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miércoles, 3 de junio de 2015

John Constantine y su complicado paso por la ficción y la vida real.


    A principios de los ochenta del siglo pasado, un por aquel entonces joven guionista Alan Moore, tomó en sus manos la responsabilidad de continuar las andanzas de ya todo un clásico del terror gráfico de DC: La Cosa del Pantano, personaje creado durante la década anterior por otros dos de los grandes, Len Wein en el guión (el mismo co-creador de Wolverine) y Berni Brigtson  en el dibujo.  Apenas se encargó de esta cabecera (quien luego daría al cómic algunas otras de las mejores obras del medio como Watchmen, V de Vendetta, Desde el Infierno y unas de las tres más bellas historias jamás contadas de Superman con Para el Hombre que lo tenía todo, En la Jungla y ¿Qué sucedió con el Hombre del Mañana?, más la también inolvidable Broma Asesina de Batman), comenzó para muchos las que sería considerada una de las etapas más celebradas de este “elemental de la Tierra”.  Fue así como entremedio de su pasar por esta revista, Moore se aventuró a escribir la recordada saga de American Gothic, en la cual hizo que la Criatura dejara su hogar para recorrer buena parte del continente en una cruzada mágica y que lo llevó hasta nada menos que tierras chilenas, en la mítica isla de Chilóe (para quienes ignoran la geografía de mi país, este lugar SÍ existe y lleva ese mismo nombre).  De este modo como personaje nuevo y de apoyo para el protagonista, Moore diseñó a un muy particular antihéroe (o héroe según se le vea): al inglés maestro de las artes arcanas John Constantine y al que de inmediato dotó de una personalidad atrayente, el cual de inmediato acaparó la atención de los lectores y de los encargados de DC, quienes sin dudarlo pidieron más (y en solitario) de este brujo/hechicero/encantador.  Es más, el éxito del inglés inspirado en su figura en el cantante Sting llegó a tal punto, que ganó unos cuantos premios como el Mejor Personaje Secundario en un cómic, siendo más adelante considerado entre los más populares del llamado noveno arte.
     No pasó mucho tiempo para que el sueño de sus seguidores se cumpliera y ya en 1987 tuvo su primera miniserie, a la que le seguiría una fructífera carrera en el papel, la cual llegaría a la respetable suma de 300 números, entre su serie regular y especiales, interviniendo además en otros títulos como el también de culto The Sandam y Los Libros de la Magia (también fue posible verlo junto a su amigo la Cosa del Pantano en el funeral tributo al Linterna Verde Hal Jordan, tras finalizar la saga de El Juicio Final).  La colección sobre Constantine originalmente no llevaba su nombre, ya que esta recibió como título uno mucho más sugerente: Hellblazer y así se mantuvo hasta que se le otorgó al personaje una nueva y “renovada” etapa en el actual universo DC, en lo que durante sus primeros años correspondía a Los Nuevos 52.  Pero volviendo atrás en el tiempo, dentro de lo que es considerado lo más óptimo de sus aventuras y desventuras, debido al aire más adulto y crítico que de estas actuales historias menos “comprometidas” según muchos,  Hellblazer comenzó dentro del sello oficial de DC, hasta que luego con la creación de su línea para mayores gracias a la ya mencionada The Sandman, se inauguró Vértigo y ya en su número 63 se agregó la serie a su catálogo.  

Constantine en American Gothic.
    Lamentablemente como dice el dicho “todas las cosas buenas deben acabar” y si bien para varios fue un gusto ver de regreso a John Constantine, en las mismas ficciones que tienen de protagonista a superhéroes y villanos de DC, para otros perdió su rumbo al ser rejuvenecido y perder esa calidad más humana (aunque bastante gris) de sus años en Vértigo.  De este modo se comenzó rejuveneciendo al personaje y se le hizo tomar parte de nada menos que de la Liga de la Justicia Oscura, equipo del actual universo DC encargado de atender los asuntos criminales y misteriosos de tipo sobrenatural.  Luego se le otorgó nueva revista, la que esta vez lleva el simple título de Constantine y donde se alternan sus vicisitudes personales, con las de su trabajo en la rama mágica de los superhéroes DC. 
    A lo largo de su etapa en Vértigo, Constantine ha contado con el apoyo artístico de verdaderos íconos dentro de la novela gráfica.  Primero partió con los guiones de Jamie Delano y las portadas de un maestro de la talla de Dave McKeen (el mismo de las preciosas portadas de The Sandman y muchas otras verdaderas delicias para la vista), que para ser verdad los dibujos de esta primera parte, a cargo de John Rigway no  sobresalían demasiado (pero de que las historias desde ya eran potentes, lo eran).  Luego vino un emotivo one-shot, con el guión del mismísimo Neil Gaiman, creador de The Sandam y esta vez el propio McKeen también se encargó de las ilustraciones interiores; esta preciosa obra recibió el emotivo título de Abrázame.  Otros artistas de renombre que han dejado su impronta en las páginas de Hellblazer han sido, escribiendo, Garth Ennis, Paul Jenkins, Warren Ellis, Brian Azzarello y el novelista China Mieville, entre otros; en el apartado gráfico han destacado en sus páginas Richard Corben y Sean Phillip, que para ser sinceros por lo general lo mejor del personaje siempre ha destacado más en los guiones, que en el dibujo (por eso mismo algunos aseguran que recién hoy en día, gracias a Los Nuevos 52, la parte visual de sus cómics ha lucido mejor que nunca y en parte debido a que el público de estos cómics más masivos pide mayor preocupación al respecto).
     Harto se ha hablado en lo que va del texto sobre los cómics de John Constantine… ¿Pero quién es en realidad este personaje tan querido por muchos, pese a su ya mencionada personalidad “complicada”? Pues John Constantine es proveniente de Liverpool, Londres, en Inglaterra y desde su juventud tuvo una vida bastante disipada, entre experiencias psicodélicas propias de muchos adeptos al rock, las drogas alucinógenas, el tabaco y el alcohol, lo que lo llevó a adentrarse en el mundo de la hechicería y a tal punto de convertirse en uno de los mayores expertos en el tema (y en uno de los más poderosos, conociendo además disciplinas y hechizos provenientes de un sinnúmero de culturas, no todas ellas humanas).  Entre medio de su vorágine hizo tanto amigos como enemigos, ya sea en este plano de existencia como en el Más Allá.  Todo lo vivido por este hombre que acostumbra a usar gabardina, barba de días, camisa blanca, pantalones oscuros y una corbata desanudada, lo ha convertido en un sujeto en parte cínico y algo cobarde; no obstante aun así, en alguien capaz de tener gestos heroicos y de autosacrificio, en pos de las víctimas inocentes de los males primigenios que rondan a nuestro alrededor.  No teme en enfrentarse a demonios de los más oscuros pozos del Infierno, los que le tienen declarado su odio por todo la eternidad; no obstante así como John ha demostrado en más de una ocasión no dar rienda suelta en su lucha contra estos seres, en más de otra ha tomado malas decisiones y ello ha significado la muerte de algún aliado, lo que a veces ha tenido que ver con cierta postura utilitarista suya para conseguir sus objetivos y a costa de otros.  A su vez acostumbra a fumar bastante, gusta de usar lenguaje grosero y posee aires de divo.  No obstante tal y como es, tiene el corazón ganado de un montón de adeptos (entre ellos yo, je).
     En el terreno audiovisual John Constantine ha tenido una suerte dispar, por no decir algo desgraciada, ya que si bien a la fecha posee una película para el cine (la que incluye grandes y famosos actores entre sus filas) y no hace mucho terminó la al parecer única temporada de su serie de televisión, su fortuna al respecto no ha sido la mejor; de hecho su programa solo contó con 13 episodios, dejando a un montón de gente con un final sorpresivo y  la espera de la concretización de una siguiente sesión.  No obstante volviendo atrás en el tiempo, el primer coqueteo del hechicero con pinta de rockero en los medios de comunicación masivos, fue en el año 2005, bajo la dirección de Francis Lawrence, quien años después haría tal vez sus mejores trabajos fílmicos al alero de la adaptación de la saga literaria de Los Juegos del Hambre, sobre la trilogía de Suzanne Collins.  La verdad es que esta versión cinematográfica del cómic que se llamó justamente Constantine para nada es mala y a muchos de los seguidores dejó más que contentos, en especial por estar inspirada en una de sus miniseries más aplaudidas: Hábitos Peligrosos, escrita por Garth Ennis y en la cual John se encuentra a las puertas de morir (e irse al Infierno) debido un cáncer provocado por su afición al tabaco y ciertos “pecados” a lo largo de su vida.  En el protagonismo estuvo toda una estrella, como bien lo es Keanu Reeves, quien fue acompañado de Rachel Weiz en el mejor momento de su carrera y los soberbios Tilda Swinton (como un ambivalente ángel), Peter Stormare (de nada menos que Lucifer) y Djimon Honsou (interpretando a uno de los mejores secundarios de Hellblazer, el brujo vudú Papa Midnite y el cual después obtuvo sus propias miniseries) y a un muy jovencito Shia LaBeouf en uno de sus primeros papeles.   La cinta mostró criaturas diabólicas dignas de los mejores cómics del personaje, contó con humor y escenas bastante bien logradas.  Se le puede perdonar que su John Constantine no fuese rubio por razones obvias (Keanu es trigueño), en atención a sus varias virtudes y por esa razón se lamenta mucho que le haya ido mal en taquilla, habiendo también recibido unas cuantas malas críticas que la condenaron a no convertirse en la primera de una seguidilla de películas; además está el hecho que debido a su violencia tuvo una censura tal, que era obvia en todo caso considerando su argumento, la cual le quitó público en las salas, de modo que no tuvo la difusión que se esperaba (bueno, a falta de pelis, buenas son las historietas).
    En el transcurso del año pasado se estrenó la serie de televisión que se llamó al igual que el filme para el cine y los actuales cómics, Constantine.  Si bien su principio no fue muy prometedor, de a poco fue tomando su propio rumbo hasta hacer que en realidad más de alguno lamentara que hoy en día se encuentre entre las series canceladas y que apenas duraron una temporada (bastante corta por cierto), si bien algunos de sus responsables están buscando otros canales que deseen tomar la responsabilidad de continuarla.  El programa se encuentra protagonizado por el guapo Matt Ryan, quien lejos se parece mucho más al personaje que Reeves, además de que tal y como lo presentan en escena, es calcado al protagonista de las historietas.  En sus andanzas es acompañado por 3 aliados bastante carismáticos: una bella mujer con un pasado tanto o más misterioso que el propio Constantine y quien posee la habilidad de ser una médium; su mejor amigo y al que debido a la propia ineptitud de John, lo condenó a albergar dentro de su cuerpo más de 30 almas, lo que lo hace regresar a la vida una y otra vez hasta que se le acaben sus refuerzos; y por último, se encuentra un ángel quien en un principio demostró cierto desprecio hacia John, hasta que poco a poco reveló verdadero interés de ayudarlo en sus misiones (ya que luego como queda demostrado a medida que el show avanza, el Cielo tiene depositados sus ojos en el hechicero, por ser uno de los pocos que lo pueden ayudar en el Apocalipsis que se está por venir).  A su vez una vez más vuelve a aparecer Papa Midnite, quien en este caso se muestra mucho menos amistoso con el antihéroe, que en el caso de su símil cinematográfico.
    El programa parte abordando el tema de los errores de juventud de Constantine y su posterior camino hacia la redención, tomando como punto de partida un exorcismo fallido en el cual junto a otros estuvo involucrado y provocó su separación, con lo cual esta primera temporada luego se enfocó en la búsqueda del perdón.  Así es como a lo largo de esta temporada fue posible conocer a unos cuantos de estos antiguos compañeros, quienes por supuesto no iban a tener toda la mejor voluntad para con él.  De este modo el John Constantine de la serie de televisión, al tener más tiempo cronológico para desarrollarse como personaje, demuestra lejos mayor complejidad que el del cine, haciéndose mucho más entrañable para el espectador; además se le debe sumar a ello el talento del actor que lo interpretó, sumado al diseño dado por los propios guionistas, quienes no le quitaron simpatía y hasta le otorgaron de una sensualidad que no deja de potenciarlo (en más de una ocasión se le vio a torso desnudo y si bien el actor y el personaje no son musculosos, al menos sí quedaba en claro su buena forma).
    Si bien Constantine no posee uno de esos créditos de apertura que tanto se extrañan hoy en día en televisión, al menos sí tiene algo que se le parece y que corresponde a una espantosa imagen de unos segundos, la cual al parecer desea representar al Infierno y/o almas torturadas (y bastante efectiva, por cierto).
    En la traslación de las historietas al formato de la televisión estuvo involucrada gente experta en los cómics, el cine y la televisión como David S. Goyer, responsable del guión de la primera película de la trilogía de Cristopher Nolan sobre Batman y de los filmes sobre el mestizo vampiro cazador de chupasangres Blade de Marvel (por no mencionar su dirección en varios filmes para el cine fantástico de gran valor, como Invisible y La Profecía del No Nacido, además de una importante etapa a cargo de la cabecera de la Sociedad de la Justicia para DC); además estuvo involucrada en su producción y guiones otros talentos como Rockne S. O´Bannon (el creador de la ya mítica serie de ciencia ficción Farscape) y Mark Verheiden, famoso escritor de cómics de terror sobre la sagas de  Alien y Depredador, entre otros títulos.  De este modo al tener este triunvirato de expertos en la serie, era obvio el respeto al inmenso material ficcional e iconográfico en sus argumentos.  Así fue cómo al principio de ella se hizo un homenaje a los propios cómics del personaje, mostrando en una escena algunas de las portadas más famosas de Hellblazer; por otro lado en el hogar y santuario donde vive Constantine (una vieja casa con molino ubicada en un bosque y que guarda grandes secretos mágicos) es posible encontrarse nada menos que con el Casco de Nabú, la entidad sobrenatural que al fusionarse con un humano da origen al poderoso superhéroe Doctor Destino.  También un personaje recurrente fue el primer huésped del Espectro, el detective de policía Jim Corrigan y a quien desde su primera aparición en Constantine se le identificó con este ser místico.  Por otro lado, uno de los villanos a los que se enfrentó el inglés fue uno de los criminales clásicos de la Edad de Oro de DC, Félix Fausto.  Por último, un papel destacado tuvo La Hechicería, antiquísimo culto de brujería chilena de la cual ya se habló y que apareció en la ya mencionada saga de American Gothic para la Cosa del Pantano; pues bien, el programa nos permitió ver al respecto unos aterradores invunches, criaturas propias de la rica mitología chilota y que aparecen a su vez en esta aclamada miniserie, donde se introdujo como ya se dijo al propio Constantine.  Por lo tanto razones para que este programara fuese un verdadero éxito no faltaban, era solo cuestión de que creyeran en él y ahora solo cabe esperar a que algunos productores por ahí se decidan a darle una segunda oportunidad.



domingo, 3 de noviembre de 2013

Sólo para adultos: un cuento de hadas muy particular.


     En el año de 2010, el escritor de fantasía Patrick Rothfuss, tras su exitoso debut con El Nombre del Viento, su primera entrega de la hoy célebre saga aún no terminada de Crónica del Asesino de Reyes, probó suerte con un pequeño relato.  El escrito corresponde a Las Aventuras de la Princesa y el Señor Fu: La Cosa de Debajo de la Cama.   La narración se presenta en una primera instancia como un cuento de hadas, supuestamente infantil, no obstante su autor se permitió con ella parodiar los textos tradicionales del género, al crear en realidad una historia llena de humor negro y en la cual se presenta además un elemento terrorífico que la hace una lectura no apta para menores de edad.  Este carácter adulto y satírico de los cuentos de hadas, es resaltado gracias a los preciosos y efectivos dibujos de Nate Taylor, los cuales en un blanco y negro con sobresalientes matices de gris, logra darle una forma bastante sustancial a la ficción (así los personajes al tener rostro, aumentan la carga dramática del escrito y en ciertas imágenes dejan más que claro la intención de ambos artistas de realizar algo solo para la contemplación del lector maduro: puesto que en más de una ocasión la sugerencia de lo siniestro, lo morboso y lo claramente escatológico se manifiesta en sus soberbias ilustraciones).
     Para quienes hayan disfrutado alguna vez de los cuentos de hadas clásicos, aún cuando no hayan leído sus versiones originales y/o adaptaciones, tan solo al haber visto cualquiera de las películas o seriales basados en ellos, bien pueden identificar su aspecto más tenebroso, aún cuando en un principio se vea como una obra apta para todo público (y en especial infantil).   Por otro lado, cabe recordar que estudiosos como Freud han podido hacer lecturas analíticas de estos textos, que demuestran sus connotaciones sexuales y bizarras en más de una ocasión.  Así es cómo desde las archiconocidas narraciones de Perrault, Hans Christian Anderson y los hermanos Grimm, entre otros, se pueden ver que los protagonistas corresponden muchas veces a niños indefensos (muchas veces sometidos a la orfandad y a la pobreza), enfrentados a fuerzas oscuras y peligrosas que desean hacerse con ellos para en muchos casos comérselos.  De este modo en este tipo de relatos abundan las brujas, ogros, dragones malignos, gnomos, fantasmas, demonios (y lobos feroces, que no se me puede olvidar) y cualquier otra criatura de la noche.  A su vez dichas obras terminan con el triunfo de bien, de modo que por lo general el enemigo es muerto de forma atroz.
El escritor.
    Es entonces que Rothfuss juega con todas estas convenciones y nos muestra otra princesita más, pero a la cual al ir conociéndola, vemos que en realidad no es tan cándida como se esperaría.  La niña vive para variar nada menos que en un castillo de mazapán y la acompaña sólo su osito de peluche, el Señor Fu, quien contra las convenciones no habla, pues no está personificado y es nada menos que un juguete normal.  No obstante como muchos niños de los cuentos de hadas, la chica es alguien lleno de ingenio e imaginación, así que se entretiene pasando sus días inventando juegos en los cuales recrea las típicas justas heroicas de este tipo de personajes.  Pero no todo es fácil para la muchachita, puesto que debajo de su cama vive un monstruo al que le gusta la oscuridad y sale para atormentarla cuando la protagonista no puede evitar ahuyentarla en algunas cuantas noches.
     Cabe destacar que la infantil protagonista es solamente conocida como “princesa”, por cuanto al no poseer nombre propio, el escritor le quita el atributo habitual de sus contrapartidas clásicas, al no darle un nombre que la defina (distinga y humanice); no obstante como bien quedará detallado en el tercer acto del libro, la jovencita posee de sobra su propia singularidad.
    Ahora bien, la gran contribución de Patrick Rothfuss al cuento de hadas infantil (y que ahora convierte en una obra con una complejidad propia, que le otorga una nueva sofisticación) consiste en escribir para ella tres finales diferentes, cada uno de ellos más sorpresivo que el otro.   El primero de ellos resulta ser el habitual desenlace propio para que hasta un inocente niño pueda leer y disfrutar; el segundo posee una cuota ya mayor de crueldad, que se intensifica con la imagen final; luego la última conclusión se hace aún mucho más increíble, al dar vuelta los patrones preestablecidos del género, con una irónica moraleja que nos declara que no todo lo que parecer ser en una primera instancia lo es y que el engaño es una constante en este tipo de historias.
    Por cierto, el nombre del cuento que incluye un título más o menos genérico y luego un subtítulo antecedido por un dos puntos, bien podría darnos las esperanzas de que sus autores realizarán una nueva narración con sus protagonistas de por medio.  Ojalá sea así.
   No es la primera vez en que se escriben este tipo de historias inspiradas en los cuentos de hadas populares.   En otras ocasiones autores de fantasía para adultos han reescrito los clásicos infantiles para satisfacción de los más grandes, de modo que vuelvan a gozar ahora con otra mirada, las lecturas de sus años impúberes.  Dentro de estas incursiones literarias, se pueden nombrar El Rey Rata, escrita por el siempre recomendable autor inglés China Miéville (para quien quiera saber más acerca de esta novela, puede  ir directo a su propia crítica en este blog haciendo click aquí), correspondiente a una extrapolación de El Flautista de Hamelin.  También resulta aconsejable leer la precuela a El Mago de Oz de L. Frank Baum, de la mano de Gregory Maguire y que cuenta de una forma bastante erótica y entretenida la historia de una más que humanizada Bruja Mala del Oeste (con una increíble reelaboración del mundo de Oz y sus conocidas características).  No obstante lo hecho por Ruthfuss no fue escribir una obra larga para gente grande, si no que se limitó a escribir un cuento corto para personas de criterio formado (¿o deformado?) y que éste a su vez tuviese el aspecto propio de los textos para niños.
    El año pasado no más, la editorial Plaza y Janés de Random House Mondadori sacó una primera edición en nuestra lengua bastante cuidada.  En formato grande y rectangular, tapa dura y con sobrecubierta, así mismo con un papel de calidad que realza la compra y lectura de este particular cuento de hadas para adultos. 

Un excelente libro más para recomendar.

sábado, 5 de enero de 2013

Nuestro lugar en el mundo.



     En 1998 irrumpe en el panorama literario el escritor inglés China Miéville, quien casi desde su primer trabajo logró provocar un impacto positivo en el público y la crítica, gracias a su poética prosa, mezclada con elementos grotescos (violencia gráfica y elementos gore propios del cine de terror, cómics y otras expresiones artísticas y culturales del mundo contemporáneo), la crítica y sátira social de izquierda y personajes lo suficientemente bien desarrollados como para atraer al lector.  Esta primera obra con la que el autor con más aspecto de rockero que de literato (rapado, con aros y tatuajes, como además musculoso), corresponde a su novela de fantasía para adultos El Rey Rata, especie de continuación del clásico cuento de hadas El Flautista de Hamelin de los hermanos Grimm y el cual en todo caso estaba basado en una oscura leyenda medieval como gran parte de sus textos recogidos de la tradición oral.
    La novela trata sobre un hombre común y corriente, Saul, un tipo cualquiera sin mayores atributos, quien de regreso a su casa paterna, se encuentra con la desagradable sorpresa de que su padre ha muerto en situaciones sospechosas, convirtiéndose él en el primer sospechoso del aparente asesinato.  Cuando es llevado detenido mientras se espera saber la verdad, irrumpe como por arte de magia un extraño individuo quien le dice tres cosas: primero que es el rey de las ratas, segundo que es su tío y tercero, que el verdadero culpable del fallecimiento de su padre anda detrás suyo para también eliminarlo.
   Tío y sobrino escapan y así el protagonista inicia un viaje sin retorno en el cual descubre sus olvidadas raíces, conoce la oscura figura de quien desea su exterminio y lo más importante, asume su lugar en la tierra tras una vida llena de insignificancias hasta el momento.  Conoce además el mundo desde un nuevo punto de vista, oculto a los ojos del resto de los mortales: una ciudad subterránea llena de catacumbas, que pareciera ser un leiv motiv tan caro a los autores ingleses desde el clásico La Máquina del Tiempo de H. G. Wells con la polis troglodita de los morlocks, pasando por Neverwhere de Neil Gaiman y la saga de Túneles de Roderick Gordon y Brian Williams.
    Considerando la anterior, es que la ciudad de Londres donde es ambientado el libro, cobra un especial protagonismo, tal como en Imagica del también muy inglés Clive Barker; en ambos textos el antiguo y cosmopolita centro urbano se abre para los personajes y los lectores, como un sitio donde lo sobrenatural, lo maravilloso y lo grotesco se encuentran ocultos, pero vivos, otorgándole su especial impronta.
    Quien persigue a Saul, resulta ser nada menos que el Flautista de Hamelin, un ser para nada amable, quien sólo desea tener control sobre las cosas e incluso su destrucción, puesto que no sólo es enemigo de los roedores, si no que de toda criatura viviente.  Este personaje es descrito con una completa falta de atractivos físicos y psicológicos, salvo en su experto dominio musical, aparte de su gran fuerza que sólo usa para lastimar.
    A lo largo de su periplo entra en conocimiento de una historia que tristemente no era ficción como se creía.  Además no sólo el Rey Rata y el Flautista son los únicos seres extraordinarios que habitan en el mundo: también están Ananzi, el señor de las arañas y Loplop, quien manda entre las aves (se menciona a otros seres del mismo tipo, pero no aparecen más dentro de los acontecimientos).
   Miéville, tal como su compatriota y colega Neil Gaiman (otro artista con aspecto de rockero, pero más chascón y delgado), toma acá la tradición oral folclórica y religiosa, para darle un corpus más literario y artístico, sin olvidar tampoco brindarle su aspecto mucho más adulto, ya sea en el desarrollo de los temas presentes, como en el dramatismo otorgado.  Si bien desde sus inicios las historias de las que se nutren estas obras actuales poseían un claro elemento terrorífico (a Caperucita Roja se la quiere comer el Lobo, lo mismo que la bruja desea hacer con Hansel y Gretel, por no mencionar otros casos), hace ya un buen tiempo que se vienen creando historias inspiradas en cuentos de hadas, pero quitándoles su carácter más ingenuo y convirtiendo a sus protagonistas en mayores de edad.  Es así como bien en el cine actualmente se están estrenando películas que cumplen con estas características, tales como La Chica de la Capa Roja, Blanca Nieves y el Cazador y Hansel y Gretel cazadores de Brujas.  El mismo Neil Gaiman ha escrito por lo menos una obra inspirada en los cuentos infantiles, pero todo visto desde los ojos del mundo actual: Coraline. A su vez en sus libros Los Hijos de Ananzi y Dioses Americanos de igual manera usó a Ananzi dentro de sus personajes.
Portada del primer número de una
serie de cómics guionizada por Miéville.
    Este primer libro ya muestra algunos de los intereses literarios e intelectuales de su autor, como por ejemplo en el protagonista de la novela y el diseño de su personalidad, tal como el científico de su obra más famosa, La Estación de la Calle Perdido.  Ambos son personajes que viven dentro de cierta clandestinidad, supuestos perdedores que se ven enfrentados a un gran reto que hace salir de ellos al héroe que llevan dentro, puesto que además los acontecimientos que se han ido desarrollando a su alrededor los sienten como parte de su responsabilidad, teniendo que resolver los conflictos al respecto.  Los dos seres aparentemente son poco atractivos, no obstante son inteligentes, de carácter amable y valientes (puesto que las circunstancias y los sentimientos de culpa y responsabilidad  les hacer sacar lo mejor de sí mismos).  Por lo tanto, a lo largo que transcurren los hechos, los protagonistas de las dos novelas descubren su papel en el mundo, asumiéndolo, aún a costa de sacrificios, lo que conlleva a que la vida que hasta hace poco tenían, ya no vuelva a ser la misma; en otras palabras, se podría decir que el camino a la autenticidad, lo que significa reconocerse a sí mismo, consiste en adaptarse, cambiar frente a lo que se avecina, pues como dice el dicho “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.
    Otro elemento que comparten los dos textos, es la preponderancia que le otorgan al arte, como una manera de expresión de la individualidad y comunión con los demás.  Si en La Estación de la Calle Perdido es la escultura la que cumple un rol importante, es en El Rey Rata que la música (considerada una de las manifestaciones artísticas más sublimes y universales que existen) cumple un verdadero rol dentro de la novela.  Por lo tanto Miéville se da el gusto en su primer libro, de hacer que varios de los personajes del libro sientan su misma pasión por la música, específicamente el llamado Drum´ n Bass, estilo de corte electrónico y bailable (el autor no deja de hacer los agradecimientos respectivos a quien lo maravilló con dicho arte).  Tanto Saul como sus amigos, en especial Natasha, quien será la herramienta usada por Pete, el flautista, para sus oscuros designios, disfrutan de este pasatiempo.  Es así como retomando la idea mítica y legendaria desde las historias de Orfeo, pasando por el original Flautista de Hamelin, de que la música puede encantar a humanos y bestias, el escritor convierte esta expresión de arte en el elemento unificador de todas las tramas y personajes de su obra; pero como también es una obra que posee características propias de la literatura de terror, hace que la misma música pueda convertirse en un medio para el control y la tortura (lo que no es algo nuevo, puesto que se sabe que algunos torturadores hacen escuchar una y otra vez el mismo tema a sus víctimas, provocando en vez de placer, verdadero sufrimiento).  Considerando que Pete hace uso de sus talentos para el mal, se puede observar acá la idea de que en el artista bien puede estar presente cierta oscuridad en su interior, por no hablar de una insanía que raya en la locura (necesariamente los artistas no son las personas más “normales” del mundo); así la música como recurso para controlar  a las masas (tal como la usa Pete), se traduce en esta novela en una extrapolación del poder cuasi hipnotizador de las malignas figuras, que a lo largo de la historia con sus discursos han influenciado negativamente sobre el pueblo: Hitler, Stalin, Rasputin, por no mencionar una larguísima lista que incluso llega hasta mi propio país Chile.
    Tanta referencia técnica al Drum´ n Bass, bien puede llegar a aburrir al lector no iniciado, incluso hasta más o menos la primera mitad del libro, la lectura se hace lenta y pareciera que el texto no va a terminar bien; no obstante cuando Pete comienza de lleno a hacer de las suyas y demostrar su verdadera crueldad, el libro se torna mucho más interesante e impresiona ante la descripción gore de sus acciones; vez que se enfrentan Saul con su contrapartida, la narración se convierte en un vehículo que corre a gran velocidad, sin importar las consecuencias sangrientas que pueda provocar.
    Siendo una primera novela algo breve (poco más de 300 páginas en su edición en español), no es un libro que tenga tantos personajes y se les dedique mayor desarrollo, si bien se podría decir que la trama pende de la presencia de tres personajes masculinos, quienes tal como en una tragedia griega o en un western, chocan entre sí en cuanto a sus voluntades y deseos: Saul, el Rey Rata y Pete.  De este modo, la trama se desenvuelve en base a lo que realiza cada uno de ellos y la oposición de estas tres fuerzas, tres oponentes que representan manifestaciones diferentes de la naturaleza masculina de acción y reacción.  Los tres desean el control de lo que los rodea, siendo que el Rey Rata pretende recuperar el dominio perdido hace tiempo de sus súbditos; Pete el vasallaje de todo lo que se le antoja, sin importarle que ello signifique la destrucción y el caos; mientras que Saul, más humilde, busca el poder sobre su propia vida, para llegar a cierto orden que siente perdido tras la irrupción de los otros dos varones en su existencia. 
    Aparte de su gusto por la música e interés político, es sabido que China también siente pasión por el mundo de los cómics; de este modo en determinado momento, Saul se ve a sí mismo como a un personaje salido de una historieta de superhéroes.  Así Saul cual uno de estos personajes en sus orígenes, adquiere sus bizarros poderes, sin no antes tener aprender a dominarlos y conocer a su Némesis. Lo anteriormente descrito, puede verse como un homenaje del autor a las historietas, siendo que dentro de su autoría se encuentra un especial de Hellblazer, consagrado cómic de origen igualmente inglés para adultos, que cuenta las aventuras del médium John Constantine, en la línea Vértigo de DC cómics; además es el escritor encargado de revitalizar con sus historias a un particular superhéroe del pasado de DC, en el cómic Dial H.
    El mismo nombre de Saul, de claras connotaciones bíblicas, le otorga su carácter mesiánico al personaje, quien debe resolver los problemas que traen las figuras del Rey Rata y Pete con sus intervenciones.  Es así como al final de la obra, Saul, ya cumplida su tarea, opta por una alternativa que bien demuestra la calidad de su corazón.  Con el acto final del protagonista, Miéville, deja claro su pensamiento político de que la monarquía es algo atrasado, que corresponde a otro tipo de totalitarismo que debe ser erradicado y que sólo es posible la justicia y la armonía cuando el pueblo tiene en sus manos la libertad para decidir su destino por sí mismo.


El talentoso autor dando una conferencia.

miércoles, 1 de junio de 2011

China Miéville y su Estación de la Calle Perdido.

                    

1. Palabras preliminares.

    En lo que va del año he tenido el gusto de leer grandes obras literarias.  Recuerdo especialmente con mucho cariño y admiración Historia del Rey Transparente de Rosa Montero, El Traje del Muerto de Joe Hill, El Plan Infinito de nuestra Isabel Allende, Historia de Mayta de Vargas Llosa y el tan postergado y por fin disfrutado Aventuras de Arthur Gordon Pym de un Poe al que nunca dejaré de considerar como a un verdadero maestro.  Siempre cuento que a finales del año pasado tomé la decisión de leer literatura de lunes a viernes durante mis viajes, y cómics en casa y los fines de semana, de este modo mis lecturas varían y no dejo tampoco de disfrutar del llamado “noveno arte” al que le estoy dedicando una parte interesante de mis inversiones. 
    Con todo lo que he leído durante estos meses, tengo para horas y horas de comentar con mis amigos aquello que me hace feliz, compartir con gente inteligente tantas buenas historias, analizarlas y aprender también de ellos a lo largo de nuestras charlas en esta costumbre de dialogar acerca de la apreciación del arte que nos fascina.
    Pero el último que leí (hoy comienzo por fin Los Niños del Brasil de Ira Levin) es la obra que en estos momentos sigue revoloteando en mi mente, con sus particulares personajes y su paisaje tan maravilloso como también espantoso.  Debo agradecerle especialmente a mi querido amigo Marcelo López por habérmelo recomendado.  También si pudiese viajar en el tiempo al año pasado cuando me lo compré en la módica suma de tres lucas en esa ya de culto Librería Chilena, me habría encantado adquirir algunas copias más para regalar esta novela a algunos de mis amigos; y que pudiesen apreciar mejor la desbordante imaginación de su autor (y como el viaje en el tiempo que yo sepa aún no se “inventa”, estoy obligado a prestarles mi libro),
     Bueno, mientras tanto acá va este texto que espero sirva como introducción en la narrativa de quien es hoy considerado como uno de los autores jóvenes más prometedores en cuanto a ciencia ficción y fantasía.

                             

2. ¿Quién diablos es China Miéville?

    Este señor de nombre tan inusual (no usa pseudónimo) es un autor inglés que tenía alrededor de 26 años cuando irrumpió en la industria editorial con su libro El Rey Rata en 1998 (una variación del cuento clásico de el Flautista de Hamelin).   Miéville nació en el año del Señor de 1972 en Londres.  Su particular nombre no se refiere tanto al país de Mao, si no que más bien corresponde a una palabra que en jerga cockney significa “amigo”.  Miéville desde pequeño demostró interés por las historias de aventuras extraordinarias y con mundos y personajes exóticos, siendo un asiduo lector de revistas literarias de ciencia ficción y fantasía, como también de cómics.
    Los ya avezados lectores del género literario creado por otro inglés[1], muy bien sabemos del compromiso social que posee este tipo de obras a la hora de denunciar problemáticas sociales y descifrar también el corazón humano con todas sus bellezas y horrores.  Por esta razón es que muchos escritores y escritoras del género demuestran una especial inclinación a los temas de esta índole.  Es así como China Miéville aparte de fantasear con tanta criatura alienígena y mujeres en trajes desbordantes, ha dedicado parte de su vida a la política, formando parte del partido de la Alianza Socialista de su país y postulándose en elecciones políticas.  En las votaciones de 2001 le fue bastante mal, sin embargo no deja de participar en manifestaciones políticas, a la par que escribe sus fabulosas obras como la que en este momento dedica mi atención.
    Antes de ir de lleno a la obra que motiva mi trabajo, quiero contar que Miéville ha ganado numerosos premios literarios de la especialidad, como lo son el Premio Arthur C. Clarke y el Augusth Derleth del 2001, el Kurd Lasswitz Award y el Ignotus del 2002. También cabe destacar el Amazon.com Editors' Choice, Fantasy 2001. Asimismo fue finalista del James Tiptree 2001, el BSFA del 2000 y el Hugo 2002.   Todo lo anterior sólo por su segunda novela La Estación de la Calle Perdido.
   Su tercera novela, La Cicatriz (ambientada en el mismo mundo de La Estación de la Calle Perdido), fue condecorada con los premios Locus de Fantasía del 2002, el August Derleth del 2003 y recibió nuevamente el Amazon.com Editors' Choice, Fantasy 2002. También, fue candidata al Philip K. Dick del 2002 (se le concedió la mención especial), al Arthur C. Clarke y el Hugo del 2003.

3. Argumento, análisis y comentarios personales de La Estación de la Calle Perdido.

     Puedo comenzar este apartado contando que en su nombre en inglés, este libro lleva la palabra “Perdido” en castellano, quizás una manera de acentuar el carácter de exótico del libro (¿Quién puede negar lo atractiva que es nuestra amada lengua hispana para los anglosajones y otros, considerando toda su carga semántica sinónimo de estos tierras ya maravillosas que eran para los colonizadores el llamado “Nuevo Mundo”, con toda su flora, fauna y culturas tan impresionantes?).
    El libro abunda en una descripción rica en detalles, ya sea tanto para ambientar los eventos en un mundo heterogéneo tan lejos y tan cercano a la vez al nuestro, como a la hora de referirse en especial a cada una de las razas que pululan por sus páginas.  Miéville posee la capacidad de crear seres tan formidables en su aspecto como en su psicología, basándose en la real zoología, pero dándole una cuota de fantasía tal que verosimilitud y maravilla se conjugan con una poesía que muy bien lo acerca a la de autores como Orson Scott Card, Bradbury y Ursula LeGuin.  Dentro de esta creación de criaturas, la belleza y el horror conviven, pues el autor es capaz de dar vida a los seres más extraordinarios, entre ellos algunos de los monstruos más inolvidables de la narrativa actual.  Además es ducho a la hora de presentar la psicología de sus personajes, otorgándoles una humanidad con la cual resulta imposible no sentirse cercano a sus aventuras y dilemas.   Por ende, esta novela es una obra no sólo que destaca por la creación de un mundo tan genial como lo es Nueva Crobuzon, si no que también es libro de situaciones y de personajes.  Es una obra completa en sí misma y que nada puede envidiar a lo que han logrado autores gracias a sagas enteras como la de Fundación de Asimov, El Señor de los Anillos de Tolkien y otros.
    La novela que posee más de ochocientas páginas está ambientada en el mundo de Bas-Lag, una tierra que en ningún momento se explica si corresponde a nuestro planeta en el futuro o forma parte de otro sistema solar, dimensión o cualquier otra explicación a la que estamos acostumbrados.   Es un lugar vasto, uno de cuyos continentes y/o ciudad gigantesca es Nueva Crobuzon.  Éste es un sitio lleno de razas inteligentes de todo tipo (cada una tan formidable en su forma como en su fondo), entre las cuales la de los humanos es una de muchas (más abajo hay un apartado a las razas más destacadas de la novela).
    Los ciudadanos de Nueva Crobuzon viven dominados por una espantosa dictadura que vela tanto por su seguridad, como por mantener el status quo impidiendo cualquier manifestación de rebeldía política o legal (pese a que en la metrópolis los crímenes organizados o no, la prostitución, la corrupción, la drogadicción y la miseria son parte del pan de cada día).   El control del alcalde Rudgutter con sus fuerzas armadas llega a tal punto, que el castigo por cualquier crimen llega hasta sobrepasar la dignidad del supuesto delincuente, por medio de una técnica científica y punitiva basada en la manipulación genética y cibernética de estos, quienes luego llamados rehechos toman aspectos realmente horrorosos relacionados con su crimen (en el libro se cuenta el caso de una madre que en un arrebato de locura, lanza a su bebé desde varios metros y luego de ser ajusticiada, le injertan los brazos de su hijo muerto en la cara).  Pero esta modificación del cuerpo también la usan mafiosos, mercenarios y militares para sacar provecho de sus “mejorías”.
    Por otro lado, en el escenario del libro conviven la más absoluta miseria en medio de escombros, parásitos y enfermedades, con la más absoluta opulencia de unos pocos, a manera de antiutopía.  Pero no solo una ciencia y tecnología desbordantes abundan en estos dicotómicos parajes, pues también está el dominio de la magia (considerado el Nueva Crobuzon como una importante disciplina de estudio y uso) y que acá recibe el nombre de taumaturgia, habiendo cátedras universitarias de esta disciplina; a su vez en muchas actividades se mezclan loa conocimientos científicos más sofisticados con la llamada taumaturgia (existiendo procedimientos y tecnologías híbridos de estos dos).   El tema de la magia en el libro llega a su máxima expresión, cuando aparece nada menos que el embajador del Infierno en Nueva Crobuzon y se explica detalladamente la escena donde ocurre este particular encuentro.
    Tanta raza entremezclada en la novela, implica también una presencia de un politeísmo abundante, si bien el tema teológico no toma mayor relevancia en el argumento de la obra.   Cada cultura posee su propio credo, el cual muchas veces es compartido por otras especies en el culto.  Esta comunión extrema entre razas y culturas tan diversas llega a puntos insospechados, habiendo incluso sexo y prostitución entre especies.
    El protagonista del libro es Isaac Der Grimnebulin, un científico especialistas en conocimientos aún demasiado poco ortodoxos para el mundo en que vive, quien trabaja como independiente, pese a sus colaboraciones con la Universidad de Nueva Crobuzon.  Isaac es un paria entre los suyos, quien vende su talento al mejor postor y comparte con personajes de dudosa moral.  El científico a su vez mantiene una relación amorosa prohibida con Lin, una artista que resulta ser una khepri, una encantadora hembra de una raza de mujeres insectos; la relación entre ambos que en una primera instancia se muestra como una morbosa atracción entre dos seres originalmente incompatibles desde el punto de vista orgánico, resulta ser un lazo emocional verdadero, donde la mente  lógica de este hombre demuestra ser capaz de adaptarse a la psiquis alienígena y más emocional de la khepri (en otras palabras Der Grimnebulin es un individuo lo suficientemente complejo como para albergar dentro de sí numerosas aristas que lo hacen sobrepasar el gastado prototipo del “científico loco” que un escritor menos virtuoso de ciencia ficción hubiese puesto en su historia).
    Considerando la larga extensión del libro, transcurren más de cien páginas cuando recién se detalla el primer conflicto dentro del libro y mucho más aún para que se aclare el verdadero acontecimiento que tendrá todas las tramas argumentales paralelas entrelazadas.   Isaac lleva su vida profesional y amorosa con la costumbre del que lleva una vida confiada y de la que se siente más que seguro.  Todo muy bien, hasta que a su puerta llega un extraño personaje, Yagharek (uno de los personajes más emblemáticos de un libro cargado de seres memorables), quien contrata sus servicios para que le devuelva la capacidad de volar; éste pertenece  a la raza de hombres pájaro garuda, y ha perdido su naturaleza aérea debido a un secreto crimen que cometió.   Es entonces que intrigado por la curiosa petición de su nuevo cliente, quien llegará a convertirse en su gran amigo, como también seducido por el oro que éste le entrega, que Isaac comienza una carrera contra la naturaleza y lo imposible buscando nuevas fuentes de energía para conseguir su empresa. 
    Entre medio de sus investigaciones se dedica a estudiar todo tipo de animales voladores, pero durante su trabajo ocurre un accidente que provocará no sólo en su vida, si no que también en la de todos los habitantes de la ciudad, una tragedia de horrores cuasi lovecrafnianos.   Como Isaac es el responsable indirecto de las muertes, la locura y el miedo que comienzan a asolar Nueva Crobuzon, toma la heroica decisión de combatir por su propia cuenta la tragedia que llegó a la metrópolis.  En su cruzada se le unen un grupo de personajes variopintos, entre los que está el mismísimo Yagharek.  Pero Isaac y los suyos no son los únicos que andan detrás del horror que está haciendo de las suyas, si no que también existen otros intereses involucrados, de modo que la narración se va repartiendo entre un grupo y otro.
   Mi intención no es la de contar la trama completa de libro y quitarle la sorpresa al posible lector, si no que entusiasmarlo hablándole de lo que a mi parecer es una de las grandes obras del género de los últimos años y que de seguro se convertirá con el paso del tiempo en todo un clásico; por esta razón sólo abordo acá las líneas argumentales generales, de modo que quien quiera saber más por su propia cuenta, se acerque mejor al libro mismo.  Sólo diré respecto al final que me pareció sobresaliente, pese a que la novela no concluyó como a mí me hubiese gustado y eso se lo agradezco mucho a Miéville: que haya terminado su historia lejos de los convencionalismos tal como desde un principio diseñó su libro (dicen que la vida no es justa… ¿Por qué razón entonces la ficción literaria debería serlo si el arte mismo consiste en “imitar la vida”?).  Lo que sí me atrevo a decir es que China es un Hijo de Puta con mayúscula, pues el destino final de algunos de los personajes duele tanto como en el desenlace de sagas literarias tan queridas como La Torre Oscura de King o Harry Potter de la Rowling.
   Y por cierto… ¿Por qué razón el libro se llama La Estación de la Calle Perdido? Pues bien, en Nueva Crobuzon existe una red de ferrocarriles que se disgrega a lo largo de toda la ciudad y entre sus numerosas estaciones se encuentra la de la Calle Perdido.  Esta estación viene a ser el centro común de cada una de las líneas de tránsito y es en este lugar que un hecho culminante del libro tiene su desarrollo.  Por otro lado, para una novela de la extensión épica como lo es esta obra, un solo hecho, la petición del garuda Yagharek, provocará tal efecto de dominó en la vida de quienes lo rodean, que dicha acción será como la Estación de la Calle Perdido: el nexo y punto de encuentro para todas las otras historias y vidas del libro.

    
4. De razas y “mostros”.

    Como ya dije, el mundo de Bas- Lag posee una población heterogénea en cuanto a culturas y razas, donde los humanos son una entre tantas.   En el caso de Nueva Crobuzon el poder total lo ostentan los humanos bajo las manos de una cruel dictadura, pero eso no quita a otras especies que posean su grado de autonomía o que vivan sus costumbres sin perder su propia identidad.   Estas razas son pensantes y poseen sus propias religiones, arte, tecnología y otros, aunque bien se da el caso de transculturación y sincretismo entre una raza y otras.   A continuación me referiré en parte a las más destacadas de La Estación de la Calle Perdido.

  • Khepris: Raza insectoide donde los machos sólo cumplen la labor de fecundar a las hembras, desposeídos completamente de conciencia y con forma de grandes escarabajos.  En cambio las hembras corresponden a las pensantes de su especie y son además las que poseen un atributos más o menos humanos, si bien tienen cabeza de insecto sobre un cuerpo medianamente femenino (¿Cómo cresta es posible que un hombre inteligente y “cuerdo” como Der Grimmebulin  tenga sexo con una criatura así, a la que más encima ni puede besar a la boca, pues sus mandíbulas pueden herirlo? ¡Puaj!).  Las Khepri viven en especie de colonias, dentro de edificios confeccionados por la secreción de ciertos gusanos; a su vez son artistas innatas, ya que con una sustancia que producen con sus cuerpos, crean hermosas esculturas.  Entre sus cultos religiosos poseen uno dedicado a los estúpidos machos que las fecundan y entre ellas es habitual el lesbianismo para disfrutar del sexo sin necesidad de procrear.
  • Vodyanois: Especie anfibia parecida a la de sapos antropomórficos.  Poseen la capacidad de modificar el agua a través de sus manos, dándole forma sólida en base a una especie de campo de fuerza que producen; con esto crean objetos y también debido a ello gran parte de los vodyanois trabajan en los ríos y acueductos.  No pueden sobrevivir sin una mínima cantidad de agua que mantenga húmedos sus cuerpos, por lo que los lugares desérticos están vetados para la mayoría de ellos.  A su vez su carácter en general es bien parco.
  • Garudas: Hombres pájaros provenientes del desértico lugar llamado Cymek.  Poseen  rostro de pájaro y unas enormes alas que al extenderlas los hacen verse amenazantes.  Aparte de las alas, también tienen manos, terminando los dedos de éstas y patas en garras.  Son expertos combatientes tanto en tierra como en aire.  No mantienen contacto con otras razas, salvo contadas excepciones.  Hablan un lenguaje poético.
  • Manecros: Raza parasitaria de otras especies inteligentes que se dividen en manecros derechos y manecros izquierdos, poseyendo los primeros la autoridad frente a los otros.  Son similares a manos con cola y acostumbran parasitar a sus huéspedes, dominando por completo su conciencia.  Tienen habilidades psíquicas y además poseen la facultad de producir una especie de fuego líquido con el que atacan, disparándolo desde la boca de sus huéspedes; también pueden volar, lo que hacen al estar unidos a estos.  En Nueva Crobuzon mantienen una escasa población, siendo considerados por las otras especies una oscura leyenda de temer.
  • Cactos: Especie de cactus evolucionados, bastante belicosos y xenófobos.  Mantienen una comunidad aislada llamada “El Invernadero” en plena Nueva Crobuzon, protegidos por una enorme cúpula y manteniendo cierta independencia del gobierno de la ciudad.  Cuentan con enormes espinas en sus cuerpos y en el caso de los cactos que viven fuera del Invernadero, se las pulen, pero dentro de este lugar las mantienen con orgullo.  Sus duros cuerpos son difíciles de herir de gravedad.   Su tecnología es sofisticada.
  • Tejedoras: Gigantescas arañas transdimensionales.  Hablan un lenguaje lleno de metáforas y sus intenciones resultan más que incomprensibles para las otras especies.  Debido a su facultad de pasar de una dimensión a otra, pueden aparecerse de improviso, provocando terror por su propia presencia.   Mantienen a una de su especie a manera de emisaria con el gobierno de Nueva Crobuzon.  Las Tejedoras mantienen un gusto por la estética que responde a patrones que sólo ellas aprecian, lo que las lleva a preocuparse por el “tejido de la realidad”, de modo que si es necesario intervienen en los eventos de Nueva Crobuzon.  Por cierto, en su tronco poseen manos humanas que terminan en largos dedos. Al parecer sólo hay hembras entre ellas.
  • Consejo de los constructos: Inteligencia artificial que surgió por accidente y que se transformó en el Mecadios para miembros de otras especies, quienes mantienen su culto en secreto.  El Consejo habita un enorme basurero, que fue el lugar que le vio nacer.  Sólo le interesa procesar información.  Es capaz de crear impresionantes mecanismos con material de desecho y provocar en otros constructos (máquinas usadas por los ciudadanos de Nueva Crobuzon para cumplir tareas domésticas) la chispa para que surja inteligencia en ellos.  Como el Consejo de constructos es incapaz de articular palabra alguna, usa el cadáver desnudo de un hombre a manera de avatar, hablando por medio de él.
                                                        
5. Dramatis Personae:

    Una novela tan extensa como esta posee numerosos personajes que en mayor o menor medida son desarrollados hasta otorgarles vida propia. Ya he nombrado algunos cuantos, pero aquí va un listado de los más destacados dentro de la novela y que poseen mayor relevancia en el desarrollo de los eventos:

  • Isaac Der Grimmebulin: Comparte el protagonismo del libro con Yagharek.  Es un hombre gordo, con una inteligencia sobredotada, sociable y que se mueve entre el mundo elitista de los académicos y las zonas marginales sin mayor problema (aunque bien se siente mejor entre los habitantes del segundo sector).  Pese a lo que en apariencias se percibe en él, un sujeto hedonista y sin escrúpulos, Isaac es un hombre dulce y con fieles principios como la lealtad y la responsabilidad.
  • Yagharek: A mi parecer, este personaje “se roba la película” en el libro.  Es lejos el personaje más heroico de toda la novela, siendo además uno de los dos narradores de la obra, abriendo y cerrando la novela.  Sobre él pesa una gran vergüenza, lo que le otorga un carácter sublime propio de un personaje de la tragedia griega.  Al principio es reticente a mantener contacto con otros que no sean de los suyos (incluso con el propio Isaac, pese a que contrata sus servicios, apenas habla con él), pero cuando se ve sumido en los trágicos eventos que significan la vida o la muerte para todo el mundo, asume su papel de  la forma más honrosa.
  • Lin: La pareja de Der Grimmebulin.  Lin no es sólo una paria por ser una khepri que se viste de humana y vive entre estos, también lo es entre sus hermanas de raza, pues optó por la independencia intelectual y artística dejando la comunidad a la que están acostumbradas otras khepris. 
  • Derkhan: Esta periodista dedicada a la crítica de arte, en apariencia una mujer frívola, es la mejor amiga de Lin y resulta ser nada menos que una de las responsables del diario clandestino opositor a la dictadura del alcalde Rudgutter.  Es una mujer valiente que se une a la cruzada de Isaac y participa hasta sus últimas consecuencias en ella.
  • Rudgutter: El dictador de Nueva Crobuzon, humano y poderoso.  Controla toda la ciudad con mano de hierro y no vacila en castigar a los que se oponen a sus designios.  Es despiadado y posee facilidad de palabras como para tener acuerdos con seres tan extraños y peligrosos como lo pueden ser los mismos demonios del Infierno y la Tejedora. Luego de Isaac y sus compañeros, es la segunda fuerza que trata de controlar los eventos que asolan la ciudad (pero no tanto por preocupación de sus ciudadanos, si no que para sacar provecho de ello).
  • Motley: Mafioso, líder de la distribución de drogas en Nueva Crobuzon.  Su apariencia es un misterio que muy pocos conocen realmente.  Contrata a Lin para que haga una estatua suya.  La identidad de Motley es lejos uno de los puntos más sobresalientes del libro y las veces en que aparece en la narración (no muchas) es una verdadera delicia para el lector.  Motley es tanto o más cruel que el alcalde, siendo ambos caras de una misma moneda por cuanto cada uno corresponde a la figura de un poder maligno que opera en este caso en el bajo mundo, mientras que el otro a la luz de la política.  Es a su vez la tercera fuerza que trata de sacar provecho de las circunstancias que se convierten en el eje dramático del libro.
  • Lemuel: Contacto de Isaac con los seres más marginales de Nueva Crobuzon y quien le consigue en el mercado negro lo que de otra forma sería imposible.  A Lemuel sólo le interesa sí mismo, pero sin desearlo se ve involucrado en el grupo de Isaac, quien le pide ayuda y le ofrece hasta sus servicios científicos a cambio de apoyo logístico.
  • Pengefinchess: Otra genial creación de la pluma y la imaginación de su autor, que sobresale en el libro, pese a que aparece bien pasada la mitad de las páginas.  De raza vodyanoi, es una mercenaria a la que contrata Lemuel para ayudar a acabar con la desgracia que asola Nueva Crobuzon.  Pengenfinchess trabaja junto con dos compañeros de andanzas, pero del trío que se une a las filas de Isaac, es la única poseedora de luz propia (supongo que lo hizo a propósito su autor).   Posee un acuerdo con una ondina (elemental del agua), que vive en su cuerpo humectándolo y con lo que la mercenaria puede sobrevivir sin problemas en ambientes secos. 



[1] Más bien una inglesa, la señora Mary Shelley en un ya lejano 1817 con su tan inspirado Frankenstein y que más de un siglo después el norteamericano Hugo Gernsback inteligentemente llamaría Ciencia Ficción.
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