Mucha gente se preguntará sobre el verdadero motivo acerca del enorme éxito que ha tenido mi escritor favorito durante su carrera literaria, poniendo énfasis seguramente en ninguna otra cosa más que una inteligente operación de marketing (olvidando de seguro las dotes artísticas del señor King, que muy bien son un gran motivo como para mantener un público fiel durante tantos años). Sin embargo, no es mentira que tanto Stephen King como sus representantes y editores han sabido manejar de manera adecuada todo esto, pero ello es no más un aspecto de un todo mucho más complejo y al que no le corresponde a este texto profundizar.
Si nos detenemos a pensar en el artista como un individuo capaz de reflejar en su obra su propio mundo interior, podemos ver que esta propia subjetividad es capaz de hacerse universal, de tal modo que el espectador llega a apreciar en ese arte sus particulares vivencias e inquietudes. Esto es porque una obra de arte lo es tal en la medida que va más allá de la novedad de su creación y logra producir una identificación del público con ella misma. Es por esta razón que los llamados clásicos perduran en el tiempo y le sobreviven a su autor. Lo anterior, poniendo nuestra atención tan sólo en el terreno literario, para no extendernos demasiado en los ejemplos, puede contemplarse muy bien en lo que sucede con figuras como Shakespeare, Cervantes, Alejandro Dumas, Lovecraft y Asimov (la lista es más que numerosa, así que pido disculpas por no incluir a algún otro autor que bien merece estar nombrado). De este modo quien realmente conoce el trabajo de Stephen King (de ahora en adelante me referiré a él como "S.K." para hacer más rápida la escritura y lectura de este texto), con justa razón puede admitir y declarar a los cuatro vientos que S.K. se ha transformado hoy en día en un clásico contemporáneo; puesto que también es referente obligado a la hora de hablar sobre el desarrollo de la literatura de terror, o la literatura en general, durante las tres últimas décadas.
Al seguir la idea de arriba de que el artista logra producir con su trabajo una identificación con el espectador, podemos darnos cuenta de que las vivencias personales de cada autor, así como sus propias creencias, encuentran en el receptor a alguien que puede llegar a compartir aspectos vitales importantes. Esto sucede en el mejor de los casos cuando artista y público, por ejemplo, tienen la misma concepción religiosa, vivieron el mismo hecho histórico o sufrieron una similar repercusión en sus vidas por este hecho (la Guerra de Vietnam para cierta generación de gringos, o algunos conflictos de la niñez, para nombrar sólo algunos casos).
Bueno, esto mismo sucede con la magna obra de S.K., quien con todos sus relatos se ha transformado en un "fotógrafo" y testigo viviente de nuestra actualidad. Es así como nuestro escritor favorito constantemente reseña en sus cuentos, relatos y novelas a estas "vivencias compartidas", incluso en detalles tan mínimos como las constantes referencias a la música rock, a películas, a la literatura popular, etc.
Debido a todo esto, el lector de S.K. contempla desde "fuera" su personal realidad y se da cuenta de que no está solo, que hay otros que han disfrutado con similares vivencias (por ej:. el gusto por la lectura a temprana edad como sucede con los protagonistas de It), que comparten algunas de sus opiniones (las reflexiones y discusiones de los personajes de Insomnia acerca de la vida misma y la vejez) o han sufrido algo parecido (el trauma por la muerte de un ser querido y el mismo miedo a la muerte en Cementerio de Animales). También aquí es fácil encontrar ejemplos, pues vasta con tan sólo ponernos a recordar nuestras lecturas y detenernos en aspectos como estos.
No recuerdo muy bien si fue en la revista Fangoria (popular edición dedicada al terror en todas sus expresiones, de origen norteamericano y con traducción española ya en dos ocasiones), o en otra parte, que durante mi adolescencia leí que la literatura de S.K. se caracterizaba por ser de la temática "Terror-en-el-patio-de-tu-casa" ¿Y qué quiere decir esto? Significa nada menos que sus escritos tratan sobre personajes comunes y corrientes (profesores, niños, vendedores ambulantes, escritores y otros) que, tan sólo cruzando un delgado margen de su vidas cotidianas y normales, se encuentran enfrentados a situaciones límites que hacen peligrar tanto su cordura como sus vidas (el caso de Roland de la saga de La Torre Oscura es algo aparte, pues a diferencia de la mayoría de los personajes kingnianos, él es un héroe, y no un antihéroe, que tiene muy clara su propia misión).
Si bien, por lo general, la literatura de terror consiste en ubicar a sus protagonistas en situaciones límites, donde la credibilidad de las situaciones es reemplazada por el desborde de la imaginación, se beneficia la materialización de los temores que subyacen en el alma humana. El propio S.K. hace esto, pero él acentúa lo anterior haciendo que sus personajes se crean en la comodidad de sus monótonas vidas, hasta que de golpe la frágil normalidad se rompe e irrumpe lo siniestro (como cuando el protagonista principal de La Niebla va de compras al supermercado y se queda encerrado con todos los que están allí rodeados por una peligrosa niebla llena de monstruos; o como sucede con los diversos viajeros de sus páginas que durante sus trayectos llegan a pueblos tal como en Los Chicos del Maíz, La Estación de las Lluvias y ¿Sabes? Tienen Un Grupo De la Leche).
Sucede entonces que los protagonistas de las obras de S.K. son seres comunes y corrientes, que sólo quieren vivir lo más cómodamente posible, y que hasta que no se ven obligados a sacar fuerzas de flaqueza y lo mejor de ellos mismos, no tienen nada de particular. De esta forma los libros de S.K. están llenos de referencias a la llamada cultura pop, puesto que sus personajes participan de ella como el típico ciudadano de clase media o baja estadounidense actual. Si quisiéramos encontrar un registro sobre las costumbres de una determinada época o cultura, y no contáramos con ningún testigo viviente o archivo audiovisual, nos bastaría con revisar la literatura correspondiente para encontrar la información que necesitamos: algo que muy bien la literatura de S.K es un ejemplo a la hora de reflejar nuestra realidad. Debido a todo esto, encontramos constantes alusiones sobre MacDonalds, Star Wars y Star Trek, películas como Fui Un Hombre Lobo Adolescente, El Monstruo de la Laguna Negra y Frankenstein, cantantes y grupos como Freddy Mercury, Bob Marley y Elvis Presley, escritores como H.G. Wells y sus tubos de morlocs en su novela La Máquina del Tiempo, automóviles como Cadillac y Plymouth, figuras de la televisión de su país y el cine como el Payaso Bozo y Arnold Schwarzenegger, así como muchos otros más ejemplos.
Hace poco más de una década atrás, el Ministerio de Educación del Gobierno de Chile publicó un texto para tercer año de enseñanza media, donde los autores de dicho libro hacían una distinción bastante peyorativa ente "Literatura Culta" y "Literatura de Masas". En el primer grupo consideraban a todos aquellos autores de reconocida intelectualidad (más bien políticamente correctos), y comprometidos con ciertas ideologías. El texto en cuestión, dirigido a un público adolescente, a quienes se suponía se debía motivar a la lectura quitando todo prejuicio de por medio, consideraba que sólo estos escritores "cultos" valían realmente la pena desde el punto de vista más artístico y trascendente. En cambio el segundo grupo era sólo literatura desechable, considerándose que el sólo objetivo de entretener era algo banal y digno de reproche; es así como la ciencia-ficción, la fantasía, el terror, la novela negra y policial eran mal mirados por estos supuestos literatos. Como autores de "masas" se nombraban a escritores de la talla de Philip K. Dick, Arthur Conan Doyle, Patricia Highsmith, Anne Rice y nuestro Stephen King. Por otro lado se decía sobre los autores de "Literatura de Masas" que estos se apropiaban de los gustos de un público determinado para entregarles productos prefabricados con el sólo objetivo de vender, entre otras estupideces capaces de sacar de sus casillas a cualquier lector o estudioso que realmente sabe del tema. Resulta interesante contrastar la opinión de gente así (que apenas es conocida en un reducido círculo de intelectuales o intelectualoides) con la de personajes como Jorge Luis Borges o Cortázar (quienes en este libro están señalados como escritores "cultos"), los cuales siempre supieron valorar la literatura fantástica y policial, escribiendo incluso ellos mismos relatos de este tipo o, en el caso de Borges, desarrollando tratados y publicando recopilaciones al respecto.
Todo esto nos lleva de nuevo al campo de la cultura popular, la literatura de terror y el propio S.K., puesto que no es que el artista se apropie de los gustos de un público determinado, pues es al revés, ya que es el público quien elige un determinado tipo de arte según sus propios intereses. Además, si se encuentra a un autor que tenga más de una conexión vital con uno mismo, mejor para uno.
Si bien durante la primer mitad del siglo XX Howard Phillips Lovecraft revitalizó la literatura de terror, transformando el ya añejo cuento sobre fantasmas y aparecidos en una oscura historia con todo un trasfondo mitológico y metafísico de por medio, S.K. hizo su propio aporte a partir de las cuatro últimas décadas de este tiempo, al introducir al hombre común como uno de los temas principales de su obra y en general en la literatura de terror, y poniendo a la cultura de masas como herramienta para resaltar esta misma condición de su simplicidad.
Por último, y resumiendo lo antes expuesto en este ensayo, sería bueno recordar estos aspectos del trabajo de S.K., que se transforman no sólo en un medio para el entretenimiento y el ejercicio de la imaginación; y es que cada una de las ficciones de nuestro autor favorito (sea de terror, ciencia-ficción, fantasía o "realista") es un muestrario, entre otras cosas, de lo que es el pueblo norteamericano de finales del siglo XX, así como de principios del XXI. Stephen King nos cuenta cómo son sus congéneres, cómo piensan y viven, cuáles son sus sueños y miedos. Luego, al ubicar al pueblo estadounidense dentro del género humano, por extensión, nos encontramos con un registro de lo que somos como especie, independientemente de la profundización de nuestras similitudes y semejanzas con quienes nos rodean.
Por ende, no hay mejor medio para conocer quiénes somos que a través del arte, y no hay forma tan entretenida como leyendo un buen libro, mejor si ese es del propio S.K.
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