domingo, 17 de marzo de 2013

En el límite de la cordura.



      Mientras se desarrollaba la década de los setenta, un joven (e inexperto) Stephen King intentó escribir una novela de corte épico, en la cual mostraba qué pasaba cuando un gran grupo de personas se encontraba de un momento a otro, privado de su libertad; su idea general era representar las consecuencias de este drama humano, teniendo a varios personajes involucrados, mostrando sus infortunios y distintas reacciones tras sufrir un hecho que en una primera instancia fuese increíble y superior a las capacidades de cualquier hombre y mujer mortal…No obstante este libro al que llamó The Cannibals, así como también Under the Dome, resultó ser un ejercicio literario superior a las fuerzas del futuro escritor profesional y decidió dejarlo como otro proyecto más inconcluso.  No obstante este “hijo no nacido” se quedó rondando entre sus pensamientos por más de treinta años, hasta que por fin el ya afamado narrador se dio a la empresa de darle forma.   Fue así como en el año de 2011, y tras dedicarse a trabajar en su nuevo libro durante casi un año y medio,  King publicó Under the Dome (La Cúpula en español), usando el segundo nombre que le puso a la versión original y utilizando como punto de partida el primer capítulo de esta temprana versión, mientras que el resto, lo recreó gracias a su buena memoria y el talento que con el tiempo logró desarrollar y que lo hizo famoso en todo el mundo.  Este nuevo libro suyo superó las mil páginas (cualidad que sólo comparten de todas sus obras Apocalipsis y Eso) y de inmediato estuvo en las listas entre los libro más vendidos, como recomendados por la crítica y sus seguidores, aparte de ser nominado a varios premios y ganar unos cuantos de ellos.
Caricatura del escritor con algunos de
sus hijos literarios más famosos.
     La novela en cuestión resulta ser tanto un libro de suspenso, como una obra de ciencia ficción, poseyendo además uno que otro elemento sobrenatural, aunque bastante superficial en este último caso; a su vez el texto se constituye en una parábola política, quizás el trabajo que más ahonda en este aspecto de su autor, donde King aprovecha de reflexionar acerca del carácter del poder y la autoridad en medio del país más “poderoso” de mundo y que en poco más de 200 años ha logrado acaparar una que otra mácula dentro de su historia.   
    Todo ocurre en el campestre pueblito de Chester's Mills, el cual pertenece al mismo universo ficcional de Castle Rock y Derry, ciudades ya famosas en la obra anterior de su autor.  Un día cualquiera una barrera transparente, “la Cúpula” (que es invisible), aísla a sus habitantes de modo que nadie puede salir desde dentro de ella, ni pueden entrar desde fuera.   La cúpula permite que pase el aire hasta cierto punto, así como que la gente pueda hablar sin problemas de un lado para el otro, en cambio el agua no puede pasar por ella, así que ya no llueve en el lugar; no obstante es lo suficientemente fuerte como para que nada creado por el hombre pueda si quiera hacerle una mella.  Por otro lado, todo el mundo ignora quién es el responsable de este campo de fuerza, así como cuáles son sus motivaciones detrás de ello, si bien desde su aparición comienzan a salir una que otra teoría y sospechosos.  Demás está decir que cuando la cúpula hace su aparición, una serie de eventos desastrosos es provocada por ésta, todos ellos de bastante espectacularidad y mientras ésta siga alrededor del centro urbano, por mucho que sus integrantes se esfuercen, estos eventos irán en crescendo.  Los habitantes en algunas ocasiones mantendrán la dignidad, mientras que en otras, mostrarán cómo el instinto y la represión se manifiestan a tal punto que las convenciones sociales se olvidan (inolvidable resulta acá el pasaje dedicado a lo que ocurre en el único supermercado del pueblo, escena tantas veces vista en la vida real, como cuando en el caso de mi país, Chile, actuaron las masas populares tras el último terremoto sufrido en el país).
    Al tratarse de un texto de estas características, estamos frente a una historia en la cual los hechos giran en torno a una cantidad de personajes notables, de modo que el libro es lo que se llama una “novela río”.   Tal como en otros trabajos de Stephen King de carácter épico, los bandos se separan entre aquellos que luchan porque la justicia, la cordura y el  bien se mantengan en medio del desastre, mientras que otros se aprovechan de sacar a la luz sus propias intenciones egoístas y naturaleza violenta.

Personajes del libro según un artista.
    De entre todos los protagonistas del libro, destacan aquellos dos que se convierten en los líderes de los grupos en los que la narración se detiene: Dale Barbara, Barbie para los amigos, un ex coronel del Ejército de USA que debido a su pasado ha decidido retirarse aún demasiado joven y vivir en el cuasi anonimato; y Big Jim Rennie, algo así como uno de los patriarcas del lugar, político y comerciante, quien bajo su fachada bonachona esconde a más que a un mafioso.  Demás está decir entre quienes conocen las virtudes literarias de Stephen King, que en esta larga novela el escritor desarrolla no sólo a estos dos personajes dotados de una gran viveza y carisma (incluso al malvado Big Jim Rennie), si no que a lo largo de sus páginas deambulan otros más que bien logran ganar tanto la atención del lector, como muchas veces su corazón.  Todo porque como siempre, el narrador los crea tan realistas, que sus actos heroicos y sus miserias consiguen que uno se sienta identificado como más de uno de ellos, los llegue a admirar o despreciar según sea el caso y, en el caso de estos últimos, incluso casi aplauda cuando les llega su justo castigo (que, ojo, acá por lo general no ocurre a manos de los héroes de turno, si no que se produce como consecuencia de sus propios nefastos actos o de una fuerza superior como un autor religioso tal cual King gusta de presentar en sus escritos).
     Uno de los aspectos más interesantes del libro es cómo se presenta en él la idea del juego de poderes a lo largo de sus numerosas páginas.  Aún cuando los hechos ocurren en un pequeño pueblo, éste pertenece al inmenso país de Estados Unidos, por cuanto King usa el ficticio lugar a manera de reflejo de su propia nación.  Sabido por lo entendidos en la vida y obra del llamado “Rey del Terror” su postura de izquierda y fuerte compromiso social y político, de modo que en este libro no ceja en retratar/criticar el orden de las cosas en EE.UU., así como a algunas de las instituciones más relevantes dentro del país más poderoso del planeta.  De este modo a lo largo de La Cúpula se pueden apreciar a personajes que resumen dentro de su individualidad los principios propios de los poderes fácticos e ideológicos tanto de USA, como de todos los países:
     El primero de ellos es Big Jim Rennie, quien desde las sombras es el poder tras los tres concejales de Chester's Mill, siendo quien representa a los verdaderos gobernantes de un pueblo “democrático” occidental, los políticos.  Pues bien, estos no salen muy bien parados bajo la figura de este individuo y si bien están los otros dos concejales, Andy Sanders y Andrea Grinnell, estos resultan ser meras marionetas (especialmente en el caso del primero) y débiles, como para oponérseles y hacer el trabajo que se supone todo político busca hacer por el bien de su comunidad.  En otras palabras, el poder de la política en el libro se observa como algo sin dudas inclinado hacia la corrupción.
    El poder del ejército, quiénes se supone poseen un rígido código moral que responde a miles de años de tradición, está acá representado por personajes honorables como el ya mencionado Dale Barbara y el coronel James O. Cox.  A estos y otros más de los suyos, King los muestra con cierto afecto, o sea como a individuos que pese a tener sus cuantas fallas, bien con capaces de algunos de los actos más nobles de la novela.  Se podría decir entonces que King le tiene más fe a la Fuerzas Armadas de su país (que defienden su nación e ideales), que a tanto político que  a él como al resto de su gente les ha decepcionado.
     Después se encuentran las instituciones religiosas, aquí bajo las figuras de dos personajes: El reverendo Lester Coggins y la reverenda Piper Libby.  El primero de ellos un hombre de recia apariencia, cuya doctrina se mueve hacia cierto fundamentalismo bastante cercano a la del Dios del Antiguo Testamento, castigador y tenebroso; no obstante pese a sus aires de hombre santo, es un individuo movido por la culpa y sus apetitos carnales, como además un hombre cuyos pecados son demasiados (todo esto lo hace ser un hombre demasiado endeble y el típico líder religioso de los que ciudadanos como Stephen King recelan y desprecian, de modo que en la literatura de éste abundan sujetos como él, puesto que además Estados Unidos es famoso por sus escándalos ligados a tanto pastor corrupto).  En cambio la reverenda Libby es un ejemplo de que pese a tanto hipócrita entre quienes aseguran ser representantes de Dios en la Tierra, no faltan quienes en verdad son dignos de seguir y les interesa más la felicidad de su rebaño, que aumentar las arcas de su tesoro.   La única hija de King, es reverenda de una religión cristiana de tipo vanguardista (por esa razón las mujeres pueden ser “reverendas”), de modo que bajo este personaje tan entrañable, el autor le hace un homenaje a ésta.  Si Coggins representa la estrechez de la concepción del Antiguo Testamento, la Libby ensalza a un Dios amante de sus hijos, bajo la presencia del verdadero Cristo Redentor (y no el de la Iglesia de Lester que osa llevar ese nombre), o sea, su visión corresponde a la del Nuevo Testamento; no obstante a esta heroica mujer, el escritor la crea como a alguien que pese al amor por los suyos, ha perdido la fe en el Creador y aún así es capaz de sobrepasar sus propios miedos y flaquezas (he aquí otro punto que la separa del reverendo, puesto que éste TEME a Dios, en cambio el sufrimiento de Libby es porque no puede AMARLO y aún así opta por no dejar de cumplir su labor para bien de quienes confían en ella).
    Uno de los personajes más emblemáticos de La Cúpula, resulta ser Julia Shumway, quien es la dueña del único periódico del pueblo (el que a su vez simbólicamente se llama El Demócrata).  Por ende, esta mujer de fuertes convicciones ideológicas, representa al llamado “Cuarto Poder”, es decir, el de la prensa; pese a que muchos de sus colegas resultan ser individuos inescrupulosos que sólo buscan la fama, Julia es alguien que dignifica a la profesión, preocupada porque la verdad se sepa y el pueblo acceda a sus derechos constitucionales.  Su rol activo demuestra lo que el poder de la prensa bien puede lograr si se le usa con criterio y veracidad.
    Tampoco falta el guiño a las fuerzas policiales, a quienes el novelista los muestra como a personajes de algún modo mucho más cercanos al común de la gente, que en el caso de los militares; todo esto, puesto que sus integrantes, a diferencia de la mayoría de las fuerzas armadas (salvo Barbie), resultan ser miembros de la comunidad que vive bajo la cúpula (en especial maridos, esposas y madres de familia, además de vecinos).  De este modo en su aspecto más corriente, en el libro pululan tanto policías dignos de respeto, como otros cobardes y pusilánimes. 
     Bajo la figura de Eric "Rusty" Everett, se encuentra la también importante labor de los profesionales de la salud, el cual si bien no es un médico y sólo un ayudante de medicina, enaltece a su rubro, como a personas que viven preocupadas del bienestar público.
     Otro personaje simbólico hasta cierto punto, resulta ser Romeo "Rommie" Burpee, quien es el representante en la narración de los comerciantes y que si bien no es totalmente “de los trigos limpios”, se muestra como a alguien capaz de adaptarse a los tiempos que corren (cual lo hace el comercio para aprovecharse de las modas actuales) y pese a su lado más oscuro, demostrar la hidalguía de su corazón.
     No podían faltar en una obra del señor King, los maestros, o sea, los educadores (siendo originalmente el autor uno de ellos), y estos aparecen en el texto en las personas de la pareja de Thurston Marshall y Carolyn Sturges, quienes no dejan de mostrar el lado más paternal de la profesión, así como su afán por el servicio social.
     Dentro de todos los arquetipos presentes en la novela, falta el del artista, estereotipo al que King acostumbra ilustrar en sus obras.  Este tipo de personajes toma en la literatura kingniana, la figura del individuo de mentalidad abierta, profundamente creativo y lleno de un mundo interior tan vasto, que resulta muchas veces ser el protagonista ideal para enfrentarse a los hechos extraordinarios que son habituales en el trabajo del autor.  No obstante todas sus cualidades se reúnen en el resto de los personajes ya mencionados y en otros que más adelante serán abordados en este texto.
     Llama también la atención el uso del lenguaje coloquial en el libro, en especial entre los diálogos de los personajes de carácter más vulgar (por lo general los “malos” de la historia), puesto que es sabido que si bien King es tanto maestro de lengua inglesa, como también uno de los mejores escritores de su idioma en la actualidad, le gusta usar el registro informal en sus textos; de este modo en los diálogos abundan las groserías y modismos, que en su versión en español, obviamente debieron ser adaptados para los hispanoparlantes.
Más arte para el libro.
     Considerando la trama de esta extensa novela, se puede apreciar en ella cómo su gestor aborda una vez más el tema del Apocalipsis, algo que ya hizo en The Stand y Cell, las cuales por separado mostraron qué sucedería si en un determinado momento se produjera un evento que acabara con el orden natural de las cosas y los sobrevivientes tuvieran que arreglárselas para recuperar algo de la normalidad en nuevas comunidades.  En el caso de The Stand la historia es de estas tres obras la que mayormente cobra una atmósfera épica, con ribetes de fantasía y aires bíblicos que sólo en la también saga de La Torre Oscura del mismo autor, es posible hallar; en cambio bien sabido es que Cell es su homenaje a George Romero y sus películas de zombies que tanto le gustan a King, aunque a su manera por supuesto.  No obstante en el caso de La Cúpula el Apocalipsis es traído a esta “pequeña porción de tierra” que resulta ser Chester's Mills, puesto que el pueblito se transforma en la representación ideal de cómo reaccionan las grandes masas de personas cuando se ven expuestas a las grandes catástrofes y su vida pende de un hilo; por otro lado, como estamos hablando de una trama en la cual hay sobre las cabezas de los personajes una fuerza que al parecer resulta superior a todas sus capacidades, cual tragedia griega, es que la concepción escatológica del libro se hace más evidente.
    Lo anterior adquiere un singular significado cuando se descubre quién es realmente el culpable de todas las desgracias que han pasado los de Chester's Mills, puesto que él o los responsables de la aparición de la Cúpula bien se encuentran más allá de lo que puedan hacer los personajes, al menos dentro de las convenciones que una situación como esta se esperaría.   Poco después de quedar aislado el sitio del resto del mundo, comienzan a anunciarse hecatombes donde el fuego aparece como una promesa final de destrucción y horror; y es así como al llegar el impresionante clímax de la narración, el Apocalipsis llega para que se produzcan algunos de los momentos más emotivos y extraordinarios en la prosa del escritor: justos y pecadores llegan a vérselas con la idea de que sólo su capacidad de resistencia puede salvarlos, así como sus convicciones, mientras que otros descubrirán que no importa lo que hagan, nada se puede hacer si ha llegado la hora de pagar las cuentas (en el peor de los casos) o simplemente morir (como la mayoría).
    Enlazado a estas reflexiones, es que la idea de que los seres humanos somos entidades frágiles, expuestas a las fuerzas de la naturaleza, a la interacción con otros de nuestra especie, y a la noción de que existen estas fuerzas superiores (benignas o malignas según corresponda), es que en el libro esta fragilidad humana se percibe como el elemento que nos define en gran parte.  Por esta razón es que el sentimiento de culpa y vergüenza de algunos personajes por haber participado en uno que otro acto donde se aprovecharon de su poder sobre otros, o que fueron víctimas de tales vejámenes, cobra aquí especial significado cuando se hace evidente que cualquiera puede estar expuesto a los crueles vaivenes de la vida.  Es entonces que la conciencia de que sólo actos como el amor verdadero, la compasión y el autosacrificio, pueden elevar al ser humano de sus desgracias y endeble condición.
    La concepción de la mortalidad humana se evidencia aún más por el simbólico hecho de que todo en la novela transcurre en una semana.  Si bien en el texto bíblico Dios creó al mundo en seis días y al séptimo descansó, basta tan sólo con una semana para que la creación se destruya en la misma cantidad de tiempo.  Esta cantidad de días entre los dos hechos, no podía significar otra cosa que un testimonio de que la vida y la muerte son axiomáticas a nuestra humanidad, relacionadas entre sí, a los que el hombre se encuentra subyugado.
    Por último, otros personajes memorables de esta recomendable novela son:
    Junior Rennie: El único hijo de Big Jim, un muchacho guapo, pero inestable y tan malvado como su padre, pero a diferencia de éste, todo un paria y para nada poseedor de su inteligencia e influencia social.  Es cruel y un verdadero psicópata.
    Joseph "Joe" McClatchey, “el Espantapájaros”: Niño de 13 años que gusta del skate y los computadores, siendo además todo un líder entre sus amigos, alguien bastante maduro para su edad y además superdotado.  Su intervención en la novela, resulta ser de gran importancia para el grupo de los “buenos”.  Está enamorado de su mejor amiga.  Su apodo se debe a su gran altura y delgadez.  Demás está decir que en el arte de King es habitual la aparición de niños talentosos y heroicos como éste.
     Brenda Perkins: Viuda de quien fue el justo jefe de policía de Chester's Mills, puesto que éste fallece poco después de iniciada la novela.  Es una mujer despierta, valiente y muy guapa aún para su edad.  Como su marido, siempre receló de Big Jim Rennie.
     Phil "El Chef" Bushey: Uno de los personajes más bizarros del libro, quien a ratos recuerda a Trashcan de The Stand, puesto que comparte con él su esquizofrenia, aspecto esperpéntico y hasta cierto punto, mal orientada fe en una presencia divina.  Es un drogadicto que trabajaba originalmente para Big Jim, pero que luego en su locura se convierte en el responsable de que al pueblo le lleguen sus últimos días.
    Ollie Dinsmore: Niño granjero, quien apenas interactúa con el resto de los personajes y aún así le toca vivir su propia odisea en medio de un mundo que resulta ser cruel y pese a ello, representar en medio de su inocencia, el valor del espíritu humano frente a la adversidad.
    Peter Randolph: Sucesor del jefe Perkins, el marido de Brenda.  Es un individuo manipulable y para nada inteligente, hasta cierto punto cobarde.
    Sam Verdreaux el Desarrapado: Alcohólico del lugar, quien se muestra en gran parte del libro como a un perdedor nato; no obstante ya en su desenlace, demuestra poseer una cuota de dignidad e intrepidez que lo redime.


Precioso arte de la edición en tapa dura que también salió en español.

4 comentarios:

  1. Hola Elwyn, en verdad me ha gustado la reseña, la encuentro muy completa, por lo que describes parece que King ha condensado en esta novela todos los elementos y personajes habituales de su obra. Ahora ya estoy deseando leerla, en cuanto acabe un par de libros pendientes que tengo me pondré con esta obra porque me has abierto el apetito. Saludos!

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  2. Muchas gracias, Tomás, por dedicarle tu tiempo a dejarme un comentario. En verdad este libro es altamente recomendable y cada momento a su lectura resulta ser una caricia para la imaginación. Luego me das tu opinión cuando te des por fin el gusto de leerlo. Por cierto, felicitaciones por seguir "maquillando" tu propio blog.

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  3. Novelas o historias del corte como Under the dome nos demuestran que tan fragil es la humanidad desde el punto de vista moral, en donde vemos que se quierbra esa fragil capa que nos separa el obrar bien del libertinaje, demostrando que a veces podemos ser criaturas meramente primitivas y responder a instintos, y terminar siendo un mayor mal que el que aparentemente surge desde el principio, como lo que pasa en TWD.

    Atte: Fabian Ibarra

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  4. Qué alegría tenerte de nuevo, Fabián, por el blog...¿Sabías que adaptaron para la TV esta novela en una serie de bastante éxito? Aún no la veo, pues espero comprármela original para ello.

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