domingo, 14 de diciembre de 2014

En dirección hacia la Fundación.


    El famoso, importante, multipremiado y homenajeado escritor estadounidense, científico y divulgador Isaac Asimov llegó a escribir sobre los 300 libros; entre ellos destacaron sus abundantes aportes a la ciencia ficción, los que incluyeron cuentos, novelas y antologías.  Fue este género el que le dio mayores divisas, donde más destacó y cobró gloria, siendo que además a través de él acuñó conceptos que hoy en día forman parte del lenguaje cotidiano en el mundo real, como lo son la palabra robótica y ya como conceptos de tipo más “científico”, los términos positrónico y psicohistoria; a su vez fue el creador de las hoy celebradas Leyes de la Robótica y tenidas en cuenta a la hora de llevar a cabo la posibilidad de dar vida a inteligencias artificiales (que originalmente eran 3, pero a la cual años después incorporó una cuarta dentro de sus últimas obras).
    En lo que respecta a sus trabajos de ficción en la también llamada narrativa de anticipación, Asimov mucho antes que el propio Stephen King y más tarde Orson Scott Card, como también Brandon Sanderson, diseñó un universo literario en el cual incorporó varios de sus títulos, entre relatos y novelas, de modo que en muchas de ellas era posible encontrarse con personajes recurrentes tales como la robopsicóloga Susan Calvin, la IA Multivac, el detective Elijah Baley y el androide Daneel Olivaw.  Con esta hazaña llegó a diseñar una historia del futuro, de tal modo que si uno ordenara cronológicamente todos estos textos, bien podría hacer una línea del tiempo acerca de la evolución de la humanidad y su paso por las estrellas; asimismo esta continuidad argumental unificadora en gran parte de sus títulos, llegó a abarcar no cientos, ni miles de años, si no que millones, en un impresionante despliegue de creatividad y siendo testimonio de ello el que por el mismo autor seria su mejor cuento: La Última Pregunta, donde el artista revela a sus lectores el destino final de la raza humana.
     Siguiendo en lo que respecta a la historia futurista ficcional asimoviana, en ella resulta de vital importancia todo lo concerniente al Imperio Galáctico, con su auge y caída y sobre el cual un apasionado de la historia verdadera como este fabulador, se inspiró en nada menos que el Imperio Romano para dotar de verosimilitud a sus escritos.  Pues bien, en determinado momento de esta cronología ficticia, aparecieron las Fundaciones, instituciones “intelectuales” encargadas de velar por el patrimonio cultural de la humanidad, una vez que la utopía del Imperio Galáctico fuese devorada por la entropía.  Todas las obras enmarcadas durante este periodo recibieron el nombre de Ciclo de las Fundaciones, encontrándose acá un buen número de narraciones breves y extensas, ambientadas en cada uno de los distintos momentos de esta saga.  Es así como Un Guijarro en el Cielo (Pebble in the Sky) corresponde a su primera novela  y la cual además forma parte de esta extensa serie (siendo en todo caso una obra independiente, ya que se puede leer sin problemas; pues no depende de las que le precedieron, puesto que es una obra autónoma como el resto y su desenlace queda por completo cerrado).
     Publicada en 1950, fue originalmente un cuento y cuyo nombre era Envejece conmigo, debido a un verso de un poema del inglés Robert Browning (el mismo que inspiró con otra de sus composiciones a Stephen King, para crear su macrosaga de La Torre Oscura); luego como es tradición en la literatura, su autor alargó la narración hasta darle forma de novela.  El libro transcurre en pleno auge del ya citado Imperio Galáctico, de modo que la humanidad ha conquistado la galaxia y se encuentra dispersa en miles de planetas y de sistemas solares, siendo además la única especie inteligente de la que se tiene conocimiento.  No obstante su trama transcurre por completo en la Tierra, mundo que en la época en que se ambienta esta joyita, es menospreciado por el resto de los ciudadanos del Imperio, quienes consideran al planeta y a sus nativos como retrógrados y ciudadanos de segunda clase (además de primitivos).  A la pésima popularidad que posee la Tierra y los terrestres, se le suma un propio gobierno casi dictatorial y también xenófobo, si bien trabaja al amparo del emperador, aunque bien poseen la independencia típica de la recordada pax romana de la Antigüedad.  De tal modo los terrestres en general tampoco aman a sus congéneres extranjeros.  Por otro lado, en la Tierra existe la certeza de que en ella nació la especie humana y sus creyentes guardan con recelo todo conocimiento al respecto, siendo que en el resto de la galaxia esto se considera solo una superchería.  Teniendo en cuenta un escenario como este, era de esperar que el joven Asimov de aquellos años, aprovecharía todos estos elementos para contarnos una historia donde seria evidente el surgimiento de una crisis política entre la Tierra y el resto del Imperio; a su vez quedaría de manifiesto que no solo se trataría de una obra de sana entretención, si no que todo se prestaría para la crítica social, en especial en lo que respecta a los temas de la intolerancia, el dogmatismo, la represión y hasta el terrorismo, entre otros. El siguiente fragmento ejemplifica al atmósfera emocional en parte enrarecida de este título:

     “El teniente fue hacia Arvardan y Pola.
      — ¿Cómo se llamaba? —preguntó.
     En su voz no había ni tan siquiera crueldad, sólo la indiferencia más absoluta imaginable. El teniente pensaba que un terrestre había muerto. ¿Y qué? Aquel día también había matado una mosca, ¿no? Eso elevaba el total a dos insectos muertos.
     No obtuvo respuesta porque Pola inclinó la cabeza humildemente y Arvardan se limitó a lanzarle una mirada llena de curiosidad. El oficial imperial no apartó los ojos de ellos.
     —Examine a esos dos para averiguar si están infectados —ordenó secamente.
     Un oficial con la insignia del Cuerpo Médico Imperial fue hacia ellos y les examinó con muy poca cortesía. Sus manos enguantadas se metieron casi a la fuerza debajo de sus axilas y tiraron de las comisuras de sus labios para permitirle observar la mucosa de sus mejillas.
     —No hay infección, teniente —dijo por fin—. Si hubiesen estado en contacto con un caso de fiebre de radiación esta tarde, el contagio ya se habría producido y las llagas resultarían visibles.
     —Hum —murmuró el teniente Claudy.
     Se quitó cautelosamente el globo de vidrio, aspiró con expresión satisfecha el aire «puro» (aunque fuese de la Tierra), y apoyó la incómoda esfera de vidrio sobre el hueco de su codo izquierdo.
     — ¿Cómo te llamas, terraqueja?
     El término en sí era insultante, y el tono con que había sido pronunciado lo volvía todavía más ofensivo, pero Pola no dio ninguna muestra de resentimiento.
    — Pola Shekt, señor —susurró.
    — ¡Tus documentos!
    Pola hurgó en el bolsillito de su bata blanca y sacó la libretita roja de la documentación.
    El teniente la cogió, la abrió bajo el rayo luminoso de su linterna de bolsillo y la estudió.
    Después se la arrojó de vuelta. La libretita cayó al suelo, y Pola se apresuró a inclinarse para recogerla.
    —Levanta —ordenó el teniente con impaciencia.
   Dio un puntapié a la libretita propulsándola fuera del alcance de Pola. La joven apartó los dedos. Estaba muy pálida.
    Arvardan frunció el ceño y decidió que ya iba siendo hora de que interviniese.
     — ¡Eh, un momento! —exclamó.
    El teniente se volvió rápidamente hacia él. Sus labios tensos dejaban al descubierto los dientes.
    — ¿Qué has dicho, terraquejo?
    Pola se interpuso inmediatamente entre ellos.
    — Por favor, señor... Este hombre no tiene ninguna relación con nada de lo que ha ocurrido antes. Es la primera vez que le veo.
    —Te he preguntado qué habías dicho, terraquejo —insistió el teniente apartando a la muchacha de un empujón.
    —He dicho «Eh, un momento» —murmuró Arvardan, devolviéndole la mirada sin inmutarse —, y me disponía a añadir que no me gusta la forma en que trata a las mujeres y que le aconsejo que intente mejorar sus modales.
    Estaba demasiado irritado para corregir la falsa impresión sobre su origen que se había formado el teniente.
    Los labios del teniente Claudy se curvaron en una sonrisa totalmente desprovista de humor.
    — ¿Y dónde te han educado a ti, terraquejo? ¿Qué pasa, crees que llamar «señor» a un hombre es un esfuerzo excesivo para ti? No sabes mantenerte en tu lugar, ¿eh? Bien, hace mucho que no he tenido el placer de dar una lección a un animal de tu especie, así que...
    Su mano castigó el rostro de Arvardan moviéndose con la velocidad de una serpiente que ataca, y la palma y el dorso la golpearon dos veces. Arvardan retrocedió sorprendido, y empezó a sentir un creciente zumbido en los oídos. Extendió la mano para sujetar el brazo que le golpeaba, y vio cómo el asombro contorsionaba las facciones del teniente.
     Los músculos de sus hombros obedecieron al instante la orden enviada por el cerebro.
    El teniente cayó sobre el pavimento con un impacto tan violento que la esfera de vidrio salió despedida y se hizo añicos. Claudy se quedó totalmente inmóvil, y Arvardan le observó con una sonrisa feroz mientras se sacudía las manos.
    — ¿Hay por aquí algún otro bastardo que crea que puede jugar a las palmadas con mi cara? — preguntó.
     Pero el sargento ya había levantado su látigo neurónico. El contacto se cerró, y un tenue resplandor violeta salió disparado hacia la alta silueta del arqueólogo y la envolvió.
    Todos los músculos del cuerpo de Arvardan se envararon en las garras de un dolor insoportable, y fue cayendo lentamente de rodillas. Estaba totalmente paralizado, y perdió el conocimiento casi al instante”.

     
Preciosa ilustración en honor a Asimov.
Contada de forma coral, ya que en sus pocas más de 200 páginas el protagonismo recae en varios personajes, el libro comienza con un jubilado y hasta cierto punto aburrido anciano, quien debido a un accidente en un experimento de física ocurrido a distancia de su posición geográfica, para su sorpresa es transportado a miles de años en el futuro, en la época ya mencionada.  En un principio esta experiencia resulta ser chocante para él, ya que ha pasado tanto tiempo entre su periodo original y el de su nuevo hogar, que el idioma ha cambiado lo suficiente como para que no logre entenderse con los demás; no obstante otro experimento en el cual sí llega a intervenir directamente, le permite dominar a la perfección esta otra lengua, aparte de otorgarle una inteligencia prodigiosa y a ello se le suma un efecto inesperado: habilidades telepáticas, que luego serán de gran ayuda para resolver los conflictos en los cuales se ve inmiscuido.  A raíz de esto último, dicho vestigio de un pasado en la práctica olvidado por el resto de la gente, en contra de su voluntad se convierte en la pieza clave para resolver de una manera u otra, un pérfido plan que amenaza la paz galáctica y la vida de millones de personas fuera del planeta madre.
    Varios son los aspectos de interés de este recomendable libro, siendo el hecho de la especial configuración del estado político y social en el cual se ambienta, uno de ellos; puesto que en la práctica se trata de un mundo propio de las antiutopías, aun cuando la Tierra misma pertenece a un gobierno mayor que promueve por lo general la plenitud entre los suyos.  Existiendo esta incomodidad entre “autóctonos” y “extranjeros”, se suma a ello el carácter nocivo de gran parte del planeta, ya que hay más radiación de lo normal y por esto mismo, existen  zonas vedadas y de supuesto peligro para la salud; además los pocos forasteros que viven en el planeta, pasan sus días con el temor de contaminarse y usan ropas forradas de plomo (lo que por supuesto ayuda menos a la posibilidad de la hermandad entre unos y otros, por lo que termina separándolos más entre sí).  Pero lo peor de este escenario resulta ser una práctica aterradora entre los terrestres y que consiste en el uso de la eutanasia programada de todos los mayores de sesenta años, quienes una vez llegados a esa edad son eliminados por el gobierno local (ley aceptada, pero mirada por horror por el resto de la galaxia, convirtiéndose en otra excusa para despreciarlos).  De este modo lo que aquí hace Isaac Asimov, es extrapolar los problemas políticos y sociales de su época, cuando se vivía la llamada Guerra Fría entre el mundo capitalista occidental liderado por Estados Unidos y el mundo detrás de la “Cortina de Hierro” comunista, época en la cual existían claras desavenencias entre sus dirigentes y pueblos; de este modo cada uno de ellos veía al otro como a una aberración, con costumbres extrañas que desaprobaban, de modo que los extranjeros que pertenecían al bando contrario resultaba muchas veces indeseados y temidos.  El hecho de que este “forastero en tierra extraña” se llame Joseph Schwartz (lo que no deja lugar a dudas sobre su ascendencia judía) acentúa su naturaleza de indeseado, de “emigrante temporal” y/o transplantado, pero que como muchos de su gente logró sentar raíces en el nuevo mundo que lo cobijó (cabe recordar que el propio escritor era de origen judío y nacido en la ex Unión Soviética, y que luego siendo niño junto a su familia se fue en busca del “Sueño Americano” a USA).
    Siendo Asimov de profesión bioquímico, era un hombre muy instruido en ciencias, si bien se le pude tildar sin lugar a dudas como a un sujeto de conocimientos enciclopédico y ducho en cultura general, razón por la cual luego se convirtió en uno de los mayores divulgadores científicos y de diversas materias del siglo pasado.  Así es como Un Guijarro en el Cielo es una novela perteneciente a la llamada “ciencia ficción dura”, corriente de la que su autor es uno de sus grandes exponentes, en conjunto con su colega y amigo Arthur C. Clark (ambos de la misma época).  Dicha literatura se caracteriza porque sus autores además de escritores son científicos, lo que demuestran con su uso del lenguaje técnico real e inventado en sus obras, muchas veces incluyendo fórmulas para otorgarles credibilidad; también acostumbran incorporar diálogos y descripciones, dedicadas a enfatizar el carácter positivista de sus textos.   Considerando las causas que llevan a uno de los personajes principales del libro a realizar su inesperado viaje, el siguiente fragmento ilustra muy bien esta dimensión del tomo:

    “Lo observó al pasar frente a la puerta entreabierta. El químico era un joven siempre alegre y animado, y estaba silbando mientras enderezaba una cubeta volumétrica en cuyo interior ya se había alcanzado el volumen deseado de solución. Un polvo blanco caía lentamente sobre el líquido y se iba disolviendo a su debido tiempo. Por un momento eso fue todo, pero un segundo después el instinto del doctor Smith —que, para empezar, era el causante de que se hubiera detenido delante de la puerta— hizo que se pusiera en acción.
    Entró corriendo en la habitación, cogió una varilla graduada y barrió la superficie de la mesa con ella lanzando al suelo todo lo que contenía. Se oyó un siniestro chasquido de metal fundido. El doctor Smith sintió que una gotita de transpiración se deslizaba hacia la punta de su nariz.
     El joven contempló con expresión desconcertada el suelo de hormigón sobre el que el metal plateado ya se había endurecido formando manchitas que todavía irradiaban un calor muy intenso.
    — ¿Qué ha pasado? —preguntó con un hilo de voz.
    El doctor Smith se encogió de hombros. Él tampoco lo sabía con certeza.
   —No lo sé. Explíquemelo usted... ¿Qué proceso se estaba elaborando aquí?
   — ¡Ninguno! — exclamó el joven químico—. No era más que una muestra de uranio en bruto.
    Estaba haciendo una determinación electrolítica de cobre, y no entiendo qué puede haber ocurrido.
    —Bien, joven, fuera lo que fuese por lo menos puedo informarle de lo que vi. Ese crisol de platino tenía una corona, ¿entiende? Se estaba emitiendo una radiación muy poderosa. ¿Ha dicho que se trataba de uranio?
    —Sí, pero era uranio en bruto y no es peligroso. Quiero decir que... Bueno, la pureza total es una de las condiciones más importantes requeridas para la fisión, ¿verdad? —Se humedeció rápidamente los labios con la lengua—. ¿Cree que se trataba de una fisión? No es plutonio, y no estaba siendo bombardeado”.

    Quizás por tratarse de una obra de juventud, el autor como más adelante apenas se vería en su labor posterior, incorporó a su novela una subtrama sobre un muy divertido romance entre dos de sus protagonistas; a ello le dedicó incluso emotivos momentos, usando un lenguaje poético poco visto en la vasta producción del escritor.  A su vez por tratarse de una relación supuestamente prohibida e inesperada, debido a la naturaleza distinta entre los dos amantes, ello ayuda a realzar los conflictos expuestos en el argumento; por esto mismo, permite defender con más ahínco la postura humanista de su autor, quien siempre veló por la sociabilización y un mundo cosmopolita, además de educado, de modo de combatir con ello los males de la ignorancia.
    Sabida por los fanáticos del tildado cariñosamente como “Buen Doctor”, es su pasión por el policial, subgénero que bien supo acomodar a la ambientación futurista de muchas de sus narraciones.  Es en dicho sentido que esta novela en cuestión, posee una marcada orientación hacia la investigación detectivesca, con buenas dosis de intriga, por el mismo hecho de la conspiración en la que se ven envueltos sus personajes; siguiendo esta línea, todos ellos en su heroísmo deben, primero, evitar el desastre y luego destapar públicamente las intenciones maléficas de los criminales, para despertar al mundo sordo que los rodea y que ignora los reales potenciales de los terrestres.    
    Teniendo en cuenta todo esto, no puede ser más significativo el hasta cierto punto “oscuro” título de la novela, ya que la idea de guijarro como pedazo de piedra insignificante, haca alusión a este planeta Tierra, que en la inmensidad del Imperio Galáctico en un principio  resulta insignificante, pero que luego demuestra valer mucho más de lo que se esperaba (llegando a ser, por cierto, una verdadera amenaza, aparte de esconder el verdadero origen de la especie humana).
    Y antes de terminar, conozcamos al resto de los carismáticos personajes centrales de esta novela, que deja claro el virtuosismo de su autor:

·                  Bel Arvardan: Antropólogo proveniente de uno de los sectores más antiterrestres del Imperio Galáctico, de modo que siendo antropólogo y fiel creyente en la idea de que la Tierra es la cuna de la humanidad, sus intereses intelectuales y luego amorosos, resaltan su espíritu positivo; no obstante en sus primeras apariciones en la novela, se le presentó como a un sujeto irascible y poseedor de los mismos prejuicios de su gente.  Es un hombre apasionado, de acción, si bien gran intelectual y de figura física imponente.
·         Pola Sekt: Hija de un prominente científico de la Tierra, también es una mujer inteligente e instruida; además es una mujer bella y sensible, mezcla que logra acaparar primero la atención de Avardan y que luego conquista su corazón, convirtiéndolo en un verdadero héroe.  Posee un fiel amor hacia su padre y a su manera demuestra gran valentía.
·                  Affret Sekt: Padre de la anterior, está cercano a los “Sesenta”, a lo que se le suma la neurosis por saberse vigilado con insistencia por los llamados Ancianos, los mandamases terrestres del planeta y que lo dominan con puño de hierro.  Crea un artefacto único, en el más tradicional leiv motiv del género, sobre el invento maravilloso; ello le trae más preocupaciones que satisfacciones, pues lo convierte en el foco de la atención de la autoridad terrestre y de su facción que desea deshacerse a toda costa del Imperio.
·                  Secretario Balkis: El principal villano del libro resulta ser como personaje habitual de Asimov, un sujeto inteligentísimo y ladino.  Esconde sus verdaderas intenciones trabajando al lado del pusilánime gobernador de la Tierra, terrestre como él y quien debe responder al representante del Emperador en el planeta, Lord Ennius (pues en realidad es Balkis quien toma las decisiones importantes).  Es un manipulador nato, desalmado y que solo desea más poder.
·             Marc Claudy: Teniente de las huestes imperiales asentadas en la Tierra, viene a ser la contrapartida “extranjera” de Balkis, por representar lo peor de su gente en lo concerniente a racismo e intolerancia.  De mente estrecha, encarna la idiotez del hombre ignorante y violento.


12 comentarios:

  1. Aún tengo mucho que leer de Asimov, muy buena entrada Elwin

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra mucho tener noticias desde una de mis tierras favoritas: México. ¡Qué bueno te haya gustado mi texto! ¿Y qué has leído de este gran señor?

      Eliminar
    2. La fundación, =), los 3 libros clásicos y los 2 secuelas.

      Eliminar
    3. Pues has leído verdaderas joyitas, las mismas que yo. Como a ti me falta leer las dos precuelas.

      Eliminar
  2. Tengo esta novela y Cuentos paralelos donde está Envejece conmigo (el protoguijarro) Tengo pendiente leer el ciclo de las fundaciones, espero comenzar el próximo año. Pasar por tu blog es siempre una grata experiencia. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hace tiempo que no tenía el gusto de leerte por acá y me honra de sobremanera que otro amante de la ciencia ficción como tú guste de este humilde blog.

      Eliminar
  3. Este es uno de los libros de Asimov que hace tiempo quiero leer. De su obra en conjunto me gusta esa cuestión que comentas, que las diversas historias guardan relación entre sí, de modo que crean un universo consistente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué alegría tenerte por acá una vez más, Tomás, y más cuando se trata de otro amante de la ciencia ficción literaria como tú. En realidad lo que hizo Asimov con su universo ficcional unificado fue magnífico.

      Eliminar
  4. Considero que esta novela ha envejecido relativamente bien. Sufre un poco porque tiene algunos clichés propios de la Edad de Oro, pero se beneficia mucho de la preocupación que tuvo siempre Asimov por desarrollar bien los temas sociológicos que llega a tocar. Las novelas de la era clásica de Asimov (las más recientes, no tanto a mi gusto) siempre tuvieron la virtud de hacerme olvidar el hecho de estar leyendo sobre una sociedad futurista, y hacer que la misma fluya con tanta naturalidad como si estuviera leyendo una novela realista más.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy cierto lo que dices, Gullermo, acerca de estas características de la obra de ficción de Asimov. En realidad debería dedicarle más tiempo al "Buen Doctor", que aún me queda mucho por leer de él.

      Eliminar
  5. ¡Excelente artículo! Hay que tener en cuenta que esta novela forma parte de una "Trilogía del Imperio" que comprende además "Polvo de estrellas" (1951) y "Las corrientes del espacio" (1952) siendo esta "Guijarro..." la siguiente (pese a haber sido escrita antes), la única en la que el Imperio aparece mencionado de forma expresa, y la más cercana al ciclo de las Fundaciones, al menos hasta que el propio Asimov y otros escritores como Bear, Benford y Brin añadieron nuevas precuelas a la trilogía original. A título personal, un servidor es un gran fan de Asimov, al que le he dedicado varios artículos en el Zoco durante los últimos años, por lo que siempre se agradece leer textos tan interesantes y amenos como es el tuyo. ¡Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Compré este libro de ocasión en una vieja edición de MR y lo tuve guardadito como un año, hasta que me lo propuse leer y no sabes cuánto lo disfruté. Debo leer más del Buen Doctor.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...