martes, 24 de febrero de 2015

Aclaraciones para disfrutar la última película de los Wachowski.


     En 1999 los hermanos Wachowski, Andy y Larry en aquel entonces (pues el segundo tras su cambio de sexo pasó a llamarse Lana), cobraron fama mundial y riqueza, todo gracias al el estreno de la que sería su película más famosa: Matrix.  Su épica historia de ciencia ficción hecha al más puro estilo animé, fue la primera de una trilogía ciberpunk llena de lecturas filosóficas y religiosas, aparte de una oda a la espectacularidad visual y un hondo sentido heroico[1].  En esta trilogía los hermanos hicieron tanto de directores, como de guionistas y de productores.  Tras el éxito de esta saga (si bien para muchos lo mejor de ella fue su cinta original y hasta los cortos animados filmados por connotados directores nipones, que recibieron el nombre genérico de Animatrix, acerca del pasado y el presente de su universo ficcional) el mundo se quedó esperando sus nuevas obras.  Tiempo pasó para que estos artistas volvieran a demostrar su talento (casi 3 años después de la última cinta de su trilogía) en 2006, aunque esta vez solo oficiaron de guionistas y productores, adaptando uno de los cómics más celebrados de la década de los ochenta: V de Vendetta, de entre los títulos mejor valorados del guionista Alan Moore.  Este trabajo cosechó buena crítica y recaudación, no obstante no era lo que esperaban muchos de los admiradores de los Wachowski, ya que lo que todos deseaban era algo  por completo de su factoría.  Así fue como dos años pasaron para que recién en 2008, por fin se pudiese ver en las salas del mundo otra cinta dirigida por esta dupla.  Sabido era desde hace rato la admiración de Andy y Lana por la animación japonesa y cuando se estrenó Speed Racer (conocida en nuestra lengua como Meteoro), sobre un popular animé de la televisión de hace unas décadas atrás, la expectación era demasiado alta; no obstante la decepción fue tan grande, que para muchos la estrella de los Wachowski había caído o bien ambos se habían dormido en sus laureles y perdido la creatividad de sus inicios.  Recién en el año 2012 se volvió a ver la mano de estos hermanos, quienes en esta ocasión compartieron la dirección con Tom Tykeer, en otro filme de ciencia ficción, adaptado por Andy y Lana de una novela de ciencia ficción; en esta ocasión el producto final fue mucho mejor acogido, puesto que dicha historia filmada y actuada bellamente, contaba con la calidad y profundidad argumental que era de suponer podían realizar estos genios.  Pues bien, a principios de este mes se estrenó la primera película totalmente de los Wachowski, tras el bodrio de Meteoro, un largometraje más de ciencia ficción, aunque esta vez en una temática por completo diferente al de sus trabajos anteriores: Jupiter Ascending (conocida en estos lares como El Destino de Júpiter)…Y la verdad es que hasta el momento no le ha ido muy bien en taquilla y con los comentarios de los supuestos especialistas y el público (algunos de ellos reales conocedores del género, razón por la cual en muchas ocasiones son demasiado exquisitos a la hora de apreciar una película de este tipo; mientras que otros tan solo desean algo que los entretenga, sin discriminar mayormente entre una cinta u otra).   Es así como este texto pretende defender los valores de esta película, si bien dejando claro que se trata de una opinión entre millones y que no tiene por qué ser considerada como un juicio objetivo; después de todo a la hora de apreciar una obra de arte, siempre estará involucrado el punto de vista personal, aunque existen elementos que logran trascender la inmediatez de la creación artística, como para hacerla universal y que esta logre perseverar en el tiempo como manifestación de la creación humana.  En otras palabras, entiéndase este escrito como una justificación de por qué razón en mi propio caso me gustó y disfruté bastante este nuevo filme de los hermanos Wachowski; asimismo a través de estas palabras, se desea considerar varios aspectos del filme en cuestión, que a la hora de tenerlos en cuenta, pueden otorgarle mayor consideración como producto final.
   

     ¿Y de qué trata su argumento? Pues bien, es la historia de una joven de origen ruso, cuya vida resulta de lo más monótona, quien de un momento a otro descubre que en realidad, viene a ser algo así como la reencarnación de la matriarca de una poderosa familia extraterrestre.  Debido a su condición se convierte en el blanco de varios enemigos, entre los que se encuentran mercenarios, soldados y miembros de una antiquísima dinastía mezcla entre realeza y comerciantes, siendo estos los que se encuentran detrás de las persecuciones a las que es sometida la protagonista (además para su infortunio, posee un estrecho parentesco con estos sujetos retorcidos, lo que agrava aún más todo).  Es cuando aparece su salvador, un soldado mutante, por el cual la dama en apuros llega a sentir más que atracción, sentimiento el cual también es compartido por este.  Considerando todo esto, gran parte de la trama se traslada al espacio exterior, ya que los personajes principales, ayudados por una serie de aliados, deben realizar un viaje para solucionar todo y de paso salvar a la Tierra, que se haya bajo amenaza de las potencias involucradas.  Entre medio más de una traición o de un engaño complica todo, de modo que harto deben pasar los héroes para conseguir su objetivo.  De este modo el verdadero nombre del filme, que en inglés es Jupiter Ascending, responde al conocimiento que toma su protagonista, llamada justamente Júpiter, acerca de su verdadera identidad, encumbrándose por sobre la supuesta miseria en la que se encontraba su vida antes de que todo ocurriera; por lo tanto al aceptar su destino, tomando las riendas de su papel en todo el acontecer cósmico, la muchacha logra obtener el alto sitial que le correspondía.  Si se toma en cuenta además el papel que en la historia cobran astronomía y astrología, queda aún más claro el título, siendo que a su vez la elección para llamar a la cinta en nuestras tierras, para nada se aleja del sentido global de la cinta.
    La verdad es que en general el guión de esta película es sencillo, siendo además sus personajes hasta cierto punto estereotipados.  No obstante todo esto se sobreentiende, si se toma en cuenta que el largometraje resulta ser un ejemplo de un viejo subgénero de la ciencia ficción, llamado space opera; ya que los Wachowski como amantes de este tipo de narraciones, le hacen su propio tributo, aunque bien adaptando su estilo a los tiempos actuales y a la parafernalia hollywoodense.  Para dar mayores luces sobre todo esto, cabe explicar que la space opera corresponde a un tipo de obras de la ciencia ficción, donde la aventura prima por sobre todo, con ambientaciones futuristas y espaciales; en ella el argumento está en función de mostrar al héroe arquetípico luchando contra villanos unidimensionales, donde además la imaginación desbordante del autor, crea todo un bestiario de las razas extraterrestres más increíbles.  El mayor propósito de estas historias es la de entretener (pura y “sana” literatura de evasión), mostrando además de paso grandes imperios galácticos, en los que se manifiesta la lucha del bien contra el mal y en sus facetas más inauditas.  Clásicos de este subgénero resultan las novelas sobre el Capitán Futuro, personaje creado por Edmond Hamilton y que tuvo una muy exitosa versión en animé para la televisión nipona; la misma saga de Star Wars resulta ser el mejor ejemplo cinematográfico, a la hora de llevar al cine gringo esta tendencia de la ciencia ficción; también se puede nombrar al respecto la figura de Flash Gordon, popular héroe de los cómics y que ha sido llevado a distintas plataformas artísticas como las series de animación, el cine y la televisión.  Por lo tanto como bien se puede observar, se trata de guiones sencillos que no pretenden hacer crítica social, ni abordar las grandes preocupaciones de la humanidad, salvo divertir…Y eso es lo que procuraban los directores de esta incomprendida (para muchos) película, por lo que si se tiene esta idea en consideración, bien se la puede disfrutar sin sentirse culpable o unfantil.   Para tramas más complejas, personajes mejor desarrollados y múltiples lecturas tenemos Sector 9 de Neil Blomkamp (se nos viene nueva cinta suya), El Juego de Ender de Gavin Hood y Después de la Tierra de M. Nigth Shyamalan, por mencionar algunas, puesto que El Destino de Júpiter pertenece a otro tipo de ciencia ficción y como tal debe ser enjuiciada a la par de sus iguales.
     Como ya se dijo antes en este mismo texto, Larry y Lana hicieron con este largometraje su propia versión de la space opera, de modo que introdujeron sus innovaciones, que en este caso tienen que ver con los tiempos actuales.  Es así como abordaron en esta cinta la dupla del héroe masculino y valiente hasta los niveles más impresionantes y la “damisela” en apuros a la que debe socorrer, habiendo un claro romance entre estos dos…En las historias originales abundan las mujeres provocativas, en poca ropa, sensuales y en ocasiones meras comparsas para que el héroe verdadero pudiese brillar. Pues bien, en El Destino de Júpiter la protagonista es una “reina” como las miles de reinas a las que deben proteger y salvar los galanes prototipos de este subgénero; no obstante su personalidad resulta ser algo más sofisticada que el de sus predecesoras, en especial por su talante extrovertido que la hace emitir diálogos que dejan clara su naturaleza de mujer del siglo XXI, ideas y acciones en ella que no dejan lugar a dudas sobre su espíritu independiente (a su vez en más de una ocasión sus propias palabras y conducta, provocan más de una sonrisa o risa, por su naturalidad y/o abierta sexualidad).  La figura de esta particular mujer en medio de una space opera revisitada, debe buena parte de sus logros al desempeño actoral de Mila Kunis; quien, poseedora de una exótica belleza, consigue personificar verosímilmente a una muchacha simpática y que hacia el apoteósico clímax, no duda en sumarse a la acción más física.  Si bien en medio de la película se nos regala con un inesperado y sensual desnudo (aunque no frontal) de uno de los personajes femeninos, por tratarse de una película de los Wachowski, el verdadero rol cargado de erotismo lo toma el coprotagonista masculino, o sea, el héroe de turno; pues este se pasa gran parte del filme mostrando su viril torso y llevando ajustados pantalones (en algunos momentos también chaqueta) de cuero oscuro, los que resaltan su bien formada musculatura.  A su vez se le otorga una dimensión trágica en su propia historia personal, que para más de un espectador resalta atractiva (como la idea de sus alas perdidas, que una vez recuperadas potencian toda su belleza, mezcla de bestia y de ángel protector).  Si Mila Kunis fue quien le dio todo su carisma a su personaje, en este caso fue el guapo Channing Tatum el responsable de encarnar con tanta maravilla al guerrero definitivo.

      Un argumento como este no podía estar exento de un montón de especies alienígenas y androides de todos los tipos, habiendo de este modo en esta obra seres reptiloides y de otros animales como aves y elefantes, otros con clara semejanzas a los “grises” de las historias de abducciones extraterrestres (que aquí cumplen un papel muy similar al de las criaturas que los inspiraron), humanoides con los más diversos e ingeniosos rasgos diferenciadores y algunos otros que bien recuerdan a razas de la tierra como orientales y etnias negras, ente otros.  Pues bien, en el mundo actual donde la diversidad ya es algo del día a día y convivimos entre distintas culturas, colores y lenguas como algo de lo más normal, todo este universo de ficción no viene a ser otra cosa que una extrapolación de nuestra realidad.  Es al respecto que el origen ruso de la protagonista (dejando de lado su pseudo carácter alienígena) y el de su gente, al convertirlos en el foco de la historia, resalta más que nunca este principio cosmopolita.
     Otro aspecto en el que cabe detenerse, es en la espectacularidad de las batallas cuerpo a cuerpo y siderales, con las que se condimenta el guión, ellas muy propias del subgénero al que pertenece esta obra.  No obstante las escenas que más destacan dentro de todo esto, son las que corresponden a las verdaderas coreografías en las que el personaje a cargo de Tatum, debe surcar los cielos usando sus botas especiales, en lo que viene a ser una especie de acrobacias de patinaje.  Todo esto es representado con impecables efectos especiales, los que en todo caso abundan sobremanera en todo el filme.  A su vez las mismas confrontaciones entre naves enemigas, son dramatizadas con lujo de detalles por parte de los encargados en llevarlas a cabo.
     La dirección de arte es soberbia, esmerándose sus responsables por crear con gran belleza mundos extraterrestres, deslumbrantes ropas para la gran cantidad de personajes que aparecen y escenarios majestuosos que dejan la noción de la existencia de un vasto universo, más allá de nuestras limitaciones terrenales.   Tampoco se pueden dejar de lado los precioso diseños para las naves, armas y todo tipo de herramientas usadas por héroes y villanos a lo largo del metraje.
    Un papel destacado llega a tomar la épica banda sonora compuesta por Michael Giachinno, quien de seguro logra dar en esta ocasión algunas de sus mejores composiciones, las que no dejan de ayudar a resaltar el carácter épico de la cinta (entre ellos sus coros que no pueden ser más sublimes).
    Y para los seguidores de la carrera de Sean Bean, en especial para quienes gozaron con sus personajes de la versión fílmica de El Señor de los Anillos y la televisiva de Juego de Tronos, un plus a la hora de ver El Destino de Júpiter viene a ser su colaboración aquí.  En esta ocasión se le vuelve a ver con su porte regio, ya que para cuando hizo del recordado Eddar Stark, durante la primera temporada de la mencionada serie, se encontraba bastante envejecido (quizás por razones del propio argumento del programa).

El detalle de uno de los espectaculares alienígenas de la película.

      Por último, a manera de reflexión final acerca de las virtudes que para algunos podría tener esta película, quisiera detenerme en el carácter de sus tres villanos principales, es decir, de los tres hermanos con los cuales la protagonista guarda un inesperado parentesco.  Pues bien, esta familia es presentada como gente que es incapaz de amarse entre sí, ya que solo les importa la satisfacción personal, siendo de este modo individuos egoístas, megalómanos y carentes de las virtudes más mínimas que se esperaría en una persona; a su vez considerando su naturaleza aristócrata perversa, con sus propias intrigas tan propias de las familias reales famosas por sus disputas internas, como los Borgia de la Italia renacentista, su oposición a la más bien humilde familia terrestre de la protagonista, enaltece a estos últimos que aún en sus imperfecciones son caracterizados como sujetos nobles.  También puede llamar la atención que los Wachowski hayan convertidos a los desalmados villanos, en fríos y calculadores empresarios, quienes con sus productos sacados de la explotación de una muy particular materia prima, representan sin lugar a dudas a las reales corporaciones multinacionales y/o imperialismos, que se aprovechan de los recursos naturales de los países y comunidades pobres, para explotarlos a costa de su indefensión. ..De este modo ¿Quién habla de que no hay simbolismos y distintas aristas para comentar en esta obra?




[1] Entiéndase como ciberpuk, a una ciencia ficción donde se muestra una sociedad con acceso a la más avanzada tecnología, aunque con serias diferencias sociales entre los pocos privilegiados económicamente y la gran mayoría que vive en la miseria más absoluta.  Por otro lado, los temas de las realidades virtuales y las inteligencias artificiales destacan en este tipo de obras.


sábado, 21 de febrero de 2015

Mucho más que otra casa embrujada.



      Dentro de la tradición oral y escrita de las historias de terror, la idea/motivo/concepto/leiv motiv/tema de la casa embrujada, ha tenido un papel destacado a la hora de cobrar la atención de los amantes del género.  Quizás su éxito se deba a las mismas creencias populares en la existencia de lugares de fuerte carga sobrenatural, donde mucha veces quienes han vivido en ellos han dejado parte de su energía (muchas veces negativa) embrujándolos y convirtiéndose de ese modo en focos místicos y/o espirituales; de ahí un paso a la presencia de fantasmas, demonios y todo tipo de criaturas de la noche que habitarían estas zonas y edificaciones.  No obstante también existe un interesante simbolismo entre la casa (o cualquier edificación hecha por el hombre para habitar en ella) y la mente humana… Y es que estas construcciones son reflejo de la misma psiquis de quienes yacen dentro de sus paredes, de modo que tal y como uno las mantiene, dichos objetos se convierten en proyecciones de quiénes viven en ellas; asimismo las murallas y resto de su estructura vendrían a ser el cuerpo que protege la mente detrás de la apariencia y el elemento físico que viene a ser todo el material con el cual está construido la casa.  Basta con hacer un ejercicio de observación más detenida que de costumbre, del hogar donde habita alguien o el lugar donde pasa gran parte de su tiempo, para que podemos reconocer por sus ornamentos,  limpieza y uso su verdadera identidad, cuáles son sus pasiones y qué propósito le da en realidad a todo ello.  Pero no solo las casas tienen su personalidad, sino que también podemos apreciar todo esto en colegios, iglesias, hospitales, centros comerciales y otros, sitios donde pasamos gran parte de nuestras vidas y les otorgamos un grado de importancia en nuestro devenir.  Por ende la casa embrujada es el reflejo de la locura misma que forma parte de nosotros mismos y sus horrores corresponden a la irracionalidad detrás del aparente orden que resulta ser la materialidad.
     La casa embrujada bien represente no solo la locura que subyace en cualquiera de nosotros, sino que también encarna nuestra propensión al mal, ya que justamente es detrás de los muros que ocultan todo, que suceden todo tipo de atrocidades propias de la desquiciada humanidad; por lo tanto es posible encontrarnos con distinta variantes en estas historias a la hora de abordar dicha temática.  Es así que se pueden citar verdaderos clásicos de la literatura de terror, entre los cuales se hayan títulos góticos como el Castillo de Otranto de Horace Walpole (1764) y ya casi un siglo después, toda una obra de culto como el cuento La Caída de la Casa de Usher de Edgar Allan Poe (1839), donde queda más claro que nunca la relación entre la insanía de su dueño y la decrepitud de sus murallas (obra de consulta obligatoria a la que cerca de un siglo después, el también prestigioso escritor Robert McCammon hizo una continuación, convirtiendo una vez más la mansión de esta familia literaria en un santuario a la malevolencia, gracias a Usher´s Passing en 1984).  A su vez el gran Lovecraft tiene entre sus mejores cuentos Los Sueños en la Casa de la Bruja (1933). No se pueden dejar de lado en esta breve lista, la que es considerada una de las mejores obras de Sherley Jackson, The Hauting of Hill House (1959), como también otra de las  aterradoras novelas del maestro Richard Matheson, Casa Infernal (1971).  El mismo Stephen King ha hecho su contribución en cuanto a casa y lugares encantados, con su archiconocida El Resplandor (1977), su cuento 1408 (1999) y su guión original para la miniserie Rose Red (1999).  Y por último, antes de ir de lleno al libro que realmente inspiró este texto, cabe recomendar una antología de primera de cuentos sobre el tema: Las Moradas del Terror (The Architecture of Fear, 1987), verdadera joyita que fue editada en nuestra lengua gracias a la (¿Hoy extinta?) editorial Robin Book en 1991.
     Para los conocedores de la obra de William Hope Hodgson, bien sabido es que su novela La Casa en el Confín de la Tierra (también conocida en nuestra lengua como La Casa en el Límite, 1908) está considerada como su obra más representativa, si es que no la mejor.  Tal como en otros de sus escritos, el autor logró adelantarse a su época, por la manera de cómo trató con este libro el tema de las casas embrujadas; puesto que si bien la historia cuenta sobre una casa donde suceden hechos extraordinarios y terroríficos, dicha edificación más bien corresponde a otra cosa, en vez de a un “simple” lugar lleno de fantasmas y/o espíritus inquietos.  Usando la técnica narrativa del manuscrito supuestamente verídico, encontrado y luego publicado para su divulgación, esta novela trata sobre un diario de vida revelador: Un hombre (de quien nunca llegamos a saber su nombre) junto a su hermana vive en un viejo caserón, aislados ambos del resto del mundo, en medio de un paisaje que podría haber sido paradisiaco, si no poseyera su propia naturaleza ominosa.  El lugar lleva años considerado por los lugareños como maldito y ello lo descubre el protagonista junto a su hermana, cuando un grupo de criaturas monstruosas comienzan a aparecer y a estorbar la tranquilidad que hasta el momento habían tenido.  Entre medio el sujeto comienza a tener una serie de experiencias parecidas a la proyección astral, a través de las cuales es transportado a extraños paisajes oníricos y en los que llega a ser testigo del paso del tiempo a un ritmo impensable, hasta que se encuentra al final de todas las cosas, o sea, en medio de la desaparición del universo.

    El libro es presentado por un primer narrador, quien acá posee la misma identidad que el escritor y el cual en pocas palabras da pie a un segundo nivel de lectura, donde se introduce a quien haya junto a su amigo, el supuesto texto que se convierte en la narración central del libro; de este modo toda la novela se encuentra desarrollada en primera persona, a manera de confesión fantástica.  Este estilo ya lo había usado el autor en otras de sus obras, no obstante en esta ocasión el argumento presenta mucho menos aventura, acción e intriga que en sus relatos breves y de un horror mucho más convencional.  De hecho la novela se convierte en un claro ejemplo de los viajes oníricos y pesadillescos, que luego tanto le gustaría abordar al propio Lovecraft y compañía; lamentablemente se podría afirmar que en tales momentos de la historia, el argumento se vuelve demasiado lento y tanta descripción sin diálogos, ni acción, hacen del disfrute del libro algo engorroso (incluso en muchos momentos cuesta centrar la atención en lo que se lee y es fácil perderse entre medio de tanto detalle abstracto).  Para comprender esto, el siguiente extracto como muestra:

      “»En lo alto, el río de llama se cimbreaba más despacio cada vez; hasta que por último osciló de norte a sur en grandes, pesadas vibraciones que duraban segundos. Transcurrió largo tiempo, hasta que cada oscilación del enorme arco se hizo de casi un minuto; de forma que, al cabo de mucho rato, dejé de percibirlo como un movimiento visible; y el río de fuego corrió con un raudal inacabable de oscura llama por el cielo mortecino.
      «Transcurrió un período indefinido, y el arco de fuego pareció volverse menos recortado. Lo veía más impreciso; y me daba la impresión de que, ocasionalmente, surgían franjas negruzcas. Ahora, mientras miraba, cesó el blando fluir, y sobrevino un momentáneo pero regular oscurecimiento del mundo. Aumentó éste, hasta que la noche volvió otra vez, aunque periódicamente, a intervalos, sobre la tierra cansada.
      »Las noches se fueron alargando más y más, de suerte que, finalmente, el día y la noche adquirieron una duración de varios segundos, y el sol se mostró de nuevo como una bola casi invisible y cobriza, en la incandescente bruma de su vuelo. Correspondiendo con las líneas oscuras, que a veces recortaban su estela, destacaban ahora distintamente sobre el sol, semivisibles, grandes franjas oscuras.
      »Se deslizaron los años, uno tras otro, y los días y las noches se ensancharon por minutos. El sol había perdido su aspecto de cola, y salía y se ponía como un tremendo globo color bronce incandescente, cruzado de bandas de un rojo sangre, que formaban anillos en unas zonas, mientras otras mostraban unas bandas oscuras, como he dicho ya. Estos círculos —rojos y negros— eran de una anchura variable. Durante un tiempo, no supe a qué atribuirlos. Luego se me ocurrió que era poco probable que el sol se enfriase uniformemente todo él; y que estas señales se debían quizá a las diferencias de temperatura de las diversas zonas; las rojas representarían aquellas partes donde el color aún era elevado, y las negras las porciones relativamente frías.
     »Pero me resultaba raro que el sol se enfriase regularmente a franjas definidas; hasta que se me ocurrió que debían de ser manchas aisladas, a las que la enorme velocidad de su rotación les daba aspecto de cinturones. El sol mismo era mucho más grande que el que yo había conocido en los viejos días terrestres; por lo que deduje que estaba considerablemente más cerca”.

      El personaje principal no es alguien con quien uno pudiese identificarse y sentir empatía ante sus desventuras, ya que resulta ser una persona misántropa y hasta misógina con su propia hermana; de hecho su única conexión emocional es con su perro y al que le prodiga las atenciones propias de alguien solitario, que carece de todo sentido de pertenencia con el resto del mundo. No obstante bien podría haber cierto grado de simpatía con él, si uno viviese algún tipo de experiencias alucinógenas o propias de la alienación, ya que bien podría interpretarse lo que le sucede como algo fruto de una mente esquizofrénica.  Por esto mismo la naturaleza aberrante de los monstruos humanoides, a los que se enfrentan los dos hermanos y que bien recuerdan a cerdos, puede ser vista como una proyección de la propia bestialidad, que se esconde en los rincones más oscuros del subconsciente.
     Como quizás ya quedara claro tras la mención del argumento central de esta obra, el nombre del libro hace referencia al carácter sobrenatural de donde viven los protagonistas.  Esta resulta ser una construcción ubicada en una zona que limita con tierras extraterrenales, de modo que en cualquier momento la realidad puede ser interrumpida por los fenómenos propios de un universo de pesadilla.  Por lo tanto esta “casa en el límite” se haya entre nuestra dimensión y la de las entidades descritas en la novela.
     Por supuesto que hay momentos de tensión y maravillosos tal y como uno esperaría en un texto de Hodgson, los que hacen de esta lectura algo imperdible para sus seguidores y quienes deseen ahondar en la narrativa precursora del horror contemporáneo; no obstante como ya se afirmó más arriba, esta obra resulta compleja para quienes esperan algo más sencillo, como para digerirla de una pura zampada.
    En el año 2000 el famoso dibujante de cómics Richard Corben, vio cumplido su sueño de realizar una adaptación a este formato, de la obra que desde su juventud admiró.  Para esto contó con el trabajo de Simon Revelstroke en el guión, quien lo ayudó a trasladar a la imagen la célebre novela de William Hope Hogsdon.  Para quienes no conocen a este artista de la historieta, reconocido mundialmente como uno de los mejores en su campo, Corben ha hecho escuela desde finales de los sesenta, creando espectaculares dibujos para historietas de horror y fantasía, con títulos que hoy en día son verdaderos clásicos tales como la saga de su autoría Den y sus adaptaciones de obras literarias salidas de la mente de Poe, Lovecraft y Robert Howard, entre otros; también resultan recomendables sus incursiones en las novelas gráficas con Hulk para Marvel y Hellblazer para DC, en ambas ocasiones con el guión del destacado Brian Azarello y algunos títulos de Aliens y Hellboy para Dark Horse, entre muchas otras obras maestras.  Su estética y técnica artística, sin dudas reconocibles para todo amante de este tipo de arte, consiste en el uso del aerógrafo y los diseños que simulan la tercera dimensión, a través de cuerpos “esculpidos”; asimismo gusta del recurso del feísmo, en muchos de los rostros que acostumbra a crear para sus personajes, si bien aún con sus rasgos toscos, logra otorgarles cierta sensualidad por medio del diseño de cuerpos esculturales (en especial con las mujeres y a las que dibuja llenas de curvas peligrosas, con bustos prominentes y cabelleras con vida propia).  Por otro lado, demuestra interés hacia el erotismo, lo que en el caso concreto de esta versión de La Casa en el Confín de la Tierra, se puede observar en más de una ocasión y a través de imágenes que nunca hubiese sido posible encontrar en la pluma de Hogsdon.


sábado, 14 de febrero de 2015

La moraleja detrás de la obra de terror.


    Desde tiempos inmemoriales se nos han contado historias cuyo principal mensaje es dejarnos una moraleja y/o lección.  A través del relato oral, por medio de los mitos y las leyendas, las culturas de antaño nos han advertido acerca de mantenernos humildes y de no causar el disgusto y el castigo de las fuerzas superiores con nuestra osadía y orgullo…Especial atención para los ávidos de saber más allá de lo establecido por los dioses y la comunidad, entre el resto de los mortales, pues tal como dice el dicho “la curiosidad mató al gato” , ya que aquellos que se apartan de esta reglas bien deben asumir las consecuencias de sus actos.  De ese modo la famosa historia de la Caja de Pandora y la narración bíblica sobre la expulsión de la humanidad del Paraíso, tras ser tentados a comer del Árbol del Bien y del Mal, son algunos de los tantos ejemplos de viejos relatos que nos advierten de no pasarnos de la raya.   Pero los seres humanos somos débiles y una y otra vez, en la ficción y la realidad, vamos en contra de lo estipulado por estas leyes.  Fábulas y cuentos de hadas en tono más infantil han querido decirnos “No, no lo hagas” y “Todo lo que hacemos tiene sus repercusiones”…Al final cada una de estas historias de rancio origen, han atendido a distintos aspectos de nuestra debilidad, de modo de frenarnos en nuestro descenso a la perdición y de paso convertirnos en mejores personas.  La narrativa posterior ha dejado su propia impronta a través de obras posteriores, tal como las hoy clásicas Frankenstein de Mary Shelley y El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde de Robert Louis Stevenson; en ellas se nos hace reflexionar acerca del amargo fruto de esta inclinación natural, que poseemos a ver más allá de lo que nos corresponde…Ahora bien, es cierto que gracias a esta misma faceta hoy en día la ciencia y la tecnología se han desarrollado hasta tales niveles, que la existencia misma nos resulta mucho más cómoda que en el pasado; no obstante así como hemos obtenido beneficios tales como los antibióticos y los medios de transportes más rápidos, también han aparecido efectos nocivos propios de este mundo moderno en el que nos movemos (la contaminación, las armas de destrucción masiva, entre otros). 
      De este modo la literatura misma como expresión de nuestra propia humanidad, se ha encargado de reflejar tales preocupaciones sobre lo que nos está pasando; en este sentido el arte de contar historias, hoy llevadas también al plano audiovisual a través del cine y la televisión, no ha dejado de entregarnos producciones que si bien por un lado buscan entretener (y por supuesto ganar dinero), no dejan de poseer una dimensión más profunda: de este modo presentan ese viejo subtexto que atiende a refrenar tantas pasiones o al menos recordarnos que somos mortales y que por ello estamos sujetos a poderes superiores (Dios, la naturaleza, la ley y el orden, nuestros mismos jefes, etc.).  Es aquí que las narraciones pertenecientes al género del terror y en el que se enmarcan los títulos arriba mencionados, a través del recurso del miedo abordan estos mismos temas; por lo tanto si uno se fijara bien en por qué razón a muchos de sus protagonistas les pasan sus cuitas, es debido a que fueron incapaces de atender a las advertencias que de antemano se les dieron para no caer en desgracia.
    Teniendo en cuenta todo lo anterior, es que hoy deseo traer a colación un recomendable y aterrador filme de miedo titulado simplemente como Sinister (Siniestro) y el cual data del año 2012, siendo dirigido por Scott Derrickson, quien también participó en su guión.   Sobre Derrickson, ya se abordó acá uno de sus mejores cintas, la laureada El Exorcismo de Emily Rose, película que en su momento lo hizo famoso entre quienes no conocían el trabajo previo de este artista.  Este en su primer éxito para la pantalla grande, evidenció su talento para crear atmósferas ominosas por medio de imágenes sobrecogedoras, incluso bellas, sin olvidar el elemento pavoroso que le ha otorgado prestigio (antes había hecho dos obras, siendo la anterior a la recién mencionada, una nueva entrega de la saga de Hellraiser, basada en la opera prima de Clive Barker para el cine y que en su caso concreto, a través de un producto cuyo destino era el video casero, ya demostraba un talento valioso entre tanta basura comercial).  Asimismo el director ha sido capaz de desenvolverse entre la cinematografía independiente y de bajo presupuesto, aunque con un claro elemento artístico, como en las superproducciones hollywoodenses, entre las que se encuentran su remake del clásico filme de ciencia ficción El Día en que paralizaron la Tierra de 2008 y que siendo sinceros para muchos fue decepcionante; no obstante al parecer su siguiente trabajo para un gran estudio, Líbranos del Mal, de tan solo el año pasado, al parecer funcionó mucho mejor.  Es así como ha sido bien evaluado en Hollywood y actualmente se encuentra terminando una adaptación de nada menos que El Paraíso Perdido, el inmortal poema épico de John Milton; por otro lado será quien estará en la dirección de la esperada cinta sobre el Doctor Extraño de Marvel, así como se supone se encuentra ligado a la también anhelada versión cinematográfica de todo un clásico moderno de la ciencia ficción literaria: Los Cantos de Hyperion de Dan Simmons.
    Volviendo a sus trabajos más “intimistas” y donde queda sin lugar a dudas demostrada la maestría de Scott Derrickson, para asustar y provocar la sensación de estar en presencia de un mal muy antiguo, poderoso y sobrenatural, Sinister logra cautivar desde el principio.  El filme trata acerca de un escritor de libros de no ficción, sobre casos policiales de sangre, los que investiga para luego tratar de resolverlos.  En el pasado el protagonista conoció el éxito, no obstante en el presente busca recuperar la fama que perdió, escribiendo un nuevo libro y el cual trataría acerca de unos espantosos asesinatos cometidos a toda una familia, con niños incluidos; el hecho causó revuelo en su momento, porque además la hija menor del malogrado matrimonio desapareció sin saberse hasta la fecha su paradero.  Es entonces que para llevar a cabo su última obra, el autor se traslada junto a su propia familia a la comunidad donde ocurrió la tragedia, sin contarles a su esposa y dos hijos que la misma casa donde ahora viven, fue el lugar donde murieron ahorcados sus anteriores habitantes.  Apenas llega a su nuevo hogar, en la buhardilla encuentra una caja con películas caseras en super 8 y un reproductor; a su vez cada grabación lleva en su caja un nombre aparentemente inocente y además escritas en ellas el año en que fueron hechas, a partir de la década de los sesenta hasta la actualidad.  Cuando a solas ve la primera cinta, descubre que cada una de ellas muestra a una familia en particular durante lo que se ve como un día agradable, para luego convertirse en la filmación de su masacre en las formas más horrendas.  Ante el misterio de cómo llegaron esas películas allí y la certeza de que el caso que lo llevó originalmente a ese lugar tiene relación con los otros homicidios, la investigación comienza a acomplejarse. A medida que el personaje principal se va involucrando en su trabajo, que por supuesto se transforma en toda una obsesión, una serie de eventos tenebrosos comienza a cernirse sobre el escritor y su propia familia, hasta que sucede su increíble desenlace que a más de un espectador dejará con la boca abierta y con el miedo a estar acechado por fuerzas superiores malignas.
Uno de los tantos momentos del filme con los que tu piel se pone carne de gallina.
     Desde el inicio la película crea la tensión adecuada como para que uno se sienta intrigado (y hasta incómodo), ya que muestra el video casero que revela la muerte de la familia que investiga el protagonista.  La película en super 8 no tiene audio, igual que el resto de las que testimonian los otros crímenes y que si bien están filmadas tal como lo haría alguien inexperto, hacia el final logra explicarse en toda su verdad más macabra, la mano de dónde provenían estas imágenes.  Tal como en la ya citada El Exorcismo de Emily Rose, el director trabajó con el destacado compositor Cristopher Young, creador de tantas memorables bandas sonoras de filmes de horror, quien en esta ocasión dejó de lados sus melodiosas composiciones para realizar una música rara y experimental, con la que volvió a realzar el sentido de lo ominoso en sus películas. Entre medio de todo esto el escritor descubre pistas que dan señales de la existencia de un culto demoniaco, no obstante cuando se cree que uno u otro es el responsable de todo, la realidad se trastoca hasta demostrar una vez más la impotencia humana frente a aquello que lo supera. Una vez que se sabe la gran verdad, queda la duda sobre qué tanto inventó el director y guionista para asustarnos, y que yace como un capítulo más en las historias reales de sangre de nuestro pasado. Además cada vez en que el mal primigenio detrás de los sucesos se manifiesta, no solo el protagonista salta, puesto que como amantes de este tipo de películas, bien podemos darnos cuenta que estamos frente a una joya actual del terror cinematográfico.   Estas escenas son sutiles, vistazos de unos cuantos segundos del mal que se cierne sobre la historia y que sin embargo se quedan en la retina y la memoria para atemorizarnos.
     El personaje principal se encuentra interpretado por Ethan Hawke, actor con bastantes películas a cuestas entre distintos géneros y que en una cinta como esta logra impresionar por la credibilidad con la que lo caracteriza.  Por otro lado su personaje lleva como nombre Ellison, lo cual hace pensar si acaso Derrickson le puso así, como homenaje al famoso escritor de célebres cuentos de terror y de ciencia ficción Harlan Ellison. 
    Si bien no se trata de una película gore, los pocos momentos en los que se ve sangre o pasan hechos extraordinarios (que son bastantes y van dándose de forma gradual hasta explotar en la pantalla) son perturbadores.  La dosis de inquietud y de terror explícito aumentan, por el hecho concreto de que son justamente niños los involucrados en estos eventos; de este modo una vez más la idea (real) de que es en la aniquilación de la inocencia que radica el mal en su peor faceta, que el filme se hace más aterrador que nunca.

sábado, 7 de febrero de 2015

Una nueva voz que se apaga, pero que nunca dejará de oírse (y de leerse).


1- Requiem por una Mariposa.

     Hace poco más de dos semanas nos dejó Pedro Lemebel, importante escritor nacional reconocido no solo en nuestras tierras, sino que también en el escenario cultural y literario extranjero.  A este autor ya se le han dedicado dos textos en esta página, los que pueden ser leídos haciendo click aquí y acá.  En ellos ya se ha dicho bastante acerca de su genio y figura, así como comentado y analizado algunas de sus obras; ellas lo convirtieron en un escritor sin par en nuestras letras, tanto por su particular estilo e intereses, como por su extraordinaria personalidad que le granjeó por un lado el rechazo de mucha gente, como también el cariño y la admiración de muchas más personas. 
     Es teniendo en cuenta el valor de su persona, al igual que el de su trabajo, que tras su lamentable muerte que bien pareciera ser demasiado pronto (tenía tan solo 62 años cuando el pasado 23 de enero nos dejó huérfanos de su insolencia alegre), que el Cubil del Cíclope hoy desea manifestarse con esta nueva entrada acerca de uno de sus libros.  Por ende, estas líneas dedicadas a él expondrán muy personalmente el valor de las crónicas que comprenden su primera selección publicada, sobre este particular género literario de no ficción y que con tanta pasión Lemebel cultivó en su singular estilo a medias entre la prosa poética, la autobiografía y la denuncia social…De este modo es que en esta ocasión le corresponde a La Esquina es mi Corazón ser el objeto de la atención de un servidor.
     Antes de ir de lleno a esta colección en sí, quisiera hacer hincapié en algunos aspectos sobre Lemebel y su especial personalidad.  Lemebel era como otros genios una persona muy compleja.  Amaba con todo su corazón a los que sentía suyos y con los que se identificaba (la gente de “pobla” como bien decía él, esto es las comunidades obreras, la gente sencilla económicamente hablando, a las mujeres de esfuerzo que muchas veces sin un hombre al lado deben mantener a su familia, a buena parte de la izquierda política chilena y en especial a sus “locas”, entre ello homosexuales afeminados y de sus mismos orígenes humildes, como también travestis, tal cuál Pedro mismo fue uno de ellos).  Es cierto, Lemebel era un resentido y no dejaba de expresar su rabia y malestar con tanta mala memoria chilena y doble estándar nacional; es por esta misma razón que a través de su arte se encargó de dar cuenta de todo ese mundo que si bien antes otros habían retratado, nunca antes habían sido vistos con la desnudez y la pluma (aquí le doy doble sentido a esta palabra destacada) hasta que el propio Pedro llegó a nuestro escenario cultural, para gritarnos una verdad que muchas veces es ignorada.  Por toda esta razón hay que tener verdaderos cojones para leerlo, abrir la mente, porque muchas veces aun cuando uno está de acuerdo con muchas de sus palabras y disfrute su escritura, es cierto que en ocasiones el lector no tendrá por qué comulgar con todas sus ideas (lo digo por experiencia propia). 
     Así como amaba demasiado, Lemebel también odiaba y recriminaba sin tapujos todo lo que le parecía que estaba mal por acá, en este lugar casi olvidado del mundo; de ese modo es que nacieron muchas de sus intervenciones públicas más polémicas, como también a veces las más brillantes.  Asimismo es que su manera tan apasionada para ser el mismo (tan “amariconada” en sus propias palabras) le granjeó tanto la admiración y la incondicionalidad, como el desapruebo de otros, si bien esto último a Pedro ni le quitaba el sueño.  Y es aquí donde me detengo en lo que significó para mí: Como escritor me costó llegar a apreciar su impronta, en especial su gusto por un mundo que muchas veces me ha parecido decadente y tampoco voy a negar que su apariencia y personalidad bien me molestó al principio… Entonces pude conocer más de su historia personal y logre ver la cualidad y calidad de sus escritos (no hay que dejarse confundir por la forma para apreciar el fondo).  Poco después, un día que recuerdo con mucho cariño, presencié una lectura poética suya en una feria del libro y entonces terminó por conquistarme.  El año antepasado en otra exposición literaria volví a encontrármelo y esta vez tuve el gusto de sacarme una foto con él y hasta que me autografiara uno de sus libros.  Ciertamente ni me tomó en cuenta cuando aquella vez le dije que lo apreciaba bastante y que daba a leer algunos de sus textos a mis alumnos; pues bien, ello me decepcionó, pero sería un verdadero idiota si me hubiese olvidado de lo especial que era Lemebel y me lo tomara a personal…Pues de que era una diva, lo era ¿No? (de hecho se dio casi una hora de atraso en salir al escenario, mientras su público devoto lo esperábamos).
    La verdad es que lo que más le valoré a Lemebel fue su valentía y fuertes convicciones en todo momento…Pues a Pedro le tocó vivir una etapa muy dura de nuestra historia nacional, me refiero a la dictadura de Augusto Pinochet (que tantas inocentes víctimas se cobró), cuando ser homosexual y más encima “loca” y travesti no era la mejor manera de sobrevivir a un sistema represivo como ese; de tal modo en los últimos años de ese oscuro periodo, cuando ya se perfilaba al artista que había en él, el escritor sin dudarlo hizo de sus ideales manifestación estética pública y comenzó a hacerse oír.  Luego cuando volvió la democracia, en contra de todas nuestros sueños más idealistas, no dejó de recordarnos que eso de “La alegría ya viene” era algo solo para unos cuantos (lema del famoso y pegajoso jingle del NO, alianza política de izquierda que se oponía a que Pinochet siguiera en el poder, cuando se hizo el Plebiscito en el 88).  El día en que lo fui a ver a la Feria del Libro Internacional en 2013, Lemebel dio su presentación con su “nueva voz”, ya que para entonces llevaba rato con el cáncer que terminó fulminándolo, de modo que tuvo que extirpársele la laringe y por esta razón en esos momentos usaba un aparato eléctrico para hablar.  Pero como bien quedó demostrado, ello no le quitó las ganas para hacer su trabajo y hubo otros actos culturales en los que participó.  ¿Y me preguntan por qué razón lo admiré y lo admiro? 

2.1- El Libro, las Crónicas y las Ideas.

      La Esquina es mi Corazón corresponde al primer libro de crónicas publicado por Pedro Lemebel y ello fue en el transcurso de 1995, gracias a la editorial chilena Cuarto Propio.  Ante el evidente interés internacional por su obra, la editorial Seix Barral compró los derechos para una nueva edición, esta vez de carácter masivo en nuestra lengua, en 2001 (a partir de entonces este importante sello se encargó de comercializar el resto de sus libros).  A la versión de Seix Barral se agregó un prólogo encargado de presentar al autor y de analizar su trabajo, hecho por el estudioso Carlos Monsiváis.  Asimismo el tomo se encuentra compuesto por 19 crónicas en total.
    Para llegar a apreciar este volumen en todo su esplendor, cabe recordar que cuando Lemebel escribía sus crónicas, no lo hacía como periodista o historiador (respetables profesiones con las cuales por lo general se relaciona esta palabra), si no como artista de la palabra que pretendía reflejar con su prosa la realidad tal y como él la veía; de este modo si bien en lo que decía abundan datos fidedignos y claramente reconocibles, no dejan de verse a la luz de su propia interioridad.   Son textos de corte lírico inspirados en hechos reales, muchas veces noticiosos, cuya intención es la denuncia política de una forma estilizada.  Ellos están dedicadas a los personajes marginales y periféricos con los que Pedro claramente se identificaba, razón por la cual en sus páginas deambulan sujetos sumidos en la miseria de su pobreza y de su falta de expectativas de una vida mejor; también hay obreros, simples dueñas de casa poblacionales, homosexuales travestis y dedicados a la prostitución, escolares adolescentes cuyos intereses para nada son los estudios…
     La mayor parte de estos escritos poseen un tono que se aleja del humor corrosivo y la alegría que más tarde fue posible ver en sus trabajos posteriores.  Son trabajos claramente de crítica social y política, que más que reivindicar la homosexualidad tal y como la vivió Pedro y enaltecer a sus personajes reales, pretenden mostrar una faceta de Chile que o bien mucha gente desconocía (o desconoce) o que más bien pretende ignorar.  A su vez son crónicas breves que muestran diferentes escenarios del mundo en el que le tocó vivir al autor (y hasta cierto punto a nosotros mismos como chilenos actuales, si bien a unos en mayor medida que a otros), sin ánimo la mayoría de una revisión romántica o reivindicacionista, sino que al desnudo ¿Para mejorar esta situación tal vez? La verdad es que el escritor no pretendía dar una propuesta o respuesta a los males sociales que retrataba, él solo se limitaba a ilustrarlos en su estilo tan peculiar. 
     Teniendo en cuenta que uno de los pilares fundamentales temáticamente hablando de este libro y del resto de la labor literaria de Lemebel era la homosexualidad marginal, puede llamar la atención (incluso impactar) que en muchas de estas páginas se presentan prácticas homoeróticas realizadas por heterosexuales, muchos de ellos adolescentes.  Esta situación el cronista la refleja con su acostumbrado lenguaje, mezcla de la coprolalia más desfachatada, con un español cultísimo y donde el lirismo tampoco falta:

    “Así, el ojo coliza recorre el muro, en cada dibujo apurado recorta apuntes y croquis fálicos como rosas de un papel mural sepiado por las huellas del orín. Flores de yodo rebanan el iris de la loca, alfabetizan su deseo en los signos desvaídos por la soledad del baño público. Una crónica voyeur que recoge su silabario aguaitando a través del agujero el baño contiguo. Mirando el chorro dorado de un hincha que expulsa la cerveza. Un péndex que también ha visto el lente de la loca congelado en su miembro. Ese ojo rubí que horada el muro con desespero. Entonces a una señal la loca se cambia de equipo, se mete en la caseta vecina donde el chico la espera agitando tarjeta roja entre las manos. Después la puerta cerrada es sorda a la bullanguera farra que persigue la pelota. Afuera el estadio estalla cuando un centro-foward zigzaguea la bola por la entrepierna, apenas la roza, la puntea, la baila en la pelvis, al pecho, la goza cabeceando y zoom mete cuerpo y balón en el hoyo del arco”.

    Considerando la época en la que fueron escritas y publicadas estas crónicas, además de su carácter de “no ficción”, se encuentran llenas de referencias de la cultura popular de su momento, en especial en lo que se refiere a la música.  De este modo el libro bien sirve como testimonio del Chile de aquellos años con sus gustos, preferencias y hasta manifestaciones culturales.
     Muchos de los títulos que eligió para sus escritos, atienden a la cultura homosexual y en especial al travestismo con palabras claves como: anacondas (clara palabra de referencia fálica), terciopelo negro, encajes, raso blanco, emplumado, etc.
     El nombre que da título a este primer compilado de las crónicas de Pedro Lemebel, La Esquina es mi Corazón, es el de uno de los primeros textos que lo comprenden.  No obstante también se puede afirmar que su uso de forma génerica, atiende a la costumbre de muchos grupos sociales como delincuentes, drogadictos, jóvenes, escolares y prostititut@s para ocupar estos sitios como lugares de encuentro y donde permanecen gran parte de su tiempo; de este modo se trata de sitios con los cuales se relacionan más que con su hogar, el trabajo (si es que lo tienen) o el colegio (donde van obligados por sus adultos), ya que además es ahí donde o bien encuentran a sus pares o a sus clientes.



2.2- Desmenuzando las Crónicas.

     Y ahora una pequeña síntesis sobre de qué se trata cada texto que forma parte de este compilado, con unas cuantas palabras personales al respecto y una cita textual para ilustrar mejor su contenido:

  • Anacondas en el parque: El Parque Forestal en Santiago es una de las áreas verdes más grandes y famosas de la ciudad, de modo que es un lugar frecuente para pasear y descansar en él.  Lemebel abre su libro contándonos de las incursiones homoeróticas entre jóvenes que se suceden tras la supuesta protección de sus plantas y detrás de las cuales estos amantes improvisados tienen sus apurados encuentros.  El texto permite de inmediato reconocer el tono que tendrá el resto del volumen, demostrándonos que la ciudad es mucho más del perfecto orden que los ojos más ingenuos ven; por ende, tal como muestra el escrito, un lugar público como este y ubicado en un sector privilegiado de Santiago, no escapa a las actividades consideradas por muchos como “deshonestas”.

      “Los parques de noche florecen en rocío de perlas solitarias, en lluvia de arroz que derraman los círculos de manuelas, como ecología pasional que circunda a la pareja. Masturbaciones colectivas reciclan en maniobras desesperadas los juegos de infancia; el tobogán, el columpio, el balancín, la escondida apenumbrada en cofradías de hombres, que con el timón enhiesto, se aglutinan por la sumatoria de sus cartílagos. Así pene a mano, mano a mano y pene ajeno, forman una rueda que colectiviza el gesto negado en un carrusel de manoseos, en un "corre que te pillo" de toqueteo y agarrón. Una danza tribal donde cada quien engancha su carro en el expreso de la medianoche, enrielando la cuncuna que toma su forma en el penetrar y ser penetrado bajo el follaje turbio de los acacios”.

  • La esquina es mi corazón (o los New Kids del bloque): Quizás una de sus crónicas más famosas y la que le da el nombre al libro.  Trata acerca de la juventud de las poblaciones pobres de Santiago, muchas veces sin mayores expectativas que juntarse en las esquinas a tomar, fumar y delinquir, entre otras cosas.  En cierta medida el texto pareciera enaltecer a estos muchachos, puesto que no hace juicio de valor de su actitud y de algún modo culpa a las autoridades y poderes fácticos de este tipo de manifestaciones sociales (como si no fuera responsabilidad de uno mismo salir de sus propias miserias, tal como el mismo autor lo hizo a través de su arte).  El subtítulo es una referencia indirecta al popular grupo de música gringa de aquellos años, The New Kids on the Block, tipo de juventud idealizada y yanqui, que contrastaba por completo con la de esta y mucho menos afortunada.  Pueda que le pase a algunos, que personalmente este sea uno de los escritos que menos me agrada de su autor, debido justamente a la simpatía que demuestra hacia este tipo de gente.

     “Dedicado a los chicos del bloque, desaguando la borrachera en la misma escala donde sus padres beatlemaníacos me hicieron a lo perrito; inyectándome entonces el borde plateado de la orina que baja desnuda los peldaños hasta aposentarse en una estrella humeante. Yo me fumo esos vapores en un suspiro de amor por su exilio rebelde. Un brindis de yodo por su imaginario corroído por la droga”.


  • La Babilonia de Horcón: Presenta a un curioso personaje tan propio de Lemebel, una muchacha alcohólica famosa tristemente por sus escándalos públicos en fiestas, bares y otros lugares y la cual además acostumbra desnudarse en medio de sus borracheras.  En el texto es conocida como Babilonia, nombre simbólico para referirse a su supuesta decadencia y en referencia a la bíblica ciudad reconocida por sus “pecados”.  A diferencia de los protagonistas de la crónica anterior, Lemebel en esta ocasión describe a su protagonista de tal manera, que se llega a sentir empatía por ella, de modo que es posible reconocer el sentimiento de soledad que la lleva a la autodestrucción.  Al final del texto se presenta una pequeña cuota de humor que humaniza y enternece más que nunca a esta mujer.

    “Mientras intentó configurar su cuerpo en los jirones de luces a manotazos que la desnudan, girando bamboleira en la disco Gloria de Horcón. Donde tantas veces el dueño la sacó a punta de bota texana por espantarle la clientela con los escándalos. La Babilonia otra vez empelotándose, otra vez en cueros sobre la pasarela de la barra, casi incidental. Como si el deslizarse de la falda o el paracaídas del sostén fuera un placer privado, un blando retorno a esa gruta de virgen tercermundista. Creyéndose la Venus de Botticelli entre las conchas de mariscos que le arrojan los pescadores para que se alimente”.

  • Babas de caracol en terciopelo negro: Bien puede ser uno de los escritos más interesantes del libro.  Trata acerca de las espontáneas actividades sexuales entre hombres, en uno de los antiguos cines rotativos que por aquellos años habían en la capital (hoy en día los únicos que quedan de este tipo, emiten solo filmes pornográficos).  Toda una proeza literaria viene a ser el ingenio y el talento de Lemebel para describir a su manera estos encuentros, a la par que se exhibe en pantalla una película de Bruce Lee.

     “Entonces la banda sonora es el crujido de los asientos; un coral de seseo o pequeña gimnasia promiscua en el jiujitsu de los dedos. En contraste con la gimnasia de la coreografía karateca doblada por la cadena de manuelas, mano con mano, golpe a golpe, beso a beso, saltos mortales del chino que reproduce en menor escala el chorro ligoso que dibuja el aire con su trapecio seminal. Mientras el telón estalla en ketchup a full-contac, tiñendo el cinturón negro de rosa y de primer dan a tercer sexo”.

  • Cómo no te voy a querer (o la micropolí­tica de las barras): Junto con el que le da su título al compilado, el otro texto de carácter polémico por su supuesto apoyo moral a las llamadas “barras bravas”, es decir, a las dos grandes asociaciones de fanáticos del fútbol nacional, Los de Abajo y la Garra Blanca, ambos de equipos contrarios.  El texto narra sus intervenciones tanto dentro del estadio como fuera de él, con distintas manifestaciones de violencia y que en todo caso deja claro su autor responden al malestar de sus integrantes ante la desigualdad social.  Entre medio Pedro narra un encuentro homosexual en uno de los baños del recinto deportivo (todo lo que corresponde al itinerario de esta “loca” barrera, resulta ser bastante entretenido y hasta gracioso, en especial mientras se encuentra viendo el partido con los demás “hinchas”).  El nombre de la crónica está sacado de un fragmento de una de las canciones más populares, usadas por estos fanáticos para alentar a sus equipos.

     “Deshojadas del control ciudadano, las barras de fútbol desbordan los estadios haciendo cimbrar las rejas o echando por tierra las barreras de contención que pone la ley para delimitar la fiebre juvenil, la prole adolescente que se complicita bajo la heráldica de los equipos deportivos. Es así, que cada confrontación deja como resultado una estela de palos, piedras y vidrios rotos al paso atronador de La Garra Blanca y Los de Abajo; dos sentimientos de la hinchada pelotera que aterrorizan el relax de los hogares de buena crianza, con los ecos mongoles de la periferia”.

  • Escualos en la bruma: Otra crónica de gran atractivo y que narra lo que ocurre detrás de los muros de un antiguo sauna gay, el cual en todo caso no se publicita como un sitio dado a esta comunidad; no obstante tal como queda detallado en sus páginas, todos los vecinos saben a qué acuden en realidad sus clientes.  En contra de lo esperado y atendiendo a la realidad chilena, tal como queda descrito aquí, Lembel nos muestra que no es un lugar donde se encuentran adonis y efebos homosexuales, sino que los hombres que describe el autor resultan ser de lo más corriente (por no decir poco agraciados).  Por otro lado, acá también es posible encontrarnos con el buen humor del autor y que se echa de menos en gran parte del libro.

    “Después de pagar la entrada de mil pesos, se recibe una sábana de túnica para taparse los colgajos masculinos, una caluga de champú, un jabón Popeye y un par de zuecos de madera para extraviarse en los túneles de algodón. Así se puede vitrinear libremente dejando que la mirada resbale por los peldaños de la celulitis, que reproduce la decadencia del inmueble. Como si las cicatrices de vesícula se prolongaran en las grietas de las baldosas, o las hernias umbilicales fueran cañerías tapadas por el sarro, y los techos cuarteados un cielo de estómagos con cirrosis. Y todo esto junto, formara un gran friso escultórico cocinándose al baño maría”.

  • Encajes de acero para una almohada penitencial: En este caso la prosa del cronista revela cómo funciona el sistema de violaciones entre los presos de las cárceles masculinas nacionales; triste costumbre que bien sabido ocurre en las de otros países, aunque aquí el artista lo hace dejando testimonio una vez más nuestra propia chilenidad y un machismo y violencia que llegan a ser aberrantes aún en su dimensión menos heterosexual.

     “Es así, que en apariencias, la vejación en las cárceles de hombres sería la más traumática, dejando secuelas que llevarían al suicidio. Pero las apariencias engañan, <los muchachos de antes también usaban vaselina> y los padres de la patria ya no tienen patio trasero que defender. Más bien se lo juegan en barajas de ocio ganado y perdido, montándose unos a otros con las trenzas sueltas del encierro. En el adentro nada es tan terrible; basta apretar los dientes, morder los encajes de la sábana carcelaria, relajar el esfínter y olvidarse de la ideología. "A desalambrar" y morir en la rueda, porque la hemorragia de la propaganda estigmatiza a quien delata el salivazo del hermano. Si Abel se hubiera hecho el leso, Caín sería su marico”.

  • Lagartos en el cuartel (yo no era así­, fue en el Servicio Militar): Otra realidad que no es propia de nuestro pueblo, los encuentros homoeróticos entre los conscriptos en el Servicio Militar.  Cabe notar que cuando escribió este trabajo Pedro, por aquel entonces esta “institución” era obligatoria y la mayoría de los que entraban en ella eran jóvenes de sectores populares, los cuales para nada deseaban realizarlo (los de mejor nivel económico tenían la suerte de “sacarse” el servicio).

    “Una ojeada de perfil deslizada al compañero de camarote, casi incidental al recoger el jabón, al agacharse la punta que rosa el lomo como un beso distraído en medio del apuro. Un cuidado que te clavo, Jesucristo, estalla en risa, parece risa, suena chistoso, pero queda atravesado entre ceja y ceja mientras tiritando se visten, mientras trepa por las pantorrillas peludas el tieso algodón del calzoncillo militar. Un ojo voyeur sigue mirando esa parte donde se levanta suave el pantalón de camuflaje”.

  • Barbarella Clip (esa orgí­a congelada de la modernidad): He aquí crítica social y política a lo Lemebel en su estado más puro, puesto que por medio de esta obra el autor se permite denunciar el impacto nocivo que provoca en la comunidad menos privilegiada, económicamente hablando, la televisión y la publicidad (esto debido a su constante bombardeo de estereotipos sexuales y de consumismo).  Interesante resulta ser cómo frente a esta problemática, el autor expone una vez más sus fortuitas aventuras sexuales entre jóvenes marginales del mismo sexo.

     “Quizás, en la multiplicación tecnológica que estalló en las últimas décadas, la política de la libido impulsada por la revolución sexual de los sesenta perdió el rumbo, desfigurándose en el traspaso del cuerpo por la pantalla de las comunicaciones. Tal vez fue allí donde una modernidad del consumo hizo de la erótica un producto más del mercado, o más bien, fue elegida como adjetivo visual que utiliza la publicidad para enmarcar sus objetivos de venta”.

  • Chile mar y cueca (o 'arréglate, Juana Rosa'): El escritor detalle acá el llamado “lado B” de las Fiestas Patrias Chilenas y donde tal y como queda expresado en sus líneas, solo unos pocos logran celebrar la independencia de Chile; mientras tanto los más pobres deben contentarse con migajas, si es que algo logran tener para ello.  El subtítulo que va entre paréntesis, tal y como acostumbra hacerlo en sus crónicas Lemebel, atiende al de toda empleada doméstica (llamadas “nana” en el país) que en muchas casas acomodadas, mientras sus jefes disfrutan  de los festejos, deben arreglarse para atender a las visitas y sacrificar su propio tiempo libre.

     “La cueca es una danza que escenifica la conquista española del huaso amariconado en su trajecito flamenco. Un traje dos piezas, lleno de botones, que hace juego con las botas de flecos y taco mariposa. El huaso de latifundio que se apituca coqueto con la chaqueta a la cintura para mostrar el culito. Un quinchero que corretea la china hasta el gallinero. Y la china es la empleada doméstica que dejó sus trenzas en la noche de Temuco”.

  • Tarántulas en el pelo: Moda, peluquería y homosexualidad están sin dudas relacionadas entre sí para mucha gente.  De este modo el texto nos muestra con sarcasmo el papel que cumplen los estilistas en la vida de muchas mujeres, describiendo la singular relación que se da entre especialistas y sus clientas.  Asimismo el escrito permite reflejar las conductas sociales de muchos de estos personajes, como una señal de su propio arribismo y que el autor denuncia como mal nacional.

     Detrás de la imagen de mujer famosa, casi siempre existe un modisto, maquillador o peluquero que le arma la facha y el garbo para enfrentar las cámaras. Una complicidad que invierte el travestismo, al travestir a la mujer con la exuberancia coliza negada socialmente. Cada mujer tiene en su peluquero un amante platónico, un consejero o pañuelo de gasa que seca sus lágrimas y levanta su ánimo, en una suerte de terapia engatusadora que recubre el demacre con la madre cosmética. Transformándose en una mater de manos peludas, que revierte su Edipo homosexual en la ternura del masaje al cráneo femenino. Con máscaras y menjunjes a la placenta, a la mosqueta, a la tortura de estirados, zangoloteos de celulitis y papadas sueltas. En la vida todo tiene arreglo, mi reina, le repite incansable a todas las mujeres que se entregan a sus dedos de tijera”.

  • Censo y conquista (¿y esa peluca rosada bajo la cama?): El 22 de abril de 1992 se realizó el antepenúltimo censo de la población chilena.  Es así como contándonos sus orígenes coloniales a manera de control de la comunidad indígena (según Lemebel), el autor muestra la faceta oculta de este evento en los días en que redactó esta crónica; de esta manera el escritor ve en ello a una manifestación más de los males sociales chilenos, que sin dudarlo gustaba denunciar.

     “El súper censo como oso hormiguero mete su trompa en los pliegues mohosos de la pobreza, va describiendo con pluma oficial la precariedad de la vivienda. Que si los muros son de cemento o barro con paja. Que si es baño o pozo séptico. Y si es baño, por qué el water se rebasa de cardenales como maceta greco-romana en el patio. Y si la casa venía con cocina, por qué la usan de velador y hacen fuego con leña”.

  • La música y las luces nunca se apagaron: Uno de los textos más inspirados y literarios del libro y el cual se constituye  en el homenaje de Lemebel para las lloradas víctimas, que murieron quemadas en un atentado incendiario a una popular discoteca gay por aquellos años.  Queda claro, además, el carácter reprobatorio del texto contra la homofobia, la que por aquel entonces era mucho más fuerte que ahora (por otro lado, este acto criminal en su tiempo no fue abordado por la justicia como correspondía).

     “Ese resplandor amarillo que trepa los peldaños como un reguero de pólvora, que alcanza las plumas lacias de los travestis inflamando la silicona en chispazos púrpura y todos aplauden como si fuera parte del show. Total la música y las luces no se apagan y sigue cantando la Grace Jones, por eso nadie lo toma en serio. Como darse cuenta de que la escalera de entrada se derrumba en un estruendo de cenizas, si el sonido es tan fuerte y todos sudan en el baile. Qué más da un poco de calor si las locas están calientes atracando y al gritito de: "Fuego, fuego", no falta la que dice: "¿Dónde? Aquí en mi corazón". Pero en un momento el chiste se transforma en infierno”.

  • "Noches de raso blanco" (a ese chico tan duro): Una severa crítica a los que comercian con las drogas duras y en especial con la cocaína, haciéndose ricos reclutando a jóvenes de sectores vulnerables, quienes se convierten en otras víctimas de este flagelo (otro modo de manipulación de los grupos sociales más acomodados y de discriminación).

     “La diosa no tiene ética, su itinerario lo demarca el vaivén del poder. Un billete dólar la puede transportar en la charretera de un uniforme castrense, como en el pañuelo que engalana el terno de un parlamentario, que se pega su aspirada en un rincón del Congreso, para resistir los fatigosos debates sobre la ley antidrogas”.

  • El resplandor emplumado del circo travesti: De seguro el texto más positivo del libro y donde el lirismo acerado del autor es dejado atrás en parte, para honrar a un espectáculo popular chileno muy querido entre nuestra gente: El Circo Show de Timoteo.  Compuesto por transformistas ya entrados en años, es un evento artístico sin igual en el país, que llena de risas a sus asistentes a lo largo de todo el territorio en su itinerario y que además tal como revela Lemebel, se encuentra lleno de gente maravillosa.

      “Desde entonces la Fabiola de Luján, el cetáceo dorado de la noche, adormece con su bolero la difícil existencia de los espectadores. Desde entonces el/ella, desbordante en su paquidermia, va rifando la botella de pisco equilibrada en las agujas de los tacos. Va ofreciendo los números mientras trepa la escalera de tablones entre la gente, contestándole al que le grita guatona, que ella con su guata se fabrica unas exuberantes tetas. <Y vos con esas bolsas entre las piernas no hacís na>".

  • Coleópteros en el parabrisas: Tras un texto que en verdad llega a ser ameno como el ya abordado arriba, Pedro nos golpea con otro de sus escritos más políticos y donde en esta ocasión le toca al pésimo sistema de locomoción colectiva, de los momentos en que fue redactado.  De este modo la crónica nos relata todo lo que ocurre durante el viaje de una de estas “micros”, con su cargamento de personas, hasta el inesperado y triste destino que les otorga.  A su vez esta obrita sirve como documento histórico, al describir tan bien cómo funcionaban en general estos vehículos (algo que a la fecha ha cambiado para mejor en cierta medida, gracias al actual sistema).  Por otro lado, el nombre de esta crónica no puede ser más significativo, ya que atiende a los insectos que chocan en su vuelo contra los automóviles.

    “La micro es una lata de sopa que revuelve los intestinos. Un pastiche de eructos, flatos y peos que colorean el duro tránsito que se desbarranca a la periferia. Mientras bajan y suben pasajeros que en la desesperación por agarrar un asiento, no sienten la seda de una mano que despabila la billetera. En su histeria por acomodarse, no sienten el guante tibio que les horada los muslos. Más bien lo sienten y no hacen escándalo. Total un agarrón al paso no deja consecuencias. Un guante lascivo siempre es necesario en la ciudad, porque remece la frigidez y deja caliente el agua para el mate que se tomará en casa”.

  • Lucero de mimbre en la noche campanal: En esta ocasión le toca a la Navidad ser revisada en su faceta menos alegre por Lemebel.  De este modo aquí se descubre la miseria que no deja de verse en esta época del año y a la que muchos le hacen la vista gorda.  Por otro lado, expone de la manera típica en él, con mucha acidez, la fiebre consumista que embarga a todo el mundo y a los chilenos, por supuesto.

     “Así, de "Buenas noches los pastores" y coros celestes que cantan aleluyas, la calle en estas fechas es un hervidero de adornos y viejos pascueros vivos que le muestran la placa de dientes a la Polaroid con la niñita entre las piernas. Ancianos jubilados que tienen trabajo una sola vez al año, cuando se representan a sí mismos babeando la arteriosclerosis en la barba postiza, en la imagen del viejo bonachón del Polo Norte que suda la gota gorda en su traje escarlata”.

  • Las locas del verano leopardo: Una agridulce crónica que, por un lado, habla sobre el verano playero de la gente pobre en las populosas costas de Cartagena y, por otro, de las salidas vacacionales a este mismo lugar de las “locas” pobres.  Es así como crítica social va de la mano con un cuadro cuasi costumbrista y donde el autor se permite ser menos negativo, que en sus trabajos arriba señalados.

     “Así, de loca a loco, de choros a machas y de fletos por carencia, no falta el ano ansioso que vitrineando el mariscal, lanza una ojeada al péndex mestizo que se deja acariciar los muslos descuerados por el ojo del ozono. El chico sabe que a esas alturas del verano lo único que le queda por transar es su verde sexo. Por eso pide un cigarro, seduce con el manoseo del bolsillo, y se olvida de la polola cuando juntos entran a la pieza de mala muerte que el coliza arrienda con el sudor de rizos y permanentes”.

  • Las amapolas también tiene espinas: Teniendo en cuenta el tono de la mayor parte del libro, Lemebel lo termina con un nuevo texto basado en un caso policial, que le permite al artista hacernos ver una vez más la homofobia nacional de aquellos años.  Su historia parte como un encuentro sexual más entre un joven poblador supuestamente heterosexual y un homosexual consumado, el cual termina en desgracia.  Es por esta razón que el subtítulo del texto tiene como dedicatoria a Miguel Ángel, quien por supuesto debió inspirar al escritor para realizar este trabajo.

     “Pareciera que el homosexual asume cierta valentía en esta capacidad infinita de riesgo, rinconeando la sombra en su serpentina de echar el guante al primer macho que le corresponda el guiño. Algo así como desafiar los roles y contaminar sus fronteras. Alterar la típica pareja gay y la hibridez de sus azahares, conquistarse uno de esos chicos duros que al primer trago dicen nunca, al segundo probablemente, y al tercero, sí hay un pito, se funden en la felpa del escampado”.

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