Leer Misery de Stephen King no sólo significa sumergirse en una de las novelas más asombrosas y entretenidas de su autor, sino que además adentrarse dentro de una de sus libros más complejos, debido a las múltiples referencias culturales (y literarias) que posee y a la forma de cómo está escrita.
Misery es una obra magnífica, considerada dentro de lo mejor que ha escrito, una narración que se publicó en 1987 y que adelantó en cuanto a estilo narrativo y temática a obras posteriores que le valdrían a su autor ahora el reconocimiento mundial de la crítica especializada, más allá de los públicos ávidos de historias de terror truculentas (me refiero a Dolores Caliborne, Corazones en la Atlántida, Un Saco de Huesos, La Chica Que Amaba a Tom Gordon y su más reciente The Colorado Kid).
Misery es una historia llena de dolor, que habla no sólo sobre una situación extrema “totalmente” creíble (la vida imita al arte), sino que es un relato que nos habla sobre la condición humana, en su belleza y miserias, y de cómo la literatura cumple un papel fundamental en nuestras vidas.
La trama del libro es archiconocida por sus fanáticos: Paul Sheldon es un escritor de novelas rosa que tras sufrir un accidente carretero en medio de una tormenta de nieve, es rescatado por una corpulenta enfermera de nombre Annie Wilkes. La mujer lo lleva hasta su cabaña que está aislada del pueblo más cercano. Ahí lo atiende, hasta que Sheldon se da cuenta que está en manos de una peligrosa psicópata que poco a poco comienza a torturarlo mental y físicamente, pues se encuentra molesta porque Sheldon ha hecho morir a su personaje favorito en su última novela publicada; entonces lo obliga a escribir una nueva obra para revivir a Misery.
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En primer lugar el título de esta novela y su contenido están ligados a la famosa obra de Víctor Hugo Los Miserables, donde se nos cuentan las vicisitudes de Jean Valjean, quien tan sólo por robar una hogaza de pan para no morir de hambre, es perseguido durante años por un implacable policía, quien hace caso omiso de los grandes gestos de generosidad que más tarde hará Valjean. Esta novela de fines del siglo XIX, durante pleno dominio de la novela realista que pretendía ser un calco exacto de la realidad hasta en sus mínimos detalles, trata justamente sobre el dolor y la redención de los seres humanos a través del amor y sus sacrificios; pero también muestra las múltiples formas de cómo lo peor de los hombres se manifiesta entre nosotros: la pobreza material y la pobreza espiritual (que es la peor). Es acá donde el “descenso al infierno” (usando el concepto creado por Joseph Campbell, para referirse al viaje tormentoso que hace todo “héroe” por un lugar y/o circunstancia de gran peligro para su vida) que hace Paul Sheldon, se conecta con la novela de Víctor Hugo.
El protagonista de este libro de King nunca fue un hombre totalmente feliz, ni su fama, ni sus mujeres y gran poder monetario fueron nunca capaces de darle la armonía y el amor propio que sólo su encuentro con la Wilkes le darían. Un fracasado en la vida amorosa, castrado por los recuerdos de una infancia donde conoció la pobreza y la violencia intrafamiliar (la miseria en sus muchas formas) y alcohólico como muchos personajes de Stephen King. Cuando se encuentra secuestrado por Annie Wilkes, por primera vez en su vida debe luchar por su derecho a existir, por sus convicciones y puntos de vistas. Primero debe sobrevivir a la locura de un ser enajenado, una mujer con una moral retorcida, para luego sacar fuerzas de flaqueza con su cuerpo ya debilitado por la horrible tortura a la que lo tiene sometido quien dice ser su “fan número 1” . Una vez que Sheldon logra ganarle no sólo a su captora, en un increíble enfrentamiento final entre ambos que la versión cinematográfica hace honor, nunca más vuelve a ser el mismo. Ha aprendido que la vida es un don, ha regresado de su “descenso al infierno” más viejo, pues el hombre que era antes ha muerto, y ahora es más humilde, más sabio.
Pero las miserias del libro no sólo son las de este atormentado escritor, también lo son las de Annie Wilkes, una inteligente mujer cuya vida (Sheldon se pregunta sobre su enfermedad mental, si es producido por un simple problema hormonal o trancas de su pasado), es la de ser condenada a ser una paria de la sociedad. El libro siempre está narrado desde el punto de vista de la víctima, de modo que el narrador nunca nos entrega mayores datos que el propio Sheldon puede saber por sí mismo sobre Wilkes. Wilkes es una mujer frustrada en su mundo apartado de los suyos, alguien que se aliena con el ficticio mundo de las novelas rosa de Sheldon (como mucha gente lo hace hoy en día con la tele, el fútbol, los videojuegos y la literatura también, por no nombrar otras cosas) para no recordar lo que le duele. Por eso se enoja con Sheldon cuando hace morir a su heroína, Misery Chastain y se niega a que las cosas no salgan como más le convienen; si su mundo fantasioso comienza a desarmarse, hará todo de su parte para que todo vuelva a su supuesta “normalidad”.
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Sherezada es quien le narra al rey Schahriar durante mil y una noches una serie de historias para engatusarlo y evitar que éste la mate como lo ha hecho con numerosas mujeres. Con su capacidad de fabulación, la bella doncella aleja la muerte y poco a poco logra ganarse el corazón del rey hasta que luego de la última noche, el rey se da cuenta que la mujer le ha dado descendencia y que la ama. En cuanto a Sheldon, él se siente como Sherezada, aunque para nada su interés es ganarse el corazón de Annie, y tampoco casarse con ella; para evitar que Wilkes lo asesine, tiene que cumplir con su deseo: traer de la muerte a Misery, pero además debe ingeniárselas para que su regreso sea convincente, o sea, verosímil (espectacular la conversación que tiene con Annie Wilkes sobre el fácil recurso de algunas historias del “Deux ex Machina” donde al final hay una solución fácil y sin consistencia para sacar de un apuro a los personajes). Día a día Paul Sheldon debe entregarle el fruto de su trabajo, y además esperar a recibir el visto bueno, si no, la furia de su captora le llegará como una maldición.
La narradora de Las Mil y Una Noches debe concederle al rey su virginidad y su tiempo, en cambio Paul Sheldon con dolor deja en la casa que está atrapado, primero partes de su cuerpo, su salud y por último su orgullo. Es un canje inevitable que le permitirá reencontrarse consigo mismo…y sobrevivir a Wilkes.
Antes Paul Sheldon escribía porque esa era su profesión, vivía de sus obras y ello lo había convertido en millonario. Es evidente que el acto de crear produce placer en el artista, lo que se manifiesta muy bien en la novela cuando Sheldon se siente satisfecho por su obra Autos Rápidos, que consiste en una maduración literaria de su parte. Sin embargo, una vez perdidas las esperanzas en su última obra, tras verse obligado a “renunciar” a ella, Paul Sheldon descubre con El Regreso de Misery que su arte es capaz de darles fuerzas para vivir, que lo reconforta, de modo que el acto de crear con la palabra (“En el principio era el Verbo” dice el Evangelio según San Juan) se transforma para él en la razón de su existencia. Mientras escribe su “mejor obra”, Sheldon recuerda casos en que la magia de la literatura y la palabra escrita, le han devuelto la vida a hombres y mujeres (me remito a la poética novela de Ray Bradbury Fahrenheit 451, que ilustra muy bien esta idea). Paul Sheldon sólo entonces, cuando su vida peligra, se da cuenta que ama escribir y que ello es lo más valioso que tiene de sí mismo.
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Para Paul Sheldon, Annie Wilkes es como una ominosa diosa africana de las novelas de Edgar Rice Burroughs, creador de Tarzán, a la que debe rendir culto, so pena de muerte. Es un ser poderoso y lejano a su influjo (hasta que Sheldon logra aprender a manejar la situación con su captora), que supuestamente está por sobre sus capacidades. Por esto mismo, en el libro que está escribiendo para Wilkes, El Regreso de Misery, ambienta gran parte de la trama en el llamado Continente Negro; de este modo, África se transforma en la materialización literaria de su nueva circunstancia: el vasto, salvaje y lleno de peligros inesperados continente, es el mismo entorno que rodea al Sheldon sumido en una atmósfera emocional cargada de violencia y signos premonitorios de muerte y locura. A medida que se va haciendo más evidente un destino inexorable y fatal para él, su personaje de Misery se va enfrentando a los peores horrores de un África implacable como la propia Wilkes. Por esto mismo Sheldon considera que El Regreso de Misery no sólo es su mejor obra, sino que también la más oscura y violenta, pues no es otra cosa que la proyección de su mundo interior. Y el clímax apocalíptico que da al desenlace de su obra Sheldon, cargado del fuego purificador que termina con todo mal, es nada menos que la anticipación a la última pelea entre víctima y victimario. El fuego ya antes estuvo en la nueva vida de Sheldon cuando se vio obligado a quemar su novela inédita, que lo alejaba, según él, para siempre de sus novelas “mercenarias” de Misery; un primer fuego que era un “castigo divino” por su pecado de querer independizarse, tal como si fuera Prometeo que le dio el Fuego de la Inteligencia a los hombres, de los designios del mundo loco de Wilkes. Esta última vez será convocado por él mismo para derrotar a su Diosa, un instrumento para destruir esa fuerza de la naturaleza que es su captora.
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En cuanto a la forma misma de cómo está presentada Misery, por lo menos un 70 % de la novela se sostiene tan sólo en la dupla Sheldon-Wilkes; es decir, en su mayoría los acontecimientos transcurren teniendo sólo a estos personajes interactuando entre sí. La narración hace mención de personajes incidentales, que forman parte del pasado de estos dos; apenas se entregan datos sobre ellos, a veces puramente sus nombres y no hay “flashbacks” (pequeñas interrupciones en la narración que muestran sucesos del pasado respecto de los personajes). El lector sólo sabe lo que Sheldon sabe de las cosas, pues el narrador, a diferencia de otras obras de King, no muestra qué sucede en la mente de Wilkes y si lo hace, apenas dedica unas líneas a ello. De este modo, el lector se transforma en un personaje más al estar expuesto a las mismas sorpresas que el apesadumbrado protagonista; también se debe conformar con “armar” el pasado de Annie por medio de las conversaciones entre ella y su cautivo, así como de los recortes de diarios que Sheldon encuentra y con los que Wilkes lleva registro de su “carrera”.
Es increíble cómo Stephen King se las ingenia para que en cientos de páginas la acción ocurra durante gran parte en una habitación, sin el uso de la técnica del “montaje”, donde se cuente algo que ocurre paralelamente en otro lugar. Apenas aparecen otros personajes y tan sólo ya cerca del clímax, intervendrán unos pocos más. He aquí una de las virtudes de la adaptación que hizo Rob Reiner, que incorpora tan bien nuevos personajes (como la pareja del policía anciano y su mujer, así como la editora de Sheldon) que están dentro del “estereotipo kingniano” y complementan a la perfección la narración.
Hay momentos en el libro que sólo de la mente de Stephen King podían salir, como las distintas mutilaciones que le hace Annie a Paul y la escena de la rata en la que Wilkes, mientras discute con Sheldon, estruja entre sus manos uno de estos roedores. La realidad misma, la certeza de la existencia de seres humanos tan enfermos como Wilkes, hace que este libro pueda provocar más terror que una narración sobre vampiros o los resultados de una maldición gitana. Pues locos hay en todas partes y como el propio Paul Sheldon sabe, ellos no saben que están locos. De este modo, lo verdaderamente pavoroso del libro, es que cualquiera de nosotros está expuesto a saber esta verdad en su propia carne.
Ya en su novela corta El Cuerpo, Stephen King “regalaba” al lector con un cuento hecho por uno de sus personajes y luego con un gran extracto de una de sus novelas. En Misery, tal como si fuéramos Annie Wilkes que espera con ansias más sobre su heroína favorita, se van intercalando páginas de la nueva obra que escribe Sheldon. El realismo acá es ingenioso, pues la tipografía de estas páginas imita la de una antigua máquina de escribir, a la que le faltan las n y luego otras letras; luego estos insertos se ven con letra manuscrita, de puño y letra de Sheldon-King. Leer este “libro dentro del libro” es una experiencia sabrosa y más porque aquí Stephen King imita a la perfección el estilo literario de la novela rosa y/o romántica; luego, a medida que va en crescendo la narración sobre Misery, la atmósfera se va tiñendo del aire macabro de las mejores obras de King. El texto de El Regreso de Misery es tan entretenido, que es fácil tentarse ante la idea de leer completa esta obra.
A su vez, Misery se encuentra dividido en tres grandes capítulos y un cuarto a modo de epílogo, cada uno de ellos titulado con un nombre: El primero es “Annie”, donde tanto protagonista como lector aprenden a conocer y a temer a esta mujer. Desde las primeras páginas, se sabe que Annie Wilkes está peligrosamente loca y que la vida de Sheldon corre peligro expuesta a los inesperados vaivenes de su temperamento. Es un primer gran capítulo que nos la muestra en todos sus estados de ánimo, de modo que ya queda claro para dónde va la trama del libro. El segundo capítulo, “Misery”, se llama así porque es a partir de aquí que Sheldon comienza a escribir su nueva obra y a su vez, el lector empieza a entrar en el mundo de esta seductora mujer; pero además, lleva este título, porque es acá cuando Paul Sheldon llega realmente a conocer el Infierno en vida y su vida no puede ser más miserable, gracias a las “atenciones” de su admiradora número 1. El dolor físico y moral que siente, como la gran soledad que se observa en estos antagonistas y compañeros de viaje por los recónditos caminos del alma humana, se acrecienta cada vez más; quiérase o no, se ha creado un lazo simbiótico y/o de parasitismo entre Paul y Annie. El tercer capítulo es “Paul”, que muestra la batalla interna del protagonista y la externa entre él y Annie. Ya acá los recursos de Paul por sobrevivir y deshacerse de Wilkes, son extremos; en contrapartida, la narración de “El Regreso de Misery” se hace más violenta y cruel. Por último, en “Diosa”, tal como dice el capítulo, nos enteramos que la vida de Paul Sheldon luego de su pesadillezca experiencia con Annie, nunca más volverá a ser la misma; está marcado para siempre, y la diosa africana que era Annie Wilkes, se quedará en su memoria y su corazón para siempre, para bien o para mal…A los dioses no se les puede obviar, forman parte de nuestra existencia, es decir, hay fuerzas (como el Azar o el Destino) que están más allá de los designios de los hombres y su poder. Si no, pregúntenle a Paul Sheldon.
Resulta increíble que Stephen King haya adelantado en la figura de Paul Sheldon y su accidente, lo que a él mismo le ocurrió en 1999 al ser arroyado por una camioneta conducida por lo que el propio King declaró uno de sus personajes. El paralelismo entre este incidente, que casi le costó la vida, le quebró las piernas, unas costillas y los postró en cama al igual que a Paul Sheldon, es sorprendente; pero más aún es increíble cómo el regreso al arte de escribir durante su convalecencia se parece al periodo de cuando Sheldon escribía El Regreso de Misery: tanto el escritor ficticio, como el real, al igual como una mujer que pare, comenzaron a gestar una nueva obra que les devolvió la vida.
muy interesante libro amigo, espero algun dia tenerlo en mi poder y poder disfrutar de tamaña obra, si sigo asi tendre mcho por leer para el futuro.
ResponderEliminarEl hecho de que haya una novla dentro de otra lo hace demaciado interesante, puesto que esto se ve pocas veces, ya que te pones a leer la historia central del libro,y suele pasar que en la mejor parte podrían pasar a la historia secundaria, pero que sin embargo posee un nivel de importancia tan grande que le da sentido a la historia principal, y que esta ultima no existiría de no ser por la historia secundaria.
Es verdad tambien, el miedo y el horror no está en criaturas ficticias, sino en nosotros mismos, y por este hecho, nos hace tener miedo de nosotros por las fechorias que alguien escaso de cordura puede llegar a hacer, como la antagonista de esta obra, junto con que cuando tocamos un tema tan amplio como lament y como funciona en personas desequilibradas, el tema se vuelve bastante complejo, lo cual lo va haciendo mas interesante para establecer analisis y llevar esas referencias a la vida cotidiana.
atte. Fabian Ibarra
En realidad "Misery" es de lo mejor que he leído en mi vida; tal como me gusta decir, de esos libros que uno agradecer haber leído y todo ello se complemente además con una versión cinematográfica que le rinde sus honores como pocas.
ResponderEliminarExcelente reseña para un gran libro. "Misery", paso a ser uno de mis libros favoritos de igual forma. Un detalle que destaco en gran magnitud, es la psicología empleada en los diálogos, la forma en que el humano puede caer, no sexualmente como se conoce tipicamente al termino "Caí en sus brazos", si no que de forma egocéntrica solo por palabras y al final seguir el juego de la persona que alaga, luego agregarle el porque paso todo, ya que sabe que el personaje y victima cayo.
ResponderEliminarSin duda un gran libro, uno de mis favoritos. Muy buena reseña.
Me alegra mucho que hayas leído algo de mi creación...Como artista que eres, sé que entiendes que lo que uno hace nunca es sólo para sí mismo, si no que para compartirlo con los demás; pues nuestras obras retratan lo mejor y lo más íntimo de nosotros. Eres muy joven y comienzas a despertar a las maravillas de las buenas historias y el arte en general, así que te queda aún un montón de obras y autores para descubrir. En su momento, leí por primera vez esta novela también a muy temprana edad...¡El siglo pasado, je! Ojalá te animes a pasarte más seguido por acá.
ResponderEliminarHe seguido leyendo algunos artículos y me gustaron, así que seguiré pasando por aquí.
ResponderEliminarEl arte se contempla en todo y cada detalle, algunos dominan el arte de la escritura, otros dominan el arte del pensar, el arte tiene tantos enigmas porque el arte es la vida.
La verdad, nunca he seguido a los autores, solo a Stephen King y otros dos. Pero por lo general veo el libro y leo un poco, y si me dominan sus letras lo leo completamente, luego veo el autor y queda en la lista, por si no tengo nada más que leer o no encuentro algo, busco el autor y sus libros y así sigo indagando en el arte del escribir.
Buenas noches :)
Pues me alegra mucho que sigas leyendo estos textos, que además siempre actualizo el blog. Acá encontrarás a muchos autores que pueden llegar a interesarte y te los recomiendo bastante (por algo escribo sobre ellos). Puedes hacerte SEGUIDOR en la opción que da este blog. Gracias por escribir nuevamente y leer otros trabajos míos, lo que también puedes comentar.
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