El famoso, importante, multipremiado y
homenajeado escritor estadounidense, científico y divulgador Isaac Asimov llegó
a escribir sobre los 300 libros; entre ellos destacaron sus abundantes aportes
a la ciencia ficción, los que incluyeron cuentos, novelas y antologías. Fue este género el que le dio mayores divisas,
donde más destacó y cobró gloria, siendo que además a través de él acuñó
conceptos que hoy en día forman parte del lenguaje cotidiano en el mundo real,
como lo son la palabra robótica y ya como
conceptos de tipo más “científico”, los términos positrónico y psicohistoria;
a su vez fue el creador de las hoy celebradas Leyes de la Robótica y tenidas en
cuenta a la hora de llevar a cabo la posibilidad de dar vida a inteligencias
artificiales (que originalmente eran 3, pero a la cual años después incorporó una
cuarta dentro de sus últimas obras).
En lo
que respecta a sus trabajos de ficción en la también llamada narrativa de
anticipación, Asimov mucho antes que el propio Stephen King y más tarde Orson Scott Card, como también Brandon Sanderson, diseñó un universo literario en el cual
incorporó varios de sus títulos, entre relatos y novelas, de modo que en muchas
de ellas era posible encontrarse con personajes recurrentes tales como la
robopsicóloga Susan Calvin, la IA Multivac, el detective Elijah Baley y el
androide Daneel Olivaw. Con esta hazaña
llegó a diseñar una historia del futuro, de tal modo que si uno ordenara
cronológicamente todos estos textos, bien podría hacer una línea del tiempo
acerca de la evolución de la humanidad y su paso por las estrellas; asimismo
esta continuidad argumental unificadora en gran parte de sus títulos, llegó a
abarcar no cientos, ni miles de años, si no que millones, en un impresionante
despliegue de creatividad y siendo testimonio de ello el que por el mismo autor
seria su mejor cuento: La Última Pregunta, donde el artista
revela a sus lectores el destino final de la raza humana.
Siguiendo en lo que respecta a la historia futurista ficcional
asimoviana, en ella resulta de vital importancia todo lo concerniente al
Imperio Galáctico, con su auge y caída y sobre el cual un apasionado de la
historia verdadera como este fabulador, se inspiró en nada menos que el Imperio
Romano para dotar de verosimilitud a sus escritos. Pues bien, en determinado momento de esta
cronología ficticia, aparecieron las Fundaciones, instituciones “intelectuales”
encargadas de velar por el patrimonio cultural de la humanidad, una vez que la
utopía del Imperio Galáctico fuese devorada por la entropía. Todas las obras enmarcadas durante este
periodo recibieron el nombre de Ciclo de las Fundaciones,
encontrándose acá un buen número de narraciones breves y extensas, ambientadas
en cada uno de los distintos momentos de esta saga. Es así como Un Guijarro en el Cielo (Pebble
in the Sky) corresponde a su primera novela y la cual además forma parte de esta extensa
serie (siendo en todo caso una obra independiente, ya que se puede leer sin
problemas; pues no depende de las que le precedieron, puesto que es una obra autónoma
como el resto y su desenlace queda por completo cerrado).
Publicada en 1950, fue originalmente un cuento y cuyo nombre era Envejece
conmigo, debido a un verso de un poema del inglés Robert Browning (el
mismo que inspiró con otra de sus composiciones a Stephen King, para crear su
macrosaga de La Torre Oscura); luego como es tradición en la literatura, su
autor alargó la narración hasta darle forma de novela. El libro transcurre en pleno auge del ya
citado Imperio Galáctico, de modo que la humanidad ha conquistado la galaxia y
se encuentra dispersa en miles de planetas y de sistemas solares, siendo además
la única especie inteligente de la que se tiene conocimiento. No obstante su trama transcurre por completo
en la Tierra, mundo que en la época en que se ambienta esta joyita, es
menospreciado por el resto de los ciudadanos del Imperio, quienes consideran al
planeta y a sus nativos como retrógrados y ciudadanos de segunda clase (además
de primitivos). A la pésima popularidad
que posee la Tierra y los terrestres, se le suma un propio gobierno casi
dictatorial y también xenófobo, si bien trabaja al amparo del emperador, aunque
bien poseen la independencia típica de la recordada pax romana de la
Antigüedad. De tal modo los terrestres
en general tampoco aman a sus congéneres extranjeros. Por otro lado, en la Tierra existe la certeza
de que en ella nació la especie humana y sus creyentes guardan con recelo todo conocimiento
al respecto, siendo que en el resto de la galaxia esto se considera solo una
superchería. Teniendo en cuenta un
escenario como este, era de esperar que el joven Asimov de aquellos años,
aprovecharía todos estos elementos para contarnos una historia donde seria evidente
el surgimiento de una crisis política entre la Tierra y el resto del Imperio; a
su vez quedaría de manifiesto que no solo se trataría de una obra de sana
entretención, si no que todo se prestaría para la crítica social, en especial
en lo que respecta a los temas de la intolerancia, el dogmatismo, la represión
y hasta el terrorismo, entre otros. El siguiente fragmento ejemplifica al
atmósfera emocional en parte enrarecida de este título:
“El teniente fue hacia Arvardan y Pola.
— ¿Cómo se llamaba? —preguntó.
En su voz no había ni tan siquiera
crueldad, sólo la indiferencia más absoluta imaginable. El teniente pensaba que
un terrestre había muerto. ¿Y qué? Aquel día también había matado una mosca,
¿no? Eso elevaba el total a dos insectos muertos.
No obtuvo respuesta porque Pola inclinó la
cabeza humildemente y Arvardan se limitó a lanzarle una mirada llena de
curiosidad. El oficial imperial no apartó los ojos de ellos.
—Examine a esos dos para averiguar si
están infectados —ordenó secamente.
Un oficial con la insignia del Cuerpo
Médico Imperial fue hacia ellos y les examinó con muy poca cortesía. Sus manos
enguantadas se metieron casi a la fuerza debajo de sus axilas y tiraron de las
comisuras de sus labios para permitirle observar la mucosa de sus mejillas.
—No hay infección, teniente —dijo por
fin—. Si hubiesen estado en contacto con un caso de fiebre de radiación esta
tarde, el contagio ya se habría producido y las llagas resultarían visibles.
—Hum —murmuró el teniente Claudy.
Se quitó cautelosamente el globo de
vidrio, aspiró con expresión satisfecha el aire «puro» (aunque fuese de la
Tierra), y apoyó la incómoda esfera de vidrio sobre el hueco de su codo izquierdo.
— ¿Cómo te llamas, terraqueja?
El término en sí era insultante, y el tono
con que había sido pronunciado lo volvía todavía más ofensivo, pero Pola no dio
ninguna muestra de resentimiento.
— Pola
Shekt, señor —susurró.
— ¡Tus documentos!
Pola hurgó en el bolsillito de su bata
blanca y sacó la libretita roja de la documentación.
El teniente la cogió, la abrió bajo el rayo
luminoso de su linterna de bolsillo y la estudió.
Después se la arrojó de vuelta. La
libretita cayó al suelo, y Pola se apresuró a inclinarse para recogerla.
—Levanta —ordenó el teniente con
impaciencia.
Dio un puntapié a la libretita propulsándola
fuera del alcance de Pola. La joven apartó los dedos. Estaba muy pálida.
Arvardan frunció el ceño y decidió que ya
iba siendo hora de que interviniese.
— ¡Eh,
un momento! —exclamó.
El teniente se volvió rápidamente hacia él.
Sus labios tensos dejaban al descubierto los dientes.
— ¿Qué has dicho, terraquejo?
Pola se interpuso inmediatamente entre
ellos.
— Por favor, señor... Este hombre no tiene
ninguna relación con nada de lo que ha ocurrido antes. Es la primera vez que le
veo.
—Te he preguntado qué habías dicho,
terraquejo —insistió el teniente apartando a la muchacha de un empujón.
—He dicho «Eh, un momento» —murmuró
Arvardan, devolviéndole la mirada sin inmutarse —, y me disponía a añadir que
no me gusta la forma en que trata a las mujeres y que le aconsejo que intente
mejorar sus modales.
Estaba demasiado irritado para corregir la
falsa impresión sobre su origen que se había formado el teniente.
Los labios del teniente Claudy se curvaron
en una sonrisa totalmente desprovista de humor.
— ¿Y dónde te han educado a ti, terraquejo?
¿Qué pasa, crees que llamar «señor» a un hombre es un esfuerzo excesivo para
ti? No sabes mantenerte en tu lugar, ¿eh? Bien, hace mucho que no he tenido el
placer de dar una lección a un animal de tu especie, así que...
Su mano castigó el rostro de Arvardan
moviéndose con la velocidad de una serpiente que ataca, y la palma y el dorso
la golpearon dos veces. Arvardan retrocedió sorprendido, y empezó a sentir un
creciente zumbido en los oídos. Extendió la mano para sujetar el brazo que le
golpeaba, y vio cómo el asombro contorsionaba las facciones del teniente.
Los músculos de sus hombros obedecieron al
instante la orden enviada por el cerebro.
El teniente cayó sobre el pavimento con un
impacto tan violento que la esfera de vidrio salió despedida y se hizo añicos.
Claudy se quedó totalmente inmóvil, y Arvardan le observó con una sonrisa feroz
mientras se sacudía las manos.
— ¿Hay por aquí algún otro bastardo que
crea que puede jugar a las palmadas con mi cara? — preguntó.
Pero el sargento ya había levantado su
látigo neurónico. El contacto se cerró, y un tenue resplandor violeta salió
disparado hacia la alta silueta del arqueólogo y la envolvió.
Todos los músculos del cuerpo de Arvardan
se envararon en las garras de un dolor insoportable, y fue cayendo lentamente
de rodillas. Estaba totalmente paralizado, y perdió el conocimiento casi al
instante”.
Preciosa ilustración en honor a Asimov. |
Varios son los aspectos de interés de este recomendable libro, siendo el
hecho de la especial configuración del estado político y social en el cual se
ambienta, uno de ellos; puesto que en la práctica se trata de un mundo propio
de las antiutopías, aun cuando la Tierra misma pertenece a un gobierno mayor
que promueve por lo general la plenitud entre los suyos. Existiendo esta incomodidad entre “autóctonos”
y “extranjeros”, se suma a ello el carácter nocivo de gran parte del planeta,
ya que hay más radiación de lo normal y por esto mismo, existen zonas vedadas y de supuesto peligro para la
salud; además los pocos forasteros que viven en el planeta, pasan sus días con
el temor de contaminarse y usan ropas forradas de plomo (lo que por supuesto ayuda
menos a la posibilidad de la hermandad entre unos y otros, por lo que termina
separándolos más entre sí). Pero lo peor
de este escenario resulta ser una práctica aterradora entre los terrestres y
que consiste en el uso de la eutanasia programada de todos los mayores de
sesenta años, quienes una vez llegados a esa edad son eliminados por el
gobierno local (ley aceptada, pero mirada por horror por el resto de la
galaxia, convirtiéndose en otra excusa para despreciarlos). De este modo lo que aquí hace Isaac Asimov,
es extrapolar los problemas políticos y sociales de su época, cuando se vivía
la llamada Guerra Fría entre el mundo capitalista occidental liderado por
Estados Unidos y el mundo detrás de la “Cortina de Hierro” comunista, época en
la cual existían claras desavenencias entre sus dirigentes y pueblos; de este
modo cada uno de ellos veía al otro como a una aberración, con costumbres
extrañas que desaprobaban, de modo que los extranjeros que pertenecían al bando
contrario resultaba muchas veces indeseados y temidos. El hecho de que este “forastero en tierra
extraña” se llame Joseph Schwartz (lo que no deja lugar a dudas sobre su
ascendencia judía) acentúa su naturaleza de indeseado, de “emigrante temporal”
y/o transplantado, pero que como muchos de su gente logró sentar raíces en el
nuevo mundo que lo cobijó (cabe recordar que el propio escritor era de origen
judío y nacido en la ex Unión Soviética, y que luego siendo niño junto a su
familia se fue en busca del “Sueño Americano” a USA).
Siendo Asimov de profesión bioquímico, era un hombre muy instruido en
ciencias, si bien se le pude tildar sin lugar a dudas como a un sujeto de
conocimientos enciclopédico y ducho en cultura general, razón por la cual luego
se convirtió en uno de los mayores divulgadores científicos y de diversas
materias del siglo pasado. Así es como Un
Guijarro en el Cielo es una novela perteneciente a la llamada “ciencia
ficción dura”, corriente de la que su autor es uno de sus grandes exponentes,
en conjunto con su colega y amigo Arthur C. Clark (ambos de la misma
época). Dicha literatura se caracteriza
porque sus autores además de escritores son científicos, lo que demuestran con
su uso del lenguaje técnico real e inventado en sus obras, muchas veces
incluyendo fórmulas para otorgarles credibilidad; también acostumbran incorporar
diálogos y descripciones, dedicadas a enfatizar el carácter positivista de sus
textos. Considerando las causas que
llevan a uno de los personajes principales del libro a realizar su inesperado
viaje, el siguiente fragmento ilustra muy bien esta dimensión del tomo:
“Lo observó al pasar frente a la puerta
entreabierta. El químico era un joven siempre alegre y animado, y estaba
silbando mientras enderezaba una cubeta volumétrica en cuyo interior ya se
había alcanzado el volumen deseado de solución. Un polvo blanco caía lentamente
sobre el líquido y se iba disolviendo a su debido tiempo. Por un momento eso
fue todo, pero un segundo después el instinto del doctor Smith —que, para
empezar, era el causante de que se hubiera detenido delante de la puerta— hizo
que se pusiera en acción.
Entró corriendo en la habitación, cogió una
varilla graduada y barrió la superficie de la mesa con ella lanzando al suelo
todo lo que contenía. Se oyó un siniestro chasquido de metal fundido. El doctor
Smith sintió que una gotita de transpiración se deslizaba hacia la punta de su
nariz.
El joven contempló con expresión
desconcertada el suelo de hormigón sobre el que el metal plateado ya se había
endurecido formando manchitas que todavía irradiaban un calor muy intenso.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó con un hilo de
voz.
El doctor Smith se encogió de hombros. Él
tampoco lo sabía con certeza.
—No lo sé. Explíquemelo usted... ¿Qué
proceso se estaba elaborando aquí?
— ¡Ninguno! — exclamó el joven químico—. No
era más que una muestra de uranio en bruto.
Estaba haciendo una determinación
electrolítica de cobre, y no entiendo qué puede haber ocurrido.
—Bien, joven, fuera lo que fuese por lo
menos puedo informarle de lo que vi. Ese crisol de platino tenía una corona,
¿entiende? Se estaba emitiendo una radiación muy poderosa. ¿Ha dicho que se
trataba de uranio?
—Sí, pero era uranio en bruto y no es
peligroso. Quiero decir que... Bueno, la pureza total es una de las condiciones
más importantes requeridas para la fisión, ¿verdad? —Se humedeció rápidamente
los labios con la lengua—. ¿Cree que se trataba de una fisión? No es plutonio,
y no estaba siendo bombardeado”.
Quizás por tratarse de una obra de juventud, el autor como más adelante
apenas se vería en su labor posterior, incorporó a su novela una subtrama sobre
un muy divertido romance entre dos de sus protagonistas; a ello le dedicó
incluso emotivos momentos, usando un lenguaje poético poco visto en la vasta
producción del escritor. A su vez por
tratarse de una relación supuestamente prohibida e inesperada, debido a la
naturaleza distinta entre los dos amantes, ello ayuda a realzar los conflictos
expuestos en el argumento; por esto mismo, permite defender con más ahínco la
postura humanista de su autor, quien siempre veló por la sociabilización y un
mundo cosmopolita, además de educado, de modo de combatir con ello los males de
la ignorancia.
Sabida
por los fanáticos del tildado cariñosamente como “Buen Doctor”, es su pasión por
el policial, subgénero que bien supo acomodar a la ambientación futurista de
muchas de sus narraciones. Es en dicho
sentido que esta novela en cuestión, posee una marcada orientación hacia la
investigación detectivesca, con buenas dosis de intriga, por el mismo hecho de
la conspiración en la que se ven envueltos sus personajes; siguiendo esta
línea, todos ellos en su heroísmo deben, primero, evitar el desastre y luego
destapar públicamente las intenciones maléficas de los criminales, para
despertar al mundo sordo que los rodea y que ignora los reales potenciales de
los terrestres.
Teniendo en cuenta todo esto, no puede ser más significativo el hasta
cierto punto “oscuro” título de la novela, ya que la idea de guijarro
como pedazo de piedra insignificante, haca alusión a este planeta
Tierra, que en la inmensidad del Imperio Galáctico en un principio resulta insignificante, pero que luego demuestra
valer mucho más de lo que se esperaba (llegando a ser, por cierto, una
verdadera amenaza, aparte de esconder el verdadero origen de la especie
humana).
Y
antes de terminar, conozcamos al resto de los carismáticos personajes centrales
de esta novela, que deja claro el virtuosismo de su autor:
· Bel Arvardan: Antropólogo proveniente de uno de
los sectores más antiterrestres del Imperio Galáctico, de modo que siendo antropólogo
y fiel creyente en la idea de que la Tierra es la cuna de la humanidad, sus
intereses intelectuales y luego amorosos, resaltan su espíritu positivo; no
obstante en sus primeras apariciones en la novela, se le presentó como a un
sujeto irascible y poseedor de los mismos prejuicios de su gente. Es un hombre apasionado, de acción, si bien
gran intelectual y de figura física imponente.
·
Pola Sekt: Hija de un prominente científico de la
Tierra, también es una mujer inteligente e instruida; además es una mujer bella
y sensible, mezcla que logra acaparar primero la atención de Avardan y que
luego conquista su corazón, convirtiéndolo en un verdadero héroe. Posee un fiel amor hacia su padre y a su
manera demuestra gran valentía.
· Affret Sekt: Padre de la anterior, está cercano a
los “Sesenta”, a lo que se le suma la neurosis por saberse vigilado con insistencia
por los llamados Ancianos, los
mandamases terrestres del planeta y que lo dominan con puño de hierro. Crea un artefacto único, en el más
tradicional leiv motiv del género, sobre el invento maravilloso; ello le trae
más preocupaciones que satisfacciones, pues lo convierte en el foco de la
atención de la autoridad terrestre y de su facción que desea deshacerse a toda
costa del Imperio.
· Secretario Balkis: El principal villano del libro
resulta ser como personaje habitual de Asimov, un sujeto inteligentísimo y
ladino. Esconde sus verdaderas
intenciones trabajando al lado del pusilánime gobernador de la Tierra, terrestre
como él y quien debe responder al representante del Emperador en el planeta, Lord
Ennius (pues en realidad es Balkis quien toma las decisiones importantes). Es un manipulador nato, desalmado y que solo
desea más poder.
· Marc Claudy: Teniente de las huestes imperiales asentadas
en la Tierra, viene a ser la contrapartida “extranjera” de Balkis, por
representar lo peor de su gente en lo concerniente a racismo e
intolerancia. De mente estrecha, encarna
la idiotez del hombre ignorante y violento.
Aún tengo mucho que leer de Asimov, muy buena entrada Elwin
ResponderEliminarMe alegra mucho tener noticias desde una de mis tierras favoritas: México. ¡Qué bueno te haya gustado mi texto! ¿Y qué has leído de este gran señor?
EliminarLa fundación, =), los 3 libros clásicos y los 2 secuelas.
EliminarPues has leído verdaderas joyitas, las mismas que yo. Como a ti me falta leer las dos precuelas.
EliminarTengo esta novela y Cuentos paralelos donde está Envejece conmigo (el protoguijarro) Tengo pendiente leer el ciclo de las fundaciones, espero comenzar el próximo año. Pasar por tu blog es siempre una grata experiencia. Saludos.
ResponderEliminarHace tiempo que no tenía el gusto de leerte por acá y me honra de sobremanera que otro amante de la ciencia ficción como tú guste de este humilde blog.
EliminarEste es uno de los libros de Asimov que hace tiempo quiero leer. De su obra en conjunto me gusta esa cuestión que comentas, que las diversas historias guardan relación entre sí, de modo que crean un universo consistente.
ResponderEliminarQué alegría tenerte por acá una vez más, Tomás, y más cuando se trata de otro amante de la ciencia ficción literaria como tú. En realidad lo que hizo Asimov con su universo ficcional unificado fue magnífico.
EliminarConsidero que esta novela ha envejecido relativamente bien. Sufre un poco porque tiene algunos clichés propios de la Edad de Oro, pero se beneficia mucho de la preocupación que tuvo siempre Asimov por desarrollar bien los temas sociológicos que llega a tocar. Las novelas de la era clásica de Asimov (las más recientes, no tanto a mi gusto) siempre tuvieron la virtud de hacerme olvidar el hecho de estar leyendo sobre una sociedad futurista, y hacer que la misma fluya con tanta naturalidad como si estuviera leyendo una novela realista más.
ResponderEliminarMuy cierto lo que dices, Gullermo, acerca de estas características de la obra de ficción de Asimov. En realidad debería dedicarle más tiempo al "Buen Doctor", que aún me queda mucho por leer de él.
Eliminar¡Excelente artículo! Hay que tener en cuenta que esta novela forma parte de una "Trilogía del Imperio" que comprende además "Polvo de estrellas" (1951) y "Las corrientes del espacio" (1952) siendo esta "Guijarro..." la siguiente (pese a haber sido escrita antes), la única en la que el Imperio aparece mencionado de forma expresa, y la más cercana al ciclo de las Fundaciones, al menos hasta que el propio Asimov y otros escritores como Bear, Benford y Brin añadieron nuevas precuelas a la trilogía original. A título personal, un servidor es un gran fan de Asimov, al que le he dedicado varios artículos en el Zoco durante los últimos años, por lo que siempre se agradece leer textos tan interesantes y amenos como es el tuyo. ¡Saludos!
ResponderEliminarCompré este libro de ocasión en una vieja edición de MR y lo tuve guardadito como un año, hasta que me lo propuse leer y no sabes cuánto lo disfruté. Debo leer más del Buen Doctor.
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