Y aquí termino mi revisión de la décima temporada de Doctor Who moderno:
7. La
Pirámide del Fin del Mundo:
Los nuevos villanos que han llegado para engrosar la enorme y variopinta lista
de enemigos del Doctor, han instalado una tremenda edificación en una zona
estratégica militar y en la que chinos, rusos y gringos tienen puesto su
interés. Contactan al Doctor para que
intervenga, quien debe lidiar tanto con los alienígenas, como con los
representantes de los tres gobiernos imperialistas mencionados ¿Y quiénes serán
los más difíciles de controlar? Un más que interesante episodio con una pizca
de política, lo que no estamos acostumbrados a ver en este show y un desarrollo
de los Monjes que los hace muy aterradores.
El final de este capítulo resulta ser impactante, con Bill en uno de sus
mejores momentos como personaje (y una actuación memorable de la actriz a cargo
suyo), lo que nos la hace más simpática todavía. Mientras tanto, tendremos al Doctor metido en
una nueva encrucijada, bastante dramática, lo que se resolverá solo en el siguiente
episodio.
Atentos a un personaje inclusivo que está
vez no resulta forzado y que bien debiera ser considerado como ejemplo a seguir
por este mismo programa y otros (verosímil y sin revisionismo histórico).
8. La
mentira del terreno: Los
Monjes han hecho algo atroz y que consiste en modificar la realidad (o los
recuerdos de los seres humanos, para hacerles creer que siempre han estado
entre nosotros como benefactores. Solo
un pequeño grupo se les resiste y entre ellos están los "actuales" companions
del Doctor, el ciborg Nardole y la universitaria Bill; estos dos últimos
buscan a su amigo para desarmar los planes de los invasores, pero se encuentran
con una pésima noticia... Pese a todo, nuestro Señor del Tiempo siempre tiene
un plan y lo interesante y divertido está en cómo lo lleva a cabo. Por último, el apoyo de una vieja conocida
llega en el mejor momento, dándonos grandes sorpresas.
9. Emperatriz
de Marte:
Nuestros héroes llegan al Planeta Rojo (primera vez para Bill y para Nardole,
que el Doctor ya ha ido varias veces y en distintas épocas), donde se
encuentran con un grupo de soldados victorianos apoyados por nada menos que un
nativo del lugar (en la Serie Moderna conocimos a uno de ellos en la séptima
temporada). El marciano (de verdadero
aspecto aterrador e imponente) tiene una razón oculta para servir a los
"débiles humanos" y he ahí el nombre del episodio, que nos otorga a
un nuevo y gran personaje femenino.
A mi humilde parecer, entre lo mejor de la
temporada, con varios puntos a favor, entre ellos un cuarteto de personajes que
se complementan entre sí: El mentado marciano que demuestra una lealtad y
nobleza admirables, un sujeto engañoso que revela la podredumbre de su corazón
y como el típico hombre que se deja gobernar por la avaricia, en contrapartida
a este último, otro que descubre su heroísmo perdido e inicia el camino a la
redención... ¡Y finalmente la mismísima Emperatriz de Marte, una potente fémina
cuya personalidad se roba la pantalla!
A todo esto, la serie no fue tan woke, ni tan revisionista hasta ahora y es que en este episodio entre los soldados victorianos (fines del siglo XIX, cuando Gran Bretaña era muy rígida en sus preceptos morales y costumbres) uno de sus soldados es negro y lo tratan sus compañeros como a un igual sin reservas... ¡Ojalá hubiese sido así en la vida real!
A todo esto, la serie no fue tan woke, ni tan revisionista hasta ahora y es que en este episodio entre los soldados victorianos (fines del siglo XIX, cuando Gran Bretaña era muy rígida en sus preceptos morales y costumbres) uno de sus soldados es negro y lo tratan sus compañeros como a un igual sin reservas... ¡Ojalá hubiese sido así en la vida real!
Por último, esta vez el wokismo de la serie superó sus límites, al mostrarnos a soldados romanos... ¡Negros!
Para rematar, un viejo enemigo reaparece, en uno de los giros argumentales más impactantes de Doctor Who.
Por último, lo declaró nuevamente, me emocioné mucho con este final de temporada y al mismo nivel del hecho para la anterior. Además, acá también cierran las historias de los companions "actuales" del Doctor, que cada uno de ellos deberá tomar un rumbo distinto y separado, con nuevas vidas para cada uno de ellos; despedidas que, como en casos anteriores, es difícil no nos dejen sobrecogidos. Y al respecto, por sobremanera me llegó al corazón cito el final para Bill, tan ligado a su propio debut en el show, muy hermoso todo.
Más encima un personaje de principios del Duodécimo Doctor aporta con su presencia, otra grata sorpresa.
Dentro de lo mejor, que hay mucho para disfrutar de esta despedida (por mucho que nos haga llorar), la intervención del actor invitado que hace de coprotagonista: Un tremendo artista a cargo de uno de los mayores autohomenajes de la serie y que nos concede no sólo una caracterización de lujo, sino que momentos inolvidables para el seguidor de la serie (y si no cuento detalles, es para no quitarles la sorpresa de su aporte a este especial navideño, algo que casi puedo comparar con la aparición de John Hurt al final de la séptima temporada y para la celebración de los 50 años del programa.
Algo que si encontré ridículo de esta hermosa producción, trata sobre el wokismo que otra vez llega a niveles absurdos: Pues está vez vemos a soldados de la Primera Guerra Mundial... ¡Negros!
En todo caso, fue una gran despedida para Peter Capaldi como el Duodécimo Doctor y, mayormente, para Steven Moffat como showrunner del programa y quien volvería como guionista de la serie con la llegada del Décimo Quinto Doctor.
Tengo que admitir de lo poco que he visto esta serie es bastante agradable
ResponderEliminarEste domingo nos vemos un capítulo de la Doctora
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