Tras leer unas cuantas obras de
Orson Scott Card, su lector habitual puede reconocer sin lugar a dudas el
importante papel que le otorga en su narrativa a la religión. Como mormón practicante ha dejado en las
miles y miles de páginas que ha escrito, huella de su fe, si bien a su vez les
ha otorgado un lugar preponderante a otras religiones del “mundo real”, a las
que siempre ha tratado con respeto e incluso afecto. Es así como el presente tomo de Mapas
en un Espejo tiene en consideración algunas de sus narraciones breves,
cuya inspiración principal es la religión misma y bien pretende representar en
tales obras cómo las personas le otorgamos un sitial importante en nuestras
vidas. No obstante los escritos de Card
que atienden a ello, no desean ser un muestrario de los dogmas mormones o de otras
religiones (menos su intención es la de hacer proselitismo), sino que usan el
tema de la fe como un recurso que permite ahondar una vez más en nuestra propia
humanidad; de este modo los distintos temas ligados a la teología, abordan
diferentes aspectos de la naturaleza humana.
¿Y por qué razón el título genérico de Milagros Crueles? Pues
tal como lo demuestran varios de los relatos que componen el tomo, la fe puede
originar no solo belleza, sino que por igual puede motivar lo peor del corazón
de los hombres y mujeres; como bien quedará demostrado a lo largo de este
libro.
1- Dioses Mortales: Un cuento de ciencia ficción que trata sobre la relación de la humanidad
con inteligencias extraterrestres y que se vienen a vivir a nuestro planeta. Los alienígenas comparten sus avances con los
humanos, si bien su mayor contribución para quienes les dan asilo resulta ser
más sutil; pues a lo largo del orbe han edificado construcciones que siguen la
misma estructura de iglesias y centros de adoración, de cada una de las religiones
existentes en la Tierra. Estos lugares son visitados por hombres y mujeres. Un anciano, quien ha perdido la esperanza de
la vida, entra a uno de estos sitios no con las mejores intenciones y es entonces
que se entera acerca del verdadero propósito de los viajeros para quedarse en
el planeta.
Una preciosa historia acerca de lo que nos hace
ser personas, es decir, sobre la naturaleza de nuestra humanidad y donde
justamente la presencia de los extraterrestres permite considerar todos estos
aspectos que nos definen. Asimismo este
es un cuento sobre lo mejor de nosotros mismos, entre ello nuestra capacidad
para crear, lo que se refiere específicamente
al arte mismo y al talento para plasmar la belleza.
Teniendo en cuenta el título del cuento, que queda más que explicado a
lo largo de su desarrollo, más que del papel que cumple cualquier teología dada
y con la creencia en la existencia de
una divinidad, este narración trata sobre otra cosa: la trascendencia. No obstante lo que concierne a la posibilidad
de superar los límites de la mortalidad, se presenta acá desde otra arista y
ello bien se refiere a la ya mencionada habilidad para crear; de este modo
nuestro legado lo dejamos en la medida que nos sobreviven nuestras buena
acciones.
“No se invitaba a
ninguna congregación, aunque las personas que acudían eran bien acogidas por
los alienígenas presentes, quienes entablaban una encantadora charla totalmente
relacionada con los intereses de esa persona. Los granjeros hablaban de
granjas, los ingenieros de ingeniería, las amas de casa de problemas
maternales, los soñadores de sueños, los viajeros de viajes, los astrónomos de
los astros. Los que iban a hablar se sentían bien al salir. Sentían que alguien
daba importancia a sus vidas: esas criaturas habían recorrido billones de
kilómetros de increíble aburrimiento (¡quinientos años en el espacio, según
decían!) tan sólo para verlos a ellos”.
2- Gracia Salvadora: Un niño pequeño de gran fe religiosa se provoca una severa lesión
física, solo para poder ser testimonio de los supuestos milagros realizados por
un predicador televisivo. Cuando logra
llegar hasta el hombre en quien cree, en contra de sus esperanzas se da cuenta
de que el milagro se ha realizado, aunque en una dirección por completo
diferente e inesperada. La experiencia
lo marca para el resto de su vida.
Otro estremecedor cuento de Orson Scott Card y donde en esta ocasión el
título que engloba a todos los textos de este tomo, no puede calzar mejor; no
obstante si bien en este caso el portento del cual es protagonista el personaje
principal, pareciera esconder cierta ironía, a la larga se transforma en un
medio para su propio crecimiento espiritual y, luego, en el medio para obtener
la verdadera felicidad. De este modo
esta obra de lo que trata es acerca del poder de la fe misma y de cómo ella le
otorga sentido a nuestras vidas. Con
respecto a esto último, es abordado todo esto desde la posición de varios
personajes, contrastándolos y oponiendo este sentimiento en su más pura
expresión, con la hipocresía de quienes “adoran a falsos ídolos” (entiéndase
con esto, tomando en cuenta la trama del relato, a aquellos que más aman el
poder y el materialismo, que a su propio prójimo).
Siendo Card un hombre piadoso, posee como mormón sus propias orientaciones
sobre cómo sobrellevar sus creencias, lo que ha demostrado a lo largo de varias
de sus obras…Pues bien, en esta historia aprovecha de denunciar el “mercado de
la fe” que abunda en su país, en la figura de los predicadores televisivos; todos
ellos personajes nefastos que hacen de la credulidad de los humildes un medio
para hacerse ricos. Así es como el
cuento se transforma además en una crítica a este (otro) aspecto negativo de su
nación.
“Billy asintió al
reconocer a la ayudante de Bucky Fay, que siempre decía «Oh, dulce Jesús, eres todo
bondad» cuando la gente se curaba, y lo decía de un modo que te hacía
cosquillear la espalda. Usaba mucho maquillaje, y Billy notó que el maquillaje
le disimulaba un bigote. Se preguntó si sería un hombre mientras ella lo
llevaba hacia el frente. ¿Pero por qué un hombre usaría vestido? Se preguntaba
eso cuando ella lo puso en su sitio, junto con las otras personas que
aguardaban en sillas de ruedas.
Un
hombre se arrodilló frente a él. Billy se dispuso a rezar, pero el hombre
hablaba normalmente, así que Billy abrió los ojos.
—Esto
saldrá en televisión —dijo el hombre—, y en televisión tienes que andarte con
cuidado, hijo. No digas nada a menos que Bucky te haga una pregunta directa, y
entonces responde deprisa. Digamos que te pregunta cómo fuiste a parar a una
silla de ruedas, ¿qué le dirás?
—Diré…
diré…
—No
te intimides, o quedará muy mal. Es televisión, recuerda. Ahora dime cómo
llegaste a esta silla de ruedas.
—Para
ser curado por el poder de Jesús.
El
hombre lo miró un instante.
—Claro.
Supongo que lo harás bien. Y cuando haya concluido y estés curado, yo estaré
aquí, cogiéndote el brazo. Pero no des gracias al Señor de inmediato. Espera a
que te estruje el brazo, y entonces lo dices. ¿De acuerdo?
—De
acuerdo.
—Para
la televisión, ¿entiendes?
—Entiendo”.
3- Ojo por Ojo: En lo que va del tomo, que comenzó con dos historias bastante emotivas y
recomendables, este cuento que bien
podría considerarse como una novela corta debido a su extensión, le otorga una
nueva dimensión a su temática religiosa.
Esto, porque la obra se encuentra llena de acción, aventuras, intriga y
hasta violencia, elementos que no se esperaban en el apartado de esta antología
dedicado a las narraciones más “espirituales” de Orson Scott Card. Y es que para ser sinceros, este entretenidísimo
texto más bien lo que hace, es extrapolar una serie de elementos propios del
Antiguo Testamento (dentro de lo que se encuentra la cita bíblica que le da su
título), en vez de abordar de forma directa o indirecta el tema de la fe desde
el punto de vista teológico; no obstante sí se puede decir que en cierta manera
su trama se afirma en la idea del fanatismo, a partir de los llamados
fundamentalismos religiosos, para
promover ideas enfermizas con las cuales crear grupos sectarios y hasta
terroristas (de este modo el relato viene a ser una metáfora en tono de la
ciencia ficción más fantaseosa, de las llamadas “guerras santas” y de las
prácticas violentas de ciertos grupos extremistas).
“—El Señor te ha
escogido como servidor, Mick, tal como nos ha escogido a nosotros. El resto del
mundo no lo entiende. Pero el abuelo Jake lo comprendió hace mucho, en mil
ochocientos veinte. Notó que todas las personas a quienes odiaba morían sin que
él moviera un dedo. Y por un tiempo pensó que era como una de esas antiguas
brujas que con sus maldiciones logran que la gente se marchite y se muera por
el poder del diablo. Pero era un hombre temeroso de Dios y no mantenía tratos
con Satanás. Vivía en tiempos difíciles, cuando muchos hombres mataban en una
pelea, pero el abuelo Jake nunca mató. Nunca usó los puños. Era un hombre de
paz y contuvo su furia, como el Señor ordena en el Nuevo Testamento. ¡Así que
no era un siervo de Satanás!
La
potente voz de papá Lem resonó en ese villorrio, y advertí que había un grupo
de gente alrededor. Ahora no había niños, sólo adultos, quizá para oír a Lem,
pero sin duda para verme a mí. Porque era como decía esa muchacha de Roanoke,
no había ninguno que chisporroteara tanto como yo. No sabía si ellos podían
verlo, pero yo sí. Comparados con la gente normal eran bastante polvorientos, pero
comparados conmigo, o incluso con mamá y papá, eran bastante opacos.
—Estudió
las escrituras para averiguar por qué sus enemigos sufrían tumores,
hemorragias, toses y podredumbre, y tropezó con ese versículo del Génesis donde
el señor dice a Abraham: «Bendeciré a quienes te bendigan, y maldeciré a
quienes te maldigan». Y supo en su corazón que el Señor lo había escogido, tal
como había escogido a Abraham. Y cuando Isaac dio la bendición de Dios a Jacob,
dijo: «Que la gente te sirva, y que las naciones se inclinen ante ti: maldito
sea quien te maldiga, y bendito sea quien te bendiga». Las promesas hechas a
los patriarcas se cumplieron nuevamente en el abuelo Jake, pues quien lo maldecía
era maldecido por Dios.
Al
citar esas palabras de la Biblia, papá Lem hablaba con la voz del mismísimo
Dios, os lo aseguro. Me sentí exaltado al saber que era Dios quien había
otorgado semejante poder a mi familia. A toda la familia, tal como decía papá
Lem, pues el Señor prometió a Abraham que sus hijos se multiplicarían como
astros en el cielo, lo cual significaba mucho más de lo que suponía Abraham, quien
no tenía telescopio. Y ahora esa promesa se aplicaba al abuelo Jake, como
aquella de que «en ti serán bendecidas todas las familias de la Tierra». Así
que el abuelo Jake se puso a estudiar el libro del Génesis para cumplir esas
promesas igual que los patriarcas. Vio que se tomaban muchas molestias para
casarse con su parentela. Ustedes saben que Abraham se casó con Sara, hija de
su hermano, y que Isaac se casó con su prima Rebeca, y que Jacob se casó con
sus primas Lea y Raquel. Así que el abuelo Jake abandonó a su primera esposa
porque la consideró indigna, tal vez porque no irradiaba muchas chispas, y se
prendó de la hija de su hermano, y cuando el hermano amenazó con matarlo si la
tocaba, el abuelo Jake huyó con ella y su hermano murió de una maldición, tal
como le sucedió al padre de Sara en la Biblia. El abuelo Jake sabía hacer las
cosas. Y se aseguró de que todos sus hijos se casaran con sus primas carnales,
y así todos tuvieron el doble de chispa, como cuando se aparean perdigueros con
perdigueros sin mezclarlos, para mantener pura la raza”.
Narrado en primera persona por su protagonista, quien aquí realiza una
confesión a un grupo de personas de los que solo hacia su desenlace se descubre
su identidad, trata acerca de una familia que por siglos vive apartada del
resto de la comunidad estadounidense y que posee el don para matar usando la
energía de sus cuerpos. El personaje
principal es un muchacho de diecisiete años, quien descubre la verdadera
naturaleza de su mala suerte (pues a lo largo de su breve existencia, ha sido
testigo de cómo ha sido el causante, sin proponérselo, de la muerte por cáncer
de un montón de gente, incluso de sus seres queridos). Es entonces que realiza un viaje de escape,
una vez que se entera de que es perseguido por quienes desean hacer uso de su
habilidad y en medio de su periplo llega a conocer a sus verdaderos padres,
quienes estaban por completo involucrados en todo lo que le había pasado hasta
entonces. Cuando se entera de que además
existen dos bandos entre quienes poseen estas capacidades, lo que ha dado pie a
una especie de guerra clandestina, se ve obligado a tomar partido por una de
sus facciones.
La naturaleza de los personajes recuerda sin duda a la idea de los
mutantes, estereotipo desarrollado en el género desde sus comienzos y a partir
de las primeras décadas del siglo pasado, con obras como Slan de A. E. van Vogt;
concepto que luego tendría su cenit con el desarrollo de los cómics tipo X-Men
y todas sus variantes.
Cabe destacar que el pueblo al que llega el protagonista y donde entra
en contacto con sus raíces, se haya en medio de las montañas; además su gente
practica la endogamia, es decir, se casan entre familiares…Es respecto a todo
esto que el autor hace uso de una leyenda urbana muy popular entre los
norteamericanos, la cual atiende a la creencia de poblados aislados de personas
con estas características, a los que además se les adjudica la costumbre del
canibalismo. Todo esto ha inspirado una
serie de obras de ficción como esta, si bien en este caso Card ha prescindido
de la antropofagia, aunque sí manteniendo el gusto por la violencia de sus
habitantes (entre otros aspectos).
Este cuento le valió al escritor al menos dos importantes premios
especializados y llama la atención que como ya lo ha hecho antes, no haya
aprovechado sus virtudes convirtiéndolo en una novela (y hasta en el comienzo
de una saga). A ver si más adelante se
anima a ello.
4- El Cuento de Santa Amy: Otro relato de ciencia ficción con un potente trasfondo religioso, en
este caso donde la existencia de la teología judeocristiana se ve como un pilar
fundamental para sostener el nacimiento y desarrollo de una sociedad y de su
cultura. No obstante como se trata de
una obra propia de la también llamada literatura anticipativa, el dogma religioso
se muestra teñido por unos que otros cambios en su doctrina, más por el hecho
de tratarse de un relato con ciertas características postapocalípticas; por
ende, el mundo ha cambiado lo suficiente como para que las creencias hayan
evolucionado, aun cuando se encuentren basadas en los textos bíblicos. Además como ya es habitual en otros títulos
de su autor, el ecumenismo se encuentra presente en la configuración de esta
nueva comunidad, ya que los responsables de su origen resultan provenir de
distintos credos judeocristianos (y como ya se ha visto en otras narraciones de
Card, dispuestos a trabajar juntos por el bien común).
Con dos niveles narrativos, los que corresponden a los dos enfoques
desde los cuales se cuenta esta historia, con un narrador testigo y con otro omnisciente,
trata acerca del fin del mundo tal y como lo conocemos y del surgimiento desde
sus cenizas de uno nuevo. Lo más
interesante resulta ser que los mismos protagonistas de este cuento, resultan
ser los responsables de que el viejo sistema haya desaparecido, ya que tienen
en su poder una máquina capaz de deshacerse de cualquier tecnología; asimismo
luego se convierten en los líderes de la renovada humanidad. El típico miedo y desprecio a la tecnificación
(por lo cual supuestamente se originó la guerra, que los llevó a tomar la
decisión de acabar con el antiguo orden de las cosas), motiva a los
sobrevivientes a optar por un estilo de vida más ecológico y sin utilizar
máquinas sofisticadas. En cierto sentido
estos precursores de la nueva sociedad, podrían considerarse como extremistas
religiosos, ya que para promover sus ideas llegan a destruir sin tapujos todo
lo que les parece “diabólico”, o sea, todo aquello relacionado con los avances
tecnológicos (modo de ver la realidad propio de estos grupos
fundamentalistas). Sin embargo el autor
no los demoniza en su trabajo, si no que elabora todo como un ejemplo de
autosacrificio, para encontrar la supuesta verdadera felicidad y la
supervivencia de la especie.
“Dios ha destruido el
mundo antes. Una vez con un diluvio, cuando Noé afrontó la tormenta en el Arca.
Y una vez la torre del orgullo del mundo fue destruida en la confusión de
lenguas. Las otras veces, si las hubo, han sido olvidadas.
Es
probable que el mundo sea destruido de nuevo, si no nos arrepentimos. Y no penséis
que podéis esconderos de los ángeles. Comienzan como personas normales, y nunca
se sabe quiénes son. De pronto Dios les confiere el poder de destruir, y
destruyen. De pronto, cuando termina la destrucción, el ángel las abandona y se
vuelven personas normales. Como mi madre y mi padre.
No
recuerdo el rostro de Padre Charlie. Yo era demasiado pequeña.
Luego
Madre Elouise me hablaría a menudo de Padre Charlie. Nació al oeste, en una
tierra donde el agua llegaba hasta las parcelas a través de zanjas, casi nunca
del cielo. Era una tierra dejada de la mano de Dios. Allá los hombres creían
vivir sólo por la fuerza de sus manos. Los hombres cavaron sus zanjas y se
olvidaron de Dios y se volvieron científicos. Padre Charlie se volvió
científico. Trabajaba con animales diminutos, rompiendo el núcleo del núcleo y
combinándolos de nuevas maneras. Había muchos núcleos rotos donde él trabajaba,
y uno de los animalillos escapó y mató gente hasta que yacieron en grandes
pilas como peces en la bodega del barco.
Pero
esto no fue la destrucción del mundo.
Oh,
eran gigantes en esos tiempos, y se olvidaron del Señor, pero cuando sus gentes
yacían en pilas de carnes putrefactas y huesos quebradizos, recordaron que eran
débiles”.
5- Carne de Rey: Cuando un lector habitual de la literatura de Orson Scott Card se
encuentra con este relato, bien le podría sorprender que alguien capaz de crear
obras tan sensibles y emotivas como su ya ultracitada saga de Ender, su ciclo
de Alvin Macker y sus novelas independientes de Esperanza del Venado y Maestro
Cantor, entre muchas obras más, sea capaz de escribir también una
historia tan perturbadora como esta. Con
un título engañoso que hace creer que se refiere al cuerpo de un mismísimo rey,
en realidad hace referencia a los gustos culinarios poco gratos a ojos humanos,
de un rey que para nada corresponde a un hombre…
En una alejada colonia de un planeta sus habitantes viven dominados por
una entidad alienígena invasora, que acostumbra comer parte de los cuerpos de
sus “súbditos”. La ingrata tarea de cosechar miembros humanos, sin matar a las
víctimas, corre a manos de un hombre, quien prácticamente sin ápice de crueldad
lleva esta carne hasta el tirano y su esposa (ambos criaturas horrendas,
salidas de la fantasía propia de un texto de la más rancia ciencia ficción pulp). De este modo la comunidad se encuentra llena
de tullidos de las formas menos esperadas.
Cuando el pueblo es liberado de su yugo, su gente exige justicia, en
especial entre los pocos humanos que servían a los monstruos y entre ellos a
quien llamaban el Pastor. Pero cuando se
efectúa el juicio, gracias a sofisticados aparatos descubren la verdad sobre
este sujeto.
“Y el Pastor entró en
la aldea enfilando hacia una casa que recordaba de la última vez. Fue hasta la puerta
y oyó suspiros en las casas, y silencio en la que había escogido.
Alzó
la mano ante la puerta y ésta se abrió, pues para eso estaba programada: pues
todas las cosas que se abrían cumplían la voluntad del Pastor, o al menos
servían a la esfera de metal brillante que el rey le había implantado en la
mano. Dentro de la casa reinaba la penumbra, pero la penumbra no le impidió ver
los ojos blancos de un viejo tendido en una hamaca, las piernas colgando
blandamente. El hombre creyó ver su futuro en los ojos del Pastor, hasta que el
Pastor entró en la cocina.
Había
una muchacha de quince años frente a un armario, las manos cerradas con furia.
Pero el Pastor sacudió la cabeza y alzó la mano, y el armario respondió y se
abrió a pesar de que ella lo empujaba, y allí apareció un bebé envuelto en mantas
destinadas a sofocar sus murmullos. El Pastor sonrió y sacudió la cabeza. Era
una sonrisa benévola y bella, y la mujer deseó morir.
El
Pastor le acarició la mejilla y ella suspiró y gimió. Él metió la mano en el
talego, extrajo el cayado, le apoyó el disco en la sien y le sonrió. Los ojos
de ella murieron pero los labios quedaron con vida y mostraron los dientes. El
Pastor la depositó en el piso, le entreabrió la blusa y sacó el hacha del talego.
Acarició
el cilindro largo y delgado y una luz diminuta brilló en un extremo. Apoyó la
punta reluciente del hacha en la parte inferior del pecho y trazó un ancho
círculo. Una delgada línea roja siguió al hacha, y el Pastor cogió el pecho con
la mano. Después de dejarlo al lado, acarició el hacha y la luz se puso azul.
Pasó el hacha por el rojo tajo, y la sangre se cristalizó y secó al
cauterizarse la herida.
Puso
el pecho en su talego y repitió el procedimiento en el otro lado. La mujer
observaba con divertido desinterés, sonriendo. Sonreiría así durante días, hasta
que la paz se disipara”.
El clímax y su desenlace no pueden ser más chocantes y ante todo el
desarrollo del argumento, uno llega a preguntarse en qué radica su aspecto
religioso. A menos que se sea muy sagaz
de pensamiento, como para encontrar la alegoría por sí solo en este
espeluznante relato, es gracias a la apostilla de su autor que se puede
entender mejor su trasfondo teológico.
6- Sagrado: Un
cuento largo tanto o más que Ojo por Ojo y que también se haya
dentro del terreno de la ciencia ficción.
Un xenoarqueólogo (esto es un estudioso de las culturas alienígenas) debido
a su misión que consiste en abrir rutas comerciales para la empresa en que
trabaja, se haya en medio de una guerra entre dos pueblos que al parecer
comparten el mismo planeta. En contra de
su voluntad se ve obligado a participar de un rito funerario religioso, que en
un principio le parece execrable, aparte de hallarse en peligro de ser muerto
por los enemigos de la comunidad con la cual ha entrado en contacto. Su mortal periplo lo lleva a hacerse una idea
mucho más integral acerca de las costumbres indígenas, lo que luego lo hace
cuestionarse sus propios principios “civilizados”.
El texto permite abordar la validez de un sistema ideológico y social
por completo diferente al de una sociedad de tipo occidental, de modo que pese
a las diferencias culturales, es posible identificar valores que comparten
pueblos diferentes y con ello conseguir respetarlos. Asimismo todo esto permite reconocer la
magnitud que cumplen los ritos religiosos para la gente, por lo que la religión
misma se constituye en un medio para otorgarle su propia identidad.
“Por alguna razón
también a mí me acongojaba la muerte de Crofe. La corporación, desde luego, continuaría
avanzando en sus tratos con los ylymyny, e incluso tendría menos dificultades.
Pero Crofe era un negociador digno. A ambos nos complacía el juego del regateo,
al margen de las barreras que interpusiera nuestra mutua extrañeza.
Los
soldados desnudaron el cadáver. Enterraron la ropa bajo las piedras. Luego lo
apuñalaron con sus cuchillos para abrirle las entrañas y cortar los intestinos
de punta a punta. El hedor era insoportable, y apenas contuve el vómito.
Trabajaban con ahínco, extrayendo cada fragmento de materia que hubiera pasado
por las tripas para guardarlo en un pequeño saco de cuero. Cuando el intestino
quedó tan limpio como podían dejarlo esos cuchillos de piedra, cerraron el
saco, y Da se lo colgó del cuello con una cuerda. Se volvió hacia los demás con
lágrimas en los ojos, mirándolos uno por uno.
—Iré
a la montaña —susurró.
Los
demás asintieron; algunos lloraron aún más.
No conocía esta faceta de Orson Scott Card; es un autor al que debo prestar más atención. Los relatos tienen un aspecto muy interesante. Aprovecho para desearte un feliz año 2015, Elwin. Un abrazo desde España.
ResponderEliminarEn realidad, Tomás, te recomiendo a mi segundo autor favorito de corazón; yo mantengo guardaditos unas cuantas novelas suyas para leer este año (de hecho la saga de "El Regreso a la Tierra" la tengo hace años sin leer y ya es hora de que le dedique tiempo); además hace rato que pretendo comprar otros libros suyos. Te agradezco tu saludo de fin de año y también te deseo lo mejor para ti, los tuyos y el genial blog que posee (por cierto, te menciono en mi primer texto de este año).
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