Una vez de pequeño, uf, allá por el
siglo pasado, en los años ochenta, recuerdo haber visto una película en Cine
en su Casa o Tarde de Cine (el nombre variaba
según en qué canal veía uno la película) que se me quedó retenida en la memoria
y que nunca más tuve el gusto de disfrutar (hasta ahora). Bien sí supe memorizarme su nombre: Las 7
Caras del Doctor Lao. Por años
recordé esta historia de fantasía ambientada en el Lejano Oeste gringo y en la que un hombre muy anciano de origen
chino, llegaba con su circo para maravillar a los habitantes de un pueblito;
todo gracias a las curiosas criaturas de su circo, que iban lejos de las
típicas atracciones de este tipo. Tres
imágenes de este largometraje me rondaron en la cabeza por años:
- Una especie de criatura reptiloide con
cara de hombre y bigotes (luego cuando la volví a ver por fin hace poco,
supe bien de qué se trataba todo ello).
- La aparición del dios griego Pan, tocando
su flauta en una de las dependencias del circo del doctor Lao.
- Un dragón al que le salen varias cabezas
con sus respectivos cuellos largos y cada una de estas cabezas con un
rostro distinto, los cuales correspondían a cada una de las curiosidades
exhibidas del espectáculo itinerante.
Nunca más pillé este filme en la tele, menos para arrendar o
comprar. Años pasaron, cuando ya estaba
en la universidad, cuando un día hojeando un libro de la ya desparecida
editorial Bruguera, me encontré en un listado de obras publicadas, enterándome
que Las
7 Caras del Doctor Lao era en realidad un libro (razón por la cual la
película que había visto era una adaptación y no un guión original). No obstante nunca logré pillar el texto por
ahí, más por tratarse de una edición discontinuada; con la película fue igual,
pues de hecho muy poca gente la conocía (solo mi amigo Mauricio, con su memoria
prodigiosa, la ubicaba además de mí).
Hace una semana exactamente, estaba en
uno de mis lugares favoritos, en el Persa Bío Bío (en el cual puedes encontrar
de todo y a precios increíbles por lo baratos), junto a mi amiga Juliana, quien
en un local de dvd pirateados andaba tras la caza de títulos interesantes. La verdad es que varias veces había ido con
ella a esa tienda, pero no tenía esperanzas de encontrar ahí alguna obra que me
sedujera (no porque careciera de un buen stock y de precios más que
convenientes, si no porque desde hace rato ya no adquiero copias); entonces
giré en 180° grados en la posición en que me encontraba y ahí estaba, frente a
mí, la carátula de la película que tanto me penaba. Demás está decir que me embargó la alegría y
todo esto me pareció casi intervención divina.
No dudé en comprarla y al par de días (o bien de noches) me la vi por
fin: en esta ocasión la experiencia de revisionarla fue más grata desde el
punto de vista estético, pues ahora ya no la aprecié sólo como un niño, si no
que como un adulto medianamente culto y sensible, descubriendo en ella
numerosos matices interesantes y los que hoy deseo compartir con ustedes.
Una de las ediciones recientes en nuestra lengua de la novela original. |
La novela data de 1935, siendo su autor Charles G. Finney. La película fue hecha en 1964, época de
cambios sociales en Estados Unidos y los que parece logran percibirse en el guión escrito por nada
menos que Charles Beaumont, importante escritor y guionista, quien hizo un
igualmente interesante trabajo para la serie original de The Twiligth Zone (conocida
en la lengua de Cervantes como La Dimensión Desconocida). La versión cinematográfica fue dirigida por
nada menos que George Pal, el mismo responsable de la producción de esa joyita que es La
Guerra de los Mundos de la década de los sesenta y basada en la famosa
novela de H. G. Wells.
Volviendo a la trama de la película, puesto que no he tenido el gusto de
leer el libro y conociendo el trabajo del guionista para la mencionada Dimensión
Desconocida, de seguro en ésta
introdujo unos cuantos elementos de crítica social; de este modo, para la época
en que fue hecha, bien puede considerarse un filme osado tanto por esas
razones, como por otras que más adelante detallaré. Cabe recordar que el libro fue escrito en una
época muy diferente a la en que se hizo la versión cinematográfica, justo
cuando comenzaba a abogarse por los derechos civiles y en especial se abordaba
de forma pública el tema de la discriminación racial. Pues al tratarse de una obra de arte, muchas
veces se imita la realidad, la cual se disfraza para a través de la
extrapolación de la ficción, abordar temas que en muchos casos son complejos
tratar abiertamente; entonces la historia proyectada sirve de herramienta para
llevar al espectador más sensible a una reflexión, acerca de qué está pasando
en esos momentos con el mundo que a uno lo rodea (y en especial con los Estados
Unidos, un país que se jacta de ser el más poderoso e influyente del mundo y
que para nada se puede considerar inmaculado en el proceder de su política). Por lo tanto, estaba más que claro que una
historia como esta, que se suponía era una mera fantasía de entretención para
toda la familia, debía manifestar su discurso por medio de la parábola y la
metáfora (esto es, de forma sutil e indirecta y dispuesta para los ojos más
atentos del público).
Pero antes de ir de lleno a los temas planteados por esta cinta, resulta
necesario mencionar otras cosas acerca de su argumento. El pueblo al que llega el Doctor Lao es un
lugar olvidado del resto de la sociedad; es el típico sitio donde se conocen
todos y en los cuales se puede encontrar un heterodoxo grupo de personas representativas
de los bienes y los males de la humanidad: hay unos cuantos borrachos; una
viuda joven que cuida a su hijo y se preocupa por darle la mejor educación
moral a éste (destacable su estrecha relación con la suegra a quien ama y con
la cual vive también); una anciana pretenciosa que ha vivido preocupada de su
belleza física, en desmedro de cultivar su espiritualidad; un matrimonio también
mayor donde la mujer es una persona irascible y el hombre un manejado por ésta;
un periodista joven, guapo e idealista que lucha contra el hombre más poderoso
del lugar, en quien no confía pese a que este último ofrece comprarle sus
tierras a los lugareños, para que supuestamente puedan dejar la miseria y
buscar una mejor oportunidad en otro lugar.
Pues cuando llega el misterioso, pero dulce Doctor Lao, con cada una de
sus seis rarezas, logra cambiarle la vida a cada uno de estos individuos; de
este modo con sus espectáculos, les dará a estos una enseñanza significativa
según los requerimientos de cada personaje.
El Doctor Lao fue interpretado por Tony Randall, con un maquillaje increíble
a manos de Willam Tuttle, siendo que a su vez realizó a lo largo de la película,
5 papeles distintos, todos ellos parte de los seres que llevaba y mostraba el
Doctor Lao a su audiencia. Otro aspecto
técnico destacado de la cinta, es su música, que en especial durante la escena
del dios Pan, la cual más adelante será abordada en profundidad aquí, demuestra
preciosas composiciones por parte de Leig Harline.
El sujeto que le ofrece a sus vecinos comprarle sus tierras, si bien
guarda consigo un secreto acerca de la verdadera razón de por qué desea
hacerlo, en realidad no es un hombre malvado; su personalidad y propósitos
contrasta con la del periodista, quien sí cree en lo mejor del ser humano y en
el valor intrínseco de la gente (en este sentido, resultan memorables los
diálogos entre el rico hacendado y una de las criaturas del doctor Lao, luego
de éste mismo con el adivino ciego, así como con el periodista). El hombre mayor postula que la gente cambia,
de poseer un espíritu sencillo a otro más cínico y material, no obstante lo que
le demuestra el doctor Lao a él y a los demás, es que sí la gente puede cambiar
para mejor y con ello conseguir una dicha más auténtica que la entregada por
los bienes materiales y la apariencia.
En cuanto al periodista, como personaje idealizado de su profesión,
representa el poder de la verdad y el espíritu emprendedor, siendo además uno
de los dos elementos que le agregan la cuota romántica a la trama.
Tampoco se puede olvidar el humor tan presente en esta cinta, el cual
oscila entre el blanco e ingenuo tan usado en aquella época, como uno más sugerente
e intelectual (de hecho, el doctor dentro de la complejidad de su personalidad,
se ve como el típico sujeto cómico, que raya en la caricatura; lo mismo sucede
con los borrachitos, personajes habituales para usar con motivo de la risa y
por último con los maleantes de pacotilla del rico del lugar, los que son
caracterizados como derechamente estúpidos).
Aún cuando en el filme no aparece ningún personaje de color, el discurso
pro integración racial y de respeto hacia la diversidad, se ve en la figura de
un indio al que en más de una ocasión el periodista defiende (luego el propio
doctor Lao interviene para ayudarlo, cuando los matones del hacendado amenazan
la integridad del nativo). El mismo
doctor Lao por ser extranjero (y más encima proveniente de China, una cultura
tan fundamental dentro de la historia de la conquista del Lejano Oeste gringo),
representa al “otro” como un individuo diferente a la mayoría, quien incluso en
un momento despierta recelo a los prejuiciosos, pero cuya humanidad logra
demostrar su valía como sujeto (independientemente de su condición étnica
distinta).
La bella viuda que es cortejada por el galán de la cinta, quien en su
estado civil cumple con el papel preestablecido de la sociedad en la que vive,
se dedica de lleno a su hijo, al punto de negarse a tener una nueva oportunidad
para ser amada (pese a que su adorable suegra, la alienta a mirar con otros
ojos al hombre que la pretende). Cuando
la mujer visita el circo del doctor Lao, entra al sector en el cual se haya el
antiguo dios Pan y entonces se inicia una de las escenas más impactantes de la
película, debido a su sutil erotismo. En ella la dama es seducida por Pan, quien
hasta donde muestra la cámara, camina desnudo; la divinidad comienza a tocar su
flauta y entonces la fémina comienza a manifestar lo que bien podría llamarse
una excitación sexual. Como se trata de
una obra de 1964 y supuestamente hecha para todo público, la reacción de la
viuda se representa de un modo más bien sugerente, como un calor que la
embarga, viéndose cómo el sudor impregna su piel y además ésta trata de luchar
contra el ardor que siente (se toca constantemente, tratando de refrescarse);
al poco rato del encuentro entre ambos,
el ser mitológico cambia su aspecto y en esta ocasión es tomando la forma del
hombre al que ama en secreto, si bien aquí se ve “satirizado”. Comienza entonces una especie de danza, donde
la visitante va siendo cautivada cada vez más; por otro lado Pan, ahora con el
aspecto del varonil periodista, se muestra con un grado de erotización tal, que
la cámara a ratos enfoca su varonil torso, de una forma como no se esperaría en
una película como ésta. El impacto de esta
experiencia se mostrará dos veces más en la persona de la madre, siendo el
detonante para que ésta asuma su pasión por el objeto de sus sentimientos.
Hay otros momentos de gran carga emotiva e inolvidable mensaje para el espectador,
todos ellos poseedores de una poesía estética.
Así destaca entre ellos la entrevista entre la anciana vanidosa con el
adivino ciego, cuando le va a preguntar sobré cuándo se va a cazar de nuevo y
éste le contesta con la más dura verdad, pronunciando un monólogo digno del
mejor teatro clásico. También nos
encontramos con el espectáculo que da nada menos que el famoso mago Merlín y la
reacción que provoca en su público su arte; no obstante es en su conversación
con el niño huérfano de padre (el mismo hijo de la viuda) que se da otro
diálogo emotivo, ejemplificador de lo más bello de nuestra propia naturaleza
humana (de hecho, cada intervención de este infante en la cinta, será
gratificante para muchos, en especial por su personalidad dulce, inocente y
curiosa; es así que éste representa nuestro sentido de la maravilla y al cual
el doctor Lao nos invita a no perderlo).
Por último, el medio a través del cual se resuelve el conflicto entre el
millonario y la gente a la que quiere embaucar, es a través de una historia que
le cuenta el doctor Lao al pueblo, durante la última noche de las dos en las
que hace su espectáculo. El relato que
comparte con ellos, de carácter bíblico, es proyectado mágicamente sobre el
escenario en el que se encuentra ubicado su público (no está de menos decir que
para la época en que fue hecho el largometraje, el efecto de la “ventana” en el
aire resulta magnífico); En la proyección se vea a un sujeto de connotaciones
diabólicas, como al responsable de la perdición del poblado ficticio de su
historia y éste posee el mismo rostro de quien les ha ofrecido dinero por sus
terrenos. Lo que sucede hacia el final,
con un desenlace en el cual el dilema de la venta del pueblo se arregla y
además aparece un particular monstruo, corresponde al cierre de oro de una obra
recomendable para almas nostálgicas y ávidas de verdaderas joyas del género.
¡El circo del Dr. Lao! Es curioso, recuerdo haber leído la novela (en la edición de Nova 1ª época, de Bruguera) e incluso un homenaje en forma de comic que le dedicó Dough Moench dentro de las páginas de "Shang Chi, Master of Kung Fu", pero nunca he visto la película. Brillante post, por cierto. Un saludo y nos seguimos leyendo :)
ResponderEliminarMuchas gracias, Alejandro, por pasarte por acá y dejarme tus palabras. En verdad me encantaría tener este libro y leerlo (sé que lo puedo encontrar en digital, pero no leo en ese formato).
ResponderEliminarEsta es una de esas películas Conejo Blanco de Alicia para mí; me salta a veces por aquí, a veces por allá, pero nunca he tenido la oportunidad de verla. Aunque considerando que he conseguido ver cosas todavía más raras, no pierdo las esperanzas.
ResponderEliminar¡Qué increíble que no la hayas visto! Ya que somos paisanos, Guillermo, si quieres te envío una copia por video (porque creo eres de provincia ¿No?) Si vives o andas por Stgo., nos podemos juntar y te la entrego personalmente. Gracias otra vez por comentar.
EliminarPor el minuto voy a declinar la oferta porque tengo las manos llenas por acá, por el minuto al menos. Se agradece de todas maneras, y ya tengo otra película más en el listado que tener presente.
EliminarLeyendo este artículo me siento motivado a buscar esta película y ver que tal. Si la consigo, luego de que la vea, te cuento mis impresiones.
ResponderEliminarEs tan preciosa que vas a alegrarte de haber sabido de su existencia. No sabes la dicha que me produjo encontrarla por solo azar, tras años de desearla (pues siempre la recordé con mucho cariño, luego de haberla visto de pequeño).
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