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miércoles, 16 de agosto de 2017

Regreso al Mundo de Watchmen. Séptima Parte: Rorschach


7.1- El Dibujante.

     Luego de Jae Lee (definitivamente uno de mis favoritos), de entre todos los grandes artistas del dibujo que trabajaron para Antes de Watchmen, sin dudas que el siguiente que tiene mi completa admiración por la calidad y estética de su trazo, viene a ser Lee Bermejo. Pues tuve el gusto de conocerlos hace años ya, gracias a una de las novelas gráficas más hermosas sobre el Caballero de la Noche, con las que me he encontrado a la largo de mi vida: Batman: Nöel, que él mismo escribió además de realizar sus viñetas.
      Debe saberse que este hoy en día consagrado caricaturista comenzó su labor nada menos que muy joven, como becario para WildStorm, el sello creado por Jim Lee en Image Comics y que luego pasó a ser parte de DC.  Sin tener mayores estudios formales a diferencia de muchos colegas suyos y valiéndose solo de su talento como autodidacta, sus primeras incursiones profesionales estuvieron en las franquicias de Resident Evil y Gen 13  entre 1998 y 1999 (siendo la segundo aquí mencionada una serie muy popular por aquellos años). 
     Ya conseguido una reputación en el medio, destacable viene a ser su labor en las páginas del Anual 1 de Wildcats, otro de los títulos estrellas de WildStorm y luego su salto en grande a DC, realizando varias colaboraciones para títulos sobre Superman y, por supuesto, Batman. 
      El sello Vertigo de la misma DC también lo ha fichado en más de una ocasión, como ha pasado con algunos de sus títulos insignia tal como Hellblazer y 100 Balas.  En el caso de esta última colección mencionada, debe saberse que en ella trabajó junto a Brian Azarrello, el mismo guionista con el que ha hecho varias de sus obras más destacadas como Lex Luthor y Joker, además de esta misma miniserie dedicada a Rorschach y a la que me referiré en breve.
     Para Marvel ha firmada nada menos que en algunas colecciones de Daredevil y X-Men, sin duda de entre lo más cotizado de la Casa de las Ideas.
     El perfeccionismo de su trabajo que busca un realismo que lo acerca a artistas como Alex Ross y J. G. Jones, lo ha convertido en uno de los portadistas más solicitados del noveno arte, pudiendo mencionarse sus bellas portadas para las tres primeras miniseries basadas en una de las novelas de Stephen King más emblemáticas: Apocalipsis (título al que me referiré dentro de poco en este blog). Ello para Marvel.

7.2- El Comic.

      El conflictuado y violento Rorschach es sin dudas uno de los mejores personajes de la creación original de Alan Moore y Dave Gibbons, debido justamente a su personalidad psicótica que lo convierte en un tipo que si no fuera por su fuerte sentido del deber, sería un psicópata más…y uno de temer.  Con su visión del mundo casi maniquea, en la que no hay perdón para los villanos y sus hábiles métodos de detective, si bien está inspirado en Question de la desaparecida editorial Charlton (que fagocitó DC), es una especie de cruce entre el Castigador y Batman.  Su dura infancia que lo marcó de por vida y su posterior opción justiciera que luego lo lleva a vivir apartado de la misma humanidad a la que ha jurado proteger, lo convierte en un sujeto carismático pese a no ser el alma de la fiesta.  De este modo contrasta con alguien como el Comediante, un tipo apuesto, sexy y siempre con una sonrisa, que no deja de ser un criminal más con permiso para matar, a diferencia de este otro sujeto amargado que se esconde bajo una máscara que causa temor, poco atractivo y que pese a todo quiere lo mejor para la gente.   
     Azarrello escoge muy bien la ambientación de su guión, llevando la historia al New York de los setenta, callejero, sucio y nocturno, lleno de delincuentes, prostitutas, proxenetas, drogadictos y personas en general de rostro endurecido.   Es así que en medio de este escenario nos encontramos con un Rorschach que trabaja en solitario, mientras anda detrás de un asesino serial que escoge entre sus víctimas solo a mujeres (siendo que nuestro protagonista posee un verdadero punto débil hacia las féminas indefensas y abusadas).  Por otro lado, en su camino se cruza un mafioso con aspecto de verdadero villano de cómics de superhéroes, toda una contrapartida en plan malvado al reservado y algo escuálido vigilante. 
     La trama ahonda en la soledad del protagonista, quien ha optado por no tener amigos, ni siquiera socios tras una temporada trabajando junto a Búho Nocturno.  Es así que la inclusión de una dulce mesera, con la que parece hay una especie de atracción entre ambos, que el argumento se vuelve mucho más fuerte a la hora de ahondar en la desgraciada vida de este hombre.
     Se trata de una de las novelas gráficas más violentas e impactantes de esta colección, sin un ápice de humor y en la que el acompañamiento gráfico de Bermejo aumenta sin dudas la crudeza de esta obra, que a mi humilde parecer es una de las mejores de Antes de Watchmen.   En ella el uso de tonos oscuros y las hermosas portadas (bastante ingeniosas por cierto dos de ellas, a la hora de jugar visualmente con la máscara del protagonista) para sus cuatro números, hacen de esta miniserie una verdadera delicia para los lectores.
     Para seguir la atmósfera de los lineamientos orquestados por los creadores originales, su sucesor mantiene la idea del diario de Rorschach.  Por lo tanto, tal como ya pasó con el de Ozymandias, se nos permite conocer de primera mano su propia psiquis, lo que significa adentrarse en su propia visión de mundo y que lejos lo diferencia pese a las cercanías al mencionado Ozymandias.
     Por último, debe mencionarse el hermoso homenaje y/o guiño que realiza Azarrello al filme de culto de Martin Scorsese Taxi Driver, hecho solo para cinéfilos, en unas cuantas viñetas donde Rorschach y el taxista interpretado por Robert de Niro en el filme tienen un muy interesante diálogo.  Tal momento no es gratuito y ubica de mejor manera al personaje del cómic, entre las grandes historias de los últimos tiempos. 

El homenaje a Taxi Driver.

domingo, 23 de abril de 2017

Regreso al Mundo de Watchmen. Tercera Parte: El Comediante.


3.1- El guionista: Brian Azzarello.

     Contar con este artista dentro del staff encargado de contarnos más acerca de los  personajes diseñados por Moore y Gibbons, bien puede ser considerado como toda una promesa del compromiso de DC en realizar lo mejor con el legado de estos dos británicos (y más todavía pensando en el carácter de “sagrados” de estos héroes para muchos de sus seguidores, para quienes resultaba impensable utilizarnos en nuevas historias que no salieran de sus mismos creadores).  Pues Azzarello está considerado dentro de los guionistas más respetados del medio hoy en día, debido justamente a la calidad de sus historias, que por supuesto lo ponen por sobre muchos de sus colegas.
     Estadounidense  y nacido en 1962, su trabajo puede caracterizarse por el alejamiento de las tramas de acción más convencionales, en beneficio de la intriga y el elemento policial; todo a través de argumentos maduros complejos, con más de una lectura y que por ello están dirigidos a lectores o bien más adultos o bien con la sofisticación intelectual suficiente como para apreciar su labor.  Estos elementos no solo son apreciados en su famosa serie para la línea Vertigo de DC titulada 100 Balas (1999- 2099, llegando a alcanzar el centenar de números) y otros títulos para público con “criterio formado”, sino que también en aquellos que ha hecho para personajes más convencionales de la misma DC, como asimismo de Marvel.  Siguiendo con su paso por Vertigo, es el responsable de una las tantas apreciadas etapas de la historieta de terror Hellblazer (entre los años 2000 y 2002, más un especial en 2009).
Brian Azzarello.
      Entre las colecciones más masivas de DC, celebrada es su contribución para las revistas de Batman, como en el caso de Batman: Ciudad Rota (2003) y Joker, dos miniseries que están consideradas entre lo mejorcito de la década pasada sobre el Murciélago y compañía; de hecho su mirada a la turbia vida de la Némesis del Señor de la Noche, durante largo tiempo estuvo en la cotizada lista de los más leídos en el New York Times.  Cabe mencionar que su estilo violento y propio del policial, calzó perfectamente con las tramas acerca del mayor vigilante de Ciudad Gótica.
       También resulta memorable su trama para nada menos que Superman con Por el Mañana (2004), la que en su momento causó cierta polémica por el tratamiento que le dio a uno de sus personajes secundarios, un sacerdote católico, pues acá Azzarello no temió en abordar las dimensiones divinas del superhéroe, al contrastar su imagen con la fe del religioso.
      El alto sitial de este autor para DC de igual manera es identificable, debido a que se le entregó la tremenda responsabilidad de relanzar nada menos que a Wonder Woman en 2011, cuando se reinició este multiverso con los llamados Nuevos 52.  Casi 3 años estuvo a cargo de la cabecera de la amazona más famosa de la historia, llegando a firmar hasta el número 32 de su colección; pues la tuvo “difícil”, ya que le tocó competir con el legado de nada menos que de George Pérez, cuando este otro en los ochenta actualizó con tanta dicha a la mayor superheroína deceísta.
      En Marvel destacable es su aporte para la miniserie de Hulk titulada como Banner (2001).  Pues tal como dice su nombre, en una demostración más de su ingenio, aborda de manera muy realista la dicotomía Hulk/Bruce Banner, en cuanto a los conflictos entre ambas identidades compartiendo un mismo cuerpo.
      A lo largo de su carrera ha colaborado con varios de los más ilustres dibujantes del noveno arte, siendo que en muchos casos ha repetido dicha asociación, obteniendo premiados resultados.  Es así que en la ya citada 100 Balas, el ilustrador que lo acompañó fue el argentino Eduardo Risso, el mismo con el que llevó a cabo la novela gráfica de Batman Ciudad Rota.  Un verdadero ícono del cómic ya clásico se codeó con él durante su etapa a cargo de los guiones de Hellblazer, Richard Corben y con este mismo produjo la ya citada aventura del famoso monstruo gamma marvelita.  Otro maestro de la ilustración como lo es Lee Bermejo, se repitió el plato con Azzarello, al hace juntos la nombrada Joker, así como Lex Luthor: Hombre de Acero (2005), además de la segunda miniserie que el propio Azzarello realizó para Antes de Watchmen y de la cual ya se hablará en su momento.
     Como su carrera profesional ha sido mayor en DC, fue el responsable de guionizar uno de los 6 cortometrajes anime que formar parte de la elogiada compilación Batman: el Caballero de Ciudad Gótica (2008).  De igual manera tuvo a su cargo la escritura de la adaptación animada de todo un clásico dentro de los cómics de Batman: La Broma Asesina (1988), filme animado para el cual tuvo que crear nuevo material argumental, de modo de desarrollar mejor al personaje de Batichica, para que los espectadores que apenas la conocían pudiesen compenetrarse más con ella, en cuanto a lo que le pasa dentro de esta historia.  De este modo, tras su participación en Antes de Watchmen, fue la tercera vez en la que trabajó con material hecho por Alan Moore, ya que este inglés es el escritor de la mencionada novela gráfica y que está considerada entre los grandes hitos del Murciélago.


3.2- El Cómic.

     Dibujado bellamente por J. G. Jones (de quien no me referiré mayormente, pues ya lo hice en su momento hace años cuando escribí sobre Wonder Woman: Hiketeia), está conformada por 6 números (tal como la ya revisada en este blog miniserie de los Minutemen y la de Ozymandias, próximamente por estos lares).  Es así que esta considerable cantidad de números, permite ahondar en mayor profundidad que en el caso de Espectro de Seda, en el oscuro pasado de un personaje tan complejo como lo es el Comediante.
     Al leer en su conjunto esta serie de precuelas sobre Watchmen, queda en evidencia la relevancia que posee alguien como este mercenario sociópata, dentro de toda la obra de original de Moore y Gibbons, como de igual manera en estas otras mismas novelas gráficas.  Pues cabe mencionar que la historia misma de la dupla británica, parte nada menos que con la figura del Comediante, la que a manera de efecto dominó provoca todos los posteriores acontecimientos, así como une el resto de los eventos pasados que se nos van revelando.  Por otro lado, no se puede olvidar que este mismo sujeto fue el único de los primeros justicieros en estar en la segunda conformación, que toma el relevo y protagonismo dentro de la novela gráfica primigenia.  De este modo Edward Blake (nombre real de este vigilante), mantiene también una presencia destacada, dentro cada uno de los especiales dedicados a sus compañeros; es así que más que ningún otro caso, vamos contemplando su evolución (o involución, tal como queda detallado gracias a Azarello y Jones), desde su temprana labor como hombre de acción, hasta su madurez y que incluso ya superado el medio siglo de vida lo mantiene activo y vigoroso.   
      
     Pese al carácter violento y falto de empatía de este sujeto, algo que para nada está ausente en este cómic (si no que al contrario, queda más claro que nunca), acá se le puede ver una faceta mucho más humana que la conocida hasta ahora; pues tal como se presenta al principio, este hombre es capaz de sentir amor y estamos hablando de uno muy especial: el de amigos, es decir, la confraternidad que hay entre hombres y que tantos relatos ha dado a lo largo de la historia en numerosas culturas.  Y en este caso no estamos hablando de un compañerismo con cualquier “hijo de vecino”, si no que esta versión del Comediante es nada menos que amigo íntimo de los hermanos John y Robert Kennedy, relación que marca toda esta miniserie desde principio a fin.

        Al tener como personajes secundarios dentro de este título a los hermanos Kennedy, en realidad estamos adentrándonos en aguas más turbias que la ficción, pues el argumento lo que hace es utilizar la misma realidad de los “trapitos sucios” del gobierno de los Estados Unidos, para hacer un repaso por lo más tumultuoso de la década de los sesenta gringos; de este modo nos encontramos con el Comediante no como un espectador de tales eventos, sino que como un protagonista de importancia  dentro de estos mismos, al manchar con su huella tales acontecimientos.  Es así que se puede decir que esta historieta es una revisión en clave política, pero profundamente crítica y verosímil de este periodo.
        El comienzo de esta novela gráfica no puede ser más prometedor, pues ya en las primeras viñetas aparecen no solo los Kennedy, sino que también la esposa del Presidente, Jacqueline y otro relevante personaje dentro de la historia usaca de aquella época.  La manera de cómo se ve plasmada la presencia del Comediante en sus vidas y en la del resto de la nación, deja claro de que estamos frente a un cómic serio y adulto, algo que solo un lector informado puede llegar a apreciar en su totalidad; de hecho, la historieta se encuentra exenta de humor, algo que daba sin dudas un respiro en medio de tanta tragedia en las miniseries anteriores y que también podrá verse en la mayoría de las que le siguen a esta.  Respecto a la involucración del mercenario por la zona más siniestra de los años sesenta, según esta historia, viene a estar su participación en los disturbios raciales de Los Ángeles, como, por supuesto, en lo que concierne al conflicto armado en Vietnam (de hecho, espantoso en realidad viene a ser su papel en la tristemente recordada masacre de My Lai).  El cuadro se completa, cuando este sujeto termina participando de manera muy directa en el asesinato, de otro destacado personaje real de la cronología gringa.
        Nada llegamos a conocer acerca de sus “orígenes secretos·”, a diferencia de lo que vimos con anterioridad y lo que sucederá con las novelas gráficas que están por ser revisadas en Antes de Watchmen.  Pues el Comediante viene a ser lo peor dentro de la figura del vigilante de un cómic de superhéroes: alguien que no solo gusta de la violencia, sino que en su supuesto papel de justiciero, lo único que hace es satisfacer su ego y su hambre de sangre.  Por lo tanto en esta obra no importa qué lo llevó a tomar su nombre de guerra, sino qué pasó con él como para que se transformara en alguien tan detestable.  Por lo tanto a lo largo de estos 6 números, lo acompañamos en su descenso por el infierno de la autocondenación.
        El Comediante dentro de toda su perfidia es sin dudas, como representante en las sombras del gobierno estadounidense, la encarnación de los mismos crímenes políticos de dicho país.  Esto, puesto que como ejecutor en representación de su país, quien enarbola su bandera en su mismo traje y más encima es considerado como héroe y patriota por muchos de los suyos, no duda en actuar con violencia para defender los supuestos ideales de libertad y justicia.  Su figura masculina y fuerte es la propia de un estado imperialista, que ve a los demás pueblos y a los otros, como objetos para conseguir el poder absoluto.  En cierto sentido, Edward Blake es la antítesis del heroico Capitán América, puesto que mientras este otro enarbolando sus mismos símbolos patrios defiende lo mejor de sus principios, el otro solo se esconde bajo ellos para dar pie a sus miserias.  No obstante habrá que esperar a la misma miniserie dedicada a Ozymandias, para descubrir, con sorpresa, una faceta mayor de este nefasto hombre, que en un momento supo apreciar el valor de la lealtad y que al menos como nos lo deja  su último número, se ha vuelto más que nunca en un asesino sin escrúpulos.
      Una última reflexión tras haber leído este título, el nombre de guerra de Edward Blake, el Comediante, quien usa como distintivo la icónica carita sonriente conocida como Smile (surgida en medio del discurso pacifista hippie de los sesenta), es sin dudas toda una contraposición a la imagen positiva de todo ello.  Puesto que la sonrisa de Blake no es la propia de la sana alegría, ni la que surge del buen humor y la comunión con los demás, sino que es producto del hedonismo de un sádico para quien los otros nunca son sus iguales; las malas pasadas que les hace vivir al resto, quitándole importancia a la seriedad de las cosas con sus actos violentos y ridiculizándolos con sus bromas (tal cual el Guasón), es sin dudas toda una ironía frente al significado más sublime de la vida real: que esta sí que vale la pena vivirla en compañía con el resto de quienes nos rodean, algo que en su soledad el Comediante ha optado por obviar en su naturaleza insana.


sábado, 13 de septiembre de 2014

Un Cuento de Navidad para Batman: “Noël” de Lee Bermejo.


    Una clásica y particular tradición en las narraciones de origen anglosajón, son las historias navideñas, siendo su máximo exponente literario la ya archiconocida Canción de Navidad de Charles Dickens; esta obra casi ha llegado a opacar a los trabajos de Shakespeare, al Drácula de Bram Stoker, al Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle y al Frankenstein de Mary Shelley, debido a las tantas versiones que ha tenido para el cine, la televisión, los cómics y otras expresiones artísticas que año a año se suman a una larga lista.  Cabe hacer notar también que muchos autores inspirados en obras como las ya señaladas, libros capitulares dentro de sus géneros, han realizado sus propios trabajos que les han rendido tributo, en lo que también recibe el nombre de intertextualidad, por cuantos estos títulos posteriores hacen mención directa o indirecta a dichos textos…
   …Hace un buen tiempo ya que el cómic ha logrado ocupar su sitial como verdadera expresión de arte, independientemente de sus características populares y humildes orígenes como medio de entretención y escapista, muchas veces relacionado con las lecturas de corte infantil… ¿Y que pasa cuando mezclamos la añeja costumbre de contar relatos navideños, con la preocupación por hacer una historieta de verdadera calidad argumental y gráfica? Respuesta: que entonces nos encontramos con un título como el que se menciona más arriba, Batman: Noël de Lee Bermejo.
Lee Bermejo (el que está dibujando, claro).
    Bermejo comenzó a trabajar en las historietas del Señor Oscuro como dibujante allá a principios de la década pasada y sólo tiempo después dio el salto en sus viñetas en la labor también de guionista.  Desde un principio su versión sobre el Caballero de Ciudad Gótica acaparó la atención de sus seguidores, primero por sus estilizados dibujos comparados sólo a artistas perfeccionistas como Jim Lee y Alex Ross.  De hecho con Lee comparte la misma técnica “esculpida” y donde los rostros y cuerpos de sus personajes se ven detallados con dedicación, destacando la musculatura de estos; en cuanto a Ross, la labor de Bermejo es casi tan realista como la suya, heredera de la sofisticada estética del llamado realismo socialista (que tanto brilló en su momento entre los rusos, chinos y otros países de la Cortina de Hierro).  Luego la personal manera de interpretar a Batman, tan suya, no deja lugar a dudas de que cuando se ve una de sus tantas ilustraciones acerca del Murciélago, se está frente a una de las mejores visiones gráficas sobre éste y que bien posee su propio sello particular que lo diferencia de otros dibujantes (como ya lo es el mismo Batman de Alex Ross, el de Frank Miller, el de Bruce Tim, el de Neal Adams y el de Mike Mignola).  Su Batman usa un traje de cuero que se nota hecho a mano (tan de “detective”), lleno de bolsillos para guardar gran parte de sus famosos artefactos y con una capa articulada que rememora la hecha por Bob Kane en sus inicios, la que a su vez se inspiró en un bello boceto de Leonardo da Vinci, basado a sí mismo en las alas de los quirópteros.
     La carrera de Lee Bermejo ha conocido verdaderos logros, siendo algunos de sus más grandes éxitos las novelas gráficas Luthor y Joker, donde hizo los lápices para sendas historias escritas por otro grande de los cómics, en el grupo de los guionistas, claro: Brian Azzarello.  En el caso del cómic acerca del Payaso del Crimen, su interpretación acerca de éste no puede ser más grotesca y se encuentra claramente basada en la vista en el filme Batman el Caballero de la Noche de Christopher Nolan; en ambas, tanto el filme como en la historieta, el Guasón se muestra como un sujeto que se ha cortado a sí mismo la comisura de los labios para “extender” su sonrisa. 
    No se puede dejar de lado la contribución de la colorista italiana Barbara Ciardo, quien logró estar a la par del maestro Bermejo, otorgándole a sus acabados la acuarela perfecta, donde logró acentuar lo gótico por un lado y por otro la calidez del brillo según el argumento lo requería.  Su contribución es sin vacilaciones todo un aporte y no deja de causar en el espectador maravilla, pues potencia como nunca la belleza del arte del dibujante. 
     Conocida por gran parte del mundo, incluso entre quienes no leen, es la ya mencionada más arriba Canción de Navidad de Charles Dickens.  En esta obra, que transcurre en una sola noche, la llamada Noche Buena de Navidad, quien fuera un hombre famoso por su egoísmo y amargura, Ebenezer Scrooge, realiza un viaje en el tiempo acompañado de tres poderosos espíritus; ellos lo hacen cambiar, de modo de que éste mismo descubra el verdadero sentido de la Navidad y con ello se convierta en un mejor ser humano…Pues bien, Batman: Nöel inicia con una sentida dedicatoria del artista Lee Bermejo a su abuela, quien le regaló a éste su primer libro de Dickens; de este modo es posible darse cuenta cómo un buen libro y una genial historia pueden marcar para siempre la vida de una persona.   Con textos que bien parecieran ser extraídos de la misma obra clásica de Dickens y que sirven para ambientar esta especial historia sobre Batman, tal cual la vieja narración que la inspira, transcurre todo en la noche de Navidad, siendo el propio Señor de la Noche quien se encuentra con tres personajes importantes para él.  La visita de cada uno de ellos resulta ser lo suficientemente significativa, como para terminar dejándole una lección de vida, que hacia el final de esta novela gráfica, se traducirá en un emotivo cierre como es tradicional en este tipo de obras.
    Considerando lo expuesto en el párrafo anterior, aquí es el Murciélago quien hace de Scrooge, ya que si bien Batman hasta antes de esta aventura no es un sujeto tacaño, sí hasta cierto punto resulta ser algo misántropo y en medio de su cruzada justiciera, según se puede ver aquí, ha perdido el rumbo; pues se ha convertido en un sujeto tan amargado como su supuesto símil literario, a su vez que todo lo ve blanco y negro; a esto se le suma su carácter obsesivo que lo lleva a trabajar sin vacilaciones en plena Navidad, alejado de sus seres queridos, quienes bien quisieran compartir en esa fecha con él.  De hecho, en la mayor parte de las viñetas centradas en éste, se le puede ver con el rictus endurecido, siempre molesto o enojado, como si hubiese perdido el encanto de la vida.
     En la trama, Batman anda detrás de su más famoso enemigo, por supuesto que el Guasón, quien hace uso de un pobre hombre para sus oscuros propósitos.  De este modo paralelamente a lo que tiene relación con el Caballero Oscuro, se aborda el drama de este casi patético individuo y quien junto a su hijo, un niño que pese a la miseria de su circunstancia no ha perdido la candidez y la esperanza, hace lo posible por darle a éste la mejor Navidad posible…Es entonces que la existencia de ambos se cruzan, teniendo en medio al chico y al Guasón.  Cuando se produce el esperado encuentro final entre el bien y el mal, todo ello viene a ser nada menos que una extrapolación de la visita del Espíritu de las Navidades Futuras, del texto de Dickens, y que aquí se encuentra bajo la figura del villano.   Este “Espíritu” no tiene buenas intenciones como el original, sin embargo su intervención igual llega a ser esencial para cerrar el círculo, que permita la esperada conclusión. Al enfrentar el superhéroe a su némesis, lo que hace también es aceptar por fin su propia mortalidad y con ello consigue una nueva oportunidad para cambiar su postura negativa.
     Si al Guasón le corresponde en esta novela gráfica la tarea de representar al Fantasma de las Navidades Futuras (el cual viene a ser nada menos que el símbolo de la incertidumbre y de las múltiples posibilidades que corresponde a nuestro devenir)…¿Quiénes vienen a ser entonces los otros dos espíritus? Pues bien, otro personaje icónico en la cronología del Cruzado toma la labor de ser el Fantasma de las Navidades Pasadas y tal honor le corresponde nada menos que a la carismática Gatúbela; esta ladrona de buen corazón y que tiene su historia personal con el Enmascarado, hace su entrada en la historia de forma inesperada.  Bermejo hace que Gatúbela invite a Batman a recordar sus antiguos encuentros y con ello realiza un homenaje a los cómics de la Edad de Plata, mostrándola con sus antiguos atuendos, al igual que al superhéroe, y cuando era una dama mucho más peligrosa que en la actualidad (a su vez es posible ver a Robin como en aquellos tiempos).  Los diálogos entre estos dos demuestran el verdadero carácter de la ladrona, sus sentimientos por Batman y la misma oscuridad en la cual se encuentra éste último, de modo que queda claro por qué razón es necesario que tenga su propia epifanía hacia el desenlace de esta obra.
    
Superman/Batman según Bermejo.
Quienes saben de cómics y en especial de historietas de DC, tienen la seguridad de que si Batman representa a la noche y al miedo, Superman es la otra cara de la moneda, simbolizando el día y la esperanza.  Es así que le corresponde al Hombre de Acero hacer en esta obra del Fantasma de las Navidades Presentes, haciendo su propio aporte para que su colega y amigo recupere lo que ha perdido.  De este modo Bermejo y por igual la Ciardo, le otorgan al kryptoniano un aire sobrenatural, mágico, donde queda de manifiesto su inmenso poder y gran corazón en las viñetas que aparece; pero es más  con la labor de Barbara Ciardo, que se le otorga a Superman una luminosidad tan cálida y divina, que no hay lugar a dudas de que el Azuloso es un ser extraordinario.  Queda de manifiesto en el encuentro entre estos dos, la oposición de métodos y de personalidad entre los más grandes superhéroes de DC y que sin embargo se complementan entre sí, dejando de lado sus diferencias, hasta a llegar a convertirse en compañeros y en íntimos.   A todo esto, al contemplar el traje con el que aparece Superman, es posible darse cuenta que esta historia se haya fuera de la continuidad del actual Universo DC, ya que si bien fue hecha en el año de 2012, el Hombre del Mañana no usa el traje de los llamados Nuevos 52, que son los cómics de la actual cronología DC; de este modo en esta obra lleva el antiguo equipo de “los calzoncillos rojos sobre los pantalones” y no la armadura kryptoniana con la cual se le conoce hoy en día.

     Nöel es uno de los tantos nombres que se le da a Santa Claus, conocido en Chile como Viejito Pascuero.  Al llevar en su título dicha palabra esta novela gráfica, queda de manifiesto su naturaleza navideña, aún cuando ésta no deja de poseer un carácter mucho más adulto que la aleja de las historias más edulcoradas de este tipo.  Es claramente un relato navideño, aunque para adultos, si bien está clara su deuda con la novela de Charles Dickens, aunque su final posee la cuota de esperanza que se esperaría en una historia como ésta y exponiendo la noción de que todo el mundo merece ser feliz (más todavía tratándose de Batman).

La portada completa que hizo Lee Bermejo para este celebrado cómic.
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