viernes, 29 de junio de 2018

Pecados de omisión (tercera parte).



     Tanto que me gusta don Howard Phillips Lovecraft y ni siquiera me he leído la mitad de su obra publicada; para qué hablar de ese legendario detective londinense que es Sherlock Holmes, del cual todo lo que escribió su creador, Sir Arthur Conan Doyle, apenas he revisado 4 de sus libros (la primera colección de cuentos y 3 novelas suyas).  Otro pecado de omisión, que es solo cosa de ponerme en campaña para resarcirme con facilidad de ello , pues hace rato que tengo todos sus títulos…
     En abril se celebra en Chile (y supongo que en buena parte del mundo) el Mes del Libro, que con un solo día pareciera no alcanzar.  Es así que en la Plaza de Armas de Santiago, que data desde tiempos de la Colonia y está lleno de edificios centenarios, se lleva a cabo durante una semana o dos una pequeña feria del libro, a la que no dejo de asistir al menos un par de veces.  Pues resulta que en una ocasión, hace poco más de 6 años atrás, comenzaron a llegar por estos lares los libros de la llorada editorial La Factoría de las Ideas, que más encima no estaban tan caros que digamos.  Fue entonces que me encontré con un tomo muy especial: Sombras en Baker Street ¿Y de qué trataba este interesante título? Resulta que su premisa no podía ser más ingeniosa, ya que se trataba de contar nuevas aventuras del famoso sabueso de Scotland Yard, aunque de una manera muy especial; puesto que la idea era presentar relatos actuales escritos por varios autores, consagrados la mayoría, ambientándolos en escenarios lovecrafnianos.  Yo andaba con plata ese día y el tomo estaba barato (¡Solo 5 luquitas, para que vean lo tonto que fui!), no obstante una vez más me estupidicé y como que me dio algo así como una ataque de ponerme ahorrativo.  Creo que nunca más volví a verlo, al menos con un valor tan mínimo.  Cuando le conté todo esto a mi querido amigo Miguel Acevedo, casi me linchó:

      - ¡Cómo fuiste tan tarado, compadre!- Más o menos esa fue su reacción y la verdad es que yo estaba de acuerdo con él, je.  

      Vez que Miguelito se acuerda de tal afrenta, me recuerda como si fuera mi propio Pepe Grillo mi error.  En marzo de este año ambos hicimos un viaje dominical de compras ñoñas y nos encontramos con un nuevo local, bastante lindo, por cierto, dedicado a figuritas de acción, cómics y libros.  El dueño, muy amable él, tenía bien claro las joyitas que poseía a exhibición y tentación de su clientela; entre las tantas perlas que vendía, contaba con un ejemplar de Sombras sobre Baker Street… ¿A unas 30 lucas? (tal vez más). Miguel me miró otra vez con ojos asesinos y yo con humildad volví a aceptar mi cruz.
    Hace casi 3 años atrás estuve muy delicado de salud y casi me morí.  En esa época, el 5 de julio de 2015, cumplí los 40 con las pocas ganas en las que me tenía mi enfermedad y a los días después fui internado de emergencia. Pasé 2 semanas con muchos cuidados en una clínica y luego me  tocó alrededor de un mes y medio de recuperación, que si bien no exigía reposo absoluto, sí me obligó a tomarme una licencia médica (que para ser sincero, disfruté bastante, ahora que tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que más me gustaba).  Cuando volví de mi paso por la clínica, el mismo Miguel que ya conocen, me visitó en mi hogar ahora que estaba mejor.  Aquella vez, como un obsequio atrasado por el festejo que no pude realizar, me trajo Objetos Frágiles, una antología de cuentos de Neil Gaiman y que fue el primer libro de ficción que leí tras la nueva oportunidad que se me dio para vivir.  Queda claro que ese volumen es muy significativo para mí y que entre todo lo valioso que me es, se encuentra el detalle de que además su primer cuento, viene a ser nada menos que el cuento de Gaiman contenido en Sombras en Baker Steet.  Tras gozar tanto Estudio en Esmeralda, una vez más sentí esa culpa por no haber desembolsado, ille tempore, el poco dinero que me pedían por tan formidable antología.
      Aprovecho de contarles que al recordar lo de más arriba, se me humedecieron los ojos.

Este mismo tomo fue mi primera lectura de tan formidable saga.

      Otro autor del que me quejo que no lleguen, al menos por acá, nuevas ediciones de sus libros y sea igualmente difícil encontrar versiones antiguas de estos al español, es Fritz Leiber.  Autor que tuve el gusto de conocer en mi adolescencia, cuando era socio del Instituto Chileno-Alemán, al encontrarme en una de sus estanterías con uno de esos bellos tomos amarillos de la colección Fantasy, de su ciclo de “Espada y Brujería” de Fafhrd y el Ratonero Gris.  Recuerdo que llegué feliz al colegio a mostrarle feliz el volumen que me había traído a casa, a querida profesora de Castellano, quien me dijo que no le gustaba mi lectura.  Puro prejuicio, de quien nada sabía que se trataba de un escritor de renombre y multipremiado.  
     Aluciné con mi primer acercamiento a este narrador y a medida que corrió el tiempo, pude comprarme unos cuantos fascículos de la saga que he mencionado; además tuve la dicha de conseguirme Esposa Hechicera, una inolvidable novela de terror que juega con la idea de que...¡Todas las mujeres son brujas! Debo mencionar que fue un reportaje en la recordada revista Starlog (cuando a principios la sacaba Ediciones Zinco, bajo el nombre de StarFicción), dedicado a Leiber, el texto que terminó por despertar mi aprecio a tan gran autor.
     Al menos más de una década de mi vida, había pasado desde la última vez en que me leí algo de este maestro de la narrativa, cuando un día paseando por la Plaza Diego de Almagro (de la que ya les he contado) hallé a solo una luquita o dos, su novela El Milenio Verde.  Era una bella edición usada, muy bien cuidada, de esas que bien sabía que ya no quedaban otros ejemplares, salvo en bibliotecas privadas.  Dinero no me faltaba y sin embargo otra vez mi inteligencia bajó considerablemente en segundos ...No he vuelto a tener otra de sus obras en mis manos.  
     Pareciera que por muy «viejo» que uno se ponga y que crea que ha crecido como persona en la vida, a larga se cometen los mismos errores de siempre.
     Ahora que he escrito sobre todos estos yerros, espero al recordarlos tener más claro que se deben aprovechar a como de lugar, oportunidades como las que he dejado pasar.
    El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra.

No encontré la portada de la traducción de El Milenio Verde, así que por eso puse esta otra (que me encantó).
Tal vez mi memoria me falle y a lo mejor el libro de aquella ocasión era otro (puede ser que El Planeta Errante).

domingo, 24 de junio de 2018

Es un placer leerlo.


     El título que encabeza este post, es lo que sin duda sintetiza mi opinión personal a la hora de evaluar mi experiencia con la novela La Llamada de la Tierra, de Orson Scott Card, la segunda novela de la Saga del Retorno.  Esta secuela comienza en la práctica inmediatamente después de la revelación que se hace a la familia protagonista, con respecto a los planes del Alma Suprema, la IA que cuida y controla a los humanos habitantes del planeta Armonía.  
     Como era de esperarse en su autor, la trama se acompleja bastante y con ello es posible encontrarse con una obra mucho mejor que aquella que le precedió, en la que no solo regresan varios de sus personajes ya conocidos (y que en algunos casos se han ganado los corazones de los lectores), sino que se introducen unos cuantos más y que convierten esta segunda parte de la saga en el verdadero placer que es su lectura.
     La familia de Volemak ha sido escogida para regresar al planeta madre, tras millones de años de exilio de la humanidad en Armonía y sus 4 hijos, frutos de 3 matrimonios (y mujeres) diferentes son parte fundamental dentro de todo esto, en especial los dos menores que son lejos los más nobles de todos y cercanos a la mismísima Alma Suprema.  Es necesario que participen del viaje todos estos varones, porque dentro del plan que hay se encuentra la necesidad de que su línea genética se propague, al repoblar con sus descendientes a la Tierra; por esta razón requiere cada uno de ellos una esposa, por lo que deben regresar a Basílica para realizar luego su viaje acompañados por las féminas.  Solo la unión de años ya entre Rasa y el patriarca está segura, así que buena parte del argumento de este libro, tendrá que ver con la manera de cómo cada uno de los vástagos de Volemak consigue a su propia compañera; cabe decir que la distinta manera en que todos estos logran desposarse, deja en claro bastante el tipo de personas que son.
      Pero lo recién mencionado no es nada comparado con la aparición en sus vidas del general Mooz, un militar de alto rango, de un reino vecino y cuyo afán de poder es tan grande, que es capaz de negarse al control del Alma Suprema (a quien llama Dios, como el resto de su gente).  Esta vez se trata de un antagonista bastante diferente al detestable Gaballufix, que conocimos en La Memoria de la Tierra, puesto que en contra de lo esperado, logra simpatizarnos, pese a lo maquiavélico que llega a ser: ya que se trata de un hombre bastante inteligente y con cierto grado de nobleza, virtudes que lo encumbran lejos por sobre el anterior villano.   Es así que el error de uno de los protagonistas ya conocidos, provoca que Mooz llegue junto a su ejército, nada menos que hasta las puertas de la ciudad de las mujeres y tras una ardid muy ingeniosa suya, consiga complicarles la vida a nuestros héroes (y antihéroes) más que nunca.
     El papel que cumple el Alma Suprema en hombres y mujeres como protector, que además vela porque estos no atenten más de la cuenta contra los suyos, nos deja claro esta vez con mayor grado la importancia del libre albedrío dentro de la saga.  Lo anterior, es reconocible en la conducta de cada uno de los personajes, al aceptar o no seguir con los designios de su guardián, algunos abrazando de buena manera los caminos designados por la IA, otros como colaboradores en pro de un bien mayor y olvidándose de sus resquemores y otros solo como un medio para su propio beneficio.  No nos podemos olvidar de Mooz, quien se declara a sí mismo como enemigo de Dios, puesto que aunque no existe el ateísmo propiamente tal dentro de esta ficción, su actitud si nos lleva al terreno del rechazo directo a la divinidad.  Podría catalogarse esta situación como una especie de voluntarismo nietzscheano, ya que ve a la religión como un impedimento, para que el ser humano pueda sobresalir bajo sus propias capacidades.
     Volviendo a Mooz, no se puede dejar de lado que uno de los primeros motivos que lo lleva a realizar su rebelión, viene a ser el viejo tema de la venganza.  El autor aborda este tópico de manera bastante interesante, al relacionarlo con el nacionalismo y la historia real de los pueblos oprimidos (y aniquilados) por otros, que ostentan la supremacía de la raza.  Si bien el general actúa a primera vista como un hombre codicioso y violento, que sin dudas estaría dentro del territorio de los personajes malvados, nos deja claro de que existen matices y que nadie llega a ser un villano de la nada (en otras palabras, no encontraremos malos de opereta en este tipo de obras, que no por ser de ciencia ficción, dejan de ser reflejos del mundo tal como es).
     Mooz y la cultura dentro de la que ha crecido, es un individuo que podría considerarse con facilidad como un misógino, ya que desconfía de la independencia de las mujeres, relegando su papel al de simples amas de casa y objetos de deseo.  De este modo su conducta al respecto, como claro ejemplo de la idiosincrasia de su pueblo, pone en el tapete la eterna discusión sobre matriarcado versus patriarcado, feminismo y machismo.  Cabe recordar que en Basílica quienes tienen el poder son las damas, las que poseen un gobierno sabio y benigno en muchos aspectos; en cambio en la patria “de acogida” de Mooz, mandan solo los “machos” y por lo mismo en este otro lugar sí es posible que aparezcan aberraciones como los nacionalismos, afanes expansionistas y la guerra.  Queda a manos del lector reflexionar acerca del significado de todo esto.  En todo caso, el prejuicioso Mooz encuentra en la formidable Rasa a toda una contrincante, a quien incluso llega a respetar y admirar, así como luego otras féminas terminan dándole las mayores lecciones de su vida.

     “—Por favor, llámame Moozh. Es un apodo que sólo permito usar a mis amigos. 
       —Yo no soy tu amiga. —Ese apodo significa «esposo» —explicó él. 
       —Sé lo que significa, pero ninguna mujer de Basílica te llamará así a la cara. 
       —Esposo —dijo Moozh—, y Basílica es mi prometida. La desposaré, la llevaré al lecho y ella me dará muchos hijos. Y si no me acepta como esposo de buen grado, la poseeré de todos modos, y esta bella ciudad terminará doblegándose. 
       —Esta bella ciudad terminará sirviendo tus cojones en una bandeja, general —replicó Rasa—. El último dueño de esta ciudad lo descubrió cuando intentó hacer lo mismo que tú.   
       —Pero él fue un necio. Lo sé, porque te perdió a ti. 
       —No me perdió a mí. Se perdió a sí mismo. Moozh sonrió.”

    Pero no solo el “cabeza mojada” (tal como llaman despectivamente los basilicanos a su gente, por la costumbre de su pueblo de echarse en la cabeza aceite) aparece como alguien de cierto carácter nefasto a lo largo del libro, puesto que nos volvemos a encontrar acá con Rashgallivak, quien fuera otrora la mano derecha de Volemak, cuando este último era líder de su clan y el que tras las triquiñuelas del villano Gaballufix, se queda con su rol dentro de dicha comunidad.  Pues si antes vimos a este hombre como alguien engañado por el “malo de la historia”, que nos parecía una persona de principios, ahora llegamos a conocerlo mejor y con él es posible darnos cuenta de que en realidad no era tan noble como creíamos.  La tremenda sorpresa que nos depara su verdadera naturaleza, nos lleva al terreno de la codicia y, hasta cierto punto, de la envidia.  Luego queda expresado por medio de la narración, otra dimensión de la oscuridad del corazón humano, al contrastar el mal que habita en este personaje, con el de otros sujetos de condición despreciable, en lo que va de la saga.  
     Para el mormón practicante que es Orson Scott Card el sentido de la familia es bastante importante y tal como lo he afirmado en otros posts que le he dedicado, ello es posible identificarlo en todo su esplendor a través de sus emotivas ficciones.  Puesto que sus personajes mantienen un apego bastante a los suyos.  Es dentro de todo esto, que destaca una vez más la presencia de las dos hermanas que son Hushibd y Luet, ambas formidables personas pese a su juventud y que se quieren con todo su ser.  Es entonces que aparecen dentro de la historia otras dos hermanas, quienes a diferencia de las anteriores son artistas y no “mujeres sagradas”, pero que además carecen de la humildad y la gentileza de sus contrapartidas.  Sevet y Kokor son hijas de Rasa, producto de su breve matrimonio con Gaballufix, habiendo heredado el materialismo y la falta de criterio de su padre; de este modo queda de manifiesto esa idea de que “no elegimos a nuestros parientes”, que la noble Rasa hartas penurias debe pasar por culpa de sus hijas y, sin embargo, les demuestra, pese a todo ello, su incondicionalidad como madre.  Resulta difícil no comparar a las hijas consanguíneas de esta última con sus dos “sobrinas” y discípulas, siendo estas otras dos verdaderas hijas espirituales de la matriarca. 

    “Kokor se internó en la oscuridad, dirigiéndose a la Villa de los Pintores. Le palpitaba el muslo encima de la rodilla, en la zona con que había golpeado la entrepierna de Rashgallivak. Tal vez se le hiciera un moretón y tuviera que maquillarse las piernas con una capa espesa. Qué fastidio.
       Padre ha muerto. Debo ser yo quien avise a Sevet. Que nadie la avise primero. Y asesinado. La gente hablará de esto durante años. El blanco del luto me sentará muy bien. Pobre Sevet. Su cutis parece rojo como una remolacha cuando se viste de blanco. Pero no se atreverá a dejar el luto mientras yo lo lleve. A lo mejor decido llevar luto por el pobre papá durante años y años.”

    Otro nuevo personaje femenino que es introducido en este libro (bueno, para ser sincero, fue Kokor o Sevet quien apareció brevemente en un momento de La Memoria de la Tierra, pero solo recién en la segunda parte de la saga, ambas consiguen definirse dentro de los acontecimientos), viene a ser otra estudiante de Rasa: la destacada genetista Shedemei.  Mucho mayor que las otras 4 relacionadas con la esposa de Volemak,  dedica parte de su tiempo a dictar cátedra en la casa de su maestra.  De espíritu crítico, la actividad a la que se dedica nos entrega un interesante cuadro de 3 de los aspectos más importantes dentro de la sociedad humana y su cultura: la religión (Hushibd y Luet), el arte (Kokor y Sevet) y la ciencia (ella misma).  Increíblemente, esta vez la ciencia representada por Shedemei toma un aspecto benigno, a diferencia de lo que en otras obras de ciencia ficción, viene a tener ribetes más negativos; de igual manera la fe a través de las dos huérfanas, también está representada como algo de carácter positivo (lo que va en concordancia con un autor tan devoto como Card); y en cambio el arte, en vez de construir belleza, se presenta como una cortina bajo la que se esconden seres egoístas, que usan sus encantos como un medio para esconder la podredumbre de sus espíritus.
     Tal como ya se afirmó, este libro resulta lejos mucho mejor que el anterior, de igual manera por el importante detalle de que en sus páginas, se encuentra en mayor medida a ese Orson Scott Card que sus seguidores hemos llegado a amar sin tapujos: Me refiero al autor capaz de llevar a cabo con sus escritos momentos en verdad emotivos y en los que sus carismáticos personajes, demuestran con creces no solo su inteligencia, sino que su tremenda humanidad a través de su nobleza y enorme capacidad para amar.  Al respecto, varias son las instancias en las cuales el lector se maravilla con este aspecto caro al escritor, quien con una prosa poética, que está a la par de colegas suyos como Ursula K. Le Guin, Ray Bradbury y Neil Gaiman, consigue acaparar toda la atención de uno.
      Con respecto a lo afirmado en el párrafo de arriba, no se puede dejar de lado ambas intervenciones de otro personaje femenino, que tiene su debut en esta novela: Sudor.  Se trata de alguien cuya vida es relatada casi a manera de relato enmarcado, dentro de la novela, puesto que el capítulo dedicado a ella en apariencia podría ser independiente a la trama central, pese a sus claros nexos con ella.  Una vez que vuelve a aparecer en la acción, se cierra de magnífica forma todo un círculo argumental, que a más de alguien lo deja asombrado (si es que no le saca una lágrima por ahí).  Cabe mencionar que la vida de esta mujer, se encuentra inexorablemente ligada a las de 3 de los protagonistas.  

      “—Madre —dijo su hijo mediano—, creo que estás llorando por un sueño. Despierta. Sed despertó.
       —¿Qué te ha pasado? —preguntó el niño. Era un buen niño, y ella no quería abandonarlo. 
       —Debo emprender un viaje —dijo Sed. 
       —¿Adonde? —A un lugar lejano, pero volveré a casa, si el Alma Suprema me lo permite. 
       —¿Por qué debes irte? 
       —No lo sé. El Alma Suprema me ha llamado, y no sé por qué. Tu padre ya está trabajando en los campos. No se lo cuentes hasta que venga a comer al mediodía. Para entonces estaré tan lejos que no podrá seguirme. Dile que le quiero y que volveré. Si desea castigarme cuando regrese, me someteré de buen grado a su castigo. Pues preferiría estar con él, y con nuestros hijos, que ser reina en cualquier otra tierra. 
      —Mamá —dijo el niño—, sabía que ibas a marcharte desde hace un mes. 
      —¿Cómo lo sabías? —preguntó ella. Y por un instante temió que también él sufriera la maldición de la voz del Alma Suprema. Pero el niño no tenía la locura sagrada, sólo sentido común. 
      —Siempre mirabas al noroeste, y Padre nos contó que tú habías venido de allí. Pensé que deseabas ir a casa. 
      —No, no quiero ir a casa, porque ya estoy en casa. Pero debo cumplir con un encargo, y luego regresaré. 
      —Siempre que el Alma Suprema te lo permita. Ella asintió. Luego cogió un paquete de comida y un odre de cuero lleno de agua, y emprendió la marcha.”

      De igual manera se pueden mencionar la intervención de la “Descifradora” Hushbid, para que los mercenarios enmascarados de Rashgallivak no se salgan con las suyas, una vez que entran a la casa de Rasa; así como también destaca la conversación privada entre el heroico Nafai y Mooz, cuando el joven con toda determinación llega hasta donde el general, para evitar que se produzca un inútil derramamiento de sangre.  
      Luego del impactante final de esta novela, no queda otra que querer leer de inmediato la siguiente entrega, algo que sin dudas llevé a cabo y que aún disfruto al terminar estas palabras.

miércoles, 20 de junio de 2018

Por el amor a Shirley Jackson y a Richard Matheson (tercera parte y final).



5- El Diario de Ellen Rimbauer (Telefilme).

     Un año después del estreno de la miniserie Rose Red, sobre un guión original de Stephen King, se estrenó en el transcurso de 2003 la adaptación televisiva de la novela precuela a esta obra.  Es así que teniendo de guionista al mismo autor del libro, Ridley Pearson, se optó por hacer una película para la televisión, en vez de una producción más larga y centrándose en la materia prima del texto, en vez de extenderla por medio de nuevo material, salido de la imaginación de su propio autor.  Pese a que esta obra no alcanza a llegar a la hora y media de duración, no deja de ser una fiel versión del volumen que la inspiró, conectándose de manera genial con los eventos transcurridos en la miniserie ya mencionada.
      Tal como sucede con la novela, este largometraje nos lleva por completo a las primeras décadas del siglo XX, enseñándonos el origen de la dinastía maldita de los Rimbauer, partiendo desde antes de la construcción de Rose Red, hasta mostrarnos su época de esplendor y de mayores terrores dentro de sus paredes.  
      Difícil resulta no comparar esta adaptación con el libro que la inspiró, más todavía si se gozaron tantos sus páginas.  Al respecto, comenzaré mencionando que los viajes realizados por los recién casados, a lo largo del mundo, no se exponen con tanto detalle como en el libro, pero sí la puesta en escena destaca la significativa parada que viene a ser África y en la que se sella la estrecha fraternidad entre la protagonista y la admirable Sukeena.  Pese a que no ocupa mucho tiempo esta parte de la cinta, su ambientación y valor contrasta bastante con la belleza mortal que significa vivir dentro de Rose Red, así como el mundo urbano y “moderno” del Seattle  de aquellos años.  Solo las escapadas al barrio chino, de parte de los dos personajes femeninos principales, permitirá hacer otro cambio valioso de ambientación.
     Bien se podría decir que esta adaptación está bastante “suavizada” a la hora de presentarse a los televidentes, puesto que varios de sus elementos más escabrosos o bien están obviados o se solo se encuentran expuestos de manera implícita.  Esto sucede con el aspecto erótico dentro de su argumento, que es bastante fuerte dentro de la novela original y que no hay que olvidar que posee dos aspectos: uno monstruoso y salvaje, relacionado con la figura masculina y avasalladora de John Rimbauer y la otra, más amable y femenina de su esposa y la amante de esta. No hay duda sobre la personalidad propia de un obseso sexual del “villano humano” de esta historia, pero ello no se grafica en pantalla de manera tan directa y mucho menos se adentra el telefilme, en la extorsión sexual que hace a su propia esposa y hacia Sukeena; asimismo, la relación lésbica entre Ellen y su compañera a lo más se insinúa en el clímax.  De igual manera, uno de los mejores momentos del libro y más escabrosos, relacionado con una cobarde violación, también se minimiza bastante en la versión televisiva.  Se podría decir, entonces, que este descenso en la carga erótica, no solo viene a ser un consenso para evitar la censura y llegar a un mayor público, sino que desmejora en parte el sentido dramático del libro (puesto que las perversiones de John y el amor incondicional entre Ellen y su amiga, determinan bastante la atmósfera enrarecida de la trama).  


     En contra de lo esperado, no se filmaron de la misma forma algunos de los flashbacks presentes en Rose Red, sobre el pasado de los Rimbauer (que forman parte de los acontecimientos narrados en la novela, tal como sucede con la recordada sesión de espiritismo, en el que la casa le da su mensaje a Ellen), sino que optaron por hacer una nuevas versiones al respecto.  Esto se entiende, también, por el hecho de que 2 de los 3 personajes principales fueron ahora interpretados por otros actores, específicamente Ellen y John Rimbauer.  En cambio solo Sukeena volvió a ser encarnada por la misma actriz.  Cabe destacar que para el retorcido personaje de John, se contrató a un actor mucho más joven y guapo que el que aparece en la miniserie, ya que al ser esta vez personificado por el varonil Steven Brand, se quiso resaltar su lado más animal y fatal.
     Otro aspecto que puede llamar la atención al compararse el texto narrativo y su montaje audiovisual, tiene relación con otros convencionalismos estéticos, que se hicieron a la hora de trasladar el argumento del papel a la pantalla chica.  Esto tiene que ver con la apariencia que se le otorgó a 2 interesantes féminas que aparecen en la novela: la esposa del caído en desgracia socio de John Rimbauer y la médium china a la que acude en más de una ocasión Ellen.  Pues resulta que en el texto la primera es una mujer mayor muy poco agraciada, cuyo aspecto y personalidad justifican en parte el drama de la homosexualidad conflictuada de su marido, contextualizando mejor la época y sociedad en que se ambienta la historia.  De igual manera, la vidente en el papel es una inmensa mujer obesa, que le da tanto un aire esperpéntico (como a la anterior mencionada), además de una dimensión extraordinaria, como de igual manera maternal.  Y es que en el telefilme la primera fue actuada por una bella actriz mucho más joven y en el caso de la segunda, se contrató a una mujer más menuda y de aspecto frágil.  En realidad habría sido genial que mantuvieran todo esto tal como en el papel, aunque queda claro que en los tiempos en los que se realizó esta adaptación, la televisión aún no estaba tan preparada para tales grados de efectismo (bueno, salvo honrosas excepciones).
     Y sin embargo, pese a todos los cambios que se hicieron, esta versión no deja de hacerle honor al texto que la inspiró y a la misma miniserie, que dio paso a todo esto.
     Sí se repitieron el plato el director Craig R. Baxley, quien volvió a hacer un solvente trabajo tras las cámaras y el compositor Gary Chang, dándonos hermosas melodías para amenizar esta igualmente recomendable producción.


                                                                         Tráiler.

domingo, 17 de junio de 2018

Pecados de omisión (segunda parte)

Esta es la misma portada del primer libro en la lista que comparto hoy con ustedes
y nadie puede negar que en materia de estética era harto fea.


A todos esos grandes amigos con los que he disfrutado
 tantas veces la belleza de un buen libro y de una excelente historia. 
Si me tienen que crucificar por mis "pecados de omisión",
que sean ellos por saber mejor que nadie 
de esas meteduras de pata mías:
Marta González, Ledda Gaete, María Elena Francovich,
Cecilia Navia, Valeria Quintela, Juliana Lee,
Karla Karrizo, Julio Pichuante,
Bernardita Díaz, Rosita Sepúlveda, Marcelo Brito,
Miguel Acevedo, Marcelo López, Iván Piñeyro,
Leonardo Navarro, Ricardo Ruiz y Luciano Ortega.

     Ya es el momento de abrirme otra vez a ustedes, contándoles de otros “espantosos” pecadillos de omisión de su servidor… 
      Harto que me gusta la obra de Clive Barker, desde que siendo un adolescente tuve el gusto de ver Hellraiser (por estos lares Puerta al Infierno) y este se transformó en uno de mis filmes de horror favoritos. Lamentablemente el inglés, al que Stephen tan elogiosas palabras le dedicó cuando publicó sus rupturistas cuentos gore de los Libros Sangrientos, apenas ha sido traducido a nuestra lengua y por esa razón atesoro cada texto suyo que logro conseguir.  No obstante me he portado bien mal con este, pues me he privado en 3 ocasiones la posibilidad de adquirir más obras suyas y hoy en día esas faltas me pesan sobre la conciencia bastante (¡Qué exagerado, je!).  El primer libro de este señor que me perdí de tener conmigo, corresponde nada menos que a su tercera novela, Sortilegio, otro de esos valiosos textos que nunca más volví a ver.  Un día, allá por los noventa, estaba en mi librería favorita, la Chilena, cuando casi escondido en una de sus estanterías estaba el único ejemplar de esta “fantasía oscura”, en una edición de bolsillo.  Yo ya hace rato que conocía a su autor, como bien les habrá quedado claro, así que me puse muy contento con ello; pero había un problema, la portada estaba doblada:

     - ¿Les quedan más de este libro?- Pregunté esperando una respuesta afirmativa.
     - No.

     Creo que de mis pecados de omisión, este es uno de los que más me remuerden la conciencia, porque dicha obra nunca más fue sacada en nuestra lengua y está considerada entre lo mejorcito de su autor.  Al menos aprendí a no volver a despreciar un libro “por su tapa”. 
      La segunda vez en que le hice un “desaire” a Barker, fue con una hermosa edición en tapa dura de su primera novela más o menos infantil, El Ladrón de Días, con ilustraciones suyas.  Aquella vez andaba yo por San Diego (famosa calle de Santiago de Chile, famosa por tener un montón de librerías, dedicadas a la venta de textos nuevos y usados), cuando me pasé a una tienda que tenía un montón de títulos que me interesaban, cuando me sucedió lo que ahora les cuento.  El tomo estaba impecable, sellado aún y muy barato… ¿Qué excusa tuve para no apropiarme de él? La verdad es que, a menos que me equivoque, parece que fue por el hecho de que no se trataba de una narración de “terror puro”… ¡Qué estupidez la mía! Y lo que más rabia me da conmigo mismo, es que tuve muchas oportunidades para comprarlo, si bien en la versión del mismo tamaño, aunque en tapa blanda (Más encima se lo compré a un amigo que tenía en esos años, para su cumple a manera de regalo, en vez de dejármelo para mí; pues el muy gil, que decía admirar también bastante al escritor, no fue muy expresivo que digamos, cuando recibió su obsequio que con cariño le hice.  Aquellos que comparten conmigo desde tales fechas, si es que se dignan a leer este post, a ver si lo reconocen).
     La tercera vez en que me porté mal con ya saben quién, no fue hace mucho, sino que ocurrió tan solo el 2017… ¿O fue el 2016? Como no me cansaré de decir, llevo rato ya lamentando que los editores hispanos no se interesen en sacar nuevo material de Clive Barker o de reeditar textos más antiguos suyos.  Y sin embargo, cuando tuve la suerte de encontrarme en más de una ocasión con la preciosa versión al castellano de Arabat, no la compré, porque al parecerme demasiado cara, preferí pillarla a un precio más barato… ¡Y, sin embargo, me gasto lejos mucho más plata en cada uno de los tomos inmensos Omni Gold Panini Marvel, que desde el año pasado llevo coleccionando con avidez! La verdad es que no he buscado en las tiendas esta obra (pues siempre la vi solo por azar en mis viajes), que también nos llegó acá su continuación.  Me comprometo con mi próximo sueldo solucionar esta mala decisión y ojalá no tenga que arrepentirme, otra vez, de mi torpeza.



     Mi escritor favorito es, como bien saben, Stephen King y el segundo en la lista Orson Scott Card, de quien ahora mismo estoy gozando una de sus sagas…Y el tercero, podría ser (que igual me cuesta decidirme con tanto/a escritor/a, que me seduce demasiado a la hora de disfrutar de sus ficciones), don Robert McCammon.  A este gran artista no lo he leído tanto como quisiera, que más injustamente que Barker, no ha sido tan traducido al español, como tampoco han sacado ediciones más recientes de sus viejos títulos.  Sin dudas mucho más talentoso que Clive Barker e incluso superior literariamente que Stephen King (tengo que ser sincero), los pocos libros que tengo de él, los he disfrutado como verdaderas maravillas de la prosa de los géneros del terror y la fantasía…
     Estaba en mis primeros años universitarios, en lo que llamo con cariño y nostalgia mi Edad Dorada, cuando comencé a comprar con el poco dinero que tenía libros y colecciones de otros autores.  En la calle San Diego, de la que ya les he contado, específicamente en la Plaza Diego de Almagro, donde hay varios kioscos dedicados al fino mercadeo de literatura, había en una esquina un puesto en el que un caballero muy amable vendía a precios insuperables libros de los que a mí me interesan.  Muchos volúmenes adquirí ahí, gracias a sus ofertas y nunca voy a olvidar que el vendedor (y dueño) me mostró el inmenso tomo que era El Canto del Cisne, en su edición de la colección Gran Super Terror de Martínez Roca.  Fue así que me lo recomendó, dejándome claro que si tanto me gustaba King, no podía dejar de tener y leer ese título del cual solo tenía un ejemplar.  Ni siquiera en la revista Fangoria, que coleccionaba en aquel entonces, había tenido noticias de ese escritor y nadie más me lo había señalado como “digno de mi atención”.  Como ya lo he dicho, era muy ignorante en mi juventud (y ahora espero serlo menos) y solo gracias a los amigos que fui haciendo,  por medio de nuestras constructivas charlas, he aprendido a valorar consejos como el que me dio ese señor.  La novela en cuestión, que ganó  el Premio Bram Stoker y fue nominada a varios certámenes especializados, se cruzó otras veces más en mi vida, hasta que desapareció por completo del mercado en estos lares y, luego de que ya supe de qué gran pluma era la suya, se convirtió en otro de esos libros que hoy me “penan”.
       Nunca olvidaré que en muchos puestos de la calle San Diego en los noventa, habían montones de libros apilados, a veces en plena calle dentro de una caja o sobre una lona, con valores tan rebajados, que parecían regalados.  Muchos de esos textos correspondían al de una editorial que creo ya no existe, Atlántida (de Argentina, a menos que me equivoque).  Eran tomos en tapa blanda, pero de esos grandotes y entre estos habían dos trabajos de Mc Cammon, Zephyr, Alabama (en realidad titulada en inglés como The Boy´s life) y que en español también se encuentra con el sensacionalista nombre de Muerte al Alba, que años después tuve el honor de comprar, prácticamente, de sorpresa un día de camino a mi casa tras salir del trabajo (y que me emocionó bastante cuando llegué a leerlo); el otro correspondía a Huida al Sur, cuya portada me gustaba mucho.  Estaban ambos tan baratos, que hasta un universitario como yo, que no trabajaba y vivía de la buena voluntad de sus padres, podía desembolsar el dinero sin problemas.  No obstante eran los tiempos en los que todavía ni siquiera me había leído al menos un cuento suyo, así que no tenía idea de lo que me estaba perdiendo.  Al final siempre me gastaba la plata en algunos de los autores que ya ubicaba o que por medio de la mencionada Fangoria, había llegado a interesarme.




       Hubo una época en la que como una vez ya conté en otra de mis entradas para el blog, intercambié unas cuantas películas en DVD con mi amigo Ricardo Ruiz, creador y editor de la prestigiosa revista virtual Insomnia, mandándonos títulos clonados para completar nuestras respectivas colecciones privadas, desde un lado de la cordillera a otra.  Eran tiempos del Messenger (mucho antes del “Feisbuk” y del “Guasap”, al menos para mí), y vez que pillaba conectado a RAR y este se encontraba lo suficientemente desocupado como para poder entablar una charla, nos dedicábamos a ello con harto regocijo por mi parte. Un día Ricardo me dijo que estaba barato por allá El Príncipe de los Infiernos (Baal), así que si quería me lo podía mandar, a lo que le respondí sin dudarlo que no era necesario, que ya lo hallaría en mi tierra. ¡Qué equivocado estaba! Ese libro, así como otros más suyos nunca tuve la suerte de pillar, que más encima el propio autor decidió sacarlo del mercado junto a otras 3 de sus primeras novelas, por considerarla de poco valor estético ¡Cómo puede pensar eso, si Sed de Sangre y El Buque de la Noche, que están entre este despreciado grupo de libros suyos, son verdaderas joyitas! Espero que el autor recapacite, que bien podría “mejorarlas” al menos o tal vez algún día en un futuro este texto sí llegue a mis manos (igual me parece que esta normativa suya, no se aplica a traducciones a otras lenguas, como lo que sucede con Rabia de Stephen King, quien decidió sacar este libro de circulación por sentirse responsable, en parte, de unos cuantos tiroteos en colegios perpetrados por estudiantes desquiciados y que supuestamente fueron influenciados por tal obra).

miércoles, 13 de junio de 2018

La otra saga de ciencia ficción de Orson Scott Card.


     La serie de fantasía científica Del Retorno corresponde a una demostración del multipremiado autor gringo y mormón, de que bien era capaz de crear otra saga del género, distinta a la que le otorgó la fama, la de Ender y aun así manteniendo la misma calidad literaria, que lo ha convertido en uno de los mejores autores vivos de su generación y estilos.  
     Su primera entrega corresponde a La Memoria de la Tierra, publicada en 1992, con la que comienza esta pentalogía ambientada en un futuro de millones de años en adelante y en el que la humanidad ha abandonado su planeta natal luego de una terrible guerra.  El planeta que se convirtió en el nuevo hogar de la sociedad recibe el nombre de Armonía, como una promesa de que ya nunca más volvería nuestra especie a caer en los mismos errores del pasado.  La idea era abandonar para siempre los impulsos violentos, eliminando de por sí los deseos de supremacía de una raza o comunidad sobre otra y, con ello, dejando de lado la creación y el uso de cualquier tecnología que se podría usar como armas genocidas.  
     Es entonces que durante una vasta cantidad de tiempo, hombres y mujeres han vivido prácticamente en paz gracias a estas condiciones, pese a que con la diáspora se formaron distintas naciones, cada una con sus propias costumbres y lenguas.  Del planeta original solo quedan unas cuantas historias a medias entre los mitos y las leyendas… ¿Y cómo fue posible llegar a este tipo de utopía? Pues resulta que fue diseñado a propósito una IA (Inteligencia Artificial, o sea una forma de vida inteligente y autónoma, nacida de las ciencias y tecnologías de la cibernética y/o computacional) tan sofisticada, que gracias a la manipulación genética de los seres humanos, esta IA es capaz de controlar los impulsos, pensamientos y recuerdos de las personas, con el objetivo de evitar que la humanidad vuelva a tropezar con la misma piedra.
      Encontramos en esta historia el uso de computadores, incluso personales, además del uso de una tecnología muy avanzada del magnetismo, como de otras comodidades propias del mundo moderno y de una obra de ciencia ficción que presenta artefactos maravillosos.  No obstante, teniendo en cuenta la influencia “protectora” bajo la que se hayan, no hay medios de locomoción de desplazamiento rápido, puesto que podrían utilizarse para sojuzgar a otros: automóviles, barcos y aviones, por no mencionar tanques, sin dudas que podrían servir a propósitos más mezquinos.  Por lo mismo no hay armas de fuego, ni uso de la energía nuclear, si bien por los mismos desperfectos que ha tenido la IA, esto ya está cambiando en significativos detalles.  Así que es necesario tomar medidas drásticas para salvar (otra vez) a la humanidad de su naturaleza.

      El primer libro transcurre específicamente en la ciudad de Basílica, un matriarcado, y sus alrededores, donde  la entidad que fue creada para velar por la especie humana recibe el nombre de Alma Suprema.  Todo iba bien hasta que este ser, considerado hasta cierto punto como un dios, se da cuenta de que tras millones de años dedicado a su labor, se está echando a perder, por lo que poco a poco va perdiendo su dominio sobre la gente.  Es así que ya han empezado a germinar los primeros impulsos belicosos, lo que implica que unos cuantos reinos entren en conflicto entre sí y comience la producción de instrumentos mortales o máquinas que podrían ser usadas con fines guerreros.  Ante esta situación que claramente se agravará, el Alma Suprema encuentra que la única manera de recuperar su funcionalidad en un 100% y volver a mantener a la humanidad bajo el pacifismo, es haciendo un viaje nada menos que a la Tierra.  Para lograr su proyecto es necesario la ayuda de unos cuantos humanos, a quienes debe revelarse la verdad de todo, lo que hace entrar en escena a buena parte de los protagonistas.
     Se supone que esta saga, tal como otras obras de Orson Scott Card, fiel creyente de su fe y quien nunca ha eludido el tema religioso en sus obras, viene a ser una  extrapolación del libro sagrado de Mormón.  Ignorante soy al respecto y la verdad es que no me interesa ahondar en los dogmas de su teología, que en todo caso respeto bastante (pese a que tengo mis rencillas con el mismo Card por su homofobia, que no sé hasta qué punto es propia de su iglesia), así que no puedo develar los paralelismos entre este libro, el resto de su ciclo literario y los relatos de su doctrina; no obstante, sí como cristiano puedo reconocer elementos propios del Antiguo Testamento: De este modo, nos encontramos con una familia escogida por su “dios”, para llevar a cabo su proyecto, elegidos por la divinidad debido a su superioridad moral respecto a las demás, tal cual lo que podemos encontrar en las historias de Moisés, Abraham y de Lot respectivamente (la que en todo caso no resulta ser tan ideal o perfecta a diferencia de los ejemplos bíblicos).  De la misma manera entre los protagonistas hay profetas que se “comunican” con el Alma Suprema, los sueños son importantes como manifestaciones divinas de la verdad, se puede hablar de ciertos  milagros y los ritos religiosos cumplen un rol fundamental dentro de su desarrollo; tampoco podemos olvidar el nombre de la ciudad donde transcurre esta novela: Basílica (más religioso no puede ser).
     En contra de lo habitual con respecto a otras obras de su autor, el tema de la sexualidad, que tiende a ser obviado en la narrativa cardiana, es bastante fuerte en este título.  No estamos hablando de un erotismo explícito, que eso iría en contra de la misma esencia que es la pluma de Card; no obstante, sí los personajes actúan lascivamente, refiriéndose en varias ocasiones al sexo de manera más hedonista, que de forma romántica.  Por otro lado, en muchos diálogos hay uso de metáforas sexuales.  Todo esto, quizás, tenga relación con el importante detalle de que la nación en la que viven los personajes, tiene en su cultura muy definido el papel de hombres y mujeres, cada género con sus costumbres propias y viviendo la mayor parte del tiempo separados entre sí, salvo en ciertas excepciones como en los matrimonios (que son contratos renovados o no por las féminas) y durante el proceso de educación de los niños y adolescentes.  Es así, entonces, que al ser las mujeres tan distantes con los varones, estos las vean con mayor deseo que si las relaciones interpersonales entre ambos géneros fuesen más espontáneas y menos ritualistas.  Y no obstante dentro de esta sociedad hay prostitución femenina, las mujeres “decentes” escogen a diestra y siniestra a sus amantes (que no pueden subyugarlas), así como hay una especie de mujeres sagradas (llamadas agrestes, que andan desnudas y viven en el desierto, conectadas más que el resto con el Alma Suprema), que sí pueden ser “tomadas” por los hombres con menos resguardos por estos, aunque no las pueden dañar.  Pese a la división tan tajante entre ambos géneros, pasando buena parte de su tiempo con los de su mismo sexo, “impensable” (y en la práctica algo inverosímil considerando nuestra naturaleza) viene a ser la existencia de la homosexualidad y el lesbianismo, lo que se explica en todo caso por la propia homofobia de su realizador. 
     Aun cuando se trata de otro planeta, bastante lejano de la Tierra, al menos en este libro no es posible encontrarse con una flora y fauna originaria de ese lugar; al contrario, en repetidas ocasiones aparecen mandriles y camellos, que igual podrían ser especies autóctonas, que fuesen llamadas así por una supuesta similitud con sus contrapartes terrestres.


    Un tema que destaca harto en este título y, como no, de seguro en el resto de la saga (en estos momentos ya estoy gozando el segundo tomo), viene a ser el de la familia.  Se trata de un aspecto caro a la literatura de Orson Scott Card, como un valor que más encima viene a ser bastante importante para los mormones practicantes.  Es así que en lo que concierne a este libro, nos encontramos con una familia protagonista, conformada por 5 varones, 4 hijos y su padre, quienes son los destinatarios del Alma Suprema para cumplir sus anhelos de salvación.  Por otro lado, debe saberse que en Basílica los esposos no siempre viven juntos y en cambio sí lo hacen con los hijos de su mismo sexo, que más encima son  fruto de los distintos matrimonios que han tenido, mientras duró el contrato de ambos; obviamente una vez que los hijos crecen y se independizan, abandonan el hogar materno/paterno.  Pero lo interesante de esta familia (acá no existen los apellidos), es que para nada se trata de un ejemplo de verdadero amor filial entre sus integrantes, que bastantes rencillas hay entre los hermanos y los dos mayores incluso tienen conflictos con el patriarca; de igual manera, la relación con sus madres, en el mayor de los casos, no es la mejor…Por otro lado, en lo que concierne al lenguaje para referirse a los progenitores, se habla de Padre y Madre (ambos con mayúscula), lo que acentúa el rol destacado que existe de estas figuras en la sociedad basilicana.  Y sin embargo, hay nobleza en la mayoría de todos estos, que por algo han sido elegidos por el Alma Suprema (que nadie es perfecto).
     Los personajes principales del libro son:

Nafai: Si bien el protagonismo se comparte en esta obra, la cual está llena de personajes que van cobrando importancia a lo largo de su desarrollo, con sus propios capítulos centrados en ellos, se podría decir que este muchacho viene a ser si no el principal, uno de los más relevantes y carismáticos.  Es el penúltimo hijo de los 4 vástagos varones de Volemak, prominente hombre en su tierra y quien también posee un papel transcendental en esta historia.  A sus 14 años se ve mucho mayor, debido a su aspecto fornido.  Casi por accidente se entera de los propósitos del Alma Suprema, con la que llega a tener la mayor conexión con esta, de entre todos los de su género (ya que por lo general son las mujeres quienes están más ligadas a ella), lo que lo lleva a ser un pilar fundamental para la concreción del plan de dicha IA.

Luet: Uno de los mejores personajes del libro corresponde a una niña de 13 años y que cuenta con la capacidad de tener sueños proféticos.  Su propio lazo estrecho con el Alma Suprema, la une de manera crucial al destino de Nafai y su familia.  En muchos aspectos es mucho más madura que el chico, con quien en especial consigue su propia conexión significativa.

Issib: Otro de esos personajes que se hacen queribles y admirables gracias al talento de Card, viene a ser el hermano menor de Nafai, un chico inválido y muy inteligente, como culto, que usa una silla especial flotadora para trasladarse de un lugar a otro y mantener su independencia.  Tal como sucede con la relación entre los 4 hijos de Volemak, este y Nafai no se llevaban bien, hasta que las circunstancias los convierten en aliados, así como en mejores hermanos entre sí, al descubrir el más pequeño lo que hacía el Alma Suprema con sus congéneres. 

Volemak: El padre de Nafai, Issib y los dos hermanos mayores de estos, fue el primero de su familia en tener visiones y/o sueños provenientes del Alma Suprema, que le decían acerca de los tiempos aciagos que se venían.  Al ser un ciudadano importante y respetado por la gente de Basílica, hubo muchos que no dudaron de sus palabras, aunque no faltaron quienes pusieron en tela de juicio su cordura, entre ellos sus 2 hijos mayores.  Conocido por su sabiduría, ostenta el cargo de líder de su clan, uno de los grupos ancestrales y poderosos de varones que hay en la ciudad-reino, rol que en todo caso siempre ha sabido llevar con justicia.

Rasa: La actual esposa de Volemak es sin duda su contrapartida femenina, siendo una dama inteligente y muy valorada entre mujeres y hombres. Es la madre de Nafai e Issib, a quienes ama heroicamente, al igual que al padre de estos dos.  Posee una destacada casa de estudios en la ciudad, bajo cuya supervisión se encuentran numerosas pupilas.  Tuvo un primer matrimonio con Volemak, su alma gemela, y luego de terminar su “contrato” con él, tras pasar un corto periodo con otro hombre y al que ella misma “desechó” tras darse cuenta de su bajeza moral, volvió a casarse con Volemak, renovando año a año la relación. 

Husbidh: La hermana mayor de Luet, tal como esta es una niña (o más bien una adolescente) que posee ciertos poderes, si bien su talento especial es otro y por ello recibe el título de “Descifradora”.  Esto último consiste en ver las conexiones invisibles que hay entre las personas, sus acciones y los acontecimientos, de manera de encontrar respuestas a aquellos que está velado a los demás, pero que es importante manejar para que todo funcione correctamente.  Ambas muchachas nunca conocieron a su madre, una “Agreste” y fueron acogidas como pupilas de Rasa, quien luego las adoptó en lo que aquí llaman  “sobrinas”.  Como Luet es muy inteligente y bondadosa.  Además ambas hermanas son muy respetadas entre las mujeres por sus capacidades.

Elemak: El hijo mayor de Volemak, único descendiente suyo con otra mujer, es un tipo irascible que solo quiere poder y desprecia a sus 3 hermanos, a quienes nunca trata con dulzura (luego en el segundo libro de la saga, nos enteramos de que antes sí era alguien alegre y hermanable).  Obedece a su padre solo para conseguir su herencia y por todo esto, siente su orgullo mancillado cuando los dos menores de la familia se vuelven imprescindibles, tras los últimos acontecimientos.  Es violento, no de fiar y en general se le podría tildar como a alguien despreciable. 

Mebbekew: El segundo hijo de Volemak, también fruto de otro matrimonio suyo, al igual que el anterior no es una persona noble.  De oficio actor, gusta de las mujeres y posee bastante buena fama como amante entre estas.  Se deja controlar sin mayor resistencia por Elemak, tampoco tratando muy bien a sus hermanos menores.  Tal como Elemak, no cree en los vaticinios de su padre. 

Gaballufix: El gran villano de la novela, está emparentado en varios aspectos con la familia protagonista, pues en primer lugar tiene a la misma madre que Elemak, aunque no al padre, razón por la cual acá son considerados hermanastros; a su vez estuvo casado durante un breve tiempo con Rasa, quien le dio 2 hijas.  Por otro lado, es el segundo sujeto más importante en el clan donde está Volemak, deseando desde hace rato su cargo, lo que lo hace confabular contra este, ya que busca el poder completo en Basílica.  Cuando Rasa se dio cuenta del tipo de hombre que era, inmediatamente anuló su contrato con este.  Ha involucrado a ambos hijos mayores de su “enemigo” en sus planes, incitándolos a traicionar a su padre.


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