La segunda novela del multipremiado escritor
estadounidense de literatura de terror y fantasía Robert McCammon, si bien la
tercera en ser publicada, corresponde a El Buque de la Noche (The
Night Boat) y la cual data de 1980 al ser editada profesionalmente. Se trata de una obra de juventud, la cual
realizó su autor mucho antes de conseguir la consagración y, tal como luego
afirmó a sus lectores y editores, tiempo antes de conseguir la suficiente
madurez literaria en el arte de contar historias, como para sentirse en realidad
orgulloso de tal libro. Por esta misma
razón es que décadas después McCammon optó por sacar de circulación este
título, junto a otros 3 más que a su parecer no eran dignos de estar a la
altura de sus “obras maestras”. Dentro
de estos vástagos literarios rechazados se encuentran su novela de vampiros Sed
de Sangre (They Thirst en su traducción a la lengua
de Cervantes), un texto increíble que
para quien lo haya leído y disfrutado, bien le puede costar entender tamaña
decisión por parte de su escritor; también dentro de este grupo de “repudiados”
está su texto El Príncipe de los Infiernos (Baal en su nombre
original), de temática demonológica, ya que hace referencia a la entidad satánica
mencionada en la Biblia y en muchos otros documentos antiguos; el otro libro
del que denegó corresponde a Bethany´s Sin y que al parecer no
alcanzó a ser publicado en nuestro idioma.
Siendo justos, cuesta entender acciones como ésta, puesto que la calidad
literaria de su novela sobre chupasangres y la que ahora inspira este texto es
innegable; de las otras dos nada más se puede decir, ya que quien aquí redacta
no ha tenido la oportunidad de leerlas. Cabe
decir que pese a la genialidad de McCammon (independientemente de su “locura” de
no hacer más ediciones de los títulos ya mencionados), apenas ha sido traducido
al castellano, pese al respeto que se ha ganado entre quienes conocen su
legado.
Robert McCammon. |
¿Y
de qué se trata El Buque de la Noche? Pues su argumento es el siguiente: David
Moore es un hombre que ya está en la treintena de su vida, hijo de un acaudalado
hombre con quien no terminó muy bien sus relaciones y que además de arrastrar
su fracaso como heredero de una importante firma, lleva sobre sus hombros el
peso de ser el único sobreviviente de la tragedia familiar que le costó a su
esposa e hijo. Es por todo esto que
decidió autoexiliarse a una pequeña, aunque paradisiaca isla caribeña llamada
Coquina; allí es dueño del único hotel de la zona y ha conseguido algo de paz a
su atormentada alma, convirtiéndose además en un respetado miembro de su
comunidad, pese a su calidad de extranjero entre los descendientes de los
esclavos africanos llevados por los colonos a dicho lugar y haciéndose además
gran amigo de su mayor autoridad policial
Amante del mar aun teniendo en cuenta de que éste le quitó a sus seres
queridos, un día mientras buceaba buscando tesoros arqueológicos desenterró
para sorpresa suya y los de la isla, nada menos que un submarino alemán de la
Segunda Guerra Mundial y en la práctica casi intacto; por supuesto que en condiciones
normales un armatoste de tal tamaño y peso, imposible que hubiese salido a
flote con sólo la ayuda de un hombre, pues en realidad su resurgimiento más
bien respondió a la intervención de fuerzas oscuras sobrenaturales. La nave guarda un pasado de violencia y
horror con los habitantes de la misma isla, ya que fue responsable de un
espantoso ataque a ella durante los años de la guerra, de modo que los de
Coquina cuando entran en conocimiento de su regreso, advierten que ello no son
buenas noticias. Es así que en contra de
lo que debería ser normal, los tripulantes del viejo sumergible a su manera
siguen vivos, claro que en un estado deplorable que sin lugar a dudas
corresponde a lo que se conoce como zombies; de este modo quiénes antes fueron
orgullosos oficiales nazis, regresan a sembrar el terror en Coquina, cegados
por el odio y un hambre de carne y fluidos frescos, ya que la condición en la
que se hayan ha sido la manera de castigarlos por su atentado de antaño a la
isla. Es entonces que motivado por la
clara responsabilidad que le toca debido a su liberación del submarino, que el
protagonista hará todo lo posible por deshacerse de la amenaza de lo que bien
los habitantes de la zona llamaron como el Buque de la Noche; a ello se le
suman un pequeño grupo de aliados, incluso algunos algo inesperados.
A la
hora de evaluar la trama de esta sin duda recomendable novela, se pueden
considerar varios aspectos suyos, que pueden resultar interesantes a más de
uno. En primer lugar cabe destacar que
su autor aborda en ella el tema del nazismo y sus crueldades, haciendo que los
antagonistas de esta obra provengan de dicha ideología, considerada sin
vacilaciones por millones de personas como toda una expresión real e histórica
inmediata de la más vil maldad humana; de este modo que el tormento de Coquina
provenga en parte de sujetos de tal grupo, deja más que claro la calidad
siniestra del enemigo. No obstante pese
a lo que viene a ser el nazismo en sí, McCammon fue de lo más objetivo y para
nada maniqueísta, por lo que llegó a otorgarles a sus nazis (o ex nazis) una
humanidad inesperada; es así que incluso hacia el final del libro, deja claro
los recios valores morales que destacan al resto de la narrativa del autor: de este modo del libro se infiere la
concepción de que nadie se merece los más peores tormentos, aun cuando haya
sido un hijo de perra en su pasado; asimismo uno de sus personajes principales
resulta ser un ex agente nazi, al que se le da este beneficio de dotarlo de una
creíble personalidad y sin caer en estereotipos baratos.
Ligado a lo anterior, se encuentra un viejo leiv motiv tan viejo como
la raza humana misma, la venganza. La
idea de un castigo por los crímenes que esté por sobre los códigos morales
aceptados por la civilización, una vez más hace su aparición en este libro,
donde el odio que ha provocado la maldad de otros trae como consecuencia el
deseo de responder al mal con mal y a la violencia con violencia. No obstante como queda demostrado en esta
narración y más debido al talante moral de la pluma de su autor, este tipo de
iniciativas se devuelve contra sus mismos empleadores, por mucho que hayan
tenido “buenas intenciones” de vengar a las víctimas inocentes. Es así que sólo existe una manera para poder
combatir el vacío que acarrea la vileza del hombre: el amor y todo gracias a un
acto de contrición que implica además el autosacrificio, como bien se puede ver
en la novela gracias a las decisiones de más de uno de sus personajes.
Como
bien decía un antiguo amigo que tuve, el lector ávido de sensaciones extremas se
encuentra con el compromiso por parte de su escritor de responder a sus
exigencias y entrega en más de una ocasión algunas de las descripciones más
claramente gores del género. En
todo caso aún en su lirismo más emotivo, e incluso dentro de las que el propio
McCammon reconocería como sus obras de madurez, este escritor se caracteriza
también por ser un cultor exquisito de la sangre, las vísceras desparramadas y
la truculencia. Todo esto puede
comprobarse en la siguiente cita textual:
“—Por favor no me matéis —susurró Johnny
Majors.
Dos garras se abatieron; cogieron la cara
del hombre y le clavaron las uñas profundamente, haciéndole sangrar. Y lenta,
muy lentamente, empezaron a desgarrarla mientras él gritaba de puro dolor. Los
dedos le arrancaron la nariz a tiras; una mano le asió por la garganta y le
hincó las garras, asfixiando sus gritos; le perforó la yugular y brotó un
chorro de sangre. Johnny Mayors yacía paralizado contra la pared manchada con
los ojos velados de terror; sus nervios sentían la agonía pero su cerebro
estaba ido y era incapaz de responder. La mano de su garganta empezó a
desollarle la carne, y aparecieron sus venas y sus cuerdas vocales. Las sombras
se acercaron al olor y al calor de la sangre. Una se aproximó y se inclinó con
los ojos enrojecidos; extendió una garra para robar un trozo de mejilla que
colgaba de un jirón de piel. Una mano, con tres dedos y el hueso al aire en los
nudillos, buscó su ojo, y al momento se lo sacó como un grano de uva
tembloroso.
El hombre abrió la boca y gimió, y luego
se estremeció involuntariamente. Se le cayó la cabeza hacia atrás, mostrando la
garganta rebanada bajo la luz plateada. La arteria perforada de su cuello
siguió bombeando sangre, creando charcos cada vez mayores.
Entonces las sombras de ojos escarlata
cayeron sobre él, y sus lenguas y labios consumieron vorazmente su cara y su
garganta. Los dientes mordían la carne, la desgarraban y la despedazaban hasta llegar
al hueso, hambrientos; el peso de los seres lo aplastó. Levantó una mano, pero
se quedó inerme colgando, en el aire, mientras curvaba lentamente los dedos;
después cayó. La habitación se llenó con los ruidos del festín; los crujidos de
los dientes en los huesos, los sorbos en las heridas abiertas y los desgarrones
de la carne. La sangre cubría el suelo y varios de los seres se agacharon a
lamer los charcos, enloquecidos y embriagados por su sabor fuerte y dulzón.
Empezaron a hacerle pedazos, y a morderle los huesos en busca del tuétano y los
fluidos. Actuaban cada vez más aprisa, más frenéticamente; los sonidos de su
respiración resonaban en la habitación. La mujer gimoteaba en el suelo. Ellos
se empujaban unos a otros para llegar a las heridas; si una estaba seca,
buscaban otra y silbaban enfurecidos cuando otro les empujaba. Abrieron nuevos
torrentes de fluidos, como si fuera vino tinto que manaba de toneles de carne. Estaban
impacientes, voraces en su banquete, desgarrando jirones de cuerpo y
atesorándolos, apurando hasta la última gota. Y cuando acabaron con el hombre,
cuando lo hubieron despedazado y chupado hasta dejarlo seco, cuando decidieron
que no tenían bastante para llenar sus venas y arterias arruinadas, ni bastante
para paliar su terrible dolor, ni para asfixiar su fuego abrasador, se
volvieron vengativos hacia la mujer.
Ella los vio acercarse, algunos andando,
los otros a rastras por el suelo, y fue incapaz de moverse. Estaban furiosos
porque todavía no se habían saciado, no habían aliviado su inhumano dolor, y
sus dientes eran implacables.
Mientras devoraban su cuerpo inmóvil, uno
de ellos se apartó y se puso en pie. Tenía las manos y los labios manchados de
sangre y mientras retrocedía del amasijo de cuerpos, levantó una mano y chupó los
fluidos humanos. Se quedó en un rincón, contemplando cómo los otros satisfacían
su hambre”.
Considerando en todo caso que el talento de
Robert McCammon ya era notorio en una novela como ésta y de la cual tal como se
afirmó más arriba prefirió prescindir, sí es cierto que al ser una obra temprana
suya, se puede notar que todavía carecía de la experticia suficiente como para
sacarle completo provecho. Es así que en
determinados momentos de su desarrollo la narración hace unos cuantos flashbacks,
es decir, realiza un retroceso al pasado de los acontecimientos que se narran,
para mostrar los antecedentes de las situaciones actuales. Uno de estos gira en torno a la misma tripulación
del tristemente bautizado Buque de la Noche, en pleno régimen nazi; pues bien,
este episodio bastante entretenido al final se desperdicia, pues luego de ello
no vuelve a repetirse esta trasposición de la narración y la línea argumental
que prometía más datos acerca de los hombres del submarino, y en especial de su
aterrador capitán, se diluye por completo
Luego dedica otro vistazo al pasado de uno de sus protagonistas,
circunstancia vital suya que no puede ser más intrigante y que si le hubiese dado
más tiempo y proyectado de tal manera de otorgarle a éste las herramientas
adecuadas para enfrentarse de manera más espectacular a los zombies, el libro
habría ganado con ello (no obstante se puede entender tal decisión, ya que el
conflicto se resuelve sólo gracias a la intervención del hombre común y
corriente y no de las fuerzas sobrenaturales como habría sido en el caso de que
este personaje tomara un rumbo diferente; cuando se suponían que estos poderes eran
superiores a los mortales, a la larga se demostró en el libro que bien eran corruptos
o bien ineficaces para salvaguardar la vida humana). Luego existe un personaje al que McCammon despilfarra
por completo, haciéndolo desaparecer de escena, luego de que le otorgó varios
pasajes y sin darle la oportunidad de convertirse en el héroe que se supone
era.
Como dato anecdótico acerca de
la edición en español de este libro gracias a Ediciones B, la cual correspondía
a una colección de bolsillo con hermosos relieves en la portada, lleva en ella
debajo del dibujo una frase publicitaria al más puro estilo de los afiches
cinematográficos y que reza así: “El terror llega a las profundidades marinas”. Pues bien, esto es un grave error, ya que si
el que realizó tal portada hubiese sido consecuente con el argumento del texto,
debería haber puesto en ese caso “El terror llega desde las profundidades marinas”… ¿Se
entiende por qué razón la crítica? En
todo caso se agradece que la edición traiga consigo un epílogo del mismo autor,
quien explica en él cómo fue que escribió dicha obra, dando datos de interés
respecto al proceso creativo que lo llevó a ello.
Para terminar un listado del
resto de los personajes de este libro que se lee con gracia, de forma rápida y
amena, obviando eso sí a su protagonista y al cual se le dieron las suficientes
líneas como para definirlo, aunque sin caer en el spoiler.
Kip: El mejor amigo de Moore ostenta el cargo de representante
mayor de las fuerzas policiales de Coquina, siendo como gran parte de su gente
de raza negra. Es un hombre casado y
padre de una hija, quien de niño vivió junto a su tío que practicaba el
vudú. No obstante sus recuerdos al
respecto los reprimió, hasta que volvieron con la crisis del Buque de la Noche;
de este modo es posible ver en su persona el prototipo del personaje que en su
racionalismo niega su faceta más instintiva y, por ende, primitiva.
Boniface: Anciano que fue uno de los testigos del primer ataque del
Buque de la Noche a la isla y ello lo lleva a querer castigar a sus tripulantes
por tal acción; es así que no duda en usar sus conocimientos en vudú para
maldecirlos, pero luego, años después, se entera de que este hecho se le va de
las manos. Dirige un culto vudú en
Coquina, donde es sumamente respetado, y cuando regresan sus enemigos hace todo
lo posible por resarcir su culpa, pero se enfrenta a la incredulidad de unos
cuantos. Sin dudas uno de los mejores
personajes del libro.
Frederick Schiller: El único sobreviviente del submarino alemán,
quien logró salvarse por pura suerte cuando éste se hundió. Cuando se entera de su reaparición, viaja
hasta Coquina ignorando las verdaderas circunstancias en que volvió. Pese a lo que se esperaría de alguien con sus
antecedentes, no es un hombre malvado.
Jana Thornton: Hermosa mujer quien hace su inesperada aparición en
la trama, cuando ésta ya va por sobre la mitad.
Llega hasta Coquina en una avioneta que ella misma conduce y representa
a una organización histórica que pretende exhibir en un museo al submarino
hallado. Pese al shock que le significa
enterarse del ataque de los zombies, demuestra la calidad de su espíritu siendo
una de las principales compañeras de David.
Es el único personaje femenino destacado en el libro.
Cheyne: En su caso, aparece ya comenzado el último cuarto del desarrollo
de esta novela. Es el líder tribal de
los indios caribes, los habitantes autóctonos de la isla y que viven aislados
en ella del resto de los lugareños. De
aspecto arisco debido a las cicatrices que cubren la mitad de su rostro, guarda
igual que otros protagonistas un doloroso pasado con el submarino. Su ayuda resulta primordial cuando se efectúa
el poderoso clímax de esta obra, en medio de una tormenta tropical que no viene
a ser otra cosa que la manifestación de las fuerzas de la naturaleza, en
contraposición con la corrupción a la normalidad que vienen a ser la gente del
submarino (de este modo, también la tormenta resulta el paisaje adecuado para que
se efectúe la devastación total y propia de toda historia de este tipo).
Tiene un aspecto muy prometedor, con ese gusto a terror clásico casi de historieta pulp, parece un guión de "Creepy". De este autor tengo en el kindle pendiente de leer "Los senderos del terror". Cuando pase un poco la etapa de Ciencia-Ficción en la que me encuentro, me animáré con este escritor que tan atractivo parece. Saludos amigo Elwin.
ResponderEliminarMe alegra mucho saber de ti otra vez, que este tiempo he estado tan ocupado, que con suerte he podido actualizar mi blog; por esta misma razón apenas me ha sido posible visitar y comentar mis páginas favoritas como la tuya; en menos de un par de semanas estaré mucho más libre y entonces podré leer online todo lo que quiera. También me contenta que te haya entusiasmado este texto, que McCammon es uno de los grandes y es lamentable que escriba tan poco, así como que en nuestra lengua sea apenas traducido (por no mencionar que no han sacado nuevas ediciones de sus títulos, que ya se encontraban en español). Me di cuenta que estás en una etapa "ultra cienciaficcionauta", je.
ResponderEliminarExcelente reseña, Elwin.
ResponderEliminarCreo que coincidimos al decir que esta novela está muy bien. No merecía el rechazo de su propio autor. La portada de este libro, así como los otros que hacen parte de la colección que editó ediciones B, conserva el arte original de Rowena Morrill. La frase promocional original es superior a esta que le pusieron en español.
Y respondiendo a tu comentario en la entrada que hice sobre este mismo libro: estuve alejado del blog durante todo el mes de octubre, como pudiste notarlo. Apenas hoy he retomado actividades. La pausa se debió a dos razones:
1. Películas. Muchas películas. Pensé en hacer una lista de libros de terror para leer en Halloween, pero la idea no me entusiasmó tanto como la diseñar una lista de películas. No se puede leer mientras comes papas fritas o palomitas de maíz y Coca-Cola. Así que me dediqué a ver mucho cine, a cazar pelis en la televisión y a verme muchas otras en DVD.
2. Luego de leer "El traje del muerto", decidí tomarme un respiro con una novela policiala escrita por Lawrence Sanders: "El tercer pecado mortal". Cuando la acabé, intenté retomar el terror pero me fue imposible: dejé un libro de John Saul a los pocos capítulos de comenzar y me pareció infumable una novela sobre abejas asesinas. Así que en Octubre decidí leer géneros varios y alejarme del blog y demás cosas de la internet. Me estoy desatrasando de todo.
¡Saludos!
Me alegra mucho volver saber de ti, Mauro, y más porque a ti te debo me recordaras tenía por años guardadita esta gran novela, pendiente a ser leída y disfrutada (no sabes cuánto me gustaría tener más de este autor). Por lo que me cuentas, parece que hemos estado en las mismas, con problemas de tiempo, que tan solo ayer pude subir un nuevo texto; tengo pendiente seguir leyendo tu gran blog y otros que sigo. Que estés muy bien y nos estamos leyendo.
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