría de las religiones, entre ellas la mormona).  Por otro lado, son textos breves que en su mayoría apenas superan las veinte páginas, razón por la cual se leen con rapidez y gran deleite en su generalidad. 
     Teniendo en cuenta lo anterior, muchos de los protagonistas de estas páginas son individuos que de alguna manera son los responsables de la nefasta situación en la que se encuentran; por ende, lo que está pasando es efecto de la causa que son ellos mismos y que les trae como consecuencia el “estado de espanto” por el que pasan.  Todo esto va muy de la mano con un aspecto caro al género y que corresponde a su sentido moral de advertencia ante sus errores y/o pecados: o bien cambian su actitud o ya es tarde y se viene por fin el castigo por los yerros cometidos.
     A su vez se debe hacer una aclaración: como Card no gusta de las narraciones de  estilo “tradicional”, estereotipadas o de un carácter más bien “efectista” (por no decir gores), pueden ser que a algunos de estos textos les parezcan a alguien cualquier cosa, menos de miedo y ello bien responde a la declaración de principios que su autor hace en la cita agregada más arriba; de este modo es comprensible que más de un lector considere que muchos de estos cuentos no son en realidad obras de terror o que bien el “espanto” al que hace mención Card, se trata de algo mucho más sutil que el acostumbrado horror, de verse frente a la fuerza inesperada de lo que nos supera y que  nos hace recordar que somos simples mortales enfrentados a lo extraño y lo fortuito.
    Por cierto, el título que corresponde a esta primera parte de Mapas en un Espejo y que corresponde a El Ahorcado, no es el nombre de ninguno de sus relatos ¿Y entonces por qué razón le puso así su escritor? Pues bien, en ningún momento Card lo explica, sin embargo queda de manifiesto que tal elección responde en parte a la idea de otorgarle a este pequeño compendio de sus obras de espanto, un aspecto de “ominosidad” (si es que existe la palabra, que vendría de “ominoso”, o sea, siniestro) que sintetice su carácter inclinado hacia el espanto.   En todo caso, como autor mormón se supone que Orson Scott Card no está interesado en temas esotéricos de tipo pagano, como el espiritismo y las artes adivinatorias.  No obstante si se toma en cuenta que El Ahorcado (también conocido como El Colgado) es una de las cartas del Tarot y de las más especiales, de modo que ante el caso de que el escritor haya usado este término a propósito y haciendo alusión a dicho arcano, ello bien quedaría justificado: pues esta carta hace alusión a la ambigüedad y el desequilibrio, que en todo caso implica una oportunidad para superarse; de tal modo que El Ahorcado puede terminar bien su empresa…o mal y esto último es lo que pasa por lo general en este tipo de historias: la condenación de sus protagonistas.
    Y ahora vamos de lleno a desmenuzar cada uno de los cuentos que componen este valioso tomo:

1- Euménides en el lavabo del cuarto piso: Los mitos griegos están llenos de historias aterradoras, algunas de ellas bastante violentas y sangrientas, con muchos personajes macabros como Medusa, las arpías y el Minotauro, entre muchos otros más. Dentro de estos se encontraban las Euménides, seres divinos de aspecto esperpéntico que se encargaban de vengar a aquellos que morían asesinados y que por esta misma razón perseguían a sus homicidas hasta volverlos locos; de este modo las Euménides representaban la culpa y el castigo, esto último como algo de carácter sagrado y que bien estaba por sobre la voluntad del ser débil humano.   Es así como el cuento que abre el volumen (bastante significativo para mí, pues fue lo primero que leí de su autor, allá durante mis años universitarios y en pleno apogeo de lo que llamo mi Edad Dorada), resulta ser una obra llena de intertextualidad, por cuanto hace referencia a la figura de estas criaturas. 
     Su protagonista es un hombre joven despreciable, ya que es un manipulador, egocéntrico y hedonista consumado, quien un día cualquiera mientras se haya en el baño, se encuentra con una más que desagradable sorpresa y que lo seguirá el resto de sus días.  Se trata de un relato que no puede ser más reflexivo, puesto que aborda de forma fantástica cómo nuestros actos traen consecuencias y ello nos persigue a través de la forma del remordimiento.
    El cuento posee momentos de explícito “espanto”, escenas gráficas que para muchos resultan inesperadas en un escritor caracterizado por sus descripciones y diálogos emotivos.  Además su personaje principal no puede ser más detestable, si bien ello responde al sentido del texto, ya que lo que le toca vivir para muchos lectores puede ser algo que se merece. 
    Tras comenzar la lectura con este relato, bien se podría creer que el resto de estos cuentos poseen su misma carga morbosa, con momentos tan estremecedores; no obstante esto no es así y ello convierte este título en toda una singularidad dentro de la carrera de su autor.

     “Oyó un gorgoteo en el lavabo, un siseo. ¿Alguien estaba allí con la luz apagada? Howard fue al lavabo y no vio a nadie. Miró con mayor atención y vio un bebé de dos meses flotando en el inodoro. La nariz y los ojos asomaban apenas por encima del agua; parecía aterrado, con las piernas, las caderas y el vientre metidos en el tubo. Habían tratado de ahogarlo. Era inconcebible que alguien fuera tan cretino como para creer que el bebé pasaría por el tubo.
     Por un momento pensó en dejarlo allí. Típica tentación de gran ciudad, no entrometerse aunque esto implicara una atrocidad. Salvar al bebé supondría inconvenientes, llamar a la policía, cuidar del crío en el apartamento, titulares en los periódicos, una noche presentando declaraciones. Howard estaba cansado. Howard quería acostarse.
     Pero recordó las palabras de Alice: «Ni siquiera eres humano, Howard. Eres un monstruo egoísta». «No soy un monstruo», respondió en silencio, y tendió las manos para sacar al niño.
     El bebé estaba atascado. El que había intentado matarlo lo había introducido con fuerza. Howard sintió un arrebato de franca indignación al pensar que alguien quisiera solucionar sus problemas matando a un inocente. Pero Howard no quería pensar en crímenes contra los inocentes, y además pronto tuvo otras preocupaciones.
     Cuando el niño le cogió el brazo, Howard advirtió que tenía los dedos fusionados en aletas de hueso y piel. Pero las aletas le aferraron los brazos con insólita fuerza cuando Howard, hundiendo ambas manos en la taza del inodoro, trató de liberarlo.
     El niño se desprendió con un ruido de succión y el agua retrocedió. Las piernas también estaban fusionadas en una sola extremidad cuya punta era espantosamente sinuosa. El niño era varón; los genitales, más grandes de lo normal, estaban inclinados hacia un lado. Y en vez de pies había dos aletas más, y cerca de la punta había manchas rojas que parecían llagas putrefactas. El niño sollozó, un maullido salvaje que le recordó a un perro que Howard había visto en sus estertores de agonía. (Howard se negó a recordar que él mismo había matado al perro arrojándolo a la calle frente a un coche, sólo para ver cómo se desviaba el conductor; el conductor no se desvió).
     «Incluso los deformes tienen derecho a la vida», pensó Howard, pero ahora, al coger al niño en brazos, sintió una revulsión que se tradujo en compasión por quienes habían intentado matar a la criatura, probablemente los padres. El niño alzó los brazos, y al desprenderse las aletas Howard sintió un dolor agudo y quemante que pronto se transformó en suplicio, pues estaba expuesto al aire. El brazo se le pobló de enormes llagas purulentas y sanguinolentas.
      Howard tardó un instante en asociar las llagas con el bebé, que ya le apretaba las aletas de las piernas contra el vientre y las aletas de los brazos contra el pecho”.

    La responsabilidad frente a nuestros actos queda como invitación a la reflexión en esta recomendable historia, lo que en todo caso será un tema recurrente a lo largo de todo el libro.

2- Finiquito: En un tono por completo diferente al del relato anterior, se desarrolla esta historia y donde la idea de “pavor” se expresa más bien en la dirección de otro tema clásico dentro de la literatura a la que pertenece: el temor a la muerte.  Se trata de un cuento “muy serio”, ya que su protagonista es un hombre mayor, quien ve cómo la seguridad de la vida que ha construido se está desmoronando; siendo que además tal cual en los cuentos antiguos del género, llega al punto de que no está seguro sobre qué es la realidad y qué es efecto de su propia pérdida de la certeza a creer en sus propios sentidos.
    Su argumento trata sobre un exitoso hombre de negocios, quien comienza a sufrir de apagones mentales y al llegar a su casa estos se agravan hasta el punto de que ni el mismo lector tiene claro qué es lo verdadero de todo esto.  La llegada de un simbólico objeto a su hogar, da señales acerca de cuál es el destino final de su protagonista, convirtiéndose en todo caso en una manifestación física del propio temor que lo embarga.

    Si bien su título original corresponde a la palabra latina quietus, de la cual deriva claramente el término quieto y por extensión se refiere a los conceptos de paz y tranquilidad, su nombre hace referencia a la idea de la misma muerte.  No obstante lo anterior no se trata de la muerte como un estancamiento y la imposibilidad de movimiento, sino más bien a la noción de tranquilidad y paz…De este modo, sin pretender hacer spoilers, el cuento termina de una forma como bien uno esperaría de una obra típica de su autor: con una buena dosis de emotividad.
Orson Scott Card.

3- Ejercicios de respiración profunda: Considerando su originalidad, resulta mucho más ominoso que los dos textos anteriores.  Un hombre descubre un terrible secreto: la gente que va a morir al mismo tiempo, poco antes de su deceso comienza a respirar al unísono.  Esta certeza se transforma por supuesto en una carga para el protagonista, quien incluso llega a temer por su cordura ante este conocimiento, don o maldición según se le mire.
     El tema del sujeto que vive aislado del resto de los demás debido a una cualidad extraordinaria, resulta recurrente en obras tales como esta; siendo ello un simbolismo de la alienación de muchos por su propia “otredad” y que los mantiene al margen de los demás.
    Su trama va en crescendo en la medida que el protagonista va comprobando que su nueva habilidad es cierta y hacia el final inesperado es posible reconocer la insignificancia del ser humano frente a las grandes cosas de la vida.  Este relato breve como el resto de los que le acompañan, termina de forma inesperada, con la sorpresa que es marca habitual de las obras de miedo.

    “En uno de los silencios más profundos, Dale advirtió que su padre y el piloto mecían las piernas cruzadas al unísono. Escuchó y oyó un intenso ruido en la zona de espera: el susurro rítmico de muchos pasajeros inhalando y exhalando simultáneamente. La madre de Dale, el padre, el piloto, la azafata, otros pasajeros, todos respiraban juntos. Lo perturbó. ¿Cómo era posible? Brian y Colly eran madre e hijo; los padres de Dale habían vivido juntos durante años. ¿Pero por qué la mitad de la gente de la zona de espera respiraba al unísono?
     Se lo comentó a su padre.
     —Es extraño, pero creo que tienes razón —dijo su padre, fascinado con esa rareza. Al padre de Dale le encantaban las rarezas.
     Y luego el ritmo se quebró y el avión carreteó por la pista acercándose a los ventanales, y la muchedumbre se preparó, aunque todavía faltaba media hora para embarcar.
     El avión se despedazó al aterrizar. Sobrevivió la mitad de los ocupantes. Todos los tripulantes y varios pasajeros, entre ellos los padres de Dale, murieron cuando el avión tocó tierra”.

4- Criadero de Gordos: El primer cuento de la colección que bien podría considerarse como parte del género de la ciencia ficción, puesto que tanto su ambientación, como otros de sus elementos son propios de este.  Su nombre bien puede resultar ofensivo para algunos, si bien como era de esperar, se justifica a la luz de las metáforas usadas por su autor, para referirse a la inclinación natural del ser humano hacia los vicios y la autodestrucción; por otro lado, en su propia apostilla (apartado para cada cuento donde Card explica el origen de estos, dando además información clave para su comprensión)  el escritor revela su carácter biográfico y de autoexorcismo, al proyectar en su protagonista las mismas debilidades que por años lo han agobiado.
     En un futuro cercano o en un mundo paralelo al nuestro, con tecnología avanzada en el campo de la clonación y que en todo caso está vedada a la mayor parte de la población, existe una corrupta y millonaria corporación médica que ofrece sus servicios a los más opulentos: les crea nuevos, sanos y bellos cuerpos (versiones mejoradas de ellos mismos), para que puedan seguir gozando de sus vidas libertinas.  Es así que llega a este lugar un hombre cuya obesidad ya es monstruosa, esperando poder recuperar la salud de antes (si bien se encuentra orgulloso de su gordura) y usar uno de los cuerpos mejorados especialidad de la casa.  Cuando todo parece ir bien, se da cuenta de que la situación se le va de las manos y se ve atrapado en el lugar donde se supone iba a pasar una temporada de relajación.    
    Una de las ideas más antiguas respecto a lo que significa el Infierno y, por ende, el castigo, es que este consiste en la constante repetición de algo que obliga al condenado a prescindir de su libertad, sufriendo a cada rato el mismo suplicio (los griegos eran maestros en esto con sus mitos, como lo sucedido con Prometeo encadenado y a quien todos los días un ave le comía el hígado, el cual le volvía a crecer cada 24 horas).  De este modo el cuento en sí aborda dicho tema, siendo que en general el resto de los relatos que comprenden El Ahorcado son distintas variantes acerca del castigo, en especial por el hecho de que sus personajes “merecen” por una razón u otra estas penurias.

    “Se conmovió al ver su propio cuerpo, joven, fuerte y bello nuevamente, como nunca había sido en toda su vida. Sin embargo, era inequívocamente él quien había entrado en la sala. Excepto que el vientre estaba firme, los muslos musculosos pero esbeltos no se rozaban ni siquiera en la entrepierna. Lo trajeron desnudo, por supuesto. Barth insistía en ello.
     Trató de recordar la última vez. Entonces él había sido el que entraba desde la sala de aprendizaje, saliendo para ver al hombre gordo e inmenso que según sus recuerdos era él mismo. Barth recordó que había sido un doble placer: ver la montaña en que se había transformado, pero verla desde un cuerpo joven y bello.
     —Ven aquí —ordenó Barth, evocando la última vez, cuando había sido el otro Barth quien lo había dicho. Y tal como el otro había hecho la última vez, tocó al joven y desnudo Barth, acarició el cutis liso y adorable, y al fin lo abrazó.
     Y el joven Barth lo abrazó a su vez, pues así eran las cosas. Nadie amaba tanto a Barth como Barth mismo, delgado o gordo, joven o viejo. La vida era una celebración de Barth; verse a sí mismo era su mayor anhelo.
      — ¿En qué pensé? —preguntó Barth.
     El joven Barth sonrió.
     — Lynette —respondió—. Desnuda ante un precipicio. El viento soplando. Y la posibilidad de que se matara al caer.
     — ¿Regresarías a ella? —preguntó Barth a su joven álter ego.
     — Quizás. O a alguien como ella. —Y Barth notó con deleite que la mera idea excitaba a su joven álter ego.
—Servirá —decidió Barth, y Anderson le entregó los documentos que debía firmar, documentos que nunca se presentarían en un juzgado porque daban testimonio de la participación de Barth en un delito que en los códigos de todos los estados sólo era inferior al homicidio”.

5- Bajo la Tapa: Otro cuento que más corresponde al género de ciencia ficción, que al del terror (no obstante si se toma en cuenta la definición de cuento de espanto de Card, sin duda calza dentro de esta categorización).  En este caso aborda un tema caro a la literatura de ambos estilos: el del viaje en el tiempo.  Su argumento trata acerca de un grupo de personas bastante hedonistas, que en su búsqueda de nuevas sensaciones extremas, se dedican a hacer saltos hacia el pasado para experimentar muertes violentas y luego ser devueltos a sus cuerpos originales para “disfrutar” la experiencia.  Es cuando dicha actividad implica a un inocente camionero del pasado, cuyo vehículo usan para ser atropellados con violencia.  Respecto a lo anterior, es que el conductor ve a estos como a fantasmas o más bien como proyecciones de sus propios sentimientos de culpa; ello convierte estas escenas que son descritas de forma bastante explícitas por su autor, en el elemento más cercano a la concepción habitual de lo que es considerado como horror.  Entre medio se involucra una mujer policía, quien anda detrás de estos cronoinfractores.  
   Los responsables de la falta a la continuidad temporal, son sujetos tanto o más detestables que los protagonistas de otros cuentos de este libro y están descritos como personajes propios del Imperio Romano más decadente, de modo que sus propios nombres corresponden a latinismos y helenismos (Orión, Géminis, Másculo, etc.).
   Orson Scott Card es conocido como un hombre religioso, un humanista preocupado por la entrega de valores en sus escritos que desbordan una gran sensibilidad y sin embargo como todo ser humano tiene sus defectos; en este sentido quizás su arista pública más negativa sea su marcado homofobia y que la ha manifestado en más de un discurso a su audiencia.  Cuesta creer esto viniendo de un hombre tan piadoso como él, cuyo protagonista de la primera novela que le dio fama, Maestro Cantor, es sin duda gay y cuyas relaciones homeróticas su autor describe con naturalidad.  Pues bien, este aspecto “oscuro” del escritor se puede apreciar en la apostilla correspondiente a Bajo la Tapa y donde el artista emite su juicio sin tapujos, llegando a poner al mismo nivel a drogadictos, criminales y homosexuales, entre otros que no les parece dignos:

    “Los drogadictos, los homosexuales, los especialistas en apropiación de empresas, los culturistas y los atletas que se administran esteroides para tener músculos abultados constituyen grupos que, en una u otra ocasión, han organizado sociedades cuyo propósito consiste en celebrar el placer a cuya búsqueda consagran la vida, aunque los separe del resto del mundo, cuyas reglas y normas detestan y desdeñan. Más aún, buscan ese placer con el riesgo constante de la autodestrucción. Y luego se preguntan por qué los demás los miran con una mezcla de horror y disgusto”.

    Ante lo anterior, cabe perdonarlo, puesto que como bien dice el Evangelio: “El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra”.  No obstante queda abierto el debate.

6- Juegos de Carretera: Un país tan grande como lo es Estados Unidos, es famoso por sus extensas carreteras, siendo que muchas de ellas atraviesan lugares solitarios y donde muchas veces los automovilistas con suerte se encuentran con otro conductor; es así como muchas historias hay al respecto, entre literatura y cine, siendo su obra más emblemática en narrativa En el Camino de Jack Kerouac y Busco mi Destino en el séptimo arte.  En este sentido el relato que aquí corresponde es una variante en tono de cuento de espanto de esta temática.  Se trata de un “subgénero” propiamente gringo, como el western.
    La historia trata de un hombre que realiza varios viajes a raíz de su trabajo y quien para entretenerse en el trayecto, se dedica a realizar improvisados “juegos” con el resto de los vehículos con los que se topa, a manera de competencias; todo resulta una actividad inofensiva, hasta que se obsesiona con una joven que conduce en solitario su auto y ello trae consecuencias inesperadas. 
    El relato expone la idea de que la maldad es algo que está a la vuelta de la esquina para cada uno de nosotros y que basta tan solo una mala decisión o simplemente caer en la tentación como para abrazar el llamado “lado oscuro”; asimismo es posible identificar en este texto la nociones de que nada es lo que parece y que cualquiera puede transformarse en un verdadero monstruo si termina entregándose a sus impulsos más bajos (en pocas palabras, todos somos un sociópata en potencia).

7- Sepulcro de Canciones: En lo que va del libro, de seguro el mejor cuento de este y el más extenso.   También con elementos de ciencia ficción, poco a poco va tomando su aspecto de cuento de espanto.  Narrado en primera persona por uno de sus protagonistas (hasta el momento los cuentos que componen el volumen poseen narrador omnisciente), cuenta de la extraña relación entre el psicólogo de una institución mental y su paciente, una adolescente de unos quince años y quien vive postrada por haber perdido no solo a sus padres en un terrible accidente, sino que también sus cuatro extremidades.  Pese a sus miserias, la chica es una persona excepcional y se ha ganado el cariño de todos en el centro médico, incluyendo la del psicólogo, con quien mantiene inteligentes charlas.  Dentro de las particularidades de la muchacha, se encuentra el hecho de que posee unos tres amigos imaginarios y los que responden más bien a su necesidad de hacer su vida más interesante que a la falta de cordura.  Todo va bien hasta que aparece Anansa, una nueva “amiga” y quien quiere algo más que juegos ingeniosos con la minusválida: se la quiere llevar con ella.  El psicólogo descubre con horror que la niña ahora duerme más que nunca y que mientras lo hace canta extrañas canciones que causan rechazo en quienes las escuchan, pues en realidad no parecen venir de este mundo.  La supuesta identidad de Anansa es extraordinaria y en especial todo lo que tiene que ver con ella:

    “—Me quiere a mí.
     —Te quiere a ti. ¿Cómo puede tenerte, contigo aquí y ella allá?
     Elaine se humedeció los labios.
     —No quiero hablar de eso —dijo, de un modo que revelaba que estaba a punto de contármelo.
     —Quisiera que me hablaras. De veras quisiera que me hablaras.
     —Ella dice… que puede llevarme. Dice que si aprendo las canciones, puede sacarme de mi cuerpo y llevarme allá y darme brazos, piernas y dedos, y podré correr y bailar y…
     Rompió a llorar.
     La palmeé en el único sitio donde ella me permitía, su blanco vientre. No quería que la abrazaran. Yo lo había intentado años antes, y me había gritado que la soltara. Una enfermera me contó que era porque su madre siempre la abrazaba, y Elaine quería devolver el abrazo. Y no podía.
    —Es un sueño encantador, Elaine.
    —Es un sueño espantoso. ¿No lo entiendes? Seré como ella.
    —¿Y cómo es ella?
     —Ella es la nave. Ella es la nave estelar. Y quiere que esté con ella, que sea la nave estelar con ella. Y andar cantando por el espacio durante miles de años.
     —Es sólo un sueño, Elaine. No debes tener miedo.
     —Se lo hicieron a ella. Le cortaron los brazos y las piernas y la pusieron en las máquinas.
     —Pero nadie te pondrá a ti en una máquina.
     —Quiero salir —dijo Elaine.
     —No puedes. Está lloviendo.
     —Maldita lluvia.
     —En efecto, yo la maldigo todos los días.
     — ¡No hables en este tono! Ella me llama continuamente ahora, incluso cuando estoy despierta. Tira de mí y me hace dormir, y me canta, y la siento tirar cada vez más. Si pudiera ir afuera, lograría resistirme. Creo que puedo resistir, ojalá pudiera…
     —Oye cálmate. Déjame darte un…
     — ¡No! ¡No quiero dormir!
     —Escucha, Elaine. Es sólo un sueño. No permitas que te trastorne. Es sólo la lluvia que te retiene aquí. Te da sueño y sigues soñando con esto. Pero no lo combatas. Es un sueño hermoso en cierto sentido. ¿Por qué no continuarlo?
Ella me miró con terror en los ojos.
     —No hablas en serio. No quieres que me vaya.
     —No. Claro que no quiero que te vayas. Pero no lo harás, ¿no lo entiendes? Es un sueño donde flotas entre los astros…
     —Ella no flota. Ella cruza el espacio a tal velocidad que me marea cuando me lo enseña.
    —Pues maréate. Considera que tu mente ha encontrado un modo de correr.
    —No entiendes nada de nada, terapeuta. Creí que tú sí lo entenderías.
    —Lo intento.
    —Si me voy con ella, moriré”.

    Ante el desarrollo de los eventos del cuento, cabe preguntarse si todo es producto de la fantasía propia de una mente enferma o si en realidad la amenaza de la amiga imaginaria, corresponde a un poder ajeno a las capacidades de cualquier ser humano.  Queda al lector encontrar por sí mismo la respuesta sobre cuál de las dos verdades aceptar.  No obstante ante una u otra, la sensación de impotencia con respecto a lo que le está pasando a la adorable adolescente, bien se puede identificar con el espanto que tanto le gusta desarrollar en este tipo de historias a Orson Scott Card.
    Ciertos aspectos de esta obra, bien recuerdan a un relato clásico de la también afamada y multipremiada escritora Anne McCaffrey, llamado  La Nave que Cantaba, tan poético como este de Card; de este modo quien haya leído ambos textos, podría preguntarse si el autor de El Juego de Ender conocía o no el relato de su colega cuando lo realizó (si bien en su propia apostilla cuenta acerca de su particular origen, que supuestamente para nada tiene que ver con la McCaffrey).
    Por último, como apenas se ha podido apreciar en la literatura de Orson Scott Card, esta narración posee un dejo de erotismo inesperado y que le otorga una característica más para valorarla por sobre otras.

8- Censura Previa: Una vez más el escritor mezcla su subgénero favorito, la ciencia ficción, con el cuento de espanto, ya que es posible encontrarse en este caso otra vez con el tema del viaje en el tiempo, aunque en una dirección por completo diferente a la de Bajo la Tapa, ya comentado más arriba.
    También narrado en primera persona, trata acerca de un aspirante a escritor que en un curso de literatura creativa hace un nuevo amigo, un sujeto muy especial y quien demuestra ser un artista de gran talento, aunque lamentablemente no está dispuesto a hacer públicas sus virtudes; es entonces que descubre el real motivo de la autocensura de su compañero y lo que corresponde a un secreto cuya revelación bien podría alterar el orden del mundo.
    Un cuento demasiado original y entretenido, con mucha intriga que posee más de una lectura.  Entre las problemáticas que plantea en plan de divertimento e invitación a la reflexión, se encuentran una vez más el tema de la responsabilidad de nuestras decisiones y actos (tan caro a este tipo de historias) y el del impacto del trabajo del artista en la sociedad, en especial a lo que se refiere a la promoción de nuevas ideas y de peso para los pueblos; a su vez la figura del artista otra vez es tenida en cuenta por Orson Scott Card, para dedicarle protagonismo en una de sus obras.

    “»“Si se abstiene de publicar, se le permitirá vivir. Si rehúsa, morirá dentro de tres días. Otro escritor lo matará… accidentalmente, por supuesto. Sólo tenemos autoridad para trabajar con autores”.
     »Les pregunté por qué. La respuesta me hizo reír. Parece que eran del Gremio de Autores.
     »“Es una cuestión de responsabilidad. Si usted se niega a asumir responsabilidad por las consecuencias futuras de sus actos, tendremos que dar la responsabilidad a otra persona”.
     »Les pregunté por qué no me mataban en vez de perder tiempo hablando conmigo.
     »Fue Árbol quien respondió, y el hijo de puta estaba llorando.
     »“Porque le queremos. Amamos lo que usted escribe. Hemos aprendido a escribir gracias a usted. Y lo perderemos si muere”.
     »Trataron de consolarme diciéndome que yo estaba en excelente compañía. Thomas Hardy: le habían hecho abandonar la novela y limitarse a la poesía, porque nadie la leía y era más segura.
    »“Hemingway decidió matarse en vez de esperar a que nosotros lo hiciéramos —dijo Manso—. Hay otros que sólo tuvieron que abstenerse de escribir un libro en especial. Les afectó, pero Fitzgerald pudo hacer una buena carrera con los demás libros, y Perelman nos lo dio riendo, pues no se le podía permitir que escribiera su verdadera obra. Sólo nos molestamos con grandes escritores. Los escritores malos no constituyen una amenaza para nadie”.
    «Llegamos a un trato. Yo podía seguir escribiendo. Pero después de terminarlo todo, tenía que quemarlo. Todo salvo las tres primeras páginas.
     »“Si usted lo termina —me dijo Manso—, tendremos una copia aquí. Aquí existe una biblioteca que…, bien, creo que lo más fácil sería decir que existe fuera del tiempo. Será publicado en cierto modo. No en su propio tiempo, ni dentro de ochocientos años. Pero al menos puede escribir. Otros  tuvieron que abandonar por completo. Nos rompe el corazón”.

9- El Hombre Cambiado y el Rey de las Palabras: En la muy humilde opinión de quien aquí escribe, este cuento bien viene a ser toda una decepción, en especial por su tono que para mí fue aburrido y que quizás se deba a su extensión que fue mucho más larga que lo que se podría haber querido en cualquiera de los otros relatos del libro; por otro lado, su final resulta algo forzado, aunque pareciera responder al tono de tragedia griega de la historia (sin embargo como dice el dicho “En gustos no hay nada escrito” y sin duda a más de uno podría encantarle este título). 
     También mezclando elementos de la ciencia ficción, empieza contándonos acerca de un matrimonio cuyo hijo no nato es diagnosticado a nacer con serios problemas físicos y mentales, pero que en contra de lo esperado resulta ser un genio excepcional, además de no poseer las taras orgánicas que se esperaba de él.  No obstante con el correr del tiempo, igual se transforma en alguien apartado al resto de la sociedad, y todo ello debido a su gran inteligencia.  Aun siendo un niño, crea un programa computacional basado en las cartas del Tarot y su interpretación, para explicar la conducta de las personas.  Entre medio desarrolla una relación especial con su madre, mientras que con su padre sus tratos no resultan tan satisfactorios, pese al gran amor que el progenitor llega a tener por su unigénito.
    El cuento se encuentra lleno de referencias directas a historias clásicas, destacando las de la mitología griega; de este modo un rol preponderante en su argumento viene a tener el poder que poseen dichas narraciones y su influencia en nuestras vidas (tema recurrente en la literatura de Card).  Por otro lado, es debido a este texto que el título genérico del primer tomo de esta antología, queda más que justificado.
    
10- Recuerdos de mi Cabeza: Por mucho que su autor se esmere en otorgarle profundidad a su cuento en la correspondiente apostilla, resulta ser una historia desilusionadora y hasta truncada; puesto que sus primeras líneas prometían bastante, pero luego su trama se va diluyendo, hasta acabar con un final que pareciera terminado a la rápida.
    Narrado en primera persona, es el único texto del tomo cuyo personaje principal resulta ser una mujer y cuya narración más encima utiliza el tiempo presente (en cierto sentido esta obra es un experimento literario de Card, del cual no sale muy bien parado la verdad).  Uno de los grandes problemas de su desarrollo, es la falta absoluta de datos que puedan otorgarle a su particular protagonista una verdadera historia personal y caracterizarla como alguien dotado de vida propia, como para que el argumento posea solidez y uno se pueda identificar con ella; de este modo el texto pierde potencia, al quedar poco claras las razones que llevan a la fémina a tomar sus desesperadas decisiones y acciones. 
    Supuestamente la narradora protagonista se encuentra muerta a la hora de redactar su último testamento, no obstante la situación que describe resulta tan descabellada, que pareciera que en realidad todo es producto de una mente enferma e infeliz por el dolor del despecho amoroso.

    “Aunque tengas las pruebas delante de las narices, no creerás mi versión de mi propio suicidio. Mejor dicho, supondrás que yo la escribí, pero no que la escribí después de los hechos. Pensarás que redacté esta carta de antemano, aún sin saber si me colocaría la escopeta entre las rodillas, apoyaría una regla contra el gatillo, para bajarla con mano asombrosamente firme hasta que el percutor cayera, la pólvora explotara y una perdigonada a quemarropa me volara la cabeza, incrustando cerebro, hueso, piel y algunos mechones de pelo chamuscado en el techo y la pared. Pero te aseguro que no lo escribí de antemano, ni como una amenaza encubierta, ni con más propósito que el de informarme el porqué.
     Ya debes de haber encontrado mi cuerpo toscamente decapitado sentado ante el escritorio, en el rincón más oscuro del sótano, donde la única fuente de iluminación es la vieja lámpara que ya no armonizaba con la decoración cuando volvimos a amueblar el salón. Pero no me imagines como me encontraste, inerte y sin vida, sino como soy en este momento, con la mano izquierda cogiendo el papel. Mi mano derecha se desplaza por la página, mojando la pluma en la sangre que forma un charco en ese guiñapo de músculos, venas y huesos astillados que hay entre mis hombros”.

    Sin dudas, lo peor de todo el volumen y de los otros tres libros de esta antología ya leídos y comentados en el blog.

11- Niños Perdidos: Un cuento curioso por varias razones, siendo una de ellas que sus protagonistas resultan ser el propio Card y su familia; no obstante luego queda aclarado que la experiencia límite que aquí se narra, no es más que un engaño del escritor para darle verosimilitud a su obra…¡Y vaya que lo consigue! Con la sensibilidad que caracteriza a sus mejores trabajos, el escritor termina el volumen con una trama acerca de unos singulares fantasmas y un particular asesino en serie (temas muchas veces ligados entre sí en las narraciones del género).  No obstante también es un trabajo acerca del dolor verdadero, de la pérdida de los seres queridos y de cómo enfrentamos tales pruebas; a su vez es un relato acerca de la familia y el inmenso amor que puede existir entre sus componentes…Y volviendo al tema de los fantasmas, siguiendo una añeja tradición literaria al respecto, Orson Scott Card ambienta su cuento en plena época navideña ¿Recuerdan el clásico Canción de Navidad de Charles Dickens? Por último, años después el artista usó la base de este escrito para una novela, tal como lo hizo ya con otros libros suyos que germinaron a partir de narraciones breves.

    “Una mañana, una semana antes de Navidad, Kristine leía el periódico de la mañana y de pronto se levantó, fría y tranquila, como cuando pasa algo realmente malo.
    —Scott, lee esto.
    — ¿Qué pasa?
    —Es un artículo sobre niños desaparecidos en Greensboro.
    Eché una ojeada al titular: NIÑOS QUE NO ESTARÁN EN CASA PARA NAVIDAD.
    —No quiero oír hablar de eso —dije—. No soporto leer artículos sobre malos tratos infantiles ni secuestros. Me sacan de quicio. Después no puedo dormir. Siempre me ha sucedido.
     —Tienes que leerlo. Aquí están los nombres de los niñitos que han dado por desaparecidos en los últimos tres años. Russell DeVerge, Nicholas Tyler…
     — ¿Adónde quieres llegar?
     —Piensa en los diminutivos: Nicky, Rusty, David, Roddy, Peter. ¿No te recuerdan nada?
     Tengo mala memoria para los nombres.
     —No.
     —Steve, Howard, Van. El único que no concuerda es el último, Alexander Booth. Él desapareció este verano.
     El modo en que Kristine me contaba esto me estaba irritando. Ella parecía muy turbada, pero no iba al grano.
     — ¿Y qué? —pregunté.
     —Los amigos imaginarios de Scotty.
     —Vamos —dije. Pero los repasó conmigo. Había anotado los nombres de esos amigos imaginarios en nuestro diario, cuando la terapeuta nos pidió que consignáramos un registro de su conducta. Los nombres parecían coincidir”.

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