Todo un clásico de la literatura
maravillosa e infantil viene a ser el famoso cuento de Hans Christian Andersen La
Sirenita, acerca de un ser de estas características (por supuesto que
femenino), que se enamora de un humano de la superficie y desea convertirse en
alguien como él para estar a su lado. No
todo el mundo ha leído el cuento original, pero sí maneja al menos la idea
central de tal narración, quedándose con la imagen de la suavizada, pero
entretenida versión animada de Disney, en la cual la protagonista se queda con
su príncipe azul (al contrario del texto escrito que termina en tragedia).
La historia recién mencionada es
claramente una obra acerca del amor romántico, sobre los problemas de dos
sujetos pertenecientes a dos mundos opuestos, que se aman pese a las
tribulaciones que en un principio los separan; de este modo es una especie de
reinterpretación, en plan “mágico” de la también célebre obra teatral de Romeo
y Julieta de William Shakespeare.
Pues en 2008 el sensei Hayao Miyasaki estrenó su versión del texto de
Andersen, titulado Ponyo en el Acantilado (de ahora en adelante, me referiré a
esta cinta simplemente con el nombre de la coprotagonista, Ponyo). Pues el cineasta japonés más bien se inspiró
en la narración del europeo, que en hacer una copia nipona de esta, para
contarnos un relato acerca de la estrecha amistad entre dos niños (una sirenita
y un humano), del poder del amor que hay detrás de este importante lazo
interpersonal y como siempre de entregarnos un precioso mensaje ecológico sobre
el respeto y la admiración por la madre naturaleza (en especial el mar), entre
otros aspectos a considerar en su guión.
La criatura es una de las tantas hijas de
un mago de las aguas y de nada menos que de la diosa femenina del océano, pero
Ponyo se diferencia de sus hermanas por tener un espíritu inquieto e
independiente, por lo que aprovecha un descuido de su padre para aventurarse
por sí sola para llegar hasta las costas.
La sirenita más bien tiene forma de un pequeño pez con rostro más o
menos humano, no obstante una vez que conoce a su amigo, Sosuke, su figura
comienza a cambiar hasta tomar la forma humana.
Tanto el uno como el otro quedan encantados entre sí tras su encuentro,
a tal punto que la pequeña decide enfrentarse a su sobreprotector padre (quien
además no tiene una buena imagen de la humanidad), lo que gatilla el gran
conflicto de este largometraje; no obstante como se trata del filme más
orientado al público infantil de Miyasaki, desde la época de Mi Vecino Totoro, el tema de la oposición del padre a que su hija tome su
propio rumbo, es abordado con humor y una gran cuota de ternura. En todo caso Fujimoto, el padre, es alguien
de buen corazón, razón por la cual como solo quiere lo mejor para su
descendencia (la felicidad y la realización personal), hacia el final admite
que no puede oponerse a algo tan puro, como el amor que existe entre los dos
muchachos.
El sentido de la familia, la relación
entre padres e hijos, como también la que existe entre esposos, se encuentra
presente por igual en el caso del niño.
Sus padres son cariñosos y son dichosos con lo que hacen: el padre
trabaja en un barco en un cargo importante y la madre atiende a un grupo de
adorables ancianitas en un centro para adultos mayores. Ambos se presentan como progenitores
benignos, que permiten que su unigénito sea alguien auténtico, sin coartar su
individualidad, detalles esenciales para que el chico haya llegado a impactar
tanto en Ponyo.
En paralelo nos encontramos con una
anciana, que en apariencia es la típica cascarrabias de su edad, Toki, quien hasta posee unos rasgos duros en
el rostro que la hacen parecer una vieja amargada; no obstante en realidad
adora a Sosuke y se preocupa por él. De
hecho, resulta ser un detalle precioso del argumento, que pese a que las
habitantes del asilo en su mayoría apenas pueden caminar y usan sillas de
ruedas, son mujeres que no han perdido la capacidad de reír, ni el sentido de
la admiración. Por otro lado, el trato
cariñoso que tienen el niño y su madre con este grupo de mujeres, sin dudas
propio de una relación íntima, es un ejemplo más del tono optimista de esta
cinta y que nos invita a tratarnos por sobre todo con consideración; asimismo
ello se ve en el resto de los personajes que aquí aparecen, aunque sea por un
breve tiempo: todos se tratan con respeto y amabilidad, por consiguiente todos
se ven felices.
Siendo que Ponyo y su padre (por no
mencionar a su mamá) son seres ligados estrechamente a la naturaleza, y Sosuke
y su familia viven en armonía con esta misma (respetando por sobre todo el
mar), este filme comparte con muchos otros de su creador, la idea de que la
única manera de que la humanidad pueda prevalecer es manteniendo su entorno
natural protegido; por esta misma razón ambientándose la historia en un puerto,
en general este sitio se ve limpio y sin la contaminación y fealdad que
habitualmente encontramos en estos sitios.
Al respecto no se puede olvidar la figura de Grandmammare, la sabia
deidad esposa de Fujimoto, quien se presenta como un ser hermoso, además de
llegar al corazón de todos de una forma inolvidable (el encuentro entre las dos
madres, la de Ponyo y la de Sosuke, es un breve momento inolvidable).
La estética de esta obra sobresale dentro
de otras de su autor, porque muchos de sus fondos recuerdan sin dudas las
pinturas expresionistas de Vincent Van Goh.
Tampoco puede olvidarse la manera de cómo se muestra la fauna marina en
este largometraje, con varias criaturas extrañas y otras prehistóricas, además
de otras de fácil reconocimiento; en todo caso todos estos seres toman un cariz
por completo pacífico, incluso los monstruitos creados por el mago para “rescatar”
a su hijita.
Dentro de las escenas más preciosas de
este recomendable título, nos encontramos con el comienzo, cuando vemos a
Fujimoto hacer uso de su magia en el fondo del mar y somos testigos de la
graciosa escapada de Ponyo. Luego nos encontramos
con la carrera encima de las olas de la misma Ponyo, mientras sigue a Sosuke y
a su madre que viajan en su auto, mientras se desata una increíble
tormenta. Hermoso, por igual, resulta
ser el regalo que les hace el propio Fujimoto a las ancianitas.
En lo que viene a ser el acompañamiento
musical del siempre formidable Jao Hisaishi, el compositor habitual de estas
películas, destaca su precioso tema de los créditos de apertura, con la voz de
una soprano al más puro estilo lirico que ya oímos en trabajos suyos como La Princesa Mononoke. De igual cabe
mencionarse la canción con voces infantiles, recuerda a otras composiciones
suyas, como el famoso tema de la ya mencionada Mi Vecino Totoro.
En suma, con Ponyo nos encontramos con
un filme para ver en familia, del gusto de grandes y chicos; en todo caso estos
últimos resultan ser el público ideal, debido a su calidad artística, que se
aleja de la violencia habitual y los rígidos estereotipos a los que están acostumbrados los niños hoy en
día ; por ejemplo, hay ausencia de villanos, porque la maldad no existe en esta
obra, pero sí los malos entendidos y que bien pueden solucionarse (tal como
deja claro el argumento) cuando existe buena voluntad entre todos y el amor
prevalece por sobre los prejuicios.
Ponyo es quizás junto con mi Vecino Totoro una de las más hermosas y intelectuales películas de Hayao Miyasaki, debido a varios conceptos de la cultura japonesa, que tu expone muy someramente en este ensayo Elwin. Por ejemplo en la religión sintoista todos los elementos de la naturaleza poseen espíritu y vida, por tanto pueden sostener una relación entre sí e incluso enamorarse y casarse, ejemplo de esto en la ciudad de Hokaido existen dos piedras amaradas entre si, los japoneses dicen que estuvieron tanto juntas que se enamoraron y casaron. Creo que el tema de la cultura japonesa debe estar más presente en tus escritos de Hayao, como te dije la última vez no basta en este caso exponer un análisis de tipo literario y estético, debe ir más en profundidad que escarbar los tópicos propios de una rica cultura milenaria que desea presentarnos Miyasaki. Por cierto Elwin, no has leído mi blogg y no tengo ningún comentario sobre la critica en contra de Jorge Baradit, solo tus comentarios sobre la forma de mi blogg
ResponderEliminarEsta película si no la conocía, trataré de conseguirla para verla con mi hija, gracias Elwin.
ResponderEliminarMaese Sardaukar: Tiempo ya que no me honraba con sus visitas y palabras...Pues como siempre me es grato tenerlo por acá. Respecto a su crítica, usted que tiene mejor memoria que yo, debe recordar que ya me ha planteado este tema en otros posts dedicados al cineasta y le he respondido al respecto que en el primero que hice sobre Miyasaki hice referencia a la importancia del sintoísmo en su obra; no profundizo más en el tema porque a diferencia suya, no sé mucho al respecto y el objetivo de estos textos era presentar a otros este cine para entusiasmarlos, que el análisis profundo se lo dejo a los expertos en materias varias.
ResponderEliminarMi cuate: A ver con sus hijitas esta preciosa cinta que no puede faltar en su colección.
Querido amigo solo presentas el las ramas y flores del árbol, pero falta el tronco y las raíces, como yo tome tus criticas para mi blogg deberías hacer lo mismo, espero que la gente vea las películas de Hayao ya que son demasiado buenas.
ResponderEliminarUna de mis favoritas,no me cansa verla y encontrar más detalles en sus fondos y paisajes.
ResponderEliminarLa encuentro hermosa, pero no lo mejor de Miyasaki, por ende no está entre mis favoritas, ni menos es mi predilecta.
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