El arte es la simulación de la realidad, una
imitación, por cuanto éste aún cuando sea lo más verosímil posible, pese a todo
siempre será una copia (cercana o lejana según la intención y/o el talento del
artista). Con respecto a esto, algunas
tendencias han querido mostrar una imagen idealizada del mundo, como el
Romanticismo, mientras que otras como el Realismo han pretendido ser las copias
exactas de lo que entendemos por realidad; en cambio con la llegada del siglo
XX, el Surrealismo demostró que lo que entendemos por realidad no es algo
objetivo y que bajo lo que parece ordenado, se esconde el mundo del
subconsciente con todos sus laberintos interminables, de modo que cada visión
del mundo es particular y subjetiva…
Es así como el ser humano muchas veces vive un
engaño, del cual puede estar conciente o no, y este desconocimiento de lo que
es la supuesta verdad puede en ocasiones deberse a la intromisión de terceros
que a propósito pueden estar jugando con nuestra percepción de lo que nos
rodea; en otras ocasiones segados por
nosotros mismos no deseamos saber la verdad y es así cómo nos dejamos seducir
por estas fantasías (de este modo nos encontramos con el escapismo que pueden
ser las drogas y el alcohol, por mencionar algunos métodos). En el caso del cine y las historias en
general, nos encontramos frente a un caso especial de evasión de la realidad,
donde al autor nos seduce con sus “cuentos” y triunfa sobre nuestra voluntad
(si no pregúntenle a un tal Alonso Quijano, más conocido como don Quijote de la
Mancha).
Y
todo lo anterior para servir de entrada a la película que hoy deseo comentar,
donde el tema del engaño se observa en diferentes niveles que bien merecen ser
analizados para observar como una película supuestamente de mera entretención,
bien nos sirve para identificar una que otra cualidad de una obra de arte
(masiva).
El
filme en cuestión es La Huérfana (Orfhan), cinta del año
2009 dirigido por Jaume Collet-Serra y producido por gente entendida en el
medio tal como Joe Silver y nada menos que Leonardo di Caprio. Dentro de las actuaciones principales están
los potentes actores Vera Farmiga y Peter Sarsgaard, siendo este último un
artista que bien gusta de trabajar en cine independiente de compromiso social,
como en obras hollywoodenses como la que aquí se comenta; al reparto se suma
una entonces bastante joven Isabelle Furhman, quien hace de la “mala” en la
historia, siendo en su desempeño actoral que
el tema del engaño se puede observar en dos direcciones.
Este
largometraje trata sobre un joven matrimonio de posición acomodada, él al
parecer arquitecto, ella ex profesora universitaria de piano, quienes han
sufrido de la muerte de su esperado tercer hijo antes de nacer; al trauma de
esta tragedia se suma el de un alcoholismo ya tratado por la esposa, el cual
igual como se verá en la obra, dejó unas cuantas heridas aún sin
cicatrizar. La película comienza con una
horrorosa escena de tipo pesadillesco, que desde un principio hace dudar acerca
de si la imagen vista fue producto del inconciente y la culpa de la esposa
solamente y de si el aborto fue en realidad igual de espantoso. Deseosos de tener otro hijo, pero impedidos
biológicamente por parte de la mujer, deciden adoptar una niña. Es aquí que entra otro elemento “extraño” a
la cinta: el orfanato al cual llegan este matrimonio que se ve tan idealizado
(su misma familia es retratada igual, con un hijo varón cercano a la
adolescencia con gustos rockeros y una preciosa hijita sordomuda), es casi salido
de una película de Disney: consistente en una preciosa casa, todas las niñas
del lugar se ven felices, bien cuidadas y son hermosas; las mismas monjas que
velan por ellas son retratadas de forma maternal. No obstante casi por el azar, los postulantes
a nuevos padres se encuentran allí con Esther, una niña de 9 años de grandes
talentos artísticos y maravillosa inteligencia que los encanta a ambos. Un detalle significativo de quien será su
nueva hija: se viste como una pequeña princesa, usando lacitos en las muñecas,
el cuello y el cabello, como si fuera también una muñeca antigua. Se la llevan a casa y la hija pequeña de la
pareja, de nombre Max, queda fascinada con su nueva hermana; sólo el único hijo
varón no se ve contento con esta incorporación a la familia. No obstante durante un periodo de tiempo todo
parece funcionar más que bien. La casa
donde viven los protagonistas es amplia, hermosa y cómoda, quedando justo en
medio de un bosque; a esto se le suma el cuidado paisaje invernal, con nieve y hielo
incluidos, retratados en el filme con una cuidada fotografía que dentro del
inmueble toma tonos cálidos, dándole a la ambientación un imagen de moderno
cuento de hadas…Hasta que poco a poco la nueva hija comienza a sacar a flote su
verdadera naturaleza: al principio con mínimos detalles, como ciertas miradas a
quienes le hacer bullying en el colegio, para luego mostrar conductas
notablemente aberrantes, aunque todo siempre a escondidas, siendo sólo la
hermana menor la único testigo (e inocente cómplice) durante un buen tiempo de
sus triquiñuelas. Sin embargo al final
la madre (en su sabiduría propia de la mujer que debe proteger a sus retoños y
marido, al darse cuenta de la llegada de otra “hembra” que atenta contra el
bienestar de su hogar) será quien logre ir descifrando poco a poco quién es en
realidad Esther (y la verdad puede llegar a superar a la imaginación de
cualquiera). De este modo a partir de
esta revelación, se dará una más que interesante lucha de voluntades entre
ambas mujeres, la cual irá tanto en el terreno psicológico, como físico.
Es
cuando va descubriéndose el carácter anómalo de la “huérfana” que hasta hace
poco se mostraba tan perfecta, que la película hace otro juego con el
espectador, otro engaño: Si bien uno sabe mucho antes que los protagonistas que
la niña esconde algo que puede ser aterrador, no queda bien claro hasta casi el
clímax, cuál es la verdadera naturaleza de la niña ¿Es un ser sobrenatural,
digamos alguien reencarnado o una bruja, o tal vez una pequeña psicópata? La
película aborda esta ambigüedad al presentar elementos “distractores” que desde
un principio resultan inquietantes, como la misma vestimenta de la niña (en
especial sus lazos), su extremada inteligencia y una antigua biblia que guarda
consigo.
Cuando por fin se descubren los antecedentes
de Esther, la sorpresa es para todos y es aquí que el desempeño actoral de
Isabelle Furhman se convierte en la piedra angular para seguir jugando al
engaño con el público. Esther en
realidad no es una niña de 9 años, si no una mujer de más de 30, quien sufre un
extraño caso de enanismo. Es entonces
que la Furhman se transforma frente a los ojos y ya sea tanto por el excelente
trabajo de maquillaje, como por su desempeño histriónico, que cualquiera
pensaría que la actriz es en realidad una enana camuflada, más sin embargo todo
al final es producto de los diversos talentos conjugados que lograr hacer creer
que una bella adolescente es a) una niña de 9 años y b) una mujer madura con un
mal congénito.
Hay
una que otra escena escabrosa en el largometraje, que hace que uno se pregunte hasta
qué cierto punto en Hollywood les está permitido a menores de edad intervenir
en este tipo de cine. La violencia en
el filme es tanto gráfica, como psicológica, pero también se da en el ambiente
viciado que va desarrollándose a lo largo que la trama avanza; de tal modo se
hacen relevantes dentro de esto, los intentos de seducción hacia el padre por
parte de la “hija adoptiva” ; también el enfrentamiento entre las dos fuerza antagónicas
que resultan ser la madre y la huérfana, llega a ser más que visceral, primero
en los detalles que hacen creer al esposo que la mujer está sufriendo de una
recaída en sus antiguas prácticas, luego en la batalla final entre ambas féminas
que implica la confrontación decisiva de los verdaderos personajes principales
de la obra. Tras el peso dramático de
estas dos mujeres y en cierta medida de la niña Max, los dos personajes
masculinos (padre e hijo) resultan ser sólo apoyos ante los eventos que aquí
entran en juego.
es una pelicula entretenida y que sin embargo deja cierta intriga, esta temática de la adopcion de un nuevo integrante de la familia que conlleva mas de algun problema ya se hbia visto.
ResponderEliminarHabia una pelicula ue hacia referencia a "mi pobre angelito" con Macollie Caulquin de protagonista llamaba "angel malvado" en donde el mismo actor era un hijo adoptivo en una familia acomodada, el cual comenzaba a traer problemas en el nucleo con el paso del tiempo, acarreando asi una que otra muerte de algun integrante, y llevando a un final similar al de la pelicula que aca comentas.
Atte. Fabian Ibarra
Esta película me fascinó y por eso me inspiró de inmediato a escribir un texto. El filme que mencionas, no es sobre un niño adoptado que causa desgracias, si no sobre el hijo varón de un matrimonio que recibe a un sobrino luego de la muerte de sus padres y su verdadero hijo (el interpretado por Caulkin) resulta ser el psicópata.
ResponderEliminarMi amigo, estaba buscando info sobre esta peli, luego de verla y quedar impresionado con semejante film... y me encontré con tu reseña, y discúlpame, pero... ¿es necesario contar el final para hacer un buen comentario de una peli? mi opinión es que NO. Menos mal que no leí esta nota antes de ver la cinta, pero bueno, al parecer no haces caso a las criticas constructivas.
ResponderEliminarY sobre "La huerfana", una buena y perturbadora película.
Saludos!
Querido amigo, qué genial que hayas disfrutado tanto esta película como yo, que es toda una perla (ahora tenemos otra razón de ser para decir "¡Y la cabrachica!", no solo por la del filme de Lynch). Respecto a tu oportuna crítica sobre los spoilers que agregué, fíjate que cuando escribí este texto (ille tempore), creo que nunca mi intención fue contar el final y ahora en que te refieres a ello, me doy cuenta que he cometido tal error (si bien tampoco fuí tan explicito ¿O sí?). En todo caso pienso que he ido "afinando la mano" con el tiempo y cuando publico algo ahora no caigo en estos detalles.
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