Mi siguiente entrevistado es alguien muy importante
para mí (y, por supuesto, para un montón de personas), puesto que si bien hoy
en día lo veo tarde, mal y nunca, es uno de los sensei que tengo y al
que le debo bastantes de los conocimientos (ñoños) que hoy tengo, así como un
montón de bellos recuerdos. Cabe mencionar que luego de Roberto Alfaro, es el segundo de al menos un cuarteto de más que interesantes figuras del acontecer nacional friki que deseo traerles a este humilde blog; por lo tanto, gracias de nuevo a quien con toda su amabilidad me permitió entregarles este exclusivo texto.
Conocí a Luis Saavedra (a quien luego
llamé “Tío Lucho” debido a sus características patriarcales) entre 1994 y 1995,
gracias a los primeros eventos dedicados al fandom que asistí en el Centro
Cultural de España, ya sea solo o con un par de amigos (e incluso con uno o dos
sobrinos en alguna ocasión), gracias a la iniciativa de un grupo que fue el
primero en Chile en llevar el mundo de la ciencia ficción, pelis, series,
cómics, videojuegos y otros a la exposición masiva para el gusto de sus
aficionados; todo lo anterior en una época en la que la ignorancia al respecto en nuestro
país por medio de las instituciones, lo veían a lo más como una mera curiosidad
escapista de “desadaptados” (¡Como si el fútbol mismo no fuera en realidad
eso mismo y más para millones!). Habremos cruzado una que otra palabra y bien
recuerdo que a uno de los Ficcionautas Asociados, el grupo al que pertenecía en
aquel entonces nuestro entrevistado, si uno podía unirse a ellos, puesto que en dicha época no tenía
mucha gente con la cual compartir mis intereses; quien me respondió (quizás el
propio Tío Lucho antes que me conociera en verdad), de la manera más “protocolar”
me respondió que eran un grupo cerrado, que no era mala onda, etc., etc… Poco
después el mundo cambió para mejor y me rodeé de un montón de pares, con los
cuales intercambiar pareceres sobre aquellas historias y personajes que nos hacían
alucinar.
El 16 de marzo de 1996, para ser exacto, comenzó el taller de literatura de ciencia ficción organizado/liderado por Luis Saavedra en los hoy añorados talleres del Parque O´Higgins, que hacían los mismos Ficcionautas Asociados en las dependencias que los Rotarios, muy amablemente, prestaban a este equipo. Llegué a tener la suerte y la dicha de participar de tal taller gracias al dato que me dio Rodrigo Yuri, otro maestro y del cual no sé hace años ya. Estuve unos cuantos meses no más (y no un par de semanas como bien cree otro querido amigo); allí de manera desinteresada el Tío Lucho nos pasaba apuntes en fotocopias que ni siquiera las cobraba, los leíamos en casa o en las reuniones y los comentábamos, a la par de que el experto nos daba sus clases magistrales que tanto influyeron en nosotros. En más de una ocasión nos regaló libros, ediciones que guardo sagradamente y nos prestaba algún título, a veces también de cómics o películas, cuando el resto todavía estudiante apenas teníamos para adquirir su propia colección (¿Ahora van entendiendo mejor por qué razón le puse ese apodo?).
Bueno, ya es hora de ir al verdadero plato fuerte de esta ocasión y espero el mes que está por comenzar contarles más sobre el Tío Lucho, para cuando ya pueda tener en mis manos su primer libro y leerlo, puesto que sin dudas que escribiré al respecto.
1.
Preséntate en 10 líneas.
Creo que menos, tampoco soy tan
interesante. Mi nombre es Luis Saavedra Vargas, nací en Puente Alto, me gustó
la ciencia ficción desde siempre y nunca he dejado de quererla. Soy aficionado,
editor y escritor de género. Aficionado en el fándom activo desde 1988, editor
desde 1990 con mi primer fanzine que se llamaba Wonderlands, y
escritor de género desde 1998 con mi primer cuento llamado «El payaso de
porcelana». Edité el fanzine Fobos, las antologías Pulsares
y participo del Grupo Poliedro. Mis relatos han sido traducidos al inglés,
francés e italiano. He atravesado todos los movimientos modernos de la ciencia
ficción chilena y recién hace poco salió mi primera antología de cuento, por
Cathartes Ediciones, que reúne parte de mi obra de los últimos 20 años. Y mira
tú, hemos llegado a las 10 líneas.
2.
Cuéntanos de cómo llegaste a la literatura de la ciencia ficción y a
apasionarte por ella.
No lo sé muy bien. ¿Fue un accidente o el
resultado de un experimento eugenésico? Lo cierto es que no puedo datar bien el
momento en que me hice consciente del fantástico. Nací en una época en donde el
futuro era un concepto luminoso y siempre adelante de nosotros, aunque
inminente. Solo nombrar el año 2000 podía gatillarte secuencias de imágenes
estroboscópicas. Íbamos a llegar a Marte, viajar en el tiempo, conversar con
inteligencias artificiales. Todos conceptos popularizados por la ciencia
ficción desde la época de los 1950s. La década de los 1970s, aquella en la que
se data mi nacimiento por carbono 14, el género era lo suficientemente popular
para dejar su claustro y hacerse mainstream. Así las cosas, adquirir el sentido
de la maravilla, desde un ángulo tecnológico y científico, venía junto con la
marraqueta. No obstante, puedo decir que hubo un hecho señero. Aunque ya tenía
el bichito en la cabeza desde que vi Star Wars, mi primer
verdadero libro de ciencia ficción me lo regaló mi madrina. Era un conjunto
tempranero de relatos de Isaac Asimov que venía en una colección llamada Libro
Amigo. Un anillo alrededor del Sol definitivamente inclinó la balanza
hacia la literatura de género.
3.
¿Cuáles son los “Orígenes Secretos” de Ficcionautas Asociados?
No hay tales. Esa historia ya fue escrita
en un artículo sobre la Década Prodigiosa, los 1990s, para el ezine español Alfa
Eridiani, hace más de 10 años. Allí está mucho mejor contada,
pormenorizada, desmenuzada. Se relatan episodios deliciosos y chocantes, así
que los remito a que lo lean allá. En el artículo se explicita qué fue de la
Sochif, Sociedad chilena de ciencia ficción y fantasía, y cómo un grupo de
jóvenes idealistas se desligaron de ella y terminaron formando primero el
Círculo chileno juvenil de ciencia ficción y fantasía, y luego Ficcionautas
asociados. Fue una salida intempestiva, a balazo limpio y cerrando las puertas
por fuera. No fuimos populares entre quienes se quedaron atrás. Sochif tenía un
boletín de novedades. El número post-cisma traía en portada al Motorista
Fantasma gritando a voz en cuello: «You’ll die for this!». Sochif siguió
declinando hasta una vejez silenciosa, mientras que Ficcionautas Asociados
serían los putos amos de toda la década. Es el ciclo de la vida.
4.
Quisiéramos saber sobre tu participación en los talleres del Parque O´Higgins.
Mi participación en Ficcionautas Asociados
acabó en el cansancio natural de cinco encuentros de ciencia ficción, desde
1991 a 1997. Después de formar parte de la organización de estos eventos
masivos, me entraron ganas de hacer algo más específico y de menor escala. Creo
que de esos grandes eventos la literatura de género, la parte que yo
representaba, salía bien coja, en el sentido de que las estrellas eran otras
disciplinas como el coleccionismo, el maquetismo, el cine, el cómic y la
ilustración. Roberto Alfaro y Gabriel Huamán habían formado un espacio de talleres
en el Club Rotario del Parque O’Higgins, locación que ya no existe hoy en día.
Recibí la invitación para unirme con un taller de apreciación de la literatura
de ciencia ficción. De allí nació la idea de realizar una publicación propia
como lo fue Fobos, un fanzine estúpidamente gratuito. Fueron unos
tres años y como dos mil fotocopias de documentos y relatos de anticipación,
calculo. Se formó un buen grupo, bien afiatado, aunque la mayoría del tiempo
fue un club de Toby. Me hubiera gustado más presencia femenina, pero la
particular naturaleza del taller era desconcertante para cualquiera. Hubo días
muy fríos de invierno en donde sobrevivimos felices con un café y una caja de 3
kilos de esas galletas de jardín infantil, que parecían madera aglomerada. Hubo
días muy calurosos de verano en donde lo suspendimos todo y nos fuimos a jugar
a la pelota a los potreros del Parque. Fue una época romántica y despreocupada.
5.
¿Cómo es el proceso que llevas para escribir algún cuento?
Completamente caótico, muy distinto de lo
que solía enseñar en el taller del Parque O’Higgins. En ese taller, hablamos de
diferentes enfoques estructurados y metódicos para llegar a una historia,
generar ambiente, construir personajes. Me leí manuales de escritura de todo
tipo, que te prometían que ibas a ganar el reconocimiento del público y vender
mogollones. Me aprendí métodos muy complicados de clasificación de los
elementos de la narrativa. Llegué a pensar en comprar licencias para software
de escritura, que mejorarían mi oficio. Extrañamente nunca fui a ningún taller
de un escritor o escritora famosillos. No voy a decir que di vuelta el círculo,
pero si terminé desechando casi todo y me quedé solo con unas pocas cosas. No
soy un escritor de método y empiezo con algo bien esotérico. En la oscuridad de
mi mente emerge una imagen principal, continúo con una imagen de inicio y debo
visualizar el final con otra. Luego, esas imágenes están un buen rato hirviendo
en la marmita hasta que la presión obliga a escribir la primera palabra. Conociendo
el punto A y el Z, puedo hacer ciegamente la ruta entre ambos puntos. Por
supuesto, no es que sea todo una conflagración ectoplasmática, siempre uno
plantea situaciones, personajes, temáticas, con un mínimo de volición, pero
generalmente estos van variando durante el texto. No sé si eso sea un método en
sí mismo, tiendo a sospechar que sí. Una cosa importante del oficio es
encontrar la voz propia y eso no lo puede brindar ninguna metodología, la voz
es una cosa intransferible que uno debe buscar por sí mismo.
El 16 de marzo de 1996, para ser exacto, comenzó el taller de literatura de ciencia ficción organizado/liderado por Luis Saavedra en los hoy añorados talleres del Parque O´Higgins, que hacían los mismos Ficcionautas Asociados en las dependencias que los Rotarios, muy amablemente, prestaban a este equipo. Llegué a tener la suerte y la dicha de participar de tal taller gracias al dato que me dio Rodrigo Yuri, otro maestro y del cual no sé hace años ya. Estuve unos cuantos meses no más (y no un par de semanas como bien cree otro querido amigo); allí de manera desinteresada el Tío Lucho nos pasaba apuntes en fotocopias que ni siquiera las cobraba, los leíamos en casa o en las reuniones y los comentábamos, a la par de que el experto nos daba sus clases magistrales que tanto influyeron en nosotros. En más de una ocasión nos regaló libros, ediciones que guardo sagradamente y nos prestaba algún título, a veces también de cómics o películas, cuando el resto todavía estudiante apenas teníamos para adquirir su propia colección (¿Ahora van entendiendo mejor por qué razón le puse ese apodo?).
Bueno, ya es hora de ir al verdadero plato fuerte de esta ocasión y espero el mes que está por comenzar contarles más sobre el Tío Lucho, para cuando ya pueda tener en mis manos su primer libro y leerlo, puesto que sin dudas que escribiré al respecto.
Agradezco el espacio que me has dado para
divagar de muchos asuntos celestiales y humanos. No todos los que hubiera
querido, pero estoy satisfecho. Es un texto que quedará por aquí, guardado en
las capas geológicas de internet para su descubrimiento por una raza
alienígena, que pensará que los humanos teníamos plumas multicolores y
caminábamos con las manos, y se preguntará por el significado de la palabra
ciencia ficción.
Explicación: Luis Saavedra
Vargas, escritor de ciencia ficción, a punto de cumplir 50, con su primer libro
en solitario a cuestas, nos explica por qué no ser escritor de ciencia ficción
en Chile. Lecciones chistosas de vida de un viejo primate.
Como Poe, Lovecraft y Stephen King, el Tío Lucho es un gatero consumado. |
Buena entrevista a una personalidad que, sinceramente, no conocía. Respuestas directas y no muy optimistas en lo que respecta a vivir de la literatura en este lado del mundo, pero muy sinceras. Comparto lo de la saga SAGA (valga la redundancia), una genialidad. ¡Felicitaciones Elwin por hacernos saber más de esta genete que tanto viene aportando a los géneros que tanto nos gustan!
ResponderEliminarSaludos,
RICARDO
Gracias por dedicarle tiempo a esta entrevista, amigo. Yo, por mi parte, espero con ansias el libro de Luis que lamentablemente se ha tardado en salir de la imprenta.
EliminarEs bueno saber de un buen amigo, que es unos de los puntales literarios del fantástico nacional como uno de sus promotores, motor fundamental desde la década de los 90, cosa que no se deja ver a primera vista gracias a humildad y bajo perfil, pero que es necesario que se le reconozca como tal.
ResponderEliminarSolo hay que hacer una pequeña aclaración. Cuando Salimos de SOCHIF no fue a balazo limpio, sino con armas de rayos (como debe de ser en una agrupación de C.F.) y sables de luz en mano, mientras puertas automáticas se cerraban dejando atrás criaturas que babeaban acido corrosivos de sus poros.
Dejando las bromas aparte, es un agrado llamar amigo a Luis, quien corrió con nosotros por un sueño, colocar el género el fantástico a vista y paciencia de aquellos que solo vivían el día a día, en un mundo gris sin sueños.
Roberto Alfaro Vergara.
Que alguien como tú comente y nos dé su opinión, quien conoce tan bien a nuestro entrevistado y más encima también fue parte esencial de esta historia, es algo muy valioso que complementa las palabras del Tío Lucho. Gracias por pasarte por acá y no caer en la "indolencia" de al menos dejar un saludo.
EliminarLeyendo esta entrevista, específicamente lo concerniente a vivir de la literatura, me parece que no sólo en Chile es así, sino incluso en gran parte del mundo. En España muchos escritores, con publicaciones a cuestas, dicen que es imposible vivir de la escritura, a menos que hagas muchas producciones. Esto, por supuesto, termina "quemando" a la persona o quizás peor, generando un bloqueo de escritor. Lamentablemente, poca gente gusta del placer de una buena lectura: Todavía acá te ven como un bicho raro si dices que te gusta leer. Por esa misma razón en mi blog no escribo tan frecuentemente como antes.
ResponderEliminarBueno amigo, muchos escribimos por amor a lo que hacemos y porque nos gusta compartir aquello que nos hace felices y de ese modo "dialogar" con nuestros pares... Al menos así yo lo tomo y supongo que Luis y tú mismo también.
Eliminardon Luis es un crac!!!
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo.
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