Pues el resto del libro se compone de los siguientes títulos:
9- Nueve vidas.
Uno de los cuentos más extensos del libro,
que aborda tópicos caros a la ciencia ficción, como lo son la clonación, las
catástrofes ambientales, el viaje espacial y el descubrimiento de mundos
extraterrestres.
Trata sobre dos científicos que deben
realizar una serie de investigaciones en un planeta recientemente descubierto,
a quienes se les unen un grupo de diez expertos, cinco mujeres y cinco hombres…
¡Los que resultan ser clones de la misma persona! Para los dos varones nacidos
de forma “natural”, resulta complicado laburar con sus nuevos compañeros, ya
que estos desde un principio demuestran cierta incapacidad para comunicarse con
quienes no sean sus pares, o sea, sus “hermanos”. Un incidente logra lo que por ningún otro
medio fue posible: la posibilidad de la verdadera integración entre ambos
equipos, aunque ello signifique ciertos sacrificios.
El relato resulta bastante interesante a
la hora de analizar varios puntos en él.
En primer lugar por la manera que tiene de trabajar el tema de la otredad, en cuanto al encuentro entre
los seres humanos que representan el viejo mundo (de aspecto poco saludable, ya
que son hijos de los sobrevivientes de una Tierra devastada) y los clones
representativos de la nueva humanidad (bastante mejorada por cierto); de este
modo los primeros se hayan antes sus prejuicios, incomodidad y miedos hacia lo
distinto, mientras que los otros en su especial naturaleza ignoran a quienes no
son como ellos (no por despreciarlos, claro, sino por otra razón tal como queda
detallado en el texto). Tras esto y una
vez llegados al clímax de la historia, se presenta el tema de la aceptación y
el trabajo en equipo, con la valoración hacia los demás que ello implica, como
también la necesidad humana de compañía.
Ursula K. Le Guin se adelanta por casi
quince años a la narrativa multirracial de gente como Orson Scott Card, al
hacer que sus personajes (sin ser extraterrestres) pertenezcan a distintas
etnias y no solo caucásicos, otorgando protagonismo a latinos y a asiáticos; además
de escapar a los trillados estereotipos raciales y racistas.
“— ¡Dios, qué equipo! Hay algo que no
comprendo. ¿Hasta qué punto sabe cada uno de ustedes lo que los otros están
pensando?
—Ninguno sabe lo que piensan los otros,
estrictamente hablando —respondió una de las muchachas, Zayin; los otros la
contemplaron con una mirada de aprobación—. Entre nosotros no existe telepatía
ni nada por el estilo. Pero pensamos igual. Tenemos exactamente el mismo
equipo. Sometidos al mismo estímulo, al mismo problema, lo más probable es que
experimentemos las mismas reacciones y encontremos las mismas soluciones al
mismo tiempo. Las explicaciones resultan fáciles: normalmente, no necesitamos
recurrir a ellas. Rara vez hay disensiones entre nosotros. Esto facilita
nuestro trabajo de equipo”.
10- Cosas.
Sin dudas uno de los mejores y más bellos
cuentos de esta colección, por no mencionar el lirismo con el que Ursula K. Le
Guin lo cuenta. Aquí un hombre decide
quedarse en su hogar, tras el exilio forzado de su pueblo, debido a una (otra)
catástrofe que no queda clara en la narración (aunque tampoco ello tiene mayor
importancia para lo que acá nos quiere contar la autora). En su empecinamiento a no abandonar su vieja
vida y encontrar otra manera de enfrentar la crisis, el protagonista encuentra
una compañera con quien pasa sus últimos días antes del supuesto final.
Se trata de una obra que gira en torno al
tema de la esperanza, más todavía si se trata de creer en los sueños de uno
mismo.
El simbolismo del oficio al que se dedica
el personaje principal, quien elabora ladrillos, resulta evidente, puesto que
este hombre acostumbra crear con sus manos (casas) y en especial el camino hecho
por él mismo y que más adelante cruzará para su propia huida. Luego es posible identificar el tópico del
viaje, en este caso en dirección a un futuro que queda más o menos incierto,
pues la escritora lo muestra, por un lado, como la ruta hacia un mejor futuro
y, por otro, como el simbólico paso a la otra vida (la muerte).
El mar una vez más toma un rol
preponderante en una obra de ficción, representando tanto las fuerzas de la
naturaleza (superiores al ser humano), como la esperanza misma, al ser la posibilidad
de llegar a otros lugares y alcanzar la felicidad (aparte de ser la fuente de
la existencia en la Tierra).
En cuanto al título de este texto, su
elección no da lugar a dudas tras conocer su argumento, pues hace referencia a aquello
que nos es importante y que forma parte de nuestra existencia (lo que nos
negamos a abandonar, ya sea de tipo material, como de corte espiritual).
11- Un viaje a la cabeza.
Puede que sea lejos el texto más bizarro e
inentendible de toda esta selección (al más puro estilo de ciertas narraciones
cortas y alucinógenas de Neil Gaiman).
En sus páginas se aborda el encuentro entre dos personas, cuya verdadera
identidad nunca queda en completa evidencia y que conversan entre sí, buscando
respuestas a sus interrogantes sobre quiénes son. En determinado momento el relato salta a la descripción
de un encuentro sexual, al más puro estilo del blando porno, pero ello
convierte aún más el resto del relato en toda una curiosidad. Para un servidor
si esta obra no hubiese salido de la pluma de tan consagrada autora, lo más
probable que no lo habría terminado por su falta de coherencia (lo leí dos
veces, pues tras mi primer encuentro con el texto lo olvidé por completo y
ahora tras releerlo no le pude encontrar pies, ni cabeza).
12- Más vasto que los imperios y más
lento.
Otro cuento de ciencia ficción acerca de
viajes interplanetarios y la posibilidad de vida extraterrestre (si bien como
es habitual en este tipo de obras, bastante distinta a como es conocida en la
Tierra). Asimismo los científicos
vuelven a tomar un papel preponderante, ya que al parecer resultan ser los
sujetos ideales para enfrentarse a lo desconocido y representar ante sus distintas
personalidades la complejidad del alma humana.
Enmarcado dentro del ya mencionado
universo del Ekumen, gira en torno a
un grupo de hombres y mujeres provenientes de varios planetas y culturas,
pertenecientes a esta mancomunidad. Las
relaciones entre ellos resultan complicadas, ya que en general poseen rasgos
que los hacen difíciles de llevar, más todavía si se consideran los rasgos
culturales que los diferencian a los unos de los otros. No obstante uno de ellos resulta en
particular extraño a los demás, ya sea por apariencia como por su conducta, lo
que entorpece aún más la posibilidad de un armonioso trabajo en equipo. Todos ellos deben realizar una serie de
investigaciones en un mundo aparentemente apacible, sin formas de vida animal,
no obstante un incidente los hace darse cuenta de que no se encuentran solos y
ello a su vez permitirá cambiar en parte las rígidas relaciones sociales.
Resalta dentro de todo esto la
caracterización del verdadero paria entre los científicos, un personaje
atormentado e irascible, quien contrasta en parte con los rasgos más amables de
la jefa de la expedición (de modo que se resaltan acá los valores de la
tolerancia y la compasión).
En el cuento vuelven a tomar gran
relevancia los árboles (figuras que seguirán repitiéndose en lo que queda del
libro), entidades destacadas en la literatura de la Le Guin, para quien esta
vida vegetal envuelve un sinnúmero de ideas positivas, como ejemplo la belleza
de la naturaleza y la paz (lo que sin vacilaciones queda de manifiesto hacia el
final del cuento).
“Daba la impresión de un hombre a quien le
hubieran arrancado la piel. Su tez, de una blancura y una transparencia
morbosas, mostraba los vasos sanguíneos como un desteñido mapa de carreteras
trazado en rojo y azul. La manzana de Adán, los músculos que le rodeaban la
boca, los huesos y ligamentos de las muñecas y las manos, todo se veía
nítidamente como exhibiéndose para una clase de anatomía. El pelo era de un
claro color herrumbre, como sangre reseca. Tenía cejas y pestañas, pero sólo
eran visibles bajo ciertas luces; lo que uno veía eran los huesos de las
órbitas, la red de las venillas de los párpados y los ojos incoloros. No eran
rojos, porque Osden no era realmente albino, pero tampoco eran azules ni
grises; los colores se habían borrado de los ojos de Osden, dejando una fría
claridad acuosa, infinitamente penetrable. Nunca miraba a nadie de frente.
Tenía un rostro inexpresivo, semejante a un dibujo anatómico, o a un rostro
desollado.
- Concuerdo -dijo en una alta y áspera voz
de tenor- que incluso el retraimiento autístico sería preferible al smog de las
baratas emociones de segunda mano con que me rodean todos ustedes. ¿Por qué exudas
odio ahora, Porlock? ¿No puedes soportar mi vista? Ve a practicar un poco de
autoerotismo como lo hacías anoche, eso mejora tus vibraciones. ¿Quién demonios
tocó mis cintas? Que nadie, ninguno de vosotros, toque mis cosas. No lo
permitiré”.
13- Las estrellas en la roca.
Un relato muy en la línea de Los
Maestros, por cuanto se trata de otro ejemplo de la capacidad de la ciencia
ficción de llevar a escenarios imaginarios, las grandes problemáticas para
poder analizarlas mejor. Por otro lado,
este cuento recuerda bastante al recién mencionado, ya que en este segundo caso
una vez más la escritora muestra a la figura del científico, como a sujetos que
pueden representar tanto lo mejor de nuestra humanidad, como a lo peor de ella
misma. No obstante, en esta obra el
protagonista es un hombre de ciencias que se asemeja más a los artistas, debido
a su capacidad de mirar con otros ojos la realidad, descubrir la belleza
escondida de las cosas y con ello sobresalir entre sus congéneres; asimismo en
su humildad y amor al conocimiento, como también a la verdad, presenta rasgos
religiosos, propios del sacerdocio, ya que su actuar es el de alguien deseoso
de compartir con otros la alegría de su saber, capaz de elevar a quienes lo
oyen de los límites de su naturaleza (la llamada revelación de los profetas). Por otro lado, no deja de verse en esta
lectura la represión de los que se empecinan en defender su ignorancia, a tal
punto de negar a otros su propia felicidad.
Pues esta es la historia de un hombre que
debido a sus estudios y descubrimientos, debe escapar de la multitud bárbara,
teniendo que llegar a esconderse. Sin
embargo, no todos quienes lo rodean quieren quedarse en la oscuridad de lo que
dicta la mayoría y por esa misma razón
el protagonista experimenta la buena voluntad del prójimo e incluso el poder
del amor. Quienes lo acogen son
representantes tanto del mundo sofisticado de la opulencia, como del pueblo
sencillo de los obreros, puesto que la verdad y la belleza resultan ser
certezas disponibles para todos (solo hay que aprender a reconocerlas).
Ursula K.
Le Guin nos regala nuevas metáforas y/o alegorías, al hacer que su
hombre de ciencias, sea alguien que haya llegado a su epifanía a través de la observación
de las estrellas (descubriendo con ello el verdadero rostro de Dios); teniendo
luego que adentrarse en las entrañas de la tierra (sin dudas una representación
del vientre materno, que cuida del indefenso).
Por lo tanto la supuesta oscuridad de las cavernas en las que ahora vive,
son solo un paso al descubrimiento de otra luz, tras la ceguera inicial; puesto
que lo que hay en las profundidades, resulta ser un reflejo de lo que arriba
existe.
El cuento bien podría ser una historia
realista de corte histórica, por cuanto a diferencia de Los Maestros, no
resulta tan artificioso como la mayoría de este tipo de textos; no obstante
tras acercarse al emotivo final, una última invención de su personaje principal
lo acerca más al género respectivo.
“Hablaba con esa autoridad que los mineros
sabían que pertenecía por derecho a los sacerdotes, a las grandes palabras que
pronunciaban los sacerdotes en las iglesias resonantes. No era lógico que
estuviese allí, en aquel agujero en el que ellos se ganaban penosamente la
vida, en las palabras de un fugitivo loco. Más tarde, al hablar entre ellos,
movían la cabeza, o se llevaban un dedo a la frente.
—
Su locura va en
aumento —dijo Per.
—
¡ Pobrecillo!
—exclamó Hanno.
Pero,
al mismo tiempo, no había entre ellos ninguno que no creyese lo que el
astrónomo les había dicho.
(…)
Bran se interrumpió. Hacía poco, había
caído en la cuenta de quién era Guennar. El hecho de que fuese un hereje no le
importaba, pero el saber que era un sabio le hacía difícil llamarle «compañero»
o «amigo». Y tampoco podía llamarle «maestro». Había ocasiones en que, a pesar
de toda su mansedumbre, el fugitivo hablaba con grandes palabras, palabras que
cautivaban el alma, y en aquellas ocasiones habría sido fácil llamarle
«maestro». Pero ello le habría asustado”.
14- El Campo de
visión.
Una historia que aborda de manera muy
especial el tema de la religión, si bien no desde el punto de vista del
oscurantismo, tal como se vio en el cuento anterior y Los Maestros; por otro
lado, se conecta a estos dos en cuanto a que por igual gira en torno al
significado que posee el conocimiento “real” de las cosas, aunque en este último
caso ello más bien significa una supuesta maldición, que una bendición. De este
modo y considerando los elementos que componen este texto, su argumento atiende
a ideas antiguas, como el hecho de que existen ciertas verdades superiores a
las capacidades de los mortales, quienes deben asumir su (insignificante) papel
en el universo. También se encuentra la
noción de que no estamos solos en medio de esta vastedad.
Trata acerca de unos astronautas que viajan a
Marte y allí se encuentran con una rara formación, que al parecer viene a ser
el vestigio de una antigua y desaparecida civilización. Al llegar a la Tierra solo dos del equipo
enviado allá sobreviven a tal experiencia, sin embargo lo hacen con secuelas de
tipo físico y psicológico. Poco a poco
se va descubriendo lo que en realidad les pasó a estos dos individuos.
15- Dirección de
la carretera.
Una obra bastante distinta a las
contenidas en este libro, debido a las singularidades que posee e implican
tanto su estilo de narración (pues está escrito en primera persona, o sea, desde
el punto de vista de su protagonista, que resulta bastante inesperado en su
condición, por cierto), como su temática, que si bien comparte algunos de los
intereses habituales de su autora, la hace ser una ave raris entre el resto (si bien mucho más efectivo y poético que
el ya reseñado cuento El Viaje).
La trama es sencilla en primera
instancia, puesto que trata acerca de nada menos que de… ¡Un árbol! Este vive a un
costado de la carretera y va contando acerca de aquello de lo que es testigo en
sus más de cien años de vida (en especial del avance de la tecnología, que
implica el uso de la carretera misma y con ello se refiere a parte de la
historia de la propia humanidad), en lo cual por muy increíble que parezca,
mantiene un papel activo; ello, puesto que este ser vivo hace referencia a un
nivel de conciencia desconocido para los humanos, por cuanto los hombres
ignoran lo que en verdad hay a su alrededor.
Esta última idea ya fue expuesta en el relato más arriba señalado. También podemos identificar el pensamiento
ecológico y “arbóreo” tan de la Le Guin, al otorgarle este protagonismo a un
árbol, criatura que en sus páginas posee sentimientos y hasta se permite dar opiniones
sobre la gente.
“La primera vez que vi un automóvil, lo
recuerdo aún, lo tomé, como la mayor parte de nosotros, por un ser mortal una
especie de criatura sin raíces a la que no conocía. Sentí un cierto
sobrecogimiento ya que, con ciento treinta y dos años de edad, creía conocer a
toda la fauna local. Pero una novedad, por fútil que sea, siempre es algo
interesante, así que lo observé con atención. Me acerqué a buena marcha, la de
un galope corto, pero adoptando un ritmo distinto, adaptado al aspecto falto dé
gracia de aquella cosa: un ritmo inconfortable, el de un ser rodante,
sofocante, trepidante, agitado por sobresaltos. Pero no, no se trataba de
ningún ser mortal, libre o cautivo, con o sin raíces, y me di cuenta de ello en
menos de dos minutos, antes de haber alcanzado el tamaño de treinta
centímetros. Era un objeto fabricado, como aquellas carretas a las que se
ataban los caballos. Lo hallé tan mal hecho que estimé imposible que regresara
cuando lo vi desaparecer tras la cima de West Hill, y esperé de todo corazón no
volver a verlo nunca más, pues no podía soportar su marcha dura y contrastada”.
16- Los que se
marcharon de Omelas.
De seguro uno de los mejores y más
sentidos cuentos de esta colección. En
cierto sentido nos muestra una antiutopía, ya que narra la vida de la gente de
Omelas, un sitio en el cual sus habitantes han conseguido la plenitud, pero
ello es a costa de un significativo sacrificio, que en su revelación puede
resultar impactante para muchos lectores.
Esta obra trata acerca del significado de
la felicidad en nuestras vidas y sobre lo que estamos dispuestos a hacer,
muchas veces sin importar el costo que puede acarrear para cada uno. Por ende,
es una historia sobre la dignidad humana, los sueños y las pesadillas que nos
rondan; a su vez encontramos acá los temas de la culpa y de la vergüenza,
sentimientos que pueden tanto denigrarnos, como elevarnos tras cambiar el camino
torcido que hasta el momento hemos tomado.
Si bien una vez llegados a su clímax la
verdad sobre Omelas se hace amarga, la escritora abre una puerta a la
esperanza, que señala justamente el poder que posee el deseo de ser mejores
personas.
“No eran personas simples, aunque si felices.
Pero no pronunciaremos más palabras de alabanza. Todas las sonrisas se han
vuelto arcaicas. Al proceder a una descripción como ésta, uno tiende a hacer
ciertas suposiciones, a dar la impresión de que busca un rey montado en un espléndido
corcel y rodeado de nobles caballeros, o quizás en una litera dorada conducida
por altos y musculosos esclavos. Pero no había rey. No usaban espadas ni
poseían esclavos. No eran bárbaros. Desconozco las reglas y leyes de su
sociedad pero sospecho que eran singularmente escasas. Al igual que se regían
sin monarquía ni esclavitud, tampoco necesitaban la bolsa de valores, la
publicidad, la policía secreta y la bomba. Sin embargo, repito que no era un
pueblo simple; nada de dulces pastores, nobles salvajes ni blandos utópicos, ni
menos complejos que nosotros. El mal estriba en que nosotros poseemos malos
hábitos, animados por pedantes y sofisticados empeñados en considerar la
felicidad como algo estúpido. Sólo el dolor es intelectual. Sólo el mal es
interesante. Es la traición del artista: la negativa a admitir la banalidad del
mal y el terrible fastidio del dolor. Si no puedes morder no enseñes los
dientes. Si duele, vuelve a dar. Pero alabar el desespero es condenar el
deleite; aceptar la violencia es perder la libertad para todo lo demás.
Nosotros casi la hemos perdido; ya no podemos describir la felicidad de un
hombre ni manifestar una alegría”.
17. El día
anterior a la revolución.
Tal como otros textos reunidos en el
libro, es un relato que sirvió como fuente para una de sus posteriores novelas,
en este caso una de sus más alabadas: Los Desposeídos.
Es la historia de una mujer anciana, fundadora
de un movimiento anarquista y que pretende derrocar el gobierno (al parecer opresivo)
de su planeta. La protagonista, quien ha
tenido una vida intensa y ha marcado con su existencia la de muchas personas,
recuerda con nostalgia y cierto sentido de amargura su pasado. Quien otrora fue de alguna manera una persona
poderosa, hoy en día es alguien que se siente débil y se autocompadece. Se podría afirmar entonces que aborda los
temas de la soledad y la futilidad, que pueden llegar a tener las acciones
humanas. Por tanto, resulta ser un
cuento bastante pesimista para cerrar un tomo lleno de tanta maravilla y
belleza.
Muchas gracias por tus recomendaciones, vere cual pudiera encontrar por aca
ResponderEliminarsaludos
Pues a leerlo si te lo encuentras, que te gustará y gracias de nuevo por pasarte por acá.
EliminarMe interesa leer el último relato, pues "Los Desposeídos" es la novela que más me ha gustado de esta autora. Sobre la cuestión de reflejar la diversidad y la multirracialidad, ya hablamos tiempo atrás de la obra de Samuel R. Delany, que fue precursor tratando estas cuestiones en la Ciencia-Ficción.
ResponderEliminarAprovecho este comentario, Elwin, para felicitarte estas fiestas y desearte un feliz año nuevo. Un abrazo desde España.
Mi gallego amigo, qué grato volver a saber de ti (no te niego que echo de menos tus visitas virtuales de antaño, que eran más continuas). Respecto a esta autora, apenas encuentro algo de ella me lo compro y lo leo de inmediato , siendo que "Los Desposeídos" no lo he pillado por acá (bueno, la verdad es que generalmente compro ofertas). Gracias por tus buenos deseos de fin de año, que lo mismo espero para ti y los tuyos.
EliminarEsta colección de RBA nos dejó un puñado de buenos títulos, como el que aqui reseñas. ¡Lástima que haya terminado! Si puedes, te recomiendo que te hagas con el tomo que recopila toda la obra breve de J. G. Ballard, autor imprescindible donde los haya.
ResponderEliminarYo la edición que tengo de este libro es la de tapa dura de Edhasa, pues las de RBA apenas han llegado acá. Por otra parte, Ballard no es muy de mi gusto la verdad.
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