sábado, 7 de febrero de 2015

Una nueva voz que se apaga, pero que nunca dejará de oírse (y de leerse).


1- Requiem por una Mariposa.

     Hace poco más de dos semanas nos dejó Pedro Lemebel, importante escritor nacional reconocido no solo en nuestras tierras, sino que también en el escenario cultural y literario extranjero.  A este autor ya se le han dedicado dos textos en esta página, los que pueden ser leídos haciendo click aquí y acá.  En ellos ya se ha dicho bastante acerca de su genio y figura, así como comentado y analizado algunas de sus obras; ellas lo convirtieron en un escritor sin par en nuestras letras, tanto por su particular estilo e intereses, como por su extraordinaria personalidad que le granjeó por un lado el rechazo de mucha gente, como también el cariño y la admiración de muchas más personas. 
     Es teniendo en cuenta el valor de su persona, al igual que el de su trabajo, que tras su lamentable muerte que bien pareciera ser demasiado pronto (tenía tan solo 62 años cuando el pasado 23 de enero nos dejó huérfanos de su insolencia alegre), que el Cubil del Cíclope hoy desea manifestarse con esta nueva entrada acerca de uno de sus libros.  Por ende, estas líneas dedicadas a él expondrán muy personalmente el valor de las crónicas que comprenden su primera selección publicada, sobre este particular género literario de no ficción y que con tanta pasión Lemebel cultivó en su singular estilo a medias entre la prosa poética, la autobiografía y la denuncia social…De este modo es que en esta ocasión le corresponde a La Esquina es mi Corazón ser el objeto de la atención de un servidor.
     Antes de ir de lleno a esta colección en sí, quisiera hacer hincapié en algunos aspectos sobre Lemebel y su especial personalidad.  Lemebel era como otros genios una persona muy compleja.  Amaba con todo su corazón a los que sentía suyos y con los que se identificaba (la gente de “pobla” como bien decía él, esto es las comunidades obreras, la gente sencilla económicamente hablando, a las mujeres de esfuerzo que muchas veces sin un hombre al lado deben mantener a su familia, a buena parte de la izquierda política chilena y en especial a sus “locas”, entre ello homosexuales afeminados y de sus mismos orígenes humildes, como también travestis, tal cuál Pedro mismo fue uno de ellos).  Es cierto, Lemebel era un resentido y no dejaba de expresar su rabia y malestar con tanta mala memoria chilena y doble estándar nacional; es por esta misma razón que a través de su arte se encargó de dar cuenta de todo ese mundo que si bien antes otros habían retratado, nunca antes habían sido vistos con la desnudez y la pluma (aquí le doy doble sentido a esta palabra destacada) hasta que el propio Pedro llegó a nuestro escenario cultural, para gritarnos una verdad que muchas veces es ignorada.  Por toda esta razón hay que tener verdaderos cojones para leerlo, abrir la mente, porque muchas veces aun cuando uno está de acuerdo con muchas de sus palabras y disfrute su escritura, es cierto que en ocasiones el lector no tendrá por qué comulgar con todas sus ideas (lo digo por experiencia propia). 
     Así como amaba demasiado, Lemebel también odiaba y recriminaba sin tapujos todo lo que le parecía que estaba mal por acá, en este lugar casi olvidado del mundo; de ese modo es que nacieron muchas de sus intervenciones públicas más polémicas, como también a veces las más brillantes.  Asimismo es que su manera tan apasionada para ser el mismo (tan “amariconada” en sus propias palabras) le granjeó tanto la admiración y la incondicionalidad, como el desapruebo de otros, si bien esto último a Pedro ni le quitaba el sueño.  Y es aquí donde me detengo en lo que significó para mí: Como escritor me costó llegar a apreciar su impronta, en especial su gusto por un mundo que muchas veces me ha parecido decadente y tampoco voy a negar que su apariencia y personalidad bien me molestó al principio… Entonces pude conocer más de su historia personal y logre ver la cualidad y calidad de sus escritos (no hay que dejarse confundir por la forma para apreciar el fondo).  Poco después, un día que recuerdo con mucho cariño, presencié una lectura poética suya en una feria del libro y entonces terminó por conquistarme.  El año antepasado en otra exposición literaria volví a encontrármelo y esta vez tuve el gusto de sacarme una foto con él y hasta que me autografiara uno de sus libros.  Ciertamente ni me tomó en cuenta cuando aquella vez le dije que lo apreciaba bastante y que daba a leer algunos de sus textos a mis alumnos; pues bien, ello me decepcionó, pero sería un verdadero idiota si me hubiese olvidado de lo especial que era Lemebel y me lo tomara a personal…Pues de que era una diva, lo era ¿No? (de hecho se dio casi una hora de atraso en salir al escenario, mientras su público devoto lo esperábamos).
    La verdad es que lo que más le valoré a Lemebel fue su valentía y fuertes convicciones en todo momento…Pues a Pedro le tocó vivir una etapa muy dura de nuestra historia nacional, me refiero a la dictadura de Augusto Pinochet (que tantas inocentes víctimas se cobró), cuando ser homosexual y más encima “loca” y travesti no era la mejor manera de sobrevivir a un sistema represivo como ese; de tal modo en los últimos años de ese oscuro periodo, cuando ya se perfilaba al artista que había en él, el escritor sin dudarlo hizo de sus ideales manifestación estética pública y comenzó a hacerse oír.  Luego cuando volvió la democracia, en contra de todas nuestros sueños más idealistas, no dejó de recordarnos que eso de “La alegría ya viene” era algo solo para unos cuantos (lema del famoso y pegajoso jingle del NO, alianza política de izquierda que se oponía a que Pinochet siguiera en el poder, cuando se hizo el Plebiscito en el 88).  El día en que lo fui a ver a la Feria del Libro Internacional en 2013, Lemebel dio su presentación con su “nueva voz”, ya que para entonces llevaba rato con el cáncer que terminó fulminándolo, de modo que tuvo que extirpársele la laringe y por esta razón en esos momentos usaba un aparato eléctrico para hablar.  Pero como bien quedó demostrado, ello no le quitó las ganas para hacer su trabajo y hubo otros actos culturales en los que participó.  ¿Y me preguntan por qué razón lo admiré y lo admiro? 

2.1- El Libro, las Crónicas y las Ideas.

      La Esquina es mi Corazón corresponde al primer libro de crónicas publicado por Pedro Lemebel y ello fue en el transcurso de 1995, gracias a la editorial chilena Cuarto Propio.  Ante el evidente interés internacional por su obra, la editorial Seix Barral compró los derechos para una nueva edición, esta vez de carácter masivo en nuestra lengua, en 2001 (a partir de entonces este importante sello se encargó de comercializar el resto de sus libros).  A la versión de Seix Barral se agregó un prólogo encargado de presentar al autor y de analizar su trabajo, hecho por el estudioso Carlos Monsiváis.  Asimismo el tomo se encuentra compuesto por 19 crónicas en total.
    Para llegar a apreciar este volumen en todo su esplendor, cabe recordar que cuando Lemebel escribía sus crónicas, no lo hacía como periodista o historiador (respetables profesiones con las cuales por lo general se relaciona esta palabra), si no como artista de la palabra que pretendía reflejar con su prosa la realidad tal y como él la veía; de este modo si bien en lo que decía abundan datos fidedignos y claramente reconocibles, no dejan de verse a la luz de su propia interioridad.   Son textos de corte lírico inspirados en hechos reales, muchas veces noticiosos, cuya intención es la denuncia política de una forma estilizada.  Ellos están dedicadas a los personajes marginales y periféricos con los que Pedro claramente se identificaba, razón por la cual en sus páginas deambulan sujetos sumidos en la miseria de su pobreza y de su falta de expectativas de una vida mejor; también hay obreros, simples dueñas de casa poblacionales, homosexuales travestis y dedicados a la prostitución, escolares adolescentes cuyos intereses para nada son los estudios…
     La mayor parte de estos escritos poseen un tono que se aleja del humor corrosivo y la alegría que más tarde fue posible ver en sus trabajos posteriores.  Son trabajos claramente de crítica social y política, que más que reivindicar la homosexualidad tal y como la vivió Pedro y enaltecer a sus personajes reales, pretenden mostrar una faceta de Chile que o bien mucha gente desconocía (o desconoce) o que más bien pretende ignorar.  A su vez son crónicas breves que muestran diferentes escenarios del mundo en el que le tocó vivir al autor (y hasta cierto punto a nosotros mismos como chilenos actuales, si bien a unos en mayor medida que a otros), sin ánimo la mayoría de una revisión romántica o reivindicacionista, sino que al desnudo ¿Para mejorar esta situación tal vez? La verdad es que el escritor no pretendía dar una propuesta o respuesta a los males sociales que retrataba, él solo se limitaba a ilustrarlos en su estilo tan peculiar. 
     Teniendo en cuenta que uno de los pilares fundamentales temáticamente hablando de este libro y del resto de la labor literaria de Lemebel era la homosexualidad marginal, puede llamar la atención (incluso impactar) que en muchas de estas páginas se presentan prácticas homoeróticas realizadas por heterosexuales, muchos de ellos adolescentes.  Esta situación el cronista la refleja con su acostumbrado lenguaje, mezcla de la coprolalia más desfachatada, con un español cultísimo y donde el lirismo tampoco falta:

    “Así, el ojo coliza recorre el muro, en cada dibujo apurado recorta apuntes y croquis fálicos como rosas de un papel mural sepiado por las huellas del orín. Flores de yodo rebanan el iris de la loca, alfabetizan su deseo en los signos desvaídos por la soledad del baño público. Una crónica voyeur que recoge su silabario aguaitando a través del agujero el baño contiguo. Mirando el chorro dorado de un hincha que expulsa la cerveza. Un péndex que también ha visto el lente de la loca congelado en su miembro. Ese ojo rubí que horada el muro con desespero. Entonces a una señal la loca se cambia de equipo, se mete en la caseta vecina donde el chico la espera agitando tarjeta roja entre las manos. Después la puerta cerrada es sorda a la bullanguera farra que persigue la pelota. Afuera el estadio estalla cuando un centro-foward zigzaguea la bola por la entrepierna, apenas la roza, la puntea, la baila en la pelvis, al pecho, la goza cabeceando y zoom mete cuerpo y balón en el hoyo del arco”.

    Considerando la época en la que fueron escritas y publicadas estas crónicas, además de su carácter de “no ficción”, se encuentran llenas de referencias de la cultura popular de su momento, en especial en lo que se refiere a la música.  De este modo el libro bien sirve como testimonio del Chile de aquellos años con sus gustos, preferencias y hasta manifestaciones culturales.
     Muchos de los títulos que eligió para sus escritos, atienden a la cultura homosexual y en especial al travestismo con palabras claves como: anacondas (clara palabra de referencia fálica), terciopelo negro, encajes, raso blanco, emplumado, etc.
     El nombre que da título a este primer compilado de las crónicas de Pedro Lemebel, La Esquina es mi Corazón, es el de uno de los primeros textos que lo comprenden.  No obstante también se puede afirmar que su uso de forma génerica, atiende a la costumbre de muchos grupos sociales como delincuentes, drogadictos, jóvenes, escolares y prostititut@s para ocupar estos sitios como lugares de encuentro y donde permanecen gran parte de su tiempo; de este modo se trata de sitios con los cuales se relacionan más que con su hogar, el trabajo (si es que lo tienen) o el colegio (donde van obligados por sus adultos), ya que además es ahí donde o bien encuentran a sus pares o a sus clientes.



2.2- Desmenuzando las Crónicas.

     Y ahora una pequeña síntesis sobre de qué se trata cada texto que forma parte de este compilado, con unas cuantas palabras personales al respecto y una cita textual para ilustrar mejor su contenido:

  • Anacondas en el parque: El Parque Forestal en Santiago es una de las áreas verdes más grandes y famosas de la ciudad, de modo que es un lugar frecuente para pasear y descansar en él.  Lemebel abre su libro contándonos de las incursiones homoeróticas entre jóvenes que se suceden tras la supuesta protección de sus plantas y detrás de las cuales estos amantes improvisados tienen sus apurados encuentros.  El texto permite de inmediato reconocer el tono que tendrá el resto del volumen, demostrándonos que la ciudad es mucho más del perfecto orden que los ojos más ingenuos ven; por ende, tal como muestra el escrito, un lugar público como este y ubicado en un sector privilegiado de Santiago, no escapa a las actividades consideradas por muchos como “deshonestas”.

      “Los parques de noche florecen en rocío de perlas solitarias, en lluvia de arroz que derraman los círculos de manuelas, como ecología pasional que circunda a la pareja. Masturbaciones colectivas reciclan en maniobras desesperadas los juegos de infancia; el tobogán, el columpio, el balancín, la escondida apenumbrada en cofradías de hombres, que con el timón enhiesto, se aglutinan por la sumatoria de sus cartílagos. Así pene a mano, mano a mano y pene ajeno, forman una rueda que colectiviza el gesto negado en un carrusel de manoseos, en un "corre que te pillo" de toqueteo y agarrón. Una danza tribal donde cada quien engancha su carro en el expreso de la medianoche, enrielando la cuncuna que toma su forma en el penetrar y ser penetrado bajo el follaje turbio de los acacios”.

  • La esquina es mi corazón (o los New Kids del bloque): Quizás una de sus crónicas más famosas y la que le da el nombre al libro.  Trata acerca de la juventud de las poblaciones pobres de Santiago, muchas veces sin mayores expectativas que juntarse en las esquinas a tomar, fumar y delinquir, entre otras cosas.  En cierta medida el texto pareciera enaltecer a estos muchachos, puesto que no hace juicio de valor de su actitud y de algún modo culpa a las autoridades y poderes fácticos de este tipo de manifestaciones sociales (como si no fuera responsabilidad de uno mismo salir de sus propias miserias, tal como el mismo autor lo hizo a través de su arte).  El subtítulo es una referencia indirecta al popular grupo de música gringa de aquellos años, The New Kids on the Block, tipo de juventud idealizada y yanqui, que contrastaba por completo con la de esta y mucho menos afortunada.  Pueda que le pase a algunos, que personalmente este sea uno de los escritos que menos me agrada de su autor, debido justamente a la simpatía que demuestra hacia este tipo de gente.

     “Dedicado a los chicos del bloque, desaguando la borrachera en la misma escala donde sus padres beatlemaníacos me hicieron a lo perrito; inyectándome entonces el borde plateado de la orina que baja desnuda los peldaños hasta aposentarse en una estrella humeante. Yo me fumo esos vapores en un suspiro de amor por su exilio rebelde. Un brindis de yodo por su imaginario corroído por la droga”.


  • La Babilonia de Horcón: Presenta a un curioso personaje tan propio de Lemebel, una muchacha alcohólica famosa tristemente por sus escándalos públicos en fiestas, bares y otros lugares y la cual además acostumbra desnudarse en medio de sus borracheras.  En el texto es conocida como Babilonia, nombre simbólico para referirse a su supuesta decadencia y en referencia a la bíblica ciudad reconocida por sus “pecados”.  A diferencia de los protagonistas de la crónica anterior, Lemebel en esta ocasión describe a su protagonista de tal manera, que se llega a sentir empatía por ella, de modo que es posible reconocer el sentimiento de soledad que la lleva a la autodestrucción.  Al final del texto se presenta una pequeña cuota de humor que humaniza y enternece más que nunca a esta mujer.

    “Mientras intentó configurar su cuerpo en los jirones de luces a manotazos que la desnudan, girando bamboleira en la disco Gloria de Horcón. Donde tantas veces el dueño la sacó a punta de bota texana por espantarle la clientela con los escándalos. La Babilonia otra vez empelotándose, otra vez en cueros sobre la pasarela de la barra, casi incidental. Como si el deslizarse de la falda o el paracaídas del sostén fuera un placer privado, un blando retorno a esa gruta de virgen tercermundista. Creyéndose la Venus de Botticelli entre las conchas de mariscos que le arrojan los pescadores para que se alimente”.

  • Babas de caracol en terciopelo negro: Bien puede ser uno de los escritos más interesantes del libro.  Trata acerca de las espontáneas actividades sexuales entre hombres, en uno de los antiguos cines rotativos que por aquellos años habían en la capital (hoy en día los únicos que quedan de este tipo, emiten solo filmes pornográficos).  Toda una proeza literaria viene a ser el ingenio y el talento de Lemebel para describir a su manera estos encuentros, a la par que se exhibe en pantalla una película de Bruce Lee.

     “Entonces la banda sonora es el crujido de los asientos; un coral de seseo o pequeña gimnasia promiscua en el jiujitsu de los dedos. En contraste con la gimnasia de la coreografía karateca doblada por la cadena de manuelas, mano con mano, golpe a golpe, beso a beso, saltos mortales del chino que reproduce en menor escala el chorro ligoso que dibuja el aire con su trapecio seminal. Mientras el telón estalla en ketchup a full-contac, tiñendo el cinturón negro de rosa y de primer dan a tercer sexo”.

  • Cómo no te voy a querer (o la micropolí­tica de las barras): Junto con el que le da su título al compilado, el otro texto de carácter polémico por su supuesto apoyo moral a las llamadas “barras bravas”, es decir, a las dos grandes asociaciones de fanáticos del fútbol nacional, Los de Abajo y la Garra Blanca, ambos de equipos contrarios.  El texto narra sus intervenciones tanto dentro del estadio como fuera de él, con distintas manifestaciones de violencia y que en todo caso deja claro su autor responden al malestar de sus integrantes ante la desigualdad social.  Entre medio Pedro narra un encuentro homosexual en uno de los baños del recinto deportivo (todo lo que corresponde al itinerario de esta “loca” barrera, resulta ser bastante entretenido y hasta gracioso, en especial mientras se encuentra viendo el partido con los demás “hinchas”).  El nombre de la crónica está sacado de un fragmento de una de las canciones más populares, usadas por estos fanáticos para alentar a sus equipos.

     “Deshojadas del control ciudadano, las barras de fútbol desbordan los estadios haciendo cimbrar las rejas o echando por tierra las barreras de contención que pone la ley para delimitar la fiebre juvenil, la prole adolescente que se complicita bajo la heráldica de los equipos deportivos. Es así, que cada confrontación deja como resultado una estela de palos, piedras y vidrios rotos al paso atronador de La Garra Blanca y Los de Abajo; dos sentimientos de la hinchada pelotera que aterrorizan el relax de los hogares de buena crianza, con los ecos mongoles de la periferia”.

  • Escualos en la bruma: Otra crónica de gran atractivo y que narra lo que ocurre detrás de los muros de un antiguo sauna gay, el cual en todo caso no se publicita como un sitio dado a esta comunidad; no obstante tal como queda detallado en sus páginas, todos los vecinos saben a qué acuden en realidad sus clientes.  En contra de lo esperado y atendiendo a la realidad chilena, tal como queda descrito aquí, Lembel nos muestra que no es un lugar donde se encuentran adonis y efebos homosexuales, sino que los hombres que describe el autor resultan ser de lo más corriente (por no decir poco agraciados).  Por otro lado, acá también es posible encontrarnos con el buen humor del autor y que se echa de menos en gran parte del libro.

    “Después de pagar la entrada de mil pesos, se recibe una sábana de túnica para taparse los colgajos masculinos, una caluga de champú, un jabón Popeye y un par de zuecos de madera para extraviarse en los túneles de algodón. Así se puede vitrinear libremente dejando que la mirada resbale por los peldaños de la celulitis, que reproduce la decadencia del inmueble. Como si las cicatrices de vesícula se prolongaran en las grietas de las baldosas, o las hernias umbilicales fueran cañerías tapadas por el sarro, y los techos cuarteados un cielo de estómagos con cirrosis. Y todo esto junto, formara un gran friso escultórico cocinándose al baño maría”.

  • Encajes de acero para una almohada penitencial: En este caso la prosa del cronista revela cómo funciona el sistema de violaciones entre los presos de las cárceles masculinas nacionales; triste costumbre que bien sabido ocurre en las de otros países, aunque aquí el artista lo hace dejando testimonio una vez más nuestra propia chilenidad y un machismo y violencia que llegan a ser aberrantes aún en su dimensión menos heterosexual.

     “Es así, que en apariencias, la vejación en las cárceles de hombres sería la más traumática, dejando secuelas que llevarían al suicidio. Pero las apariencias engañan, <los muchachos de antes también usaban vaselina> y los padres de la patria ya no tienen patio trasero que defender. Más bien se lo juegan en barajas de ocio ganado y perdido, montándose unos a otros con las trenzas sueltas del encierro. En el adentro nada es tan terrible; basta apretar los dientes, morder los encajes de la sábana carcelaria, relajar el esfínter y olvidarse de la ideología. "A desalambrar" y morir en la rueda, porque la hemorragia de la propaganda estigmatiza a quien delata el salivazo del hermano. Si Abel se hubiera hecho el leso, Caín sería su marico”.

  • Lagartos en el cuartel (yo no era así­, fue en el Servicio Militar): Otra realidad que no es propia de nuestro pueblo, los encuentros homoeróticos entre los conscriptos en el Servicio Militar.  Cabe notar que cuando escribió este trabajo Pedro, por aquel entonces esta “institución” era obligatoria y la mayoría de los que entraban en ella eran jóvenes de sectores populares, los cuales para nada deseaban realizarlo (los de mejor nivel económico tenían la suerte de “sacarse” el servicio).

    “Una ojeada de perfil deslizada al compañero de camarote, casi incidental al recoger el jabón, al agacharse la punta que rosa el lomo como un beso distraído en medio del apuro. Un cuidado que te clavo, Jesucristo, estalla en risa, parece risa, suena chistoso, pero queda atravesado entre ceja y ceja mientras tiritando se visten, mientras trepa por las pantorrillas peludas el tieso algodón del calzoncillo militar. Un ojo voyeur sigue mirando esa parte donde se levanta suave el pantalón de camuflaje”.

  • Barbarella Clip (esa orgí­a congelada de la modernidad): He aquí crítica social y política a lo Lemebel en su estado más puro, puesto que por medio de esta obra el autor se permite denunciar el impacto nocivo que provoca en la comunidad menos privilegiada, económicamente hablando, la televisión y la publicidad (esto debido a su constante bombardeo de estereotipos sexuales y de consumismo).  Interesante resulta ser cómo frente a esta problemática, el autor expone una vez más sus fortuitas aventuras sexuales entre jóvenes marginales del mismo sexo.

     “Quizás, en la multiplicación tecnológica que estalló en las últimas décadas, la política de la libido impulsada por la revolución sexual de los sesenta perdió el rumbo, desfigurándose en el traspaso del cuerpo por la pantalla de las comunicaciones. Tal vez fue allí donde una modernidad del consumo hizo de la erótica un producto más del mercado, o más bien, fue elegida como adjetivo visual que utiliza la publicidad para enmarcar sus objetivos de venta”.

  • Chile mar y cueca (o 'arréglate, Juana Rosa'): El escritor detalle acá el llamado “lado B” de las Fiestas Patrias Chilenas y donde tal y como queda expresado en sus líneas, solo unos pocos logran celebrar la independencia de Chile; mientras tanto los más pobres deben contentarse con migajas, si es que algo logran tener para ello.  El subtítulo que va entre paréntesis, tal y como acostumbra hacerlo en sus crónicas Lemebel, atiende al de toda empleada doméstica (llamadas “nana” en el país) que en muchas casas acomodadas, mientras sus jefes disfrutan  de los festejos, deben arreglarse para atender a las visitas y sacrificar su propio tiempo libre.

     “La cueca es una danza que escenifica la conquista española del huaso amariconado en su trajecito flamenco. Un traje dos piezas, lleno de botones, que hace juego con las botas de flecos y taco mariposa. El huaso de latifundio que se apituca coqueto con la chaqueta a la cintura para mostrar el culito. Un quinchero que corretea la china hasta el gallinero. Y la china es la empleada doméstica que dejó sus trenzas en la noche de Temuco”.

  • Tarántulas en el pelo: Moda, peluquería y homosexualidad están sin dudas relacionadas entre sí para mucha gente.  De este modo el texto nos muestra con sarcasmo el papel que cumplen los estilistas en la vida de muchas mujeres, describiendo la singular relación que se da entre especialistas y sus clientas.  Asimismo el escrito permite reflejar las conductas sociales de muchos de estos personajes, como una señal de su propio arribismo y que el autor denuncia como mal nacional.

     Detrás de la imagen de mujer famosa, casi siempre existe un modisto, maquillador o peluquero que le arma la facha y el garbo para enfrentar las cámaras. Una complicidad que invierte el travestismo, al travestir a la mujer con la exuberancia coliza negada socialmente. Cada mujer tiene en su peluquero un amante platónico, un consejero o pañuelo de gasa que seca sus lágrimas y levanta su ánimo, en una suerte de terapia engatusadora que recubre el demacre con la madre cosmética. Transformándose en una mater de manos peludas, que revierte su Edipo homosexual en la ternura del masaje al cráneo femenino. Con máscaras y menjunjes a la placenta, a la mosqueta, a la tortura de estirados, zangoloteos de celulitis y papadas sueltas. En la vida todo tiene arreglo, mi reina, le repite incansable a todas las mujeres que se entregan a sus dedos de tijera”.

  • Censo y conquista (¿y esa peluca rosada bajo la cama?): El 22 de abril de 1992 se realizó el antepenúltimo censo de la población chilena.  Es así como contándonos sus orígenes coloniales a manera de control de la comunidad indígena (según Lemebel), el autor muestra la faceta oculta de este evento en los días en que redactó esta crónica; de esta manera el escritor ve en ello a una manifestación más de los males sociales chilenos, que sin dudarlo gustaba denunciar.

     “El súper censo como oso hormiguero mete su trompa en los pliegues mohosos de la pobreza, va describiendo con pluma oficial la precariedad de la vivienda. Que si los muros son de cemento o barro con paja. Que si es baño o pozo séptico. Y si es baño, por qué el water se rebasa de cardenales como maceta greco-romana en el patio. Y si la casa venía con cocina, por qué la usan de velador y hacen fuego con leña”.

  • La música y las luces nunca se apagaron: Uno de los textos más inspirados y literarios del libro y el cual se constituye  en el homenaje de Lemebel para las lloradas víctimas, que murieron quemadas en un atentado incendiario a una popular discoteca gay por aquellos años.  Queda claro, además, el carácter reprobatorio del texto contra la homofobia, la que por aquel entonces era mucho más fuerte que ahora (por otro lado, este acto criminal en su tiempo no fue abordado por la justicia como correspondía).

     “Ese resplandor amarillo que trepa los peldaños como un reguero de pólvora, que alcanza las plumas lacias de los travestis inflamando la silicona en chispazos púrpura y todos aplauden como si fuera parte del show. Total la música y las luces no se apagan y sigue cantando la Grace Jones, por eso nadie lo toma en serio. Como darse cuenta de que la escalera de entrada se derrumba en un estruendo de cenizas, si el sonido es tan fuerte y todos sudan en el baile. Qué más da un poco de calor si las locas están calientes atracando y al gritito de: "Fuego, fuego", no falta la que dice: "¿Dónde? Aquí en mi corazón". Pero en un momento el chiste se transforma en infierno”.

  • "Noches de raso blanco" (a ese chico tan duro): Una severa crítica a los que comercian con las drogas duras y en especial con la cocaína, haciéndose ricos reclutando a jóvenes de sectores vulnerables, quienes se convierten en otras víctimas de este flagelo (otro modo de manipulación de los grupos sociales más acomodados y de discriminación).

     “La diosa no tiene ética, su itinerario lo demarca el vaivén del poder. Un billete dólar la puede transportar en la charretera de un uniforme castrense, como en el pañuelo que engalana el terno de un parlamentario, que se pega su aspirada en un rincón del Congreso, para resistir los fatigosos debates sobre la ley antidrogas”.

  • El resplandor emplumado del circo travesti: De seguro el texto más positivo del libro y donde el lirismo acerado del autor es dejado atrás en parte, para honrar a un espectáculo popular chileno muy querido entre nuestra gente: El Circo Show de Timoteo.  Compuesto por transformistas ya entrados en años, es un evento artístico sin igual en el país, que llena de risas a sus asistentes a lo largo de todo el territorio en su itinerario y que además tal como revela Lemebel, se encuentra lleno de gente maravillosa.

      “Desde entonces la Fabiola de Luján, el cetáceo dorado de la noche, adormece con su bolero la difícil existencia de los espectadores. Desde entonces el/ella, desbordante en su paquidermia, va rifando la botella de pisco equilibrada en las agujas de los tacos. Va ofreciendo los números mientras trepa la escalera de tablones entre la gente, contestándole al que le grita guatona, que ella con su guata se fabrica unas exuberantes tetas. <Y vos con esas bolsas entre las piernas no hacís na>".

  • Coleópteros en el parabrisas: Tras un texto que en verdad llega a ser ameno como el ya abordado arriba, Pedro nos golpea con otro de sus escritos más políticos y donde en esta ocasión le toca al pésimo sistema de locomoción colectiva, de los momentos en que fue redactado.  De este modo la crónica nos relata todo lo que ocurre durante el viaje de una de estas “micros”, con su cargamento de personas, hasta el inesperado y triste destino que les otorga.  A su vez esta obrita sirve como documento histórico, al describir tan bien cómo funcionaban en general estos vehículos (algo que a la fecha ha cambiado para mejor en cierta medida, gracias al actual sistema).  Por otro lado, el nombre de esta crónica no puede ser más significativo, ya que atiende a los insectos que chocan en su vuelo contra los automóviles.

    “La micro es una lata de sopa que revuelve los intestinos. Un pastiche de eructos, flatos y peos que colorean el duro tránsito que se desbarranca a la periferia. Mientras bajan y suben pasajeros que en la desesperación por agarrar un asiento, no sienten la seda de una mano que despabila la billetera. En su histeria por acomodarse, no sienten el guante tibio que les horada los muslos. Más bien lo sienten y no hacen escándalo. Total un agarrón al paso no deja consecuencias. Un guante lascivo siempre es necesario en la ciudad, porque remece la frigidez y deja caliente el agua para el mate que se tomará en casa”.

  • Lucero de mimbre en la noche campanal: En esta ocasión le toca a la Navidad ser revisada en su faceta menos alegre por Lemebel.  De este modo aquí se descubre la miseria que no deja de verse en esta época del año y a la que muchos le hacen la vista gorda.  Por otro lado, expone de la manera típica en él, con mucha acidez, la fiebre consumista que embarga a todo el mundo y a los chilenos, por supuesto.

     “Así, de "Buenas noches los pastores" y coros celestes que cantan aleluyas, la calle en estas fechas es un hervidero de adornos y viejos pascueros vivos que le muestran la placa de dientes a la Polaroid con la niñita entre las piernas. Ancianos jubilados que tienen trabajo una sola vez al año, cuando se representan a sí mismos babeando la arteriosclerosis en la barba postiza, en la imagen del viejo bonachón del Polo Norte que suda la gota gorda en su traje escarlata”.

  • Las locas del verano leopardo: Una agridulce crónica que, por un lado, habla sobre el verano playero de la gente pobre en las populosas costas de Cartagena y, por otro, de las salidas vacacionales a este mismo lugar de las “locas” pobres.  Es así como crítica social va de la mano con un cuadro cuasi costumbrista y donde el autor se permite ser menos negativo, que en sus trabajos arriba señalados.

     “Así, de loca a loco, de choros a machas y de fletos por carencia, no falta el ano ansioso que vitrineando el mariscal, lanza una ojeada al péndex mestizo que se deja acariciar los muslos descuerados por el ojo del ozono. El chico sabe que a esas alturas del verano lo único que le queda por transar es su verde sexo. Por eso pide un cigarro, seduce con el manoseo del bolsillo, y se olvida de la polola cuando juntos entran a la pieza de mala muerte que el coliza arrienda con el sudor de rizos y permanentes”.

  • Las amapolas también tiene espinas: Teniendo en cuenta el tono de la mayor parte del libro, Lemebel lo termina con un nuevo texto basado en un caso policial, que le permite al artista hacernos ver una vez más la homofobia nacional de aquellos años.  Su historia parte como un encuentro sexual más entre un joven poblador supuestamente heterosexual y un homosexual consumado, el cual termina en desgracia.  Es por esta razón que el subtítulo del texto tiene como dedicatoria a Miguel Ángel, quien por supuesto debió inspirar al escritor para realizar este trabajo.

     “Pareciera que el homosexual asume cierta valentía en esta capacidad infinita de riesgo, rinconeando la sombra en su serpentina de echar el guante al primer macho que le corresponda el guiño. Algo así como desafiar los roles y contaminar sus fronteras. Alterar la típica pareja gay y la hibridez de sus azahares, conquistarse uno de esos chicos duros que al primer trago dicen nunca, al segundo probablemente, y al tercero, sí hay un pito, se funden en la felpa del escampado”.

13 comentarios:

  1. Elwin, Comparto tus comentarios acerca de Lemebel y recuerdo que tuve la fortuna de ver junto a ti la lectura del Forestal y de haber compartido en varias ocasiones conversaciones acerca de la temática y del estilo del escritor. Mi reflexión final, estoy en deuda con su obra...queda en mi lista de pendientes...Saludos!

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  2. Comadrita Ledda: Escribí este texto con mucha pasión a la hora de querer honrar a la memoria de Lemebel y a la fecha de todos mis amigos con los que compartí esto, has sido la única en pronunciarse. Lo más probable es que habría sido mejor dividirlo en dos, pero ya está hecho, así que el mérito es doble por tu parte al haberte dado la lata. Gracias una vez más por pasarte por acá. Te quiero mucho.

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  3. El artículo está muy bien para un grupo de colegio, alumnos que necesiten tener una guía sobre la obra literaria de este escritor, como análisis de crítica literaria la encuentro bastante pobre y creo que se dice poco sobre el autor, se repiten muchas cosas en cada uno de los análisis de los trabajos de Lemebel, creo que hay mas en cada uno de ellos, pero está bien escrito, como siempre.
    Creo que es cierto, concuerdo contigo Elwin en que Pedro era un resentido, pero un resentido por amor al pueblo, como él mismo lo sostenía.
    Ahora buen, no sé por qué razón en nuestro país el poder burgués logró imponer en la conciencia social que a los artistas hay que separarlos de su ideología, aun no logro entender este fenómeno, esta situación lamentablemente se perpetúa en el tiempo y lo peor es que vaya uno a saber por cuanto tiempo más, es como TVN, que se alinea siempre con todos los medios de comunicación manejados por la derecha política no solo en Chile sino que con todos los medios manejados por la CIA en nuestro continente.
    Es cierto, Pedro Lemebel es reconocido como el referente de la "literatura homosexual", pero su obra aborda también no solo temas vinculados como la pobreza y la marginalidad, sino que incursiona en ellos para demostrar cómo estos fenómenos sociales se producen, en textos caracterizados por la provocación y la irreverencia.
    Estimado Elwin, Pedro fue también reconocido como uno de los más importantes cronistas de Chile y como un gran militante del Partido Comunista, siendo un duro detractor de la dictadura de Augusto Pinochet, y un arduo defensor de los derechos humanos y las causas sociales, razón que explica por qué escribía lo que escribía.
    Su entrañable amigo, el desaparecido escritor chileno Roberto Bolaños, le ayudó a internacionalizar sus obras entre las que destacan "Loco afán: crónicas de sidario" (1999) y "Tengo miedo torero" (2001) su novela más famosa. Creo que es importante también recordar que sus libros han sido traducidos al inglés, francés e italiano.
    Lemebel, fue ganador el 2013 del premio Iberoamericano de letras José Donoso, lamentablemente, no obtuvo el premio nacional, ello fue más por su ideología y acción política que por escritor cola. En verdad creo que tienes pasta de escritor, pero esto es muy largo y no entiendo bien que es lo que pretendes con ello, podría haber sido mucho mejor una crónica de fantasía de cómo tú ves al artista antes que pretender de resumir su obra en estas largas líneas.
    “Pedro con P de Pasionaria, E de Estrella esperanzada, D de Dulce miel envenenada, R de Rabia como la tinta con la que escribe y O de Orgullo nunca mancilllado, de Opio y Oportunidad de saltar hacia otro abrazo.”

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  4. Estimado amigo Nelson, hace más de un año que no me regalabas tu tiempo pasándote por acá y más encima honrándome con tus inteligentes palabras. En cuanto a lo que dices en tu comentario, te cuento que el motivo de este texto no es otra cosa que hacer mi propio homenaje a Lemebel y para ello no analicé su obra en conjunto, pues ya lo hice en su momento con los otros dos escritos que le dediqué en su momento (ello bien lo sabrías si los hubieses leído). Por lo tanto, tal y como lo señalo al principio de este trabajo, para mí la mejor manera de dar mi tributo fue leyendo este libro suyo, que por años tuve en mi colección y que sin embargo no había leído; de este modo luego de la larga introducción que le dediqué a todo, me dispuse a abordar dicho tomo, sin querer caer en las mismas ideas que ya antes había expuesto en las críticas menciono. Ojalá no tenga que volver a despotricar contigo para que vuelvas a pasarte por acá y te permitas leer a alguien a quién SÍ conoces. Recuerda: son los verdaderos amigos quiénes te retan, porque si les importas.

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  5. Hola estimado, y disculpa pero comparto las críticas que te hace Nelson, te das vueltas alrededor de Lemebel pero cómo que no das tus opiniones sobre su obra, sólo descripciones e incluso clichés, "El artículo está muy bien para un grupo de colegio, alumnos que necesiten tener una guía sobre la obra literaria de este escritor, como análisis de crítica literaria la encuentro bastante pobre y creo que se dice poco sobre el autor, se repiten muchas cosas en cada uno de los análisis de los trabajos de Lemebel, creo que hay mas en cada uno de ellos..." en fin , un texto largo pero que dice más bien poco. Y oye, no te enojes cuando te critican, siempre y cuando la crítica sea constructiva. (Y qué tiene que ver eso de "leer a alguien que sí conoces"???) te repito, y sin defender a Nelson que me imagino puede hacerlo solito, no te enojes cuando te critiquen.

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  6. PD: te vas en la personal, y no asumes las críticas inteligentes a tus textos.

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  7. Amigo Miguel, lejos mi mejor lector entre toda mi gente...Juraba que ya habías repasado este texto, si bien siempre me hace muy feliz pillarte por acá. Respecto a lo que dices y en atención a las palabras de Nelson, es cierto que no analizo en profundidad la obra de Lemebel en esta entrada y ello es porque dicha acción ya la hice en mis dos anteriores trabajos dedicados a él; además este último texto no pretendía detenerse tanto en cada una de las crónicas, si no que el todo era mi homenaje al escritor. Por último cuando le digo a Nelson eso de leer a alguien que sí conoce, es porque tras una charla que tuvimos previamente a todo esto, le pedí que se acordara que yo también escribo y que me diera algo de su tiempo. He dicho.

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  8. Síntesis Elwin, síntesis, hay que desarrollar el arte de decir mucho con poco...aclaro que la crítica no es en mala onda por las dudas!!!

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  9. Gracias, amigo Nelson, por tus palabras; no es mucho lo que dices y te recuerdo que para SINTESIS tienes tweeter (o como quiera que se escriba). En todo caso estos últimos días has hecho mucho más, que muchos otros amigos míos "históricos". Ojalá tus comentarios no sean como el dicho: "Una golondrina no hace verano".

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  10. Es twitter, estimado amigo, adicto a "yutubí"

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  11. Gracias, Miguelito, que no quise perder el tiempo en saber cómo se escribe esta red social, que bien sabes no es de mi agrado como el exhibicionista FEISBUK.

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  12. Las tan mentadas redes sociales no son buenas o malas, exhibicionistas o profundas, depende del uso que las personas les den... Igual que los blogs. Igual que el lenguaje y la escritura. En todo caso, mi amigo mal por usted que encuentra malo algo sin conocerlo.

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  13. Es cierto lo que dices acerca que todo depende del uso que les dan las personas, pero he visto tanto lo que pasa con quienes se obsesionan y/o evaden con ellas, que para nada me dan ganas de ocupar mi tiempo en dichas redes.

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