domingo, 13 de julio de 2014

Mapas en un Espejo 3: Fábulas y Fantasías.


     Cada tomo que compone esta gran colección de cuentos y/o novelas cortas “primerizas”, que viene a ser Mapas en un Espejo, posee su propio encanto  y todo ello gracias a la división que realizó su autor al agrupar los textos según temática y subgénero.  Es así cómo en esta tercera parte del volumen en cuestión, el lector se encuentra con la faceta correspondiente a la literatura maravillosa y fantástica de Orson Scott Card.  La mayoría de estos relatos son propios de la ficción épica o la narrativa con personajes medianamente arquetípicos y que abundan en la fantasía medievalista; es aquí donde aflora el escritor en su vertiente más emotiva y poética, invitando al destinatario de su obra a reflexionar gracias a su discurso expuesto de forma artística.  El volumen termina de forma “caprichosa” por Card, quien incorpora acá otro tipo de cuento, que pese a la justificación que le da para agregarlo y que podemos leer en su correspondiente apostilla, resulta incongruente al lado del resto de los textos que lo acompañan (y que quizás tenga relación con el carácter algo críptico de la narración, aparte de la clara falta de talento del escritor de aquellos tiempos, para saber contar con más claridad el relato en sí mismo).  Hasta cierto punto esta tercera entrega de la magna colección de literatura “breve” de Card en sus primeros años, resulta mucho más enriquecedora, entretenida y sublime que la anterior, quizás debido a la humanidad con la que se encarga de contarnos sus ficciones, incluso en la obra poco lograda con la que cierra el apartado.

1- Sonata sin Acompañamiento: En un mundo donde todo está regulado, algo así como una de las ya “famosas” antiutopías, cada uno tiene preestablecido su papel en el mundo; es en este lugar donde se encuentra el protagonista, quien es un artista nato.  Su existencia como aprendiz era feliz, hasta que un día osó salirse del esquema de las cosas en su tierra (en otras palabras, cometió el error de poseer su propio pensamiento creativo) y ello se convirtió en su desgracia, lo que convino en numerosos castigos a medida que recaía en la “falta” de ser una persona auténtica.  No obstante como acá estamos frente a un cuento del mejor Orson Scott Card, cada vez que el sujeto es ajusticiado, no se observa en él degradación moral como bien podría suceder con algún colega suyo más cínico, puesto que a la larga lo que nos quiere mostrar su autor es que la fuerza de voluntad y la naturaleza de algunos, que nos hace ser auténticos, es superior a toda desgracia (o al menos eso es lo que se quisiera para cada persona, que bien todos poseemos el derecho a la plenitud).   Puede bien, llama la atención en este relato, el carácter hasta cierto punto bondadoso de quienes corresponden a la autoridad en él y que a su vez deben actuar de forma punitiva contra el protagonista; quizás su lugar no sea el de representar a la justicia ciega y a la opresión dentro del cuento, si no que más bien en el de convertirse en las herramientas para calibrar la voluntad del personaje principal. Tal como en su famosa novela Maestro Cantor, en esta preciosa narración está en el centro la impronta del artista, con el correspondiente papel que cumple dentro de la sociedad humana, es decir, su labor de creador y llegar a través de su trabajo hasta lo más recóndito del corazón humano; asimismo, pese a su título, no deja de enaltecer el valor de la compañía de nuestros congéneres para encontrar la felicidad.

    “—Te educaremos para las tareas que puedes realizar ahora. No pasarás hambre. No morirás de aburrimiento. Pero como has infringido la ley, una cosa te estará prohibida.
    —La música.
   —No toda la música. Hay música de una clase, Christian, que la gente común, los que no son Escuchas, pueden apreciar. La radio, la televisión y la música grabada. Pero la música viva y la música nueva te estarán prohibidas. No puedes cantar. No puedes tocar un instrumento. No puedes ejecutar un ritmo.
   — ¿Por qué no?
   El Observador sacudió la cabeza.
   —El mundo es demasiado perfecto, demasiado apacible, demasiado feliz para que permitamos que un inadaptado que ha violado la ley propague el descontento. La gente normal crea cierta música, y no hace nada mejor porque no tiene aptitud para aprender. Pero si tú… no importa. Es la ley. Y si compones más música, Christian, serás castigado drásticamente. Drásticamente.
    Christian asintió, y cuando el Observador le pidió que lo acompañara, lo acompañó, dejando la casa, los bosques y el Instrumento. Al principio lo tomó con calma, como un castigo inevitable por su infracción; pero no tenía ni idea de lo que significaría el castigo, el abandono de su Instrumento.
    A las cinco horas gritaba y pataleaba, porque sus dedos echaban de menos el contacto de las teclas, palancas, flejes y barras del Instrumento, y no podían tenerlo, y ahora sabía que antes nunca había estado solo.”

2- Un Largo Viaje para Matar a Richard Nixon: De todos los textos que componen este segundo “libro”, es el único que transcurre en lo más cercano a nuestro mundo o realidad; es a su vez el único relato lleno de ácido humor negro (el cual abunda en la anterior entrega de esta antología), puesto que no deja de ser un medio de su autor para manifestar su propio pensamiento político acerca del devenir de su país y el actuar de sus conciudadanos.  Por otra parte, el personaje histórico y real que inspira este particular texto, se encuentra en este caso alejado de la demonización o parodia con la cual por lo general se le acostumbra a caracterizar, en un país con tan mala memoria como lo es Estados Unidos; al contrario, el autor no le quita su dignidad al presidente caído en desgracia y que todo ser humano se merece por muy nefasta que sea su figura.  Yendo de lleno a la trama de este título, trata acerca de un hombre al que se le concede el deseo de poder matar a Richard Nixon y a quien culpa de toda la situación negativa en la que se encuentra su nación; de este modo realiza su particular periplo hasta que logra encontrarse frente a frente al objeto de su odio y entonces se da uno de los habituales diálogos memorables de la literatura “cardiana”.  Si bien esta obra transcurre en el mundo cotidiano, no por ello deja de poseer elementos extraordinarios, los que sólo se explican desde la posición de lo sobrenatural y que cumplen la función de permitir la entrada de la crítica social, característica propia de la sátira, como bien era habitual en los primeros tiempos de este tipo de literatura

3- La Salamandra de Porcelana: Si el mundo en el que transcurre la recomendable y preciosa saga de Alvin Macker posee la característica de que cada uno de sus habitantes nace con un don mágico, en el caso de este igualmente conmovedor cuento, lo extraordinario a manera de regla se traduce en que las palabras de sus habitantes deben ser dichas con moderación, porque ellas bien pueden moldear la realidad.  Es así como la protagonista de este relato siendo sólo una recién nacida, cayó bajo el influjo de una maldición hecha por su propio padre, aunque sin ánimo verdadero de perjudicarla; no obstante tras el paso del tiempo el peso de la culpa se aposentó en los hombros del progenitor, quien lo único que deseaba era revertir el mal que le hizo a una niña inocente. Aquí la presencia de la criatura que le da el nombre al cuento, cumple el papel de ser el artífice a través del cual la niña y el padre puedan conseguir la dicha, según sea la necesidad de cada uno de ellos.  Esta historia en particular no ceja en deslumbrar por la naturalidad con la cual su autor introduce lo sobrenatural en ella, siendo que además por mucho que se trate de una ficción por completo imaginativa, no deja de ser una muestra acerca del talante del alma humana.

    “Para Kiren, la desdicha era la vida misma. Aunque vivía en una rica morada con servidumbre y parecía tenerlo todo, era profundamente infeliz. Pues en esas tierras las maldiciones, las bendiciones y la magia surtían efecto. No siempre, y no siempre tal como se planteaba, pero a veces las maldiciones surtían efecto, como en el caso de Kiren.
    No había hecho nada para merecerlo; había sido tan inocente como cualquier recién nacida. Pero su madre era una mujer débil, y el dolor y el terror del alumbramiento la mataron. Y el padre de Kiren amaba tanto a su esposa que cuando se enteró, y cuando vio al bebé que nacía mientras moría la madre, exclamó:
    — ¡La has matado! ¡La has matado! ¡Que nunca muevas un músculo en tu vida hasta que pierdas a alguien a quien ames tanto como yo la amaba a ella!
    Era una maldición terrible, y el aya lloró al oírla, y los médicos le taparon la boca al padre para que no hablara más en su cólera.
    Pero la maldición funcionó, y aunque él se arrepintió un millón de veces durante la infancia de Kiren, nada podía hacer. Claro que la maldición no era tan poderosa. Kiren aprendió a caminar, y podía permanecer en pie dos minutos seguidos. Pero casi siempre estaba sentada o acostada, porque se fatigaba en exceso y sus músculos apenas le obedecían. Podía acercarse una cuchara a la boca, pero pronto se cansaba y otros debían alimentarla. Apenas tenía fuerzas suficientes para masticar.
    Y al verla el padre quería llorar, y a menudo lloraba. A veces pensó en matarse para lavar su culpa. Pero sabía que esto causaría aún más daño a la pobre Kiren, y ella no había hecho nada para merecerlo”.

4- Mujer Media: Otra narración con el viejo, pero siempre agradable sabor de los cuentos de hadas clásicos y del cual son herederos varios de los textos contenidos en este volumen; esto es fabulaciones donde lo mágico abunda y los protagonistas demuestran ser poseedores tanto de virtudes y defectos, que bien reflejan lo que somos en muchas de nuestras facetas; todo lo anterior se encuentra mezclado de tal forma, que termina con un final increíble y no carente de al menos una enseñanza para el lector (siendo autores como Hans Christian Anderson, unos de sus mejores representantes de antaño de este subgénero).  A la hora de leer y apreciar esta obra, arroja gran luz las palabras de su creador, quien al momento de escribirla quiso salir del acostumbrado prototipo del héroe de acción como protagonista y optó por darle dicho papel a un personaje por lo general relegado al cargo de secundario; de este modo la historia gira en torno a una mujer que bien podría pasar desapercibida para cualquiera, pero que en su misma “normalidad” esconde los atributos que no deben ser despreciados, como lo son la templanza, la dulzura y la inteligencia.  Tal como en el caso anterior, se aborda acá el típico tema de estas historias, de los deseos concedidos por entidades mágicas, no obstante radica en la forma original de cómo Card desarrolla todo, que estriba la belleza de este cuento.

5- El Bruto y la Bestia: Correspondiente más bien a una novela corta, viene a ser más o menos la versión en masculino del título anterior.  Todavía más con una atmósfera típicamente medieval y llena de elementos épicos tradicionales, es la historia de un humilde mozo de dimensiones descomunales (el típico gigante de este tipo de narraciones), quien al enamorarse de la habitual princesa o doncella de rancia alcurnia, se encuentra en medio de una serie de eventos inesperados y no exentos de maravilla que harán las delicias del lector.  En esta pequeña joyita no dejan de desfilar los personajes habituales del género: grandes señores respetables y otros no tanto, soldados, gente humilde y del pueblo como labriegos, niños inocentes, por supuesto un gigante, la respectiva beldad femenina y, no podía faltar, un dragón.  El protagonista, si bien no es el prototípico mancebo apuesto (recordemos que estamos frente a una obra “actual” que revisita el género y que más encima pertenece nada menos que a alguien tan “rupturista” como puede ser Orson Scott Card), exuda las virtudes propias de un héroe, no obstante es en su humildad que radica mayormente su nobleza.

6- La Princesa y el Oso: Un cuento más de connotaciones heroicas medievales, siendo que además comparte el mismo tipo de título mínimo y sintetizador del caso anterior.  Por otro lado, esta narración no deja de poseer por igual una interpretación medianamente moralizante, al poseer por un lado personajes de notables valores espirituales y por otro uno cuantos que vienen a ser sus antagonistas, al carecer de tan destacables propiedades (y en cambio ser seres mezquinos y retorcidos);  de este modo la narración aborda el consabido, pero nunca agotado tema de la lucha entre el bien y el mal, aunque más que con ribetes épicos, de una forma mucho más intimista.  En pocas palabras esta fantasía trata de un misterioso y sabio hombre que se transforma en la mano derecha de un rey y que como es habitual en este tipo de historias (como en la vida real) despierta  la envidia y los recelos entre las mentes más estrechas; a su partida las cosas empeoran, pero deben pasar años para que el admirable sujeto vuelva y se haga la justicia.  Como ya nos tiene acostumbrados Card en lo mejor de su producción, acá vuelve a abordar con maestría otros temas valóricos como el perdón, la redención y, en mayor medida, el amor en varias de sus manifestaciones (en especial la de la amistad y el romanticismo).

7- La Magia de la Arena: Único relato del tomo de ribetes más fantásticos y épicos, ya que su tono escapa a la ambientación de los relatos anteriores, preponderando los elementos de acción e intriga a una máxima expresión.  Es a su vez una historia con la nunca agotada temática de la venganza, la que incluye la pérdida misma de la humanidad de quien cae en sus redes.  Como gusta al escritor, cuenta la historia de su protagonista desde los comienzos de su vida, abarcando largos periodos en ella y con el propósito de ver su evolución (o en este caso concreto su involución); todo gracias el viaje físico e interno por el que pasa éste.  Dentro de la ficción maravillosa que crea acá, destaca la ley con la cual Orson Scott Card define el mundo en el que ambienta esta obra: uno puede aprender la magia proveniente de cualquier elemento, siempre y cuando posea la dedicación suficiente como para aprender sus leyes.  Este carácter profundamente maravilloso y fantástico del cuento, ya fue posible apreciar en La Salamandra de Porcelana y su autor llevaría a dimensiones más sorprendentes en la mencionada saga de Alvin Macker y en su igualmente bella novela Esperanza del Venado.

    “—Pues —decía el jefe de la tribu— el desierto nunca está dispuesto a permitir que nada viva.
    Cer recordó eso. El desierto no quería que nada viviera. Y se preguntó si allí estaría la clave de la magia del desierto. ¿O era sólo una puerta cerrada que él jamás podría abrir? ¿Cómo servir y ser servido por la arena, que sólo desea tu muerte? ¿Cómo obtener venganza si estaba muerto?
     —Aunque moriría con gusto si mi muerte matara a los asesinos de mi padre —dijo un día a su yegua. La yegua agachó la cabeza y anduvo al paso el resto del día, aunque Cer la azuzaba para hacerla galopar.
     Un día, impaciente por no hacer nada para lograr su venganza, Cer fue a ver al jefe de la tribu y le preguntó cómo se aprendía la magia de la arena.
     — ¿La magia de la arena? Estás loco —dijo el jefe de la tribu. Durante días se negó a mirarle y a responder a sus preguntas, y Cer comprendió que en el desierto la magia de la arena era tan odiada como por el mago arbóreo. ¿Por qué? ¿Ese poder no haría grandes a los abadapnur?
     ¿O el jefe de la tribu se negaba a hablar porque los abadapnur no conocían la magia de la arena?
     Pero la conocían.
     Y un día el jefe de la tribu se acercó a Cer y le dijo que montara a caballo y le siguiera.
    Se internaron en el alba, antes de que el sol estuviera alto, y durmieron en la caverna de un monte rocoso durante el calor del día. Al atardecer cabalgaron de nuevo, y por la noche llegaron a la ciudad.
    —Ettuie —susurró el jefe de la tribu, y llevaron los caballos hasta el linde de las ruinas.
    La arena había sepultado los edificios hasta la mitad, por dentro y por fuera, y las brisas del anochecer desplazaban la arena construyendo pequeñas dunas contra las paredes. Eran edificios de piedra que no se elevaban en domos como las grandes ciudades de los greetenses, sino en chapiteles, altas torres que parecían perforar el cielo.
   —Ikikietar —susurró el jefe de la tribu—, Ikikiaiai re dapii. O iki-kiai etetur o abadapnur, ikikiai re dapii.
   — Qué son los «cuchillos»? — Preguntó Cer—. ¿Y cómo puede matarlos la arena?
   —Los cuchillos son estas torres, pero también son las estrellas del poder.
   — ¿Qué poder? —preguntó Cer ávidamente.
   —No poder para ti. Sólo poder para los etetur, pues eran sabios. Tenían la magia humana.
   Magia humana. ¿Era esa magia tan tenebrosa que había mencionado el mago arbóreo?
   — ¿Existe una magia más poderosa que la magia humana? —preguntó Cer.
   —En las montañas, no. En la irrigada llanura, en el bosque, en el mar, no.
   — ¿Y en el desierto?
   —A huu par eiti ununura —murmuró el jefe de la tribu, trazando el signo contra la muerte—. Sólo el poder del desierto. Sólo la magia de la arena”.

8- El Mejor Día: Pese a su título que augura un sentido positivo frente a la vida, éste viene a ser lo contrario, debido a su sentido triste y fatalista.  Siendo que ya dos de los cuentos reseñados de este volumen tratan acerca del poder de los deseos y sus correspondientes consecuencias, esta historia también lo aborda, aunque en su variante más oscura de Ten cuidado con lo que deseas.  En cierto modo corresponde al “lado B” de Mujer Media, ya que mientras el primero terminaba con la victoria de tan admirable dama, éste termina con la desgracia de su protagonista (quien aquí también es una mujer sencilla).  A su vez el relato posee un aire propio de la tragedia griega, al mostrar fuerzas superiores que están por sobre los humanos comunes y corrientes, manejándolos a su antojo para su propia satisfacción; no obstante en esta narración dichas entidades “superiores” corresponden a reflejos de las mismas pasiones que subyacen en nuestros corazones.

9- Plaga de Mariposas: Segundo relato del libro que brilla por su derroche de fantasía, aunque en este caso con cierta atmósfera terrorífica (en especial hacia su sorprendente final).  Como por igual es habitual en este tipo de narraciones, posee como protagonista a un hombre santo que realiza un viaje en busca de la verdadera iluminación; también destaca acá la existencia de una ciudad velada al resto del mundo, ya que tras sus muros se esconden impresionantes secretos.  Entre medio de todo esto, se haya la presencia de un gran poder con sus propios planes, los cuales bien no pueden ser los mejores para el resto de los habitantes de la ciudad amurallada y para el protagonista (a todo esto, este cuento posee varias “imágenes” no aptas para lectores menores de edad y/o quisquillosos).

10- Los Monos creían que todo era Jolgorio: Casi otra novela corta más, corresponde al texto que ya en la introducción se mencionó como el  que para nada tiene que ver con  una fábula o fantasía y que su autor incluyó de forma arbitraria en este apartado.  Todo esto, porque la historia aquí comentada sin lugar a dudas tiene relación con el género de la ciencia ficción, por cuanto debería haber estado incluida en Flujo.  Contada en más de un nivel narrativo (esto es desde varios puntos de vista), comienza con un desgarrador inicio que muestra tanto las crueldades de la guerra fraticida, como el poder de la compasión y del amor; luego la trama se proyecta en varios momentos del futuro a nivel épico, gracias a la introducción de un cuerpo artificial y colosal que aparece de pronto en el espacio y en una cercanía considerable a la Tierra (es entonces que se decide explorarlo y luego habitarlo con gente proveniente de numerosos pueblos y culturas).   Paralelo a esto, la narración se detiene en la presencia de raras entidades que en ningún momento quedan claras sus identidades y que dialogan entre sí haciendo alusiones directas a otros seres de naturaleza diferente, la cual es aún mucho más incierta (si bien pareciera que fuesen los mismos humanos).  Este carácter incomprensible del relato, se debe en parte a la falta de habilidades del escritor en sus comienzos, quien declara sin tapujos en la apostilla, su incapacidad en aquel entonces para ordenar mejor sus ideas; no obstante existen varios momentos bellamente narrados, correspondientes a las historias que se cuentas entre sí los llamados Héctores (clara alusión al siempre inspirador mito de la Guerra de Troya, por cuánto Héctor es el nombre de uno de sus personajes más heroicos, así como el sitio donde viven estos y luego los emigrantes de la Tierra, recibe el nombre de Objeto Troyano).  Esta obra a su vez posee una característica cara a su autor y que corresponde al uso de personajes multirraciales e interculturales, los que tanto le gusta ocupar en sus escritos (siendo el mejor ejemplo, claramente, la saga de Ender).  

Una de las feísimas portadas de la edición de bolsillo españolas.

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