sábado, 13 de abril de 2024

Así era en mis tiempos (XIV): Los álbumes de láminas (cromos)


        Pasé toda mi infancia en los ochenta, adolescencia y primeros años de la adultez de los noventa (o sea, cuando aún era un estudiante y me encontraba en la universidad), coleccionando álbumes de láminas.  Cuando me refiero a estos, les estoy hablando de esa especie de revistas de grapas, dedicadas a una temática en especial (por lo general una franquicia), en la cual se pegan láminas con imágenes numeradas y cuyo objetivo es conseguirlas todas para lograr tener el álbum completo.  Lo anterior resultaba algo difícil, puesto que las láminas las conseguías, por lo general, comprando sobres que venían sellados y las traían al azar (en número de cinco por cada uno).  Por lo tanto, la única manera para lograr tu objetivo, además de hacerlo por medio de la compra consumista de sobres, era intercambiando las repetidas con otros ñoños como tú (por lo general de tu misma edad, si bien creo tener el recuerdo confuso de haberlo hecho con uno que otro mayor con alma de niño). Años después, ya en los últimos años de mi coleccionismo, en las ferias (especie de mercados al aire libre e informales- no dan boleta- muy populares en Chile y en las que se venden alimentos, naturales y procesados, hasta ropa, juguetes, electrodomésticos, antigüedades y de todo en la práctica) comenzaron a vender algunos, más avispados, láminas sueltas para regocijo de los frikis.
    Tenía la idea, tan propia del llamado pensamiento mágico de los niños y de la gente de escaso conocimiento científico, de que, si compraba en kioscos y otras tiendas no habituales, de donde lo hacía generalmente, conseguiría los números que me faltaban.  Por otro lado, el regalo ideal para pedirle a los adultos que nos visitaban o que salían a alguna parte, era que me trajeran uno que otro sobre y con algo así de sencillo sí que era feliz.
    Uno de pura memoria visual sabía qué números le faltaban y en mi caso pocas veces me confundía entre uno y otro.  Había quienes llevaban un registro anotado y solo ya en el siglo XXI, dentro del mismo álbum iba un apartado en un recuadro, para marcar el orden de las láminas que uno tenía.
     Hasta mediados de los ochenta, más o menos, las láminas se pegaban usando algún tipo de químico.  En esos años mi papá, en el negocio que tenía en casa vendía una "goma" muy económica,  líquida y verdosa, poco funcional, que usaba a veces para realizar esa labor y mis tareas escolares; no me gustaba mucho y por eso conseguía que me pasara luego cola fría, de mejor consistencia, y cuando llegó el avance del Stick-Fix y similares, ese fue el tipo de sustancia que comencé a usar (creo que en mi infancia muy temprana, incluso usé engrudo, un compuesto de harina y agua que mi propio padre preparaba).  En los mismos ochenta, comenzaron a salir las láminas autoadhesivas, un gran avance para los coleccionistas como yo, que primero venía una por sobre y eran imágenes especiales; luego, cuando se abarató este recurso, ya todas poseían esa cualidad.
     Siguiendo con las láminas, luego comenzaron a salir unas especiales, de bordes dorados, por ejemplo; por completar estas, me parece, te daban un premio especial y es que, por cierto, estaba olvidando que tras llenar tu álbum recibías de obsequio un póster o algo similar (siempre un objeto "humilde", que tu corazoncito de niño recibía como si se tratara de la gran cosa, aunque todavía estoy esperando el cuadro del SDF1 que me gané por completar el de Robotech).  Igual había sorteos de premios mayores, claro que nunca gané uno como computadores y bicicletas.



     Respecto a las láminas, no puedo dejar de mencionar que con otros niños (por lo general varones, que era escasa, en aquellos tiempos, la chica que tuviese este tipo de intereses y si llegaba a conocerla la admiraba mucho) jugábamos con las imágenes repetidas: Se ponían dado vuelta en el piso, con el dibujo hacia abajo para que no se viera; uno debía golpearla con la mano y si lograba darla vuelta, para que se viera la foto o ilustración, se la "ganaba" a su rival.  Una vez conseguí tantas del otro chico, que este se puso a llorar y "se hizo la vístima", al punto que mis papás me obligaron a devolvérselas (y obvio que me molesté por ello).
     En algunos álbumes iba una introducción acerca del tema, por lo general breve, que de chicos pocos éramos los que nos interesábamos en esos detalles; no obstante, en algunos casos, abajo de la imagen en cuestión iba un pequeño texto explicativo, para orientarnos de qué trataba.
    Existían álbumes de divulgación científica, que coleccioné dos distintos sobre el cuerpo humano y salud; también tuve en mis manos en 1986, uno dedicado al cometa Halley, antes de su paso por nuestros cielos.  También educativos y que compré fue el dedicado a Cristóbal Colón, que no recuerdo si fue en torno a una miniserie sobre el personaje histórico o para aprovechar el quinto centenario del "Descubrimiento de América" en 1993.
      La memoria también me falla, cuando evoco un hermoso ejemplar que encontré ya completo, no sé si en mi casa o, tal vez, donde mis abuelitos maternos, llamado Maravillas y curiosidades del Mundo; este, con dibujos muy cuidados y/o preciosistas, trataba (tal como decía su nombre) acerca de numerosos ejemplos a lo largo de la historia y del mundo, de construcciones, flora y fauna, entre otros, que debido a sus cualidades únicas las convertían en verdaderas maravillas (la existencia de una flor gigantesca en África, me impresionó al punto de que todavía la puedo rememorar). Me pregunto de quién habrá sido ese ejemplar, que lo pillé en los ochenta, pero creo databa de los setenta; como el resto de los que tuve conmigo, se perdió con el transcurso del tiempo.
     También hubo uno que se llamaba Flora y Fauna, pero solo ahora logro tener una deslucida imagen suya en mi cabeza, gracias a mi amigo Jorge Lorca, que me lo nombró cuando le conté de este texto cuando lo estaba escribiendo.


    Respecto a los álbumes sobre el cuerpo humano que tuve, el que lejos más me gustaba era el perteneciente a la editorial Artecrom, una de las dos destacables empresas que en Chile sacaban este tipo de material.  Lo tuve dos veces, con bastantes años de diferencia y en las páginas del medio, traía dibujos del cuerpo humano completo, desde pies a cabeza, uno sobre los huesos, otro acerca de los órganos internos y otro en torno a la musculatura ¿Tenía más siluetas como estas? ¿Tal vez unas cinco? A diferencia de las láminas típicas, rectangulares, estas imágenes eran pequeñas y con la forma del hueso, órgano o músculo que representaban.
     El otro álbum dedicado al cuerpo humano, lo sacó Salo, la empresa con mayor relevancia en esta industria que tuvimos acá y que permaneció hasta primera década de este siglo.  Gracias a la sección dedicadas a las enfermedades, me enteré de que existía la Otitis y así fue cómo al ver sus características, pude deducir que mi hermana menor se había contagiado de ese bicho; cuando el doctor a domicilio verificó mi diagnóstico, mis papás alucinaron con la idea de que de grande me hiciese médico. Por otro lado, debido al éxito de este título, luego salió un complemento que se compraba aparte, consistente en un "librito" tipo pop-up, que desplegaba un cráneo al que se le pegaban sus huesos ¿Era más complejo este para ser armado, teniendo otros elementos?
    Creo que el álbum más sui generis que tuve, fue uno dedicado nada menos que... ¡Al rock chileno! Se llamaba Los Hipergrosos! (ignoro si la grafía que uso es la correcta, que he buscado imágenes al respecto y nada he pillado en la Red) Su nombre tan estrafalario, correspondía a un chilenismo que se usaba en los ochenta, hoy hace rato caído en desuso; bueno, la verdad es que se componía de dos expresiones que, juntas" eran algo así como decir "Muy genial", obviamente referidos a los músicos que aparecían en sus páginas.  Fue una interesante manera, y destacable, de impulsar el arte musical nacional de la época, que en todo caso algunos nombres triunfaron más que otros y la mayoría hoy ya han sido olvidados (por ejemplo ¿Alguien se acuerda de Venus, compuesto de puras féminas?)
    No puedo dejar de mencionar a Basuritas, una colección que fue polémica debido a la truculencia de sus "preciosos" dibujos.  Eran truculentos, porque mostraba a niños monstruosos, que tenían una característica en general, está ligada a cosas tan dispares y asquerosas como los mocos o la caspa; y era preciosos, porque estaban muy bien hechos, pese a todo tenían un aspecto tierno y primaban el humor (negro) por sobre lo terrorífico.  Cada personaje tenía su propio nombre, el cual era un juego de palabras relacionado con su particularidad. Debido a la belleza "diferente" que había en sus láminas (no olvidemos el importante detalle, de que salió en plena dictadura), no faltaron las "almas sensibles" que quisieron censurarlo, por encontrarlo tanto de mal gusto, como inconveniente para los pequeños; pero lo prohibido y escandaloso provoca más interés cuando se trata de quitarlo de en medio.  Debo mencionar dos cosas en especial sobre Basuritas y yo:
 
1. Tuve una pesadilla infantil respecto a sus imágenes. que creo me hizo despertar asustado (tal vez llorando o gritando): Me encontraba en el baño de mi hogar, mirándome al espejo, cuando entonces mi rostro comenzó a deformarse, hasta volverse el de una de las criaturas de Basuritas.
 
2. Había una lámina claramente homofóbica, pues mostraba a un niño varón afeminado.  Era la típica caricatura de una época, en la cual era habitual reírse de la homosexualidad, siempre reduciéndola a lo femenino.  En su momento, supongo, no me detuve mayormente en el discurso detrás de su "mono"; no obstante, hoy en día habiendo asumido mi propia condición y pese a que no soy una "loca" (tampoco un "camionero") la encuentro ofensiva y me alegro de que dicha lámina hoy en día merezca el rechazo de la opinión pública.
 
    Tal como pasó con el susodicho álbum de Salo, en torno al cuerpo humano, el éxito de Basuritas hizo que saliera al menos un complemento: Un póster, que también se compraba por separado, para agregar en él nuevos personajes.  Creo que tanto el uno, como el otro, los llené.



    Obviamente debido a mis inclinaciones "artísticas", los álbumes que más compraba eran los dedicados a las series que veía; por lo tanto, tuve en mi poder (entre los que puedo recordar): Sankoukai (de un live action japonés, inspirado en Star Wars y que me tenía loco de niño),  los Transformers, Los Ositos Cariñositos y Disney (estos últimos dos, dentro de lo más "tierno" de mi persona), entre los que puedo recordar ahora.  Todo eso fue en mi infancia.  Un caso aparte de esa época dorada, viene a ser el de Los Thundercats, que no se compraba, sino que el álbum y los sobres se cambiaban por tapitas de Coca-Cola, así que no solo consumía con más ganas esa famosa bebida, sino que andaba buscando hasta en la basura el recurso para completarlo.
    Sobre los títulos que tuve a disposición en mi adolescencia, nada puedo decir que lo tenga fresco en la memoria; sin embargo, en los primeros años de la adultez también me dediqué a este pasatiempo, o sea, cuando estaba estudiando Pedagogía, con Sailor Moon (recuerdo que en el comercial salía un tipo guapísimo vestido de Tuxedo Mask, que me hacía tener más ganas de completarlo, je) y Los Caballeros del Zodiaco, dentro de lo que puedo mencionar.  Del anime también llamado Saint Seiya, tuve al menos dos álbumes, creo que uno acerca de la Saga de Poseidón y otro sobre la peli La Batalla contra Lucifer; este último lo conservo de esa época, creo está en uno de mis baúles o en una de mis bibliotecas... En todo caso, la edición que sacó Salo de esta última colección, era bien deplorable y es que los fotogramas que reproducían sus láminas eran de muy mala calidad, como sacados de una copia pirata en VHS del filme; pero era lo que había y como bien decimos acá: "Peor es mascar lauchas".
    Ya he contado que la principal editorial chilena, especializada en el rubro que hoy nos reúne, fue Salo.  En los ochenta uno podía hacerse socio de forma gratis y si se convertía en uno, le llegaba por cada nuevo álbum que saliera, un ejemplar por correo y dos sobres de regalo... ¡Y por supuesto que accedí! Ignoro cuánto tiempo duró este beneficio.  Me dio mucha pena cuando cerró Salo en 2010, que con ello se fue otra parte importante de mi vida.
    Por última, si se es chileno o latinoamericano, bien se sabe que acá el deporte más popular es el fútbol; pues a mí nunca me gustó y hasta llegué a detestarlo, porque crecí en una época y cultura, en la que te trataban de poco hombre, de mariquita y se burlaban de ti si no te entusiasmabas con un partido.  La verdad es que bien poco me importaba, ya desde niño, lo que decían de mí gente que no tenía incidencia en mi vida (mis familiares y amigos, que me conocían, nunca me molestaron al respecto e incluso mi papá, refanático del balompié, tampoco se gastó en imponerme su pasión); sin embargo, mi mamá, que puede ser muy rústica si se lo propone, sí trató de convencerme para que fuera igual que los otros niños... Por eso cuando me llegó de regalo, uno de los tantos álbumes de fútbol de Salo, que sacaban todos los años una nueva versión, hasta se ofreció pasarme plata para pagarme los sobres; reconozco que lo intenté unos cuantos días, pero como bien digo ahora: "No soy deportista pasivo y no me importan los deportes de equipo y competición".
    Eso.


                  Ahora que vuelvo a ver este comercial... ¡No era gran cosa el cosplayer!

19 comentarios:

  1. Tuve 3 de esos (fotografía) recuerdo que tenía una cuentos de terror era la raja

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  2. ¡Buenísimo! Mi animé facorito es Robotech

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    1. La verdad es que "Robotech" no es un anime, sí el material original en el que se basó

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    2. Robotech es una "macekre"...

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    3. ¿Te refieres a la mezcla que hizo Carl Macek? ¡Lo hizo muy bien!

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    4. Así le dicen los fundamentalistas del animé a lo que hizo Macek.

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    5. ¡Gente WEONA! Si no hubiese sido por Maceck no hubiésemos sabido de Macross

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  3. No recordaba el de Robotech, ni el de Thundercats. Yo tuve el de He-Man y todos los de fútbol, porque mis tíos me los regalaban. También me pasó lo de la presión social por el fútbol, pero como tenía primos de mi misma edad, fanáticos del balompié, terminaba cediendo para no quedar fuera. Gran recuerdos amigo!!

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    1. Yo en mi infancia y juventud compartí mucho con mis primos, demasiado, pero nos unía la ñoñería y de solo uno de ellos (el más cercano) era futbolero; no obstante, con Pepito nos llevábamos demasiado bien.

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  4. Yo coleccioné cromos (acá en Argentina los llamamos figuritas) de fútbol principalmente, aunque también recuerdo con cariño las figuritas MIX:

    https://www.flickr.com/photos/24552655@N07/31416886376/in/album-72157677386488876/

    Eran figuritas que se pegaban y armaban una escena, similar a los Kalkitos. Me encantaban.

    También recuerdo mucho unas figuritas desplegables de plástico que venían en las tapas de las Coca Cola y tenían personajes de Marvel.

    Saludos,

    RICARDO

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    1. ¡Así que me saliste futbolero! Supongo que de haber existido un álbum de "Star Trek" de más que lo habrías tenido (como yo)

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  5. Nunca tuve yo, de niño y joven, plata para los álbumes, así que no tuve ninguno a no ser que me lo regalaran (como el álbum del cuerpo humano que relatas, o uno de Arturo Prat que salió hace un porrón de años), lo cual no sucedía a menudo. Además, la poca plata que tenía, era para comprar fichas en los videojuegos.
    Pero lo que sí había en mi casa un betamax - sí, betamax, no vhs - así que con los Thundercats yo me hice famoso en el liceo, porque era el único del curso que podía verlos (estábamos en jornada de la tarde, y a esa hora se emitía el programa), y el único que podía relatar los capítulos. Y al año siguiente, me pasó al revés con Robotech: a unos pocos cursos de segundo medio nos cambiaron a la jornada de la mañana, y después los otros cursos estaban llorando porque no iban a poder seguir la serie.
    Grandes recuerdos, gracias.

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    1. ¡Qué lástima no hayas podido disfrutar de esta experiencia! ¿Y de adulto? Yo estuve a punto de comprarme un álbum de los 70 años de Batman.
      Por cierto, me conseguí en 1080p todos "Los Thundercats", pues en Max solo está la primera temporada, así que me la veré de nuevo, luego de casi 20 años desde que la tuve en DVD. Por lo tanto, se viene un par de post mínimo.
      ¿Cuál es tu generación favorita de "Robotech"? La mía es la Tercera Generación ("Mospeada" en el original, que tengo las versiones niponas y he escrito al respecto).

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    2. Soy "Macrosista", aunque la última serie, que podríamos decir que es Sailor Moon Macross, no me he atrevido a mirarla.

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    3. Se me olvidaba, no, de adulto no me ha tirado tanto el comprar álbumes, aunque sí me he comprado varias colecciones de figuras que han sacado los diarios, de superhéroes, de naves y personajes de la Guerra de las Galaxias, de Star Trek, de soldados... (creo que con eso están sobreviviendo los diarios en estos días).

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    4. ¿Que seas "macrosista" te hace despreciar "Robotech"? (lo dudo de ti). Yo de esas colecciones de los diarios solo tengo completas mis navecitas de Star Trek y una serie de tomos de cómics de DC y otra de Marvel.

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  6. Era emocionante pegar una laminita que quedara bien encuadradita en su marquito y una pena cuando quedaba arrugada. Qué tiempos. De mayor he concluido que nos estafaban los muy desgraciados, nunca conocí de nadie que lograra los premios mayores y completar los álbumes era muy díficil. Creo que actualmente Panini en alguna parte publica las probabilidades de conseguir sus cartas, cuestión que debería ser ley en todo país. ¿Alguien habrá encontrado la antorcha del álbum del cuerpo humano? Se me vino a la memoria otros, precisamente ese de Cristóbal Colón, creo haber visto algo de eso en algún momento y me llamó la atención, creo que eran láminas dibujadas, lindas por cierto. Hubieron muchos más, el negocio era bueno, recuerdo uno de zoología y otro de dinosaurios. Después los diarios se metieron en el negocio para aumentar ventas, creo que ese de zoología no se compraban los sobres sino que venían cierto día de la semana en un diario. A propósito, los diarios sacarían muchas colecciones como enciclopedias por fascículos, era una época dorada para coleccionistas.

    Sobre el balonpié, realmente eran cargantes. A mí me amargaban las tardes, en especial los fines de semana, pues la programación de la televisión estaba destinada a cubrir los partidos de la fecha, con locutores que siempre me desagradaron por su tono de voz o cambios de ánimo. Y no digamos que los partidos eran interesantes, bastante aburridos la verdad, el nivel deportivo no era muy alto en general y los partidos estaban descaradamente arreglados. Solo me emocionaba cuando el equipo chico empezaba a aplastar al grande en la cancha (no tenía favoritismos irracionales, aunque a veces debía decir que me gustaba tal o cual equipo para que me dejaran tranquilo por un tiempo, claro que al mes se me olvidaba cual era "mi favorito" y soltaba otro nombre y era un paria por un par de semanas, jajaja), hasta que el árbitro empezaba a inventar faltas y penales y los locutores cubrían esa incoherencia arbitral supongo que por la hipocresía que acarrean los auspiciadores. Quizá el balonpié no era lo tuyo, no por lo que te hayan hecho creer de que por ser homosexual no te atraen los deportes rudos (creo que en esa época eran bastante rudos, de ser así no me molestaría ver uno que otro con la espectativa de ver alguna fractura), sino porque simplemente eran fomes. No soy fanático del deporte, salvo de la lucha libre (porque es un espectáculo), sin embargo me entretengo de vez en cuando algún partido de algún deporte donde la competencia es muy intensa y por tanto entretenida, en los panamericanos se vieron muchos muy divertidos, pero de ahí a seguir ligas o escuchar comentarios de camarín, paso como cualquier persona sensata.
    Lástima que no conozca de versiones escaneadas de estos álbumes, verlos sería como completar un sueño de niño.

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    1. Qué emotivo recordar eso de la antorcha, que ya lo había olvidado. Espero que al menos hayas ganado alguno de los premios menores (léase "póster").
      Qué bueno hayas disfrutado del fútbol. Por cierto, que sea gay no significa que no me atraiga la rudeza, al contrario, entre hombres en ciertos ámbitos como en la lucha libre me atrae mucho; solo que el fútbol me aburre mucho, tal como el tenis y otros deportes de equipos y competición.

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