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jueves, 30 de noviembre de 2017

La Liga… ¡Del Aburrimiento!


      Tras un filme de la calidad de Wonder Woman, que logró contentar tanto a la crítica como al público (sin olvidar a la mayoría de los ñoños amantes de los cómics y en especial de su protagonista, Wondy), era de esperarse que el filme de la Liga de la Justicia estuviese a este mismo nivel.  Luego de que los eventos de Batman versus Superman nos dejaran claro de que se venía un filme sobre el grupo de superhéroes más famoso de DC, la citada cinta acerca de este equipo era sin dudas una de las producciones que más expectantes tenía a la gente…Hasta que se estrenó hace poco más de unas semanas atrás y pudimos comprobar el resultado del tiempo (y la plata) invertido en ello.
        La verdad es que cuando se es un lector de las historietas relacionadas y más encima se conoce a sus personajes, tras haber contemplado el filme en cuestión resulta difícil no compararlo con lo hecho en Marvel, en especial en lo que concierne a lo realizado por Disney (y es que por lo general quienes leen/ven estas historias, gozan tanto con las de DC, como de aquellas propias de la Casa de las Ideas).  Y al respecto, tras evaluar lo hecho por los responsables del reciente estreno deceísta, sin dudas que este mismo queda bastante desmejorado.  
        Yendo directo al grano, Liga de la Justicia es una cinta deficiente, que al querer ser más “livianita” que sus predecesoras (acusadas en su momento de demasiado “oscuras”), ha perdido fuerza en su desarrollo, presentando una historia simplona y que apenas se sostiene a través de las escenas de acción y uno que otro chiste ingenioso.  Y al respecto cuesta creer que su coguionista y el encargado de su postproducción, fuese alguien como Josh Whedon, el mismo director y escritor de las exitosas dos películas de Los Vengadores.  Con el currículo como el suyo, uno hubiese esperado que su contribución a esta obra más reciente respetara los cómics sobre el origen de la Liga.  Si los también llamados Héroes más poderosos del Planeta contaron con nada menos que Loki como enemigo (tal como en el cómic inicial de los sesenta) y luego con otro de sus grandes rivales, la inteligencia artificial sofisticada de Ultron, era de esperarse que en esta primera aventura el grupo de DC contara de igual manera con un villano de peso; así que si no aparecía la estrella extraterrestre gigante Starro el Conquistador dentro de la trama (el primer contrincante al que se enfrentaron en las viñetas como equipo), era de suponer que fuese contra Darkseid que los justicieros tuviesen que luchar (tal como en el reinicio de la Liga de la Justicia con los Nuevos 52).  Y si no era ninguno de estos otros 2, al menos podrían utilizar a una rica gama de candidatos de grueso calibre, para convertirlo en toda una amenaza para la humanidad. 


       
          Y sin embargo, al final optaron por un villano apenas conocido por los fanáticos, tan solo visto en 1 o 2 episodios de Batman el Valiente: Steppenwolf.   De hecho, un servidor con todo lo que ha leído al respecto, nunca se ha encontrado con su figura en historia alguna.  Miembro de los Nuevos Dioses, seres casi inmortales y de un poder enorme, fue creado por Jack Kirby en los setenta dentro de su serie clásica del Cuarto Mundo.  Es tío de nada menos que de Darkseid, el soberano dictador del infernal planeta Apokolips.  Al aparecer este en la cinta y más encima verse un montón de parademonios (horrorosos soldados voladores de su mundo), yendo detrás de las Cajas Madres (máquinas sintientes utilizadas por los Nuevos Dioses con varios propósitos, entre ellos para abrir portales de un lugar a otro), uno de lo más bien que puede llegar a creer que en algún momento saldrá Darkseid…Y en contra de las esperanzas, si bien se le menciona un par de veces, no es así.  Pero aparte de que sea toda una decepción esta elección, si al menos le hubiesen dado una personalidad más carismática y/o un desarrollo más atractivo a sus motivaciones para el mal (tal como sí sucedió con  Ares en el filme sobre la princesa amazona), su participación habría sido más interesante.
      Luego tenemos otro punto que los entendidos en cómics DC o al menos quienes solo vieron Batman versus Superman, teníamos muchas ganas de saber cómo se presentaría en este largometraje: la resurrección del kriptoniano, tras su heroica muerte en esta otra cinta.  Al tratarse de un ser de tan extraordinario poder, cuando esto sucedió en las revistas en los años noventa, se hizo de una manera por completo verosímil para la ficción misma de su cronología…Y si bien una película es una adaptación de los cómics, por lo que no se puede esperar un calco al material en el que se inspira (tal como pasa con las versiones audiovisuales de obras literarias), al menos sería conveniente que la visión personal de los responsables le hiciera honor a la fuente de todo; que en este caso la resurrección del Hombre de Acero, resulta forzada o propia del recurso facilista del Deux ex Machina.
      Superman a su vez aparece solo bien pasada la primera mitad del metraje (que más encima redujeron a solo 2 horas y que según se dice, todo el material eliminado podría haberla mejorado con un mejor montaje) y sin embargo en los créditos aparece su intérprete, el guapo Henry Carvill, en segundo lugar luego de Ben Afleck (Bruce Wayne/Batman); mientras que la encantadora Gal Gadot (Diana/Wonder Woman) sale en tercer lugar y eso que esta tiene mucho más escenas que su colega.   Si bien esta saga comenzó con El Hombre de Acero, con el mismo Carvill de protagonista, alguien ya con una participación destacada en esta serie de películas (y con mucho más metraje en pantalla en la presente Liga de la Justicia), bien merece estar antes que su colega en dichos créditos.  Un detalle como el anterior parece machismo encubierto y si quisiesen ser justos, tal como en los cómics con team-ups o en las revistas dedicadas a la llamada “Trinidad DC” (Batman/Superman/Wonder Woman), deberían haber puestos a sus 3 actores principales juntos y no por separado en los créditos respectivos.
        Luego están los cambios hechos con Flash y Acuaman, que ya sabíamos de antemano debido a lo exhibido en Batman versus Superman.   De la apariencia polinésica del segundo ya me había terminado por convencer, más considerando el aspecto imponente de Jason Momoa, el actor que cumple dicho rol en estas cintas y quien en todo caso realiza su trabajo con solvencia (además de que igual promete esta versión del príncipe atlante, que vendrá el año que viene con una película por completo dedicada a él).  Sin embargo, es con la versión “juvenil” del más célebre velocista deceísta que tengo mis reparos: la verdad es que visualmente un tipo desgreñado, flaco, con un traje que no puede ser más feo y que más encima lo ponen como el “bromista” del grupo, me parece por completo lejos de la imagen que poseo de alguien como Barry Allen.  Pues cómo lo presentan, hasta cierto punto en el guión, su personalidad bromista y ligera corresponde más bien a la de Wally West, el sobrino de Allen y el tercero en tomar el nombre de Flash en el universo DC.  Para algunos la actuación de Ezra Miller como el Corredor Escarlata resulta más que aceptable, no obstante a un humilde servidor el personaje le parece caricaturesco y da la impresión de que ante el afán de competir (y más bien imitar) los éxitos marvelitas cinematográficos, en este caso teniendo en cuenta la saga de los X-Men de Fox, quisieron hacer algo parecido con el sí simpatiquísimo Quicksilver de estas producciones (al menos, no cayeron en el error de imitar los efectos especiales usados en estas películas para representar sus poderes).  

       
        Con respecto a Ciborg, acá aparece como un sujeto demasiado serio y/o grave, lo que contrasta con el mencionado Flash.  Al respecto su actitud pesarosa, casi con un sentimiento de culpa y hasta existencialista, lo convierte en el miembro de esta Liga de la Justicia más oscuro, algo que para nada sucede con el Ciborg de los cómics (un verdadero líder más encima).
        Como algo positivo, no se puede dejar de agradecer el reencuentro con 4 personajes ya queribles para la vieja audiencia de estos filmes: en primer lugar aparece nada menos que la reina de las amazonas, Hipólita, la madre de Diana, quien por supuesto está acompañada de otras guerreras de Themyscira.  Luego destaca la participación de Alfred, interpretado una vez más por un maestro como lo es Jeremy Irons (quien sin duda se “roba la película” en sus escenas y en especial con sus diálogos irónicos).  Asimismo, la hermosa versión actual de Louise Lane (bajo el desempeño de la talentosa Amy Adams), también viene a ser un grato para quienes ya la conocemos.  Para finalizar, la madura y aún guapa Diane Lane se repite el papel de Martha Kent, con otros buenos momentos a su haber.
       Por otro lado, entre los buenos agregados que encontramos está la participación de otro gran histrión ligado a las adaptaciones de cómics de superhéroes: J. K. Simmons, quien recordado por su papel como el irascible J. Jonah Jameson en la trilogía de Spider-Man de Sam Raimi, ahora toma para sí el rol de otro personaje famoso de las historietas, nada menos que del comisionado Gordon (importante aliado y amigo de Batman y quien en la trilogía de Nolan sobre el Cruzado Enmascarado, estuvo a cargo de otro artista de peso como lo es Gary Oldman).  Es de esperar que a futuro, en la película que se ha anunciado con este actual Batman a cargo de Ben Afleck, tenga mayor participación.
        Tampoco se puede ignorar la colaboración de un maestro de la música como Danny Elfman, quien desde su participación en la primera película de Batman hecha por Tim Burton, ha trabajado en varios largometrajes relacionados con este tipo de cómics (las dos primeras cintas de la trilogía de Raimi sobre el Trepamuros, el filme sobre Hulk de Ang Lee y Los Vengadores: La Era de Ultron).  Pues como es habitual en él, acá ha hecho algo para nada despreciable, si bien ante un filme tan irregular como este, en mi caso fui incapaz de disfrutar de sus melodías para esta obra (tendré que escuchar por separado el disco, que lo descargué hace poco).  Me gustó mucho que en determinado momento se utilizara parte de su ya clásica partitura para la primera cinta del Señor de la Noche ¿Un autohomenaje? Igual en determinado momento su ocupó parte de la banda sonora de Hans Zimmer para El Hombre de Acero, por supuesto al aparecer en pantalla Superman.  No recuerdo si en el caso de Wondy se usó de igual manera uno de sus temas ahora característicos.
         Hay 3 escenas postcréditos, una de ella como concesión a la ya reconocida competición entre Flash y Superman, mientras que la última, la promesa de un nuevo peligro en el caso de que haya una nueva secuela…Pero… ¿Y qué pasó con Darkseid? La verdad es que a mi parecer cualquier capítulo de esa joyita, que es la recordada serie animada hecha por Paul Dini y Bruce Timm la década pasada, correspondiente al cartoon Liga de la Justicia o las mismas películas hechas directamente para la venta en DVD o blu-ray, resultan ser mucho mejores que este largometraje de presupuesto multimillonario y simplón.   Bueno, luego de haber disfrutado de tantos argumentos sofisticados sobre mi grupo de superhéroes favoritos (en cualquiera de sus formaciones) y haber tenido el gusto de contemplar lo hecho por parte de Marvel, algo como esta propuesta de DC, por supuesto que a más de uno lo deja muy decepcionado.  Queda al menos la ilusión de que en un futuro cercano todo mejore y que los cameos del cuerpo de los Linterna Verde en determinado momento del metraje, sean la constatación de un reboot cinematográfico sobre los Guerreros Esmeraldas.


                                             Tráiler N° 1 (otro que promete más de la cuenta).

miércoles, 21 de octubre de 2015

El Hulk cinematográfico antes de “Los Vengadores” (segunda parte).


    Tras el relativo fracaso de la cinta de Ang Lee, dedicada al monstruo gamma más famoso de todo Marvel Comics, cuatro años después, o sea en 2008, se estrenó El Increíble Hulk.  Teniendo en cuenta los problemas por los que pasó su predecesora (en pocas palabras, un filme demasiado “cerebral” para muchos), se optó por hacer un reinicio al personaje en el cine, permitiendo además que su historia enganchara con el universo cinematográfico Marvel, que por aquel entonces se estaba gestando.  ¿Y cómo lograron esto? Pues lo hicieron mencionando en más de una ocasión a las Industrias Stark (por supuesto relacionadas con Iron Man), a SHIELD y como era de suponer a Nick Fury, su jefe máximo; además se incluyó en el argumento un nexo con el “viejo” proyecto del Super Soldado (y por lo tanto una referencia indirecta al Capitán América), que en este caso tendría que ver con el origen del propio Hulk…Dicho propósito de introducir a Hulk dentro de seguidilla de cintas que se avecinaba, lo encauzaron mayormente hacia el final de esta película, con un inesperado epilogo donde aparece nada menos que otro superhéroe marvelita.  De este modo el éxito en las taquillas, por fin estaba ya de parte del Gigante Esmeralda.
    Para la filmación de El Increíble Hulk se optó por contratar a otro director, uno menos “artístico” que el coreano y más experto en la acción trepidante que acusaron faltaba anteriormente; de este modo la incorporación del francés Louis Leterrier permitió contentar a los productores (debido al dinero ganado) y a los espectadores más interesados en una obra menos densa que la anterior (y también más entretenida).  Y es que sin ser mala, al contrario, bastante recomendable resulta ser este otro largometraje, que se encuentra lleno de la emoción adrenalínica faltante a su predecesor: con persecuciones a montones, peleas (y a puñetes incluso), buena parte de la carga militar contra Bruce Banner y su alter ego y, lo que muchos esperaban, la aparición de uno de los grandes villanos de los cómics sobre el Goliat Verde, en este caso La Abominación; de este modo el fanático de sus historias pudo darse el gusto de ver a uno de sus personajes favoritos en pantalla grande, gracias a los sofisticados efectos especiales de aquellos años, dándose (y no consejos) con uno de sus mayores rivales, lo que se echó de menos en la película de Lee; por otro lado, resulta todo un gusto ver a este Hulk haciendo uso de un montón de herramientas improvisadas, como armas para “aplastar” a sus contrincantes y en especial efectuar su célebre aplauso, capaz de crear una onda de choque impresionante.

    Pese al propósito de alejarse de la cinta anterior y partir todo desde cero, en el guión de este filme se tomó en cuenta la idea del epílogo de su antecesora, ya que la película de Leterrier muestra a Bruce Banner en pleno autoexilio en Sudamérica, específicamente en un país selvático; no obstante en la primera película dedicada a Hulk, Banner está en plena foresta, pero de un país de habla hispana y en cambio en este último caso se le puede encontrar “escondido” en una favela de Brasil.  Es así que esta segunda cinta fue filmada en parte en “el país más grande del mundo”, detalle que le otorga a todo su metraje ambientado en dicho lugar, un verdadero plus a la hora de valorizar el conjunto de esta obra (y bien puede llamar la atención que las famosas favelas brasileñas, tan denostadas públicamente por su miseria y violencia, son retratadas en el largometraje como un lugar hermoso, pues además en él Banner por un tiempo tuvo algo de paz, mientras se encontraba en el anonimato).  
     Pese al mencionado guiño al largometraje de Lee, como ya se dijo El Increíble Hulk se posesiona como una obra independiente, siendo que además toma su nombre de la revista clásica dedicada al monstruo verde; no obstante, de igual modo realizó un sentido homenaje a la serie de televisión protagonizada por el fallecido Bill Bixby, como Banner y Loui Ferrigno, como Hulk.  Lo anterior se puede ver en cuatro aspectos principalmente: primero en sus créditos de apertura, que emulan a los del citado programa, mostrando la manera en que Bruce llegó a ser irradiado por los rayos gamma, por ofrecerse como sujeto de prueba de sus experimentos; de este modo la manera en presentar este “origen secreto”, por medio de breves escenas a manera de resumen, está inspirado sin duda en lo visto con la setentera serie.  En segundo lugar, se usó para la banda sonora el melancólico tema central de este show, del cual si bien se escucha en algunos momentos extractos suyos, también aparece arreglado por Craig Amstrong, el compositor del resto de la música de la película.  Y por último, en el tercer telefilme dedicado a esta serie del recuerdo, se vio a su protagonista (aquí llamado David Banner y no Bruce Banner) cayendo en su forma humana desde el cielo de una nave, para luego estrellarse y supuestamente morir…A su vez en esta producción hollywoodense es posible ver una escena parecida, aunque, por supuesto, con las diferencias y espectacularidad correspondientes.   Y, bueno, también hay otro tributo al programa televisivo, al salir una vez más Ferrigno en un cameo, aunque en esta ocasión tuvo un breve parlamento y nada menos que junto al actor que en esta versión de 2008 hizo de Banner (en cuanto a Stan Lee, por supuesto que contó con su propia aparición acá).
     La película a su vez posee algo de humor, a diferencia de la versión de 2004.  Asimismo posee unos cuantos guiños más a la historieta, solo reconocibles por los más acérrimos a ella: Entre ellos la referencia al Señor Verde y al Señor Azul y que en el filme corresponde a los nicks con los cuales Banner y uno de sus aliados, se comunican en secreto por internet; lo mismo sucede en las viñetas, cuando el protagonista hace uso de este medio para conversar online con el Señor Azul (por supuesto un alias).   A su vez, si bien apenas se le dieron unos minutos en pantalla, el novio de Betty Ross en la película resulta ser el psiquiatra Leonard Samson, quien luego en el cómic al entrar en contacto con los famosos rayos gamma, se transformó en el superhéroe Doc Samson.
     En cuanto al apartado dedicado a los actores, que intervienen en esta adaptación del cómic, destaca su protagonista interpretado por toda una estrella camaleónica, como lo es Edward Norton. Es así como bien puede afirmarse que su contratación, en una película por completo distinta a lo que hasta la fecha había hecho, causó sorpresa al público (en especial a los fanáticos del Goliat Esmeralda), aun cuando para los conocedores de su talento sin duda que dio albricias al respecto.   Por otro lado, el Bruce Banner de esta versión se vio lejos mucho más parecido al del cómic, que el efectuado por el grandote Eric Bana con anterioridad, ya que para esta última adaptación cinematográfica Norton, si bien atlético, se presentó lo suficientemente delgado como para emular al científico de las historietas.  No obstante, pese a la excelente labor de Edward Norton en esta obra y los deseos de seguir viéndolo en futuras cintas haciendo del personaje, no se llegó a acuerdo con él y al final como bien sabemos todos, Mark Ruffalo tomó la batuta en los siguientes filmes.  Encarnando a la eterna enamorada de Banner, Betty Ross, estuvo Liv Tyler, en uno de sus pocos papeles inmediatamente después de su labor en la trilogía de El Señor de los Anillos.  Y como el mayor enemigo o contrapartida de Bruce Banner/Huk, o sea, el General “Trueno” Ross, estuvo otro actor de connotada trayectoria, tan versátil como Norton, aunque con más años y títulos a cuestas, William Hurt (y quien aquí se ve irreconocible con su bigote, peinado e indumentaria militar).  Mientras que en el rol del villano Emil Blonsky/La Abominación, estuvo otro artista de carácter, Tim Roth.

jueves, 8 de octubre de 2015

El Hulk cinematográfico antes de “Los Vengadores” (primera parte).


    Dentro del panteón marvelita, Hulk es sin duda uno de sus personajes más emblemáticos y reconocidos hasta por el público poco cercano a los cómics.  Es así como tras el éxito en las salas de cine, de algunos compañeros suyos de las franquicias Marvel (es decir X-Men y Spider-Man), se quiso aprovechar el interés del público al respecto y se entrenó en el año 2003 un filme de alto presupuesto sobre el Gigante Esmeralda.  Pues para asegurarse la calidad artística de la obra, detalle tal vez raro al tratarse de un producto de corte masivo y que claramente no correspondía en sus orígenes al llamado cine arte, sino que desde un principio tuvo intereses comerciales, se contrató para dirigirla al laureado Ang Lee.  Este artista coreano ya había sido reconocido en occidente como un director de gran calibre, tras sus primeras incursiones con Hollywood, dejando además convencidos a todos de su talento para realizar filmes de temáticas variadas, siendo que a su vez no hacía mucho que había triunfado con El Tigre y el Dragón, cinta en la cual supo utilizar sofisticados efectos especiales con maestría…Lo que se esperaba sucediera con su incursión en las historias sobre el Goliat Verde. 
     Por lo tanto se gastó una buena suma millonaria, para hacer que la primera aventura de este otro personaje creado por la dupla de Stan Lee en el guión y Jack Kirby en el dibujo, fuese un éxito; a ello se sumó la contratación de actores de carácter y ya reconocidos, con lo cual sumar puntos a la hora de otorgarle mayor realce a la producción, si bien se optó por contratar a un casi debutante Eric Bana en el papel protagonista como Bruce Banner, el científico que para su pesar se transforma en el monstruo.   Fue así como para apoyar a Bana en la película que lo lanzó al estrellato y que además lo convirtió en todo un símbolo sexual en su momento, se unieron a él veteranos como el masculino Sam Sheppard, haciendo de nada menos que del general Ross (uno de los principales antagonistas de Hulk en los cómics) y al también solvente Nick Nolte, en un inesperado papel como el padre de Bruce.  A estos dos, si bien mucho más joven aunque desde pequeña con varios largometrajes a cuestas, se les sumó la preciosa Jennifer Connelly, haciendo del gran amor de Banner, Betty Ross, personaje esencial para entender las motivaciones tanto del científico como de su alter ego.
     La verdad es que la película en lo artístico funciona bastante bien, pues no se le puede criticar de mal orquestada, ni de simplona, lamentablemente en taquilla no le fue tan bien como quisieron sus productores, aunque tampoco puede considerarse como un verdadero fracaso; por esta misma razón unos años después apareció una secuela y en ella también se invirtió bastante, con la intención de hacer algo que realmente valiera la pena.  No obstante su guión cerebral y muy centrado en los conflictos emocionales del protagonista, más que en la acción fácil que muchos esperaban propia de un ser como Hulk y capaz de provocar tanta destrucción, alejó al sector más simplón de las salas, rebajando las recaudaciones.  No obstante cada uno de los nombres aquí señalados, dio lo mejor de sí para convertir todo esto en una película impecable.  Al respecto es que en especial fue Ang Lee quien hizo un trabajo impecable, pues procuró homenajear la historieta en sí, gracias a la edición de las escenas del filme, de tal manera que pareciera estar hojeando una novela gráfica, al dividir la pantalla como si se tratara de viñetas en movimiento.  Dentro de la labor hecha por Lee,  se encuentra el uso del color verde en la fotografía, los fondos y la escenografía en general, detalle en el cual por supuesto estuvo la intervención de otros, aunque todo controlado por el coreano, tan ducho a la hora de demostrar su sensibilidad para hacer algo bello audiovisualmente; es con respecto al uso de este color en varias de sus tonalidades, que ello hace referencia sin duda a Hulk, por supuesto de color verde, como si el personaje estuviera siempre latente en todo.
El maestro Ang Lee.
     Otro punto destacable de esta primera incursión de Hulk en la pantalla grande, resulta ser sin duda su banda sonora y a cargo de Danny Elfman, quien a estas alturas ya es todo un experto en lo que se refiere a bandas sonoras para filmes sobre superhéroes (en especial luego de sus colaboraciones para el díptico sobre Batman de Tim Burton, luego para las dos primeras entregas de la trilogía sobre el Arácnido a cargo de Sam Raimi, sin olvidar su tema principal para la serie televisiva de los noventa sobre Flash y su más reciente aporte para la última cinta de los Vengadores).  Pues para esta ocasión, Elfman creó una serie de melodías por completo distintas a lo que había hecho con anterioridad, dándole un carácter étnico al componer bellos temas de estilo arábigo, algo inesperado para una historia sobre el Gigante Esmeralda y que sin embargo llegó a calzar muy bien con la puesta en escena sobre las desventuras de Bruce Banner.
    En el aspecto técnico, si bien preocupándose por igual de lo estético, se encuentra la manera de cómo se le dio vida al ser de tres metros de altura y una tonelada de músculo puro.  Pues como era de suponer con la tecnología actual se usaron los gráficos computacionales para crearlo, aunque para ello usaron de modelo el rostro de Eric Bana (y al parecer también su cuerpo), de modo que sin vacilaciones Hulk mantuviera sus rasgos para que no hubieran dudas sobre que era Banner transformado.  Pues el efecto especial resulta convincente, en especial al mostrar cómo el protagonista va cambiando de manera progresiva de un estado a otro; asimismo la “textura” hipertrofiada de su musculatura y su piel, puede verse lo más realista posible, que en aquel entonces se podía conseguir, resultando todo bien en especial al hacer que el monstruo estuviera en la misma escena junto a los actores reales.   No obstante, donde mayor brilla la dedicación en hacer de Hulk una entidad creíble dentro de la cinta, radica en los movimientos con los cuales se les dotó, en posturas además calcadas de sus cómics, como en sus saltos a gran distancia, su manera de correr y sus ataques usando los mismos tanques de sus enemigos como armas para golpear otros carros de guerra o lanzarlos lejos para deshacerse de ellos.  Siendo esta la primera película para el cine de Hulk,  el realismo de la gestualidad de su rostro en una gama emocional compleja (ira, cansancio, preocupación, ensimismamiento, etc.), le otorga otro punto de consideración a esta versión del Goliat Verde, demostrando que el espectador y en especial el fanático del personaje, se encontraba frente a una película respetuosa con su material de origen.
    Respecto a la elección de Eric Bana para hacer de Bruce, su apariencia fornida y de casi un metro noventa de estatura, se distancia también del originalmente enclenque Banner, de modo que los más puristas “pusieron el grito en el cielo” ante esta decisión.  No obstante el desempeño del actor fue tan convincente, quien además no dejó de poner tal rostro de afligido en el filme, que se ganó sin mayores problemas la simpatía del resto del público.
Curioso (y feísimo )  afiche
oriental de esta película,
    En cuanto a la trama de esta obra, era de suponer que ella trataría acerca de la génesis del monstruo, debido a la exposición a los rayos gamma de Bruce Banner y los que lo mutaron lo suficiente como para modificar su ADN, de modo que en momentos de gran tensión el científico se convirtiera en la criatura superpoderosa conocida como Hulk.  No obstante el guión a cargo de nada menos que de tres escritores (a ninguno de ellos lo reconozco del mundo de los cómics), tuvo drásticos cambios en la historia y en especial en lo que se refiere a la verdadera razón de por qué Bruce llega a pasar por esta metamorfosis.  Es respecto a ello que esta adaptación parte desde un principio más que atractivo, puesto que hace que Bruce en realidad no sea el “responsable” de lo que pasó (a diferencia de la historia oficial o del canon), sino que el drama sea motivado en gran parte por los experimentos realizados por su propio padre, quien primero se usó a sí mismo de cobaya humana y luego continuó con su vástago; luego todo llegaría a su crisis, una vez que Bruce ya adulto sufre su propia versión del accidente y que acá tiene relación con una tecnología que para la época de su primera revista, ni siquiera se la había inventado en la ficción.  Es así como en la figura del padre del protagonista, se encuentra el detalle de que acá se llama David, el mismo nombre que le daban a Bruce en la clásica serie de televisión de los setenta y ochenta, con Bill Bixby como Banner y Loui Ferrigno como Hulk (¿Especie de homenaje al programa?); mientras que en las historietas el progenitor de Bruce se llamaba Brian.  Por otro lado  y como dato más “ñoño” de todo esto, en esta adaptación no existe el personaje de Bruce Jones, el adolescente a quien Banner salvó cuando estaba por desatarse la bomba de rayos gamma, que en el cómic desató su bestia interior.  Considerando que Bruce luego se convirtió en uno de los mejores amigos del físico e incluso del mismísimo Hulk, habría sido interesante verlo encarnado en este filme; puesto que además dentro de la continuidad Marvel, este personaje ha tenido una relevancia que ha trascendido la propia revista de Hulk.
    También se puede tener en cuenta que a falta de alguno de los grandes villanos propios del Goliat Verde, como bien son El Lider y La Abominación (por mencionar algunos), el padre de Bruce en esta versión cinematográfica resulta extraordinario.  Pues este hombre llega a encarnar el prototipo del “científico loco” y/o ávido de poder, resentido, violento y hasta sociópata, rasgos que lo diferencian por completo de su hijo.  Es justamente en los defectos que subyacen en la presencia de David Banner, que el viejo tema de “los pecados del padre” se traslada en el guión, debido a la herencia “maldita” que le ha dejado este a su unigénito y que en la figura de Hulk son llevados a otro extremo, uno en el terreno de la ciencia ficción.  David es un padre ausente, quien con los años se fue amargando lo suficiente como para que cuando ambos se reencuentran, es incapaz de concederle el amor que le negó y en cambio decide aprovecharse de la extraordinaria naturaleza de su descendencia.  Es así como en el conflicto entre padre e hijo, todo un drama digno de la tragedia griega, que el guión de este filme se evidencia como un trabajo serio (puesto que además apenas hay humor en él) y de carácter por completo adulto. 
    Sumado a la presencia de un enemigo de connotaciones míticas, literarias y, por qué no, freudianas, en esta película sí es extraído desde las clásicas viñetas el General Ross; un muy especial antagonista de Banner/Huk y que al menos durante buena parte de la continuidad marvelita no fue un verdadero villano (hasta que se convirtió en Hulk Rojo, obsesionado por atrapar a la criatura), sino que un opositor por partida doble para con Bruce y su otro yo.   Existe todo un discurso antibelicista en el cómic primario de Hulk, encarnado en la figura del General Ross, quien en un principio junto a los suyos desea utilizar el cuerpo de Bruce/Hulk para la creación de futuras armas biológicas y luego en apariencia neutralizar la amenaza del monstruo en protección de los civiles (esto último cuando Stan Lee tuvo que “suavizar” dichos aspectos del cómic).   En este filme se encuentra muy bien logrado el trabajo hecho con tal personaje, en especial gracias al desempeño actoral de Sam Sheppard, quien en todo caso es visto acá tanto en su versión más joven (años sesenta), como en la madura (siempre imponente) y el cual no deja de verse como un hombre autoritario y con estrechez de mente.  No obstante, este General Ross mantiene un ápice de dulzura que le falta a David Banner, quien se debe al amor que siente hacia su hija Betty.  Empero pese al sentimiento de este hombre hacia su hija, su carácter controlador los distancia a ambos, ya que si bien David sufre de desnaturalización como padre, este otro peca de sobreprotector, al punto de atosigar a Betty.  Además se encuentra el detalle de que siendo como es Ross y en su calidad de padre, no ve con buenos ojos la relación entre su hija y Bruce, ya que motivos no le faltan para considerarla inapropiada; por lo tanto el conflicto entre militar y científico se complica más todavía.  Considerando entonces lo que sucede entre padres e hijos en la película, uno se puede dar cuenta que un motor esencial en el argumento de esta obra, resulta ser la incapacidad de sus personajes para ser felices y aún entre los suyos (asimismo cabe saber que Hulk, lejos resulta ser uno de los personajes más dramáticos y solitarios de todo el universo Marvel, más o menos a la altura de Daredevil).
     Por último, en cuanto a contrincantes de Hulk en este filme, pues aparte de los mencionados David Banner y el General Ross, aparecen durante algunos minutos unos muy singulares “monstruitos”, escena que da en el gusto a quienes esperaban la típica pelea del Gigante Esmeralda con criaturas tanto o más raras que él (y si son malignas, mejor todavía).  A su vez el origen de estas criaturas resulta ser de lo más interesante.
    Y como era de esperar en una adaptación Marvel para el cine, salvo en las de la productora Fox, no podía faltar el cameo de Stan “El Hombre” Lee, quien en esta ocasión aparece acompañado por otra estrella muy relacionada con el Coloso Verde... ¿Ya lograron divisar a estos dos en el metraje y reconocer al acompañante de Stan?

viernes, 20 de marzo de 2015

La verdad detrás de las historias.



    Ang Lee es un respetado director coreano reconocido mundialmente, el cual tiene a su haber una importante filmografía y con la que ha demostrado no solo su enorme talento, sino que también una versatilidad como pocos de sus colegas, a la hora de realizar cintas de diferentes géneros: comedias, romances, históricas, westerns, artes marciales épicas, superhéroes, etc.  Su cine logró acaparar la atención pública internacional, convirtiéndolo quizás en todo un prócer entre sus compatriotas cineastas, al conseguir que las producciones cinematográficas coreanas trascendieran sus fronteras; de este modo sus filmes El Banquete de Bodas (1993) y Comer, Beber y Amar (1994), demostraron sin duda que se estaba frente a uno de esos artísticas que harían historia.   La primera de ellas trata acerca de una joven pareja gay multirracial, coreano y estadounidense respectivamente, quienes viven en USA y reciben la visita de los padres del asiático, los cuales ignoran la orientación sexual de su hijo; debido a esta razón deciden “inventarse” un matrimonio heterosexual, lo que provoca más de una situación graciosa y una que otra sorpresa.  El filme a su vez permitió abordar entre otros temas la identidad a través de la tradición y la modernidad (tratando estas dos vertientes en el encuentro entre mundos tan distintos como los ya mencionados: la ancestral Corea y Estados Unidos), como asimismo llevar a colación por primera vez en su carrera la homosexualidad masculina, temática que luego repetiría en uno de sus títulos más famosos.  En cuanto a su siguiente película, tal como dice su nombre, dicho trabajo acusa la importancia de la comida en nuestras vidas, al punto de definir nuestra conducta y/o personalidad.   Este díptico suyo propició que Hollywood fijara su atención en Lee y de ese modo su primer largometraje fue nada menos que Sensatez y Sentimientos (1995), una de las mejores adaptaciones de una obra de Jane Austen y en la que actuaron un gran número de astros ingleses, además de contar con una de las bandas sonoras más hermosas de Patrick Doyle.   Su siguiente trabajo, si bien no deja de ser interesante, resulta ser de menor impacto que el resto de sus películas: La Tormenta de Hielo (1997), donde la decadencia de una familia acomodada estadounidense durante la década de los setenta, refleja los propios conflictos políticos y sociales de su país.  Luego le siguió Cabalgando con el Diablo (1999), su segundo filme junto a Tobey Maguire tras el anterior.   Su siguiente labor para el séptimo arte, si es que no es con seguridad su mejor contribución a este, se encuentra entre lo más destacado suyo y de las obras maestras de la cinematografía: El Tigre y el Dragón (2000), película histórica de artes marciales con algunas de las mejores escenas de pelea cuerpo a cuerpo y una fotografía impresionante, más una dirección de arte soberbia, hecha por encargo para el gobierno Chino y que maravilló a todo el mundo.  Tras este gran éxito suyo de público y crítica, realizó para dicha de los seguidores del universo marvelita Hulk (2003), gracias al cual por primera vez su pudo ver al gigante esmeralda en imagen real, tal como por muchos años sus fanáticos lo esperaron; no obstante su interpretación algo sesuda y psicologista sobre un perturbado Bruce Banner y sus conflictos freudianos con su padre, para algunos resultó difícil de digerir.  Secreto en la Montaña (2005) sería su posterior largometraje, siendo considerado además entre lo más óptimo y célebre de su carrera; su trágica historia de amor gay entre dos vaqueros, fue quizás la primera cinta hollywoodense en abordar el tema de la homosexualidad, dejando de lado los rancios estereotipos al respecto.   Lust, Caution (2007) corresponde a una coproducción entre varios países asiáticos y USA, mientras que Taking Woodstock (2009), viene a  ser otra de sus incursiones hollywoodenses, la que tal como dice sus nombre, se encuentra ambientada en pleno festival de música rock hippie.
     Cuatro años se demoró en realizar y por fin estrenar su último filme a la fecha, La Vida de Pi (conocida en estas costas como Una Aventura Extraordinaria), el cual tras su largo paréntesis entre este y su anterior cinta, lo volvió a poner en la escena pública, como a uno de los directores vivos más dotados.  Como muchas de sus obras, se encuentra basada en una obra literaria, en este caso en la novela homónima del autor canadiense  Yann Martel.  Su historia es la siguiente:
    
Pi, quien en realidad se llama Piscine Molitor (debido a una famosa piscina francesa), es un chico que gracias a su astucia consiguió que todo el mundo lo llamara así, para evitar la vergüenza de su apodo (que hacía referencia a la orina), debido a tan singular nombre.  Desde pequeño el muchacho demostró una personalidad única, en especial por su estrecha relación con Dios, a quien descubrió a través de más de una religión, de modo que a partir de entonces comenzó a adorarlo en muchas de sus manifestaciones.  El filme comienza cuando Pi ya es un hombre mayor, quien hace muchos años ya había dejado su tierra natal de la India.  Un día llega hasta su puerta un joven escritor, quien es enviado por un querido tío suyo para que le cuente su experiencia de vida, que se supone le podría devolver la fe religiosa que perdió y lo que además podría inspirarlo para crear una nueva novela, tras su fracaso como narrador.  Lo que le cuenta Pi y que es dramatizado de una forma impresionante a lo largo de casi dos horas, sin dudas logra impactar en los corazones del oyente y en los del público.
    La familia del protagonista tenía un hermoso zoológico, lleno de numerosos animales, algunos de ellos bastante exóticos.  De entre las bestias que vivían en el lugar, la que más acaparaba su atención por su belleza y el peligro que implicaba, era su único tigre, Richard Parker, el cual por una razón bastante anecdótica recibió ese nombre.  Cuando el país comenzó a pasar por una crisis social, la familia de Pi decidió vender todos sus animales y para eso juntos emprendieron un viaje en barco, donde iban acompañados de todos ellos.  Las cosas iban bien hasta que una tormenta se desató y Pi se convirtió en el único sobreviviente…humano de la nave, puesto que de la manera más increíble, le tocó compartir su salvación junto a tres criaturas, entre ellas el gran felino.  Tras una serie de incidentes, al final solo el niño y el tigre se quedaron en el bote, si bien debido a la naturaleza salvaje de la bestia, Pi tuvo que ingeniárselas para que Richard Parker no lo comiera, creando con los medios que tenía una embarcación anexa y donde pudiese ir sin peligro de ser devorado.   Mucho pasaron juntos antes de que por fin llegaran a tierra y es así cómo el relato de todo esto, se convirtió en uno de los historias más fabulosas y emotivos acerca del camino a la madurez.
      En el filme la relación entre el chico y el animal resulta fundamental para retratar varios aspectos de nuestra humanidad: En más de una ocasión se dice a lo largo de su metraje que fue el mismo miedo al tigre, lo que llevó a Pi a mantenerse alerta y sobrevivir aún en las circunstancias más difíciles; de este modo Richard Parker en toda su belleza feral representa sin vacilaciones el instinto y la fuerza de voluntad, que pueden llevarnos a realizar los actos más inesperados, de modo de conseguir nuestros objetivos.  El mismo hecho de que posea nombre de persona, lo antropomorfiza a tal punto, que la narración carecería de buena parte de su impacto, si este no estuviera presente.  Los diálogos que mantiene el joven con el animal, como algo de lo más normal y que le permiten exteriorizar muchos de sus pensamientos y emociones, resultan ser en la película un elemento clave para apreciar el talante de la dependencia entre los dos náufragos y a su vez conocer mejor a Pi; la bestia nunca habla (pues en el mundo real no lo hacen, si bien en más de una ocasión la película nos engaña haciéndonos creer que esto pasará), no obstante aun cuando siempre se comporta como el felino que es, queda clara su condición especial como una criatura que en verdad tiene alma (según palabras del propio Pi). El tigre durante largo tiempo se convierte en la única compañía de Pi, quien pese al miedo que le provoca lo ama y por ello termina agradeciéndole la influencia que tuvo en su existencia, como para convertirlo en todo un sobreviviente; de este modo es que en muchas ocasiones son los grandes infortunios, como la desgracia de su familia y la inevitabilidad de hacer el viaje junto a Richard Parker, los que en realidad nos hacen crecer y hacen surgir a quién realmente somos…Y como dice el dicho (de puño y letra del mismo Nietzsche): Lo que no me mata, me hace más fuerte.
     La naturaleza en todo su esplendor cumple un papel fundamental para apreciar el significado de su mensaje.  Partiendo por los primeros años de nuestro héroe en el zoológico de sus padres, donde aprendió a amar lo que lo rodeaba y en parte gracias al cariñoso modelo de su familia; a su vez a Pi vive privilegiado en una zona llena de vida, donde el verde y el café de la abundante vegetación están por todos lados (así como el resto de sus colores), como asimismo una gran espiritualidad tan de su pueblo, forman parte del legado del personaje y que a lo largo de toda la cinta se hará ver.  Como si fuera un pequeño Adán,  Pi reconoce y llama por su nombre a todas las criaturas del zoológico de sus progenitores, de este modo los nombres son significativos en el filme, porque permiten que no solo Richard Parker tenga verdadera preeminencia en él, sino que también los otros seres vivos con los que tuvo que compartir su bote (aunque fuese solo por un breve periodo); a su vez tal como sería revelado hacia el final de esta historia, ellos bien podían ser más que lo que aparentaban en primera instancia (cabe recordar que la elección del protagonista por hacerse llamar Pi y lograr que todo el mundo aceptase su autobautizmo, demuestra el poder que tienen los nombres para crear realidad y reafirmarnos como seres humanos).  Una vez que el adolescente inicia su odisea para regresar a la civilización, se abre ante él toda la belleza de la naturaleza, siendo que además el mismo mar viene a ser nada menos que la cuna de la vida; de este modo, Pi logrará ser testigo como nadie de las maravillas que hay a nuestro alrededor.  Cada expresión de la biodiversidad y de los distintos fenómenos naturales (incluso los que muy bien podrían tener un carácter “sobrenatural”) acá, son plasmados en esta obra con un encanto, como pocas veces se ha visto en el cine o que al menos solo es posible verla en otras producciones, donde el talento oriental se deja ver (tal cual  los filmes animados de Hayao Miyasaki); por lo tanto los espectadores,  también somos testigos del espectáculo que significa contemplar en todo su esplendor a la Madre Naturaleza. 
    Relacionado con lo anterior y con el papel que cumplen la religión y Dios en la vida de Pi, es que en más de un momento el héroe reconoce a la naturaleza como una manifestación de la divinidad; por lo tanto no duda en dirigirse a su Creador mientras realiza su particular viaje (y es así como en uno de sus momentos más desgarradores, Pi le habla a Dios con una franqueza tal, que muchos quisieran poseer una amistad tan estrecha con Él).  A su vez en la película se hacen presentes de forma directa cuatro de las religiones más importantes del orbe: el Hinduismo, el Islam y el Cristianismo, que son a su vez los tres dogmas que profesa Pi.  Por su parte, el Budismo (la propia fe del director) cumple su rol en esta obra. Luego debido al papel que cumple la naturaleza en este largometraje, se podría afirmar que también existe una postura panteísta en él, puesto que a los ojos del mundo creyente, resulta difícil no reconocer a Dios en el vasto mundo por el que se mueve el protagonista.  La hermandad que tiene Pi con cada uno de los seres de la creación, viene a ser un ejemplo de amorosa empatía con la vida y, por ende, una manera más de amar a Dios.
     Cuando el aspirante a escritor llega hasta el Pi maduro, con la intención de que este le cuente la historia ideal para inspirarlo, no tiene idea de la manera en que su relato va a llegar a conmoverlo (y de seguro cambiarlo).  Uno mismo tras ver este filme no puede quedar indiferente, pues la historia de Pi revela que en realidad la vida vale la pena vivirla y que la esperanza y el amor sí existen (y que nos pueden convertir en mejores personas).  No obstante a todo este bello mensaje, hacia el final de la cinta es posible encontrarse con una mirada distinta a todo lo que le pasó a su protagonista y donde queda de manifiesto, que somos nosotros quienes escogemos qué sentido tendrán en realidad nuestras vivencias y nuestros recuerdos.  Por lo tanto la única manera de ser felices y plenos, es haciendo un acto de fe al darle el sentido que deseamos a nuestra existencia.
    A la hora de hacer de esta obra toda una experiencia para los sentidos, cumple un rol fundamental su actor principal, Suraj Sharma, quien antes de rodarla nunca  había hecho cine.  Suraj fue acogido por el maestro Ang Lee, quien compartió con él toda su sabiduría y logró sacar a flote al artista que había en él.  Considerando que le tocó realizar gran parte de sus escenas a solas, en medio de una pantalla azul e imaginándose que estaba junto Richard Parker, el joven actor indio logró cautivar al público transmitiendo su dulzura, inocencia y perseverancia, como en su momento otro novato, Michael Clarke Dunkan, en La Milla Verde destacó.  Sus monólogos y proezas físicas hicieron de su desempeño algo soberbio, algo pocas veces visto en alguien de su edad.
    Por último, la bella música hecha por Michael Danna, con sus acordes que en varios momentos se inspiraron en las melodías indias, resulta ser el fondo ideal para llevarnos junto a Pi en su periplo.

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