Nota: Era el día miércoles de esta semana que ya acaba, cuando en medio del calor de estas tardes primaverales el Inspector General del colegio en el que trabajo, se acercó a mi sala de clases para pedirme que hiciera un discurso para el acto conmemorativo del último día de clases de nuestros cursos terminales (que era nada menos que al otro día). Tenía poco tiempo para hacerlo, así que mientras los niños trabajaban y con una que otra interrupción por parte de estos (quienes me hacían preguntas sobre la actividad que les di, así como las veces en que tuve que parar esta otra labor para verificar su compromiso con la clase y/o retar a los que desordenaran), vine a terminar este texto ya durante la noche en mi casa. No es gran cosa que digamos, pero igual lo comparto con ustedes mientras termino el post que pensaba subir hoy día y que por una u otra razón no he podido acabar. De seguro encontrarán en estas líneas varios temas comunes, propios de este tipo de ceremonias; sin embargo lo escribí con el corazón y cuando lo estaba leyendo, procuré marcar con mi voz y tono uno que otro momento de la lectura, para provocar la atención de sus verdaderos destinatarios (por las reacciones que oí, lo que vi y lo que me dijeron algunos, así fue).
Cuando
estamos a solo horas de que nuestros cursos terminales nos dejen, tras haber
terminado su enseñanza media, aprovechamos como institución de rendirles el más
sentido homenaje antes de su esperada licenciatura. Hoy es un momento importante para todos
nosotros; importante para ustedes que terminan esta etapa de sus vidas y que
los lleva a dar los primeros pasos de su adultez; importante para quienes hemos
querido aportar nuestro granito de arena en su formación como personas. Quizás ahora mismo producto de las emociones
encontradas y de la ligereza con la cual a veces los jóvenes se toman hasta los
momentos más graves, no puedan darse cuenta de lo que en realidad están
pasando; no obstante llegará el día en que mirarán atrás y recordarán con
nostalgia y cariño este día en que los despedimos con todo el amor que les
tenemos.
Particularmente se me ha concedido el
honor y la dicha de expresarles estas palabras, cuando hay otros aquí presentes
que los conocen mucho más que yo:
Colegas que han estado años junto a ustedes, viéndolos crecer y que los
recibieron en estas aulas cuando eran todavía unos niños, convertidos ahora en
futuros profesionales y/o padres de familia.
En cambio yo solo he estado con ustedes este último año, casi cosechando
el fruto del trabajo de los que me antecedieron y conociéndolos a ustedes,
alumnos, ya definidos en muchos casos sus personalidades e intereses…
No obstante en este breve tiempo juntos,
he ido guardando en mi memoria varios hechos valiosos de mi pasar junto a
ustedes. No se trata solo de recordar
los aspectos más “serios” de mi trabajo en estas aulas, sino que en poder
reconocerles también (obviando una que otra rabia, propia de la labor docente)
la calidad humana que he descubierto entre ustedes. No los conozco a todos,
pues me tocó tener a mi disposición solo los cuartos A y C (¡Mis angelitos!);
en cuanto al cuarto B, en cambio, he sido testigo de su desempeño de otra
manera: por los buenos comentarios de mis compañeros, sabiendo que han
destacado en muchas cosas (lo malo lo obvio también, porque la idea es tomar
todo esto con optimismo, no amargándose por lo que pudo ser y no fue).
El primer recuerdo relevante que poseo al
respecto, tiene relación con el Día del Libro: Me acuerdo de la dedicación con
la que muchos de ustedes, con esa alegría que los caracteriza a la mayoría, se
disfrazaron y representaron sin vergüenza frente al resto del colegio a
personajes de la mitología griega (inolvidable las musas del 4º A, nuestro
Hércules y los monstruos de la Hidra, el León de Nemea y otros espantos
encarnados por estos muchachos). El 4º C
estuvo impecable en sus módulos dedicados a autores de la literatura nacional,
iniciativa que nació de ellos mismos y que se los aplaudo.
Al 4º A le valoro mucho la dedicación con
la que hicieron muchos de los trabajos prácticos y creativos, sus estupendos
manifiestos, poemas vanguardistas y lapbooks literarios, entre otras
actividades en las que destacaron. En
cuanto al 4º C, este me sorprendió gratamente (en realidad nos sorprendió a
todos sus mayores acá), por su positivo cambio en el segundo semestre, que
habló tan bien acerca de la nobleza de sus estudiantes. Respecto al 4º B, mis colegas que les hacen
clases concuerdan en lo respetuosos que han sido con ellos, valor que no
podemos dejar de apreciar en una época en la que parece que las nuevas generaciones
se han olvidado al respecto.
Mucho más podría decirles, no obstante no
es mi ánimo aburrirles, que además los protagonistas de esta ceremonia son
ustedes y yo soy solo un invitado a saludarlos, felicitarlos y honrarlos por el
lugar al que han llegado. “El camino
sigue y sigue” dice por ahí el primer libro de El Señor de los Anillos de
Tolkien, de modo que no olviden que aún les queda mucho por recorrer, puesto
que ahora se encuentran a las puertas del verdadero recorrido hacia el
mañana. Por lo tanto, en nombre de todos
los adultos que hoy los despedimos, les quiero desear lo mejor e invito a
jugárselas con todas sus ganas por el mejor de los futuros posibles.
Amigo Elwin: Excelente discurso, más que discurso un claro mensaje de cara al futuro, una invitación para esos jóvenes de ir hacia el futuro con todo la energía puesta en el camino... y con uno (o unos) libros bajo el brazo. Pavada de profesor tienen estos chicos! Un abrazo!
ResponderEliminarRICARDO
www.stephenking.com.ar
Muchas gracias, amigo Ricardo, por compartir conmigo este texto. Ojalá todos los alumnos que uno tiene fuesen capaces de valorar a los profesores que tienen, pues no es así.
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