Desde la Antigüedad, se han contado innumerables historias donde un
personaje debe realizar un viaje de corte iniciático (entiéndase esto como una
aventura que implica una extensa odisea, durante la cual el héroe de turno mientras lleva a cabo su desplazamiento físico, va creciendo como persona, madurando y
convirtiéndose en un mejor sujeto de lo que era al salir de la protección de su hogar;
por último, gracias a las distintas pruebas que debe superar para conseguir su
objetivo, logra obtener un preciado beneficio y el cual por lo general
corresponde también a la obtención de la sabiduría). A su vez esta ancestral tradición narrativa,
propia de la mitología y de las leyendas medievales y textos que se nutrieron
de su tradición, fue acogida por la moderna literatura a través de la creación
de tantos relatos y novelas, que hoy en día resulta una pesada tarea hacer un
catastro de todos los títulos disponibles.
No obstante durante estos últimos años un autor quiso darle un aire
fresco a lo que él bien considera El Síndrome de Campbell, debido a su
idea de que los escritores del género no se permiten escapar a las normas
preestablecidas por este tipo de literatura y que bien tiene como fuente de
inspiración los pasos decretados por Joseph Campbell en su famoso ensayo El
Héroe de las Mil Caras (donde el estudioso se permite analizar
comparativamente numerosas narraciones clásicas de este tipo). De este modo fue el mormón practicante
estadounidense, claramente discípulo de otro miembro de la Iglesia de los
Santos de los Últimos Días, Orson Scott Card, llamado Brandon Sanderson, quien
se dispuso a la tarea de renovar el género.
6 libros ya había escrito sin ser aceptado por alguna editorial, cuando
casi de forma mágica por fin logró que le publicaran el séptimo, Elantris,
novela con la cual de forma rápida logró la fama y la aprobación de la crítica
especializada como la de los lectores. El reconocimiento de su talento fue tal, que
la viuda de otro importante autor de fantasía recientemente fallecido, Robert
Jordan, le pidió personalmente que acabara la última novela de su extensa y
premiada saga La Rueda del Tiempo; así fue como Sanderson tuvo dicho honor y
cumplió con el reto, prometiendo además continuar con las ficciones de su
predecesor.
El autor de esta preciosa novela. |
En el transcurso del 2006, un año después de ser editado Elantris,
sale a la luz El Imperio Final, primera
parte de la tetralogía titulada como Nacidos de la Bruma. La trama sucede en un lugar llamado
justamente El Imperio Final, el cual se haya marcado por la ceniza que día a
día despiden sus numerosos volcanes, de modo que este mundo resulta ser un
sitio agreste y en el cual solo las especies más fuertes han logrado
sobrevivir, razón por la cual las flores apenas son un recuerdo y de fenómenos
naturales como la lluvia, la nieve y el cielo azul apenas se sabe. A su vez esta tierra se haya bajo una cruel
dictadura de tipo religioso, centrada en la figura de su único mandatario y
dios, el Lord Legislador, quien durante mil años ha dominado con dureza a su
gente, manteniendo además una sociedad en la cual existen tres clases sociales
claramente diferenciadas: Los nobles, quienes poseen todo tipo de privilegios
económicos y llevan una vida monótona, puesto que pese a todo su poder son de
igual manera controlados por el Lord Legislador; los skaa, los cuales viven en
la miseria, siendo esclavos para los anteriores, además de que los nobles
en su mayoría realizan todo tipo de abusos contra ellos; y por último, los terrisanos,
una raza ancestral de la que quedan muy pocos y que trabajan como sirvientes
para los nobles, debido a sus numerosas habilidades, aunque son tratados con
deferencia por estos. Entre estos tres,
siendo los representantes de la autoridad, se encuentran los Obligadores
y los Inquisidores, quienes no se llevan bien entre sí; los primeros administran
y mantienen la burocracia del Reino Final, mientras que los otros manejan con
puño de hierro la justicia (que siempre es punitiva) y poseen una gran fuerza,
además de una imagen aterradora debido a sendos clavos que atraviesan sus ojos
hasta salir por detrás de sus cráneos.
Los protagonistas son un grupo de skaa que desean provocar la rebelión
definitiva contra el Lord Legislador y su infame gobierno, deshaciéndose además
de los crueles nobles y por supuesto, de los Obligadores y los Inquisidores. Entre estos personajes hay unos cuantos brumosos,
individuos que poseen distintos tipos de poderes según el metal que sean
capaces de metabolizar, al ingerirlo en pequeñas cantidades. A su vez existen unos pocos llamados nacidos
de la bruma, quienes pueden metabolizar todos los metales, razón por la
cual cuando los consumen, adquieren todas las extraordinarias capacidades que
en el caso de los brumosos solo corresponden a un tipo por cada persona. Esta habilidad de adquirir poderes de dicha
forma, recibe el nombre de alomancia; en contraposición a este
tipo de magia se encuentra la feruquimia, basada también en el uso
de los metales, pero utilizándolos como recipientes de energía y luego pudiendo
acceder a gusto a otro tipo de poderes gracias a ello.
Como este libro parte con el principio de Sanderson de alejarse del
llamado Síndrome de Campbell, la mayor parte de la acción ocurre en el
mismo sitio, es decir, el Imperio Final y precisamente en su capital Luthadel. Por ende el viaje físico no es el elemento
que lleva a los personajes a la aventura, si no que lo es el estado político y
religioso en el cual se encuentra inmerso este reino, de modo que son las
motivaciones sociales de estos las que permiten que se desarrollen los
acontecimientos. Como ya se ha afirmado
aquí, no hay viaje físico o más bien a éste no se le otorga mayor relevancia;
en cambio sí toma un rol fundamental el viaje interior o espiritual, por cuanto
los dos personajes centrales del libro a lo largo de él pasan por una serie de
eventos que los marcan lo suficiente como para crecer en su fuero interno.
Otro elemento que bien llama la atención dentro de esta obra de
fantasía, es que se aleja a su vez de la ambientación de corte medieval, tan
cara a las narraciones del género; de este modo el mundo descrito en esta
novela pareciera más bien ubicarse en un periodo posterior a la Edad Media,
puesto que su constante mención a las plantaciones de las que los nobles son
los dueños (algo tan propio de un sistema económico y administrativo de una
sociedad esclavista como la estadounidense de los siglos XVII y XVIII), las
fiestas a las que acostumbran organizar estos mismos y hasta la inesperada
mención de un reloj de muñeca, nos hacen la idea de un mundo mucho más cercano
temporalmente a nosotros, que el visto en otros trabajos de este tipo de literatura.
Tal como su “maestro”, Orson Scott Card, Brandon Sanderson demuestra en este libro un hondo sentido religioso al otorgarle a la teología un papel destacado dentro de la vida de sus personajes. En primer lugar se encuentra la figura del Lord Legislador, un hombre que se ha convertido en un dios y a partir de entonces, domina con autoritarismo a su pueblo; a este ser no se le ama, ni se le respeta, si no que se le teme, al igual que a muchas divinidades de teologías del mundo real y de características similares. No obstante a lo largo del desarrollo del libro, se entra en conocimiento de la existencia de muchas otras religiones, todas estas en cambio benignas, pero que fueron extinguidas por el propio Lord Legislador tras su ascensión. La novela deja bien claro que una fe religiosa solo vale si posee creyentes de verdad, quienes abracen sus dogmas por elección propia y no por obligación; a su vez cada una de las ideologías presentadas en el texto, se muestran como algo que vela por el crecimiento espiritual y la felicidad de sus devotos, a diferencia de lo que proclama el Lord Legislador, quien solo se preocupa de imponer cierto orden y la obediencia ciega. Por último, se expone en el libro la concepción de que un individuo de carácter excepcional se puede transformar para los demás en una fuente inspiradora de connotaciones divinas, a tal punto de nacer una nueva religión que logre darle sentido a la vida de las personas; de este modo los procesos sociales bien son los gestores de la aparición de las religiones dentro de una comunidad (tal cual se puede evidenciar a lo largo de la historia real).
Considerando la loable tarea de los protagonistas del libro, consistente
en liberar a su pueblo de la opresión de un dictador, la novela aborda también
el tema del liderazgo; esto al darle preponderancia al proceso por el que debe
pasar uno de los dos personajes principales, todo para transformarse en el
cabecilla correcto de la rebelión que se está gestando. Así es cómo a lo largo de sus varias páginas,
este personaje que en un principio estaba movido más por el rencor, el deseo de
venganza y la vanagloria, descubre con el paso del tiempo el placer de servir
desinteresadamente a otros con su labor de líder. Por ende, considerando estos antecedentes y
otros ya comentados arriba, con El Imperio Final estamos frente a una ficción que va
más allá de la lectura de sana entretención, ya que se trata de una obra
compleja con más de una lectura.
Derivado de esto, se encuentra además la relevancia que le otorga el
libro al trabajo en equipo para poder conseguir un bien común, algo propio de
los individuos ejemplares que se espera estén en el poder; de este modo, la
labor en conjunto entre individuos con distintas características, pero con los
mismo valores morales e intenciones, bien permite que se puedan conseguir los
objetivos y con ello alcanzar lo mejor para la comunidad (de este modo tal como
se verá en la novela, un buen gobierno funciona solamente si está bien
organizado atendiendo a las virtudes y potencialidades de cada uno para sacar
provecho de ello).
Otro valor destacable en el libro resulta ser la amistad, que acá se ve
como la relación que permite que la coprotagonista logre superar sus propias
taras y dejar de lado su soledad; todo esto gracias a que las circunstancias la
llevan a aprender a confiar en los demás, como también a valorarse a sí misma,
una vez que ve en los ojos de los otros la importancia que le otorgan como
persona. A su vez es en la tolerancia y
la aceptación de que no estamos solos, que necesitamos a los demás, que la
misma empresa de la rebelión es posible. Cabe decir que este patrón cultural desde tiempos inmemoriales ha
sido fuente de numerosas historias y en El Imperio Final no falta la
fraternidad como la inspiración para heroizar a los personajes, gracias al
ejemplo que los demás se dan entre sí, como también por el simple hecho de
querer proteger a quienes se ama.
Al leer la trama central del libro, el narrador nos regala al comienzo
de cada capítulo, el fragmento de otro texto escrito en primera persona y que
por lo que se va dejando claro a medida que avanzan las páginas, tiene clara
relación con la novela. Luego nos
enteramos de la procedencia de dichos fragmentos, quién es su autor y la
importancia que puede tener tal documento (bastante antiguo, por cierto) para
el desarrollo de los sucesos posteriores.
A diferencia de muchas obras de fantasía épica, en el libro no hay
dragones, hechiceros convencionales, elfos, trasgos, trolls y otros seres
similares que tanto abundan por ahí. Si
hay unos cuantos espectros de la bruma, criaturas bastante extrañas, que en circunstancias
extraordinarias pueden superar su propia naturaleza (y que bien en esta saga
tendrán un destacado papel de forma inesperada). Ya se ha comentado arriba que muchos de los
personajes poseen extraños poderes; estos corresponden a las habilidades de
atraer y repeler metales, lo cual bien permite dar saltos increíbles y/o volar;
también están las destrezas de fuerza y resistencia aumentadas, influir en las
emociones de los demás, entre otras. Las
batallas entre individuos con estas capacidades, se describen a lo largo de
este tomo, con una vitalidad tal que pareciera estar viendo un filme de artes
marciales o de superhéroes o bien estar frente a personajes de animé; los momentos en los que se narran
dichos enfrentamientos, resultan estar llenos de emoción adrenalínica. A continuación un fragmento que ejemplifica
muy bien lo recién afirmado.
“El lanzamonedas gritó cuando se acercó.
Vin disparó una moneda contra él. El hombre, naturalmente, la devolvió de un
empujón, pero Vin se ancló contra el tejado de bronce y avivó acero, empujando
a su vez con firmeza.
El empujón de acero del hombre,
transmitido de la moneda a Vin y al tejado, lo lanzó por el aire. Dejó escapar
un grito mientras se perdía en la oscuridad. Era sólo un brumoso, no podía
tirar de sí mismo para volver al tejado.
El otro lanzamonedas trató de rociarla de
monedas, pero Vin las esquivó con facilidad. Por desgracia, no era tan necio
como su compañero y soltó las monedas poco después de empujarlas. Sin embargo,
estaba claro que no podía golpearla. ¿Por qué entonces...?
¡El otro
nacido de la bruma!, pensó Vin, y rodó mientras la figura saltaba de la
oscuridad con los cuchillos de cristal destellando en el aire.
Vin apenas logró apartarse. Tuvo que avivar
peltre para recuperar el equilibrio. Se incorporó junto al violento herido, que
intentaba levantarse, debilitado. Avivando de nuevo peltre, Vin le hundió el
hombro en el pecho al hombre, apartándolo de un empujón. Éste se tambaleó,
todavía sujetándose el costado sangrante. Luego resbaló y cayó por la
claraboya. El fino cristal tintado se hizo añicos y los oídos de Vin
amplificados por el estaño oyeron gritos de sorpresa abajo, seguidos de un
golpe cuando el violento llegó al suelo.
Vin alzó la cabeza, sonriendo con malicia a
la aturdida Shan. Tras ella, el segundo nacido de la bruma maldijo en silencio.
—Tú... Tú... —farfulló Shan, los ojos
ardiendo peligrosamente de furia en la noche.
Acepta
la advertencia, Elend, pensó Vin, y escapa. Es hora de que me marche.
No podía enfrentarse a dos nacidos de la
bruma a la vez: ni siquiera podía derrotar a Kelsier la mayoría de las noches.
Avivando acero, Vin se lanzó hacia atrás. Shan dio un paso adelante y, con
decisión, se impulsó tras ella. El segundo nacido de la bruma la imitó.
¡Demonios!, pensó Vin, girando en el aire y tirando de sí
hacia el borde del tejado, cerca de donde había roto la vidriera. Debajo
corrían figuras y sus linternas iluminaban las brumas. Lord Venture
probablemente pensaba que la confusión significaba que su hijo había muerto. Le
esperaba una sorpresa.
Vin se lanzó de nuevo al aire, saltando al
neblinoso vacío. Oyó a los dos nacidos de la bruma aterrizar tras ella, luego
se impulsó otra vez.
Esto no
va bien, pensó nerviosa mientras recorría las corrientes de aire. No le quedaban
monedas, ni tenía dagas..., y se enfrentaba a dos nacidos de la bruma bien
entrenados.
Quemó hierro, buscando frenéticamente un
anclaje en la noche. Una línea azul, moviéndose despacio, apareció bajo ella a
la derecha.
Vin tiró de la línea, cambiando su
trayectoria. Se lanzó hacia abajo: la muralla de la fortaleza Venture apareció
como una sombra oscura. Su anclaje era el peto de un desafortunado guardia de
la muralla que se agarraba frenético a una de las almenas para no ser
arrastrado hacia Vin.
Vin chocó contra el hombre con los pies,
luego giró en el aire brumoso, volviéndose para aterrizar en la fría piedra. El
guardia se desplomó, luego gimió, agarrándose desesperado a su asidero de
piedra mientras otra fuerza alomántica tiraba de él.
Lo siento, amigo, pensó Vin, soltando de una patada
la mano del hombre de la almena. El guardia salió inmediatamente despedido
hacia arriba, como impulsado por un poderoso cable”.
La novela se encuentra escrita desde el punto de vista de los dos
personajes principales, los nacidos de la bruma Kelsier y Vin,
si bien unos pocos capítulos centran su protagonismo en el noble Elend; a su
vez la primera parte del intenso Prólogo y un breve capítulo de bien avanzada
esta obra, se encuentran centrados en otros personajes que no volverán a salir
dentro del libro, aunque sus puntos de vista permiten dejar claro como nunca el
impacto de los eventos que se están desarrollando.
A lo largo de esta extensa novela, se presentan numerosos momentos de
gran carga dramática, emotivos y narrados con una delicadeza que le otorga
cierta poesía a la prosa de su autor; aún no llega a la sublimidad narrativa
del maestro de Sanderson, Orson Scott Card, pero sí promete varios episodios
inolvidables y el desarrollo de personajes en verdad entrañables.
Por último, cabe destacar los siguientes personajes en el libro.
- Kelsier: Único sobreviviente de las
minas de un preciado mineral y de las cuales solo el Lord Legislador es el
dueño. Su experiencia en dicho
lugar lo llevó a convertirse en uno de los nacidos de la bruma más
poderosos. En su deseo de vengarse
de su opresor, decide liderar el grupo de resistencia definitivo contra el
dictador para derrocarlo de una vez.
En el proceso este sujeto atractivo de personalidad carismática y extrovertido,
cambia a tal punto que su propósito toma ribetes mucho más heroicos de lo
que él mismo pensaba en un principio, cuando decide cobrarse contra el
Lord Legislador.
- Vin: Adolescente que vivió toda su
vida como ladrona en situaciones bastante deplorables, hasta que es
descubierta por Kelsier e invitada a formar parte de su grupo de
resistencia. Acostumbrada a
desconfiar de la gente y a ser autosuficiente, durante su nueva vida junto
a quien seria su maestro y a los que llegarían a ser sus primeros amigos,
la chica descubre valores como el compañerismo, la lealtad y el
autosacrificio en pos de un bien en común. Su proceso de crecimiento espiritual
resulta ser en la novela uno de los ejes más importantes dentro de esta
compleja obra.
- Sased: Terrisano que participa de la
rebelión de Kelsier, quien llega a convertirse en una especie de figura
paterna para Vin. Como el resto de
su raza, es alguien de trato afable; a su vez guarda varios secretos que
tienen relación con el propósito de su gente de conservar el legado de
todas las culturas, que fueron suprimidas por el Lord Legislador cuando
éste tomó el poder. Sased en más de
una ocasión tiene una participación increíble e inesperada en este libro.
- Marsh: El hermano mayor de Kelsier, a
diferencia suya es alguien introvertido y de apariencia grave, no obstante
también es un individuo honorable y valeroso que accede a ayudar a su
hermano y a su grupo a derrotar al Lord Legislador. En el clímax de la novela, su papel
llega a superar cualquier expectativa que se pueda llegar a tener sobre su
compromiso con la misión que se le encomienda.
- Elend: Joven noble miembro de la Casa
más poderosa en todo el Imperio Final, quien resulta ser para su padre,
una verdadera vergüenza debido su actitud lejana a los propósitos que se
supone debería tener alguien de su alcurnia; es así como contra su
voluntad, Elend es un individuo estudioso, para nada gustoso de la
opulencia de la que acostumbran sus congéneres y que realmente se interesa por
los skaa. Su encuentro
con Vin lo marcará para siempre, lo mismo que a la joven nacida
de la bruma.
Tienen un aspecto muy atractivo, y el arte de las portadas es impresionante, muy bien escogido. Voy a cuidarme de no añadirlos a la cola de pendientes por ahora, hasta que termine un montón de lecturas atrasadas, pero la verdad es que parecen merecer la pena. Saludos amigo Elwin.
ResponderEliminarPues yo tengo muchas ganas de leerme los libros siguientes y no sé si me aguantaré que a el matrimonio amigo que me obsequió este libro para mi cumple me regale el año que viene el siguiente o me compraré yo para Navidad al menos el segundo volumen. Gracias por detenerte otra vez por acá.
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