I.
Un gigante lleno de sorpresas.
Hace rato que deseaba escribir sobre Alan
Moore, para much@s el mejor guionista de cómics de los que actualmente pisan la
Tierra; no me atrevo a decir lo mismo, pero sí puedo afirmar con regocijo que
he disfrutado mucho de sus obras y algunas de ellas están entre mis
favoritas. Mucho tiempo ha pasado, más o
menos desde que comencé mi blog- y eso fue hace casi una década- escribí unas
cuantas líneas para La Cosa del Pantano, pero nunca avancé en dicho texto y así
terminó en el olvido. El año pasado tuve
la oportunidad de dedicarle otro post, esta vez debido a mi lectura de los 4
primeros tomos de La Liga de los Hombres Extraordinarios, sin embargo, nunca lo
llevé a cabo y solo ahora me dispongo a saldar mi vieja deuda; por lo tanto,
quiero con todas mis ganas dedicarle estas palabras, a quien tantas
satisfacciones me ha dado (y a muchos de mis amigos más ñoños también).
Oriundo de Inglaterra, de un pueblito muy característico de este llamado Northampton, comenzó en el mundo de las historietas muy joven y ello gracias a sus tempranas lecturas del medio y de muchas obras de literatura general. Podría darles muchos más datos interesantes, acerca de la biografía de este gigantesco hombre, de más de un metro noventa de altura, larga barba risada, que gusta vestirse con rompa estrambótica y usar sombreros y quien dice además ser mago (aunque no de los que animan cumpleaños, sino de aquellos que se dedican al llamado OCULTISMO); no obstante, para eso están Wikipedia y otras páginas de libre acceso, así como el mismo libro que hoy nos reúne. Así que esta primera parte del texto, que tienen frente a sus ojos, es acerca de mi relación con Moore y, por lo mismo, solo les contaré de mis (escasos) recuerdos de las obras que he leído de él.
Lo único más que agregaré acerca de su carrera artística, es que comenzó profesionalmente en revistas de su país, entre las que podemos mencionar 2000 A.D. (en la que "nació" ese gran personaje que es Juez Dredd) y para Marvel UK (en la cual revitalizó al Capitán Britania). Su labor en el medio, durante esta etapa, incluye aporte para otro superhéroe inglés destacado, aunque "independiente": Marvelman (Miracleman en USA, cambio de nombre por pura maña maliciosa de la poderosísima Casa de las Ideas). Por mi parte, mucho quisiera tener y leer estas obras, tan bien consideradas. Ojalá cumpla ese sueño.
Por cierto, tal como su colega y compatriota Neil Gaiman (mi favorito, entre la tanda de británicos que "invadieron" el mercado gringo del noveno arte, a partir de los ochenta del siglo pasado y que le insuflaron una vitalidad y calidad literaria poco apreciada hasta entonces), Alan Moore es un autodidacta, quien, sin tener mayores estudios académicos, ni títulos profesionales, ha sido artífice de una bibliografía culta, llena de referencias a la literatura y al mundo pop... ¡Para que vean que el verdadero talento es independiente de los títulos universitarios!
Hay algo que deben saber de este caballero extraordinario: a diferencia del recién mencionado creador de Sandman, Alan Moore es una persona complicada (como me pasa con Pedro Lemebel- que en paz descanse- y por mucho que lo admire, no creo podría ser su amigo). Por lo mismo, se ha peleado con DC, con Marvel y un montón de antiguos colaboradores, entre ellos muchos que fueron sus amigos y con los que hizo varios de sus trabajos más destacados. Las razones de su enojo y disputas legales, temas de derecho de autor (en esto último le encuentro toda la razón), de modo que no permite que, en ninguna de las adaptaciones audiovisuales, de sus trabajos, salga su nombre.
Oriundo de Inglaterra, de un pueblito muy característico de este llamado Northampton, comenzó en el mundo de las historietas muy joven y ello gracias a sus tempranas lecturas del medio y de muchas obras de literatura general. Podría darles muchos más datos interesantes, acerca de la biografía de este gigantesco hombre, de más de un metro noventa de altura, larga barba risada, que gusta vestirse con rompa estrambótica y usar sombreros y quien dice además ser mago (aunque no de los que animan cumpleaños, sino de aquellos que se dedican al llamado OCULTISMO); no obstante, para eso están Wikipedia y otras páginas de libre acceso, así como el mismo libro que hoy nos reúne. Así que esta primera parte del texto, que tienen frente a sus ojos, es acerca de mi relación con Moore y, por lo mismo, solo les contaré de mis (escasos) recuerdos de las obras que he leído de él.
Lo único más que agregaré acerca de su carrera artística, es que comenzó profesionalmente en revistas de su país, entre las que podemos mencionar 2000 A.D. (en la que "nació" ese gran personaje que es Juez Dredd) y para Marvel UK (en la cual revitalizó al Capitán Britania). Su labor en el medio, durante esta etapa, incluye aporte para otro superhéroe inglés destacado, aunque "independiente": Marvelman (Miracleman en USA, cambio de nombre por pura maña maliciosa de la poderosísima Casa de las Ideas). Por mi parte, mucho quisiera tener y leer estas obras, tan bien consideradas. Ojalá cumpla ese sueño.
Por cierto, tal como su colega y compatriota Neil Gaiman (mi favorito, entre la tanda de británicos que "invadieron" el mercado gringo del noveno arte, a partir de los ochenta del siglo pasado y que le insuflaron una vitalidad y calidad literaria poco apreciada hasta entonces), Alan Moore es un autodidacta, quien, sin tener mayores estudios académicos, ni títulos profesionales, ha sido artífice de una bibliografía culta, llena de referencias a la literatura y al mundo pop... ¡Para que vean que el verdadero talento es independiente de los títulos universitarios!
Hay algo que deben saber de este caballero extraordinario: a diferencia del recién mencionado creador de Sandman, Alan Moore es una persona complicada (como me pasa con Pedro Lemebel- que en paz descanse- y por mucho que lo admire, no creo podría ser su amigo). Por lo mismo, se ha peleado con DC, con Marvel y un montón de antiguos colaboradores, entre ellos muchos que fueron sus amigos y con los que hizo varios de sus trabajos más destacados. Las razones de su enojo y disputas legales, temas de derecho de autor (en esto último le encuentro toda la razón), de modo que no permite que, en ninguna de las adaptaciones audiovisuales, de sus trabajos, salga su nombre.
El libro en cuestión fue producto de una hazaña editorial independiente entre Inglaterra e Italia (de hecho, hay una enorme cantidad de gente de este último país, entre quienes hicieron su aporte al texto, justamente aquellos de quienes hasta ahora no tenía idea y que ahora consiguieron interesarme). Asimismo, las ganancias de la venta de este título (una verdadera joya, única en su especie, que recomiendo harto), están destinadas a 3 instituciones benéficas, orientadas a las personas con Alzheimer, un bello gesto ejemplar.
Dentro de sus páginas, hay muchos tesoros que valen la pena, partiendo con una muy entretenida biografía sobre el propio Moore en formato cómic (¡Me encantó la mezcla de técnicas de las viñetas, que incluyen fotomontaje!), datos exquisitos sobre la vida y obra del escritor, que me demostraron lo pobre que es mi experiencia de su vasta bibliografía (en todo caso, su música no me interesa) y, por ende, los muchos títulos pendientes que tengo de su autoría (que, más encima, luego de este aniversario han pasado 20 años y por lo mismo hay mucho más de sus trabajos sin ser disfrutados).
Destaco, nada menos, un cómic exclusivo de Alan que disfruté mucho y que viene a color, al igual que muchos de los que aquí encontramos. Por otro lado, preciosas las memorias de Stephen R. Bisette, uno de los dos dibujantes que trabajó con Moore en la aclamada etapa ochentera de La Cosa del Pantano. Por otro lado, hay textos que me aburrieron y ni siquiera los terminé, como el cuento escrito a cuatro manos de las hijas de Moore, por igual un poema de Neil Gaiman (la poesía no es lo suyo) y un par de ensayos demasiado sesudos escritos por la misma persona.
Famosos que hicieron su contribución para el tomo y a los que admiro considerablemente, son Terry Gilliam (director de filmes de culto como 13 Monos y Las Aventuras del Barón Munchausen), Len Wein (uno de los dos “papis" de Shampy), el grandioso Michael Moorcock (¡Uf!), Steve Niles (guionista de esa joyita que es 30 Días de Noche) y Mark Millar (uno de mis escritores favoritos de cómics y cuyas remembranzas para este libro me gustaron mucho).
Lo único que le reclamo, al menos a la versión española de tan logrado homenaje, es su letra tan pequeña, que hace complicado y/o imposible para muchas personas leer el libro.
Compré este volumen por pura intervención divina, el 2020 o el 2021 en plena pandemia y cuarentena, cuando debíamos pedir permiso a Carabineros a través de su página Web, en caso de hacer trámites varios (quienes no estábamos habilitados para salir todos los días, por motivos de trabajo, contábamos con un par de horas a la semana). Ese día andaba feliz en el Centro de Santiago, contento de escapar del encierro y me pasé a la Shazam Cómic; allí en una de sus estanterías, estaba esta estrella muy oculta, entre otras ofertas de títulos descatalogados y sin dudarlo me la traje conmigo, junto a dos colecciones de cuentos sobre Hellboy. Hoy en día estoy más feliz que nunca de mi adquisición.
Un viejo excéntrico pero un crack por dónde se le miré un genio entre genios, me encantó tu publicación
ResponderEliminarGracias y espera a que publique mis propias remembranzas con Alan
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