Y heme aquí en el primer día del nuevo
año, tras haber terminado otro aún en pandemia, aunque en muchos aspectos mucho mejor que el
anterior. Hubo penas y alegrías como siempre, todo ello marcado por el encierro
y la cuarentena otra vez, aunque esta vez había un sentido de esperanza que nos
llegó en especial a los chilenos, no solo por el hecho de contar ahora con más
de una vacuna a nuestro favor y con la que enfrentar el maldito Covid-19, sino
porque en el terreno político avanzamos harto (de ambos aspectos ya me referiré
en su momento).
Enero y febrero significó para muchos un merecido descanso del encierro, al poder salir a otros lugares e incluso irse de vacaciones algunos; asimismo, fue ocasión de reencontrarse con seres queridos a los que no veíamos de manera presencial, salvo las ya populares videollamadas, que igual no eran lo mismo. En mi caso me quedé en Santiago, pues no quise arriesgarme y es que solo en el transcurso de febrero tuve mi primera dosis (al igual que mi mamá, de más de 70 años), de la SINOVAC (de laboratorio chino). En cambio, aprovechando esos meses de vacaciones de verano hice hartos ejercicios en casa, a veces en plazas, que en el transcurso de 2020 me compré uno que otro implemento deportivo a la espera de que ir al gimnasio fuera más seguro (igual estos fueron cerrados de nuevo al poco tiempo).
Marzo significó volver a clases presenciales con alumnos en el colegio, con un espantoso sistema “híbrido”, que significaba tener un pequeño grupo de estudiantes en la sala y al mismo tiempo otro grupo en modo online; en verdad era atroz, pues uno se volvía loco tratando de atender lo mejor posible a unos y otros, todo en solo 45 minutos de clases (entre instalar la cámara, “llamar” a los que estaban en casa, etc.) y es que en mi “pega” al menos fueron más conscientes y seguimos con horario reducido. Lo anterior correspondía al segundo turno de la jornada, ya que antes teníamos clases con el “grupo permanente presencial”, conformado por lo general por estudiantes que tuvieron problemas de conexión el año anterior, aquellos “mágicos” que se salvaron de reprobar porque el Ministerio de Educación nos obligó a hacerlos pasar de curso, pese a que flojearon de lo lindo en el pasado y no hicieron las actividades y que menos se conectaban a las clases remotas, más unos pocos casos especiales de alumnos nuevos y otros que de manera voluntaria no querían perder la oportunidad de recuperar algo de la normalidad (igual tanto en esta tanda, como en la siguiente, donde se rotaba cada dos semanas la lista de los presenciales, los puestos estaban distanciados unos dos metros o poco menos, así que habían máximo 12 estudiantes en la sala). No alcanzamos a estar 3 semanas con todo esto, puesto que nos volvieron a mandar a cuarentena y en mi colegio solo se regresó a las aulas el 27 de septiembre. Cabe mencionar, que al menos lo anterior me sirvió para compartir algo con mis alumnos, conocerlos algo más y lo mismo con mis colegas; en lo que respecta a mi Jefatura (el curso que tengo a cargo, que de Primero Medio pasó a Segundo Medio), me fue mucho más grato todo, ya que habían más lazos afectivos de por medio.
Enero y febrero significó para muchos un merecido descanso del encierro, al poder salir a otros lugares e incluso irse de vacaciones algunos; asimismo, fue ocasión de reencontrarse con seres queridos a los que no veíamos de manera presencial, salvo las ya populares videollamadas, que igual no eran lo mismo. En mi caso me quedé en Santiago, pues no quise arriesgarme y es que solo en el transcurso de febrero tuve mi primera dosis (al igual que mi mamá, de más de 70 años), de la SINOVAC (de laboratorio chino). En cambio, aprovechando esos meses de vacaciones de verano hice hartos ejercicios en casa, a veces en plazas, que en el transcurso de 2020 me compré uno que otro implemento deportivo a la espera de que ir al gimnasio fuera más seguro (igual estos fueron cerrados de nuevo al poco tiempo).
Marzo significó volver a clases presenciales con alumnos en el colegio, con un espantoso sistema “híbrido”, que significaba tener un pequeño grupo de estudiantes en la sala y al mismo tiempo otro grupo en modo online; en verdad era atroz, pues uno se volvía loco tratando de atender lo mejor posible a unos y otros, todo en solo 45 minutos de clases (entre instalar la cámara, “llamar” a los que estaban en casa, etc.) y es que en mi “pega” al menos fueron más conscientes y seguimos con horario reducido. Lo anterior correspondía al segundo turno de la jornada, ya que antes teníamos clases con el “grupo permanente presencial”, conformado por lo general por estudiantes que tuvieron problemas de conexión el año anterior, aquellos “mágicos” que se salvaron de reprobar porque el Ministerio de Educación nos obligó a hacerlos pasar de curso, pese a que flojearon de lo lindo en el pasado y no hicieron las actividades y que menos se conectaban a las clases remotas, más unos pocos casos especiales de alumnos nuevos y otros que de manera voluntaria no querían perder la oportunidad de recuperar algo de la normalidad (igual tanto en esta tanda, como en la siguiente, donde se rotaba cada dos semanas la lista de los presenciales, los puestos estaban distanciados unos dos metros o poco menos, así que habían máximo 12 estudiantes en la sala). No alcanzamos a estar 3 semanas con todo esto, puesto que nos volvieron a mandar a cuarentena y en mi colegio solo se regresó a las aulas el 27 de septiembre. Cabe mencionar, que al menos lo anterior me sirvió para compartir algo con mis alumnos, conocerlos algo más y lo mismo con mis colegas; en lo que respecta a mi Jefatura (el curso que tengo a cargo, que de Primero Medio pasó a Segundo Medio), me fue mucho más grato todo, ya que habían más lazos afectivos de por medio.
El efecto del ejercicio casero y mi primer cambio de "loock" del 2021, ideal para combatir "la calore". |
Muchos nos sentimos más tranquilos al volver a casa, pues si bien varios como yo ya teníamos dos dosis de Sinovac u otra vacuna en nuestro sistema, todavía debía pasar un tiempo para que estas se activaran; así que volvimos al “antiguo” sistema de las clases online y, de paso, pudimos dormir más ahora que nos quedábamos encerrados otra vez. Todo iba bien hasta que el 11 de abril tuve un infarto. Comencé con dolores debajo del corazón el lunes de esa semana y pensaba que era algo muscular, producto de algún esfuerzo mal hecho debido a mi entrenamiento; entre medio me enfermé de Faringitis y cuando fui al médico la doctora (venezolana), nada encontró más allá de la infección. Supongo que esos malestares que tuve antes fueron preinfartos. Llegué a la clínica donde estuve internado casi una semana a eso de las 7 de la mañana del día domingo, cuando la pandemia estaba en uno de sus momentos más atroces, así que estuve bajo protocolo Covid la mayor parte del tiempo, pese a todos los exámenes que me hicieron; por lo tanto, no pude recibir visitas, si bien nunca me sentí solo gracias al celular que tenía conmigo. Me hicieron 3 PCR y en todos salí negativo, aunque luego se supo que en efecto tuve Coronavirus en un momento indeterminado, aunque fui asintomático. No sé si conté esto antes por acá y es que cuando me dijeron lo que me había pasado, no pude evitar llorar, pues sabía que por segunda vez en mi vida Dios me daba otra oportunidad (en 2015 también estuve al borde de la muerte y esa vez me tocó estar dos semanas internado). No me desesperé y opté por “tirar para adelante”, prometiéndome a mí mismo y a quienes se preocuparon por mí, recuperarme lo más rápido posible, pese a que mi corazón había quedado muy dañado y otra persona de seguro habría muerto (“¡Te aferras mucho a este plano de existencia” o algo así me dijo uno amiga cuando se enteró de lo que me pasó) y tal como me lo propuse, cuando en septiembre tuve consulta con mi cardiólogo, este me felicitó tildando de “casi milagrosa” mi recuperación (y una vez recibida su “bendición”, volví ese mes al gimnasio, que en todo caso no dejé de cuidarme en casa, demostrándome que podía retomar mis largas caminatas, que fue con lo que comencé tras estar de nuevo del vuelta en el hogar).
Estuve un mes con licencia médica y pese a
ello no quise desconectarme del colegio ¿Por qué? Debido a que en mayo
celebrábamos atrasados el Día del Libro y me interesaba mucho que este saliera
bien, ya que muchas de las ideas para su realización salieron de mi
cabecita. Además, todo eso me sirvió de
terapia, que muchos alumnos se comunicaron conmigo cuando se enteraron de mi
malestar (los niños de mi curso, incluso, me mandaron un lindo video de saludos
con mi tema favorito de Naruto Shippuden). Cabe mencionar que un par de amigos de los
que no sabía desde hace años, se pronunciaron durante esos días y eso me
alegró mucho. La verdad, es que me llené
de amor y buenas vibras siempre... ¡Y aquí me tienen vivito y coleando!
Amo esa foto, pues me la saqué para mi primera caminata tras el infarto, la que duró más de una hora y no me cansé (el médico me dijo que probara con solo 20 minutos). Además, era un día hermoso. |
Para el 24 de abril cumplí 10 de blog, mientras todavía estaba con licencia médica. Me he dedicado de manera ininterrumpida a esta página, a la que le dedico harto tiempo. Muchas satisfacciones me ha dado, si bien no dejo de lamentar que mis cercanos no se interesen en lo que hago y el número de nuevos “lectores constantes” y comentarios sean pocos. La Edad de Oro de los blogs ya acabó y yo llegué tarde, pero aquí sigo y en la segunda parte de este post me referiré de manera más profunda a este aspecto del 2021.
En 4 ocasiones distintas nos tocó a los chilenos ir a votar en lo que se refiere a nuestra responsabilidad ciudadana, a la hora de hacer de nuestro país un lugar mejor. Entre el 15 y el 16 de mayo escogimos a nuestros representantes para redactar una nueva Constitución política, un nuevo precedente en el que mi país volvía a destacar, tras haber decidido el año pasado eliminar de una vez la espantosa Constitución que nos dejó la dictadura de Pinochet en 1982 y que por razones obvias era sesgada y no atendía a las necesidades del pueblo (una tremenda mayoría decidió desechar este legado del gobierno fascista en octubre de 2020, como consecuencia del llamado “Estallido Social” de 2019, cuando la comunidad se aburrió de las injusticias del gobierno de Derecha de Piñera y del sistema neoliberal apoyado por Pinochet y los suyos, aún permanente tras el regresos a la democracia en 1990, lo que significó un montón de manifestaciones públicas, entre pacíficas y violentas que se hicieron famosas en el extranjero aquel octubre de 2019). Más encima, decepcionados de los partidos políticos, en su mayoría se escogió a ciudadanos independientes, de toda una gama de nuestra sociedad, entre artistas, profesionales, minorías étnicas y sexuales, en verdad todo un orgullo dicho logro. Aquella vez también elegimos alcaldes (hartos independientes salieron, como bien sucedió con mi comuna) y gobernadores regionales (si no me equivoco).
Entre junio y julio comencé los arreglos de la casa, a pintar la casa que estaba bastante fea y deteriorada; para ello contraté a un vecino peruano muy agradable, a quien conocí un día porque se ponía cerca de mi casa con un carrito a vender dulces en la vía pública y tenía un letrero ofreciendo ese servicio. Don Alexander nos hizo hartos arreglos, muy bueno él en lo que hacía y nos simpatizó bastante, debido a su humildad, así que lo atendí como a un rey en casa dándoles ricas comidas. El asunto es que gracias a que conté con el trabajo de Don Alexander, cumplí uno de mis mayores sueños (algo sencillo en comparación al de otras personas): Tener un lugar en mi casa para exponer de manera ordenada y grata a la vista mi colección de libros, cómics y figuritas. Para lo anterior, dispuse un dormitorio pequeño que se “liberó”, cuando por fin mi hermana menor se fue con su familia tras un par de años estar viviendo de allegados acá, lo que era un desastre debido a la falta de espacio y a su histeria; es cierto que no veo ahora todos los días a mis dos sobrinitos regalones, pero vienen seguido, ya que sus padres tienen un local comercial en casa, así que en la práctica esto se tradujo en mayor comodidad. Volviendo a lo de mi colección, bueno, compré nada menos que 5 muebles y 3 repisas y aun así no pude poner todo como esperaba, así que me tuve que esperar a noviembre para que mi cuarto, en el que duermo, fuese arreglado y es que don Alexander no hacía el tipo de mejoras que necesitaba, de modo que tuve que solicitar los servicios de otros maestros. Lo bueno es que ya no siento vergüenza del aspecto de mi casa, que necesitaba desde hace mucho tiempo varias correcciones (entre ellas la cocina) y ahora ya todo está OK.
Para septiembre me puse la tercera dosis de refuerzo en contra del Covid, en plenas vacaciones de Fiestas Patrias y esta vez me tocó la Pfizer, que se supone me iba a dar una inmunidad de casi 100%. Para ser sincero, lo que más me alegró de esa semana de descanso, poco antes de volver a clases presenciales, fue que con mi sobrinito Amilcar volvimos a ir al cine, tras cerca de un año y medio sin poder hacerlo. El filme seleccionado fue Shang-Chi yla Leyenda de los 7 Anillos, filme muy divertido que nos dejó a ambos felices; con posterioridad asistí a las salas con mi niño y otras veces con amigos unas 5 veces más en lo que restó del año. Por cierto, esa semana me di otro gusto: comprarme una tele nueva, ahora mucho más grande y 4K, de modo que veo “filete” mis queridas películas y series.
Retornar a clases fue muy satisfactorio, que la mayoría de los estudiantes optó por la presencialidad y de ese modo pude descubrir y redescubrir a un montón de jóvenes que le dieron un gran sentido a lo que hacía, incluso muchos de ellos, chicos y chicas que online no “funcionaban” y ahora estaban con todas las ganas de sacar adelante sus estudios. Hice hasta exposiciones y de ese modo, además, me pude lucir más como profesor al conseguir liderar a mis estudiantes, puesto que mi idea era también ganarme el “contrato indefinido”, tras dos años a plazo fijo. Por otro lado, ha sido lindo compartir con mis colegas, a muchos de los cuales apenas conocía de manera física y hasta tuvimos nuestra primera actividad recreativa juntos, en la que por primera vez canté karaoke.
Amilcare y yo aquella hermosa tarde de septiembre, que además le celebraba sus 12 añitos. |
Ya por terminar esta primera revisión (de
dos) del 2021, puedo decir contento, que ahora por fin tuvimos fiestas de fin de
año con familia y amigos, en lo que concierne a Navidad y Año Nuevo. La Noche Vieja y primeras horas de este 2022
las pasé con mi mamá, hermanas, sobrinos, sobrinas, sobrinos-nietos… y fue estupendo. Hoy me quedé en casa solito, que no quise
salir a ningún lado y de ese modo me puse a escribir estas palabras. Le tengo mucha fe a este 2022 (el lema contra
Kast decía “Que la esperanza le gane al miedo”, debido al discurso
lleno de rumores de esa gente, que hablaba de comunismo, pobreza y “Chilezuela” y manipulaciones varias de su parte, como que el día de las elecciones en las comunas más populares, apenas había locomoción colectiva para que la gente fuera a votar, lo que ese día era gratuito, estrategia del gobierno de Derecha que no le resultó y les salió a los "fachos" el tiro por la culata, puesto que quedaron más descubiertos que nunca),
que espero pronto podamos dejar atrás las mascarillas para vernos las caras por
completo y ahora que se legalizó en diciembre de este año el “Matrimonio
Igualitario”, ojalá pueda conocer a un tipo de mi gusto, al que pueda amar con todo mi ser, que me ame y así pueda casarme
por fin “¡De blanco el patúo!”,
Con parte de la familia el día de Navidad. |
Buen resumen, Elwin, aunque muy sesgado hacia la política. Jajajajaja. ¡Es raro ver algo de ese tema acá! Ya quiero ver la 2da parte y ojalá no sea tan larga.
ResponderEliminarGracias por ser el único de mis amigos en interesarse por esto, que los llamados "históricos", nada. El tema político no pude obviarlo, pues fue esencial el año pasado en mi vida. Antes de la segunda parte, dedicada al blog mismo, escribiré una crítica a la última temporada de "La Casa de Papel".
EliminarHola, Elwin. Me alegra ver que vaya todo bien, y de que tengas tantos ánimos para comenzar este 2022, pese a lo dura que está siendo la pandemia para quienes os dedicáis a la docencia.
ResponderEliminarEnhorabuena también por ese cambio político en vuestro país. Espero que con un gobierno progresista haya cambios significativos y avances para la sociedad chilena.
Por mi parte últimamente no comento mucho, porque ando muy escaso de tiempo y apenas puedo leer todo lo que quisiese, menos aún atender mi propio blog. Pero no puedo quejarme, pues es tiempo que dedico al trabajo y a la familia.
Un abrazo, amigo Elwin.
Me ha alegrado mucho volver a saber de ti, luego de tanto tiempo y que hayas compartido conmigo estos recuerdos (se supone está pendiente la segunda parte, dedicada a lo que hice en el blog el año pasado, ya no tengo tantas ganas de hacerlo). La verdad es que en materia de trabajo, disfruté tanto la labor virtual, como la presencial. Un lindo 2022 para ti.
Eliminar