jueves, 5 de octubre de 2017

Recordando a mi papá.

Vacaciones del verano de 1981 en Pichilemu.  En la playa con mi papá
y mis hermanas Jenny (la menor) y Mabel (la mayor).

     Ayer se cumplieron 15 años desde el fallecimiento de mi padre y creo, que más que nunca lo he tenido presente en mi memoria en mi corazón durante estas fechas.  No puedo olvidar el momento en que se fue de este mundo, pues yo mismo estaba a su lado aquella ocasión.  Ya he contado parte de cómo fue todo esto, así que no lo voy a repetir por estos lares, pues en realidad lo que quiero hacer a través de este escrito es recordarlo no con pena, que luego de tanto tiempo eso ha pasado a ser otra cosa: la certeza de que pocas personas me han amado como él lo hizo y por ello no puedo dejar de estarle agradecido. 
      No es la primera vez en que me refiero directamente a mi historia personal con él en este blog, sin embargo, sí nunca antes le había dedicado una entrada en su aniversario (de nacimiento o muerte).  Y creo que es una buena oportunidad para compartir con ustedes algunas de mis memorias al respecto:

      De niño me gustaba ir a comprar con él a Estación Central, una comuna que está al lado de aquella en la que vivíamos juntos, famosa por su rico comercio y donde acudía 6 días a la semana a buscar aquello que le faltara para su bazar (que tenía en nuestra misma casa).  Me estoy refiriendo a una época en la que mi papá era uno de mis mayores referentes, así que disfrutaba mucho de estar a su lado, razón por la cual tiempo que tenía libre lo ocupaba para salir juntos.  Además, prácticamente estas eran la mayor parte de los viajes que hacía a su lado, que como muchos comerciantes pasaba casi siempre dedicado a su negocio, la fuente con la que mantenía a toda su familia.  Me encantaba mirar las vitrinas de las jugueterías y fantaseaba con tener todas las figuritas de colección de las series que veía (en especial He-Man y Transformers); así que desde entonces que llevo dentro de mí el bichito del comprador impulsivo. Como no conocía otras maneras de divertirme junto a él (bueno, aparte de ver juntos tele en el mismo negocio, con mi mamá a nuestro lado), con solo esto era feliz…Al menos durante buenos años fue así de sencillo todo, que creo me duró hasta pasada mi primera década de vida (entre los 12 y los 13).
     Cuando no podía ir con él, por lo general debido a que sus salidas calzaban justo cuando yo estaba en el colegio, me iba a buscarlo a la esquina de la casa, justo donde estaba el paradero de la locomoción colectiva y así me venía con él hasta el hogar ayudándole a traer las bolsas de las compras, cuyo peso me podía.  A veces cada uno llevaba un extremo del paquete, para ayudarnos mutuamente en el trayecto.  Pero para ser sinceros, no solo el amor por mi papá me llevaba a ello, sino que había también interés de por medio: Cuando salíamos siempre me compraba alguna cosa rica para comer (golosinas, por supuesto), o alguna chuchería para mi colección (algo barato, aunque en mi mentalidad infantil me hacía sentirme feliz), así que la verdad es que iba en post de mi dosis de regaloneo material. “¿Qué me trajiste?” le preguntaba ilusionado.  Si su respuesta era lo que esperaba, con toda la “gentileza” del mundo lo ayudaba con la carga…Y sin no me había concedido mis deseos, me enojaba y lo dejaba donde estaba viniéndome molesto por su “ingratitud” (ahora es mi regalón Amilcar quién siempre me pregunta qué le traje).
      Siendo que era el único de sus hijos que le había tomado amor a la lectura, vez que me daban a leer un libro en el colegio, mi papá me los compraba.  Recorría todo San Diego (un famoso sector de la ciudad dedicado a la venta de literatura), buscando cada uno de esos títulos.  Para mí, ya más grande, hecho un adolescente, era una tremenda alegría llegar a casa o esperarlo a que volviera de sus andanzas, para tener entre mis manos una nueva perla de la literatura…Era el primer mes de clases, en marzo, cuando recién estaba cursando el tercero medio (lo que en otros países le llaman tercero de secundaria, creo) y lo acompañé esa vez a conseguirnos nada menos que Los Altísimos de Hugo Correa, obra cumbre de la ciencia ficción chilena y latinoamericana.  En mi ignorancia nada sabía sobre ese título aún y mucho menos de su autor.  La novela estaba discontinuada y nos costó hallarla entre los distintos locales que visitamos, hasta que llegamos a una galería donde había muchas tiendas de textos usados…Y entonces lo encontramos.  Era una vieja edición, que se alejaba por completo de mi idea de la presentación de una obra del género, sin ninguna ilustración y más encima amarillenta.  Si no me equivoco costó $3.500, en ese ya lejano 1992, lo que era una suma considerable en aquellos años.  Mi papá estaba satisfecho de cumplir con sus deberes de buen padre…y yo en cambio me quedé enojado, porque no me gustaba la idea de tener una “versión vieja y fea”.  En la casa, tal cual un niño chico, me dio una pataleta y me puse a discutir con él cegado por mi estupidez y egoísmo.  Un día, ya adulto, recordé que incluso llegué a tirarle el libro y le dije que no quería esa cochinada…Y sentí una tremenda vergüenza por ello.  La memoria me falla, sin embargo, sí recuerdo a mi papá entregándome el volumen arreglado por sus manos, que se le había salido la tapa debido a mi violencia y él la pegó con su habilidad y dedicación, para que su hijo para que lo leyera igual.  No pude dejar de conmoverme y me puse de inmediato a la labor de adentrarme en sus páginas, gozándolo con un enorme orgullo, por saber que estaba leyendo a todo un maestro de la ciencia ficción que era compatriota mío.  Tiempo después me enteré de que se trataba nada menos que de la primera edición de ese clásico, así que era dueño (y lo sigo siendo), de todo un documento histórico…Y ese era uno de los tesoros que me había concedido mi papito.
      Uno de los grandes sueños de mi papá fue que al menos uno de sus hijos entrara a la universidad, que fuese un profesional.  Pues como es sabido, los padres proyectan en sus hijos las aspiraciones que en su momento ellos no pudieron concretar y como siempre esperan lo mejor para su descendencia; si uno de sus vástagos llega a acercarse (o sobrepasar) la idea de plenitud que tienen, ello los hace dichosos como pocas cosas en el mundo.  No obstante, ninguno de mis hermanos quiso seguir ese rumbo (así como ponerle a alguno de sus pequeños su particular nombre: Eleuterio), tan solo yo estimulado por varias razones, llegó a ello.  Cuando quedé aceptado en una universidad estatal (la UMCE, más conocida popularmente como Pedagógico, en tiempos en los que las casas de estudios superiores eran un lujo que solo los más pudientes podían darse) mi “taita” no daba más de felicidad.  Era el mes de febrero (¿o aún era enero?) de 1994 y en marzo me tocaba entrar a mi primer año en la carrera de Filosofía (que al año después, menos mal, me cambié a Castellano), cuando un día mi papá me dijo que lo acompañara a hacer sus compras para el negocio.  Lo que yo no sabía, era que me tenía deparada una sorpresa: me llevó a una multitienda para que le pidiera una suma considerable en ropa a mi gusto (por lo general a mi hermana menor Jenny y a mí, solo nos regalaban vestimenta en dos ocasiones al año: en vísperas de Fiestas Patrias, en septiembre, y para Navidad). 
        La noche previa a mi primer día de clases, dormí como un lirón, en cambio mi papá apenas pudo pegar el ojo y ese lunes se levantó aún más temprano que de costumbre para abrir la tienda…y desearme una buena jornada.  Me había dicho que quería ir a dejarme a la universidad, a lo que le contesté que no era necesario, pues ya no era un niño (y claro, aún con 18 años de edad, tenía la mentalidad de un adolescente, al que le faltaba mucho mundo).  No obstante, sí había ido conmigo a matricularme y se río mucho cuando un grupo de hermosas señoritas, me pintaron la cara como recepción jocosa por ser mechón (alumno nuevo). 
        La vida le alcanzó para verme titulado, aunque no fue a mi examen de grado, que se habría aburrido como una ostra.  Nunca fui a la ceremonia de entrega de diplomas, que no estaba dispuesto a pagar por ello, así que tampoco pudo estar en ello (no voy a caer en el sentimentalismo “barato”, de decir que si hubiese sabido que al año siguiente moriría, habría gastado esa plata, ya que no vale la pena amargarse por lo que no fue).  Y, no obstante, el último de mis cumpleaños en los que estuvo presente, cuando supo que venían unos colegas míos, se sintió tan contento, que desde su cama quiso conocerlos, para compartir de esa manera mis comienzos como profesor. 

El día de mi confirmación (1993), junto a mis papás y Pato, mi padrino
(de quien pocos años después nunca más volví a saber).

16 comentarios:

  1. Vaya Elwin, que gran homenaje el que le haces a tu papá, se nota que fue un gran hombre y que supo inculcar en sus hijos buenos valores, gracias por compartirnos estas experiencias tan valiosas para tí. Creo que tu papá esta muy contento con el hombre en que se convirtió su hijo.

    Yo gracias a Dios aun cuento con mi padre, al cual le debo mucho, he de decir que admiro la forma como has tomado la partida del tuyo, yo, a pesar de mi edad, no se como vaya e enfrentar esa etapa de mi vida que inevitablemente llegará.

    Como ya has de haber leído en algun post en el cuchitril, tengo corazón de pollo, y reconozco que tu entrada me ha conmovido mucho, saludos y hasta pronto amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, amigo Cidroq por darle tiempo a este texto tan personal mío. Lo que me dices lo aprecio mucho y, por otro lado, también me recalcas la imagen que tengo de ti de ser una gran persona.

      Eliminar
  2. Elwin: Me encantó que compartieras estas memorias,nunca hablamos mucho de cosas personales. Puede ser un desafío para la próxima reunión.
    Me reí con la anécdota sobre la vuelta de compras de tu padre cuando no te traía nada, y encontré muy tierno que valoraras con el tiempo el libro usado que te pudo comprar.Para mí este artículo es una joyita para los amigos y me acerca un poquitín al conocimiento de tu padre.Besos
    Vale

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Vale, si no hablamos de esas cosas, por mi parte no me complica tratar esos temas, que tanto tú como el resto de mis amigos galpincheros (bueno, a los cercanos me refiero) tienen mi confianza. Lo que pasa es que siempre es tan divertido estar con ustedes, que uno se envuela abordando todo lo que tiene que ver con las grandes pasiones de uno (como les pasa a los demás del grupo con el fútbol ¿No?)
      Y en verdad al escribir este texto, pensaba tanto en mis amigos, como en mis familiares, a quienes en especial les quería abrir esta ventana a mi memoria.

      Eliminar
  3. Saludos Elwin aqui murinus2009.

    Al igual que @Cidroq (Saludos Cidroq) creo que tu papa fue un gran hombre, que supo darles la mejor formación que pudo a sus hijos, incluso mas allá de sus recursos, que por lo que has comentado no eran abundantes, en lo personal creo que le gustaría mucho, el que dediques buena parte de tu tiempo a crear este Genial espacio que es Elcubildelciclope.

    Hasta la fecha no conozco a mi padre biológico, una de las figuras paternas mas cercanas, fue mi abuelo materno, la historia que comentas de ir a la "comuna" de compras ¿supongo que la comuna es un mercado mayorista, Elwin? me recuerda que mi abuelo también me llevaba con el de compras, a un mercado mayorista de Cd de Mexico llamado: La Merced, era fuerte mi abuelo, pese a su diabetes mal controlada, podía cargar un queso de 30 kilos, mas otros 20 kilos entre jamones y embutidos y ademas llevarme a mi, recuerdo que me gustaban mucho esas idas de compras.

    Este texto personal tuyo, también me puso a pensar que mis figuras paternas no suelen ser personas de carne y hueso, sino seres mitológicos y los llamados antiheroes modernos, (no tanto los héroes mas arquetipicos), personajes como:
    Perseo.
    Han Solo.
    Thor.
    Hulk.
    Namor.
    Conan de Cimeria.
    Frank Castle, que hasta yo pensé que yo lo había inventado, ya contare esa historia.

    Gran Homenaje este dedicado a la memoria de tu Padre, Elwin, reitero creo que el estaría, o quizá este ¿quien lo sabe? muy feliz de ti, de todo lo que has hecho y lo que te falta por hacer

    Gracias por compartirlo, hasta pronto

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Marinus, por darte tu tiempo para este texto, que si bien no es primera vez en que me refiero a mis recuerdos, si en este caso se trata de algo más íntimo (no obstante me gusta compartir por acá esta parte de mi persona).
      Gracias también por referirte a tu propia vida privada, que aprecio mucho eso.
      Me llama mucho la atención la lista de personajes, que en mi caso Hulk y Conan son muy especiales para mí, habiéndole dedicado varios post al primero y unos dos al segundo.

      Eliminar
  4. Como te comenté viejo amigo, me emocionó mucho tu entrega. Más de alguien debe haber mirado con extrañeza mis alegres gestos en ese vagón atiborrado de gente que no parecía estar feliz.
    Y es que me transporté a aquellos hermosos años de mi niñez, adolescencia y juventud que pasé junto a ti����.
    Aún guardo en mi mente la alegría y el saludo cariñoso de tu padre a mi llegada a tu casa para desfrutar tu compañía y algún libro o película para amenizar la tarde.☺☺.
    " Hola don Eleuterio cómo está? Está el Elwuin?" Retumbó mucho tiempo en las paredes de tu casa. Su alegre imitación de " un niiñto" al hablarme aún lo guardo en mi corazón.
    Mi mente adolescente consideraba que eras muy afortunado pues tenía "suerte"
    de tener acceso a libros cosa que era imposible en mi casa. Pero ¡ amigo!. Fuiste afortunado en muchos aspectos. Siempre guarda tus aventuras junto a él como un bálsamo exquisito para tu alma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Marta, tú compartiste mucho con mi papá, quien te quería mucho, pues te conocía desde nuestra tierna infancia. Por lo tanto puedes comprender más todavía muchos de los detalles expuestos aquí. Gracias por traerme además otros recuerdos por medio de este comentario tuyo.

      Eliminar
  5. Elwin:

    Esta vez, por para decir.... ¡aplausos y emoción! Este artículo, de alguna manera, cierra un círculo. Y no es catarsis no hacer terapia, es poder emocionar a través de las palabras y contar una historia, o parte de la misma.

    Saludos

    RICARDO
    www.stephenking.com.ar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Ricardo, cuando comencé a mantener contacto contigo, mi papá aún seguía por estos lares...¡Es increíble cómo pasa el tiempo! Te agradezco que formes parte de mi vida desde aquel entonces.

      Eliminar
  6. Hola Elwin ¡Cuánto se disfruta leyendo lo que escribes! Lo de contar tus enojos y berrinches, eso no está de moda ni es políticamente correcto. Pero, todo aquello, pinta muy bien el amor y la paciencia que nos han tenido nuestros seres queridos. Emocionante recuerdo de tu padre, gracias por esta entrada llena de amor. Un abrazo. Hasta pronto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Diego, tanto tiempo sin saber de ti y me alegra mucho que sea a través de este texto tan caro a mi intimidad. El año pasado tuviste la misma deferencia conmigo con un texto parecido ¿Lo recuerdas? Bello detalle tuyo una vez más.

      Eliminar
  7. El amor por los libros es la mejor herencia que los padres pueden dejar a sus hijos. Al igual que tú, tengo la suerte de haber sido estimulado, con libros y cómics adornando los rincones de mi casa. La niñez pasó, la vida acomodada pasó, la inocencia pasó, sin embargo, las miles de historias que conocí siguen viviendo en mí.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Marlo, de todos los amigos que conocieron a mi papá, eres el único que se ha pronunciado por acá, aparte de Marta y eso te lo agradezco mucho, que para mí es muy importante compartir con mi gente estos textos y más sin poseen este carácter íntimo.
      En cuanto a lo que me dices, la verdad es que el mayor estímulo que me dio mi papá, fue comprarme los libros del cole y los que le pedía de regalo...En verdad algo muy valioso para mi crecimiento personal.

      Eliminar
  8. Mi estimado, muy lindos recuerdos, y muy sinceros también debo decirte. En alguna otra parte creo que señalaste que tu papá no era de temas politicos, pero yo siempre recuerdo un día que nos encontramos en el Peda y él te había acompañado a pagar la matrícula, y conversé bastante con él (de hecho estoy seguro que fue la ocasión que más conversé con él), y con dos o tres certeros comentarios, me dejo clarísimo su rechazo a Pinochet jajaja (ya estábamos en esta democracia a la chilena).
    Me alegro mucho de que los lindos recuerdos de tu padre llenen tu corazón.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué lindo lo que me cuentas, amigo. En efecto mi papá (y el resto de mi familia) nunca fue partidario del dictador, ni de sus simpatizantes y así me educó. Fíjate que te tenía en alta estima, como a la mayoría de mis cercanos. Gracias por compartir conmigo estos importantes recuerdos, que lamentablemente otr@s amig@s que también compartieron con él han obviado.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...