1. La génesis de
todo.
Planificando de antemano esta entrada,
hace meses ya, me propuse escribir un texto que fuese especial y para ello se
me ocurrieron varias alternativas, teniendo en cuenta el significado que tiene
este número dentro de la cultura cristiana y de la cultura popular en
general. Obviamente se trata de un juego
por mi parte, que para nada soy un satanista, sino que llegados a este punto me
permito escribir algo relacionado con el terror (que en todo caso, harto tengo
al respecto por acá, pero quería hacer algo diferente).
Dentro de las opciones que barajé, pensé
hacer un repaso por algunas de las películas de miedo que más me han gustado y
de las cuales nunca he dicho nada al respecto en este blog; también pensé hacer
algo parecido, pero con las novelas o cuentos del género que de igual manera
tienen un lugar primordial en mi corazón y memoria. Por otro lado, como hace meses me puse en
campaña para leer durante el resto del año, solo a autores nacionales y, luego,
latinoamericanos, se me ocurrió dedicar este espacio a una antología de relatos
chilenos de espanto que por años busqué, aparecida en plena década de los
ochenta y que por fin pude conseguir el semestre pasado. No obstante, ganó la idea de contar acerca de
las experiencias más aterradoras que he tenido, que, menos mal, no son muchas
y, mejor aún, no tienen que ver con el mundo sobrenatural (pues soy un miedoso
y me alegro de no haber presenciado, hasta el momento, sucesos de este tipo); tampoco
se trata de situaciones límites, como encontrarme en medio de un asalto
violento o sufrir un accidente mortal, pero sí que en su momento la pasé
mal. Bueno, mejor ir directo al grano
para ver cómo me queda todo esto.
2. Escándalo en
plena vía pública.
Cuando era niño, mi papá y mi mamá solo
me llevaron al cine en dos ocasiones y era ya un adulto, luego de que mi
“taita” falleció que comencé a ir seguido a ver películas con mi mamá. Es así que la primera vez que asistí con
ambos a este espectáculo, fue para ver la versión de Disney de Alicia
en el País de las Maravillas, que nunca antes había entrada a una de esas
salas. Debía haber tenido a lo más unos
5 años.
Muy contento quedé con mi nueva
experiencia, que desde pequeño me fascinaban estas historias. Iba comentando el filme tomado de la mano por
ambos lados de parte de mis padres, cuando pasamos por fuera de una carnicería
y colgados sobre unas perchas, exhibidas afuera del local, se encontraban unas
cabezas de chanchos. En mi corta vida
nunca había visto algo parecido, que tampoco conocía el campo. El impacto fue muy grande para mí y me puse a
gritar descontroladamente, por supuesto que también me puse a llorar. De seguro no solo mis familiares desconocían
lo que me pasaba, que la gente a mi alrededor debe haberse alarmado con ese
niñito que estaba fuera de control.
Luego de que quedó claro el motivo de mi temor, tras indicar todo
tiritón aquello que me provocó tanto terror, me taparon los ojos para seguir
nuestro camino. Se supone que luego debíamos
volver a pasar por ahí (supongo para ir a esas “once completas” que nos
servíamos en la tradicional pastelería San Camilo), así que les pedí a mis
papás que me volvieran a cubrir los ojos.
Hace rato ya que veo una cabeza de esas
en una carnicería, me muero de risa y si estoy acompañado por mi mamá nos
acordamos con gracia de este episodio infantil.
3. El circo del
espanto.
Toda mi educación escolar la tuve a solo
cuadras de mi hogar y al menos los 3 primeros años fue en una escuelita muy pequeña,
donde varios hermanos míos mayores también estudiaron: La Santa Margarita. A este lugar me llevaba o bien mi mamá o mi
papá o algunas de mis hermanas.
Debía estar entre los 5 y los 7 años de
edad, que desde ya era un despistado y digo esto último, porque cuando estaba
en las puertas del colegio vi que su fachada había “cambiado”, puesto que ahora
tenía unos coloridos carteles con imágenes y yo ni idea tenía de lo que había
pasado…Pues resulta que aquella vez teníamos una función de circo y yo nada
sabía al respecto. No recuerdo quién me
llevó ese día, aunque sí estoy seguro que mi acompañante tenía conocimiento del
show que se iba a llevar acabo. Pregunté qué estaba pasando y me dijeron que
ese día teníamos circo. Una imagen
acaparó mi atención: la mujer de goma, donde se veía a una fémina en posturas
contra natura; a ello se le sumaban los dibujos de los payasos, que me
parecieron siniestros (supongo como un anticipo del famoso Pennywise, del libro
de Stephen King It). Fue imposible que
me trataran de entusiasmar con golosinas y diversión, me resistí a entrar entre
llanto, gritos y forcejeo. Creo que para
mí ver la escuelita así de transformada de la noche a la mañana, con una
especie de carpa en su pequeño patio, fue demasiado, como si hubiese entrado a
lo que luego conocería como La Dimensión Desconocida.
4. Solo en la
noche.
Lo más probable es que esta experiencia
me haya pasado antes de la anterior e incluso de la primera que cuento en este
listado y que debido a lo traumática que me haya significado, fuese aquella que
me llevó a tenerle por años temor a la noche y a la oscuridad, así como a la
soledad física.
Y todo lo anterior, porque siendo muy
pequeño, desperté no sé a qué hora de la noche solo en casa, no recuerdo sin
con las luces prendidas o en plenas tinieblas y al verme indefenso me puse a
llorar con un miedo atroz, que no había quién velara por mí. Tengo muy presente haberme subido a una silla,
para abrir la puerta que daba al patio de mi casa y luego encaramarme a una
especie de pileta que había (y aún existe en mi hogar), para encima de ella
asomarme por la muralla que daba con la casa de mis vecinos. Puede ser que la memoria me falle, pero
comencé a llamar para “el lado” y de ese modo desperté a los vecinos que años
después serían mis familiares políticos (ya que una de mis hermanas se casó con
el hijo mayor), quienes sabían que el resto estaba donde mis abuelitos, que vivían
a una cuadra y media; así que los fueron a buscar y de ese modo se les acabó la
fiesta (¡Por irresponsables!) y yo pude quedarme tranquilo, que algo así es
como para sentirse desvalido ¿No?
Desde aquella vez nunca más me dejaron
solo, hasta que ya pude valerme por mí mismo.
5. ¡El guarén
del wáter!
Yo era ya un preadolescente y debía
tener cerca de unos 11 años de edad.
Eran vacaciones de verano y hacía mucho calor, no sé si durante enero o febrero.
Aquella vez fui al baño a hacer mis necesidades y creo que escuché un chapoteo
dentro de la taza, que me pareció no se trataba del producto de mi digestión y
cuando me paré a limpiarme miré dentro del wáter (como le llamamos acá de
manera informal a la taza de baño, por WC, o sea, Water Closet) vi que había
vivito y coleando, creo que hasta saltando, una enorme rata (que en Chile son
los guarenes, mientras que los
roedores más pequeños son las lauchas). Fue así que gritando de lo lindo, salí
corriendo con los pantalones aún abajo y mostrando todas mis “vergüenzas”. Lo que pasó después con el bicho lo ignoro.
Pasaron años como para que no me asegurara
antes de “sentarme en el trono”, de que no hubiera ningún visitante inesperado
atento a morderme “ahí debajo”.
Bueno, esto me quedó mucho más extenso de lo que me esperaba, que aún tengo 5 historias más de este tipo que contar y ya escribí. Así que la segunda parte va para fines de mes ¿Les parece?
Muy acertada la decisión de dividir el post, si quedó demasiado largo, así como también la de contarnos estas experiencias aterradoras para jugar con el número diabólico. Creo que sobre la número 3, todos hemos tenido algo así alguna vez en la vida.
ResponderEliminarEl miedo forma parte de nuestra vida y las experiencias que tenemos de pequeños al respecto nos marcan (bueno, a unos más que otros). A ver qué te parecen las otras historias que tengo para contar.
EliminarMuy interesantes tus relatos, me recuerdan mi niñez en el campo y todos los miedos que tenía en muchas situaciones , como las noches completamente oscuras o los relatos de historias paranormales de mi tío abuelo que nos contaba las tardes de invierno lluviosas al rededor del brasero, te agradezco porque me llevaste a esos años de infancia que ahora recuerdo con muchísimo cariño.saludos y seguiré leyendo tus relatos tan interesantes.
ResponderEliminarMe alegra mucho te haya gustado este primer encuentro con lo que escribo. A ver si en persona me cuentas tus propias historias de miedo.
EliminarElwin:
ResponderEliminarAntes que nada felicitaciones por el post "666". Un largo camino recorrido, y además brillante en este blog. Muy interesante este post con los miedos reales. Yo en mi caso recuerdo haber pasado miedo un dia que fui victima de un asalto a punta de pistola. Estábamos con mi señora (en ese momento mi novia), en un restaurant, que estaba lleno. Y entraron dos ladrones a punta de pistola, apuntando y robando mesa por mesa. El problema era que estaban pasados de droga. Por suerte no hubo víctimas ni nada por el estilo. Pero que tuve miedo... ¡lo tuve!
Un abrazo y a la espera de la segunda parte...
Saludos
RICARDO
Gracias, amigo, por pasarte por acá y celebrar junto a mí (una vez más) otro hito del blog. Lo que me cuentas, terrorífico en verdad, nunca me ha pasado menos mal; me alegra que no haya pasado a mayores.
EliminarSaludos Elwin, aquí murinus2009.
ResponderEliminarFelicitaciones por tu Entrada 666!
Que bien que la has dedicado al Miedo, compartiendo algunas de tus experiencias reales.
Veamos tus relatos:
2.-Escandalo en la vía pública.
Criado en la barbarie, creo que nunca tuve un susto así, de terrible, quiza lo más parecido era cuando se me morían mis peces mascota, (Explicacion: allá en los 80s. 1984 quiza, a la salida de la Primaria vendían, los traían en cubetas de agua, peces de colores, también ranas pequeñas y cangrejos) me ponía triste y hasta "me entraba basura en los ojos".
3.-El circo del Espanto.
Esto si me llego a pasar con una función de payasos en la plaza de Coyoacán, (de las más turisticas por acá) lo que no recuerdo es si fue por el miedo que me dió ver a los payasos o por ver llorar a otros niños.
4.-Solo en la noche.
Uhh...eso es terrible creo que en EEUU hasta es delito dejar a menores de 18 en casa, sin supervisión de un adulto, creo que no me llegó a pasar.
5.-El "guaren" en el water.
Sabía lo de las "lauchas" este sobrenombre no lo conocía.
Esta historia es...repulsiva perturbadora...yo te puedo comentar que pasó con el bicho:
Hace unos 25 años entre al baño donde trabajaba, estaba oscuro, así que prendí la luz y vi algo negro chapoteando en la taza, me sobresale, y mire con cuidado, era una rata de unos 25 centímetros de largo, le comenté a mi tio y el dijo: "déjala ahí, mañana va a amanecer muerta", efectivamente al día siguiente la rata estaba muerta quizá por hipotermia o ahogamiento o combinación de ambos, simplemente la sacamos y tiramos a la basura.
El miedo es uno de los sensaciones mas fuertes que tenemos los humanos, es parte del instinto de supervivencia, de ahí que a muchos nos llama mucho la atencion saber de historias que invoquen el miedo.
Gracias por compartir estas experiencias tuyas Elwin, quedó a la espera de la siguiente parte de la Entrada.
Ya me preguntaba cuándo te ibas a aparecer por este post, que sé lo esperabas. Lo que cuentas de los animalitos que comprabas, en Chile antiguamente fue con los pollitos que uno compraba, los cuidaba y al final siempre se te terminaban muriendo.
EliminarComo siempre son los amigos del extranjero quienes me leen, que los "históricos" y compatriotas son unos indolentes, pese a que escribo textos muy íntimos de vez en cuando.
Elwin, me reí mucho con dos de estas anécdotas que compartes con nosotros.
ResponderEliminarLa primera, la de las cabezas de cerdo. Porque en Galicia las hay en muchas carnicerías. No solo eso: la cabeza de cerdo salada, o "cachucha", se usa como decoración en muchas tabernas. Suelen colocarles gorras, gafas de sol, cigarrillos, bufandas de fútbol... Y en el Entroido (nuestro carnaval), donde el cerdo es el protagonista gastronómico, en los supermercados hacen todo tipo de composiciones kirsch con piezas de cerdo saladas: parejas de aldeanos con cabeza de cerdo y cosas así.
Y la relativa al wc. Mi sobrina, cuando era una niña pequeña, tuvo pánico a los WC por un suceso curioso. Se hallaba en el WC de su casa, sentada en el retrete, ¡Cuando un hombre le cayó del techo!
Resulta que en el piso de arriba estaban reformando los suelos, y el albañil, al picar el pavimento, lo rompió y se precipitó al vacío. Tardó meses en poder volver sola al WC.
Me alegra mucho que hayas compartido conmigo estos recuerdos y que te hayan divertido. Lo que cuentas sobre tu tierra, siempre lo aprecio mucho.
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