domingo, 31 de diciembre de 2017

Último post del año/post N° 100 de 2017.


Junto a mis regalones Brunito y Amílcar.








     Se suponía que la última entrada en el Cubil en este año que está por acabar en un rato más, iba a ser el que aún tengo incompleto acerca de la tercera temporada de The Flash (y que así como voy, será el primero del 2018) o el texto sobre Informe sobre la Ceguera de Saramago, que hace rato tengo ideado en mi cabeza…No obstante una vez más mi “agitada” vida personal y profesional me han tenido demasiado ocupado, así que me he visto obligado a cambiar mis planes y para cumplir al menos con un post de finalización de año, he optado por escribir estas otras palabras.
      Antiguamente tenía la costumbre de comenzar cada nuevo año con un post en el que revisaba mi vida durante el año que le precedió, no obstante por obsesiones mías me pareció que me trajo “mala suerte” en materia laboral y dejé de hacerlo.  Esta vez he preferido invertir los elementos a manera de cábala y hacer otra cosa: Revisar la productividad del blog en lo que consistió este bello (para mí) 2017.  Vamos dándole:

1- Algunas personas me preguntan cuántos libros me he leído en mi vida o cuánto me demoro en terminar uno (pregunta que solo me la hacen aquellos que claramente no tienen el hábito lector o no leen textos con un propósito de gozo estético), a lo que siempre les respondo en el primer caso que ni idea o que todo es relativo, pues depende del grosor del tomo y del tiempo que le doy a sus páginas.  En todo caso hace un rato que se me ocurrió revisar gracias a los post que dedico a mis lecturas personales, la cantidad exacta de títulos que disfruté este año y aquí va: nada menos que 20 tomos  y que corresponden en orden cronológico a…

·         El Juego de las Maldiciones de Clive Barker (mi lectura literaria playera de este año).
·         La Suma de los Días de Isabel Allende (mi reencuentro luego de un bienio más o menos con esta dama de las actuales letras nacionales).
·         El Club de los Negocios Raros de G. K. Chesterton (la confirmación de que este señor es sin dudas todo un maestro en la narrativa).
·         Ray Harryhausen.El Mago del Stop-Motion de Carlos Maroto (un precioso ensayo acerca de este genio del séptimo arte, que compré un hermoso día en una de mis salidas veraniegas con Amilcar).
·         El Amor en los Tiempos del Cólera de Gabriel García Márquez (y que por fin pude disfrutar tras tanto tiempo en deuda con tal libro).
·         El Exorcista de William Peter Blatty (otra obra maestra, esta vez del género del terror, a la que ya bien crecidito por fin le hinqué el diente).
·         El Ángel Caído de William Hjortsberg (un descubrimiento narrativo de esos que se agradecen a Dios y que también por años tuve en carpeta).
·         11.4 Años Luz de Nicholas Avedon (obra de ciencia ficción española, que su mismo autor tuvo la gentileza de mandarme de regalo desde su lejana tierra).
·         Adiós Mariquita Linda de Pedro Lemebel (otro reencuentro con un querido artista compatriota).
·         Ygdrasil de Jorge Baradit (la primera novela publicada del polémico escritor nacional que se las da de opinólogo y que sin embargo me gustó como el resto de sus obras).
·         El Último Tango de Salvador Allende de Roberto Ampuero (una emotiva novela que me llegó bastante y que provocó el aparente quiebre de mi amistad con otro Roberto).
·         Pies de Barro de Terry Pratchett (perteneciente a la extensa saga del Mundodisco, fue mi grato regreso a esta serie de novelas que tanto amo).
·         El Bazar de los Malos Sueños de Stephen King (mi lectura literaria de vacaciones de invierno y otra colección de relatos de mi autor favorito que adoré).
·         Harry Potter y el Legado Maldito de J. K. Rowling (un grato reencuentro más con una saga y una autora muy preciadas por mí).
·         El Tapiz del Vampiro de Suzy McKee Charnas (un libro que compré el último día de vacaciones de invierno y que desde niño quería tener y gozar y que ahora por fin disfruté).
·         El Problema de los 3 Cuerpos de Xixin Liu (mi primer vistazo a la literatura china y más encima de ciencia ficción).
·         La Isla del Tesoro de Robert Louise Stevenson (otro texto con el que tenía una deuda desde largo rato y que me dejó claro que es un placer leer a su autor).
·         El Sabueso de los Baskerville (mi regreso a los textos originales del gran Sherlock Holmes, que también por años estuve relegando hasta ahora).
·         Travesuras de la Niña Mala de Mario Vargas Llosa (mi más reciente lectura del Nobel peruano y que me dejó claro que debo leer más de él).
·         Informe sobre la Ceguera de José Saramago (el feliz descubrimiento de otro autor de peso al que tener en cuenta).

Con mi mamita.

      Se suponía que el último libro del año sería El Camino de los Reyes de Brandon Sanderson, no obstante sus casi 1200 páginas, sumado a que comencé a leerlo demasiado tarde y a otros intereses míos, hará que al final sea el primer libro terminado (que no empezado) en este 2018 que se avecina.  En 2016 comencé la novela 4.5 de la saga de La Torre Oscura de King, El Viento en la Cerradura, pero no lo pongo en el listado de más arriba, pues como ya dije el inicio de su lectura corresponde a otra época.
      Las lecturas, entre las que supongo como ya quedó claro no incluyen el montón de cómics que tuve en mis manos y que solo pocas veces detallo en mi página, corresponden a lo siguiente:

·         2 colecciones de cuentos (el de Chesterton y el de King).
·         5 libros concernientes al género del terror, el que más me gusta, si bien uno de ellos (El Bazar de los Malos Sueños incluye textos de otros géneros) y otro puede considerarse como una serie de 5 novelas cortas conectadas (El Tapiz del Vampiro).
·         3 novelas de ciencia ficción (las de Avedon, Baradit y Liu, en lo que viene a ser una mirada completamente lejana a la literatura anglosajona que leo generalmente de este género).
·         4 libros de autores nacionales (la Allende, Lemebel, Baradit y Ampuero).
·         2 autores latinoamericanos que no sean chilenos (García Márquez y Vargas Llosa).
·         3 premios Nobel de Literatura (García Márquez, Vargas Llosa y Saramago).

      Podría seguir haciendo un desglose como el de arriba, pero esto no terminaría nunca. Todos los libros me gustaron bastante, habiendo, por supuesto, algunos que me fascinaron por completo.  Para el año que viene ya tengo varios títulos en cola y uno de ellos es uno muy esperado: el nuevo libro de mi queridísimo amigo Miguel Acevedo, que corresponde a su homenaje particular a Lovecraft… ¿Para cuándo llega tu título, compadre? Espero sea en enero, para que sea mi primera verdadera lectura literaria de 2018.

2- Este año se estrenaron nada menos que 7 filmes basados en cómics de superhéroes.  3 de DC y el resto de Marvel.  Hay quienes no incluyen en este listado la cinta animada de Lego de Batman, que a mí me gustó demasiado. A cada cinta le dediqué su respectivo post y en ellos dejé consignado mi opinión, que bien pueden leer cuando gusten.  Hubo gratas sorpresas, siendo que tanto DC como Marvel sorprendieron gratamente con películas que bien pueden ser consideradas como verdaderas obras de arte, que incluso van más allá de los propósitos de entretener y ganar millones.  Pues tanto Logan como La Mujer Maravilla son títulos notables, que a un servidor le sacaron más de una lágrima.  Por otro lado, ambas propuestas comiqueras hollywoodenses por separado, tuvieron sus propios fiascos (o al menos que para un veterano lector de historietas como yo resultaron decepcionantes): Spider-Man: Regreso a Casa de la Casa de las Ideas y Liga de la Justicia de DC.  Por otro lado, como acostumbra hacer Disney con sus producciones marvelitas, Guardianes de la Galaxia Volumen 2 y Thor: Ragnarok no pueden ser más divertidas y sin dudas están entre los grandes estrenos comiqueros de este 2017.  Ahora solo queda esperar lo que se viene respecto al tema en el 2018, que ojalá no hayan decepciones como las mencionadas.

3- Y en materia de séptimo arte también, aunque en esta ocasión concerniente a adaptaciones de libros y más encima de mi escritor predilecto Stephen King, se concretaron los estrenos de nada menos que de 4 filmes basados en libros suyos.  Estos corresponden a 2 largometrajes para el cine, La Torre Oscura e It, primera parte; la esperada y tanto tiempo aplazada versión audiovisual de la gran saga de King, es sin dudas todo un fiasco, mientras que la más “humilde” visión de uno de los libros más famosos del autor, no puede ser más gratificante.  En cuanto a los dos títulos realizados por Netflix, El Juego de Gerald y 1922 son verdaderas joyas de calidad cinematográfica.  Tengo pendiente escribir sobre el último caso, aunque hace años ya me referí a la novela corta que la inspiró en entrada para Todo Oscuro sin Estrellas, otra gran colección de relatos del tío Steve.

En compañía de algunos de mis amigos Galpincheros. Ledda, Vale, Marlo y Nelson.

4- También me di el gusto de escribir por fin de dos sagas que desde largo tiempo me tienen robado el corazón: Primero de la ya mencionada Torre Oscura y a la que le hice nada menos que 3 posts, sin mencionar el que preparé en exclusiva para la cinta a la que me referí en el párrafo de arriba.  Luego hice algo por Harry Potter, otra enorme deuda que tenía.  Teniendo en cuenta cuánto me gustan esas series, les tengo un afecto especial a dichas entradas y agradezco en especial a mi comadrita Ledda y a Marcelo, su pareja y de igual manera otro de mis mejores amigos, por regalarme su más reciente entrega para mi último cumpleaños.

5- Este año inicié 3 series de post.  El primero dedicado a mis películas de fantasmas favoritas, en el que tal como dice su nombre reviso las historias de este tipo que más me han impactado; llegué a realizar 7 entregas y aún tengo varios títulos en carpeta (espero retomar esto en enero); en dichas entradas aproveché de hacer una revisión de los directores que las llevaron a cabo.  También me puse a comentar la serie de cómics que forman parte  Antes de Watchmen, novelas gráficas polémicas por varias razones; todavía tengo pendientes 2 de las historietas que conforman esta colección.  De igual manera inicié una serie de entrevistas exclusivas a los blogueros que admiro, llevando a cabo 6 en total, pues la verdad es que ya no mantengo muchos blogs dentro de mis lecturas habituales, en gran parte porque sus creadores los abandonaron; ojalá pueda en un futuro cercano seguir estas entrevistas, que resultan ser muy amenas y gratificantes para mí, además que entre colegas blogueros hay que apoyarse.

6- Como punto triste, nos tocó despedirnos de nada menos que de 9 artistas que al menos en mi caso personal me dolió bastante su partida.  Todo comenzó con el fallecimiento de John Hurt y luego terminó con Len Wein.  De seguro abandonaron este mundo varias otras personalidades en 2017, sin embargo como es mi costumbre solo les di su espacio acá a aquellos  que me eran significativos.  Espero que este Año Nuevo que se avecina, no sean tantas las pérdidas, si bien ello forma parte de la vida misma y debemos aprender a aceptarlo.

7- Creo que este año más que nunca escribí posts dedicados a mi vida personal, muchas veces refiriéndome a mis memorias en textos sobre las obras leídas o vistas y en ocasiones sobre algún evento importante en mi existencia.  Si la memoria no me falla comencé con mi visita a la Comic Con y luego continué con mi escrito en honor a mi fallecido padre; luego hice dos para la primera vuelta de las Elecciones Presidenciales y otro para la “desastrosa” segunda vuelta.

8- Y para finalizar, llegué a la increíble suma de 500 posts publicados, todos de mi autoría, en más de 6 años de existencia de mi Cubil del Cíclope.  

      Bien puedo decir que estoy muy contento de todo lo logrado a través del blog. Muchas gracias a quienes me leen, siguen y comentan…

      …¡Y feliz Año Nuevo de 2018!


Todas las fotos son del 2017 y esta es la más reciente, de tan solo el 30 de diciembre junto a Brunito.

lunes, 25 de diciembre de 2017

Descubriendo a otro maestro actual de la narración (primera parte).


      Hace rato que tenía pendiente leer algo sobre José Saramago, importante autor portugués ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998, ya que desde que me vi hace años la adaptación de la que tal vez sería su novela más famosa, Informe sobre la Ceguera (1995), enganché con su historia y me nació el interés por adentrarme en su narrativa.  Harto ha pasado desde entonces y tan solo en el transcurso del mes pasado, recién me vine a leer el mencionado texto, gracias a que me compré en oferta una preciosa edición de Copec del libro en cuestión.
      La verdad es que nada sabía de este señor, por quien ahora siento mucho respeto y por el cual a futuro bien deseo tener otras obras suyas y gozarlas tanto como fue con el título mencionado.  Aparte del preciado galardón que recibió, nada más sabía de este señor, así que me puse a googlear para aleccionarme al respecto y poder contarles unas cuantas cosas de su vida e impresiones mías, antes de irme de lleno al comentario personal sobre su novela leída.
     Nacido el 16 de noviembre de 1922 en Portugal, se dedicó no solo a la novelística, sino que también al teatro, la poesía, el ensayo, el relato corto, la narrativa infantil y juvenil y destacó además en el periodismo, pues por años trabajó para diversos periódicos (siendo posteriormente recopilados varias de sus crónicas en diversos tomos); de igual manera incursionó en la blogósfera, habiendo dos libros que reúnen muchos de sus posts.
      Como muchos artistas de fuertes convicciones políticas de izquierda, era comunista y ello le traje en un determinado momento de su existencia problemas con el gobierno dictatorial de António de Oliveira Salazar, sufriendo como muchos intelectuales de oposición censura y persecución.  No obstante la vida es justa, y Saramago le sobrevivió por décadas y se hizo un hombre de connotación internacional, algo que no se puede decir de sus enemigos.
     Al revisar su biografía y su enorme lista de obras, me llaman la atención 3 detalles que para nada son insignificantes:
      Primero: Le concedieron el Nobel recién en una fecha que podría parecer bastante tardía, ya cuando contaba con más setenta años, a una edad que no deja de ser avanzada, si bien pudo disfrutar de tal distinción durante más de una década (falleció el 18 de junio de 2010, a los 87 años).  Y escribió de manera continua y publicando aún después de que la Academia Suiza se fijó en él.  Supongo que un reconocimiento como este considera una larga vida dedicada al arte de la palabra, lo que de seguro implica tener a cuestas largo tiempo creando obras de este tipo, de indiscutido valor literario, algo que de seguro los encargados del nobel lo verían solo destinado a verdaderos veteranos (en vez de premiar a maestros más jóvenes, potenciando así la valoración de su trabajo, algo que por mi parte considero que no sería malo).  
      Segundo: En el plano religioso era ateo y sin embargo una de sus obras más importantes viene a ser El Evangelio según Jesucristo (1991), novela con la que incursionó por segunda vez en la narrativa histórica (luego de Memorial del Convento, 1982) y más encima, tal como dice su nombre, adentrándose nada menos que en los tiempos de Jesús.  Pues esta obra le trajo más de una polémica, en especial de ciertos sectores cristianos que consideraron su trabajo como una verdadera ofensa a la figura del Hijo de Dios (más adelante otros trabajos suyos también molestarían a los más acérrimos inquisidores).  Ahora bien, Saramago no fue el único comunista ateo que realizó una ficción acerca de Cristo, ya que el cineasta italiano Pier Paolo Passolini hizo El Evangelio según San Mateo (1964), considerada una de las cintas más hermosas sobre el Nuevo Testamento.  Y es que por mucho que varios prejuiciosos detractores al comunismo crean que esta ideología es por completa opuesta a las enseñanzas de Jesús, muchos de sus simpatizantes lo consideran como una figura de respeto, por sus principios bastantes cercanos a su propia posición (sin olvidar que también hay marxistas católicos, aunque parezca increíble).  Asimismo antes de Saramago, otro genio de la literatura, Robert Graves (el mismo de esas joyitas que son Yo, Claudio y El Dios Claudio y su esposa Mesalina) escribió Rey Jesús (1946) otra fantasía histórica en torno al Mesías, que también tuvo su grado de querella, de modo que al volver a Saramago podemos ver que este , ya sea consciente o inconscientemente, recoge en su título una visión más humana del personaje, siguiendo una tradición que lo más probable que otros narradores la hayan tomado también para sus obras.  La verdad es que apenas he querido adentrarme en el contenido de la novela de Saramago, que mucho deseo adquirirla para disfrutarla en un futuro cercano.
      Tercero: Revisando su lista de libros, me he dado cuenta con mucha alegría de que no solo Informe sobre la Ceguera lo acerca la misma ciencia ficción (claramente uno de mis subgéneros favoritos), sino que a lo largo de su carrera el escritor demostró un verdadero interés por las ficciones de tipo extrapolativo, de modo que varios de sus otros textos están a camino entre la fábula para adultos, la misma fantasía histórica o la narrativa maravillosa.  En todo caso, muchos de estos títulos no dejan de ser una reflexión y una crítica mordaz a varios males de la sociedad actual, con una evidente tipología de los héroes y villanos que encontramos en el mundo real, todo disfrazado bajo una ingeniosa fantasía narrativa.  Es así que en El año de la muerte de Ricardo Reis el protagonista se encuentra con el espíritu del poeta Fernando Pessoa (1984).  En tanto que en La Balsa de Piedra (1986) juega con la hipotética idea de una Península Ibérica, que debido a un cataclismo se desprende del resto de Europa y comienza un viaje junto a sus millones de habitantes a lo largo del planeta.  En cuanto a Historia del cerco de Lisboa (1989) trata en parte el tema de las realidades alternativas o ucronías, al contarnos acerca de una versión diferente a los hechos históricos, sobre la negación de los cruzados en ayudar al rey de Lisboa durante unos conflictos armados en plena Edad Media.  Todos los Nombres (1997) nos muestra otra de esas pesadillas kafkianas en las que su personaje principal trabaja para un asfixiante Registro Civil y se enamora/obsesiona de una mujer a la que ni siquiera conoce.  Mientras que La Caverna (2000) es otra obra que nos muestro un mundo muy parecido al nuestro y que se acerca a la idea de la antiutopía.  Por medio de El Hombre Duplicado (2002) aborda el tema del doppelgänger, el doble, tema bastante popular en la literatura (asimismo esta novela fue llevada al cine en 2013, por el director  Denis Villeneuve, bajo el nombre de Enemy y con estrellas de la talla de Jake Gyllenhaal e Isabella Rossellini).   Quizás aún mucho más impactante puede llegar a ser el elemento fantástico de Las Intermitencias de la Muerte (2005), libro en el cual nada menos que en Año Nuevo la gente deja de morir y luego de la respectiva euforia ante la supuesta buena noticia, las consecuencias de este hecho complican a la comunidad que se ha encontrado con los percances que esto puede atraer.  Su última obra publicada en vida, Caín (2010), retoma el tema religioso por un hombre ateo como él, pero que a lo largo de su existencia y de bibliografía, se puede evidenciar su preocupación por los grandes temas humanos, que sin dudas lo acerca a lo que se espera de un creyente: la fe en lo mejor del ser humano y como bien queda demostrado en la novela Ensayo sobre la Ceguera, de la que dentro de poco escribiré.  Volviendo a Caín, este título recoge al “primer asesino” de la historia según la Biblia y haciendo que este tras su fratricidio, lleve su vida errante de castigo a través del tiempo, llegando a conocer a otros personajes bíblicos. 


jueves, 21 de diciembre de 2017

El increíble regreso de Frank Castle a Netflix.



      Luego de su emotiva y memorable introducción dentro de la segunda temporada de Daredevil el año antepasado, gracias a Netflix, todo el mundo se quedó esperando la prometida serie propia dedicada al antihéroe conocido como el Castigador.  El deseo de muchos pudo ser cumplido hace un mes atrás exactamente, cumpliendo sin dudas con todas las expectativas y demostrándonos además que tras el impase de Puño de Hierro y haber remontado con Los Defensores, con su show sobre el vigilante (¿O justiciero?) de la calavera, Netflix nos entregó lejos el mejor de sus productos Marvel de este 2017 que está ya por terminar.
     El argumento retoma a su protagonista viviendo en el anonimato tras su participación  en el programa sobre el Diablo Guardián, quien ha sido dado por muerto y ahora trabajo como un silencioso obrero de la construcción.  Es así que lo vemos llevando una frondosa barba que lo hace irreconocible y más encima debido a su mutismo, como alguien considerado entre sus colegas como un minusválido mental.  Sin embargo la llegada de un más joven (y hasta cierto punto inocente) trabajador de origen latino, quien cae en las redes de un grupo de facinerosos empleados de la misma empresa, vuelve a sacar a flote al Frank que tanto amamos.  Todo esto y más ocurre en el prometedor primer episodio, que acaba dándonos momentos en los que la adrenalina y la emoción en general quedan como un elemento importante dentro de lo que viene a ser este programa; por otro lado, la violencia perpetrada por los mismos villanos a los que se enfrenta el personaje, así como la misma usada por este (que en su caso no deja de hacer que el público caiga en la tentación de aceptar sus métodos tan drásticos) no deja de resaltar en la pantalla. 
      Pese a todo lo que nos muestra el primer capítulo, que sirve además para ubicarnos dentro de su actual vida al protagonista (convertido en todo un solitario y aún atormentado por sus demonios internos), resulta “engañoso”; puesto que la historia representada en el piloto es tan solo la antesala de lo que vendrá más adelante y donde los villanos de pacotilla a los que se enfrenta aquí el Castigador, en realidad nada son comparados con los criminales que más adelante saldrán.  El socorro entregado al joven latino que hace Frank en este potente capítulo, tiene como importancia no la consolidación de una nueva amistad, aunque sí el llamado a que vuelva a despertar el vengador que hay en Castle.
       Por otro lado, se nos van presentando los nuevos personajes que tendrán su rol destacado en el show, algunos de ellos ligados al pasado de Frank y otros a los que recién conocerá, cuyos destinos se unirán inexorablemente al suyo.   De igual modo nos reencontramos con alguien tan querible como la periodista Karen Page, ex secretaria de Matt Murdock (Daredevil) y pareja de este y a la que conocimos en la serie sobre el Diablo de Hell´s Kitchen; es así que la amistad entre estos dos, queda expresada aún más en los acontecimientos de la serie, con grandes ejemplos de lealtad, en lo que viene a ser una destacable muestra sobre el valor de la fraternidad entre personas de distinto género sexual.  
       No se puede ignorar la detención que hacen los guiones en el pasado de Castle, saltando en el tiempo más allá de la conocida tragedia familiar que lo movió a convertirse en el Castigador.  De este modo se nos presenta su estadía dentro de una fuerza de elite militar en Afganistán (resulta incierta más o menos la época en la que transcurre esto), dándonos importantes antecedentes acerca de la inclinación hacia la violencia del protagonista y sin embargo dejando claro su código ético y fuertes principios, que pese a su faceta más oscura lo caracterizan como un hombre de fiar y sin dudas con una enorme capacidad de amar.  Es entre estos otros hombres de armas que nos encontramos tanto con más personas de fiar, como con otros retorcidos con los que luego se volverá a codear el vigilante.
       Aparte de los altos niveles de violencia gráfica presentes en sus escenas, que no se veían desde Daredevil, debe destacar además cierto grado de erotismo que en todo caso no tiene relación con el mismo Castle, sino que con un par de los personajes secundarios (dejando más que claro de que no estamos hablando de una producción familiar, basada en cómics, como se podría considerar a The Flash).  Tampoco se puede olvidar que esta es la primera de las producciones de Netfix en la que no aparece el carismático personaje de la enfermera Claire Temple (¡Qué para que les voy a mentir, igual se echa algo de menos en escena!), aunque como ya se dijo reaparece otra vieja conocida, así como también nos volvemos a encontrar con otro personaje de antaño (adivinen cuál).
       La trama de esta primera temporada atiende a dos tipos de enemigos a los que debe enfrentarse Frank.  Por un lado tenemos a un “terrorista principiante” (por llamarlo de una forma sin querer caer en el spoiler), quien sin ser en realidad alguien malvado, pero sí una persona desequilibrada mentalmente, en sus motivaciones nos recuerda en algo al propio  Castle: pues ambos son fruto de la violencia que los marcó mientras sirvieron al país como soldados y luego tras el dolor que cada uno pasó, convirtieron sus mortales habilidades en un medio para defender su idea de justicia.  Sin embargo, el peor mal encarnado en seres humanos “sin poderes” al que debe hacerle frente nuestro antihéroe, viene a ser uno conformado por una serie de inescrupulosos ligados al propio pasado de Frank, cuyas iniquidades quedan descubiertas, siendo que además se valen de su posición como supuestos hombres correctos.  Este último enfrentamiento se ve complicado, cuando nos encontramos con un viejo tema que tantas grandes historias nos ha dado: la traición.  
       Si bien las actuaciones de cada uno de los actores que aquí participan resultan bastante notables, no se puede menospreciar la labor emprendida por John Bernthal y quien como Frank Castle/el Castigador, consigue darnos un trabajo que sin dudas supera a su primera participación como este popular personaje de los cómics.  Es así que el artista no solo logra dar con el tipo físico ideal para interpretar este complicado papel (dueño de una presencia física notable que se esperaría de un Frank de carne y hueso, sin menospreciar lo hecho con notoriedad antes por el guapo y aún mejor actor Thomas Jane o Ray Stevenson, tampoco para nada despreciable en su versión de este), si no que demuestra tener el talento suficiente como para darnos a un Castigador que no solo es hábil en las escenas de acción, también es capaz de dar toda una gama de emociones (del humor, a la congoja e incluso a la ternura, por mencionar solo algunas).
       Por otro lado, como es costumbre en estas producciones marvelitas de imagen real hechas por Netflix, se realizó un hermoso título de créditos de apertura y que como era de esperar en este caso no deja de estar en tono con la estética y la temática propia de su protagonista: el color negro y las armas de fuego, más el ícono de la calavera.  A ello va el tema musical compuesto por Taylor Bates, artista bastante ligado a las adaptaciones de cómics de los últimos años, con trabajos destacados como sus bandas sonoras para Watchmen y las dos cintas de Guardianes de la Galaxia; el que además se encargó del resto del acompañamiento musical de esta serie y quien creó un tema de reminiscencia del spaguetti western para los créditos de apertura, que sin dudas hacen referencia  a los constantes duelos con armas de fuego que aquí aparecen (siendo el primer músico con varias destacadas partituras hollywoodenses a su haber, llamado por Netflix para sus versiones de la Casa de las Ideas).
       Algunos de los demás personajes que aparecen en esta potente primera temporada, que por supuesto termina con la promesa de que lo mejor aún está por venir, corresponden a:

David Lieberman / Micro: Genio de las computadoras y de las telecomunicaciones, es un hombre que como Frank tuvo que simular su muerte tras caer en las mismas redes de los villanos y a los que luego se vuelve a enfrentar, una vez convertido en el primer aliado del Castigador.  En esta versión es un hombre de familia con dos hijos y una preciosa (y sexy) esposa, a los que tuvo que renunciar para llevar a cabo su venganza, camino que comparte con Castle.  Micro es un personaje destacado en los antiguos cómics del vigilante, llevando largo tiempo como socios, hasta que lamentablemente la relación entre los dos se reciente separándolos por completo (a ver si más adelante se atreven a representar su ruptura en alguna futura temporada, si bien sería triste, por cómo lograron detallar la amistad entre ambos hombres).
Billy Russo: El mejor amigo de Frank durante su etapa en la milicia, es un hombre guapo que en la actualidad es el exitoso dueño de un cuerpo militar privado.  Se entera de que Castle está vivo no de inmediato y le ofrece trabajar para él.  Bajo la fachada de hombre amable, se esconde la de un sujeto con varios esqueletos en el armario, quien en el transcurso de la temporada da varias desagradables sorpresas.  Tal como Micro, tiene su origen en los cómics clásicos del Castigador, si bien su desarrollo en las viñetas lo aleja bastante del otro.
Curtis Hoyle: Otro viejo compañero de Frank de los tiempos en Afganistán, pero cuya vida en la actualidad ha tomado un camino por completo diferente al de Russo y Castle, ya que ha optado por trabajar junto a otros veteranos ayudándolos a superar sus cicatrices emocionales y espirituales, tras tanta violencia en el frente.  Este sujeto que perdió una pierna en batalla, es en quien más confía entre sus amigos el protagonista.  En los cómics del Castigador hay alguien que se llama como él, pero su caracterización en para nada se parece a la que este Curtis posee en la serie.
William Rawlins: También salido de los cómics del Castigador, es acá uno de los principales villanos contra quien debe luchar Frank.  Se trata de un individuo que acostumbra abusar de su poder en la posición en la que se encuentra, sin importarle a quienes pasa a llevar para conseguir beneficios personales.  Tiene rencillas personales con Castle, desde la misma época de ambos trabajando para las fuerzas armadas de USA; de modo que cuando los caminos de ambos se vuelven a cruzar, la confrontación entre ambos no puede ser más personal.
Dinah Madani: Idealista joven agente del Departamento de Seguridad de USA de origen árabe, quien se cruza en el camino del Castigador, al que primero ve como un criminal peligroso al que debe capturar; no obstante, todo se complica cuando se da cuenta de que el verdadero enemigo es otro, aliado más encima con gente de la misma calaña.  De este modo termina por unirse a Frank en su misión de atrapar a los mismos criminales.
Sam Stein: Compañero de Madani, por quien siente una atracción no correspondida, si bien al final el respeto y la amistad mutua es mayor a su decepción.  Tan valiente como la dama, aunque no tan ágil como ella, le otorga a la trama una buena cuota de dramatismo.  Destacable es, además, que un personaje judío como este tenga un lazo fraterno tan estrecho con alguien como Dinah, de modo que se resalte sin caer en panfletismos como los de Spider-Man: Regreso a Casa, que gente de distintas culturas (y más encima 2 tan opuestas como las que ambos pertenecen) pueden llevarse bien sin problemas algunos.



                                                         La genial intro de este programa.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Mi segunda vez en las Elecciones Presidenciales en menos de un mes.


        El pasado 19 de noviembre Chile estuvo en otra de sus históricas votaciones, para elegir a quién nos liderará como país en los próximos 4 años.  Eran un montón de candidatos a por el Sillón Presidencial y  a mí en mi ignorancia (y casi apatía política), me sobraban dedos de una mano a la hora de conocer a esas personas.  Asimismo ese día también nos tocaba elegir a unos cuantos parlamentarios, razón por la cual no se veía fácil la tarea.  Por otro lado, por primera vez en mi vida tuve la certeza de que ya era hora de sumarme a un evento como este, así que ahora tenía seguro de que me correspondía votar, acto que realicé con convicción y del cual me sentí orgulloso.
       Pese al compromiso de millones de compatriotas que votaron aquel domingo, la contienda se venía difícil y al final quedaron los dos candidatos en la lista más populares, que en todo caso ninguno de ellos superaba con creces a sus rivales.  Fue así que quedó establecido una segunda vuelta, a efectuarse hoy mismo con todo el calor de estas fechas, cuando mucha gente solo piensa en las compras navideñas, que estamos solo a una semana de esa festividad.  Así que ahora había que luchar con mayor razón por quien a uno le parecía ser la persona correcta, haciendo valer más que nunca el voto, puesto que esta vez era solo una y otra opción (y ambas bien distintas entre sí, por responder cada uno de sus nombres a partidos políticos por completo diferentes y a posiciones contrarias: las llamadas Derecha, en el caso de Sebastián Piñera y la Izquierda, bajo la figura de Alejandro Guillier).  Más encima quienes no votaron por uno de estos dos en el pasado noviembre, tienen aún más complicado el asunto (o tal vez no) a la hora de seguir los consejos de sus antiguos candidatos de quién apoyar, que esté más cerca de su propia visión.  Al menos en mi caso, nunca dudé de que el mejor es el representante de izquierda y proveniente del Partido Comunista, Alejandro Guillier, así que no me vi metido en ningún conflicto de interés.
      Mis amigos Galpincheros, estuvieron las últimas semanas tratando de convencerme para que fuese “apoderado” en alguna de las mesas de votaciones, para cuando se contaran los votos.  De nuestro grupo la mayoría aceptó el llamado, que tan comprometidos son ellos con esto del deber cívico.  Bien por ellos, pero a mí nadie me quita mi derecho a descansar, luego de una semana laboral (y hasta una siesta me dormí y ahora mismo escribo estas palabras para “inmortalizar” este día en el Cubil).  Si me demoré más de dos décadas en decidirme a votar, tal vez en la mitad de años me convenzan a serlo en el futuro, je.
      Poco antes de irme a mi local de votación (el mismo colegio del cual les había hablado en mi anterior post), salió la idea de ir con mi sobrinito Amilcar.  Le pregunté a mi regalón si me quería acompañar y este no dudó en hacerlo.
-          Supongo que vas a votar por Guillier- Me dijo el chiquillo de solo 8 añitos y tan claro como el agua- Por supuesto influenciado por su papá, bastante “comunacho” él.
-          Por supuesto- Le respondí.  Y luego: Vamos a irnos juntos en la misma micro con la Nina (como llama a mi mamá, su abuela), pero ella se baja antes, que le toca en otro colegio.
-          ¿Y ella también va a votar por Guillier?
-          No, la Nina es porfiada, lo hará por Piraña.
-          ¿Piraña? ¿No será Piñera?
-          El mismo, que así le dicen, porque se quiere comer todo.  Así que dile a la Nina que haga caso y vote por Guiller o si no ningún regalo va a recibir para Navidad.
-          ¡Ya po´, Nina, tenís que votar por Guillier!
     Amilcar estaba muy entusiasmado con lo de ir conmigo a votar, que además esta experiencia le sirve para desarrollar su espíritu cívico (además así les demuestro a mis amigos que no solo en materia de ñoñerías lo “educo”, que por supuesto quiero que crezca feliz como una persona de bien e integral).  Una vez frente a la mesa que me tocaba (más encima la número 12, un número cabalístico que no me di cuenta antes del buen augurio que representaba para mí) y luego ambos juntos en la cabina, mi niño quiso votar en mi lugar; cosa que en todo caso no lo dejé, aunque según él sabía hacerlo.  Eso sí, me ayudó a sellar el voto.
      Me gustó mucho hacer esto con Amilcar, algo distinto y a la vez significativo en todas las cosas que hemos compartido, desde que paso tanto tiempo con él.
       Ahora solo queda esperar a que las horas pasen y se sepa quién ganó.  Solo hay que pedirle a Dios que en cualquiera de los dos casos, todo sea por un Chile mejor que nunca.


sábado, 16 de diciembre de 2017

Disfrutar una vez más del talento de un maestro (segunda parte).



    Travesuras de la Niña Mala (2006) es la versión de Mario Vargas Llosa de lo que sería una novela romántica, no en el sentido de la literatura propia de la primera mitad del siglo XIX cultivada en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica en aquellos años (con personajes extremadamente sensibles), si no en cuanto a que aborda en su argumento el romance entre sus dos personajes principales.  En pocas palabras, trata acerca de la historia de amor entre dos personas que abarca nada menos que 4 décadas en sus vidas, a lo largo de un montón de ciudades en todo el mundo, el que como bien sucede en la vida real no las tiene fácil para que sus dos protagonistas puedan ser felices juntos.  De este modo en dicha obra, el autor aglutina varios elementos caros a su bibliografía: el melodrama heredado de las radionovelas que tanto le gustaban de joven (evidenciado a través de su libro autobiográfico ficcionado titulado como La Tía Julia y el Escribidor); la ambientación realista de sus historias poniendo énfasis en caracterizar el pasado inmediato; el tema del crecimiento personal a través de las vivencias y las personas que lo llegan a marcar a uno; y, por último, la valoración de la amistad como fuente inagotable de historias y pilar fundamental en la vida del ser humano.
     El libro comienza en los años de la adolescencia de su protagonista masculino.  En estas páginas se describe el despertar a la sexualidad en el entorno del entonces muchacho, que si bien estamos hablando de flirteos donde vale más el coqueteo que la consumación del acto sexual (claramente estamos hablando de otros tiempos),  si se trata de un cambio significativo a la hora de evidenciar el desarrollo emocional de quien despierta al interés por el otro género.  Es a partir de este momento que llega el gran amor de su vida, en la figura una chica experta en el engaño y la mentira, a la que pese a todo adora con todo su ser; con posterioridad tras el pasar de los años, en cada reencuentro, el protagonista masculino buscará conquistar su rebelde corazón, a lo largo de todo el tiempo en el que transcurre esta historia.

     “Entonces, la reconocí. Había cambiado mucho, por supuesto, sobre todo su manera de hablar, pero seguía manando de toda ella esa picardía que yo recordaba muy bien, algo atrevido, espontáneo y provocador, que si traslucía en su postura desafiante, el pechito y la cara adelantados, un pie algo atrás, el culito en alto, y una mirada burlona que dejaba a su interlocutor sin saber si hablaba en serio o bromeando. Era menuda, de pies y manos pequeños y unos cabellos, ahora negros en vez de claros, sujetos con una cinta, que le llegaban a los hombros. Y aquella miel oscura en sus pupilas.”

      Tal como dice el dicho, los opuestos se atraen, ya que los enamorados no pueden ser más diferentes entre sí, al punto de que mirado desde cierta perspectiva viene a ser el varón quién en realidad ama con todo su ser, mientras que la dama nunca llega a abrazar la entrega total por el otro.  En este sentido bien se podría decir que lo papeles se invierten en la obra, de lo que ante un visión sexista se esperaría de la supuesta conducta de cada género en un romance: Ya que acá es el varón el emocional y quien cede a los caprichos de su objeto amoroso, pese a que los acontecimientos nos dicen que no vale la pena amarla con tal intensidad; puesto que en cambio la fémina, se comporta como alguien  más bien pragmático y que utiliza a los hombres para escalar hacia su idea de la realización personal (en otras palabras, es lo que muchos llamarían una perra o una zorra, ya que al parecer es incapaz de corresponder a su “príncipe azul” y hace lo que quiere con él). En todo caso este tipo de personajes femeninos, que juegan con aquellos a los que seducen, es ya todo un leiv motiv en la literatura y claramente viene del Romanticismo, a través del estereotipo de la femme fatale (de hecho, tal como la palabra viene de un concepto francés, buena parte de la historia transcurre en Francia, específicamente en París, donde la Niña Mala hace y deshace a su antojo y luego lleva su juego a otras latitudes del mundo).


      Teniendo en cuenta que esta novela comienza en plenos años cincuenta, un periodo más o menos tranquilo para el convulso Perú, luego se traslada a la época de la Revolución Comunista y de los hippies en los sesenta, cuando los protagonistas están entrando en la segunda década de su vida.  Es aquí que el Vargas Llosa cronista de un periodo importante del pasado inmediato, nos transporta a este mundo lleno de contrastes, con sus ideologías rupturistas e idealismos.  Teniendo en cuenta que el propio autor en su juventud abrazó el marxismo y luego terminó por desencantarse de este (tal como nuestro escritor nacional Roberto Ampuero), no deja de faltar una mirada ácida hacia los defensores de todo esto; y sin embargo, aun así es capaz de entregarnos a uno de esos tantos personajes carismáticos heroicos a su manera, en la figura del amigo revolucionario que conoce en París el narrador-protagonista (siendo este el primero del importante desfile de amistades que le conoceremos, a lo largo de los distintas etapas de su vida que nos cuenta en estas páginas). 
     La historia de Perú, la misma patria del novelista (también con una destacada carrera política en dicha nación), también tiene su lugar en el texto.  Pues acá vamos conociendo los vaivenes por los que pasa el otrora poderoso imperio inca, ahora sometido a los avatares producidos por los poderes fácticos tal como bien ha pasado en muchos países latinoamericanos a partir de la segunda mitad del siglo XX.  Luego, se puede leer entre líneas la propia posición de Vargas Llosa frente al destino de su cuna y en especial con los hombres que han ostentado el control de la nación. 
     Cada capítulo de la novela hace referencia a la valiosa fraternidad que se describe en dichos apartados, siempre tratándose de una persona caracterizada como alguien diferente a quien le precedió y pese a todo verdaderos ejemplos de personas nobles y leales (a falta del amor de una mujer gentil, buenas son las amistades de gente notable).  Es así que luego del revolucionario, nos encontramos con un hippie artista (un pintor para ser más precisos) un intérprete políglota, un matrimonio con un hijo adoptado vietnamita supuestamente mudo y una bella muchacha diseñadora de escenarios para obras teatrales; a cada uno de ellos se le dedica un capítulo especial y en el que se profundiza en el papel de todos estos en la vida del eterno enamorado de la llamada Niña Mala, convirtiéndose sin dudas en parte esencial del crecimiento personal de este hombre.  Las 3 primeras relaciones amistosas terminan en tragedia, que buena parte de la novela está llena de ese tono doloroso propio de las grandes historias de amor que tanto quiso honrar Vargas Llosa; sin embargo, las dos últimas demuestran que en la vida también hay alegría, pese a las desdichas, puesto que el amor (que tiene muchas formas) siempre resulta ser mucho más poderoso que las barreras que nos ponemos a nosotros mismos y logra subsanar cualquier cosa.  
      Otro elemento destacable en la novela viene a ser su marcado erotismo, relacionado, por supuesto, con cada uno de los encuentros entre ambos amantes.  Por lo tanto la narración se detiene bastante en ello, algo que por lo que tengo entendido ya había estado presente en anteriores libros de su autor y que aún no leo, correspondientes a Elogio de la Madrastra (1988) y Los Cuadernos de Don Rigoberto (1997).  Y sin embargo, pese a la personalidad utilitarista de la mujer, queda claro que es través de su entrega al Niño Bueno, que se manifiesta incluso en la carnalidad del acto sexual su verdadero afecto hacia este.

      
        “Y, sin más, con la misma naturalidad con que hubiera encendido un cigarrillo, abrió las piernas y se tendió de espaldas, con un brazo sobre los ojos, en esa inmovilidad total, de concentración profunda en que, olvidándose de mí y del mundo circundante, acostumbraba sumirse a esperar su placer. Tardaba siempre mucho en excitarse y terminar, pero esa noche tardó todavía más que de costumbre, y, dos o tres veces, con la lengua acalambrada, debí parar unos instantes de besarla y sorberla. Cada vez, su mano me amonestaba, tirándome de los cabellos o pellizcándome la espalda. Al fin, la sentí moverse y oí ese ronroneo suavecito que parecía subirle a la boca desde el vientre, y sentí el encogimiento de sus miembros y su largo suspiro complacido. «Gracias, Ricardito», murmuró. Casi de inmediato, se quedó dormida. Yo estuve desvelado mucho rato, con una angustia que me estrujaba la garganta. Tuve un sueño difícil, con pesadillas que al día siguiente apenas recordaba.”

       Asimismo no se puede dejar de mencionar la presencia de un oscuro amante en la vida la Niña Mala, quien siguiendo los parámetros maniqueos es graficado como un ser repulsivo en todo orden (física, psicológica y espiritualmente).  No obstante una persona tan desbalanceada como la protagonista, en vez de aceptar el amor incondicional de su amante de años, opta por convertirse en una posesión más de este pelafustán; con ello se evidencia más sin duda aquello de que “El Corazón del hombre es un camino pedregoso”  (parte de un diálogo de la adaptación fílmica de Cementerio de Animales de Stephen King y que la verdad no sé si aparece como tal en la novela, que solo la leí de adolescente).  El descenso a los infiernos por el que pasa la dama recuerda al de las viejas historias grecolatinas, luego interviniendo su eterno amante, quien como el Orfeo del mito, baja al mundo de sus miserias para rescatarla.  La verdad es que la Niña Mala no es alguien malvado, pese a la forma de cómo utiliza y luego desecha a los que han caído en sus redes, pero teniendo en cuenta más que nunca estos antecedentes y lo que pasa luego de su “caída”, cuesta simpatizar con ella (conocida es la admiración del autor hacia la obra maestra de Gustave Flaubert, titulada Madame Bovary, a la que le dedicó un famoso ensayo; es así que se podría decir que Travesuras de la Niña Mala es su homenaje a esta obra más antigua, al convertir a su Niña Mala es una especie de encarnación de esta mujer materialista y egoísta).
      Tampoco se puede dejar de lado la relevancia que se le da en la novela a la familia, como otro importante cimiento en la vida de los seres humanos.  Ello se presenta a partir de figuras como la tía que acoge a tierna edad al protagonista, luego de la accidental muerte de sus padres; con posterioridad aparece un tío con el cual llega a entablar un estrecho lazo, ya en su adultez; y, por último, nos encontramos con la intervención de un sobrino, ahora en su madurez…Cada uno de estos les dan otra muestra al Niño Bueno, de que no está solo en el mundo.  De igual manera la familia compuesta por sus dos amigos y el niño mudo, dan otras muestras del poder que hay en tan importante institución, donde no es la sangre lo que une a la gente, sino que la devoción y la comunicación entre sus miembros.  Es por esto mismo, que cuando para impacto del narrador-protagonista y de los lectores aparece nada menos que el padre de la Niña Mala, queda claro que alguien sin raíces como ella, es obviamente alguien incompleto e infeliz.
        El emotivo final de esta obra es sin dudas memorable, quizás “cebollero”, aunque, sin dudas, va en consonancias con el tono melodramático con el que quiso insuflar a su novela Mario Vargas Llosa.




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