lunes, 18 de enero de 2021

Una secuela para gozar de manera independiente.


     Tras el éxito de la novela de ciencia ficción postapocalíptica Metro 2033, del escritor ruso Dmitri Glukhovsky, era de esperar llegara pronto una segunda parte y es que sus impactantes sucesos finales bien daban paso para que ello ocurriera; por otro lado, el mundo de pesadilla creado por su autor, sin dudas que prometía nuevas historias ambientadas tanto en las redes del metro, como en el mundo de afuera y el cual apenas había llegado a ser explorado por sus personajes. Fue así que en 2007 llegó la continuación, titulada nada menos que  Metro 2034, puesto que transcurre un año después de los sucesos de la primera entrega.  Cabe mencionar, que pese a ser una secuela, el libro es en cierta medida una obra independiente, ya que sus protagonistas son otros, tres de ellos recién presentados al lector y otro un viejo conocido, el cual desde su debut nos llamó la atención y ahora tenemos el gusto de “verlo” más en acción, si bien los misterios sobre su pasado siguen pendientes para todo el mundo; por otro lado, el querido Artyom vuelve a salir en al menos tres pasajes, pero solo como secundario. El volumen está articulado de tal manera que se puede leer y disfrutar sin haber tenido en las manos el anterior y si bien se mencionan eventos de su predecesor, estos se encuentran contados de tal manera que uno de inmediato se pone al día y es que el argumento de la segunda parte es por completo otra historia; en todo caso, es de esperar que en la tercera parte y que se supone cierra una trilogía (puesto que al menos hay publicada una novela derivada, escrita por otro artista), las tramas se unan y con ello la vida de los protagonistas de ambos tomos también converjan entre sí.
     Una chica sobrevive apenas puede al exilio junto a su padre y solo se tienen entre ellos dos, para mantenerse en el duro mundo que es la actual sociedad moscovita subterránea.  La necesidad hace que la muchacha deba abandonar obligada su segundo hogar y en el camino se encuentre con un hombre ya casi anciano y un duro guerrero que están cumpliendo una misión a toda costa, que nuevamente está en juego la subsistencia de la red del metro y lo que se supone es el último reducto (conocido) de la Humanidad; en todo caso, esta vez el peligro al que se enfrentan es de carácter completamente diferente al de la primera parte, así que el drama al respecto va para otros linderos.
     La novela aborda varios de los temas ya presentes en su precedente, si bien en esta ocasión introduce otros igual de valiosos y recurrentes dentro de la literatura: El romance, que específicamente acá está visto desde el encuentro entre dos sujetos aparentemente muy distintos, el arte y que lo observamos a través del poder de las historias para darle sentido a la vida misma y de la magia de la música capaz de sobrecoger hasta los espíritus más endurecidos y la culpa, observada en dos de los protagonistas, uno de ellos marcado lo suficiente como para no asumir por completo su derecho a la redención.



     En el libro esta vez, por igual, encontramos más mutantes que antes y de varios tipos, algunos de ellos bastante espantosos.  También reaparece al menos otro de los personajes de Metro 2033 y nos enteramos bastante de qué pasó luego de la hecatombe final de dicha obra. Cabe mencionar que es un texto mucho más corto, de poco más de 360 páginas, así que con mayor razón se lee con rapidez y gracia, donde no falta los sentidos de la aventura y de la maravilla, abundando por igual los momentos de heroicidad y aquellos capaces de sobrecoger el corazón del público.
      Por cierto, el lector con mejor memoria, atento o que como en mi caso se haya leído esta entrega, poco después de dedicarle tiempo a la novela anterior, puede darse cuenta de un posible error de autoplagio por parte del escritor, cuando esta ocasión repite la misma metáfora para referirse a dos secciones de la misma estación y diferentes entre sí: al compararlas con dos hermanas gemelas separadas y que tuvieron vidas distintas.  Bien podríamos decir que se trata de una falta de experticia de un escritor que, tal vez, aún necesita pulir su estilo de escritura, puesto que se sigue repitiendo el conector “pero” en un mismo párrafo o párrafos contiguos (quizás por qué palabra rusa correspondiente).   
      Como protagonistas tenemos al cuarteto compuesto por:
 
Homero: Un erudito que en verdad posee otro nombre, aunque ha optado por usar ese, el mismo del supuesto autor de los poemas épicos griegos La Iliada y La Odisea, puesto que se ha autoimpuesto escribir una especie de crónica sobre los héroes actuales del Metro y por eso mismo piensa que sus dos compañeros de viaje son los verdaderos protagonistas del libro que tiene en mente.  Idealista, se da cuenta poco a poco que una cosa es el mundo de las ficciones y de las letras, y otro el de la realidad misma, donde lo inesperado está a la vuelta de la esquina y los planes de uno pueden cambiar.  Junto a su compañero masculino y adulto de andanzas, conforma una pareja muy especial, contrastando edad, apariencia, personalidad, intereses y habilidades, si bien sus destinos están claramente unidos.
 
Hunter: El héroe que conocimos en Metro 2033 vuelve ahora como antihéroe, quien tras el clímax del libro que lo introdujo, ahora aparece transformado tanto física como espiritualmente.  Mucho dolor hay en él, así como miedo, aunque no lo admita.  Si antes nos pareció un hombre lleno de misterios, ahora su actitud supuestamente antisocial lo convierte en tal vez el mejor personaje del libro, al empecinarse en cumplir su cometido que puede hacerlo ver como un loco obseso o un desalmado, si bien tiene buenas intenciones para cometer sus atrocidades; no obstante, pese a todo, es alguien noble, valiente y un solitario que se nota tiene su lado sensible.
 
Sasha: De solo 16 años de edad, ha vivido casi toda su vida solo con su padre, al que ama por sobre todo y quien la protege como puede; los gestos del uno al otro son sin dudas conmovedores.  Cuando conoce a Hunter varios sentimientos confusos la inundan, puesto que igual el imponente hombre por supuesto que la iba a impresionar, tras no haber sabido de alguien como él antes.  Pese a su aparente fragilidad y poca experiencia con el mundo más allá del hogar que tuvo con su padre, hay mucha fuerza y determinación en ella.
 
Leonid: Un joven músico ambulante guapo y de unos pocos años más que Sasha; se cruza en el camino de la chiquilla más o menos pasada la primera mitad del libro y llegando a nacer una especie de atracción mutua, que en todo caso rivaliza con lo que siente la chica por el varonil Hunter.  Con un talento artístico que bordea lo sobrenatural, como el propio Stalker tiene sus propios secretos, de los que trata de sacar provecho, aunque tampoco se trata de alguien malvado (solo que resulta ser un tipo manipulador). Homero desconfía de él, ya que su llegada entorpece por completo sus planes y la actitud más voluntariosa del muchacho también lo diferencia bastante de su actitud más recatada.


Portadas como esta bien dejan claro que las españolas o de habla hispana en general son las más feas. 

2 comentarios:

  1. Saludos, Elwin. Pensaba que sería una secuela directa de la primera historia, pero ya veo que no es así. Ahora confirmo lo que he leído por allí de que la secuela del videojuego "Metro Last Light" no tiene mucho que ver con la historia del libro. En el juego llevas a Artyom, que tiene que seguir con su cometido de averiguar que sucede realmente con los Oscuros y otras cosas más. Buen post en todo caso.

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    1. A ver si te animas a leer estos libros, que creo serán muy de tu agrado. Yo probablemente me compre estos días la tercera parte.

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