Todo el mundo (por acá) conoce al Chavo del Ocho y no me refiero sólo al personaje, si no que más bien al show completo donde un grupo de adultos disfrazados de niños, retratan al mundo infantil con ternura y mucha imaginación…Pero si uno mira con detención, puede darse cuenta de que en medio de las ingenuas aventuras de sus personajes, el autor (Chespirito) refleja en sus niños también al mundo adulto, con sus fortalezas y con sus debilidades. Ahora bien, lo que menos le interesa a Chespirito es hacer crítica social, puesto que para él lo importante es entretener, y de paso, sobrecoger el corazón de sus espectadores al provocar la reflexión ante la humanidad de sus protagonistas. Todo el mundo sabe que el mismo Chavo, Kiko, la Chilindrina, Ñoño y Pompis son adultos disfrazados, puesto que se nota que bajo sus disfraces convencionales, sus actores hace rato dejaron la infancia…y, sin embargo, las historias que nos cuentan sirven para ilustrar verosímilmente unos cuantos aspectos de nuestra sociedad (y de ahí la universalidad del Chavo del 8 y sus amigos, puesto que lo que es concerniente al México de los setenta y los ochenta, es al Chile de esa época, al de ahora, al del resto de Latinoamérica y aquí y en la quebrada del ají). No obstante, no es de Chespirito y/o del Chavo de lo que quiero hoy hablar (o “escribir” mejor dicho), si bien me sirven para introducir las ideas que deseo desarrollar y plantear en estos momentos.
Adultos haciendo de niños abundan por montones, pero hay una obra en especial que quiero presentarles y que me ha hecho escribir mi primera crítica teatral: La Tía Carola. Este título que puede resultar confuso y además traernos reminiscencias de corte familiar o de nuestros recuerdos preescolares y de la enseñanza básica, no es otra cosa que una soberbia obra teatral nacional que hoy en día se presenta en el país. Cuando escribo esto, los habitantes de la capital nos encontramos en los últimos días de la XIX versión del Festival Santiago a Mil, año en el cual se han presentado numerosas obras nacionales y extranjeras de gran calidad la mayoría (incluyendo al mismísimo Circo Chino, que fue un sueño hecho realidad para mí verlo tan sólo la semana pasada). Es así como una de estas producciones corresponde a La Tía Carola, la cual desde el año pasado en nuestras salas de teatro ha ido cobrando no sólo popularidad, si no que también bastantes elogios entre su público y la crítica especializada; de este modo fue seleccionada para la versión 2012 de dicho festival de teatro, que nos trae este bello arte a los santiaguinos muchas veces de forma gratuita, ya sea en un montón de salas, como en lugares públicos y con ello acercar la cultura a una mayor audiencia de todas las edades.
Al entrar a la sala el espectador escucha de fondo canciones del célebre (y querido) grupo de música infantil Mazapán, lo que de inmediato ayuda a crear un ambiente engañosamente tierno a lo que se desarrollará dentro; puesto que la música de Mazapán, la numerosas referencias a la cultura popular televisiva y en general ligada a los infantes, no son otra cosa más que elementos para envolver al público en una historia donde no todo es lo que parece ser. De este modo tanto el nombre de la obra misma, la escenografía que representa un particular jardín infantil y los personajes que interactúan para disfrute de quien entra a ver la obra, corresponden a algo que va más allá de la idea de Chespirito de representar al mundo de los niños. Es así como La Tía Carola se transforma en un medio para contar a través de una historia supuestamente llena de candidez, el conflicto de personajes sumidos en la apariencia y el conflicto de tener una existencia donde lo que menos importa es la verdadera felicidad personal. Y pese a todo, la obra saca risas como pocas, es una soberana heredera de las comedias clásica de Moliere, con personajes estereotipados, caricaturescos y hasta rayanos en la parodia. Por las mismas razones, esta pieza teatral no sólo entretiene, si no que también hace crítica social y refleja en su particular forma de presentar un kindergarten, nuestra idiosincrasia chilena actual. Pero pese a lo que podría parecer en una primera lectura simplona, la crítica no está hecha hacia nuestro sistema educativo, si no que el dedo más bien apunta hacia los poderes fácticos y el supuesto profesionalismo de quienes desde el gobierno, "trabajan" para el pueblo. Es así como La Tía Carola está llena de múltiples referencias a la cultura pop, permitiendo sus alusiones de supuesto contenido infantil, reírse y de paso señalar nuestras debilidades como nación y particular sistema político “neoliberal”; así es como se presentan de algún modo dentro de la misma obra no sólo el ya citado grupo Mazapán, si no que también Spiderman, el mono Elmo de Plaza Sésamo, la Mochila de Dora la Exploradora, Hanna Montana, el Profesor X de los X-Men, Dexter (el niño científico de Cartoon Network, no el psicópata), Justin Beaver y muchos más que bien podemos reconocer e identificar como parte de nuestro asidero cultural y mediático. Puesto que somos lo que vemos, leemos y escuchamos y con ello una obra como esta logra crear en el espectador esa sensación de identificación, al apelar a nuestros conocimientos como miembros de esta sociedad que es el Chilito de hoy en día.
¿Y de qué trata la famosa Tía Carola? Como ya me conocen algunos, no es mi ánimo contar TODA la historia, de modo de no quitarles la sorpresa a mis receptores. De modo, que como acostumbro, a grandes rasgos me referiré a de qué trata esta obra.
La tía Carola es una profesora parvularia que se encuentra reemplazando a la titular en un preescolar, puesto que supuestamente la otra tía se encuentra enferma. Nada más comienza la obra, se hace una revelación: en la sala de clases hay alguien que no es lo que aparenta ser y de este modo le corresponde a los protagonistas (y al público), descubrir quién es el mentiroso, puesto que además más de un secreto esconde el recinto educativo. No resulta difícil, sospechar de la Tía Carola, con su lenguaje coloquial y casi poblacional, que de inmediato hace dudar de su identidad; también al parecer le “queda grande” su nuevo trabajo y “apenas se la puede” con las labores demasiado sofisticadas a las que están acostumbrados sus nuevos alumnos. Pero no sólo la tía Carola resulta ser un personaje ambiguo, puesto que los niños del jardín también poseen una que otra característica anómala y bizarra: empezando primero por la inteligencia de cada uno de ellos, que sobrepasa la de un adulto promedio y luego por sus diferentes personalidades que los convierten en un grupo heterogéneo y singular. Los niños están estupendamente caracterizados por los actores, así como la misma tía Carola, alternándose entre ellos la ternura e inocencia real de esa edad (los cuatro y cinco años respectivamente), con los aspectos menos virtuosos de nuestra adultez. A ratos pareciese que las interpretaciones están sobreactuadas, pero no es así, puesto que a la largo lo que se nos muestra es la caricatura de la realidad; y si lo anterior implica hacer de la mímesis del teatro una burla, pues bienvenido sea y más si se logran tantas carcajadas en el público.
La obra entregra más de una sorpresa, como lo pueden ser cada uno de los giros inesperados en los acontecimientos. Los autores, quienes se hacen llamar ingeniosamente Los Contadores Auditores, juegan con un montón de recursos audiovisuales, donde lo lúdico y el color abundan para entregarnos una historia memorable e inolvidable. Tanta creatividad a la hora de dramatizar la historia, como los mismos giros argumentales del texto, hacen pensar que de seguro sus autores gustan de las narraciones donde la imaginación desborda y la fantasía, la ciencia ficción y el terror son pan de cada día; de este modo la propia Tía Carola es el producto de una mezcla de géneros donde las confabulaciones, el uso indiscriminado de niños genios y la contingencia nacional se mezclan en una obra para nuestros tiempos y que de seguro podría llegar a ser apreciada más allá de la inmediatez.
Querido compadre, feliz como una lombriz de haber compartido con usted esta obra...comparto plenamente su crítica, es una obra excelente, recomendada no sólo a los adultos que harán la lectura que hicimos, sino también a los adolescentes que podrían descubrir aspectos distintos y no dejarse llevar por la aparente simpleza del título o los personajes. Abrazos felices...ahhhhh puse el link en mi twitter, quizá lleguen nuevos lectores!
ResponderEliminarNo soy muy fan del teatro pero tampoco me desagrada es solo que no lo frecuento, sin embargo siempre es bien recivido algo de humor y sobre todo cuando este tiene un trasfondo más complejo que además de entretener te puede mostrar un enfoque distinto(por ejemplo una crítica)de una tematica social o cultural.
ResponderEliminarMe tinca verla, gracias por la publicación.
Saludos.
Me parece muy buena la crítica que haces, me dan muchas ganas de ver la obra en cuestión, me he tomado la imprudente molestia de publicar éste buen comentario en mi "face", creo que el título es lo que menos importa, debo decir además, que juzgar un libro por el lomo es un acto de mediocridad, pero la realidad nos dice otra cosa en nuestra patria, normalmente esta cultura chilensis, se caracteriza por el sensacionalismo y si algo no es llamativo (como el caso del título de ésta pieza teatral) generalmente tendemos a estar predispuestos a entender que la obra, cualquiera sea, es "mala", el buen tino, la simpleza, la riqueza y elocuente impacto producido por el objeto observado y la elegancia del relato crítico hacen de este comentario algo muy ilustrativo y despierta, sin lugar a dudas,la urgente necesidad de meterse en la sala del teatro para esperar expectantes lo que está por venir. Muy buen comentario.
ResponderEliminarAprovecho de darles las gracias a los tres por su visita y comentario, increíblemente siendo los tres peñaflorinos y estando ligados por el mismo colegio (para bien o para mal, je); además se dio la causalidad de que escribieron con un día de diferencia unos y con minutos otros. A Ledda le debo dar especiales agradecimientos por haberme invitado a ver esta obra; Luciano, ojalá vayas a ver esta obra que en especial creo te gustará mucho (y para estudiantes está más barata)y te recomiendo ir con los frikis; Nelson, me honras al publicar en tu face este "humilde" texto.
ResponderEliminarBueno que quiero decir que yo el teatro no lo conosco realmente las 2 obras que recuerdo haber visto en mi vida son ''el medico a palos'' y ''el rucio de los cuchillos'' Gracias a Usted y el otro profesor de lenguaje ( no recuerdo su nombre) y por que le agradezco por que asta que no gane dinero y tenga mi propio tiempo y familia me seria muy dificil ir al teatro y a un que tuviera dinero para las entradas no tengo quien me acompañe creeo que mis gustos no son los de un chico normal a mis 14 años comprendi que pienso muy diferente a los demas pero gracias por las obraas y la que viene a hora en noviembre espero que este buena saludos.
ResponderEliminarEn Enero viene el Teatro a Mil y muchas de ellas son gratis en numerosas comunas de Stgo. y en regiones. Debes estar atento. Creo el teatro no es como el cine, donde en este último caso uno puede ir solo a disfrutar una buena peli; en cambio el teatro es para compartirlo. Quizás si les propusieras a tus papás ir juntos, les gustaría la idea. Siempre hay grandes obras dándose (en el metro publican avisos y dan entradas).
ResponderEliminara Gracias hay veo generalmente mi padre trabaja mucho y mi madre Mmm... no creo que sea la mejor acompañante no le gusatn las peliculas menos el teatro
ResponderEliminarSe me hace sorprendente como dentro de todo lo que hay a nivel cultural y "no" cultural en los medios nos encontramos de repente con algo completamente distinto a lo que día a día estamos acostumbrados, eso me recuerda a la primera vez en que fui a la biblioteca de stgo y habian tambien panoramas de cuentacuentos, cosa que aca en talca solo sucede durante la feria del libro, y me quedé ahi un rato, escuchando el cuento del niño que comia libros. Aun tengo en la mente las bellas imagenes de la historia y ver a los niños atentos a ella y a todos los elementos que dentro de la sala les llamaba la atencion.
ResponderEliminarPodemos ver que en la Tia carola pasa algo como lo que ocurrio con cachureos en su epoca, teniamos personajes simples que a su vez si nos fijamos bien, tenian su trasfondo psicologico, aparte de haber sido un mero show infantil que marco a grandes y chicos.
Atte. Fabian Ibarra.
Vi la obra y sinceramente la encontré mala, humor vulgar y simplón, un marcado resentimiento político y un mensaje final que una revolución justifica asesinar niños inocentes
ResponderEliminarQué lástima que no hayas disfrutado esta obra como yo. En todo caso como dice el dicho, en gustos no hay nada escrito. Respeto tu opinión, pero que veas que el mensaje final de la obra sea ése, es quedarte con lo literal de ella y no ver entre líneas.
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