Hace rato ya que existe una literatura de corte juvenil, esto es obras
literarias dirigidas para el disfrute de los lectores jóvenes y quienes gracias
a sus protagonistas de similar edad, se sienten reflejados en las aventuras y
desventuras de estos personajes. Dichas
lecturas, de narración mucho más sencilla que una obra de tipo más “adulta” en
muchos casos, han tenido el honor de contar entre sus primeros cultores a
escritores clásicos del calibre de Robert Louise Stevenson (La
Isla del Tesoro), Mark Twain (Tom Sawyer y Huckleberry Finn) y Jack
London (Colmillo Blanco y El Llamado de la Selva). Es así cómo hoy en día existe todo un mercado
editorial dirigido a este público, de modo que no sólo abundan autores
dedicados en exclusiva a los lectores adolescentes, si no que hace ya varias
décadas que escritores consagrados han ocupado parte de su labor en narraciones
de este tipo (entre ellos los mismísimos Isaac Asimov con su saga de Lucky
Star, Ursula K. Leguin con el ciclo de Los Anales de la Costa Occidental
y el chileno Antonio Skármeta con su entretenidísima No Pasó Nada, entre muchos más que
en estos momentos se me van de la memoria).
Ahora bien, entre los escritores cuyas producciones se encuentran hechas
especialmente para los gustos juveniles, hay ejemplos de distinta calidad literaria,
encontrándose algunos trabajos que sólo obedecen a un orquestado plan de ganar
dinero y a costa de la revisión más superficial de temas clásicos como los
vampiros (siendo un ejemplo los libros de Crepus-culo de Stephanie Meyer, que
no poseen mayor elaboración estilística y narrativa) u otros que pueden tener
un acento artístico mayormente notable, como bien se afirma respecto a sagas
como las de Percy Jackson, que actualiza los mitos griegos, y la de Artemis
Fowl, sobre la magia tradicional occidental. Mención aparte merecen los libros de Harry
Potter de J. K. Rowling, los que comenzaron como literatura infantil,
pero que luego en la medida que sus protagonistas fueron creciendo, lo mismo
que sus seguidores, su autora fue subiendo el tono dramático de sus nuevas
entregas (a la par que ella misma iba perfeccionándose como narradora) y la
trilogía de Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins, siendo esta última
una versión adolescente de las espantosas antiutopías, hecha con tal maestría,
que los adultos logran disfrutarla sin vacilaciones (siendo además capaces de
encontrar en ella un montón de virtudes).
Es entonces que entre la inmensa gama de escritores dedicados a la llamada
literatura juvenil, destaca un escritor español, con nada menos que más de…
¡400 títulos a su haber! En su inmensa bibliografía es posible encontrar no
sólo obras de este tipo, si no que también libros para niños, biografías,
poesía, ensayos y narrativa general en sus más diversos géneros (ciencia
ficción y policial en especial, además de escritos de corte más “realista”,
entre ellos narraciones de denuncia social).
Su nombre es Jordi Sierra i Fabra, siendo un autor bastante popular no
sólo entre los lectores adolescentes, si no que entre los profesores y personas
ligadas en especial a la educación de menores; por esta razón muchos de sus
libros son seleccionados por los especialistas, para ser leídos en colegios por
sus alumnos. Es así que esta
“popularidad” del escritor, se debe a varios atributos positivos de su trabajo,
siendo el principal el carácter reflexivo de sus obras, las cuales sin caer en
el tono moralizante y cursi de otros escritores recomendados por los docentes (como
el mexicano Carlos Cuauhtemoc Sánchez con sus bazofias de Juventud en Éxtasis y La
Fuerza de Scheccid, entre otros libritos, a medias entre el melodrama
más cebollero y el texto de autoayuda, repleto de sus eternas listas de qué
hacer y qué no hacer), aborda con especial crudeza temas poco
habituales en la narrativa más escapista juvenil: la drogadicción, la violencia
intrafamiliar y en la pareja, los trastornos de alimentación como la bulimia y
la anorexia, entre otros. Y esto es
porque su autor escribe no sólo para atraer a sus lectores más jóvenes con
tramas ambientadas en el mundo actual real, si no que para derechamente
denunciar muchos de los males que acosan a tan temprana edad; no obstante
mezcla estas problemáticas con historias de interés, con personajes con los
cuales uno se puede identificar en realidad o bien reconocer, al hacerlos
verosímiles y poseedores de las virtudes y defectos que todo ser humano puede
tener. Por otro lado sus textos, breves
para poder entusiasmar a sus receptores a tomar y leerse de un tirón todas sus
páginas, carecen del tono “pedagógico” o santurrón de muchos de sus colegas, quienes
pretenden cautivar a su público con dramones de teleserie (en este sentido se me viene a la cabeza otra
novelita populista, como lo es Donde Vuelan los Cóndores de mi
compatriota Eduardo Bastías Guzmán y que aborda de forma ingenua el tema del
sida, con su constante apelación a la emotividad más inmediata de sus
destinatarios, aparte de poseer algunos de los personajes más acartonados con
los que me he encontrado); de este modo Jordi Sierra i Fabra vela por provocar
la reflexión en vez de pontificar, al aprovechar los acontecimientos de sus
novelas, para tratar los mencionados
temas de interés público.
Jordi Sierra i Fabra. |
Una de estas historias altamente recomendables del español, es Campos
del Fresas, libro que ante el hecho concreto de abordar el uso y abuso
de drogas de diseño entre menores, y la tragedia de la bulimia juvenil, trata
como hilo conductor de todo el texto, la significancia de lo que resulta vivir
una adolescencia escapista al borde de la autodestrucción. Puede ser que suene dura la última afirmación
de este escrito, pero lo que en verdad hace el autor, es contarnos una trama acerca
de los jóvenes de hoy en día, pero sin ánimos de enjuiciar sus malas
decisiones. A su vez lo que hace el artista en esta novela es retratar la falta
de experiencia por la que pasa todo ser humano durante esta etapa de su
existencia, y la que lo lleva a realizar actos sin pensar en el verdadero
impacto nocivo que puedan tener algunas de esta opciones; no obstante luego
muestra en el libro mismo que sí existe la oportunidad de aprender de nuestros
errores, aún en medio la posición vitalista de sus protagonistas, de modo de
acceder a las segundas oportunidades y obtener una temprana redención,
El nombre de la novela está sacado de la canción Strawberry
fields forever (Campos de Fresas por Siempre) de John Lennon, donde dice:
«Nada es real,
no hay nada por lo que preocuparse.
Campos de fresas para siempre.»
De
este modo el título escogido por el escritor hace mención al escapismo juvenil,
que en su libro se observa tanto en lo respectivo al desenfreno de las extensas
jornadas de baile de fin de semana, por lo general al amparo de drogas de
última generación, como en el caso de una de uno de sus personajes principales
que sufre de una crisis de bulimia y que debe luchar contra su falta de fuerza
de voluntad para mantenerse sana. Por
ende, la trama de la novela muestra en paralelo el drama por el que pasa una de
sus protagonistas, quien ha tenido un “golpe de calor” tras ingerir una
pastilla de diseño, lo que le ha provocado un coma; es así que sus compañeros
de juerga arrepentidos y preocupados por la condición de su amiga, en conjunto
con su novio, a lo largo de las páginas del texto se dedican a buscar al sujeto
que les vendió el fármaco, para así usar sus componentes como medio de
encontrar la cura que le pueda devolver la conciencia. Paralelo a esto, se cuenta lo que sucede con
un miembro del mismo grupo de muchachos, quien lleva su propio proceso de lucha
contra el tiempo y los excesos juveniles, ya que su bulimia la ha llevado a
estar a las puertas de la muerte; no obstante cuando se entera de lo que le ha
pasado a su compañera, decide visitarla aún cuando no se encuentra ella misma
en las mejores condiciones. El libro es
a su vez mucho más complejo de lo que a simple vista parece, en especial si se
toma en cuenta sus escasa extensión, ya que otros de sus personajes principales
corresponden a adultos, entre ellos el mismo hombre que vendió las drogas a los
chicos, un par de agentes de policía que buscan resolver el caso para también
ayudar a la víctima y un periodista inescrupuloso que pretende sacar provecho
de toda esta situación, para conseguir la noticia de impacto del día. Tampoco se puede obviar lo que se narra
acerca desde el punto de vista de la misma muchacha que yace en la clínica,
quien aún en su inconciencia no deja de percibir lo que pasa a su alrededor (y
donde la narración cambia en su estilo, dando paso a un segundo narrador, en
este caso protagonista y en primera persona, como bien puede verse en la
siguiente cita):
“No
llores, Norma.
No
llores, por favor.
Ayúdame.
Os
necesito fuertes, a todos, así que no llores.
Puedo
verte, ¿sabes, Norma? No sé cómo, porque sé que tengo los ojos cerrados, pero
puedo verte. Sé que estás ahí, a mi lado, y que llevas tu blusa amarilla y los
vaqueros nuevos, ¿verdad?
¿Lo
ves?
Y, sin
embargo, aquí dentro está tan oscuro...
Es una
extraña sensación, hermana. Es como si flotase en ninguna parte, mejor dicho,
es como si mi cuerpo estuviese fuera de toda sensación, porque no siento nada,
ni frío ni calor, tampoco siento dolor. Es un lugar agradable. Bueno, lo sería
si no estuviese tan oscuro. Me gustaría ver, abrir los ojos y mirar. Hay algo
que me recuerda la placenta de mamá. Sí, antes de nacer. Recuerdo la placenta
de mamá porque era cálida y confortable.
¿Y cómo
puedo recordar eso?
No, allí
no tenía miedo, había paz. Aquí en cambio tengo miedo, a pesar de que siento
algo de esa misma paz. La siento porque estoy a sus puertas. Puedo dar un paso
y olvidarme de todo para siempre.
Un
simple paso.
Pero no
puedo moverme.
Norma,
Norma, ¿y los demás?
¿Están
bien?
¿Y Eloy?
Oh,
Dios, daría mi último aliento por tenerlo aquí, a mi lado, y sentir su mano
como siento la tuya, hermana.
Tu mano.
Eloy.
Me siento
tan sola...”
Todo
esta gama de personajes que convierten la narración en una obra de carácter coral,
enfatiza el aspecto globalizante de los problemas de la adolescencia y los que
tal como muestra el libro, deben abordarse de manera holística, si en realidad
se quieren comprender y resolverse (y es por esta misma razón que Campos
de Fresas, le dedica su espacio también a los padres mismos de los
jóvenes). Por último en cuanto a los
protagonistas de menor edad de la novela, si bien algunos de estos llevan una
vida disipada, el narrador no los sataniza, ni usa arquetipos rígidos a la hora
de caracterizarlos, puesto que en especial en lo que se refiere tanto a la niña
comatosa como a la bulímica, ambas se muestran como dos jóvenes que antes de
pasar por sus propios calvarios eran muchachas ejemplares (por ende, lo que
enfatiza el escritor es que cualquiera puede caer en la vorágine que son las
tentaciones mortales, incluso los mejores entre el resto).
Y ya terminando este post que me ha salido mucho más extenso de lo
previsto, señalo que considerando que el autor pretende a través de sus
escritos hacer un llamado a la cordura de sus tempranos lectores, pero sin caer
en el paternalismo que ya se denunció en otros escritores arriba, aprovecha la
dureza de sus descripciones para demostrar la realidad de los flagelos que
mortifican a los jóvenes:
“Tenía agujas clavadas en un
brazo, por las que recibía probablemente el suero, un pequeño artilugio fijado
en un hombro y conectado a sondas y aparatos que desconocía; un tubo enorme, de
unos tres centímetros de diámetro, de color blanco y amarillo, parecía ser el
nuevo cordón umbilical de su vida. De él partía un derivado que entraba en su
boca, abierta. Otro, sellado con cinta a su nariz, se incrustaba en el orificio
de la derecha. Por la parte de abajo de la cama asomaba una bolsa de plástico a
la que irían los orines cuando se produjeran. Y desde luego no parecía dormir.
Con la boca abierta y los ojos cerrados, embutida en aquella parafernalia de
aparatos, más bien se le antojó un conejillo de indias, o alguien a las puertas
de la muerte”.
También usa los diálogos de sus personajes para entregar información
vital, que pueda ser de ayuda a la hora de conocer datos de importancia sobre los
temas abordados en el libro (lo que demuestra además un arduo proceso de
investigación previa, por parte del artista para elaborar de forma fidedigna
sus obras):
“— ¿Qué
pasó después? —siguió el doctor Pons.
—Lo que le hemos contado —dijo Cinta—.
Empezó con las convulsiones, el corazón se le disparó y...
— ¿Tenéis aquí una pastilla de esas?
—No.
Suspiró con fuerza. Hubiera sido
demasiada suerte. Con una pastilla al menos sabría qué llevaba Luciana en el
cuerpo. Un análisis de sangre no bastaba. Había que analizar el producto.
Ni siquiera sabían contra lo que
luchaban.
—A nosotros no nos hizo nada —manifestó
Santi—. ¿Por qué sí a ella?
—Eso no se sabe, por esta razón es tan
peligroso. Os venden química pura adulterada con yeso, ralladura de ladrillos,
materiales de construcción como el «Agua-plast» e incluso venenos como la
estricnina. A veces son más benévolos y simplemente se trata de un comprimido
de paracetamol, que no es más que un analgésico. Pero de lo que se trata es de
que, luego, cada cuerpo humano reacciona de una forma distinta. De hecho, no
hay nada, ninguna sustancia, capaz de provocar una reacción como lo que le ha
sucedido a Luciana, un coma en menos de cuatro horas; pero si alguien sufre del
corazón, tiene asma, diabetes, tensión arterial alta, epilepsia o alguna
enfermedad mental o cardíaca, que a veces incluso se ignora por ser jóvenes y
no estar detectada, la reacción es imprevisible. Incluso beber agua en exceso,
pese a que se recomienda beber un poco cada hora, puede llevar a esa reacción.
En una palabra: el detonante lo pone la persona”.
Para terminar, en el año de 2005 se hizo una versión cinematográfica de
esta novela que data de 1997, siendo la cinta dirigida por Carles Paster, filme
de origen español y que lamentablemente no llegó a esta parte del mundo (pero
que sin dudas se puede encontrar en la red o conseguir en DVD y blu-ray).
[1] Ignoro la diferencia entre una
edición y otra, si bien creo que ello debe tener relación con a una revisión del texto,
luego de salir al mercado las primeras versiones.
Lo único que pude encontrar en la Red que se considerara un afiche de la película en cuestión. |
Es una alegría saber que este prolífico autor se conoce y se lee también en América, Elwin. Como bien indicas, tiene una habilidad muy notoria para integrar los temas delicados que quiere tratar en el argumento de sus novelas sin que se vean impostados o moralizantes.
ResponderEliminarEs un gran entendido en música, y muchos de sus libros tratan sobre la industria de la misma y sus entresijos, estando protagonizados en ocasiones por jóvenes que intentan abrirse camino en ese mundo y padecen los engaños y las malas jugadas de los oportunistas y veteranos aprovechados del negocio.
Hace mucho tiempo me regalaron "El joven Lennon" y me lo leí de un tirón, dos veces. Como su título indica, es una biografía novelada de John Lennon desde los catorce a los veinte años más o menos, contando la formación de los Quarrymen (el germen de los Beatles) y cómo conoce a Paul McCartney, a George Harrison y a la que será su primera mujer, Cynthia. Muy ameno y recomendable.
Pues hace rato que tenía pendiente de leer a este gran señor de las letras actuales españolas (ya que en numerosas ocasiones me lo recomendaron muchas personas y esto desde mi juventud, pero nunca antes me di tiempo a leer un libro suyo...hasta hace un par de meses atrás). Creo que tendré en consideración el libro que mencionas, Gracias una vez más por honrarme con tus comentarios.
ResponderEliminarMe regalaron esta novela en mi adolescencia y me gustó muchísimo todos los problemas tan duros y reales que abarcaba, también es una novela de lectura ligera ya que hace uso de una gran cantidad de diálogos donde la prosa narrativa queda reducida lo cuál no se tarda mucho en leerla entera.
ResponderEliminarYo ahora se la di a leer a mis alumnos y espero que aquellos que la lean sepan apreciarla. A ver cómo me va con ella en esta ocasión.
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