viernes, 31 de octubre de 2014

Maestros del Horror 26: “Dream Cruise” de Norio Tsurata.


26.1 El Director.

     Norio Tsurata es un prominente director de cine japonés con una inmensa filmografía dedicada al terror, ya sea tanto en cine como en televisión.  Pese a la gran cantidad de títulos a su haber, difícil es encontrar información detallada como para hacerse una mejor idea del impacto de su contribución artística (a menos que uno haya tenido la suerte de haber visto más de su obra, aparte del trabajo hecho para Maestros del Horror).  En todo caso a la hora de evaluar este tipo de producciones, es decir las provenientes del llamado país del Sol Naciente, se debe recordar que sus producciones poseen particularidades propias; de este modo para algunos las obras del género niponas bien no pueden ser de su agrado, debido a las razones que a continuación se nombrarán.  Pues a diferencia de los occidentales, en especial de los gringos, los japoneses no pretenden filmar basándose en la espectacularidad visual (grandes efectos especiales y/o presupuestos), si no que sus títulos resultan lejos mucho más baratos (incluso los hechos para el cine) y más bien se orientan a la creación de un clima enrarecido, que a una puesta en escena ostentosa; todo ello gracias al apoyo de la labor de sus actores, que con muy poco material físico realizan interpretaciones convincentes y melodramáticas. De este modo las obras de Tsurata, comparten con gran parte de las de sus colegas, la idea de contar una historia terrorífica más centrada en las cuitas de sus protagonistas, que en la presentación espectacular del horror de turno (no así en el caso de sus animaciones, animes, donde ponen todo su empeño para demostrar sus virtudes técnicas).  Y todo ello puede resultar falso, precario o poco convincente al espectador acostumbrado al gore estadounidense o a sus imitaciones europeas.
      Algunas de las películas de este director se han estrenado en las salas latinoamericanas como Chile, México y Perú, mientras que otras han llegado directas al mercado del DVD y blu-ray, gracias a empresas de la zona.  Dentro de lo que se ha podido ver por acá de este autor se pueden nombrar:

Ring 0: Birthday (2000): Precuela de la famosa saga de terror japonesa y que dio origen a dos muy buenas versiones hollywoodenses.  En el caso de esta cinta, la trama se dedica a contar los eventos previos al filme original, cuando la chica muerta que se les aparece a quienes osan ver su video maldito, aún está viva; de este modo la película de Tsurata cuenta cuáles fueron las circunstancias que crearon su amenaza.

Kakashi (2001): Con mucha intriga, cuenta de una joven cuyo hermano, único pariente vivo, desaparece.  Cuando la muchacha llega hasta su departamento para saber más sobre él, haya una carta de una antigua compañera de escuela de ambos, quien le había pedido ayuda a su hermano para poder enfrentar sus propios temores.  Es entonces que la protagonista viaja hasta el apartado pueblo de donde proviene la misiva y allí se encuentra con que sus habitantes recelan de los forasteros, lo que por supuesto tiene relación con el verdadero destino de su familiar.

Yogen (2004): Conocida en estos lares como La Premonición, es otro thriller sobrenatural tal como le gusta a su autor.  Su guión cuenta de un padre de familia que en un viaje junto a los suyos, se cruza con un diario que anuncia la muerte de su hijita pequeña en un accidente de carretera y al rato después el hecho se consuma frente a sus ojos.  Años después vuelven los eventos de este tipo a rodear al desgraciado hombre.
Norio Tsurata.

26.2 La Película.

     Estrenada originalmente el 2 de febrero de 2007, corresponde al cierre de este programa de culto que por dos años regaló a sus seguidores tantas obras de culto, incluyendo el regreso magistral de verdaderos maestros consagrados internacionalmente y que por una razón u otra no hacen tantas producciones seguidas como uno quisiera.  A su vez tal como al finalizar la primera temporada con el aporte del séptimo arte oriental, más específicamente japonés, con la recomendable Imprint de Takeshi Mike, se quiso invitar a otro nipón como broche de oro de la serie.  En Dream Cruise (Viaje de Ensueño en castellano) Tsurata ofició de guionista como es su costumbre en sus otras cintas, basándose en un relato de su compatriota Koji Suzuki (el escritor japonés de literatura de terror más popular de su país y con más adaptaciones de su narraciones para el cine, considerado por todo esto como el Stephen King de su país).
     La historia es la siguiente: un guapo hombre de negocios estadounidense que lleva años trabajando en Japón, tiene pesadillas respecto a un triste incidente de su infancia, el cual le trajo como consecuencia sentirse responsable de la muerte de su hermano pequeño; como el hecho ocurrió mientas ambos estaban solos en pleno mar, contrajo además una verdadera fobia a este.   Su jefe lo manda a ir a arreglar unos asuntos legales con uno de sus clientes, con cuya esposa tuvo o mantiene (no queda bien claro en el episodio) una relación amorosa en secreto.  El marido “engañado” da señales de saber la verdad entre los dos y con artimañas consigue que estos hagan un supuesto breve viaje en su embarcación; es cuando una vez lejos del puerto, que comienzan las verdaderas amenazas y que si bien tienen que ver con el pasado de los dos adúlteros, también involucra un terrible secreto del mismo marido.
     El tema de los triángulos amorosos y la “justa” venganza de uno de los implicados, ha dado curso a un montón de historias, pero en este caso al tratarse de una obra de esta procedencia, correspondía que se agregara un nuevo elemento a la ecuación: uno (o dos) fantasmas.  Teniendo en cuenta la diversidad de temas terroríficos abordados en sus dos años de existencia (brujería, zombies, vampiros, amenazas extraterrestres, psicópatas, demonios, etc.) no podían faltar los tradicionales espíritus de los muertos y más si ellos poseen como motivación el castigo a los vivos por sus pecados, que más encima tienen que ver con sus propias muertes.  Considerando todo esto, el telefilme en cuestión aborda el tema de la culpa en más de uno de sus personajes, lo que implica también la idea de que nuestro pasado pesa sobre nosotros y trae sus consecuencias, aunque uno no quisiera; de este modo el episodio resulta ser uno de los más moralizantes de todo el programa.
     La figura del fantasma es habitual en el cine de terror japonés y a ello se suma además otro tema recurrente en sus producciones, el de las maldiciones (por lo general ligadas a un castigo proveniente desde el Más Allá).  Por otro lado, la misma imagen del fantasma vengador (los que incluyen sus lentos movimientos) y el uso del cabello convertido en una herramienta monstruosa como un medio para asustar, agregan más todavía una estética propiamente oriental a esta entrega. Es así que este capítulo no puede ser más “japonés”, partiendo (aparte de los detalles ya mencionados) porque fue filmado en este país y buena parte de sus diálogos son en su idioma; además muchos de entre quienes trabajaron en su producción, resultan ser originarios de dicho lugar.  Ya se ha dicho algo acerca de las características de la cinematografía de terror nipona, de modo que tomando en cuenta ello, este capítulo da muestras de la genialidad de sus autores, quienes con muy poco presupuesto logran hacer una obra sobresaliente.  El talento para trabajar con escasos presupuestos, se puede observar por el hecho de que casi toda esta historia transcurre en un puro escenario (la nave) y salvo unas cuantas escenas acuáticas, no hay mayores cambios de ambiente; de este modo la trama misma se pone claustrofóbica, pese a que los personajes se encuentran en medio de un paisaje natural; a su vez todo esto permite acentuar el clima de peligro y de acoso, en el que se encuentran las víctimas de un odio tan grande como el que aquí se muestra.
    El nombre de este mediometraje no puede ser más irónico y/o significativo: Dream Cruise, el Viaje de Ensueño, que en vez de ser algo idílico, se transforma en algo pesadillezco; por último cabe recordar que este capítulo parte con un sueño, nada agradable por cierto, y que unas cuantas imágenes suyas poseen una fuerte carga onírica.

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