1. Cuentos de la
Dimensión Desconocida.
La famosa serie de televisión antológica
creada por Rod Serling a finales de los cincuenta, La Dimensión Desconocida (The
Twiligth Zone en su lengua original) estuvo llena de historias impresionantes
e inolvidables. Abarcando los géneros de
la ciencia ficción, el terror y la fantasía adaptó a grandes autores de la
época como Ray Bradbury y Richard Matheson y quienes muchas veces oficiaron de
guionistas, ya sea a través de ideas originales o reelaborando antiguos textos
suyos para la pantalla chica. No
obstante, la mayoría de estas pesadillas y sueños son obras del propio Rod
Serling, quien demostró a través de esta creación suya poseer una de las mentes
más ingeniosas del siglo pasado. Y es
que no solo se trataba de mera entretención, puesto que en cada uno de sus
episodios encontrábamos crítica social y argumentos muy elaborados, que
permitían abordar grandes temas y preocupaciones, llevándonos a la reflexión y
a cuestionarnos nuestra propia existencia.
Desde niño que adoré este programa,
gracias a su versión ochentera que veía todos los martes a eso de las 10:00 PM,
emitida por Canal 13, muchas veces yéndome a acostar con miedo y ello debido a
la impresión que me provocaban la mayoría de las veces tales producciones. Solo ya adulto pude verme la versión
original, que en su bello blanco y negro, más los tremendos actores de fama
internacional que tuvo, me hizo darme cuenta que esta era lejos la mejor
de todas (asimismo, en 2003 vi otra actualización que me gustó bastante, aunque
lamentablemente le fue mal y solo tuvo una temporada). La película de 1985 también me fascina y en
cuanto a la versión de este año, aún no la he podido apreciar.
Y todo este preámbulo para referirme al
primer “Pecado de Omisión” de esta séptima entrega. Todo fue cuando una vez andaba en el Persa
Bío-Bío, sitio del que ya antes les he contado y donde acostumbro conseguir
casi de todo, aunque más bien artículos de interés ñoño, como libros, pelis y
cómics (en ocasiones una que otra figurita de colección, que lo último fue una
reproducción del auto de la película Christine, sobre la novela del
mismo nombre de Stephen King, hecha por John Carpenter), cuando vi que uno de
los caseros (nombre que acá les damos de forma indistinta a vendedores y
compradores, en el mercado “informal”) al que les compro de vez en cuando
literatura y/o historietas, tenía nada menos que unos precioso tomos de
antologías de cuentos basados en dichas historias; eran unos volúmenes en
tamaño de bolsillo, de unas 200 páginas más o menos (o según creo recordar) y
que se supone había llevado al terreno del relato el propio Rod Serling. Mi caserito los vendía bien baratos, a unos
$1000 ó $2000 y eran como 5 volúmenes diferentes. Ese día me sobraba la plata y estaba
acompañado por mi amigo Marcelo López, de quien ya me he referido en otras
ocasiones y que es uno de los tantos ingratos “amigos históricos”, que pese a
todo lo que pasamos juntos, apenas se da tiempo de pasarse por este blog. La verdad es que no recuerdo, quién de los
dos se fijó en las joyitas que tenía nuestro librero (a quien Marlo lo conocía
desde antes), pero el tema es que en vez de ocupar sabiamente el dinero que me
quedaba de otras compras, me limité a echarle una ojeada a los dichosos textos
y quien sí decidió adquirir tan solo un ejemplar, fue mi compadre.
Por cierto, gracias al mismo Marlo, quien
gentilmente me mandó la foto de la portada del tomo que compró, me acabo de
enterar de que la empresa que sacó dichos volúmenes fue nada menos que la
legendaria Editorial Novaro, importante empresa mexicana y que según se cuenta
se fue a la bancarrota para el terremoto del 85 de su país (y a la que le
debemos las primeras ediciones en español, para Latinoamérica de los cómics de
DC)…¡Cuando se entere mi amigo Miguel Acevedo de este yerro mío, me va a
colgar!
Libros como ese no se vuelven a encontrar,
que estamos hablando de títulos que llevan largo tiempo descatalogados y
lamentablemente las editoriales que hay hoy en día no se interesan en rescatar;
en cambio, los momentos de estupidez que hacen a uno desaprovechar
oportunidades como esta abundan ¿No?
2- El Gran Libro
del Terror.
El presente es un “pecado de omisión”
algo diferente, más bien relacionado con la inocencia que tuve en mi llamada
juventud y que con los años se transforma en cinismo o en el fruto de la
experiencia o como quieras llamarle, según la persona en la que te fuiste
transformando con el paso de los años…
Una de
las chicas de la universidad por la cual tuve una especie de enamoramiento (no
le llamo amor, que la verdad no se trataba de que tampoco de ese sentimiento
más profundo que te deja todo el rato pensando en quién te tiene prendado) fue
Noelia. No sé si llegué a saber su
apellido, aunque sí tengo claro que estaba como un año o dos más que yo,
adelantada en la carrera de Castellano, la misma que hice yo para titularme
como profesor. La conocí en uno de los, por lo general,
ramos pedagógicos y en el que ella estaba atrasada por haberse “echado” alguno
de la especialidad (supongo). Si la
memoria no me falla, fue ella quien se acercó a mí y me buscó conversación al
verme leyendo algún libro “ñoño”. Yo de
inmediato quedé prendido de su persona, que no solo la encontré bonita, sino
que además en aquellos años encontrarme con una muchacha, que además de
atractiva tuviese los mismos intereses que yo, era una maravilla a la cual no
podía ignorar.
Fue entonces que decidimos hacer un primer
intercambio… ¡De libros! Su servidor le pasó al objeto de su admiración un tomo
de Lovecraft, de esos de bolsillo que sacó Alianza Editorial, en una época en
la que el “Soñador de Providence” solo aparecía en nuestra lengua en escasas
ediciones y ella me pasó a cambio un tremendo volumen de esos de Martínez Roca,
al que puso el más que sugerente nombre de El Gran Libro del Terror. Cabe mencionar que de los dos, yo fui quien
salió ganando de esta amistosa transacción.
Bajo el nombre original de The
Dark Descent (El Descenso Oscuro), corresponde a
una antología de gran tamaño y de cerca de 500 páginas en español, la cual
contenía cuentos y novelas cortas de autores clásicos como Ambrose Bierce y
Edith Warthon (esta autora gringa de narraciones más bien realistas y que, como
muchos de sus colegas, no dejó de sentirse atraída a veces por la literatura
sobrenatural) y algunos más contemporáneos, como renombrados tales como Ray
Bradbury, Lovecraft, Richard Matheson, Clive Barker y Stephen King, entre
otros. La idea de tener autores de
“dominio público”, junto a otros aún vivos, era la de mostrarle a sus lectores
la evolución del género a lo largo de los años, puesto que la selección hecha
por David G. Hartwell abarcaba casi 100 años de historias de horror. Su primera publicación data en español de
1989, pero creo que originalmente fue sacado en su lengua original al comienzo
de esa misma década.
Feliz como una lombriz me llevé lo
primero y único de Noelia que tuve a mi casa, para comenzar a devorarlo como
loco. Además tenía otra razón para leer
ese tomo: el año anterior (¿o fueron unos meses antes?) un amigo que tuve y en
cuya amistad lamentablemente no pude profundizar (más por desinterés suyo), me
había prestado El Segundo Gran Libro del Terror que me gustó demasiado, de la
misma editorial; aunque en verdad se llamaba en inglés Dark Forces (o sea, Fuerzas
Oscuras), de 1980, que Martínez Roco sacó con el otro nombre para
aprovecharse del éxito del anterior.
Bueno, resulta que me terminé la
antología bien rápido, en cambio, Noelia a lo más había avanzado solo un resto
con el libro más pequeño que le pasé.
Todo un caballero le devolví su antilogía, que ahora que recuerdo se lo
había regalado otro compañero suyo que también andaba detrás de ella (al que
conocí…y no me agradó por ser mi competencia).
Quedamos en que apenas terminara de leer los cuentos de Lovecraft, me lo
devolvería; sin embargo, tiempo después mi protoenamorada abandonó la
universidad y nunca más volví a saber de ella…Así que perdí tanto a esa
potencial novia, como a mi libro…Y adivinen qué me dolió más.
¿Y por qué se trata de un “pecado de
omisión? Pues debido a que fui un tonto inocentón y no debí haberle devuelto
tal joyita, que ahora probablemente formaría parte de mi colección.
3- El Incidente
Jesús y El Efecto Lázaro.
Cuando
los ñoños de la ciencia ficción literaria "de pura cepa", que hemos
leído la saga de Duna de Frank Herbert (o al menos se han visto la famosa peli
de 1982, que hizo David Lynch, como las dos miniseries noventeras), nos
enteramos de que el año que viene se estrena una nueva superproducción
hollywoodense, sobre el primer libro de la serie, imposible no ponerse a pensar
acerca de las maravillas de su autor. Y
es que este señor escribió otros textos, aparte de aquellos que le dieron gran
fama, entre los que se encuentran justamente aquellos que también están entre
mis cuitas literarias.
Escritas en colaboración con Bill Ransom
(autor del que no tengo idea), creo forman parte de una trilogía de novelas con
nombre pseudo religioso, siendo el tercero de ellos El Factor Ascensión (que
uno de los temas favoritos de Herbert era justamente la fe y los dogmas
teológicos). Ignoro si la última parte
de este ciclo se encuentra en español, pero lo que sí tengo muy claro, es que
al menos los dos primeros títulos y que aquí menciono, fueron sacados por la recordada
editorial Ultramar (que contaba con una tremenda colección de ciencia ficción),
en unas estupendas ediciones en tapa dura y con portadas bellísimas.
Pues, resulta, que hace años andaba por la
Librería Universitaria (de la misma Universidad de Chile) y como ya conté en la
anterior entrada a esta, cuando me referí a Marfil de Mike Resnic, a principios
de este siglo pillé entre sus ofertas este título. Yo ya me había leído Duna hace rato y creo que
también Destino: El Vacío, así que bien sabía de que tenía entre mis
manos dos títulos valiosos. Como me pasó
con la mencionada novela de Resnic, para entonces ya contaba con mi platita y
la verdad es que solo “5 luquitas” por título, podía desembolsar sin problemas…Y
aquí me tienen, lamentándome una vez más por mi torpeza. A ver
si alguna librería “de viejos” me da la oportunidad de resarcirme de estas
torpezas, que en todo caso hace casi dos décadas que tengo pendientes aún en mi
biblioteca unos 5 otros títulos suyos (entre ellos la segunda trilogía de Duna).
Esta foto que encontré en Wikipedia me demuestra que efectivamente sí sacaron la trilogía completa los de Ultramar, |
Estimado Elwin:
ResponderEliminarMuy ilustrativos tus pecados de omisión. Para tu tranquilidad todos tenemos algunos pecadillos escondidos por ahí. En cuanto a los cuentos de la Dimensión Desconocida, resulta curioso el final alternativo del último cuento del ejemplar que ilustra tu comentario y que narra lo filmado en el gran episodio " Los monstruos de la calle Mapple"
Tremenda sorpresa me diste, amigo, al pasarte por acá y justo cuando te andaba pelando, je...Y cuenta tus pecados po.
EliminarElwin: Como siempre, excelente esta serie de posteos que nos dan ganas de salir a buscar esos libros. Por suerte, El Gran Libro del Terror lo tengo, pero no tenia ni idea de los de la Dimensión Desconocida. Ya tampoco conocía esas ediciones de Ultramar, ¡que bien se ven!
ResponderEliminarSaludos
RICARDO
Me encantaría tener una máquina del tiempo y comprar todas esas joyitas que hoy me pesan en la conciencia.
EliminarAmigo mío: dicen que es un mito que la legendaria Novaro se hundió a consecuencia del devastador terremoto de 1985 en Ciudad de México. La editorial ya venía con problemas de antes, y ese fue el golpe de gracia. Con respecto a no comprarte el recopilatorio de cuentos de la Dimensión Desconocida, sin comentarios. Pero yo cometí un pecado quizá similar: cuando Ediciones Vid tenía esa tienda en la Alameda, no me compré un librito que tenían ahí sobre la ciencia ficción mexicana. Snif.
ResponderEliminarNo haber tenido plata en aquellos años cuando estaba esa tiendita...Snif!
EliminarDel libro del terror, recuerdo los relatos de King, donde aparece una curiosa adaptación de Lovencraft donde unos americanos llegan a Gran Bretaña y les cae un link con una segunda dimensión y cuando van al Yard a reclamar, los del Yard ya se saben de memoria que en esos casos no hay manera de probar nada. Y otro de un jugete maldito con figura de mono que cuando se le da cuerda siempre muere alguien, y cuando por fin se libran del mismo se imaginan la que le caería al que lo encontrara luego. Vaya recuerdos.
ResponderEliminarLas historias que mencionas son maravillosas: La primera es "Crouch End" y fue muy bien adaptada en "Pesadillas y Alucinaciones" y la segunda es "El Mono". Posteriormente a su aparición en esta selección, salieron en distintas antologías de King.
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