viernes, 11 de abril de 2014

Las múltiples facetas de una obra como “El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde” de Robert Louise Stevenson.

Ilustración de la época de "El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde".
    En un ya lejano 1886 el escritor inglés Robert Louise Stevenson, publicó una de sus obras más famosas (quizás sólo opacada por su celebérrima La Isla del Tesoro) y que se constituiría en uno de los pilares fundamentales, de un nuevo género literario que durante aquel siglo se estaba gestando: la ciencia ficción.  El libro en cuestión corresponde a El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, novela corta que apenas apareció, logró inspirar a un montón de otros artistas a escribir relatos parecidos y/o relacionados con los tormentos de sus especiales protagonistas, como también a crear varias adaptaciones de tan popular obra, tanto para el cine, televisión, cómic y otras manifestaciones propias de la creatividad humana    Aparecida en la época de la expansión de la tecnología, conocida como Revolución Industrial, con el desarrollo de nuevos avances científicos que en muchos casos implicaron una mejora para la calidad de vida de los seres humanos y en otras la instrumentalización de éste mismo a través de la producción en masa de las nacientes fábricas, esta novela corta se constituye entre otras cosas en el reflejo descarnado de su tiempo.
     Al tratarse de un texto clásico con tanta presencia en las manifestaciones culturales, como ya se afirmó arriba, hoy en día incluso quienes no han leído tan potente texto, conocen el eje principal en el que se mueve este relato:  El doctor Jekyll era un prodigioso científico, quien un día en su afán de expandir sus conocimientos acerca de la naturaleza humana, creó una pócima que al ingerirla lo convertía en un sujeto por completo diferente a él; pues mientras como Jekyll su personalidad era recatada y amable, Mr. Hyde era un individuo cruel y de apariencia siniestra.  Es así como ante el cambio intermitente entre una y otra personalidad del sabio, aparece la desgracia cuando el aspecto más dominante, el cual viene a ser justamente el del malvado Hyde, comienza a hacer de las suyas y a desear tener el control de todo.  
    
Portada de una edición antigua de este libro.
Cuando el lector se encuentra con el relato original que tantas versiones/alteraciones ha inspirado a lo largo de los años y más encima teniendo ya una imagen preconcebida en su memoria acerca de su trama, se encuentra con más de una sorpresa.  En primer lugar está el hecho de que si bien la narración se encuentra en gran parte hecha a través de un narrador omnisciente, todo esto es abordado desde el punto de vista de un personaje que para nada resulta ser el mentado Dr. Jekyll, ni mucho menos su alter ego Mr. Hyde; al contrario, incluso se podría decir que es este “inesperado” personaje, un abogado amigo del científico en cuestión, quien es el gran testigo de todo lo que implica el horrible experimento al que se ha sometido su compañero de tantas agradables tertulias.  De hecho, el libro comienza con una descripción de este hombre, que a su manera representa el buen juicio y la cordura por sobre la irresponsabilidad y soberbia de una persona como Jekyll (alguien capaz de ir en contra de lo que se supone son los límites del conocimiento humano y que por ello, cual el mismo Víctor Frankenstein, cae en desgracia ante la imposibilidad de manejar por completo aquello que ha conseguido).  El sujeto, a diferencia de Jekyll, resulta ser alguien en apariencia demasiado corriente y hasta aburrido, no obstante su actuar a lo largo de las páginas demostrará la preponderancia de su personalidad templada, por sobre la de alguien de temperamento más visceral.  Cabe compartir el retrato que hace el narrador sobre este abogado, quien, como ya se dijo, será en gran parte los ojos a través de los cuales los lectores llegamos a conocer tan “extraño caso”:

     Utterson, el notario, era un hombre de cara arrugada, jamás iluminada por una sonrisa. De conversación escasa, fría y empachada, retraído en sus sentimientos, era alto, flaco, gris, serio y, sin embargo, de alguna forma, amable. En las comidas con los amigos, cuando el vino era de su gusto, sus ojos traslucían algo eminentemente humano; algo, sin embargo, que no llegaba nunca a traducirse en palabras, pero que tampoco se quedaba en los mudos símbolos de la sobremesa, manifestándose sobre todo, a menudo y claramente, en los actos de su vida.
     Era austero consigo mismo: bebía ginebra, cuando estaba solo, para atemperar su tendencia a los buenos vinos, y, aunque le gustase el teatro, hacía veinte años que no pisaba uno. Sin embargo era de una probada tolerancia con los demás, considerando a veces con estupor, casi con envidia, la fuerte presión de los espíritus vitalistas que les llevaba a alejarse del recto camino. Por esto, en cualquier situación extrema, se inclinaba  más a socorrer que a reprobar”.

     Cuando aún no se acuñaba el concepto de ciencia ficción, esta obra de Stevenson se constituyó en una de sus primeras manifestaciones literarias serias, ya que el proceso que lleva a su personaje a cambiar de un sujeto a otro, se origina en una manipulación de los elementos a través de un procedimiento científico y no en el típico recurso mágico de la literatura que hasta el momento se escribía.  De este modo como bien sucedió con trabajos como el ya mencionado Frankenstein de Mary Shelley, las narraciones de H. G Wells o varias de los viajes extraordinarios de Julio Verne, este texto se constituye sin reservas en un ejemplo de la ciencia ficción del siglo XIX.  Como era habitual en estas primeras expresiones del género (antes de que se introdujera el lenguaje claramente técnico y la jerga pseudocientífica, con el fin de hacer más verosímil el mundo ficticio, dentro del cual se ambientan este tipo de historias), el narrador no se detiene en mayores detalles sobre los experimentos del doctor (quien por cierto se transforma en uno de los primeros Mad Doctor, “Científico Loco” en español, de la narrativa).  En todo caso, este recurso de mencionar tan someramente las actividades del especialista, para llevar a cabo sus acciones vanguardistas, aún hoy en día es utilizado por aquellos autores que no poseen mayores conocimientos especializados (razón por la cual deben recurrir a su creatividad más metafórica o al misterio para sobrellevar lo que les falta).  En el caso concreto del libro en cuestión, tan sólo sabemos que el doctor Jekyll ha usado una intrigante mezcla química de polvos, que le ha permitido conseguir su objetivo:

      “Aquí procedí a examinar mejor el contenido. Los polvos estaban en papeles muy bien envueltos, pero debía haberlos preparado Jekyll, ya que les faltaba esa precisión del farmacéutico. Al abrir uno, encontré lo que me pareció simple sal cristalizada, de color blanco. La ampolla estaba a medio llenar de una tintura rojo sangre, de un olor muy penetrante, que debía contener fósforo y algún éter volátil, entre otras sustancias que no pude identificar. El cuaderno era un cuaderno vulgar de apuntes y contenía principalmente fechas. Estas, por lo que noté, cubrían un periodo de muchos años, pero se interrumpían bruscamente casi un año antes; algunas iban acompañadas de una corta anotación, o más a menudo de una sola palabra, "doble", que aparecía seis veces entre varios cientos, mientras junto a una de las primeras fechas se leía "Fracaso total" con varios signos de exclamación”.

     Afirma uno de los personajes, que da testimonio de los restos de la labor hecha por el doctor Jekyll.
Afiche de película muda basada en esta obra.
      Uno de los temas más antiguos de la literatura, desde su tradición oral a través de los mitos y las leyendas, es el de la soberbia del ser humano, con el consecuente castigo (divino o no) ante la falta del responsable.  Esto lo podemos ver en casos tales como la caída de Lucifer y sus ángeles del Cielo (detallada de forma inolvidable en El Paraíso Perdido de John Milton), la expulsión del Paraíso de Adán y Eva tras comer del Fruto Prohibido del Árbol de Bien y de la Ciencia y el derrumbe de la Torre de Babel, todos ellos parte de las creencias judeocristianas; además se pueden traer a colación las historias de Prometeo e Ícaro y Dédalo de los griegos (el primero robó el fuego de los dioses para entregarlo a los hombres, de modo que fue condenado a un terrible suplicio; mientras que los otros dos cayeron del cielo tras construirse alas de cera que se derritieron con el calor del sol, al querer volar como las aves y los dioses, lo que supuestamente no les correspondía por ser simples mortales).  De este modo, alguien como el doctor Jekyll representa el deseo natural del ser humano por sobrepasar sus límites, aún a costa de perder su propia humanidad (¿Recuerdan el viejo dicho que dice la curiosidad mató al gato?).
     Llama la atención, que en su esencia del doctor Jekyll es un individuo por completo respetuoso de los patrones de la rígida cultura victoriana, en la que fue escrita y se ambienta esta obra (sociedad regida por la mano matriarcal de la corona británica, bajo el liderazgo de la reina Victoria).   Así es como la obra trata de un sujeto que viene a ser alguien respetado entre los demás miembros de su comunidad, siendo además médico, profesión que supuestamente tiene relación con la alta calidad de su espíritu.  No obstante tal como demuestra el desarrollo de los acontecimientos de la novela, su conducta esconde un lado oscuro que es el que sale a flote una vez que realiza su siniestro experimento.  Por ende, otro tema capitular en esta obra, es el de la dualidad del ser humano, en el que conviven el bien y el mal en potencia y que se manifiestan según los anhelos de cada sujeto.  La apariencia del doctor Jekyll inspira confianza, en cambio cuando es Hyde quien se encuentra a flote, su aspecto no deja de ser la representación de toda la vileza humana, al más puro estilo maniqueo.  A su vez tal como es habitual en la literatura del terror de este periodo, hasta más o menos la época de Lovecraft, el elemento horrorífico y monstruoso tan solo se insinúa, ya que el narrador  opta por las descripciones escuetas que más bien sugieren, en vez de utilizar las caracterizaciones de tipo explícito y grotescas, que luego serían habituales en autores tales como Stephen King y Clive Barker:

     “-No es fácil describirlo. Hay algo que no encaja en su aspecto; algo desagradable, algo; sin duda, detestable. No he visto nunca a ningún hombre que me repugnase tanto, pero no sabría decir realmente por qué. Debe ser deforme, en cierto sentido; se tiene una fuerte sensación de deformidad, aunque luego no se logre poner el dedo en algo concreto. Lo extraño está en su conjunto, más que en los particulares. No, señor, no consigo empezar; no logro describirlo. Y no es por falta de memoria; porque, incluso, puedo decir que lo tengo ante mis ojos en este preciso instante”.

     Y también:

      “El notario se quedó un momento como Hyde lo había dejado. Parecía el retrato del desconcierto. Luego empezó a subir lentamente a la calle, pero parándose cada pocos pasos y llevándose una mano a la frente, como el que se encuentra en el mayor desconcierto. Y de hecho su problema parecía irresoluble. Hyde era pálido y muy pequeño, daba una impresión de deformidad aunque sin malformaciones concretas, tenía una sonrisa repugnante, se comportaba con una mezcla viscosa de pusilanimidad y arrogancia, hablaba con una especie de ronco y roto susurro: todas cosas, sin duda, negativas, pero que aunque las sumáramos, no explicaban la inaudita aversión, repugnancia y miedo que habían sobrecogido a Utterson”.


      Resulta curioso tener en cuenta que por lo general en las distintas versiones audiovisuales o representaciones gráficas que se han hecho de Mr. Hyde, su pequeñez patológica que simboliza su falta de la perfección que significa el ser humano normal y natural (razón por la cual su propia humanidad se encuentra disminuida), es mostrada en cambio visualmente como una criatura gargantuesca y bestial, es decir, de mayor tamaño que el del atribulado doctor Jekyll (como bien se puede ver en el ser que aparece en la película Van Helsing y donde aparecen varios monstruos clásicos del cine y la literatura).  También puede resultar interesante saber que cuando el autor dio vida a esta clásica narración, continuó con la tradición de otorgarle a sus personajes nombres de gran carga semántica; así es como el apellido del doctor protagonista hace alusión a su lado malvado, ya que kill en inglés significa asesinato y killer asesino, de modo que el apellido creado por Stevenson juega con el parecido fonético de estas  dos palabras; a su vez Hyde, se parece al vocablo inglés hide, que corresponde a ocultar (de este modo en el primer caso, se hace referencia a la responsabilidad directa del doctor por los asesinatos realizados bajo la forma de su alter ego, como también al potencial asesino que es y que por ello origina su particular doble maligno; mientras que en el segundo caso resulta clara su naturaleza oculta al resto de la gente, ya sea por haber estado largo tiempo latente y luego por su inclinación a vivir a escondidas de los demás).
     Para terminar, entre las numerosas versiones, adaptaciones e inspiraciones que un texto como éste ha provocado, se pueden nombrar los siguientes casos curiosos (aparte del ya mencionado arriba):

  • En la serie animada Rambo (basada en las famosas películas de Silvester Stallone) de los ochenta, uno de los villanos habituales del héroe era nada menos que el Doctor Hyde.
  • Uno de los mayores enemigos de alguien como Batman, resulta ser Dos Caras, epítome de la dualidad en los cómics de este famoso personaje; éste tiene la mitad del rostro deformado y resulta ser un psicopático criminal obsesionado con el número dos, siendo además su lado desfigurado la representación de su vileza.
  • La BBC produjo hace unos años atrás una miniserie llamada Jekyll y la que muestra desde la actualidad a un descendiente del doctor Jekyll original, quien vive en especial armonía junto a su alter ego; ambos pasan por unas cuantas aventuras en las que resulta esencial su trabajo en equipo.
  • En 1996 se estrenó en cines la cinta Mary Reilley del director británico Stephen Frears y teniendo en el reparto a actores de la talla de John Malcovich, Julia Roberts y Glen Close.  Basada en la novela homónima de Valerie Martin, cuenta la historia del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, desde el punto de vista de una de las empleadas del famoso doctor.  El filme resulta ser bastante digno, pese a que en su momento no fue bien recibido.
El malvado Doctor Hyde de la recordada serie animada de Rambo.

13 comentarios:

  1. Interesante! espero leer uno de esos libros..saluds flp

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  2. Respecto a tu comentario en mi entrada sobre Laura Gallego: Para empezar, gracias por comentarla ;) Y no, las novelas que Laura escribió antes de publicar Finis Mundi no han visto la luz. Sin embargo, algunas de ellas están disponibles para leer en su página web: http://www.lauragallego.com/lecturas/

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  3. Muchas gracias, María, por los datos ¿Y qué tal son esas obras primerizas?

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    1. La verdad es que sólo he ojeado un par, que escribió cuando tenía unos trece años, y sólo puedo decir que ha cambiado bastante. Si quieres empezar a leer libros suyos, te recomiendo los siguientes: El libro de los portales, Donde los árboles cantan y la trilogía Memorias de Idhún (también los cómics). Son sus mejores libros ;)

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  4. Hola Elwin. Completísimo análisis de una obra que todo el mundo conoce... sin conocerla en realidad. Como tantos grandes personajes de la literatura (desde Frankenstein a Drácula pasando por Tom Sawyer a Phinneas Fogg), la imagen que hoy se tiene de ellos es la que ha ofrecido Hollywood, no la que sus verdaderos autores imaginaron. Una novela asequible por su extensión, que todo el mundo debería leer como parte de su formación literaria...

    Aprovecho para proponerte el análisis que yo mismo hice de la obra en mi blog...http://universodecienciaficcion.blogspot.com.es/2010/02/1886-el-extrano-caso-del-drjekyll-y.html

    Un saludo!

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  5. Muchas gracias, Manuel, por pasarte por acá. En realidad para mí fue toda una sorpresa releerme este libro, ya que era muy joven cuando lo hice por primera vez y no recordaba sus particularidades. Con gusto leeré tu análisis para contrastar distintos puntos de vista.

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  6. Recuerdo muy bien el fastidio extremo que me significó leer esta obra por primera vez, cuando era poco más que un adolescente. Por supuesto que me esperaba algo similar a las películas de Hollywood, y aunque me gusta la literatura victoriana, encontrarme con una novelita corta que parece un misterio policial a lo Sherlock Holmes, pero sin el carisma de un Sherlock Holmes, en donde ya sabía cuál era el gran misterio del final, fue una soberana decepción. Tuvieron que pasar varios años, y volverme un poco más culto y leído en unas cuantas cosas, para empezar a apreciar con justicia lo que Stevenson había hecho, y lo profundo de los planteamientos filosóficos que la obra plantea. Aún así, entiendo bien que la novela en sí no sea muy popular en la actualidad, considerando que todo el mundo sabe el gran secreto que el escritor nos esconde con tanto sigilo hasta el final, y que por lo general no van a sentarse a leerla por su riqueza filosófica.

    Por otra parte, no es el único monstruo al que la gente conoce únicamente por el cine, los cómics o la televisión. Tampoco parece que el Frankenstein de Mary Shelley o el Drácula de Bram Stoker sean demasiado leídos, más allá de ciertos círculos de fanáticos de lo gótico o similares, y es toda una sorpresa encontrarse con que dichos personajes son mucho más ricos y profundos que sus versiones estandarizadas y achatadas para la pantalla y el consumo masivo.

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  7. En mi caso, Guillermo, las versiones originales de cada uno de estos famosos monstruos literarios, se constituyen desde la primera lectura que les hice, en todo un descubrimiento y un deleite estético. Eso sí, no comparto contigo aquello de que esta novela no sea tan popular, pues por algo posee tantas ediciones. Te cuento que este año se la di a leer a mis alumnos de segundo medio, a ver qué tal el resultado.

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  8. Me ha gustado el artículo Elwin, entre otras cosas por una serie de detalles que comentas, como que los nombres tengan tanta carga semántica o el hecho de que Hyde sea pequeño, como símbolo de sus defectos y su mezquindad, y sin embargo se represente en adaptaciones posteriores como un gigantón. Creo que ahí trasluce la diferente mentalidad de las distintas épocas. Ahí está por ejemplo la versión de Alan Moore en "La liga de los hombres extraordinarios", donde Hyde es un gigante de fuerza descomunal y aspecto simiesco, que además odia a Jekyll por considerarlo un hombrecillo débil y patético. Aunque supongo que el autor lo caracterizó así para incorporar la figura del "fuerte" que hay en todos los grupos de superhéroes (La Cosa en los 4F, Coloso en X-Men, Hulk en los Vengadores, Sasquatch en Alpha Flight...)

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  9. Como siempre, amigo Tomás, tus inteligentes comentarios completan lejos lo que yo apenas logro esbozar con mis escritos. Una vez más gracias por contribuir a este blog.

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  10. Muchos autores estudiosos de la obra de Stevenson dicen que la dualidad era un tema recurrente en sus novelas. En La Isla del Tesoro esta dualidad viene representada también en el villano: Long John Silver es un posadero afable, un marino retirado que dice haber servido a Hawke, pero en los que han leído esa obra (que no dudo en recomendar, pues fue la primera novela que leí) saben cual es su verdadera naturaleza, un pirata codicioso, a pesar de que en la novela mencionan (incluso él mismo), que tiene su dinero ahorrado. En el relato corto llamado Markheim también se aprecia esta intensa dualidad, en el protagonista. La versión que leí del libro (la cual incluye el relato que mencioné y otro más llamado Olalla) tiene una traducción diferente a la que tu leíste, pero sigue siendo excelente. En fin, El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es uno de los mejores libros que existen, un clásico totalmente recomendado para los amantes de la buena lectura.

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    1. Con lo que cuentas acerca de la obra de este gran autor, has hecho que me den ganas de leerme una edición que tengo desde hace años de cuentos suyos y lo que lo haré quizás antes de finalizar el año. En cuanto a "La Isla del Tesoro", es otro clásico que tengo pendiente y más por saber lo valioso que es como historia de aventuras (de niño me fascinaba viendo el animé de Ozamu Tsuka basado en esa novela).

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