sábado, 1 de julio de 2023

Alan y yo.

 

     El presente texto originalmente lo escribí para complementar mi lectura de Alan Moore, Retrato de un Caballero Extraordinario, pero como me quedó mucho más extenso de la revisión misma del libro, decidí publicarlo por separado.  Es así que ahora se los comparto.

    Eran mediados de los noventa, cuando mi amigo Mauricio Tapia (¿O fue Marlo?), me comenzó a prestar ejemplares de su extensa colección de cómics.  En aquel entonces, tener mi propia comiteca, como la que ahora poseo con orgullo, era apenas un bosquejo entre mis deseos y me sobraban dedos de las manos de los pocos títulos que poseía (al final de mi etapa escolar, por pura ignorancia, le regalé a mi profesor de Artes Visuales una gran colección de La Espada Salvaje de Conan, que llevaba completando al menos un año; eran unas revistas casi pulps, en grapa, blanco y negro de una editorial colombiana... ¡Más encima del tándem Roy Thomas/John Buscema!).  Así fue cómo llegaron a mis manos, unos cuantos agregados de Cuentos de los Linterna Verde y entre ellos se encontraba uno sobre un planeta sintiente, que pertenecía a esta famosa patrulla galáctica.  El texto era Mogo no tiene vida social, muy divertido e ingenioso, que más encima luego fue adaptado como uno de los segmentos de la segunda película animada de Linterna Verde. Solo años después, al leerme mi tomo de lujo de El Universo DC de Alan Moore, me enteré de que esa joyita la había escrito este mismo.
     En la Librería Antiyal, donde compré muchos de mis primeros fascículos comiqueros a excelente precio (antes que se pusiera carita), encontré varios números seguidos e incluso un taco de la colección regular de La Cosa del Pantano; era justamente la serie que hizo famoso a Moore en USA y el resto del mundo, la misma que convirtió al bondadoso elemental monstruoso del Mundo Vegetal, en una estrella... Pero mucho antes de esto, en mi etapa de universitario del siglo pasado, pude comprar una revista de terror llamada Dossier Negro, que traía material de DC del género, y entre ellas venia una del mismísimo Shampy, enfrentándose a la locura genocida del Hombre Florónico; en mi plena juventud quedé fascinado con esa obra y tuvo que pasar un buen tiempo para que supiera la conexión entre ese episodio y mi lectura más ordenada de esa gloriosa etapa del personaje.  No recuerdo mucho (típico de mí) de esas viñetas, tan solo que me conseguí lo que venía inmediatamente después de la famosa saga American Gothic (en la que aparece Chilito, con nuestra Isla de Chiloé, sus brujos y el monstruoso Invunche), cuando el personaje es transportado al espacio, debe regresar a la Tierra y no sé si antes o después viene la famosa Lección de Anatomía, todo el tema con el traicionero Arcanne, Ritos de Primavera y esa aterradora trama dedicada al Rey Mono (y entre medio, viene una historia más larga, tipo one-shot o anual de Batsi y Shampy juntitos... Con una portada bellísima del Murciélago subido y de pie, sobre unas largas ramas que creo salen de La Cosa del Pantano.... Pero recién he buscado la imagen en Google y ahora sé que en el dibujo el Señor Oscuro está sobre una especie de bloque de cemento o de piedra).

 
    Y siguiendo con Shampy y Alan Moore, no sé en qué momento y circunstancias precisas me leí En la Selva (Dentro de la Jungla o un título así) por primera vez, una preciosa narración del elemental ayudando a un infectado Hombre de Acero.  No recuerdo si poseo solo dos o tres ediciones diferentes de esta genial pieza y dos de ellas en tapa dura: una de Los Mejores team-ups, de la llorada editorial española Ediciones Zinco (¡Qué cariño le tengo!) y otra con colores remasterizados, en la mentada antología de historias cortas del inglés para DC y su continuidad oficial.
    Leyendo revistas especializadas y por las recomendaciones de mi gente, me enteré de la existencia de Watchmen y V de Vendetta.  Solo conocí de qué trataban ambas novelas gráficas, cuando fui al cine a ver las películas, que me dejaron loco; con cariño recuerdo haber ido al cine, junto a mi compadre Miguel Acevedo, un domingo para disfrutar de la segunda y allí encontrarnos de sorpresa con otro amigo y su por entonces eterna novia (ya no están juntos).  Aquella vez pasamos a tomar una rica once al Bravíssimo, que estaba al lado del cine Gran Palace (ambos lugares, tan queridos en mi memoria, ya no existen lamentablemente).
   V de Vendetta me la vine a comprar años después, gracias a la edición chilena que salió en los kioscos de la desaparecida editorial nacional Unlimited (¡Que buenos títulos sacaron y baratos!).  Me impresionaron las diferencias entre la cinta y el material original, en especial en lo que concierne a la caracterización de la coprotagonista femenina.
    Watchmen es, por increíble que parezca, mi historia favorita de Alan Moore (y eso que tiene varias que me sobrecogen) y pongo esa palabra de "increíble", porque nunca he leído la historieta en sí misma; no obstante, para cuando salió la cinta, que adapta con mucho amor al texto del que se nutre, apareció el mismísimo comic animado completo viñeta por viñeta.  Apenas me compré el DVD original, en la también extinta Feria del Disco (otro lugar valioso de mi pasado al que extraño), me devoré las 6 horas que duraba todo y quedé muy contento, de comprobar cuán maravilloso era ese cómic tan importante.  Con posterioridad, me compré muy barato una edición de lujo gringa de la Versión Extendida o Corte del Director de Watchmen en DVD, que me fascinó; lamentablemente el material adicional no viene en español, así que no lo pude disfrutar.
    A principios de este siglo, hace casi dos décadas, el diario La Tercera sacó a precio económico, una serie de antologías en formato de bolsillo de varios personajes famosos del cómic, gringos y nacionales; entre ellos, venían sendos tomos dedicados a Batman y Superman, los que no dudé en adquirir.  Entre lo genial de estas antologías "a precio de huevo" (el papel no era muy bueno y, por ende, los colores no eran los mejores para apreciar la belleza de sus dibujos... Aunque eso poco me importaba en aquel entonces, cuando comenzaba recién a hacerme mi propia colección y no sabía mucho de todo), estaban las introducciones que ayudaban a conocer a los autores escogidos y a tomar conciencia de la importancia de las obras que recogían dichos volúmenes.  Mi memoria es frágil, tal como ya lo he dicho, y tiende a dejar de lado los detalles, aunque siempre se me queda dentro la sensación de satisfacción o decepción, que me puede provocar un título determinado.  Teniendo en cuenta lo recién afirmado, es que no olvido los elogios para La Broma Asesina (de Batsi), Para el hombre que lo tenía todo y para ¿Qué le sucedió al Hombre del Mañana? (ambas de Supes).  El antologista, se refirió al talento del escritor de dichos textos, el mismísimo Alan Moore, a quien ya conocía desde hace años. Fue la primera vez que me leí tales piezas y las de Superman en verdad me parecieron preciosas, llenas de un sentido de maravilla, que sacaba lo mejor de los tropos de la Edad de Plata, si bien eran historias maduras, propias de su época y de su autor.  En cuanto a la famosa novela gráfica, que tenía de protagonistas a Batman, Guasón, Batichica y al comisionado Gordon, su oscuridad me impactó de sobremanera.  Tiempo después, el anual del kryptoniano fue bellamente adaptado para Liga de la Justicia Ilimitada y la historia del Cruzado Enmascarado, tuvo una gran peli animada... Luego conseguí todas esas historietas en versiones de lujo como parte de El Universo DC de Alan Moore.


    Volviendo atrás en mi vida, en los noventa y cuando estaba en la universidad, formaba parte de un fanclub de Star Trek; uno de mis compañeros, aún un escolar, andaba con unos cómics en grapa de Spawn y como me llamaron la atención, se los pedí prestado apenas los tuviera libres; con posterioridad, me vi esa misma década la serie animada, junto a mis amigos Iván Piñeyro y César Sáez, en una junta de machos ñoños y quedé fascinado.  Mucho tiempo después, cerca de 2009, una colega me contó que su marido quería deshacerse de una caja llena de cómics y entre ellos venían más de 100 números de Spawn en grapa, incluyendo unas 3 ó 4 miniseries; ni tonto, ni perezoso, le ofrecí comprárselos a un muy buen precio y de ese modo los fuí a buscar a su casa, llegando más feliz que perro con un hueso a la mía.  Entre los primeros números del engendro demoniaco con corazoncito, había un autoconclusivo escrito por nada menos que Alan Moore y Blood Feund, una novela gráfica de la autoría del mismo escritor.  De la primera, solo retengo en la memoria que hace su debut un vagabundo asesino llamado The Freak y en la segunda aparece un vampiro monstruoso.  Ambas obras son consideradas "trabajos menores" de Moore, pero no por ello las desprecié, sino que, al contrario, me gustaron mucho y no me importa lo que digan los críticos.
    Cerca del milenio, un amigo del fan club de Star Trek (José Varas) me prestó el primer integral de La Liga de los Hombres Extraordinarios. Considerada entre otra de las perlas dignas de elogio de su creador, me volvió loco de gozo su utilización de personajes de la literatura victoriana y del siglo XIX.  Llena de referencias y juegos metaliterarios, se trata de un hito del cómic solo para lectores sofisticados, adultos y cultos; por lo mismo, no supe apreciarlo lo suficiente en aquel primer encuentro.  Tempus fugit y llegó 2020, con este la pandemia del Covid-19, que nos recluyó nuestras casas hasta el año siguiente y puso en tela de juicio nuestra capacidad para mantener la cordura; fue así que entre otras cosas, leí más que nunca (o al menos a un nivel parecido al de mis últimos años de adolescencia y los primeros de mis veintitantos).  Todos los meses gastaba una suma "interesante" en comprar libros y cómics por internet, de los cuales he leído una ínfima parte; fue así que aproveché un ofertazo y pedí juntitos los 4 primeros integrales de La Liga de los Hombres Extraordinarios, todos en formato de tapa dura.  Me los devoré, por fin, el año pasado y esta vez gocé demasiado sus lisérgicas aventuras.  Cabe mencionar que sus agregados, salvo el cuento sobre Alan Quatermain, que también fue incapaz de leer en los noventa, los disfruté con mucho placer (el mapa/atlas de los lugares mágicos y secretos del mundo, es de una genialidad multireferencial e intertextual de tal envergadura, que me hizo reverenciar más que nunca a su autor)
    En los noventa, antes de entrar al fan club de Star Trek (se llamaba Zona Neutral), estuve en un taller de literatura de ciencia ficción.  Llevado a cabo por puro amor a la divulgación y al género por el bondadoso Tío Lucho (Luís Saavedra para el resto de los mortales), creo que fue él quien me habló por primera vez de Desde el Infierno.  Como yo, además, desde niño he sentido una fascinación morbosa por la figura de Jack el Destripador, de inmediato me interesé en ese cómic, considerado entre lo más sobresaliente de ya saben quién.  Luego, en 2001, me vi en el cine la peli junto a mi comadrita Ledda y ambos quedamos extasiados; sin embargo, cuando por fin me compré el cómic en tapa dura y en oferta gracias a Buscalibre, comprobé que la adaptación había hecho más accesible su agreste material, el que me aburrió como ostra e incluso fuí incapaz de terminarme la historieta de complemento; asimismo, no vacilo en afirmar que encuentro FRANCAMENTE HORRIBLE y SIMPLÓN el dibujo de esa novela gráfica.
    Lo último que me compré de Moore, es el primer tomo de Providence, una obra suya en la que le hace un homenaje a Lovecraft, quien creo es protagonista de esa historia.  Lo adquirí en 2019 y aún lo tengo sellado, pues debo conseguirme los números siguientes.
     Tengo unos cuantos "pecados de omisión", con la bibliografía del artista que hoy nos reúne.  En primer lugar, se encuentra no haberme comprado nunca Watchmen.  En los noventa pude adquirirlo a buen precio en tapa dura, en unos cuantos volúmenes, que en la Antiyal lo tenían baratísimo; pero en ese tiempo era mucho más ignorante y desconocía la oportunidad que me estaba perdiendo.  Por otro lado, lo que más me duele fue no haberme llevado conmigo el integral de los W.I.L.D.C.A.T.S., escritos por Alan Moore y eso, porque me salía el doble de lo que me atrevía a pagar, en aquel entonces, por una edición en tapa dura (hoy está mucho más cara que nunca tan dichosa etapa).  El año pasado no más, creo, salió a la venta el compilatorio de La Tempestad, la última aventura de La Liga de los Hombres Extraordinarios, hasta donde yo sepa y que transcurre en el futuro; costaba barata y nunca me la he comprado todavía, así que también pesa sobre mi conciencia.
    Alan Moore de igual manera es un novelista con varias obras aplaudidas, pero por lo que he leído acerca de su literatura, en ella expone su faceta más densa, justo la que no me atrae.  Cuando salió en español Jerusalén, en plena pandemia, una novela de más de 1000 páginas, casi me la compré; no obstante, al final imperó en mi el deseo de esperar, a que uno de mis amigos la leyera antes, a ver si me la recomendaba ¿Alguien por ahí tiene experiencia en su narrativa? (aún tengo el mal sabor de boca, de su cuento agregado al omnibus N° 1 de La Liga de los Hombres Extraordinarios).


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