Nota preliminar: A principios de marzo del año 2004 compré con parte de mi finiquito de
una antigua pega que tuve, la por entonces última colección de cuentos de mi
escritor favorito Stephen King, titulada Todo es Eventual y la que esperé con
ansias tener en mis manos para gozar a mis anchas. Una vez adquirido el libro, para nada hube de
decepcionarme, al contrario, cada relato leído era una verdadera delicia que
tocaba mi imaginación; así fue como a medida que depositaba mi atención en cada
uno de sus textos, me dispuse a escribir una pequeña crítica por cada historia,
para luego enviar a la revista virtual Insomnia
y de la cual era colaborador, el conjunto de mi propia apreciación del tomo
completo (dicha más que aconsejable publicación, se encuentra dedicada a todo
lo concerniente a King y puedes acceder desde acá a ella). Esta cuarta antología personal de relatos de
su autor, que fue publicada originalmente durante el 2002, tenía (y mantiene)
entre sus narraciones una que me sobrecogió bastante, de nombre El
Hombre del Traje Negro (para quien desee leer mi visión de aquel
entonces sobre esta historia y el resto del libro, la puede hallar en el
siguiente enlace ) y es esta narración la que hoy en día me lleva a escribir una
vez más.
Desde la época mencionada arriba, que no había leído otra vez el mentado
cuento, ni ninguno de los otros que componen dicho volumen. Pero fue durante el mes que acaba de terminar,
que me tocó presentar el cuento de la pasada sesión del Taller Itinerante, como
supongo mi querido amigo Paulo Adriazola bautizó a nuestro pequeño grupo de
lectura literaria y al que él mismo me concedió el honor de formar parte
(aprovecho de contar que Paulo tiene autoeditado un primer tomo de relatos, el
cual recomiendo bastante y al que apenas leí le dediqué su propia crítica, la
que pueden leer desde acá); fue entonces que tanto él como los otros dos
integrantes de este “selecto” equipo (los también literatos María Paz y
Guillermo), me pidieron que en mi calidad de “lector constante” de Stephen
King, compartiera con ellos algo suyo para que conocieran de una vez su
particular prosa. La verdad es que tras
pensar en varias alternativas como para “enganchar” a mis compañeros en la obra
de King, opté por el mencionado cuento y del cual tan gratos recuerdos
mantenía. Considerando la inmensa (para
mí) cantidad de años pasados entre la fecha original de mi primera lectura y
ésta (ahora más viejo y espero un poco menos ignorante), nuevas ideas se me
vinieron a la cabeza al reencontrarme con el aterrador Hombre de Negro y su
enternecedor narrador y protagonista; ideas que ahora comparto con ustedes y
que en su momento expuse durante la pasada sesión del Taller Itinerante.
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Un hombre ya en el ocaso de su vida, recuerda desde su habitación en un
asilo de ancianos, una aterradora experiencia que le tocó vivir cuando era niño
y que ahora que se acaban sus días, le ronda como nunca en la conciencia: su
encuentro con el Diablo, o simplemente un diablo y de la cual solo por suerte
salió con vida.
El relato ganador del O´Henry, un importante certamen estadounidense de
literatura general al mejor cuento corto,
se constituye en una emotiva y a la vez estremecedora historia que con
nostálgica atmósfera nos retrae a un mundo que ya fue: el de principios del
siglo pasado, cuando la existencia era otra, puesto que la trama transcurre además
en una localidad campestre, que es donde vivía el protagonista del relato[1]. En este sentido el racconto (recuerdo extenso) que constituye la parte gruesa de esta
historia, va más allá del recurso estilístico para exponer los acontecimientos
centrales y que le dan título al cuento, si no que sirve además como cuadro
costumbrista de una realidad de la cual hoy en día solo unos pocos han sido
testigos y que se relaciona con la vida rural.
A su vez esta existencia tranquila y en un pleno locus amoenus (“lugar ameno”, o sea, natural y grato a los
sentidos) permite contrastar el hasta ese momento apacible acontecer del
personaje principal (pese al trauma vivido por éste y su familia), con el acontecimiento
sobrenatural que le va a tocar experimentar; de este modo la inserción invasiva
del visitante que se le presenta al niño durante su descanso en el bosque (fiel
proyección física de su propio mundo interior inmaculado), viene a romper como
nunca con su esquema preestablecido de la cosas; así es como otra vez en este
cuento se narra la vieja historia del demonio implantado en el “Paraíso” y su
afán por corromper todo lo bello y bueno que puede haber en este lugar (y qué
otra mejor representación de esta pureza a la que el mal quisiera manchar, que
la inocencia de un pequeño).
Cuando el narrador-protagonista vuelve a recordar su espantosa vivencia
y decide dejar registro de ella a través de un diario que será su testimonio
para la posteridad, tiene la avanzada edad de 90 años, cantidad de años que
resulta significativa cuando éste sufre su marcadora experiencia a los 9 años,
o sea, el número inverso de cuando se decide “desclasificar” su memoria:
09. A su vez solo vuelve a sentirse
frágil como un niño, cuando está a solas y al final de sus días como anciano,
de modo que el protagonista es por esta razón que se rememora el temor que
durante su infancia lo poseyó; por ende el relato en sí mismo es un cuento
acerca del miedo y de cómo lo enfrentamos y superamos, pero también sobre la
manera en la que aprendemos a vivir con él, ya sea olvidándolo, como volviendo
a asumir su poder sobre nosotros cuando somos más débiles. Por otro lado, un tema clásico en la
literatura del que se apropia King una vez más, es el del diario de vida que
sobrevive a su autor para conectar el pasado con el presente y así ser el medio
adecuado para permitir que exista la narración misma del relato central; ésta
es a su vez una herramienta tan cara a la literatura de terror, la cual permite
darle aires de credibilidad a la obra por medio del viejo tópico de lo visto y lo vivido, pese a sus
connotaciones fantásticas, tal como en muchos relatos del propio Lovecraft y en
una novela tan elogiable como Entrevista con el Vampiro de Anne
Rice.
El cuento se encuentra lleno de alusiones de tipo religioso: aparte del
hecho mismo de que el narrador y su familia practican con fervor el
Cristianismo, la manera de cómo se encuentra planteada la figura demoníaca en
el relato, corresponde al estereotipo propio del imaginario teológico
cristiano: su traje negro y cada una de sus anomalías físicas (manos, ojos y
boca, cuyos detalles omitiré para no quitarle al posible nuevo lector la
maravilla de la sorpresa) acentúan su naturaleza maligna, así como el resto de
sus facultades sobrenaturales; no obstante lo que más destaca en este demonio,
es su labia engañadora (atributo al cual tantas narraciones arcanas como las de
la Biblia y otros textos pretéritos le han adjudicado) y la que usa para
mortificar al niño mintiéndole; es entonces que en la historia se menciona
aquello del Diablo como Señor de las Mentiras, ya que durante la confrontación
del entonces joven protagonista con éste, lo que se está contando es nada menos
que la lucha del alma humana, contra la seducción de todo lo falso que viene a
ser lo demoniaco (batalla que queda más clara que nunca, al tratarse de un niño
inocente quien debe vérselas a solas con un ser de estas características). Lucifer engaña, conociendo las debilidades de
cada uno de nosotros y atacándonos a partir de ellas, como bien se puede ver en
este premiado cuento. A su vez, un
detalle que no puede dejarse de mencionar, es el hecho de que el protagonista
infantil dedica sus horas libres a la pesca, razón por la cual el “Hombre de
Negro” en más de una ocasión le llama “Pescador”, una clara alusión al
“Pescador de Hombres” que viene a ser Jesús y a quien también según el Nuevo
Testamento Satanás quiso tentar.[2]
El tema del dolor y la aceptación de la muerte como parte de nuestra
humanidad es otra idea que se hace patente en esta historia: primera ante el
hecho de la tragedia que le ha tocado vivir a la familia del
narrador-protagonista, luego ante el peligro al que se expone éste cuando se
encuentra en presencia del aborrecible visitante y luego (más bien desde las
primeras líneas del texto mismo), cuando el personaje principal se encuentra ya
al término de su vida. Lo que en los
momentos más aterradores y dramáticos del cuento se puede ver como un miedo
comprensible ante la posibilidad de la muerte de un ser querido y la de uno
mismo, al final se transforma en la certeza del protagonista de que se ha
tenido una existencia plena y que se puede morir en paz.
Por último, el autor juega con un elemento propio de la literatura fantástica de finales del siglo XIX: la
ambivalencia o la duda ante la posibilidad de que la experiencia límite vivida,
bien pueda ser un engaño a los sentidos propia de los sueños o mejor dicho, de
las pesadillas y las alucinaciones producto de una mente febril; no obstante
cuando pareciera que lo ocurrido fue producto de los temores infantiles que se
manifiestan en la conciencia durante la duermevela, King nos hace recordar que
se trata de una obra actual y salida de su pluma, haciendo que hacia el final
del relato el niño regrese con su padre al lugar del ominoso encuentro y allí
hallen unos cuantos detalles que no pongan en duda que todo ha sido verdad.
[1] Respecto a la naturaleza del
certamen literario que ganó King gracias
a este cuento, cuando se dice que no es
del tipo “especializado”, es que no corresponde a los que por lo general King
postula todos los años y que en más de una ocasión ha ganado, como el Hugo, el
Bram Stoker y el Mundial de Fantasía; por lo tanto las obras que participan en
el O´Henry en su mayoría no son de terror, ciencia ficción o fantasía y de ese
modo el caso El Hombre del Traje Negro es una excepción, lo que deja más que
claro su calidad literaria y la del talento de su autor al poder ser valorado
independientemente de su género.
[2] Esta idea del demonio tentador,
Stephen King ya la había abordado con maestría en su novela Needfull
Things (La Tienda de los Deseos Malignos como se conoce en español o
simplemente La Tienda), igualmente ambientada en su famosa ciudad ficticia
de Castle Rock, que es donde ocurren los eventos de este relato y muchas más de
sus obras.
Ilustración basada en el relato que aquí se aborda. |
Tremendo cuento de King, muy bien escrito e inmersivo, lo leí hace bastante tiempo y todavía recuerdo el olor de aquel río.
ResponderEliminarEn lo personal me hizo recordar los temores que tenía de cabro chico y de lo diferente que percibo lo "paranormal"(Ahora soy más como el tipo de 1408).
La colección "Todo es Eventual" me encanta, tiene relatos increíbles pero debo revelar que el que más me llegó no fue uno de los de terror ni de los más complejos, sino que fue ese pequeño relato corto(valga la redundancia) llamado "Todo lo que amas se te arrebatará".
Saludos Elwin
Grcaias, Luciano, por la sorpresa de tu nuevo comentario. En realidad tal como dices, este cuento se remite tambián a los miedos infantiles (hasta leer tus palabras, no me había fijado en ese detalle). Del otro relato que mencionas, vi y tengo al menos dos cortometrajes basados en él (los llamados "dollar babies", que son cortometrajes que pagando la simbólica suma de 1 dolar a King, éste permite a directores primerizos filmar una obra basada en algun texto suyo, siempre y cuando no tenga un fin comercial; te cuento que Frank Darabont, famoso guionista y director de cintas como "Sueños de Fuga" y "La Milla Verde" empezó de esa forma su amistad con este escritor).
EliminarOtro de los textos de King que tengo pendientes, aunque sin duda acabaré por leerlo tarde o temprano, pues he retomado la lectura de sus obras, y desde luego la temática de éste parece irresistible; además de incluir muchos de los elementos comunes de King que lo hacen tan atractivo.
ResponderEliminarPues cuando leas este cuento y el libro completo, lo disfrutarás bastante. Hace poco me compré y leí la adaptación al cómic de "Las Hermanitas de Eluria" y en realidad como una relectura de esta gran novela corta precuela al primer libro de "La Torre Oscura".
EliminarMi querido y admirable amigo Elwincito. Fue un placer leer tu comentario sobre el cuento que nos presentaste en el Taller iIinerante. No habia leido nada de ese autor, a pesar de que soy un voraz lector de cuentos. Y tu visión literaria me ayudó mucho para comprender la trama y estructura narrativa del mentado cuento.
ResponderEliminarEste texto te lo envio desde la hermos ciudad de Florencia.
Un abrazo.
¡Quién como tú, amigo, Paulo! Gracias por interrumpir tu preciado viaje y me alegra haber aportado con un granito de arena a tus conocimientos literarios (a ver si luego te animas a leer por tu cuenta más sobre este genial autor).
ResponderEliminarAmigo Elwin: ¿Cómo que "eras colaborador de INSOMNIA"? Lo seguís siendo... y de que forma!
ResponderEliminarRAR (www.stephenking.com.ar)
Qué gusto saber de ti, amigo (que ya ni en Skype te he pillado). La verdad es que tengo harto nuevo material para ofrecer a la revista, pero otras preocupaciones me han mantenido alejado de comunicarme contigo (de hecho también te tengo unas "noticias"). En ningún momento dejé de sentirme colaborador de Insomnia y no me había dado cuenta de cómo podía interpretarse erradamente mis palabras. Espero volver a saber de ti prontamente.
EliminarEstoy medio alejado del Skype, por raoznes laborales. Escribime al mail de la revista: insomni@mail.com
EliminarSaludos!
RAR