domingo, 1 de diciembre de 2013

Regreso a los Expedientes X (o mi visión personal sobre su segunda película).


     Tras años de haber sido cancelada de forma apoteósica la hoy en día serie de culto de Los Expedientes X, casi 8 años después de este evento, llegó a los cines su segundo filme, el cual recibió el significativo nombre en Latinoamérica hispanoparlante de Los Expedientes X: Quiero Creer y en la Madre Patria de X-Files: Creer es la Clave (The X-Files: I Want to Believe).  Fue así como los millones de seguidores del programa que llevó a la fama a su creador Chris Carter y a sus actores protagónicos y secundarios, esperaban que por fin se consumara la gran revelación que en su episodio final el personaje de Fox Mulder sacaba a la luz: la pronta invasión extraterrestre a nuestro planeta.  No obstante esta idea preconcebida acerca de cuál sería el argumento de la citada cinta, fue puesta en jaque al tratarse de una historia por completo diferente, si bien la trama respondía claramente al espíritu del programa, existiendo además en ella varias referencias a los sucesos producidos a lo largo de sus 9 años de emisión.  La discordancia entre la llamada “mitología” de la película y lo que se mostraba en esta secuela cinematográfica del show, como también la determinación de tratar un caso independiente a la gran conspiración alienígena, bien se puede entender de la siguiente forma: aún no era el momento adecuado para que se desarrollara la ansiada invasión (claro, a menos que se ambientara en el futuro cercano el largometraje, puesto que cabe recordar que en el episodio final de la serie se da una fecha concreta respecto a cuándo llegarían los enemigos, fecha que correspondía a unos pocos años después de estrenarse en la realidad esta película); por otro lado la forma de cómo se abordó la evolución de sus personajes más icónicos, así como el guión en general, bien respondía a un proceso de madurez por parte de Fox Mulder y Dana Scully, quienes llevaban años alejados de su labor como agentes del FBI.  A su vez este distanciamiento bien podía poner en duda la calidad del filme para muchos de los fanáticos más acérrimos de la serie, como también para una buena parte del público en general, que esperaba otra película más sobre extraterrestres malignos; no obstante como se pretende demostrar con esta crítica, la cinta en realidad posee sus propias virtudes.  En todo caso debo admitir que tras años de haber visto esta obra en el cine por primera vez y quedar sin vacilaciones defraudado por el producto ofrecido, al volver a ver de nuevo la cinta y más encima en su versión extendida (luego de no hace mucho haberme repasado toda la serie, incluyendo la primera película), Los Expedientes X: Quiero Creer se me redimió ante los ojos y de ese modo me fue posible hacerme un juicio mucho más completo a la hora de analizar este título en cuestión.
    El subtítulo del filme responde a dos hechos: por un lado esta oración es nada menos que uno de los dos lemas que identifican al programa desde su capítulo piloto (la otra oración es The Truth is There, o sea, La Verdad está ahí Afuera) y que se inmortalizó también gracias al célebre afiche que Fox Mulder mantenía en su oficina cuando era agente federal, en el cual se podía observar en grande una antigua foto de un “platillo volador” supuestamente sacada hace décadas atrás.  De este modo que la película tuviese este subtítulo, bien corresponde a un guiño más para sus fieles seguidores, quienes estaban atentos a todo tipo de autoreferencia y/o intertextualidad dentro de ella.  A su vez esta famosa frase tiene relación con la idea de que la verdad se haya velada a nuestros ojos, si bien para encontrarla sólo había que buscarla con determinación, ya que tal como en el clásico cuento de Edgar Allan Poe La Carta Robada, tan solo está escondida frente a nosotros (concepción múltiples veces trabajada en los guiones del programa).  Por otro, la elección de usar este subtítulo corresponde a la crisis de fe por la cual al comienzo del filme, pasan los protagonistas, en especial la católica devota Dana Scully.  Como estos dos llevaban años alejados de los Expedientes X, y ya no trabajan para el FBI, Mulder ha optado por vivir en el anonimato, mientras que Scully trabajaba ahora para una clínica católica.  La vida de Fox resulta tediosa y al parecer había perdido la energía que lo caracterizaba (de hecho durante buena parte de la trama usa una tupida barba, con lo cual su semblante pareciera decirnos que en él todo se encuentra estancado); en cuanto a Scully, un caso médico que la tiene por completo preocupada, la ha llevado a sentir que por muy buena doctora que sea, no es más que una simple mortal expuesta a los vaivenes de la vida.  Es entonces que los acontecimientos que se desarrollarán en esta cinta, removerán por completo la existencia de ambos.
    Teniendo en cuenta lo expuesto arriba, se puede apreciar que un tema fundamental para esta película es el de la fe, fe en uno mismo y en los demás (lo que podríamos llamar confianza), como también en la existencia en un mundo sobrenatural que puede llegar a sorprendernos; luego, no está demás, poderosa resulta ser la certidumbre de la creencia en la divinidad y la posibilidad de que ésta posee sus propios designios para con nosotros (de que somos instrumentos de poderes superiores y que por ello tenemos una misión que cumplir en este plano material).  Este razonamiento fue en más de una ocasión abordada en la serie a través de Scully, como también por medio de otros personajes en numerosas historias.  Ahora bien, en ningún momento Scully llega a dudar de Dios, pero sí como la escéptica que es, actúa con incredulidad frente a unos cuantos hechos que aquí le toca experimentar; a su vez llega a dudar acerca de su propia persona.  En cambio Mulder a lo largo de la serie, pese a que era un fiel creyente de los fenómenos paranormales y ovni, no creía en Dios, ni en ninguna religión, hecho que lo hizo entrar en conflicto con su compañera en más de una ocasión; no obstante a medida que se van desenvolviendo los eventos del largometraje, se puede notar en él cierta apertura respecto al dogma teológico; con respecto a este cambio sobre la mentalidad del personaje, resulta clave una conversación que mantiene con Scully, acerca de los designios de Dios y la fe misma.
Así de bien han "envejecido" nuestros
queridos personajes y sus intérpretes.
     Teniendo en cuenta lo expuesto recién, otro tema fundamental dentro de esta obra, es el de la redención y el perdón, lo que se observa en la figura del exsacerdote que ayuda a resolver las desapariciones y quien en la cinta ha sido penalizado por espantosos crímenes que cometió.  Su presencia le es incómoda a Scully, quien no vacila en juzgarlo moralmente, no obstante entre estos dos nace una especial relación, que será esencial para la evolución misma de ambos personajes.  Asimismo un fuerte simbolismo que tiene relación con todo esto, es que durante gran parte del metraje del filme, la nieve cae de forma incesante; es así como se percibe un clima de frío  en el ambiente, lo que responde en parte a lo que sucede en los corazones de los personajes.  Luego una vez producido el desenlace, la casa de Mulder y Scully se muestra ya liberada en parte de este blanco manto, el cual los representaba a ambos en su especie de letargo; de este modo, es que los primeros verdores que comienzan a aparecer para darle vida de nuevo a su hogar, una vez resuelto el caso, vaticinan una nueva existencia para sus protagonistas.  Por último, ya tras terminar los créditos finales, se les puede ver a ambos en una breve, aunque bella y positiva escena por fin descansando en medio de un locus amoenus, de modo que estos dos ya han recobrado la paz que bien se merecían.
    ¿Y de qué trata esta ansiada segunda película de Los Expedientes X? Pues bien, tal y como se afirmó arriba, la trama trata sobre  un nuevo misterio en el cual los protagonistas se ven involucrados y que deben resolver.  A su vez dentro de este argumento convergen dos tipos de historias que fueron constantes en el programa: los misterios científicos, propios de las narraciones de ciencia ficción, y la existencia de sucesos de tipo sobrenatural (en este caso, la clarividencia).   Todo se gatilla cuando una agente del FBI es raptada y ante el curso “anormal” de los eventos, que implica la participación de un exsacerdote, quien dice tener visiones acerca de lo sucedido, piden a Fox y a Dana que intervengan.  Luego se irá desenredando la madeja hasta descubrirse la existencia de una serie de experimentos, los que requieren del rapto de mujeres para extraerles sus órganos.  Paralelo a la investigación al respecto, existe en la película una segunda trama que tiene relación en específica con Scully y su labor como doctora, ya que tiene a su cuidado a un niño gravemente enfermo de un mal extraño y por ello la mujer hará todo lo posible por revertir su dolencia.  Demás está decir que  el caso policial, tendrá su propia repercusión con la otra línea argumental más intimista.

     Si bien este segundo estreno cinematográfico de la franquicia no posee los hechos extraordinarios de su predecesora, quedando claro que su presupuesto era mucho menor, puesto que en esta ocasión no se contaba con estrellas invitadas del calibre del primer caso (Armin Mueller-Stahl y Martin Landau), la película en ningún momento deja de mantener el espíritu del programa que la inspira.  Partiendo con las referencias a casos antiguos, como a hechos de gran relevancia para el desarrollo de la serie, se mantienen las altas dosis de suspenso, acción y truculencia (si bien en este último caso no llega a los niveles más viscerales de la primera película y de muchas de los episodios más gores); a su vez posee una leve dosis de humor, destacando dentro de esto último cierto chiste visual (y también musical) breve, pero jocoso y donde se puede apreciar la ideología política del director y su coguionista.  Es cierto que a más de algún fanático le habría gustado que en la cinta hubieran intervenido más personajes habituales del programa (lamentablemente, resultaba casi imposible que los queridos Pistoleros Solitarios aparecieran), en especial los ya recordados agentes Dogget y Reyes, pero al menos sí tuvo una gran relevancia otro habitual dentro de los episodios: Walter Skinner.  También destacan en este segundo largometraje su abundancia de escenas en exteriores, todo ellos de sobrecogedor atractivo invernal.  La música nuevamente estuvo a cargo de Mark Snow, la cual fue lejos mucho más inspirada que en el caso de la aburrida composición que hizo para el primer filme; por ende el artista logró crear atmósferas musicales de gran belleza acústica (tal como nos tenía acostumbrados en sus dos spin-off, Millenium y Los Pistoleros Solitarios).  El guión estuvo a cargo de Chris Carter y Frank Spotnitz, siendo este último también responsable de escribir, como de dirigir varios de los mejores episodios de la serie.

El famoso cuadro que inspira el subtitulo de esta película. 

2 comentarios:

  1. Hola Elwin, te dejo mi post sobre la película para contrastar opiniones, aunque ya veo que coincidimos en lo fundamental. Un saludo y nos seguimos leyendo:
    http://elzocodelakkamanda.blogspot.com.es/2008/08/expediente-x-creer-es-la-clave-2008.html

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  2. Acabo de leer tu crítica y como siempre me pasa con tus escritos, me gustó bastante: lejos mucho más clara y concisa que la mía, je.

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