domingo, 7 de mayo de 2017

Un feliz matrimonio literario.

      
     Hace ya rato que la literatura ha evolucionado lo suficiente como para dar origen a todo tipo de subgéneros, dentro de la misma narrativa, los que van surgiendo en la medida que las mismas sociedades y culturas van creciendo.  Pues para que aparezca uno de estas novedosas formas de contar historias y reflejar con ellas estos cambios culturales, primero que todo deben darse las condiciones históricas para que el arte de narrar vea la aparición de tales relatos.  Es así que para que naciera el mismo formato de la novela, tuvieron que pasar siglos e incluso más de un milenio de tradición escrita, cuando recién los artesanos de la palabra se dieron cuenta que era posible articular una ficción más compleja y que sobrepasara los límites de los ideales pedagógicos y/o moralizantes de antaño; en otras palabras, que hubiera más interés por contar una buena y entretenida historia, que dejar una enseñanza al lector. 
       Si bien el relato policial, también conocido como de detectives, nació en pleno Romanticismo a principios del siglo XIX y gracias al ingenio de un grande como Edgar Allan Poe (quien ni siquiera supo que había inventado un nuevo subgénero literario), tuvo que llegar el siglo XX con sus propias características (y problemáticas), como para que sus convenciones literarias se diversificaran.  De este modo los mismos modelos que mejoró alguien como Sir Arthur Conan Doyle con sus historias sobre Sherlock Holmes, dieron paso a un nuevo tipo de sabuesos, bastante alejados de los elegantes investigadores de Poe, Doyle y otros más.
       A principios del siglo XX en Estados Unidos, la depresión económica de los treinta no solo permitió que gracias a la necesidad de evasión surgiera la llamada literatura pulp, con el desarrollo de la ciencia ficción y la fantasía épica, como también con la aparición del terror cósmico. A los nombres de Isaac Asimov, Robert Howard y Howard Phillips Lovecraft (como grandes ejemplos respectivos de estos 3 subgéneros mencionados), se sumaron también el de los  creadores de los cómics de superhéroes,  gracias al surgimiento de íconos tales como Superman, Capitán América y Batman.  Sin embargo en materia de literatura,  también surgió otra manera de contar relatos sobre crímenes y la persecución de la verdad, por parte de profesionales dedicados a ello: el llamado género negro.
       Fue una época en la que la miseria y la corrupción se podía ver en todos los estratos sociales, con la proliferación de distintas mafias y del hampa en general, bajo las que los negocios turbios del tráfico de drogas, la prostitución y el juego ilegal se convirtieron en verdaderos submundos con sus propios personajes, entre villanos y héroes.  Una nueva manera de hacer justicia apareció entonces, la que en todo caso no se alejaba mucho de los vaqueros del viejo far west gringo, en la figura de hombres duros que para enfrentarse a todo tipo de delincuentes, no dudaban en usar los mismos métodos violentos de estos para imponer su idea de justicia.  De la fusión entre lo real y la imaginación de los escritores, nació entonces el género negro, que si bien aborda crímenes y misterios que deben ser resueltos por detectives, se aleja de los parámetros clásicos y los muestra como sujetos que no dudan en estar al borde de la marginalidad, para codearse con la gente de la peor calaña y salir victoriosos de su empresa.
      Por otro lado, desde mucho antes de que comenzaran a surgir las primeras obras del policial negro, en la tradición oral se hablaba de brujos, misas negras y todo lo relativo a los demonios.  Particularmente la cronología real de USA está llena de antecedentes al respecto, desde los infames acontecimientos de Salem, entre verdaderos casos de magia negra e histeria colectiva propia del puritanismo inglés y que bien sabido ha sido acogido hasta nuestros días por los descendientes de estos colonos.  La literatura de terror se ha nutrido de estas historias que también evocan tiempos más antiguos como la Edad Media, de modo que los escritores no dejaron de aprovechar esta mina para sus propias fabulaciones.
William Hjortsberg.
           Y es cuando tras hacer este parcelado repaso acerca de la narrativa, circunscribiéndonos a los temas que hoy nos reúnen, que llegamos por fin a la novela de la cual les quiero hablar: El Ángel Caído (1978) del autor norteamericano William Hjortsberg (1941-2017).  Escritor y guionista de cine, siendo que su mayor logro en el campo del cine fue la realización del clásico ochentero Leyenda (1985) de Ridley Scott, en la actualidad solo es posible encontrar en español esta obra, la que por muchos años estuvo discontinuada y que menos mal rescató la editorial especializada Valdemar, en uno de sus preciosos tomos en tapa dura (aunque a un precio exorbitante por estos lares).  Lamentablemente no escribió mucho que digamos y aparte de este título, destaca Gray Matters (1971), hace largo tiempo traducida a nuestra lengua como Materia Gris, una obra de ciencia ficción postacopalíptica ambientada en un mundo posterior a la Tercera Guerra Mundial; no obstante, hoy en día este título es inencontrable.   Pues en el caso del libro que hoy nos reúne, estamos frente a un excelente ejemplo de la fusión de dos valiosos subgéneros literarios y por ello la anterior extensa introducción: el policial negro y la narrativa de terror sobrenatural, específicamente la relacionada con el satanismo, la magia y las misas negras, además de la misma existencia del demonio.
       La novela es engañosa, pues parte como una típica historia de detectives, ya que su protagonista debe resolver el caso que se le ha encomendado: encontrar al cantante Johnny Favorite, quien lleva más de una década fuera de la luz pública, pues quien lo ha contratado desea que este le pague una deuda pendiente desde hace años.  Lo que parece un trabajo de lo más sencillo, se va complicando cuando el protagonista, Harry Angel, se va dando cuenta de que su presa le resulta mucho más escurridizo de lo que parecía, quien además está involucrado en hechicerías.   Asimismo se va encontrando con varias personas ligadas al pasado del artista, cada uno de ellos estrambótico, también relacionados con estas prácticas secretas y que por lo que llegamos a conocerlos, pocos de fiar en su mayoría. En un principio todo parece tanto para el protagonista, como para el lector, de que se trata de puras supersticiones, no obstante a medida que se va desarrollando el argumento lo sobrenatural va tomando forma, hasta su impresionante desenlace.
       La narración está contada en persona, desde el punto de vista del protagonista, de modo que este y el lector como ya habrá quedado claro, solo se enteran de los distintos niveles de la verdad en la medida que la investigación va avanzado.  Esta manera parcelada de revelar los misterios en torno a Johnny permite, por un lado, ir aumentado la dosis de lo extraordinario y con ello dejar claro que las cosas no son lo que parecen, como también amentar la tensión de que no se trata de una misión de rutina, si no que cada vez todo se está poniendo más peligroso que nunca (y con ello su vida peligra); pues además los muertos van apareciendo de manera bastante violenta y/o macabra, por lo que parece que descubrir la verdad es nada menos que abrir una caja de Pandora.  Por otro lado, al conocer en intimidad al personaje principal, pese a que no se trata de un hombre que podría considerarse completamente admirable, resulta fácil al menos no interesarse por su suerte y hasta simpatizar con él.
       Si bien se sabe que el cantante se hizo humo poco después de la Segunda Guerra Mundial, a principios de la década de los cuarenta, la trama transcurre más de una década después, en los cincuenta.  Es así que el libro se constituye en un excelente muestrario de la misma sociedad gringa de aquellos años, con sus prejuicios sociales, en especial hacia la minoría afroamericana, que si bien ya llevaba décadas de emancipación, aún no era considerada con el debido respeto por todos los blancos.

      “—. Veo que tié compañía, así que volveé má tarde pá terminá, si no le moesta.
        —Está bien, Ethel. —Me tragué una sonrisa cuando pasó bamboleándose delante de mí —. Me iré en seguida, de modo que vuelva cuando tenga tiempo.
       —Sí señó. Sí señó. —Chasqueó los labios como si se le estuviera escapando la dentadura postiza y se encaminó hacia la puerta—. Diós, caballeos. No quise moléstalos.
       Sterne la miró con la boca abierta. Deimos se quedó inmóvil, rascándose la coronilla. Me pregunté si habrían notado que iba descalza y contuve el aliento hasta que se cerró la puerta de entrada.
        —Salvajes —farfulló Sterne—. Nunca deberían haberlos dejado salir de la plantación de sandías.
        —Oh, Ethel no es una mala chica — comenté, mientras llenaba la cafetera en el hueco de la cocina americana—. Es un poco lela pero mantiene el apartamento pulcro y limpio.
        El sargento Deimos soltó una risita. —Claro, teniente. Alguien tiene que fregar el water.”

      Es así que además se nos describe cómo la comunidad de color vive en sus propias zonas, muchas veces en los sitios más empobrecidos de la sociedad o donde la criminalidad es más frecuente (algo muy propio del policial negro, tal como en las novelas de Chester Himes, importante autor del género, afroamericano más encima y quien conocía desde dentro esta realidad).
       Aparecen acá personajes recurrentes en este tipo de narrativa: los policías que menosprecian a los detectives, las femme fatales, los artistas (en este caso músicos), drogadictos y mafiosos, entre estos últimos algunos de los supuestos pilares de la sociedad blanca más respetable.

       Un tema que destaca bastante en la novela y que tiene que ver con su impresionante final, corresponde a la noción que llegamos a tener de nuestra propia identidad, en la que son las acciones del mismo protagonista, con la aceptación de ello, lo que define esta visión de la conciencia de sí mismo.  Por lo tanto tal como queda expresado en el texto, somos uno mismo en la medida de que asumimos nuestra individualidad.
        A lo anterior y desde un punto de vista religioso, como también moral, se cruzan con las ideas cristianas del libre albedrío, la responsabilidad y la culpa.  Sin ánimos de caer en los spoilers, este libro toma un gran peso al llevarnos a estas reflexiones, pues teniendo en cuenta las características de los personajes y sus acciones, más todo el ambiente opresivo en el que se enmarca la historia, se agrega otra  temática cara a todo esto: la del castigo por los pecados, el cual puede venir tanto de la mano de un congénere, como de una fuerza superior; en este sentido, pese a que el argumento gira en torno a la presencia de entidades diabólicas, no deja por ello de mantener su lado religioso, pues ¿Acaso no es este tipo de mal una herramienta justamente orquestada para mancillar todo lo hermoso y bueno que hay en la creación de Dios? Es así que la única manifestación verdadera de amor que encontramos en estas páginas, al final termina destrozada por la contaminación espiritual en la que se encuentra hundido todo.
       Lo demoniaco está más que presente en esta obra, pero solo a través de detalles que  cuando se va acercando a su desenlace, toman en realidad un corpus como algo que no trata puramente de gente desquiciada, sino que es real.  En este sentido destaca el hecho de que todos aquellos acontecimientos de carácter sobrenatural, que se cuentan en la narración, en verdad solo ocurren de manera indirecta, o sea, sabemos que pasaron o bien porque los cuenta un personaje al protagonista o bien corresponden a un recuerdo; de este modo todo queda en las tinieblas de la incertidumbre ¿Ocurrió en verdad de esa manera o solo son patrañas de una mente enferma? No obstante la confesión del verdadero villano detrás de todo lo que está pasando, hecha verdaderas luces sobre la existencia del inframundo; por otro lado, no podemos olvidar que la mayor “virtud” de los demonios supuestamente es su capacidad para engañar y con ello llevar al débil ser humano a su propia condenación, algo que queda bien expresado en el clímax de esta obra.  De igual manera, algo que sí está muy evidenciado es que el mal existe y en este sentido es la podredumbre del alma humana la que no está puesta en duda, en especial con el efectivo pasaje dedicado nada menos que a una misa negra.

     “Sucedió muy rápidamente. El sacerdote le entregó el bebé a un acólito y recibió un puñal a cambio. La hoja refulgente reflejó la luz de los cirios al cercenar el cuello de la criatura. El pequeño se convulsionó, ávido de vida, y sus alaridos se redujeron a un gorgoteo ahogado.
      —Te sacrifico al Divino Lucifer. Que la paz de Satán sea siempre contigo.
      El sacerdote sostuvo el cáliz bajo la sangre que brotaba a chorros. Terminé el carrete mientras el bebé moría.
      Los gemidos guturales de la congregación se elevaron por encima del murmullo acelerado de un tren que se aproximaba. Me dejé caer pesadamente contra la pared y volví a cargar la cámara. Nadie me prestaba atención. El acólito sacudió al crío inerte para aprovechar las últimas gotas del precioso líquido. Unas salpicaduras vividas brillaban sobre las paredes cochambrosas y sobre la piel pálida de la chica tumbada encima del altar. Lamenté que cada una de las fotos que había tirado no hubiera sido una bala y que no fuese otra sangre la que oscurecía los azulejos olvidados.”



     Como sucede con los grandes clásicos literarios, los nombres de los personajes no pueden ser más simbólicos respecto a lo que estos encarnan.  En primer lugar nos encontramos con el nombre del personaje principal, Harry Angel, apellido que no deja de estar en conexión con el título de esta obra y con su transfondo.  En lo que concierne a la tradición religiosa judeocristiana, los demonios son los ángeles caídos del Cielo, quienes debido a su soberbia contra Dios fueron expulsados de Su presencia; sin embargo este Harry Angel debido a sus propias acciones también es un ángel caído en desgracia.  Luego está el cliente del detective, el sofisticado señor Louis Cyphre, que suena y se escribe en la práctica igual que Lucifer, el nombre angélico de Satanás, el mayor de todos los diablos.  El cantante bajo el que está detrás el protagonista, Johnny Favorite (Favorito en español), con su apellido apela al carácter lúdico de este y que tiene que ver con la suerte, que es tan irregular en la vida de los hombres.  Luego están dos mujeres ligadas al pasado de Favorite, Evangeline (de Evangelio) Proudfoot y su hija Epiphany (Epifanía), ambas con evidentes nombres bíblicos y que sin dudas tienen que ver con el mundo sobrenatural, debido a sus intereses con el vudú, la magia de raíces africanas que apareció en Haití y luego trajeron a USA los emigrantes; sin embargo como el libro juega con el tema de que nada es lo que parece, del engaño (algo usual entre criminales…y lo satánico), a través de ellas y en especial de la última, queda expresado que aún en medio de este submundo de sombras es posible que haya algo de luz.  Asimismo uno de los dos policías que acosan al detective, se llama (o apellida) nada menos que Deimos, nombre correspondiente a uno de los dos demonios que acompañan al dios griego Ares (Guerra) y que en español viene a ser Terror.
       Hay varios pasajes memorables a lo largo de esta novela que se lee con adicción, todas ellas con respecto al mal latente que poco a poco va apoderándose de los acontecimientos.  En este sentido, se pueden mencionar las mismas muertes de las que es testigo el agente.  Sin embargo mucho más destacable es un muy particular homenaje al clásico hollywoodense de los años treinta Freaks, sobre un grupo de fenómenos de circo, así como el supuesto servicio religioso al que asiste Harry y que termina corrompiéndose de manera atroz.  De igual manera no se puede olvidar la misma misa negra que aquí se describe y que por más que en la narración fuese casi impensable pensar que haya gente que se preste para ello, en el mundo real sí existe.

      “Hice girar el pomo y me encontré con una habitación amplia y desnuda, a la que varios sofás desvencijados, de segunda mano, y algunos carteles coloreados que alegraban las paredes enmohecidas, pretendían darle cierto aire doméstico. La mujer gorda llenaba un sofá como si se tratara de un sillón. Una mujer diminuta, cuya barba negra y rizada se desplegaba sobre una púdica pechera rosa, estaba abstraída frente a un rompecabezas a medio montar.
       Bajo una polvorienta lámpara de flecos, cuatro extraños y contrahechos seres humanos se consagraban al rutinario ritual del póker. Un hombre sin brazos ni piernas se hallaba montado sobre un cojín como Humpty Dumpty, el huevo de los cuentos infantiles, y sostenía los naipes con unas manos que nacían directamente de los hombros, igual que aletas. Junto a él estaba sentado un gigante, cuyas barajas parecían pequeñas como sellos de correo por contraste con sus dedos desmesurados. El que repartía las cartas tenía una enfermedad de la piel por cuya causa su tez resquebrajada parecía la coraza de un cocodrilo.”
       En 1987 se estrenó la versión cinematográfica, de parte de todo un director de renombre: Alan Parker.  Pues este cuando filmó su cinta, ya tenía a su haber un montón de títulos destacados, tales como el drama carcelario El Expreso de Medianoche (1978) y el musical de culto con las canciones de Pink Floyd El Muro (1982).  Tras realizar esta otra obra, demostró su enorme versatilidad para moverse con seguridad entre distintos géneros.  Por otro lado, se contrataron a dos grandes actores, al emergente Mickey Rourke, quien con este filme realzó su talento y que lejos sobrepasaba su propia popularidad como “cara bonita” y símbolo sexual, tras haber hecho hace poco la erótica 9 semanas y media y al veterano camaleónico Robert de Niro.  El primero, más joven, hizo del detective de una manera en verdad plausible, si bien no se dejó de explotar en el largometraje la misma sensualidad de este histrión, con su barba de días, su indumentaria de investigador de “mala muerte”, que aunque desaliñada realzaba su masculinidad y luego su célebre desnudo en uno de los momentos más recordados de esta película.  De Niro, en cambio, encarnó al misterioso hombre de negocios que solicita los servicios de Angel y sin dudas que en las 4 escenas en que aparece literalmente “se  roba la películas”.
Precioso afiche ¿alemán? de la película.
        La cinta está realizada como un exponente moderno del estilizado cine noir, correspondiente a una variante cinematográfica ligada al propio género negro, en el cual la fotografía prima las sombras y los ambientes claroscuros, lo que en el caso del argumento de esta película calza bastante por sus personajes ambiguos en el plano moral.  Para resaltar más esta adecuación de la adaptación del libro a la pantalla grande, en sintonía con el noir, se filmó todo creando varios planos en los que la mugre, la humedad y la oscuridad dan testimonio del carácter siniestro de todo; es más, escaleras y ventiladores aparecen en varias imágenes, todo desde un ángulo que denota la idea del laberinto pesadillesco en el que se encuentran los personajes.
      La historia cambió de nombre en esta versión, pasando a llamarse Angel Heart en vez de Fallen Angel, como le puso Hjortsberg.  En castellano fue estrenada como El Corazón del Ángel en España y Corazón Satánico o Corazón Diabólico en Latinoamérica.  Se la puede considerar como una excelente traslación del libro a los medios audiovisuales, si bien posee unos cuantos cambios en la historia, como su eliminación de varios de sus mejores momentos (como la citada misa negra) y agregando otros, tal como su final que resulta aún mucho mejor logrado que el del libro.
        El erotismo cobra bastante relevancia además en esta cinta, algo que no solo corre por parte su protagonista masculino, sino que también gracias a la belleza morena de la actriz que encarna a Epiphany, Lisa Bonet en su debut para el cine.  El momento en el que detective y la juvenil muchacha afroamericana se entregan al deseo, corresponde sin dudas a una de las escenas de sexo más recordadas de la década, tanto porque aún en esos años las relaciones interraciales no eran muy habituales en el séptimo arte, como por atmósfera macabra en la que transcurre todo esto.
         La cacofónica música incidental de Trevor Jones para el cine, realza además el tono lúgubre de todo.
         Antes de terminar, deseo compartir con ustedes una anécdota con respecto a este libro.  Pues como ya saben quienes han leído mi texto, el tema del vudú toma un papel bastante destacado en sus acontecimientos, siendo que dichas prácticas nacieron en Haití.  Pues bien, a Chile en los últimos dos años han llegado un montón de emigrantes provenientes de dicha isla, de modo que en mi propio caso ahora ya tengo entre ellos a varios vecinos, algunos incluso comerciantes a cuyos locales voy a comprar con mucho gusto (gente muy amable y alegre); la verdad es que me gusta ver sus bellos rasgos y colorido a mi alrededor y cuando puedo converso con uno y otro apenas se me da la ocasión.  Me encanta oírlos hablar en creolé. Asimismo el bus que tomo en dirección a mi trabajo en la mañana muy temprano se llena de esta gente y hace rato que la verdad deseo hablar con algunos sobre estas supercherías.  Fue así que hace poco, mientras me encontraba leyendo esta novela, la dama que iba sentada a mi lado era haitiana y con el dedo me indicó el libro que tenía entre mis manos.  Al principio me costó entenderle, pues en su caso no hablaba muy bien español, además de que yo iba escuchando música, así que me saqué los audífonos.  Le pasé mi lectura cuando me preguntó de qué se trataba (yo poseo la vieja edición de la editorial Pomaire, imagen con la cual encabecé esta entrada) y le hice un pequeño resumen de su contenido. Obviamente no dejé de referirme al tema del vudú, a ver si lograba engancharla para dialogar más al respecto.  Pues la joven mujer muy atenta le echó un repaso al tomo...Y luego siguió en su propio mundo,dejándome con ganas de una entretenida conversación sobre un tema del cual desde quiero saber más por parte de algún haitiano.  Creo que apenas pueda, mejor le preguntaré directamente al primero de estos para satisfacer mi curiosidad.


Trailer de la versión cinematográfica.

13 comentarios:

  1. La película me gustó mucho. Una mezcla precisa de ambos géneros. La novela la conseguí el año pasado, en la edición de Círculo de lectores, y la tengo esperando en el anaquel.
    Muy interesante tu anécdota personal sobre tus vecinos. Me hizo recordar un libro titulado "La religión", de Nicholas Condé, una novela en la que tratan ese extrañamiento de la población norteamericana hacia la santería y el vudú, prácticas no solo haitianas sino latinoamericanas, especialmente en las antillas. De esa novela también se hizo una película con Martin Sheen, titulada "The Believers".
    Un saludo, Elwin.

    -Mauro Vargas.

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    1. Tenía esperanzas, amigo Mauro, de que este texto fuese de tu interés, pero...¿Qué estás esperando para leer esta genial novela? Si te gustan tanto las historias de este tipo, en cuanto al terror sobrenatural como "El Buque de la Noche" y "Exorcista" esta no te defraudará, que lejos está mejor la peli.
      A principio de los noventa vi el filme que mencionas y me gustó. Sería bueno echarle una repasada.
      Gracias por ser el primero en compartir conmigo este texto.

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  2. Saludos Elwin, aquí murinus2009.

    Aunque el Genero Negro me gusta mucho, ya que lo pienso, no he visto muchas Obras Artísticas al respecto, ya sean novelas o películas, lo ultimo que recuerdo fue Alguna de las Millenium, incluso por el apellido del autor: Hjotsberg, pensé que este titulo era de alguien nórdico, como el autor de la citada trilogía Millenium.
    Lo que si, vi en su momento en cines, cuando la estrenaron, la película Leyenda, ya no recuerdo mucho, salvo al antagonista, ese impresionante Demonio, creo también aparece un unicornio y el protagonista es Tom Cruise.
    Suenan muy atrayentes, tanto la película hecha a partir de este libro, que presentas, como la que comenta: @Lease a plena noche, "The Believers", respecto al Vudú creo que tambien, "la Serpiente y el Arcoiris", es una buena Obra, claro que tu conoces mas de cine que yo Elwin.

    Como ya lo mencione antes Elwin, yo provengo de la Barbarie, en este entorno,, conoces toda clase de gente, alguna bastante desagradable, que tiene gusto por la clase de vida cercana al crimen, la suciedad, supersticiones y aberraciones de todo tipo, mucho de lo que detallas en esta Entrada, se parece a mucho que he visto, gente y lugares, que espero no revisitar jamas.
    Así como detallas el como esta narrado este libro, en primera persona, me recordaste que asi, en primera persona, me han contado muchas historias, tanto de crimenes violentos, como de asuntos sobrenaturales y si, yo también me he quedado siempre con la duda, de si lo que me contaban, sobre todo en el caso de los crímenes, era cierto, (en lo sobrenatural la gente que me lo contó, no es de fiar, 2 tienen educación universitaria, pese a eso, son gente deshonesta: uno drogadicto declarado, otra estafadora y mitomana, los otros aunque son cercanos a mi, eran gente de poca educación, no ilustrada).

    También esa narración que haces de la misa negra con todo y el sacrificio, mas el comentario, de que existe en la vida real gente asi, es muy acertado, mientras lo leía -el pasaje de la misa negra- recordé que hace poco vi una noticia sobre unos degenerados, (ya atrapados por la policia), que vendieron por Internet un video con el asesinato en vivo, de un bebe de 18 meses, como era uno de esos tabloides sensacionalistas, quede con la idea que quiza el susodicho video, solo sea un montaje.

    Muy destacable el dato que das de la inmigracion de haitianos hacia Chile, En México hasta donde se, hay unos 6000 en Tijuana, ciudad fronteriza con EE.UU., a unos 1000 kilometros de Ciudad de México, que viven en condiciones paupérrimas, como lo que se comenta en el libro, sobre las comunidades afroamericanas mas pobres del EE.UU. de los 50s. (y yo creo que de 2017).
    Supongo que si consigues testimonio de primera mano del Vudú y la Santería, lo compartirás aquí en Elcubildelciclope, sera una Gran aportación.

    Gracias Elwin y hasta pronto.

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    1. El filme "Leyenda" me gusta mucho y ya me daré el gusto algún día de comprármelo en blu-ray (y en verdad el demonio que aparece, interpretado magníficamente por Tim Curry es soberbio).
      "La Serpiente y el Arcoíris" de Wes Craven me gusta mucho y fue, creo, mi primer contacto con el vudú.
      Lo que me cuentas es increíble, da para charlar harto y te agradezco la confianza (que además expones públicamente aquí tu experiencia).
      En Chile en los noventa llegaba desde tu país el "Semanario de lo Insólito", que se vendía como pan caliente y el video al que te refieres me recuerda eso...¿Aún se sigue editando allá?
      Nuevamente gracias por comentar por acá, que sabes que valoro mucho el tiempo que le das a este blog.

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    2. Saludos Elwin, aqui murinus2009 otra vez.

      Si Elwin, ese semanario se sigue editando y es un exito de ventas, (curiosamente muchos de sus artículos provienen de libros editados por la revista "Selecciones Del Readers Digest"), aquí en México la superstición esta muy extendida. sea en e Campo y en la Ciudad, el Tema da para escribir libros enteros.

      Gracias de nuevo Elwin y hasta pronto, si no surge algo mas.

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  3. Mi estimado, la película de Parker es francamente extraordinaria, ¿no? Recuerdo que la fui a ver al cine con mi padre, un día que él me invitó y me dijo que yo eligiera la película, y aunque no le gustaban mucho las pelis de terror, lo llevé a ver "Corazón Satánico", engatusándolo con la aparición de Rourke, jiji. Hace rato que le estoy echando el ojo a la bella edición de Valdemar de la novela de William Hjortsberg, aunque me asombras cuando te quejas de los "precios exorbitantes" de esta gran editorial. Está acorde con la calidad de un libro de tapa dura importado, y en general tu gastas mucho más en comics, pienso yo. Ademas, piensa que cualquier libro de Baradit anda por las 10 lucas como si nada, y no se puede comparar ni la con la calidad de la edición ni menos de los autores que edita Valdemar.
    Saludos, mi bloguero amigo.

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    1. PD: si, lo sé, la alusión negativa a Baradit es gratuita, pero me hace sentir bien :)

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    2. Qué genial eso de que hayas heredado de tu padre el amor por el cine. Una pregunta tonta eso sí respecto a haber visto este filme con él...¿Acaso fue complicado para ti estar a su lado durante la fogosa escena de sexo de este filme?
      Solo tengo dos libros de Valdemar, ambos regalados, je.
      Tanto mencionarme a Baradit...Antes de finalizar el mes me leo una de sus novelas.
      Nota: Cuando quieras te presto este maravilloso libro.

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    3. Mmm... cuando vimos juntos Corazón Satánico yo tenía más de 20, creo, así que hasta echamos una talla al respecto, aunque dudo que durante la escena misma que es muy subida de tono y terrible... lo cuático era ver con él las escenas de violencia gráfica, que no le gustaban mucho jeje.

      PD: Vas a seguir leyendo a Baradit??? NOOOOOOOOOOOOOOOO!!

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    4. Me habría encantado conocer a tu papá, pero al menos tengo la suerte de contar con tu amistad a lo largo de la mitad de mi vida.
      Pasando a otro tema, mucho deseo volver a leer a Baradit, independientemente de su esnobismo (que me recuerda a alguien a quien queremos mucho), pues el tipo sin dudas que tiene talento, independientemente de las gillipolleces de sus dos libros pseudohistóricos.

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  4. querido Elwin
    No he tenido el placer de leer el libro, pero si vi la película que imagino no es lo mismo, el caso es que es muy buena de principio a fin, pero se debe destacar el solido trabajo de Robert de Niro, quien al igual que Al Pacino interpretan genialmente al demonio. interesante tu post, pero cometes un error, cuando hablas de las mafias de Estados Unidos, fue la prohibición de la venta de alcohol "Ley Seca" que llevo a crecer a esos delincuentes y no la droga, esa vino a entrar con fuerza a fines de los 40 entre la comunidad negra con el beneplácito de los blancos.

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    1. La última vez en que me vi este filme antes de volver a verlo luego de leerme el libro, fue contigo y tu hermosa señora durante esa genial semana playera donde los "tíos". Por otro lado, te agradezco tu corrección, que en la semana enmendaré mi error.

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  5. No recordaba que la habíamos visto junto, un buen recuerdo

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