2.1. El Director.
A diferencia de su colega Don
Coscarelli, Stuart Gordon es un director mucho más popular y con una filmografía de mayor envergadura,
si bien sus seguidores quisiéramos como mínimo una película suya por año, en vez
de una cada dos o tres como por lo general acostumbra (o puede, considerando sus posibilidades económicas). Gordon comenzó su carrera artística en el
teatro, liderando su propia compañía y con la cual realizó obras de carácter
rupturista y siempre cercanas a su género favorito: el terror, donde la
truculencia y el gore siempre
estuvieron presentes; fue dentro de esta misma compañía donde conoció a su gran
amigo, colaborador y actor fetiche Jeffrey Combs, hoy actor de culto, con quien
filmaría ya cintas clásicas y alabados por la crítica y los fanáticos como Reanimator, From Beyond y Castle
Freak.
En casi veinte filmes a lo largo
de poco más de tres décadas de producción, Stuart Gordon se ha transformado en
el director que mejor ha logrado plasmar la “complicada” pluma de H. P.
Lovecraft, a la hora de llevar al séptimo arte sus historias sobrenaturales y de
Horror Cósmico, consiguiendo ser el favorito de muchos para ver una adaptación
audiovisual del creador de Cthulhu y compañía.
No obstante, Stuart Gordon, quien también oficia de guionista, en sus
trabajos llevando al celuloide a Lovecraft no es 100% fiel a sus
trabajos al material original, puesto que además se permite plasmar en tal labor sus propias
obsesiones, tales como el sexo y una violencia mucho más que implícita (lo que
en Lovecraft apenas se aborda, en especial lo referente al erotismo y la figura
de la mujer como uno de los pilares de la historia, puesto que sus propias
taras lo llevaron a obviar en su arte tales temáticas). En todo caso se agradece a este director que
le haya otorgado su propio cariz a cada una de sus adaptaciones del "Soñador de Providence",
haciéndolo así mucho más digerible y actualizado para un público masivo, como por igual dado
más a lo efectista que a la sugerencia.
La colaboración Lovecraft-Gordon partió en un
ya lejano 1985, cuando se estrenó en los cines Reanimator, basada en uno de los tantos relatos cortos del
escritor, Herbert West: Reanimador;
con este filme el director alcanzó la fama, si bien la mayoría de sus filmes
siempre han sido de bajo presupuesto, salvo el filme de ciencia ficción La Fortaleza de 1992 y teniendo a Christopher
Lambert como a protagonista, en plena cima de su carrera hoy en decadencia. Otras de sus particulares versiones de la
obra lovecrafniana son From Beyond (1986),
Castle Freak (1995) y Dagon (2001 y la que filmó en
España, otorgándole un curioso aire folclórico y étnico; hasta que en 2005
realizó el filme que ahora se aborda, siendo hasta la fecha su última revisión
de los trabajos de su autor favorito.
Cada uno de estos filmes, se caracteriza por el gusto a la hora de hacer
lo más gráfico posible el horror muchas veces sugerido por Lovecraft, llenando
la pantalla con criaturas en verdad pavorosas, grotescas y de carácter
embrionario, supurando fluidos de dudoso origen.
En general el cine de Gordon es
para espíritus firmes, dados a los excesos y que les permita aceptar escenas que
caen en el sadomasoquismo y un humor muy, muy negro, sin olvidar su afán por
las imágenes cargadas de plasma y vísceras dispersadas casi con lujuria. Por otro lado, este director puede llegar a crear
fantasías oscuras originales e incluso cargadas de su propio lirismo, como
sucede con su visita a los clásicos cuentos infantiles en Dolls (1987), filme de terror
ochentero con más de una moraleja. Esta
firma bizarra suya, muy dada a los excesos, ha hecho que muchos de sus filmes
sufrieran varios cortes de la censura en su metraje, por lo que sólo años
después se han podido ver las versiones íntegras de sus trabajos.
Dentro de su veta literaria,
Stuart Gordon también tiene entre sus maestros al mismísimo Edgar Allan Poe,
para quien en dos ocasiones ha hecho sus propios homenajes, filmes que sólo
se pueden comparar a los hechos en su momento por Roger Corman y Vincent Price
hace ya décadas. En 1991 fue capaz de
hacer una versión del cuento clásico El
Pozo y el Péndulo, con gran verosimilitud a la hora de “alargar” un
cuento tan corto, contándonos una historia ambientada en plena Inquisición
Española, con Torquemada incluido (además el filme se vio realzado por el
trabajo actoral de otro artista de culto en el género, como lo es Lance
Henricksen, el recordado androide Bishop de las películas de Alien, siendo apoyado también por una
banda sonora bellísima compuesta por Richard Band, con quien ya había trabajado
anteriormente). Su segundo trabajo,
quizás el mejor de toda su filmografía, fue su segundo aporte a Maestros del Horror, película a la
que en su momento se le dedicará su propio apartado y que demuestra en su
confección una profunda admiración y amor por un escritor a quien el mismo
Lovecraft no cejó en elogiar (me estoy refiriendo a su particular visión de El Gato Negro, la que fue incluso
capaz de superar al trabajo ya valioso de un colega suyo y también participante
de Maestros del Horror, Dario
Argento, quien en el díptico Los Ojos
del Diablo (1990), junto a su amigo George Romero homenajeó a Poe,
adaptando este mismo cuento, mientras que Romero lo hizo con El Extraño Caso del Señor Valdemar).
Otros de sus trabajos a
destacar, son su incursión dentro de la ciencia ficción, como lo son Robot Jox (1989), una película donde
con unos efectos más que convincentes para la época y el presupuesto, muestra
algunas de las mejores batallas de mechas
(robots gigantes) al más puro estilo animé (o sea animación japonesa) que se puedan recordar. Luego en 1992 está su reinterpretación de los
filmes de fuga de cárceles, con La
Fortaleza ya mencionado arriba, quizás su única película hecha por
encargo y donde se dio el gusto de mostrar su lealtad entre sus compañeros
habituales de trabajo, llamando a su actor habitual Jeffrey Combs entre los
protagonistas (este filme fue lo suficientemente exitoso como para tener su
propia secuela, aunque para nada estuvo involucrada en ella Stuart Gordon).
Su obra Hija de las Tinieblas (1990) fue al parecer la última
contribución al cine del recordado Antony Perkins, el Norman Bates de Psicosis, una de las obras más
recordadas de Alfred Hitchcock y que tuvo su seguidilla de secuelas para nada
decepcionantes (aunque su director original ya había fallecido hace rato, cuando
se hizo la segunda de la saga).
Regresando a su labor más
famosa, Reanimator, su
condición de obra maestra llegó a tal punto, que tal como sucedió con Phantasma de Don Coscarelli (ya
nombrada en el post anterior), la revista especializada Fangoria la tiene considerada como a una de las mejores
películas de terror de los 80, además de citarla en cuanto a se refiere a los filmes que mejor hayan reflejado el
espíritu lovecrafniano (honor compartido en aquel entonces con The Thing, la de Carpenter por
supuesto, y no la de la zanahoria gigante, y la primera entrega de Alien, si bien hoy en día se deben
sumar muchas películas más como En las
fauces de la Locura del propio Carpenter y la ominosa Event Horizon). Por otra parte, de este clásico ochentero se
han hecho dos secuelas más, siempre teniendo a Combs como a su protagonista y a
Brian Yuzna, amigo de Gordon y productor del filme original, como director de la
segunda parte y productor de la tercera.
A su vez se hicieron unos cuantos cómics basados en estos personajes.
Una faceta más familiar de
Stuart Gordon es su guión original para la película de Disney Querida Encogí a los Niños (1989),
la que debido a su gran éxito e interesantes premisas, originó sus propias
secuelas.
2.2. La Película.
Fue estrenada el 4 de noviembre
de 2005. Es de seguro unos de los
mejores filmes de la serie Maestros
del Horror, considerándose que un autor tan popular como Lovecraft
pocas veces ha sido llevado soberbiamente a la pantalla y más aún que el
encargado de este trabajo fue Stuart Gordon, del que ya se ha dicho es el mejor
a la hora de adaptarlo para dicha expresión artística. Esta cinta está basada en el cuento homónimo
(en español, Los Sueños en la Casa de
la Bruja) y aborda uno de los temas recurrentes en la literatura de Lovecraft:
los sueños. No obstante en esta
historia, como en la película misma, el autor se escapa de las historias más
bien poéticas pertenecientes a su ciclo onírico de Randolph Carter, para narrar
una trama donde son más bien espantosas pesadillas las que les toca tener al
protagonista, en una trama que en realidad corresponde a su ciclo de Cthulhu,
es decir, estamos hablando de un relato puro de Horror Cósmico[1].
En la película vemos como un
joven, inteligente y guapo estudiante universitario de física, proveniente de
la ficticia universidad de Miskatonic (y aquí una alusión-homenaje al mismísimo
Lovecraft, pues este lugar forma parte de la propia mitología de su autor, si
bien en el cuento original no se menciona este sitio) llega a arrendar una
habitación en un deplorable y antiguo edificio.
El lugar está lleno de patéticos personajes, salvo una sexy madre
soltera, con la que el muchacho establece una amistad que raya en la atracción
erótica (otro aporte del propio Gordon y su guionista habitual Dennis Paoli, a
la labor lovecrafniana casi carente del elemento femenino y totalmente ausente
de la carga sexual). El protagonista llega
al lugar con la intención de realizar sus experimentos para encontrar una
especie de puertas interdimensionales; para su suerte, o más bien para su
infortunio, el lugar donde ha llegado a parar posee las características que
busca y es entonces que su vida llegará a un punto sin retorno y en el que
cualquier persona cuerda no quisiese estar.
Fuerzas malignas que están mucho más de sus posibilidades, lo tienen
considerado entre sus planes.
Respecto al cuento original que
motivó a esta película, esta vez el director como contaba con un cuento mucho
más largo que los otros que adaptó del autor, fue lo suficientemente fiel al
relato literario, con los agregados correspondientes aparte de la arista sexual
ya mencionada. En su texto, Lovecraft se
permite darle cierta credibilidad científica a las teorías cuánticas que
presenta al mencionar uno que otro científico y referirse a ciertas ecuaciones,
lo que en el caso del filme aquí abordado no deja de tenerse en cuenta. Esta idea de portales entre mundos ya había
sido abordado en este tipo de literatura, siendo uno de sus mejores exponentes
otro clásico del horror cósmico como Los
Perros de Tíndalos de Frank Bellnap Long.
Stuart Gordon al filmar este
trabajo, llamó a Ezra Godden, quien fue el protagonista de su película Dagon. El filme a su vez es lo suficientemente cruel
como para poseer algunos de los momentos más adrenalínicos del terror
televisivo, incluyendo sexo con una monstruosa bruja y al hermoso bebé ya
mencionado, sometido a las salvajadas tan del gusto de su director.
En cuanto al desenlace de esta
producción, como la mayoría de las obras del artista que la inspiró, es
pesimista al mostrar cómo el ser humano es incapaz de doblegar un destino
inexorable, en medio de un universo donde existen poderes que escapan a su
control y conocimiento.
A diferencia del filme anterior
hecho por Coscarelli, Incident On and
Off a Mountain Road que no ceja en poseer un fuerte cariz político, Dreams
in the Witch-House es un ejercicio que aparte de rendir tributo a
Lovecraft, sólo desea entretener y se puede afirmar que lo logra con creces.
[1] Para los no iniciados en este
subgénero de la literatura de terror, el Horror Cósmico corresponde a un tipo
de obras creado por el propio Lovecraft y apoyado por el trabajo de sus amigos
y colaboradores literarios entre los que se encuentran autores de la talla de
Frank Bellnap Long, Clark Ashton Smith, Robert Howard, Robert Bloch y muchos
más. Todos ellos ayudaron a crear una
nueva mitología que hoy en día está considerada entre las más influyentes en
los medios populares y la cual está llena de monstruosas criaturas, siendo
Cthulhu el más siniestro de todos ellos, quiénes tras haber perdido una guerra
en plena Noche de los Tiempos, tratan hoy en día de regresar a nuestra
realidad; a su vez para lograr su cometido, oscuros y malignos textos de magia
negra se usan, de los cuales el infame Necronomicón es el más conocido.
hola, interesante texto, cada dia se aprende algo nuevo del terror, hoy aprendi del terror cosmico.
ResponderEliminarCuando era chico tengo vagos recuerdos de haber visto la fortaleza, ironicamente hablando recuerdo una escena que no se si me equivoco o no era de esa pelicula, en la que un hombre pisaba sobre unas lineas rojas, habiendo un aviso de antemano sobre no pisarlas, y este empieza a morir en el acto, creo que cuando uno no tiene el criterio formado le llegan con demasiada fuerza estas peliculas, no lo digo por el simple hecho de que provoquen miedo, sino al hecho de que demuestran que a veces laspersonas se ven envueltas en situaciones en las que se ve casi imposible salir bien, o al menos eso pensaba en esos tiempos.
atte. fabian ibarra
Creo que el terror cosmico existencialmente hablando, puede llegar a ser uno de los mas aterradores generos, puesto que los protagonistas suelen enfrentarse a cosas que estan mas alla de su imaginacion, y si nos enfocamos en el mismisimo Lovecraft, uno de los mejores cuentos, al menos de los que he leido fue el color que cayó del cielo, donde un asteroide comenzo a alimentarse del lugar en donde se encontraba, ademas de volver loca a la gente en pocas palabras, hacia que la historia fuera asfixiante.
ResponderEliminarY hablando de la historia que convoca este texto, tenemos una pelicula en donde lo desconocido puede converirse en una desgracia para nosotros.
Atte. Fabian Ibarra
Concuerdo contigo, Fabián, de que el cuento que nombras es realmente memorable; a su vez aprovecho de contarte que en los setenta inspiró una muy entretenida peli (aunque una versión algo libre del cuento), con el gran Boris Karlof de protagonista (la famosa Criatura de Frankenstein de las pelis en b/n de la Universal) ¿Pero te viste o no esta gran adaptación a la que me refiero en el texto?Si la respuesta es no...¡Qué esperas!
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