lunes, 11 de diciembre de 2017

Disfrutar una vez más del talento de un maestro (primera parte).

 

      Hace rato ya que tenía pendiente volver a leer a Mario Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura en 2010, más un montón de valiosos galardones a lo largo de todo el mundo). Importantísimo autor peruano del que desde adolescente vengo saboreando sus historias, cuando por puro gusto propio me leí por primera vez La Ciudad y los Perros a la tierna edad de 16 años (en aquel tiempo debido a sus sofisticadas técnicas narrativas me costó algo comprender el libro, pero aun así no cejé en terminármelo y al final igual pude gozar de mi lectura).  Ha pasado largo tiempo desde la última vez en que tomé una de sus ficciones, que fue justamente en el año de 2011, poco tiempo después de comenzar este blog y aunque mucho me gustó La Historia de Mayta, todavía no tenía la costumbre de escribir de todas las obras literarias que pasaban por mis manos.  No obstante sabía que algún día tendría que reencontrarme con Vargas Llosa y que por ello mismo me tocaba escribir primero acerca de su impresionante carrera…Y la verdad es que encontrarme con tamaño reto, de resumir en unos cuantos párrafos o líneas tantos títulos a su haber, me pareció una tarea casi imposible.  Al final he decidido remitirme solo a los títulos que le conozco mi propia experiencia, que no son tantos,  pese a lo que se esperaría de un lector como yo.
       Así que démosle no más:
       Fue de parte de mi profesora de castellano, cuando estaba en primero medio, que escuché por primera vez de este señor.  Tal como ya dije, comencé con la novela que le dio la fama y notoriedad, convirtiéndolo de inmediato en el exponente de su patria del llamado boom literario (despegue comercial y artístico de la literatura de esta parte del mundo, por lo general de tipo narrativo, en el mercado mundial y por tanto más allá de sus fronteras, surgido en plena década de los sesenta).  Fue así que con La Ciudad y los Perros (1963), me encontré con la historia de un grupo de adolescentes de un colegio militar, que se alejaba por completo de las narraciones juveniles más ligeras.  Pues este libro resulta ser una crítica ácida a la educación miliciana y a la desvalorización de la persona, en la que la institución pedagógica más que promover el desarrollo integral de sus miembros, los convierte en verdaderas bestias.  He ahí el nombre tan potente de este libro.  La leí en dos momentos diferentes, creo que la segunda vez cuando estaba en la universidad; no obstante me bastó aquella ocasión en mi adolescencia, como para que quisiera saber más de este caballero.  Tiempo después pude ver por fin la adaptación cinematográfica, que hicieron los mismos peruanos de tan magnífica obra, en 1985, a la que le tenía muchas ganas tras disfrutar tanto del libro; como en aquel tiempo aún era demasiado concreto y pensaba que las adaptaciones debían ser un calco exacto del material que las inspiró, me decepcioné bastante del resultado y la verdad es que en términos reales el filme no está considerado como la gran cosa.
       Estaba más o menos en segundo o tercer año de enseñanza media (lo que en otros países le llaman Secundaria), cuando en la entonces exigua biblioteca del colegio en el que estudiaba, intruseando para ver con qué joyita me encontraba para disfrutar, me encontré con Pantaleón y las Visitadoras (1973).  Su extraño nombre lo recordaba de una adaptación teatral que se estrenó en Chile a principios de los noventa y que en una de mis idas al centro al ver el cartel en la sala de teatro, me llamó mucho la atención… ¿De qué se tratará? me pregunté y solo cuando vine a tomar la novela vine a saber de su fabulosa historia: Pantaleón Pantoja es un destacado militar capaz de llevar a cabo con entera satisfacción las más increíbles peticiones de sus superiores, a quien ahora se le encarga crear nada menos que un servicio de prostitutas para atender a los soldados peruanos y que en la selva ha llegado a cometer grandes atrocidades, debido a su obligado celibato; con ello se busca frenar los incidentes.  Todo transcurre con una eficacia sorprendente, hasta que varios elementos inesperados traen como consecuencia la desgracia en la vida del eficiente castrense, además de provocar conflictos entre los uniformados y los civiles.  Una novela como esta que se mueve entre el melodrama, que juega con la realidad al tratar de manera muy especial el absurdo de muchas de sus situaciones, de inmediato se transformó en una de mis favoritas de su autor.  La habré leído también unas 2 veces y recuerdo que la primera vez en que lo hice, venía muy atento en una micro (nombre que le damos en Chile a los vehículos de locomoción colectiva), cuando el chofer del bus (otro término dado acá para estas máquinas) muy pesado me grita desde su puesto: “¡Dale el asiento a la señora, po´!”.  Yo iba tan ensimismado en mi lectura, que ni me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor y solo entonces tomé conciencia de mi entorno; entonces un señor muy amable intercedió por mí y le contestó al conductor, que como muchos de sus colegas de esos años eran muy groseros con los estudiantes: “Al joven le gusta leer” (o algo así).  En 1999 se estrenó la versión cinematográfica de la novela por parte del mismo cineasta que hizo La Ciudad y los Perros, aunque con mejores resultados; la película tuvo mucho éxito y a mí me encantó, habiéndola visto varias veces.  Posee excelentes actuaciones y un montón de mujeres hermosas y exuberantes que a más de alguien de seguro le provocaron una que otra fantasía; por otro lado, la belleza de su protagonista masculino (Salvador del Solar como Pantaleón, hoy en día nada menos que Ministro de Cultura en su país), contrasta lejos con los rasgos más toscos y poco atléticos de los soldados rasos, que se atendían con las beldades a cargo de “Pantita”.

                                                         
                                            Tráiler de filme Pantaleón y las Visitadoras.
      
     Mi siguiente lectura de una obra de Vargas Llosa fue con su única colección de cuentos a la fecha, también bastante célebre, Los Jefes y los Cachorros (1959).  Era mi primer año en la universidad, cuando estudiaba Filosofía.  En ese tiempo participaba activamente como miembro de la Pastoral Juvenil de la capilla donde iba a misa y un día conversando con el cura que trabajaba con nosotros, al ver su colección de libros me encontré con dicho volumen.  Movido por la osadía de la falta de etiqueta, propia de los jóvenes inexperimentados entre los que yo me encontraba en ese tiempo (¿Un eufemismo para referirse a mi poco tacto que sé aún poseo?), le dije al padre Jöel: “¿Me lo regala?”.  Pese al claro al abuso de confianza de mi parte, el buen hombre no dudó en consentirme como Hombre de Dios que era y así me vine a casa contentísimo con mi nueva posesión.  Compuesto por una novela corta, Los Cachorros, y 6 relatos breves que en un principio formaron parte de la colección titulada solo Los Jefes, lo habré disfrutado al menos unas 3 veces en mi vida.  La verdad es que de todos ellos, solo recuerdo la novela corta, que me impactó bastante, ya que solo contaba con 18 años cuando por primera vez me la devoré y aún me quedaba mucho por vivenciar.  Su argumento gira también en torno a un grupo de muchachos del exclusivo barrio de Chorrillos de Lima, Perú (en el que el mismo escritor pasó su infancia y juventud, luego ambientando varias de sus otras ficciones en tal lugar), a quienes vemos crecer en la medida de que van pasando de la juguetona infancia, a la adolescencia y por último a los primeros años de su vida adulta.  Estos son los testigos y narradores del descenso a los infiernos de uno de sus amigos, quien de pequeño fue mordido por un perro en sus partes pudendas, lo que le provocó tal trauma, que fue incapaz de desarrollarse como una persona plena, pese al apoyo de sus seres queridos.  Años después, ya convertido en todo un profesor, en un colegio en el que trabajaba llegué a realizar mi labor ya comenzadas hace poco más de un mes las clases, luego de que un colega abandonó dicha institución indignado por el bajo sueldo con el que le pagaban (en cambio para mí, ese año de 2008 fue uno de los mejores de mi vida, además de que conocí a uno de mis amigos más queridos, Luciano, a quien le hice clases en tal lugar) y al octavo básico que tenía a mi cargo le tuve que dar a leer tal libro; resulta que el maestro anterior, quien me quedaba claro no sabía mucho de literatura escolar y/o juvenil, les dio dentro de las lecturas mensuales ese título a niños pequeños y yo apenas supe de esto les dije a mis alumnos que no estaban en condiciones aún de leer una obra como esa; no obstante debido a una chica a la que ya le habían comprado todos los libros de ese año y a la porfía de sus compañeros, tuve que seguir el listado entregado por mi predecesor, en vez del cambio que hice en los otros cursos.  Cuando meses después llegó el momento de la evaluación y los niños tuvieron que leer el texto en cuestión, reconocieron que mi advertencia estaba más que justificada.  

     
     En los años de la universidad hice una amiga a la que tuve mucho cariño y a quien lamentablemente le perdí el rastro tras una desilusión con ella (no amorosa, aunque sí de lealtad).  Resulta que en clases a Cynthia le dieron como lectura domiciliaria La Tía Julia y el Escribidor (1977) y gracias a ello tras desocupar tal libro, no dudó en prestármelo. ¡Y vaya qué me encantó! Se supone que como muchas de sus ficciones, tiene un carácter autobiográfico, en cuyo caso aborda dos tipos de educación por las que pasa su protagonista: Por un lado la sentimental y/o erótica, debido a su romance con una mujer muchos años mayor que él, la mencionada tía Julia; y, por otro, su crecimiento como artista y escritor, tras conocer a un autor de folletines radiales que llega a tener gran influencia sobre él.  Es así que ambos aspectos de su vida lo llevan a convertirse en alguien integral, de modo que queda claro en sus páginas que somos la suma de las personas que han pasado por nuestra existencia y del legado que nos han dejado.  Asimismo, uno de los elementos más destacables de esta novela, viene a ser que incorpora el clásico recurso del relato enmarcado, consistente en el uso de narraciones independientes que se insertan dentro de la trama central, con otros personajes y estilos diversos; pues debe saberse que estas historias secundarias (muy entretenidas todas ellas), se supone pertenecen a los radioteatros escritor por el maestro del protagonista, las que en todo caso dejan en suspenso al lector, ya que no tienen desenlace (años después, en 1993, Vargas Llosa rescata a uno de sus personajes a través de su novela Lituma en los Andes).  Estaba casi terminando mis estudios en la universidad, cuando en el ramo de Literatura Hispanoamericana me pidieron crear una actividad lúdica con el que enseñar narrativa y hacerlo más encima de forma entretenida; fue así que se me ocurrió tomar de base los cuentos integrados en este libro, resumiéndolos e imitando su prosa, para que los participantes de la clases les hicieran sus propios finales.  Saqué aplausos y nota máxima y estuvo en dicha ocasión otra persona importante de mi pasado que tampoco está ahora conmigo, de otra carrera, quien posteriormente usó mis textos para una de sus propias clases. 
       La década pasada salió en los kioscos una hermosa colección de la bibliografía de Vargas Llosa en tapa dura y a un precio muy bueno.  Fue así que me compré 4 títulos de tal oferta, siendo el primero en leer El Paraíso en la otra esquina (2003).  Esta vez me encontré nada menos que con una novela de carácter histórico, alejada por completo de los escenarios peruanos, transcurriendo ella entre Europa y Tahití en el siglo XIX.  Tomando como protagonistas centrales al importante pintor francés Paul Gauguin y a la hija de este, una de las primeras mujeres obreras sindicalistas feministas, aborda desde la figura del artista y de alguien más práctico (y realista) como su descendiente, el tema de los sueños y la utopía, de manera de cómo esta se encuentra presente en la mente y el corazón de las personas, quienes luchan a su manera por llevarla a cabo.  Tras gozar esta obra, queda claro el tremendo trabajo de su escritor para representar de manera fiel a sus personajes, que existieron en verdad y que no son solo producto de su imaginación, sin dejar de renunciar a su afán de contar una buena historia (que sin dudas, además, nos puede llevar a más de una reflexión de por medio).
      También me compré La Casa Verde (1966), no obstante creo que no llegué más allá de las 100 páginas, pues hablando con sinceridad me aburrió, porque encontré su narrativa demasiado pesada con tanta descripción.  Quizás ahora estaría preparado para ella, aunque me esperaré al año que viene para darle una segunda oportunidad.  Nada recuerdo de qué se trata.
      Luego de alucinar con El Paraíso en la otra Esquina, me tocó la que sería sin dudas una de mis novelas predilectas de Vargas Llosa: La Fiesta del Chivo (2000).  Se trata de otra novela de corte histórico, si bien parte de su trama no ocurre en un pasado tan “lejano” como bien sucede en este tipo de obras, aunque sí describe con lujos de detalles una época y una sociedad de antaño: la del periodo dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo, a principios de los sesenta en República Dominicana.  El horror de su gobierno y el constante terror en el que vivieron sus ciudadanos sometidos a todo tipo de vejámenes, es retratado por el artista de tal manera que bien los lectores no dejan de impactarse ante la crudeza de sus páginas…Y sin embargo entre medio de todas estas miserias, nunca deja de estar presente el poder del amor y de la esperanza, pues por supuesto que alguien como el “Chivo” y sus secuaces tienen resistencia entre quienes defienden la justicia.  Por otro lado, el resto de la narración nos transporta al presente en el que fue publicada esta obra, cuando una de sus protagonistas regresa a su patria tras décadas de ausencia; a esta, Urania, la conocimos de niña como una de las tantas víctimas de las atrocidades de la dictadura y en los capítulos dedicados a su madurez, presenciamos el viaje interno por el que pasa para reconciliarse con su pasado y con ella misma.  En 2005 se estrenó una muy recomendable adaptación cinematográfica de este título, dirigida nada menos que por Luis Llosa, primo del novelista, que contó con la participación de actores internaciones de la talla de Isabella Rosellini; la cinta tal como la ya citada Pantaleón y las Visitadoras, resulta ser una muy buena traslación a la pantalla grande de un texto de este autor (y es una lástima que no hayan más interés por realizar filmes de este calibre, acerca de la bibliografía de Vargas Llosa).

                                                                             
                                                         Tráiler de La Fiesta del Chivo.

      La última novela que tuve el gusto de leer de nuestro querido Premio Nobel peruano de Literatura, antes de la que hoy me mueve a escribir estas palabras, corresponde a Historia de Mayta (1984), otra historia ambientada en el pasado cercano, precisamente en 1958, si bien en las tierras de Perú.  Como un trabajo previo a las sendas investigaciones realizadas para los dos libros ya comentados más arriba, acá nos encontramos con el trabajo de un Vargas Llosa más joven y que esta vez fue capaz de indagar en un desconocido episodio de la cronología de su país: el intento de un pequeño grupo de ideólogos comunistas peruanos, de llevar a cabo una revolución política de tipo soviética en pleno suelo inca.  La figura de su líder, Alejandro Mayta, un hombre que a simple vista se puede apreciar como alguien insignificante, es mostrada ante los lectores como un sujeto sensible y solitario, quien ante los vaivenes históricos termina por ser aplastado por fuerzas que lo superan.  Por cierto, me llamó la atención el hecho de que en esta obra, tal como en El Paraíso en la otra esquina, el autor abordara el tema de la homosexualidad de sus protagonistas, si bien en el caso de Mayta, ello fuese como algo culposo, lo que bien ayuda a retratar mejor la personalidad ambivalente del personaje.    


2 comentarios:

  1. Saludos Elwin, aqui murinus2009.

    Al ver esta reseña pensé que no conocía nada de este autor, salvo el nombre,pero resulta que si, de el he visto:
    -Pantaleon y las visitadoras.
    La vi una vez por tv. abierta, la cinta me gusto mucho, es muy entretenida bien realizada y se muestra con mucho respeto un asunto...espinoso, como el de llevarles esa; prestación (asi le llaman en la cinta) a los soldados y si, destaca el profesionalismo y entrega de Pantaleon al hacer minuciosamente su trabajo.

    Es posible que me equivoque, pero creo que en México también se llego a hacer una version de su historia
    -Los Cachorros
    Si no me eqiovoco, es protagonizada por el actor mexicano, Jose Alonso, (famoso en los 70s. y 80s.) escuche de ella hace como 25 años, la verdad no la he visto, mas que algunos anuncios, parece hecha en los 70s. o tempranos 80s. supongo que es esa, porque el argumento suena igual, un niño al que un perro le muerde su entrepierna.
    El resto de su obra la desconozco, asi que esta Entrada tuya Elwin, va a ser un buen puto de partida.

    Me llama la atención que menciones que en tu escuela, equivalente a la Secundaria, de otros paises, había una exigua biblioteca, Elwin, que yo recuerde aquí en Mexico las Secundarias, no tienen, ni tenian cuando yo iba, Biblioteca, incluso en la preparatoria a la que fui, no había biblioteca abierta, tenias que hacer un tramite burocrático engorroso si querías sacar un libro.

    Gracias Elwin, por Esta Reseña, de un autor del que yo solo conocía el nombre, sin saber que ya había visto una adaptación de su obra.

    Me falta leer la siguiente parte, que veo ya publicaste, hasta pronto.

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    Respuestas
    1. No tenía idea de la película que mencionas, así que investigaré al respecto.
      Por otra parte, me alegra saber que alguien haya apreciado este post, que desde que lo tengo subido apenas ha sido tenido en cuenta por mis lectores.
      Espero que tus futuras lecturas de Vargas Llosa sean tan satisfactorias como las que he tenido yo de él.

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