Desde que fue creado en 1939 por Bob Kane,
Batman ha desarrollado sus historias y aventuras en la ya icónica Ciudad
Gótica, la cual ha sido el ambiente adecuado para situar estas, permitiendo ser
un semillero de tantos personajes hoy en día famosos, entre personajes ligados
al bien y al mal (comunes y corrientes como Alfred y el Comisionado Gordon, que
no por ello dejan de ser heroicos, otros superhéroes tales como Batichica y
Azrael, más una increíble galería de villanos donde sólo basta con nombrar al
Guasón, al Pingüino y a Cara de Barro como para hacerse una idea de los
personajes que pululan en esta urbe de ficción). Numerosas han sido las ocasiones en las
cuales Ciudad Gótica ha ido cobrando forma gracias a tantos artistas, que le
han ido otorgando con sus ficciones su propia personalidad e historia, de modo
que si uno hiciera una flecha del tiempo sobre la identidad de esta polis
específica, bien podría darse cuenta con facilidad de la significancia de la
ciudad en la vida de su mayor protector.
Ciudad Gótica tiene su propio espíritu, de este modo Ciudad Gótica es
Batman, pero también es todo sus criminales (cuál más bizarro y siniestro).
Dentro
de los cómics que detallan la historia tras los orígenes de Ciudad Gótica y su
particular tendencia hacia el mal y la locura, se puede nombrar la novela
gráfica Destructor (1991), una obra escrita nada menos que por Alan
Grant y Dennis O´Neil (dos de los mejores autores dentro de las historietas del
Murciélago), con dibujos de Norm Breyfogle, Chris Sprouse, Jim Aparo (el
primero y el último, verdaderas leyendas en cuanto a los cómics de este
personaje). No obstante, hasta donde yo
conozco, Ciudad Gótica en todo momento se vio como el escenario ideal para las
muchas veces oscuras aventuras de Batman y su “lucha contra los malos”;
constantemente se nos iban dando detalles sobre su historia y configuración,
sus lugares más populares (para bien o para mal), destacando los “siniestros”
Asilo Arkham (donde “viven los monstruos”) y el Callejón del Crimen, sitio
mismo donde un infante Bruce Wayne vio morir a sus padres y dando origen de
este modo a su leyenda.
No obstante sólo sería gracias a Cataclismo,
saga de 1998, que quizás por fin se vería en todo su esplendor la significancia
de esta ciudad dentro de la vida de Batman y el resto de sus habitantes: puesto
que a lo largo de un buen número de revistas ligadas al personaje (las de
Gatúbela, Robin, Nigthwing, Azrael y otros) conoceríamos lo que pasaba al
producirse un terremoto devastador; de este modo es cuando comienza a prepararse
el camino para detallar aún más cómo la ciudad misma responde a esta tragedia
masiva y es así que por fin empieza a dilucidarse por completo el verdadero rostro
de Ciudad Gotica, al ir mostrándonos en forma paralela cómo los habitantes de
la ciudad (superhéroes, antihéroes, policías, personajes comunes y corrientes…,unos
cuantos villanos) enfrentan a su modo los vaivenes del “nuevo” avatar que ha
caído sobre sus cabezas. A esta saga le seguiría ese mismo año Consecuencias,
que mostraría en mayor medida el impacto en la vida de los gotamitas del
movimiento telúrico y cómo éste ha implicado que su gran capacidad para
adaptarse a cada una de sus tragedias sea puesta a prueba. No obstante sería durante todo el año 1999
que con la que sería considerada unas de las mejores sagas de Batman, la cual
comprendería un montón de historietas, incluyendo numerosos ti-ens
(revistas anexas) en otras publicaciones de DC (como JLA aparte de las
dedicadas a la llamada “Familia Batman”), que terminaría por descubrirse la
verdadera naturaleza de Ciudad Gótica: me estoy refiriendo a la celebrada
macrosaga de Tierra de Nadie, la cual tuvo una “antesala” en Camino
a la Tierra de Nadie. Tierra
de Nadie cuenta lo que sucede cuando el gobierno de USA (y he aquí
quizás un guiño a las tantas manipulaciones políticas del país más poderoso del
mundo) decide dejar a su propia suerte a la destruida Ciudad Gótica, por
considerar una pérdida de tiempo invertir en su desolado territorio; de este
modo el lugar deja de formar parte de los Estados Unidos, un montón de gente
abandona lo que fue su hogar durante toda su existencia y los que optan por
quedarse, deben vérselas en medio de una serie de bandos que comienzan a
alinearse entre personas que luchan por mantener la justicia y la cordura; por
supuesto también estarán los criminales que tratan de aprovecharse y
convertirse en amos y señores del nuevo orden por su propia cuenta (en realidad
esta saga amerita un artículo para ella sola).
Quizás una de las tantas revistas dedicadas a estos eventos y que en
toda su belleza logra mostrar lo que significa “vivir y morir” en Ciudad
Gótica, corresponde al número de la primera visita que hace un preocupado e
idealista Superman al lugar tras el terremoto y allí tras ver frustrados sus
intentos por recuperar el orden, cuando entonces el mismísimo Batman le
demuestra que Ciudad Gótica no es Metrópolis y que posee su propia manera de
enfrentar sus infortunios (los que no necesariamente responden a una mente tan
positiva como la del kryptoniano).
Una viñeta de este más que recomendable cómic. |
Y es entonces que llegamos a la saga que me
inspira ahora a escribir: Ciudad del Crimen. Aparecida en 12 números, entre los años 2005
y 2006, corresponde a la primera historia (si no la única) escrita por un
guionista que se fogueó a través de historietas independientes de carácter
policial y que haya hecho jamás para un cómic de Batman: me estoy refiriendo a
David Lapham, quien con su Balas Perdidas logró el reconocimiento
del público y la crítica especializada, con numerosos premios a su haber, lo
que le ha permitido trabajar luego para un montón de compañías entre Marvel,
DC, Dark Horse, IDW, Valiant y muchas más.
La calidad de su trabajo le ha permitido tener a su disposición a
personajes de la talla de Spiderman, Wolverine, Punisher y Daredevil en Marvel
y a Superman, como al Espectro (aparte de Batman) en DC; todos estos (salvo el
Espectro, que si bien es todo un clásico, no está entre los mayores personajes actuales
de DC) verdaderos “pesos pesados” y a los que las dos grandes compañías no a
cualquiera se los entrega para contar sus historias. En esta historieta, Lapham oficia tanto de
guionista, como de dibujante a través de sus bocetos, los que fueron terminados
por el español Ramón Bachs.
En este cómic a su vez estamos frente a una
obra que a ratos llega a impresionar por el grado de violencia gráfica que
muestra, de modo que a veces uno se maravilla de que una obra de Batman haya
sido tan osada a estos extremos; los cuerpos se acumulan a lo largo de las
viñetas y los rostros agrestes, cansados, muestran notablemente cómo la miseria
es algo que se respira y vive en todos lados.
El colorido oscuro de gran parte de los dibujos, a cargo de Nathan
Massengill, le otorga mayor dramatismo a este “descenso a los infiernos” que
resulta ser esta novela gráfica.
La historia comienza de la forma menos
“extraordinaria” para un cómic de Batman en una primera instancia: Un incendio
en un viejo edificio provoca la muerte de un considerable número de madres
adolescentes, que por lo que se descubre después, formaban parte de una red
para vender sus bebes a parejas millonarias que no podían tenerlos por su
cuenta. Lo que se ve como un crimen
propio de la mafia y de los típicos maleantes convencionales a los que bien
Batman sabe controlar, resulta al final ser sólo la punta del iceberg, puesto
que en medio de esta acción ilegal, se encuentran involucrados unos cuantos de
los grandes villanos del Señor de la Noche; no obstante estos mismos infames
personajes, acá también logran verse como víctimas y marionetas de un mal mucho
mayor y pavoroso y que tiene sus raíces hundidas en las mismas entrañas de la
ciudad que los acoge a todos ellos. El
ambiente lúgubre, decadente y el carácter de verdadera obra maestra de los
cómics de superhéroes para “lectores adultos”, recuerda al de esos ya
memorables El Culto de Whrightson
y Starlin, como también de Asilo Arkham de Mckean y Morrison (ambas historias
consideradas entre lo mejor del Murciélago).
El cómic se va desarrollando de tal
manera que los acontecimientos muestran que el mal y la miseria poseen muchas
manifestaciones y niveles. A ratos la
trama se desenvuelve como una narración más bien propia de un cómic de fuertes
ribetes de crítica social, puesto que Lapham nos va mostrando tal cual un
cronista de las flaquezas humanas, la indignidad del corazón de muchos de los
que viven en Ciudad Gótica: ricos y pobres comparten las mismas debilidades y
su falta de verdadera felicidad los une como gotamitas en una historia que
pretende desnudar el alma humana, a tal punto que Batman, Robin y otros sirven
acá como un medio para ser testigos de estas mismas flaquezas y preguntarse
hasta qué punto se pueden validar sus propias cruzadas en beneficio del bien
común ¿Vale la pena luchar cuando la desmoralización es tan grande y pese a
todos los esfuerzos la miseria parece acumularse como los años? Las respuestas
a estas inquietudes sólo logran conseguirse cuando no se pierde la esperanza. A su vez es así como en especial Batman se
volverá a mostrar como un hombre que una vez más se enfrenta a sus propios
temores y sentimientos de culpa, siendo sólo su voluntad la que lo logra salvar
de tanta podredumbre. Este aspecto más
realista del mal en Ciudad del Crimen nos regala unos cuantos momentos en verdad
emotivos, a veces en sus diálogos, otras veces en sus viñetas que con tan sólo
imágenes logran provocar la empatía de parte del lector.
Dentro del aspecto más “humano” de esta
lucha contra el mal, el cómic se da el tiempo de abarcar numerosas viñetas y
páginas para mostrar el drama y la odisea de muchos otros personajes que no son
Batman. Algunos acá logran destacar como
emisarios del bien que continúan en su lucha en medio del caos reinante, como
lo son Robin (Tim Drake) y alguien más
que le prestará su inesperada y valiosa ayuda; este vital apoyo corresponde
a otro de los mejores personajes a los
cuales Batman considera entre sus grandes aliados (sin embargo para mayor
disfrute de esta obra, no nombraré su identidad). A su vez no faltaron los “personajes
demasiado comunes” que acá se mostrarán como tristes peones en estos juegos del
destino muchas veces cruel.
En los momentos donde intervienen algunos
de los villanos más emblemáticos de Batman, la acción es trepidante y entonces
uno recuerda que se está frente a un cómic de superhéroes; pero esta subtrama más
convencional es sólo un medio para llegar a la reflexión ante la presencia del
mal en el hombre y su natural tendencia a lastimar a los demás, como también al
deseo de poder. El supervillano se
muestra acá como un símbolo de esta faceta oscura que todos llevamos dentro y
que basta con que sólo abracemos, para que de rienda suelta a sus artimañas. De este modo sus grandes habilidades usadas
con fines egoístas, no son otra cosa más que un símbolo de nuestra debilidad
ante el poder y de nuestra naturaleza destructiva.
Pero es con la introducción de un mal mucho
más ominoso en esta obra, que el autor se vale para contarnos un cuento de
verdadero terror y que en medio de su atmósfera de misterio, une las anteriores
manifestaciones de la vileza a ella misma: por consiguiente, recalcar la idea de que la maldad habita en
nuestros corazones sólo si decidimos aceptarla y renunciar a nuestra verdadera
humanidad. Y he aquí con todo este
cúmulo de miserias y vilezas humanas (y no tan humanas), que nos encontramos
con el verdadero sentido del título de esta memorable saga. La Ciudad
del Mal es Ciudad Gótica, la que como una Babilonia postmodernista,
corresponde a la materialización de toda la oscuridad que puede habitar dentro
de nosotros mismos. No hay que ser un
supervillano, ni un mafioso para hacer el mal a otros; cualquiera puede
sucumbir a sus más bajas pasiones y ello bien puede significar que tal como
algunas de las criaturas a las que se enfrenta aquí Batman, perdamos nuestra
alma. Sin embargo tal y como se muestra
muy bien acá, no es necesario matar o robar para perder los estribos, cualquier
acto hecho por miedo o egoísmo, bien puede llevarnos a formar parte de esta Ciudad
del Mal.
Portadasde la edición española en tres tomos. |
La naturaleza maligna del hombre ha sido mostrada en muchas ocaciones, desde el comic, la literatura, hasta en el cine, o en los videojuegos, ya sea de forma directa o indirecta.
ResponderEliminarPro ejemplo, el otro dia veia por tercera vez el muro de Pink Floid, y me hacia la idea de que pese a lo antigua de la pelicula (1982 si no me equivoco), me hace ver como está la sociedad hoy, habiendo una maldad como si fuese natural en nosotros mismos.
Otra obra fuerte en cuanto al contenido y la critica social ha sido watchmen, en donde aborda cada punto de la sociedad en sus 12 numeros que lo catalogan de obra maestra.
En la literatura acabo de acordarme de dos libros, uno es "1984" de George Orwell, que para mi fue una experiencia asfixiante, y "un mundo feliz" que espero leerla mas adelante si tengo la oportunidad.
Concluyo en que la naturaleza del hombre es algo muy inestable, si lo ponemos desde el punto de vista humano, solo un pequeño choque haria que nos volviesemos inestables y perdieramos los estribos.
Atte. Fabian Ibarra.
Pues bien que este cómic resulta memorable a la hora de retratar el poder corruptor del mal y la fácil predisposición que tenemos los seres humanos a dejarnos tentar por él; no obstante pese a todo, tal como lo demuestra Batman acá, siempre hay una luz de esperanza capaz de permitirnos sobreponernos a nuestra débil naturaleza. Una vez más gracias por leerme y comentar, Fabián.
ResponderEliminarYa dejen de traducir GOTHAM como "ciudad gotica" JAJAJAJAJ. Mexicanos rancios!
ResponderEliminarLa verdad es que me gusta mucho esa traducción, si bien no me acostumbro a lo de "Bruno Díaz" y micho menos a lo de "Ricardo Tapia". No obstante me gustan los nombres castellanizados de sus villanos.
Eliminar"Batman no es el héroe que Gótica necesita sino el que se merece" es una frase que, pese a lo banal y un poco pretenciosa que pueda sonar para algunos, es impactante en el sentido de que alberga una verdad que es muy bien conocida acerca de Batman: sólo un héroe como Batman es capaz de operar en un asqueroso pozo de corrupción como lo es Gótica. Es una ciudad ideal para un personaje como Batman porque es ahí donde parecen residir todos los males habidos y por haber, y siendo Batman algo así como una imparable encarnación del bien entonces éste, Batman, tendrá motivos de sobra para quedarse ahí, en Gótica, cuidándola por siempre. En una Gótica mejor, Batman no tendría motivo alguno para existir, y por consiguiente no existiría Batman y la franquicia sólo sería una ficción.
ResponderEliminarParece que el día en el que Batman se rinda y decida desentenderse de Gótica será el día en el que habrá fracasado de verdad y se demostrará la inutilidad de su cruzada, y de ahí se desprende la conclusión de que en toda historia de Batman éste siempre debe estar en Gótica, nunca en otra ciudad.
Algo me dice que Gótica, dentro del Universo D.C., es ésa ciudad que todos quieren arreglar de algún modo u otro pero que no se atreven a hacerlo porque sus métodos jamás funcionarían en una ciudad como Gótica, o porque no son pocos los que están demasiado ocupados con sus propios asuntos de superhéroes, o porque toda buena historia de Batman requiere que Ciudad Gótica sea un asqueroso pozo de corrupción en el que sólo Batman y sus colaboradores pueden operar correctamente mientras que otros héroes del Universo D.C. tendrían sus muchos problemas para hacerlo.
Mucho me alegra encontrarme con otro inteligente comentario tuyo y saber que mis viejos posts siguen siendo leídos. Te encuentro toda la razón sobre lo que dices y me recuerda a una hermosa historia de Batman y Superman durante los eventos de "Tierra de Nadie". la gran saga que abarcó un año en las colecciones del Murciélago y sus personajes satélites (luego de "Cataclismo" y "Consecuencias", al quedar aislada la polis del resto de USA una vez que un terremoto la devastó); pues resulta que el Hombre de Acero hace su primera visita de dos en total y trata de ayudar a los gothamitas a su manera, pero no le resulta y Batman le demuestra que en la ciudad las cosas funcionan diferente al resto del mundo, así que mejor lo deje a él y a sus aliados a cargo de la cosas.
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