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jueves, 1 de octubre de 2020

Antes de Watchmen, décima parte (y final): La Maldición del Corsario Carmesí.


John Higgins, el coautor.
 
    Cuando en 2012 apareció por fin el largamente esperado proyecto de volver al universo ficcional de Watchmen (1986-1987, la magna obra del cómic ochentero “para adultos”, escrita por Alan Moore y dibujada por Dave Gibbons, en plan homenaje y visión descarnizada del subgénero de superhéroes), gracias a la serie de precuelas titulada como Antes de Watchmen, solo dos nombres del clásico precursor de todas esas historias, en tono más serio sobre justicieros enmascarados y con trajes ajustados, se repitieron en tales nuevas aventuras.  Uno de ellos corresponde al del no hace mucho tristemente desaparecido Len Wein, quien ejerció como editor en la mentada novela gráfica y el otro corresponde a John Higgins, encargado de colorear (y vaya que lo hizo magnífico) los de ya por sí hermosos dibujos de Gibbons; fue así que el primero, hace rato ya un destacado guionista, escribió más de una miniserie dentro de Antes de Watchmen (específicamente Ozymandias – mi favorita de esta colección- y Dollar Bill), mientras que el otro y unido al propio Wein, se encargó de realizar todo un homenaje para la obra que inspiró estos trabajos más recientes: el dibujo y la coescritura del guión de La Maldición del Corsario Carmesí.
     Debe saberse que dentro de las páginas de Watchmen, aparecen las viñetas de un cómic leído por un niño común y corriente, un civil que aparece de vez en cuando y quien se deleita con el argumento de Relatos del Navio Negro; se trata de una oscura y violenta historia de piratas, que aparece fragmentada en cada uno de los 12 números que comprenden el título principal.  Cabe mencionar que corresponde  a un texto sobre la caída progresiva en la condenación de su protagonista, la cual sirve como reflejo (en parte) de la misma trama sobre los justicieros de Watchmen.
       Teniendo en cuenta lo mencionado arriba, no podía haber un Antes de Watchmen sin su propio cómic “satélite” sobre piratas y he ahí donde nos encontramos con La Maldición del Corsario Carmesí.  Pero antes de referirme sobre de qué va esta “historieta dentro de la historieta” (a manera de la más rancia tradición de la literatura, en lo que se llama relato enmarcado), ya es hora de referirse a quién es John Higgins ¿No?
    Nacido en Reino Unido en 1949, su carrera profesional ha estado ligada a una importante revista de su patria dedicada al noveno arte: 2000 AD, publicación de cómics de ciencia ficción de la cual han surgido títulos y personajes hoy tan populares como el mismísimo Juez Dredd.  Considerando que Moore también es de origen británico, era obvio que en su juventud se conocerían y trabajarían juntos, de modo que cuando DC “importó” varios nombres importantes del medio en los ochenta, ambos volvieron a firmar en sociedad para la compañía gringa y en otra importante obra: Batman: La Broma Asesina (1988), esta vez poniéndole color al trazo de Brian Bolland (otro inglés).  El resto de su trabajo tanto para su tierra natal como para el mercado estadounidense, lo ha llevado a trabajar por igual en el cine en filmes de imagen real y de animación, así como portadista de libros. 
    Destacable viene a ser su incursión en el llorado sello Vertigo de DC, donde encontramos la prueba viviente de su labor recomendable, en títulos tan emblemáticos como nada menos que Hellblazer y Mundo sin Fin, este último junto a su también compatriota Jamie Delano.

 
La Historia.
 
     Publicada originalmente a razón de dos páginas entre 28 números de los 37 que comprenden Antes de Watchmen (lo que nos da un total de 58 páginas, una suma respetable y que bien podría considerarse como un one-shot, historia autoconclusiva de un solo número), se trata de una obra dividida en 3 partes: El Diablo de las Profundidades, ¡El Mal que hacen los Hombres…! y Anchas eran las Alas del Dragón.  La trama fue realizada por el maestro Len Wein en el primer arco (los 10 primeros números) y en la primera entrega del segundo, encargándose luego Higgins, quien en general llevó muy bien la tarea solo, realizando además un dibujo magnifico en el cual combina muy bien el realismo salvaje que esperaríamos de este tipo de narraciones (barcos, selvas y guerreros con sus respectivas indumentarias), con un imaginario propio de las fabulaciones terroríficas, sangrientas y violentas que le hacen el peso a algunas de las mejores viñetas de las historias centrales de la colección.  Plausible viene a ser el aspecto cromático dado a las imágenes, donde en la primera parte destacan los colores oscuros, nocturnos y fríos, propios de la muerte más fantasmal en alta mar, para pasar luego a un espectro más vivo y que, pese a su propia luz, representa otro tipo de peligros mortales.
    La trama trata acerca de un marino que tiene un cargo más o menos importante en un barco, quien solo por intentar ser un hombre justo en medio de un ambiente donde el honor no tiene mucha validez, cae en la desgracia más profunda cada vez, al llegar a otro embarque, aunque este de connotaciones sobrenaturales y malditos (me voy a reservar el verdadero nombre de este último para que lo descubran por su cuenta…en el caso de que sepan sobre historias del mar).  En otras palabras, logra escapar de la sartén para caer al fuego, arrancar de Escila para caer en las fauces de Caribdis. Sin embargo, le ofrecen recuperar su libertad a cambio de encontrar 3 objetos imposibles y de ese modo el resto de la trama tratará sobre su viaje para conseguir dicho objetivo.  El espanto sobre lo peor de la humanidad, conociendo a gente indeseable en el mayor de los casos y todo tipo de atrocidades entre “naturales” y sobrenaturales, nos dejará con un sabor amargo que no deja de ir de la mano con algunas de los argumentos dedicados a los mismísimos Vigilantes.
     Por mi parte, el único “pero” que le pongo a esta pieza que luego fue editada de manera compilatoria en los integrales de Antes de Watchmen, es sobre su precipitado final, que pareciera haber sido realizado por la presión de cerrar de una vez este agregado.  Por cierto, aplausos para el lenguaje más “florido” o arcaico usado en esta obra, el cual nos ayuda a sumergirnos en otra época, lo cual de seguro en su idioma original se puede disfrutar aún más, por no mencionar los diálogos en una lengua mesoamericana que aparecen en el último arco de La Maldición del Corsario Carmesí.


miércoles, 19 de febrero de 2020

Lo que vino después... ¡Por fin!


1. El comienzo.

    Watchmen, el cómic de superhéroes para adultos de mediados de los ochenta, escrito por Alan Moore y dibujado por Dave Gibbons, está lejos considerado una de las obras cumbres de la historieta gringa; además, a menos que me equivoque, fue la primera en su tipo en abordar en plan "adulto" personajes de esas características, con violencia y sexo incluidos, a la par de una trama sofisticada de fuerte crítica social (mucho tiempo antes de Spawn, Wild Cats, Stormwatch y The Boys, entre otros)
    Los seguidores de esta historia en verdad maravillosa, llena de protagonistas carismáticos, por años y décadas pidieron tener más acerca de tal mundo; no obstante, por una u otra razón ello fue imposible y mucho menos incorporarlos al universo DC, como bien los sueños ñoños más fabriles deseaban.
    Gracias a la excelente película realizada por Scott Snyder y quien llevó a la pantalla grande este título, con todo el despliegue visual propio de las mega producciones hollywoodenses, Watchmen volvió a estar en el ojo del público y la industria; de ese modo, tiempo después DC se atrevió a revisitar dicha ficción y a sus vigilantes tan especiales. Solo entonces nació Antes de Watchmen, un enorme proyecto a manera de precuela y que bajo la mano de un montón de grandes artistas del noveno arte, dedicó varias miniseries a contarnos los orígenes y nuevas historias de los Minutemen, Espectro de Seda, Búho Nocturno, el Comediante, Doctor Manhattan y otros. La verdad es que este regreso sí que fue para celebrar.
    No obstante, seguimos manteniéndonos en las tinieblas sobre qué pasó después del impactante final de la novela gráfica original...Hasta el año pasado y ello gracias al guionista y a HBO, que le dio la oportunidad de llevar a cabo su idea.

2. La serie.

    En solo 9 episodios (que, claro, uno quisiera temporadas más extensas, como nos acostumbraron de niños, je) se nos cuenta lo que ha pasado en el Estados Unidos de Watchmen, más de 30 años después de lo conocido hasta ahora. Pero este regreso comienza de una manera muy especial y lo hace desde el pasado de lo que leímos/vimos en la Watchmen original, con una dramatización desgarradora y que no deja de ser realista debido al acontecimiento que nos muestra; luego, dicho evento será nada menos que la génesis del superhéroe más misterioso de los Minutemen, los justicieros de la Edad de Oro de ese mundo, Justicia Enmascarada. Cabe mencionar que la interpretación que hacen de este personaje, convirtiéndolo en uno de los subarcos argumentales destacados del programa, no deja de sacar aplausos.
    Con posterioridad saltamos al presente, en la misma ciudad donde ocurrieron los tristes hechos de los primeros minutos. Es entonces, que nos enteramos que ahora la policía cubre parte de su rostro para que no los identifiquen los criminales y no se venguen de ellos cebándose en sus seres queridos (una clara alusión menor a los alter egos de los superhéroes y su identidad secreta). Uno de esos agentes, resulta ser, la única de estos nuevos personajes en usar lo que podríamos llamar un verdadero traje de vigilante y quien se hace llamar Hermana Noche (en realidad, a este servidor le encantó su atuendo). Ella y su gente deben enfrentarse a la Séptima Caballería, un grupo de fanáticos racistas y supremacistas blancos, que demuestran tener más que un plan de acabar con los negros y, además, guardan varios secretos estratégicos.
    Los actos violentos que comienzan a producirse y que al parecer la policía (incluyendo los agentes disfrazados) es incapaz de controlar, motivan al FBI a mandar a una de sus especialistas...Otra dura mujer, que tiene un pasado muy estrecho con los viejos vigilantes que marcaron con su paso ese mundo.
    Por otro lado, asistimos a la vida lujosa y en un ambiente idílico, de un hombre que vive atendido con servilismo por sus empleados, aislados de lo que ocurre en Oklahoma. Solo bien avanzados los episodios, llegamos a saber de la identidad de este sujeto, alguien profundamente ligado a la historia que originó esta serie.
    Asimismo, una poderosa empresaria vietnamita lleva a cabo una construcción impresionante en plena ciudad, cuyo verdadero sentido solo se revela hacia el final de la temporada, tal cual muchos de los misterios que encontramos a lo largo de esta secuela. Cabe mencionar que la mujer, Lady Trieu, se inmiscuye en la existencia de todos los personajes mencionados hasta el momento.
    Solo teniendo en cuenta todos los elementos mencionados, el enorme rompecabezas que se ha ido armando desde un principio, no dejará indiferente a los espectadores, una vez que las piezas se unan y veamos la imagen total de este show, realizado con tanto amor y respeto al cómic de donde salió todo.

Algunos de los malos de la historia y cometiendo doble sacrilegio: usando una iglesia para sus fines desgraciados y ocupando la máscara del heroico Rorschach.
3. Comentarios personales.

     Watchmen (¿Por qué no le pusieron otro título, por lo menos Después de Watchmen, para no confundir a la gente y en especial a los fanáticos de la novela gráfica, de que podría tratarse de una adaptación innecesaria de la obra genérica?) está llena de guiños a la historieta de la que salió todo. Y como fiel heredera de su predecesora, viene a ser un título digno de recomendarse, aunque (ojo), solo a un público adulto y ñoño capaz de apreciar una trama enrevesada y compleja; por lo tanto, no es para un público masivo que espera los espectáculos más para "el pueblo", propio de las producciones de superhéroes hollywoodenses.
    La serie es violenta y tiene sexo, mostrando sin tapujos desnudos masculinos e incluyendo escenas de homosexualismo (bueno, a estas alturas solo los tontos se escandalizarían con ello), que no son gratuitas, pues se conducen a la perfección con el cómic que adoramos y con lo abordado en la precuela, Minutemen de Antes de Watchmen.
     Si en las historietas previas nunca tuvimos personajes negros entre los protagónicos, salvo un secundario (el niño que leía los cómics de los Relatos del Navío Negro ¿Lo recuerdan?), acá los tenemos por montones y tres de ellos en papeles estelares; al respecto, cabe mencionar a la morena, quien actúa como los dioses. A su vez, este importante detalle de que la comunidad afroamericana, tenga un rol destacado en el guión y donde se aborda de manera inteligente el tema de la xenofobia, permite para gozo de los cinéfilos el regreso de un actorazo: Louis Gossett Jr., a quien da gusto volver a verlo por estos lares, luego de tantos años desaparecido.
    Otro artista de antaño, que ojalá su reaparición acá no sea su canto del cisne, viene a ser Don Johnson, quien a sus años sigue viéndose tan regio y varonil como siempre. Y si vamos a hablar de estrellas veteranas que intervienen en esta joyita, lejos el mayor actor de ellos es Jeremy Irons; es así que este interpreta a uno de los protagonistas, uno de los mejores que aquí encontramos.
    Ya dije antes que solo Hermana Noche lleva un traje espectacular y que me encantó, que sus compañeros Pirata Jenny y pareciera que usaran atuendos improvisados y en verdad son horribles. Sin embargo, aparece otro personaje, uno más de los grandes aciertos del programa, Looking Glass, que solo usa una máscara; dicho accesorio resulta tan acertada como la del recordado Rorschach. Además, su personalidad tiene mucho de su "antepasado", otra caricia para los amantes de Watchmen.
     Debe saberse que Dave Gibbons trabajó como consultor especializado de la serie (lo mínimo a la hora de honrar al maestro co creador del material original), aunque como ya  pasado con otras adaptaciones de las obras de Alan Moore, el guionista, este último no quiso que ni siquiera saliera su nombre en los créditos; de modo que se desentendió una vez más de estas versiones audiovisuales de sus trabajos (lo que encuentro triste, si bien los artistas como él tienden a este tipo de mañas y otras peores, que Moore hace rato que reniega del género superheroico).
     Por cierto, la serie carece de créditos de apertura y ello es imperdonable, que un show como este ser merecía algo épico al respecto ¿No?
     En cuanto al final de esta pieza es "cerrado" y no cae en el happy end al que muchas veces nos acostumbraron. El creador del programa dijo, luego de que se emitió por primera vez su desenlace, que así acababa su obra; obviamente, quienes hemos gozado con su propuesta queremos más y esperamos en un futuro próximo llegue la segunda temporada; eso sí, claro debe quedar que para este 2020 ello no será posible...Mientras tanto a disfrutar lo que por ahora tenemos.

Los buenos atrapando a uno de los malos.

lunes, 15 de enero de 2018

Antes de Watchmen. Novena parte: Moloch.


9.1.-El Dibujante: Eduardo Risso (nacido el 23 de noviembre de 1959).

     Hoy en día es uno de los dibujantes argentinos de mayor renombre en el mercado gringo, trabajando para DC, Marvel y otras editoriales de prestigio como Image y Dark Horse.  De este modo, viene a ser uno de los tantos artistas trasandinos con una exitosa carrera allá, ya sea en historietas de superhéroes, como en otras de corte más adulto (tal cual los también consagrados Fabián Niciesa, guionista y los igualmente ilustradores Enrique Breccia, Ariel Olivetti y Enrique Alcatena).
     Su carrera comenzó en su patria trabajando en revistas emblemáticas en lo que concierne al cómic de su país (las que bien en Chile hemos podido disfrutar…por ser vecinos) como Fierro y Puertitas.  Ya en esos años, plena década de los ochenta, comenzó a colaborar con escritores como Ricardo Barreiro y Carlos Trillo, con quienes ha laburado en varias ocasiones, siendo que con el último luego siguió trabajando cuando comenzó a ser editado por los europeos y en otras revistas de renombre como Totem.  Entre los títulos que realizó en esta época, se encuentran Parque Chas (sobre un barrio bonarense en el que suceden eventos extraordinarios, como si fuese una especie de portal entre mundos extraños), Caín (correspondiente, más o menos, a la ciencia ficción antiutópica, en la que su protagonista, Caín y nacido en la miseria, decide centrar su vida en la violencia y la venganza para desentrañar sus oscuros orígenes) y Fulú (la odisea de una esclava negra en Brasil y tras la búsqueda de recuperar su libertad en el siglo XVII).
     En los noventa su pluma estuvo al servicio de empresas europeas, títulos que luego los estadounidenses no se resistieron a publicar.  De entre estos trabajos suyos se encuentran Bordeline (otra vez con una dama de protagonista, aunque ahora en un futuro postapocalíptico y en el que su protagonista tras terribles eventos en su vida, se transforma en una asesina incapacitada para tratar con sus congéneres), Yo, Vampiro (también conocida en español como N/N y en inglés como Boy vampiro, corresponde a una interesante variación del tema del vampirismo, centrada en un chico de origen egipcio que desde la época de las pirámides sigue en su existencia de inmortal, luego de que un meteorito al caer le provocó tal mutación) y Chicanos (sobre las vicisitudes de una detective tras robar los documentos que incriminan a un mafioso en un asesinato y ello la lleva a tener que escapar de su banda).  Otras series limitadas suyas que se pueden mencionar son Horror Revisitado y Video Noir.
     Ya en las lides yanquis, comenzó haciendo novelas gráficas sobre la franquicia de Alien para Dark Horse, incluyendo, además, al menos 4 miniseries para la mítica revista Heavy Metal: Slippery Woman, Indecisión, Incompatible y Costume Party.  Sin embargo, lo que más gloria le ha traído en material del llamado noveno arte para los gringos, que no tenga que ver con superhéroes, viene a ser su labor junto a Brian Azarello, guionista con el que ha colaborado en otros trabajos también y a lo largo de nada menos que de 100 números.  En esta saga, todo uno de los títulos emblemáticos del sello para lectores adultos Vertigo de DC, un hombre se dedica a entregar maletines con 100 balas que otorgan a sus dueños la oportunidad de matar a tiros a quien deseen; es así que una misteriosa organización está involucrada en ello e incluye una venganza contra las 13 familias que traicionaron hace años a esta agrupación conocida como Minutemen o Milicianos.  Esta obra ganó un montón de premios y está considerada dentro de lo mejor de su estilo y de sus creadores.
     En materia de superhéroes (dentro de lo que está, por supuesto, Antes de Watchmen), se pueden mencionar varios trabajos memorables de Risso.  Esta vez solo me remitiré a 2 trabajos en especial, uno para Marvel y otro para DC: Logan es una historia de 3 partes escrita por otro de los grandes guionistas de cómics,  Brian K. Vaughan, con quien realizó un emotivo relato sobre el pasado del mutante más célebre y querido de todo el universo marvelita.  Ambientada en la Segunda Guerra Mundial y nada menos que en un campamento para prisioneros nazi, vemos a Wolverine atrapado entre sus rejas, aunque nunca sin perder su fuerza de voluntad, para convertirse en la peor pesadilla del mandamás del lugar.  Luego nos encontramos con Batman: Ciudad Rota, una historia de detectives en la que el Murciélago debe resolver el horrible crimen de una mujer asesinada, encontrándose en el camino con algunos de sus villanos más famosos como lo son Killer Croc, el Ventrílocuo y Scarface, el Pingüino…y el Guasón.
     Solo terminaré este apartado dedicado a la obra de Risso, mencionando que una vez más junto a su socio Azarello, realizó una de las miniseries más impactantes de todos los especiales que representaron el mundo trastocado de Flashpoint: El Caballero de la Venganza, una en verdad sublime historieta en la que Batman no es Bruce Wayne y el Guasón resulta ser nada menos que alguien muy ligado al pasado del Caballero Oscuro.
      …Y para colgarme, el año pasado en noviembre el artista fue invitado a un evento ñoño (más encima gratuito para el público) en el que dio una charla y, por supuesto, firmó autógrafos. Me quedaba todo muy cerca de casa… ¡Y no asistí! (aunque sí lo hice al siguiente día, aunque para entonces ya no estaba este valioso caricaturista) ¿Para colgarme, cierto?


Una impactante portada para otra novela gráfica que les recomiendo mucho.
9.2.- El cómic.

      Se trata de la tercera miniserie escrita por el igualmente sobresaliente J. Michael Straczynski para este proyecto, luego de haber firmado para Búho Nocturno y Doctor Manhattan.  Este arco argumental consta de 2 números y viene a ser el único de todo Antes de Watchmen dedicado a un villano; sin embargo tal como en otros títulos de la colección, aparecen como “invitados” otros personajes, es decir,  los mismísimos superhéroes, que la obra original y las precuelas en su mayoría tratan sobre ellos.  No obstante, al dársele este protagonismo al único villano destacado en la historieta de Moore y Gibbons, se pudo complementar mejor cómo es ese oscuro mundo de ficción (y tan cercano al nuestro), en el que transcurren estas divertidas historias.  No se debe olvidar, además, que tal como sucede en el título germinal de todo esto, el destino final de Moloch está ligado de manera inexorable al de Ozymandias, de modo que en sus páginas se nos revelan sus antecedentes de manera gratificante.
      El cómic comienza con un Moloch (no puede ser más ominoso su nombre, sacado de un destacado demonio del mundo antiguo y mencionado incluso en la Biblia) ya devastado y casi en la vejez, terminando sus años de prisión (antes de que lo encontremos en los acontecimientos de Watchmen).  En una historieta tradicional de hoy en día sobre el género, bien podría ser que este momento en la vida del ex malhechor daría paso a su conversión e incluso a su opción por el camino de los justicieros, ya sea como uno más del grupo o como importante aliado (cabe recordar no más los casos del Flautista, el Bromista II y por un tiempo con el Capitán Frío en las revistas de Flash o los ejemplos aún más destacados de Viuda Negra y Ojo de Halcón con los Vengadores); incluso acá se ve como el sujeto de aspecto de duende es acogido por su antiguo rival, millonario, genio inventor y supuesto filántropo Ozymandias, quien le da una nueva oportunidad al ofrecerle un trabajo (las similitudes de todo esto con varias facetas de Batman y su misión redentora hacia algunos de los villanos en retiro, es evidente)…Sin embargo estamos hablando de un cómic de Antes de Watchmen, por lo que pese a las apariencias las cosas no son dulces como se quisiera y bien quienes conocemos el texto genérico, sabemos que el gesto del antiguo paladín esconde más que buena voluntad.  Empero, es en la manera que esta obra nos muestra la génesis del final de Moloch, que se haya presente una vez más la maestría de sus creadores.
    Resulta difícil no sentir piedad por este Moloch decrépito, puesto que además la trama nos lleva hacia sus recuerdos, desde su desgraciada infancia hasta su carrera como criminal.  Siempre opacado por el resto, primero por quienes debían ser sus pares y se burlaban de su bizarro aspecto (he ahí, tal vez, la mejor justificación suya para abrazar la senda del mal), luego por las mujeres que lo rechazaban aun estando en el poder y, por último, por los propios Watchmen, que una y otra vez lo derrotaban.  Fácilmente podría decirse que tal como queda de manifiesto en las viñetas de Moloch, el villano nunca fue uno de esos genios del mal sobresaliente por sus fechorías, al contrario, siempre (y aún en sus mejores momentos) fue con suerte un segundón.
      En medio de un mundo en el que los poderosos en buena parte no poseen empatía alguna y son tanto o más maquiavélicos que quienes son considerados la escoria de la sociedad, se nos muestra al protagonista de este título como un sujeto que aparte de ser patético, demuestra en sus debilidades una humanidad de la que carecen gente como el Comediante o los ya mencionados Doctor Manhattan y Ozymandias.
     Las dos portadas creadas por Eduardo Risso, en verdad preciosas pese a su elemento más siniestro, nos presentan a un Moloch como en realidad apenas llegamos a vislumbrar en la historieta: como un hombre de temer y mortal como él solo.  Esta idea de crear ilustraciones más o menos engañosas para las portadas de los cómics, es habitual en las revistas de superhéroes y las que muchas veces nos hacen una promesa de algo que en realidad no sucede, tal  y como se creyera en su interior, pues como en la vida real todo es más complejo de lo que se quisiera (siendo que, por supuesto, estas formidables portadas se hacen así para vender más, que estamos hablando de un mercado más).  Por otro lado, el engaño que son estas imágenes, juega de igual manera con la dimensión de supuesto mago que es el propio Moloch, algo retratado dentro de esta obra. Y, sin embargo, el uso las cartas de juego como símbolo en ambas ilustraciones, no es algo gratuito, ya que representan no solo el azar, sino que en la manos de Moloch el deseo de todo ser humano de controlar el destino; luego queda demostrado que por mucho que la voluntad nos motive, no siempre podemos tener todo lo que queremos y nuestros planes se van al carajo. Destaca también en el número 2 de la miniserie, la efigie del soberbio Ozymandias, quien, como ya sabemos, marca el destino final del malogrado protagonista.   Con respecto a las viñetas que conforman el resto de la novela gráfica, dejan de lado su aspecto más realista, para pasar a una estética de tipo caricaturesco y exagerado en ocasiones, que resalta el patetismo de sus situaciones.

Da pena este Moloch...¿Cierto?

domingo, 1 de octubre de 2017

Despedirse de Len Wein o Regreso al Mundo de Watchmen. Octava parte: Dollar Bill.


1- Palabras por Len Wein.

     En marzo de este año no más nos tocó enterrar a Berni Wrighson, el famoso dibujante de cómics e ilustrador, cocreador de ese personaje tan emblemático de DC como lo viene a ser la Cosa del Pantano.    Su compañero en tal labor fue otro maestro de las historietas, Len Wein, quien realizó el guión de tal obra.  Al comenzar mi serie de posts dedicados a las novelas gráficas llamadas Antes de Watchmen, ya en la primera entrega mencioné al escritor, dedicándole posteriormente varios párrafos en mi entrada a la novela gráfica sobre Ozymandias…Pues cuando hice mi investigación sobre este último artista, de inmediato me di cuenta de su tremenda impronta en el mundo editorial, recordando además (en especial) cuánto disfruté de su trabajo para la colección de Hulk en los setenta (bueno, al menos de lo que he leído de ella); pues aparte de que en esa misma década nos dio al ya mencionado elemental de la Tierra, también dio origen a nada menos que Wolverine, para Marvel, justamente en la revista sobre el Coloso Esmeralda.  Es así que tengo el gusto de poseer tan histórico número, en uno de los tomos de la Biblioteca Marvel de Panini (no niego que me encantaría ser dueño de una edición mejor, ojalá a color y en tapa dura, pero peor es nada ¿No?).  De igual manera hace años, cuando solo de vez en cuando me compraba historietas y por lo general solo a muy bajo costo, gracias a unos compilatorios con los que comenzó la editorial Unlimited (made in Chile), adquirí una antología de bolsillo sobre los X-Men y entonces creo que fue de ese modo que me leí por primera vez algo de este señor…Pues venía nada menos que el también célebre Giant Sise X- Men, en el que el profesor Xavier reúne a un grupo de mutantes internacionales para rescatar a sus primeros alumnos de las garras de la isla viva de Krakoa…¡Otra verdadera joyita!
      Resultaría injusto dejar en este pequeño homenaje a la memoria de Len Wein, su contribución para la Mujer Maravilla de principios de Post Crisis, si bien fue ideada y dibujada por George Pérez, a finales de la década de los ochenta.  Y es que cuando su compañero empezó a escribir los primeros arcos argumentales, Wein se encargó de los diálogos y con ello logró realzar de ese modo la calidad literaria del cómic.  Una vez que esta nueva Diana de aquel entonces consiguió estabilizarse dentro de este universo DC, recién George Pérez pudo tener la independencia necesaria como para tener pleno control de la colección.
      No he pasado tanto tiempo con Len Wein como yo quisiera y de seguro cuando no sabía aún tanto sobre autores destacados del llamado noveno arte, me habré leído de seguro alguno que otro de sus trabajos sin tener conocimiento de ello.  Debo admitir que de todo lo que hizo, que fue bastante a lo largo de sus 69 años (¡Qué temprano se nos fue!), lejos me encantaría tener y disfrutar su paso por X-Men y Batman, sin dudas considerados entre sus mejores labores (aparte de sus dos grandes creaciones y a las que ya me he referido).  En otras palabras, me queda mucho por leer de este señor, por quien tengo un gran respeto, puesto que justamente de todas las miniseries de Antes de Watchmen, es nada menos que su historia para Ozymandias la que más me agrada.
       La semana pasada no más tuve el gusto de por fin comprarme la miniserie Legendas de DC, correspondiente al primer evento anual de la compañía, tras el reinicio de la mayoría de sus cómics tras la gloriosa Crisis en las Tierras Infinitas.  Importante trama que viene a ser responsable de la actualización que se hizo en aquellos años de varios personajes clásicos deciístas, como el villano Darkseid, el superhéroe Shazam (por aquel entonces conocido como Capitán Marvel) y el grupo de justicieros juveniles de los Teen Titans, yo sabía que contaba con maestros de la talla de John Byrne en el dibujo (el mismo del relanzamiento de Superman en esa misma época, sin dudas de lo mejorcito del Azuloso) y John Ostrander (quien nos concedió su Escuadrón Suicida en esta misma miniserie y luego se encargó de su propia serie, otro verdadero hito en las historietas)…Sin embargo grande fue mi sorpresa cuando me enteré de que los diálogos los había escrito Len Wein y que según el editor de tal evento, Mike Gold y quien luego hizo una muy interesante Introducción para el tomo compilatorio, había sido escogido debido al enorme conocimiento de este acerca de tales personajes.  Por supuesto que llegué a mi casa feliz con mi reciente adquisición, que por años tenía pendiente leerla (y, bueno, aún no lo hago, je).

Junto a mis regalones, Brunito y Amilcar, más mi joyita aquí mencionada.
2- Dollar Bill.  El Dibujate: Steve Rude.

     Nacido el 31 de diciembre de 1956 en USA (¡Qué fome la fecha, justo cuando la gente anda desfinanciada por Navidad y, por otro lado, en plenas vísperas de Año Nuevo!),  corresponde a otro importante artista visual con una larga trayectoria en muchas editoriales, trabajando en las aventuras de un montón de destacados personajes como Batman, Hulk y Spiderman.
      Además de su paso por un montón de títulos como ya ha quedado claro, es reconocido por ser el cocreador de Nexus, junto al guionista Mike Baron, siendo esta una historieta de ciencia ficción y llena de algunas de las razas alienígenas más curiosas del medio.  Aparecida a principios de los ochenta, ha pasado por varias editoriales de las manos de sus creadores y a través de varias miniseries, justamente por tener estos el control absoluto de dicha marca (lo que lamentablemente casi no sucede con sus colegas).
       Su estilo cuidado lo ha convertido en un gran portadista, al usar una técnica propia de la publicidad clásica, a través de imágenes en tonos pasteles y en poses heroicas, como también idealizadas de los personajes, lo que bien se puede apreciar en la preciosa imagen que hizo para su propia versión de la portada de Dollar Bill (que también como otras de Antes de Watchmen, contó con al menos dos alternativas, como una de Jim Lee y otra de Daryn Coocke), que atendiendo al origen del superhéroe rememora los famosos carteles nacionalistas de propaganda del Tío Sam.
       Pese a su ya mencionado estilo, para este one-shot optó por una estética más cercana a la de los cartoon, que ya vimos en la primera miniserie, dedicada a los Minutemen, quizás por el hecho de que su argumento ocurre en la misma época dorada de estos vigilantes y también debido al regreso del humor en el guión hecho por Lein, luego del dramatismo de al menos las dos anteriores entregas (Dr. Manhattan y Rorschach).
        Destacados galardones ha recibido Rude en numerosas ocasiones, entre ellos el Kirby, el Eisner y el Harvey, premios otorgados por su pincel que está considerado entre los grandes del cómic (si bien no es tan prolífico como otros artistas y en mi caso, hasta antes de esta historia no lo ubicaba de nombre).


3- El cómic.

        Narrado en primera persona por parte de su mismo protagonista, William Benjamin Brady, más conocido como Dollar Bill, es la historia de sus “orígenes secretos”, incluyendo su auge y particular caída.  Si bien quienes conocemos de antemano la obra original en la que aparece este sujeto, el final de su carrera como Minutemen es bastante conocido (el que dio lugar a un muy inolvidable homenaje/parodia en Los Increíbles de Pixar), siendo además uno de sus miembros más desconocidos, el enfoque dado por Len Wein lo convierte en este solo número en alguien entrañable...Cabe mencionar antes de referirse de lleno a su historia, la manera de cómo el guionista rompe con la realidad, al hacer que un Dollar Bill “extracorpóreo” sea quien nos cuenta su vida, todo desde un punto de vista ya lejano y con los ojos de cierta sabiduría luego de haber pasado por una existencia que en una primera instancia se podría considerarse como banal; pues este hombre reflexiona frente a lo pasado, tanto acerca de lo que fue su existencia, como sobre quienes lo rodearon (destacable viene a ser cuando emite sus juicios moralistas, debido a los intereses amorosos de su compañera Silueta, propios de la época hasta cierto punto y aun así es capaz de valorar otros aspectos sobre ella, por sobre su estrecha visión de mundo).
         Dollar Bill se nos presenta como el típico jovencito iluso e inexperto de muchas ficciones gringas, que se deja llevar por devenir de los acontecimientos (deportista que tuvo su momento de gloria, como muchos superhéroes arquetípicos) y quien debido justamente al azar llega a convertirse en el representante de una cadena de bancos que simula ser un justiciero.  Luego en un intento de darle a su vida un sentido más trascendente, decide unirse a los Minutemen y con lo que se enriquece esta pequeña (aunque valiosa) novela gráfica, al permitirnos conocer desde sus propios ojos lo que significa ser uno de ellos.  Por otro lado, resulta considerable el cambio espiritual por el que pasa el muchacho, al decidir abrazar el ideal superheroico, en medio de sujetos que en realidad no todos son elogiables y que gracias a lo hecho por los autores él sí aparece como alguien respetable.  Debido a todo esto, el cómic se adentra en la búsqueda de una persona imperfecta (como todos nosotros), haciendo que en poco más de 20 páginas consiga volverse alguien mejor.
        Siendo esta la última de las entregas de Antes de Watchmen sobre sus superhéroes (nos estarían quedando dos más, una de ellas también escrita por Len Wein, aunque con una orientación diferente como ya quedará claro en sus respectivos posts), no dejan de intervenir el resto de los vigilantes creados por Moore y Gibbons, lo que hace de su breve lectura algo aún más grato.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Regreso al Mundo de Watchmen. Séptima Parte: Rorschach


7.1- El Dibujante.

     Luego de Jae Lee (definitivamente uno de mis favoritos), de entre todos los grandes artistas del dibujo que trabajaron para Antes de Watchmen, sin dudas que el siguiente que tiene mi completa admiración por la calidad y estética de su trazo, viene a ser Lee Bermejo. Pues tuve el gusto de conocerlos hace años ya, gracias a una de las novelas gráficas más hermosas sobre el Caballero de la Noche, con las que me he encontrado a la largo de mi vida: Batman: Nöel, que él mismo escribió además de realizar sus viñetas.
      Debe saberse que este hoy en día consagrado caricaturista comenzó su labor nada menos que muy joven, como becario para WildStorm, el sello creado por Jim Lee en Image Comics y que luego pasó a ser parte de DC.  Sin tener mayores estudios formales a diferencia de muchos colegas suyos y valiéndose solo de su talento como autodidacta, sus primeras incursiones profesionales estuvieron en las franquicias de Resident Evil y Gen 13  entre 1998 y 1999 (siendo la segundo aquí mencionada una serie muy popular por aquellos años). 
     Ya conseguido una reputación en el medio, destacable viene a ser su labor en las páginas del Anual 1 de Wildcats, otro de los títulos estrellas de WildStorm y luego su salto en grande a DC, realizando varias colaboraciones para títulos sobre Superman y, por supuesto, Batman. 
      El sello Vertigo de la misma DC también lo ha fichado en más de una ocasión, como ha pasado con algunos de sus títulos insignia tal como Hellblazer y 100 Balas.  En el caso de esta última colección mencionada, debe saberse que en ella trabajó junto a Brian Azarrello, el mismo guionista con el que ha hecho varias de sus obras más destacadas como Lex Luthor y Joker, además de esta misma miniserie dedicada a Rorschach y a la que me referiré en breve.
     Para Marvel ha firmada nada menos que en algunas colecciones de Daredevil y X-Men, sin duda de entre lo más cotizado de la Casa de las Ideas.
     El perfeccionismo de su trabajo que busca un realismo que lo acerca a artistas como Alex Ross y J. G. Jones, lo ha convertido en uno de los portadistas más solicitados del noveno arte, pudiendo mencionarse sus bellas portadas para las tres primeras miniseries basadas en una de las novelas de Stephen King más emblemáticas: Apocalipsis (título al que me referiré dentro de poco en este blog). Ello para Marvel.

7.2- El Comic.

      El conflictuado y violento Rorschach es sin dudas uno de los mejores personajes de la creación original de Alan Moore y Dave Gibbons, debido justamente a su personalidad psicótica que lo convierte en un tipo que si no fuera por su fuerte sentido del deber, sería un psicópata más…y uno de temer.  Con su visión del mundo casi maniquea, en la que no hay perdón para los villanos y sus hábiles métodos de detective, si bien está inspirado en Question de la desaparecida editorial Charlton (que fagocitó DC), es una especie de cruce entre el Castigador y Batman.  Su dura infancia que lo marcó de por vida y su posterior opción justiciera que luego lo lleva a vivir apartado de la misma humanidad a la que ha jurado proteger, lo convierte en un sujeto carismático pese a no ser el alma de la fiesta.  De este modo contrasta con alguien como el Comediante, un tipo apuesto, sexy y siempre con una sonrisa, que no deja de ser un criminal más con permiso para matar, a diferencia de este otro sujeto amargado que se esconde bajo una máscara que causa temor, poco atractivo y que pese a todo quiere lo mejor para la gente.   
     Azarrello escoge muy bien la ambientación de su guión, llevando la historia al New York de los setenta, callejero, sucio y nocturno, lleno de delincuentes, prostitutas, proxenetas, drogadictos y personas en general de rostro endurecido.   Es así que en medio de este escenario nos encontramos con un Rorschach que trabaja en solitario, mientras anda detrás de un asesino serial que escoge entre sus víctimas solo a mujeres (siendo que nuestro protagonista posee un verdadero punto débil hacia las féminas indefensas y abusadas).  Por otro lado, en su camino se cruza un mafioso con aspecto de verdadero villano de cómics de superhéroes, toda una contrapartida en plan malvado al reservado y algo escuálido vigilante. 
     La trama ahonda en la soledad del protagonista, quien ha optado por no tener amigos, ni siquiera socios tras una temporada trabajando junto a Búho Nocturno.  Es así que la inclusión de una dulce mesera, con la que parece hay una especie de atracción entre ambos, que el argumento se vuelve mucho más fuerte a la hora de ahondar en la desgraciada vida de este hombre.
     Se trata de una de las novelas gráficas más violentas e impactantes de esta colección, sin un ápice de humor y en la que el acompañamiento gráfico de Bermejo aumenta sin dudas la crudeza de esta obra, que a mi humilde parecer es una de las mejores de Antes de Watchmen.   En ella el uso de tonos oscuros y las hermosas portadas (bastante ingeniosas por cierto dos de ellas, a la hora de jugar visualmente con la máscara del protagonista) para sus cuatro números, hacen de esta miniserie una verdadera delicia para los lectores.
     Para seguir la atmósfera de los lineamientos orquestados por los creadores originales, su sucesor mantiene la idea del diario de Rorschach.  Por lo tanto, tal como ya pasó con el de Ozymandias, se nos permite conocer de primera mano su propia psiquis, lo que significa adentrarse en su propia visión de mundo y que lejos lo diferencia pese a las cercanías al mencionado Ozymandias.
     Por último, debe mencionarse el hermoso homenaje y/o guiño que realiza Azarrello al filme de culto de Martin Scorsese Taxi Driver, hecho solo para cinéfilos, en unas cuantas viñetas donde Rorschach y el taxista interpretado por Robert de Niro en el filme tienen un muy interesante diálogo.  Tal momento no es gratuito y ubica de mejor manera al personaje del cómic, entre las grandes historias de los últimos tiempos. 

El homenaje a Taxi Driver.

domingo, 11 de junio de 2017

Antes de Watchmen. Sexta parte: Dr. Manhattan.


6.1. El Dibujante.

      Adam Hughes (Estados Unidos, 1967) es un dibujante con un estilo preciosista y minucioso, que se podría catalogar como perfeccionista y que bien nos puede recordar al de J. G. Jones, de quien ya me referí en mi post sobre El Comediante (sin embargo las mujeres de Hughes, lejos resultan ser mucho más despampanantes y hermosas que las de su colega).   Pese a tan connotadas virtudes, que lo han hecho estar entre los artistas más respetados y solicitados de su rubro (o más bien quizás debido a ello), desde  finales del siglo pasado se ha dedicado más al trabajo de portadista, que de caricaturista; es así que podemos encontrar sus bellísimas ilustraciones para las series regulares de las dos féminas más importantes de DC: Wonder Woman y Catwoman, en las que estuvo 5 y 4 años respectivamente, creando verdaderas imágenes hoy consideradas entre la iconografía más importante de estas dos.
Autoretrato de Adam Hughes.
       Marcado desde su infancia por el arte de Jack Kirby y de John Byrne, como muchos de sus colegas se sintió a temprana edad impulsado a hacer sus propios dibujos, gracias a tantos cómics que leía y coleccionaba (su condición de ser hijo único hizo, según sus propias declaraciones, que se sintiera acompañado por sus historias y personajes). 
        Fue a finales de los ochenta, cuando casi por casualidad al comienzo de su carrera profesional, fue contratado por DC para realizar el apartado gráfico de todo un clásico de los cómics superheroicos: Liga de la Justicia Internacional, lejos una de las mejores etapas de este importante equipo, que gracias a los divertidísimos guiones de Keith Giffen y J. M. DeMatteis, se ha convertido en una de las favoritas de muchos (incluyéndome).
        El resto de su labor a cargo de los lápices de “interiores” como se le llama, ha sido al alero mayormente para DC, si bien haciendo páginas sueltas o historias cortas (one-shots o miniseries).  Dark Horse, Image, Wildstorm y, por supuesto, Marvel han contado con unos pocos aportes suyos, aunque significativos, entre otros estudios.  En el sello Vertigo de DC también posee unos cuantos trabajos destacados.
         También ha incursionado como escritor de guiones, afirmando que tiene facilidad para crear los diálogos de sus historietas, encontrándose en este apartado un recordado guión que realizó para el crossover de Superman y Gen13 (una recordada serie de los noventa del sello Wildtstorm, creado por Jim Lee, primero al alero de Image Comics y que luego pasó a ser editado por DC, hasta incorporarse a su multiverso gracias al reseteo que significaron los Nuevos 52).
         La miniserie de Antes de Watchmen: Dr. Manhattan, escrita nada menos que por Michael Straczynski, vino a ser su regreso magistral como dibujante de una obra completa, aunque como dice el dicho “Una golondrina no hace verano”; pues luego de esta labor que ya posee más de 5 años, apenas se le ha vuelto a ver realizando labores de este tipo.  No obstante nos quedan sus numerosas portadas, que le han concedido premios tan relevantes como el Eisner en 2003.

¡Yo quiero tener esta colección completa! (y la de su serie hermana: Liga de la Justicia de Europa).

6.2.  El Cómic.

          En solo 4 números Straczynski y Hughes profundizan en la mente de un personaje tan complejo (e “inhumano”) como el Dr. Manhattan.  Debe saberse al respecto, que el escritor en esta ocasión saca a relucir su faceta más seria o críptica, ya que su guión se aleja de la aventura y el humor, que hicieron de su participación en la miniserie sobre Búho Nocturno algo mucho más fácil de leer y divertido.  Me atrevo incluso a decir que de todos los especiales que comprenden estas precuelas, de la obra maestra de Moore y Gibbons, la presente fue la que menos me satisfizo (que mala no es, solo que me parece demasiado lenta y/o “contemplativa”).
          Dentro de lo dicho en el párrafo anterior, la primera portada realizada por Hughes promete algo que lamentablemente no se cumple en esta historieta: la participación como coprotagonista de Espectro de Seda, la segunda pareja conocida de este superhombre/dios.  Pues siguiendo los lineamientos del cómic original, el escritor optó por utilizar el estilo en tono de memorias por parte del Dr. Manhattan, quien comienza a hacer un repaso a su vida, esta vez desde su infancia.  Las remembranzas van saltando desde un periodo a otro, desde eventos ya mostrados en Watchmen, hasta acabar de manera sorpresiva (y única vez en esta serie de novelas gráficas) tiempo después de lo narrado en el título de los ochenta.  En este sentido más que ser una verdadera precuela, esta novela gráfica transcurre en paralelo a los hechos del título primigenio, ya que parte todo desde un momento clave del mismo Watchmen.
          Un ser tan poderoso y hasta omnipotente como este superhéroe (que no perfecto, sino que todo un dubitativo existencialista), se plantea varias cosas a lo largo de las páginas que comprenden esta historieta, ya sea su propia razón de ser, como sus acciones y las de sus mismos compañeros.  Debido justamente a su condición de criatura única, que sin dudas está por sobre el resto de quienes los rodean (pues en la práctica es un inmortal y ha dejado de ser un humano), a través de su persona nos encontramos con el tema de la soledad de los poderosos o de los sujetos que por una u otra razón se encuentran apartados del resto de la sociedad.  A diferencia de individuos como el Comediante y Ozymandias, quien en el primer caso, con su psicopatía carece en gran parte de la capacidad de mantener relaciones interpersonales sólidas y en el segundo caso, por sus aires de mesianismo se cree superior, el Dr. Manhattan ha llegado por accidente a estar apartado de los demás. 
          Tal como lo muestran los artistas detrás de la obra, esta deidad en la Tierra apenas es capaz de comprenderse así mismo, razón por la cual está en plena búsqueda de su papel en los acontecimientos y por ello mientras no sepa la respuesta, tampoco será capaz de convivir en plenitud con otros seres pensantes.  Dentro de todo esto, la miniserie resulta ser una interesante manera de adentrarse en la mente de alguien, que ya no piensa como nosotros y por eso mismo tal como queda demostrado en sus viñetas, el espacio-tiempo, las dimensiones en sí, funcionan de una manera por completo distinto en su circunstancia.
           Resulta atractivo que con todo el potencial que posee alguien como este ser, el cómic se adentra en algunos recursos narrativos caros a la ciencia ficción y en especial este arte gráfico: las realidades alternativas y la modificación de la supuesta línea temporal original, para originar una nueva y debido a una intervención en el curso normal de los hechos.  Ello, puesto que acá el Dr. Manhattan en un momento llega a intervenir en todo esto, en lo que podemos ver el deseo de conseguir la felicidad y/o la plenitud, que incluso él mismo pretende lograr; no obstante luego en un acto de heroísmo, renuncia a lo anterior cuando se ha dado cuenta de que lo hecho, causa efectos apocalípticos para todo el mundo.
           El detalle de la herencia judía del Dr. Manhattan, quien, como nos demuestra esta historieta, sufrió como buena parte de su pueblo los abusos del régimen nazi, viene a ser un detalle digno en el que detenerse: pues considerando lo que significó la Segunda Guerra Mundial, en la que se llevó a cabo por parte de los gringos los genocidios de Hiroshima y Nagasaki en Japón, por medio de sendas bombas atómicas, viene a ser un judío (emigrante en tierras estadounidenses más encima) quien se convierte en el avatar de todo este inmenso poderío nuclear.  ¿Un antiguo oprimido que se vuelve alguien extraordinario y a tal nivel en este tipo de historietas? Ese ya es un leiv motiv en los cómics superheroicos, como bien pasa con la figura de Spider-Man (quien pasaba bullying en el colegio antes de convertirse en nuestro Amistoso Vecino) y Luke Cage (el cual pasó por los típicos abusos racistas, por ser afroamericano, previamente a volverse Power Man), entre otros.
           Pese a la decepción que uno se puede llevar respecto a la ausencia de Espectro de Seda, al menos como secundaria en sus acontecimientos, sí participan otros de los emblemáticos Watchmen.  Es así que destaca el ya mencionado Ozymandias, quien tan relevante resulta en el clímax del cómic que originó todo esto (y en especial en su relación con el propio Dr. Manhattan) y que los autores de esta miniserie rescatan para profundizar en ello. 
Una de las preciosas viñetas de Hughes para este cómic,
 que sin dudas llegan a ser varias de ellas surrealistas.
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