1- Primeras palabras:
Dentro de los monstruos clásicos y criaturas de
la noche, el zombie (también conocido como “muerto viviente”) por años ha
estado en desventaja con sus parientes lejanos y cercanos como los vampiros,
hombres lobo, demonios y fantasmas. Esta
ausencia por años en el fino arte de contar historias a través de la palabra
escrita, bien resulta raro, si se toma en consideración la alta popularidad de
estos seres caníbales en las producciones de carácter audiovisual. Tan solo en los últimos años, es decir, desde
la década pasada, han ido apareciendo en las estanterías bastante obras
dedicadas a ellos; era de suponer que ante dicho fenómeno, la calidad de estos
textos fuese variable, así como las propuestas de sus autores atendieran a los
acercamientos más inesperados sobre el tema, de modo revitalizar el género y no
contar siempre lo mismo, tal como bien ha sucedido con los más literarios
vampiros, que una y otra vez son revisitados por los escritores (muchas veces
creando verdaderas obras de arte).
Los
antecedentes y características del zombie tal y como lo conocemos en nuestra
cultura, provienen de las prácticas de la magia negra conocida como vudú. Esta es una hechicería perteneciente a las
comunidades negras, esclavos, de la isla de Haití y que a su vez deriva de sus
creencias africanas. El muerto viviente
original es un cadáver reanimado con el propósito de servir a su amo, muchas
veces dañando a los demás. De este modo
la criatura irracional que es el zombie, es una entidad de naturaleza
sobrenatural, por el simple hecho de que debe su “existencia” a las
manipulaciones mágicas de los brujos.
Si
bien llevaba sus buenos años apareciendo de vez en cuando en los filmes en
blanco y negro de bajo presupuesto de los primeros años del séptimo arte, como Zombie
Blanco (1932) y Yo Caminé con un Zombie (1943), hoy
en día verdaderos clásicos de la
cinematografía del género, no fue hasta el estreno de la cinta de culto La
Noche de los Muertos Vivientes (1968), la ópera prima del maestro
George Romero, que su figura quedó en la retina y la memoria de las masas. Hasta antes de Romero, los muertos vivientes
eran monstruos de bajo nivel para los amantes de las historias de terror, por
lo que tuvo que llegar este artista, como para que les otorgara un sitial
predilecto dentro de los horrores modernos.
Romero les quitó su origen fantástico y les concedió una génesis
relacionada con la ciencia ficción, como productos de una especie de infección
desconocida, capaz de levantar a los muertos de sus tumbas y de propagarse
entre los vivos al ser mordidos o entrar en contacto con sus fluidos. Varios son los demás aportes que les entregó
el director y guionista a estos personajes: como por ejemplo los convirtió en
seres decrépitos, muchas veces en estado de descomposición tal, que su
presencia ya no solo era aterradora, sino que también desagradable a los
sentidos (para ser sinceros, en parte se basó en los recordados cómics de EC,
famosos por sus geniales guiones y detalladas ilustraciones macabras). A su vez como artista de izquierda, les
otorgó un cariz de crítica social al convertirlos en una proyección de las
masas descerebradas, demostrando a través de su planteamiento la inclinación
natural del ser humano hacia la violencia y la estupidez. No se puede olvidar un detalle importante: a
partir de las cintas de George Romero, los zombies comen carne humana a
mordidas y en especial resultan tener predilección por los cerebros; asimismo
la única manera de deshacerse de ellos es destruyendo su propia masa
encefálica.
Si bien
las películas de zombies de George Romero y de su “imitador” italiano Lucio
Fulci tenían hace rato sus seguidores, entre el resto del público no eran las
preferidas a la hora de ver un filme de terror.
Tuvo que lanzarse en las salas del mundo el remake de la segunda parte
de la saga del propio Romero, El Amanecer de los Muertos (2004),
el cual a su vez lanzó al estrellato a su director Zach Snyder, para que por
fin el tema cobrara verdadero realce (esto en cine, pues en el mercado de los
videojuegos desde hace rato las series de Resident Evil y de House
of the Dead estaban haciendo furor entre los gamers); además Snyder introdujo un nuevo concepto que hizo aún
mucho más aterradores a los monstruos: estos ya no caminaban con paso lento,
sino que corrían cual bestias salvajes por su presa. Tan solo un año atrás había salido en los
cómics la hoy famosa serie The Walking Dead de Robert Kirkman,
Tony Moore y Charlie Adlard , la cual luego con su versión televisiva, ayudó como nunca a
meter dentro del inconsciente colectivo a estos cadáveres reanimados (en
especial en lo que se refiere al público “no lector”). En la literatura recién en la misma década,
el zombie logró un verdadero sitial como “monstruo culto”, si bien tuvo sus
cuantas apariciones, incluyendo unas cuantas antologías en los años
noventa. Dentro de sus apariciones
anteriores al boom zombie, cabe destacar una novela de juventud de Robert McCammon llamada El Buque de la Noche, bastante recomendable como todo lo de su
autor; también se puede mencionar la que es considerada una de las novelas más
duras de Stephen King, Cementerio de Animales (este mismo
escritor luego volvió a incursionar en el subgénero, si bien dejando claro esta
vez su admiración por el trabajo de Romero, así como agregando sus propios
aportes originales al tópico con Cell). Cabe mencionar que las dos obras aquí
mencionadas y anteriores a la euforia literaria zombie, tratan de sus
“parientes” más clásicos, o sea, de los del tipo sobrenatural.
2- “La Madre” (o la
más popular) de todas las novelas de zombies (de los “científicos”, claro).
2.1- ¿Quién es Max
Brooks?
Hijo de nada menos que del connotado actor,
director y guionista de memorables comedias Mel Brooks y de la actriz Anne
Bancroft, ha seguido los pasos en el arte de sus progenitores, demostrando
además el mismo gusto y talento de su padre por la sátira social de crítica
ácida, así como su ingenio a la hora de contar historias de peso (y siempre
entreteniendo).
Su
carrera comenzó como guionista del premiado programa televisivo Saturday
Night Live (del cual en sus décadas de existencia han salido un
sinnúmero de famosos comediantes), si bien su labor también lo ha hecho
incursionar como actor en una que otra serie de TV y hasta poniendo su voz en
series animadas ligadas al mundo del cómic como Batman del Futuro y Liga
de la Justicia.
Max Brooks. |
En el
año 2003 tuvo su primera incursión en el mundo de la literatura (y más encima en
lo concerniente a la temática que le ha otorgado fama) con Zombie- Guía de Supervivencia,
un libro de ficción en plan manual para que el lector supiera cómo enfrentarse
por sí mismo a estos seres en un eventual apocalipsis zombie. Ante este debut literario que pretendía ser un
documento “serio”, si bien dejaba clara su humor negro al jugar con la
verosimilitud de un texto de este tipo, no vaciló en aprovechar lo afortunado
de su debut, escribiendo un nuevo libro al respecto; este apareció en las
estanterías al siguiente año, algo más extenso y hasta cierto punto mucho más
creativo y superior literariamente hablando: Guerra Mundial Z.
2.2- Cubriendo la
Guerra Mundial Z (o demostrando que el planeta es mucho más que solo USA).
Hasta cierto punto se podría afirmar sin
tapujos que este libro más bien corresponde a una colección de relatos, unidos
por una trama general: las experiencias de la gente a lo largo de todo el mundo,
durante los distintos momentos de la llamada Guerra Mundial Z. De este modo el texto corresponde a una serie
de entrevistas hechas por una sola persona, alrededor de 10 años después de que
la humanidad logró recuperar terreno, tras la propagación de la plaga
zombie. De este modo la obra cubre el
protagonismo de un montón de personas a través del orbe, en los 5 continentes y
llegando a la suma de 45 testimonios.
Las entrevistas a su vez cubren a
hombres y mujeres de distintas edades, lenguas, actividades, grupos
sociales, credos y otras características de interés. Cada uno de los protagonistas desnuda desde
su punto de vista y experiencia lo que significó para la humanidad, y en
especial para ellos, enfrentarse a la guerra que casi causó la devastación
total de la especie; luego, tal como queda de manifiesto ordenando las distintas
entrevistas, es posible reconocer las consecuencias del conflicto y que llegó a
modificar para siempre la sociedad, la geografía política de los países, sus
costumbres, ideologías y la ecología misma. Todo esto justifica el subtítulo Una
Historia Oral de la Guerra Zombie, ya que tanto el entrevistador, como
el lector, entran en conocimiento de todo gracias a estas confesiones hechas
con espontaneidad y en los lugares más recónditos del planeta ( apenas se sabe
de la vida privada de quien elabora estas entrevistas, menos su nombre, ni
siquiera de si es hombre o mujer). Todo se elabora a través de preguntas donde el
autor apenas habla, mientras que el abordado se explaya con libertad; a su vez
el encargado de hacer las preguntas se limita a llevar a su entrevistado por
los temas que desea develar, sin emitir juicios de valor y con ello logra una
posición objetiva, frente a los hechos que luego permitirán hacerse una idea lo
más completa posible acerca de la Guerra Mundial Z. A medida que los personajes van compartiendo
sus recuerdos, en más de un momento es posible encontrar alusiones a la cultura
popular, nombrando películas, personajes públicos, canciones y otros, de modo
que el libro no deja de hacerse cercano a uno (y creíble). En ocasiones la narración incorpora notas al
pie de la página, para explicar algunos conceptos propios de las acciones
militares y la terminología propia de este suceso límite.
En la novela desfilan médicos, amas de casa, militares,
políticos, líderes religiosos, hombres y mujeres comunes que se enfrentaron a
la adversidad y lograron salir de ella…cambiados. Casi la totalidad de los personajes a los que
están dedicadas las páginas del libro, una vez que se produce la hecatombe eran
de cierta forma y luego ya eran otra
persona; la mayoría demuestra una verdadera transformación espiritual que le
otorga a la narración una emotividad inesperada, lo mismo en determinados
momentos de su discurso. Es en este
último aspecto que tras las palabras de los entrevistados, se evidencia la
capacidad humana de sobrevivencia, el apego a la vida y el virtuosismo humano
para crecer gracias al reconocimiento de nuestra propia mortalidad (tan solo
uno o dos personajes en todo el libro “brillan” por su falta de escrúpulos y
personalidad detestable, la que a propósito contrasta con la de los demás).
Pero el sentido que cobran las entrevistas es ir mucho más allá de la
anécdota morbosa, sobre el enfrentamiento físico con los zombies y la
descripción gore de sus horrores, si
no que más bien corresponde a un mapa detallado sobre el comportamiento humano
ante una guerra de estas proporciones.
Los protagonistas hacen hincapié en más de una ocasión en el hecho
relevante de que ante un enemigo como ese, la humanidad tenía todas las de
perder, pues a diferencia de otros conflictos bélicos, el adversario carecía de
las debilidades humanas como para sentir cansancio, desesperación, miedo y
cualquier otra cosa que pudiese ser explotada por los defensores…De este modo
era necesario cambiar por completo, adaptarse como individuo y comunidad, para
asegurar la sobrevivencia. Es al
respecto que esta novela resulta ser un análisis meticuloso del comportamiento
social de cada país y tipo de comunidad, ante la amenaza que se alza sobre
ellos; por lo tanto lo importante de las entrevistas no es dejar registro de
las múltiples historias individuales de la Guerra Zombie, sino que detallar
cómo cada pueblo y nación reaccionó frente a este flagelo, lo que hizo al
respecto y qué sucedió luego tras conseguir la amarga victoria. Los “campos de batalla” de lugares tan
dispares como Cuba, Israel, China, Tibet, Sudáfrica, Rusia, Brasil, Japón y,
por supuesto, Estados Unidos (entre otros territorios) al estar además
representados por gente tan diversa, ejemplifican con lujo de detalles las
transformaciones sociales entre una nación y otra. Pese a las diferencias culturales entre los
países, es posible identificar en todos estos sitios reacciones similares
frente al enemigo y entre ello medidas parecidas para asegurar la supremacía
sobre la Tierra. Es respecto a esto
último, que la narración muestra verdaderos actos de coraje, de autosuperación
y de heroísmo que le otorgan al libro pasajes inolvidables:
“¿Quiénes son los Kami?
Qué son
los Kami. Los Kami son los espíritus que habitan cada faceta de nuestra existencia.
Les rezamos, los honramos, y esperamos complacerlos y ganarnos su favor. Son los
mismos espíritus que hacen que las corporaciones japonesas bendigan el terreno
en el que construirán una fábrica, y la razón por la que los japoneses de mi
generación respetábamos al Emperador como a un Dios. Los Kami son la base del
Shinto, que literalmente significa “El Camino de los Dioses,” y el respeto por
la naturaleza es uno de sus principios más antiguos y sagrados.
Por eso estaba seguro de que se trataba de
su voluntad. Al irme a vivir en el bosque, había contaminado de alguna manera
la naturaleza. Después de deshonrarme a mí mismo, a mi familia, y a mi país,
había dado el último paso y había deshonrado a los Dioses. Ellos habían enviado
a un asesino para hacer lo que yo no había sido capaz, para borrar la mancha
que yo había dejado. Agradecí a los Dioses por su misericordia. Lloré un poco mientras
me preparaba para recibir el golpe final.
Pero no llegó. El oso se quedó allí,
resoplando, y luego emitió un suspiro agudo, casi como el de un niño. “¿Qué
pasa contigo?” le grité a aquel carnívoro de trescientos kilos. “¡Ven y acaba
conmigo!” El oso siguió quejándose como un perro asustado y luego se alejó corriendo,
como una presa que huye aterrorizada. En ese momento escuché el gemido. Giré, y
traté de concentrarme en mis oídos. Por la posición de la boca, supe que era
más alto que yo. Escuché un pié arrastrándose por la tierra suave y húmeda, y
el aire que burbujeaba a través de una herida abierta en su pecho.
Lo escuchaba acercándose, gimiendo y
manoteando. Logré esquivar su torpe intento de agarrarme y tomé mi ikupasuy. Concentré mi ataque en el
origen de los gemidos. Fue un golpe rápido, y el crujido resonó a lo largo de
mis brazos. La criatura cayó sobre la tierra mientras yo daba un triunfante
grito de “¡Diez Mil Años!”
Resulta difícil describir lo que sentí en
ese momento. La furia había estallado en mi corazón, una fuerza y un valor que
habían expulsado mi vergüenza como el sol expulsa a la noche de los cielos. De
inmediato supe que los Dioses me habían favorecido. El oso no había sido
enviado para matarme, había sido enviado como advertencia. No entendí la razón
en ese momento, pero sabía que tendría que sobrevivir hasta el día en que esa
razón me fuese revelada.
Y eso fue lo que hice durante los meses
siguientes: sobreviví. Dividí mentalmente la reserva de Hiddaka en una serie de
varios cientos de chi-tai.51 Cada
chi-tai contenía algún objeto
que representaba una protección física —un árbol, o una roca alta y plana—
lugares en los que podía dormir sin estar expuesto al peligro de un ataque
repentino. Siempre dormía durante el día, y sólo viajaba, buscaba comida, y
cazaba de noche. No sabía si las bestias dependían de la visión tanto como los
humanos, y no quería darles ni la más mínima ventaja.
La pérdida de mi visión me había preparado
para estar siempre alerta mientras caminaba. Las personas que pueden ver
tienden a ser descuidadas, y a dar por sentada su seguridad al moverse; ¿Si no
es así, entonces cómo pueden tropezarse con algo que está a plena vista? El
problema no está en los ojos sino en la mente, en un proceso de pensamiento
perezoso, alimentado por toda una vida de dependencia de los ojos. Pero eso no
pasa con la gente como yo. Yo tenía que estar en guardia todo el tiempo,
cuidándome de cualquier peligro potencial, concentrado, alerta, y “midiendo
cada uno de mis pasos,” por así decirlo. Añadir un peligro más a todo eso no
era ningún problema. Cada vez que caminaba, lo hacía sólo por unos cuantos
cientos de pasos a la vez. Luego me detenía, escuchaba, olía el aire, y a veces
hasta presionaba mi oreja contra el suelo. Ese método nunca me falló. Nunca me sorprendieron,
nunca me encontraron con la guardia baja”.
Dentro de los efectos sociales que provoca la Guerra Mundial Zombie,
destaca la aparición de los quislings, personas que al volverse locas tras la catástrofe, se creen zombies y
actúan como tal, siendo su capacidad de pestañar la única forma para
diferenciarlos de los muertos vivientes; asimismo estos enfermos mentales se
transforman en un nuevo peligro para quienes desean sobrevivir entre la
devastación. Resulta interesante cómo
esta incorporación que realiza el autor al mito, bien logra relacionarse con
trastornos reales, entre quienes se ven sometidos a la subyugación de una
fuerza invasora (siendo que en estos casos documentados, tal como en la novela, llegan a “simpatizar”
con el enemigo y a tal punto de perder su propia identidad). A su vez menciona a grupos de niños salvajes,
quienes al sobrevivir desde muy pequeños a sus adultos durante la Guerra,
quedan en tal estado de bestialidad, que se vuelven en otra amenaza para sus
congéneres. Por otro lado, hace
referencia a un nuevo trastorno psiquiátrico entre la gente que se enfrenta a
los muertos vivientes y que consiste en la pérdida de todas las ganas de vivir,
para ir a acostarse y no despertar más en un cese total de sus constantes
vitales. Y un último fenómeno social y
psiquiátrico que se menciona en la novela, digno de destacar, es el de los
sujetos aislados que se arman hasta los dientes y se dedican a matar a los
demás.
Saludos Elwin, no soy muy fan de los zombies, pero el libro world war z le da una profundidad al género que normalmente no tiene.
ResponderEliminarLa verdad, amigo mío, como bien expuse al comienzo de este texto, los zombies se prestan para la crítica social. Gracias una vez más por pasarte por acá.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarYo no soy fan de los zombies y usualmente trato de evitar cualquier cosa que tengan que ver con ellos, pero ahora ya me dieron ganas de leer el libro de "Guerra mundial Z" y ver el "Amanecer de los muertos", jajajajaja.
Gracias por tu crónica, fue muy interesante.
Saludos.
¡Qué honor más grande recibir 2 comentarios el mismo día para el mismo post y más encima provenientes de uno de mis dos países americanos extranjeros favoritos! (aparte de la tierra azteca, el otro es Argentina). Me alegra además que este texto te haya gustado y motivado a adentrarte en el mundo zombie. Por cierto, acabo de revisar tus blogs y me interesaron harto; me haré seguidor, los leeré y comentaré, como además los recomendaré desde acá, también deseo poner tus banners en el mío ¿Y sería mucho pedirte agregaras el mío a los tuyos para promovernos mutuamente? Necesito el código de los tuyos para incluirte. Nos estamos leyendo.
EliminarHOLA!
ResponderEliminarMe encantó el articulo! Curiosamente estoy viendo TWD, y creo que es una serie bastante buena. Creo que si ponemos a Frankenstein a ruedo, es lo único que he leído sobre cadáveres que vuelven a la vida (salvando todas las distancias, obviamente).
Realmente, no soy fan de Snyder, por lo no me dan ganas de ver su peli, jaja, pero el libro que has reseñado me ha interesado mucho, a pesar de que hace poco estrenaron una desastrosa adaptación, si no estoy mal informada.
Un placer leerte, saludos =)
Qué alegría volver a saber de ti, Damablanca, y que además te haya gustado este texto. Te cuento que originalmente era el doble de largo, pero debido a su extensión me vi obligado a dividirlo en dos; la semana que viene estaría publicando la última parte (pues antes pienso subir otros dos posts). Anoche mismo me metí a tu pág., a ver si habías actualizado...¿Alguna joyita tuya antes de la 5° temp de GOT? Yo en un par de semanas me compro "Danza de Dragones" para leerlo y luego publicar mi crítica.
EliminarMuy buen comentario sobre el género y la obra, Elwin. Desde luego, es una novela al tiempo entretenida e inteligente, uno de esos ejemplos de lo injusto que resulta calificar a un libro de "best sellers" de forma peyorativa. Recomendable para cualquiera a quien guste el género fantástico en todas sus variantes.
ResponderEliminarHabrá que ver si este autor nos regala nuevas obras como esta para gozar y comentar.
Eliminar