sábado, 31 de agosto de 2024

Regreso a la magia de mi infancia y juventud (I)



     Los dos libros más importantes y famosos de Ray Bradbury, uno de los autores estadounidenses más valiosos estadounidenses del siglo XX (al punto de haber trascendido el género literario que lo hizo famoso, la ciencia ficción, y ser leído a gusto por gente a la que no le atrae este mayormente, así como ser dado a leer en un montón de colegios en todo el mundo) son la novela antiutópica Fahrenheit 451 y su colección de cuentos Crónicas Marcianas.  En este último caso, que es el título que nos reúne ahora, se trata de una de sus tantas colecciones de relatos, puesto que fue este formato al que más se dedicó y en el cual era más evidente su capacidad literaria.
   Las Crónicas Marcianas es una serie de historias relacionadas entre sí, cuentos que se pueden leer y disfrutar por separado (lo que se llama fix-up y entre cuyos ejemplos más destacados está el primer libro de Fundación de Isaac Asimov), aunque unidos forman un corpus, al abordar una secuencia cronológica que corresponde a una historia ficticia del futuro cercano.  El tomo salió en 1950 y comienza su cronología a fines del siglo XX, terminando en las primeras décadas del siglo XXI.  Cabe mencionar que cuando Bradbury escribió estas narraciones, se pensaba que el progreso tecnológico iba a ser lo suficientemente rápido, como para hacer que la carrera espacial avanzara tanto, que el ser humano consiguiera colonizar otros mundos en pocas décadas; por lo tanto, el porvenir que presentan estos textos corresponde a ese futuro, que para nosotros todavía no es y que, en cierto sentido, debido a lo que en ellos se nos cuenta también, menos mal que no ha pasado.
   Estos cuentos tratan acerca de la llegada del hombre (y de la mujer, por supuesto) a Marte, sitio que conquistó solo luego de intentarlo más de una vez y debido a su empecinamiento; de hecho, son los yankis quienes realizan esta proeza, que no se cuenta de otras naciones dedicadas a dicha empresa (simplificación por parte del autor, despiste o, tal vez, chovinismo suyo).  Pero mucho antes de que nuestra especie pusiera sus ojos en el planeta vecino, este ya estaba poblado y por una avanzada civilización.  Así que estas crónicas tratan acerca de ambos pueblos, los últimos días de los marcianos y sobre la nueva vida de los humanos; en el caso de estos últimos, no se trata solo de leche y miel, que nuestra propia naturaleza nos lleva a la autodestrucción.
    Leí por primera vez este volumen cuando tenía unos quince años, gracias a mi amiga Marta González, quien me lo regaló para una Navidad y con ello me hizo muy feliz.  Bradbury fue el segundo gran escritor de ciencia ficción que tuve en mis manos, luego del mismísimo H. G. Wells (La Guerra de los Mundos), aunque lo conocía desde mi temprana infancia (ya les contaré al respecto).  Era una edición de bella portada de la Minotauro, la que se me deshojó tras prestársela a una profesora irresponsable, quien ni siquiera me pidió disculpas por entregármela en esas condiciones.  Por el 2018 ó 2019, seguro fue antes de la pandemia, me lo compré en una mejor versión gracias a la colección de Copec, muy barata y nuevecita más encima.  Solo ahora lo revisito, mucho más viejo y menos ignorante, y no saben cómo lo he disfrutado; aproveché de hacerlo, ya que se lo di a leer a mis alumnos para septiembre de este año, así que me estoy preparando para hacer la prueba también (ojalá les guste tanto, como a mí a la misma edad que tienen ellos hoy en día).

Portada de la vieja edición que poseo.

Prólogo
 
     Después de más de 30 años (toda una vida), estoy releyendo Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, cuentos hilvanados tan hermosos.  Me tocó releerme, también, el famoso prólogo de Borges a la edición en español; breve texto que tanto alaban algunos (como si fuese superior al contenido del libro que lo incluye o este otro minimizara el valor literario del gringo) y me ha quedado claro que no tenía idea de ciencia ficción y que prescindió de la belleza de la prosa de Bradbury, para "detenerse"" solo en los horrores que el veía en sus páginas (incluso dice, muy equivocado, que los marcianos son "espantosos", cuando en verdad son bellos, solo distintos, y de gran sensibilidad).  Una decepción más del argentino, que en vida recibió feliz una condecoración del mismísimo dictador Pinochet cuando visitó mi país.  Sin embargo, tener las palabras de ese intelectual en aquel tiempo, en la traducción de una obra correspondiente a un género que no era muy conocido, ni valorado por los hispanoparlantes en general, fue todo un impulso; tal vez seleccionaron a Borges, o este mismo se ofreció a realizar esta labor, porque era de derecha y hasta donde sé, su colega también lo era (he ahí la afinidad, entonces, porque, recalco, Borges en ningún momento destaca las virtudes de la ciencia ficción y tampoco el talento de su par).
   Salvo el recorrido histórico que hace el prologuista, acerca de los viajes a otros mundos en la literatura, muy interesante, el resto de este famoso texto lo encuentro una lata.
 
Los cuentos:
 
1. El verano del cohete
 
   Un microcuento de menos de dos páginas, un anticipo esperanzador al comienzo de estos viajes a Marte.  Desde aquí comenzamos a saborear de esa bella prosa lírica, que tanto caracteriza a su autor, dado a mostrarnos retratos costumbristas y bucólicos, incluso del Estados Unidos citadino; retrato de un presente que se aprecia perfecto y feliz, en el cual un elemento foráneo como un prodigio de la ciencia o una presencia alienígena o sobrenatural, puede perturbarlo o agregarle un sentido de maravilla.  En el caso concreto de este relato, vemos a la gente feliz por el acontecimiento que significará que los cohetes hacia el planeta rojo partan, claro que ignoran lo que ello tendrá como consecuencias; como bien se sabe, el Infierno está pavimentado de buenas intenciones.
 
2. Ylla
 
    Debe ser una de las narraciones más famosas de esta colección.  En Marte ya, conocemos de inmediato a los marcianos, que, recalco, no son los monstruos a los que se refería Borges en su susodicho Prólogo.
   Un matrimonio, la señora y el señor K, intercambian sus puntos de vista respecto a los raros sueños que tiene la fémina, sobre la visita de habitantes de la Tierra y que, según lo que dice su misma ciencia, es imposible (mucho oxígeno, así que no hay posibilidad de que haya vida allá).  Uno de los astronautas le habla a Ylla (ese es su nombre, mientras que nunca llegamos a saber el de su cónyuge).  El hombre llega a ponerse celoso, porque el visitante de los sueños, pese a su rareza, es atractivo según su esposa y se nota que ella siente algo por él.  La historia termina de forma impactante, con cierta ambigüedad respecto a lo que ha pasado, que quienes conocemos ya el resto de esta obra, sabemos que se trata de sueños premonitorios... ¿Qué fue a hacer en realidad el señor K, cuando salió de casa con su mortal arma?
     La descripción del ambiente que rodea a los marcianos es más propia de la fantasía, que de la ciencia ficción más preocupada por los datos verosímiles y técnicos; y es que el buen Ray era un humanista y no un científico.  Hay belleza en ese mundo, en franca decadencia, que es este Marte.
   Por otro lado, por muy alienígenas que nos parezcan estos sujetos, se trata de un matrimonio tradicional, propio de su época.  La mujer está en la casa, dedicada a labores hogareñas y contemplativas; mientras que el "macho" es quien trabaja y realiza actividades "propias" de su género, como la caza y el uso de armas.  Ella es dada a la ensoñación y dulce, en cambio él es temperamental (cuando quiere esconder sus emociones, usa una máscara que oculta sus rasgos) y dominante.  La encantadora Ylla está sometida al varón, como muchas de sus contrapartidas terrestres.


3. Noche de verano
 
   Seguimos en Marte y entre los marcianos.  La población autóctona ha sido influenciada, de alguna manera, por la música terrestre que "escuchaba" Ylla en sus sueños.  Esto está provocando un raro efecto en la gente (¿Contaminación cultural?) y que a medida que vayamos leyendo el resto del libro, sabremos que no es un buen síntoma.
    Un cuento corto, pero que no deja de leerse a gusto y que permite vaya creciendo el drama que se nos viene.
 
4. Los hombres de la Tierra
 
    La segunda expedición a Marte ha llegado, esta vez compuesta por cuatro hombres (la anterior solo tenía dos) y estos llegan a una población marciana expectantes, esperando que los reciban como a héroes.  Pero las cosas no resultan como lo querían los viajeros, puesto que no son bien recibidos y hay mucha descortesía de parte de sus obligados huéspedes. Cuando se supone que por fin están frente a la autoridad que puede reconocerlos con el valor que se supone les corresponde, se dan cuenta de que todo ha sido un camino hacia una pesadilla kafkiana, de la que no hay aparentemente escape.
    El relato nos confirma de manera ambigua la sospecha que teníamos sobre lo que sucedió con los hombres de los sueños de Ylla.  Asimismo, nos deja claro la capacidad telepática de los marcianos, lo que será clave para eventos posteriores en estas crónicas.
    Dentro del absurdo de muchas de las situaciones que aquí se nos narran, hay un humor negro disfrazado que indica una crítica social al patriotismo gringo, que lleva a este pueble a verse generalmente como triunfadores y que piensan están por sobre otras comunidades; el deseo ingenuo o con aires de superioridad por el reconocimiento, nos lleva a un desenlace impactante.
 
5. El contribuyente
 
   Otro microcuento de menos de dos páginas: Un hombre desesperado, un civil, desea unirse a la tercera expedición humana a Marte.  Desata su obsesión cuando el cohete está a punto de partir.  Los tripulantes y demás testigos de su locura ven con burla su actitud, quien asegura que desea escapar a la guerra que destrozará el planeta.
    Dicen que los niños y los locos siempre dicen la verdad.
 
6. La tercera expedición
 
   Uno de los cuentos más famosos de Bradbury y no solo de los contenidos en el presente volumen.
    Los humanos empeñados en conquistar Marte (¡Gringos más encima!) han mandado una nueva nave.  Esta vez los viajeros se encuentran con algo por completo distinto a los casos anteriores: Un apacible pueblo parecido al de cualquiera de su patria, pero de las primeras décadas del siglo XX.  Es un sitio idílico, donde la gente es sencilla, vive sin apuros y es feliz; donde el tiempo parece que se detuvo. Eso no es todo, sus seres queridos muertos hace tiempo se encuentran en ese lugar y de ese modo comienzan a darse muy emotivas reuniones.
    Parece que estuviéramos hablando del Cielo, pero no todo es lo que parece.
   Una tremenda y efectiva historia que obtuvo un gran homenaje en Caretaker, el tremendo episodio piloto de la serie Star Trek: Voyager.
 
7. Aunque siga brillando la luna
 
   En lo que va del libro, el cuento más filosófico y lleno de interesantes reflexiones, que sus diálogos magníficos nos muestran el poder de la ciencia ficción, como una herramienta para no solo entretener a través del exotismo y el escapismo de la aventura, sino que como un recurso para la crítica social y abordar los mismos grandes temas de la narrativa general a través de la extrapolación.
   Los humanos han mandado una cuarta expedición, tras los fracasos de las anteriores; esta vez con más hombres (veinte en total y con dos títulos/especializaciones diferentes cada uno).  No ha pasado mucho tiempo desde la anterior, pero ahora las ciudades marcianas están vacías y descubren por qué.  Se ha repetido lo mismo de cuando llegaron los europeos a América, quienes trajeron sus enfermedades y contagiaron (involuntariamente o a propósito) a los autóctonos; de ese modo desaparecieron culturas completas y con ella toda la riqueza que los hacía ser únicos y especiales.
    Uno de los hombres que han venido en este grupo, un joven (no sabemos qué tanto, aunque ya ese detalle es importante), por sí mismo se da cuenta de la riqueza cultural que se ha perdido y de ese modo decide defender a costa el legado de los marcianos.  También es destacable que uno de sus compañeros, sea descendiente de una de las tribus originarias de Estados Unidos, quienes sufrieron con la llegada de los blancos (por cierto, los marcianos eran morenos).
    Otro texto hermoso (de esos que no supo valorar en todo su esplendor el "sabio" Borges) del gran Ray Bradbury, que nos advierte acerca de los excesos de la modernidad y que nos invita a apreciar la magnificencia de lo simple.
 
8. Los colonos
 
   Otro texto brevísimo, si bien cargado de honda belleza.  Este pareciera más que un microcuento, un poema en prosa, muy evocador, muy significativo.  En pocas palabras, trata sobre por qué la gente abandona todo para ir en pos de nuevos rumbos y eso pasa en cualquier contexto, en historias reales y ficticias.
 
9. La mañana verde
 
   El primer cuento "alegre" del tomo, luego del esperanzador microcuento con el que comienza este mismo libro.
   Un colono de la Tierra está empecinado en plantar árboles, o mejor dicho sus semillas, para enverdecer el caluroso planeta y adaptarlo a la vida humana.
    Un toque de magia con una pizca de ciencia ficción que nos trae, por fin, una faceta más benigna de nuestra humanidad.

8 comentarios:

  1. Es buenísimo el libro y una digna reseña de tu blog.

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  2. Recuerdo haber leído este libro a esa misma edad, una edición barata que se vendía en los quioscos durante la dictadura. Me gustó mucho, pero mucho más me impactó ver la adaptación que hizo una compañía de teatro, al poco tiempo que la leí, en el teatro de la Católica. Mi colegio siempre hizo un esfuerzo por llevarnos al teatro, a pesar de ser un colegio "industrial " como se llamaba en esa época. No sé qué impacto me dejaría hoy si lo releyendo después de 35 años, pero me encantó tu reseña, salvo tu descalificación al gran Borges, un escritor que me parece superior a Bradbury. Pero como no he leído ese prólogo que hizo el maestro argentino no puedo dar más argumentos.

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    1. Dichoso tú que pudiste ver esa adaptación, que no tenía idea existía. Respecto a lo que dices sobre Borges y Bradbury... ¡Muy fuerte tu aseveración! ¿Qué tanto has leído, amigo, a Bradbury como para asegurar eso? Conociendo tus gustos, no creo que mucho. Aun cuando no sea de mi agrado Borges, a diferencia tuya no minimizo su aporte literario, tan solo que no es de mi agrado (para mí el arte no debe ser de elite, a diferencia de lo que pensaba ese caballero). Y te aseguro que la trascendencia del trabajo de Bradbury, va más allá de lo que tú crees.

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    2. Que no lea a Bradbury ahora no quiere decir que no lo haya leído en el pasado amigo mío, por lo tanto creo que mi afirmación es con conocimiento de causa de ambos autores. Mi apreciación de Borges es que es un genio de la literatura y eso no lo digo sólo yo (en ese sentido no necesito prestarle ropa). Independientemente de eso, me parece que tú descalificación es un poco gratuita y se reduce, en gran parte a un ataque relacionado con temas extra literarios; sus preferencias políticas (me imagino que para alguien que cursó la asignatura de lógica en la universidad y que realiza la asignatura de debate, sabe que eso se llama falacia ad hominem). Yo no estoy diciendo que Bradbury sea un mal escritor, de hecho recuerdo con alegría su grato descubrimiento en mi infancia, pero no sé compara al disfrue estético de la obra del autor argentino, que no me parece un autor de élite sino universal.

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    3. Sin embargo tus palabras hacen ver que consideras a Bradbury un autor infantil, mientras que Borges SÍ que sería para gente adulta y culta; sea esta tu intención o no, al final es cosa de gustos y claramente son de tu interés autores como el argentino, que estás en tu derecho. Lo único que no te "perdono" es que minimices el talento de Bradbury, poniéndolo por debajo de Borges. Son dos autores distintos y las comparaciones en este caso son odiosas; cada uno era genio en lo suyo y otra cosa es qué tipo de literatura nos interesa en concreto.

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  3. Crónicas Marcianos es un libro hermoso, lo leí hace décadas por primera vez (hace exactamente 34 años), y lo he vuelto a releer varias veces y siempre me encanta. Lo mismo que los otros libros que leí de Bradbury. Bradbury es evidentemente un maestro del cuento, creo que más que de la novela.
    Con respecto al prólogo de Borges, no lo he leído. No soy un gran seguidor de Borges, aunque lo que he leído (que no son más de 5 o libros) me han parecido geniales.
    Estamos ante dos autores de altísimo nivel.
    Ahora, tengo que aclarar que Borges nunca es un personaje que me haya interesado por fuera de su obra literaria, a diferencia de otros escritores argentinos (Cortázar, Fontanarrosa) que disfruto escucharlos. Comparto eso de que era elitista.
    Pero que no coincida en opiniones con Borges no atenta contra el hecho de que su obra me parece genial (al menos en lo que he leído).
    Y con respecto a Bradbury, nada para agregar. Un maestro.

    Saludos,
    RICARDO

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    1. Veo tengo experiencias similares con Bradbury y me alegro. Si bien Borges no es santo de mi devoción y no me interesa leerlo más que los pocos cuentos que le conocí, no voy negar su genialidad que, recalco, no tenía que envidiarle Bradbury.

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