miércoles, 25 de enero de 2017

De vuelta al Mundo Medio (tercera parte).


6- La Novela “4.5”.

       Cuando la gran historia de la saga conocida como La Torre Oscura se había cerrado supuestamente por completo en 2004, con la publicación del séptimo y último tomo, en 2012 Stephen King nos dio un verdadero obsequio a sus “lectores constantes”: Pues ese año salió una octava novela, titulada El Viento por la Cerradura.  Luego del decepcionante final para muchos (incluyéndome) otorgado por su autor a la serie, uno habría esperado que el escritor hubiese continuado lo que dejó en tan deplorables condiciones, encauzando mejor el destino de sus protagonistas y en especial el de Rolando.  No obstante la fantasía de corregirlo hasta el momento se ha quedado en eso, solo en sueños para quienes no quedamos a gusto con ello; pues esta nueva obra viene a ser en realidad una especie de precuela, aunque se trata de una novela intermedia entre el resto de las que le antecedieron.  Es así que sus acontecimientos transcurren entre el lapsus de tiempo del cual nada se sabía sobre nuestros héroes, que hay entre el final de la cuarta entrega (Mago y Cristal) y la quinta (Lobos del Calla).  Es por esta razón que este último volumen es considerado como el número 4.5 en la cronología de LTO.
      El viaje sigue siendo un tópico de vital importancia en este libro, más todavía porque tiene relación con el mismo destino que deben cumplir sus protagonistas.  No obstante también su realizador se permite abordar otro tema que en el resto de su obra resulta igualmente relevante: el valor de las historias en nuestra vida.  Esto último no solo por su amor a los grandes clásicos de la narrativa oral y escrita, como también a las figuras de la cultura popular del cine, las series y los cómics que también encontramos en su literatura, sino porque una vez más King hace en este, en verdad precioso libro, un homenaje más al poder que tienen los relatos para provocar magia real en sus receptores…Pero tal como queda claro en este título, esa magia no solo tiene que ver con la belleza de la palabra hecha arte y el gozo estético, como también la diversión que ello provoca, sino porque toda (buena) historia es además un reflejo de nuestra propia humanidad y con ello viene a ser una manifestación de la cultura en la que se enmarca dicha obra.
       Es así que para resaltar el valor de las narraciones, el novelista creó un texto al estilo de las tradicionales historias de antaño, contando una aventura dentro de otra y esta a su vez dentro de otra (lo que en términos literarios se llama relato enmarcado, como lo que encontramos en Las Mil y una Noches, El Decameron y El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, por solo mencionar algunos ejemplos famosos).  De este modo al adentrarnos en sus páginas, nos encontramos con tres historias que resultan estar tanto interconectadas entre sí, como poseer su independencia la una de la otra.  Por otro lado, debe saberse que El Viento por la Cerradura es un libro hecho de tal manera, que se puede disfrutar sin necesidad de haber leído los anteriores, detalle significativo que resalta las cualidades de su prosa.
       Para quienes nos encariñamos con Rolando, Jake, Susannah, Eddie y Acho, resulta reconfortante volver a encontrárnoslos en una nueva lectura, más todavía si consideramos el poco agraciado final que les dio Stephen King en el desenlace de la saga.  Pues acá vemos al grupo unido, feliz dentro de lo que puede llamarse a las peligrosas circunstancias de su viaje, pues en su calidad de héroes saben a lo que van y por esa razón realizan su periplo con la certeza de que están en lo correcto; por otro lado, el amor que hay entre ellos viene a ser sin dudas la mejor arma que poseen para enfrentarse a todos los males que se le ponen por delante.    Todo comienza cuando en el transcurso de su viaje, se enteran de que viene lo que en la edición en español fue nombrado de manera muy poética como borestiada, una especie de tormenta muy particular del Mundo Medio y del cual si no encuentran seguro refugio, serán incapaces de sobrevivirle.  Una vez que hayan el sitio ideal (gracia a la intervención de, como era de esperarse, otra alma noble que llegan a conocer), de modo de pasar el rato, Rolando les cuenta acerca de una misión a la que lo mandó su padre para proteger a un lejano pueblo que estaba siendo acechado por un monstruo.  Pues en el primer nivel de relato que nos depara este libro, podemos encontrar algunos pasajes de honda sublimidad y donde resulta difícil no emocionarse con la belleza de sus diálogos y lo que en sus páginas se describe:

         “El embarcadero en la orilla sudeste del río estaba al borde del derrumbe, como tantas otras cosas en Mundo Medio; murciélagos posaban cabeza abajo en las vigas y gordas arañas se escurrían por las paredes. Todos se alegraron de salir a cielo abierto. Bix amarró la balsa y se unió a ellos. Le abrazaron uno a uno, poniendo cuidado en no estrangular y dañar sus viejos huesos.
          Cuando todos hubieron completado el turno de abrazos, el anciano se enjugó las lágrimas y se agachó para acariciarle la cabeza a Acho.
          —Protégeilos bien, sir Throcken, sea.
          — ¡Acho! —convino el brambo. Después—: ¡Bix!
          Se incorporó y de nuevo oyeron el crujir de sus huesos. Se llevó las manos a la parte baja de la espalda e hizo una mueca de dolor.
          — ¿Podrás volver a cruzar sin problemas? —preguntó Eddie.
          —Ea —asintió Bix—. Si fuera primavera tal vez no, el viejo Whye no es tan dócil cuando se derriten las nieves y llegan las lluvias, pero ¿ahora? Como un charco de pis. La tormenta todavía está lejos. Le doy un poco a la manivela contracorriente, luego aprieto el perno para descansar sin miedo a retroceder, y luego remo un poco más. Tardaré cuatro horas en vez de una, pero llegaré. Bueno, al menos siempre he llegado. Lo único malo es que oxalá tuviese más comida que daros.
          —Nos apañaremos —aseguró Roland.
          —Bien, pues. Bien. —El anciano parecía reacio a marcharse. Paseó la mirada de rostro en rostro (con seriedad) y a continuación esgrimió una sonrisa que reveló unas encías desdentadas—. Hemos sido bien hallados en el camino, ¿no es cierto?
         —Así es —convino Roland.
         —Y si volviereis por esta senda, paraos un rato a visitar al viejo Bix y contalle vuestras aventuras.
         —Lo haremos —dijo Susannah, aunque sabía que nunca volverían a pisar aquellos parajes. Eso era algo que todos ellos sabían.”

         La segunda historia que forma parte de este libro, corresponde entonces a un recuerdo de Rolando, un momento de su vida que tras conocerlo, nos queda claro que es importante en su existencia.    En ella el joven pistolero debe realizar un viaje junto a un compañero de armas para socorrer a toda una comunidad, que vive asolada de lo que aquí llaman un hombrepieles, un humano que tiene la capacidad de transformarse en distintos tipos de monstruos y que ataca con crueldad y gran violencia solo por gusto.  En su misión Rolando conoce a un grupo de mujeres muy especiales, destacando una de ellas que le hace una tremenda revelación acerca de su pasado; los dos encuentros con estas féminas, sin dudas vienen a ser uno de los pasajes más hermosos del libro.

      “— ¡ELLEN! —vociferó. A volumen máximo, era como escuchar a una mujer gritando por un megáfono eléctrico—. ¡CLEMMIE! ¡BRIANNA! ¡TRAED COMIDA! ¡TRAED CARNE Y PAN Y CERVEZA, LA LIGERA, NO LA NEGRA! ¡TRAED UNA MESA, Y, POR FAVOR, NO OLVIDÉIS EL MANTEL! ¡ENVIADME A FORTUNA AHORA! ¡A TODA PRISA! ¡EL DOBLE DE RÁPIDO!
       Con estas órdenes dispensadas, regresó a nosotros, levantándose delicadamente el dobladillo para apartarlo del álcali que se arremolinaba alrededor de las botas negras que calzaba en sus inmensos pies.
       —Lady-sai, agradecemos vuestro gesto de hospitalidad, pero en verdad debemos…
       —Debéis comer, es lo que debéis hacer —me interrumpió—. Tomaremos el almuerzo aquí a la vera del camino, para que vuestra digestión no se descomponga, pues conozco la clase de historias que se cuentan sobre nosotras en Gilead, ea, todas lo sabemos. Los hombres dicen lo mismo de cualquier mujer con agallas para vivir sola, pondero yo. Les hace dudar del valor de sus martillos.
       —No hemos oído ninguna historia sobre…
       Se rió y su busto se encrespó como el mar.
       —Muy educado por vuestra parte, joven pistolero, ea, y muy ligero, pero tiempo ha que me destetaron. No os devoraremos. —Sus ojos, tan negros como sus zapatos, relumbraron Aunque seríais un bocado sabroso, creo, uno solo o los dos. Soy Everlynne de Serenidad. La priora, por la gracia de Dios y el Hombre Jesús.
       —Roland de Gilead —me presenté —. Y este es Jamie de igual.
       Jamie inclinó la cabeza desde la silla de montar.”

      Con respecto al pueblo donde más ha hecho su devastación la bestia, destaca cómo el escritor a través de un solo detalle, una especie de teléfono, nos adentra en un paisaje que evidencia el lento, pero progresivo deterioro de lo que fue el Mundo Medio antes de que comenzara la peste del Rey Carmesí.  Como todo esto ha ocurrido tiempo atrás de la caída de Gilead y de que el mundo se movió, la ambientación contrasta bastante con la de los lugares más decrépitos descritos en los posteriores viajes de su protagonista y compañía.  Es así como nos encontramos con una narración que nos recuerda mucho al western que tanto quiso homenajear King a través de estas obras, si bien ante cada uno de los detalles que supuran fantasía, su autor no deja de recordarnos de que estamos frente a una tierra donde la magia y lo extraordinario forman parte del día a día.   Pues tal como sucede con esta parte del libro y la que le sigue, la maravilla y lo sobrenatural, el elemento terrorífico no dejan de apreciarse.
       Una sola persona ha logrado sobrevivir a la peor masacre del hombrepieles, un niño que ha perdido mucho a raíz de tal incidente y que con tan solo unos pocos años menos que el adolescente Rolando, despierta en este los sentimientos de ternura, protección y justicia que son naturales en él.  La identificación del pistolero con el muchacho es evidente, en especial ante el tema de la orfandad (no hace mucho que este perdió a su madre en trágicas circunstancias) y la culpa.  Es niño es la clave para descubrir la verdadera identidad del asesino, quien está claro vive como uno de los miembros de esta comunidad aterrada. 
       El tercer nivel de la narración, corresponde a un cuento “infantil” que le relata Rolando al chico para distraerlo de sus preocupaciones, una historia que cuando él mismo era un chiquillo se la contaba su propia madre.  Esta ficción dentro de dos ficciones más viene a ser la que le da su hermoso título a la novela y que se explica de la siguiente forma:

       “«El tiempo es un ojo de cerradura — pensó mientras contemplaba las estrellas —. Sí, eso creo. A veces nos agachamos y atisbamos a su través. Y el viento que entonces sentimos en la mejilla, el viento que sopla por la cerradura, es el aliento de todo el universo viviente.»”

        Esta es la parte más emotiva de todo el tomo, pues está hecha como un cuento de hadas donde su protagonista justamente es un niño valiente y noble, tal cual muchas historias clásicas y quien, por supuesto, debe realizar un viaje peligroso en el que están en juego muchas cosas (y no solo su vida). Antes del trayecto y durante este, aparecen en la lectura distintos personajes que cumplen roles entre representantes del bien y otros del mal; sujetos de enorme corazón como una viuda que se hace entrañable para el lector y hasta monstruos que nos enseñan que la verdadera belleza no habita en el exterior, sino que en las virtudes con las que escogimos vivir.  De igual manera nos encontramos con los villanos, que aquí hay de dos tipos: la del hombre común cegado por sus pasiones más bajas y otra encarnada en un sujeto que en su inhumanidad representa la existencia de una maldad de tipo sobrenatural, algo habitual en este tipo de narraciones (atentos los lectores constantes a la clave que nos da Stephen King acerca de su verdadera identidad).

       Llegados a esta parte del libro, nos encontramos con un mundo anterior al de los eventos de las otras dos narraciones que engloban esta otra, pues se trata de un tiempo en el cual el mítico Arturd Eld (el antepasado de Rolando y creador de la casta de los Pistoleros) o bien seguía vivo o al menos su muerte había sido no hace mucho.  Por lo tanto Gilead ostenta su poder como nunca antes habíamos leído en esta saga y es así que esta narración transcurre en un pueblito, que como otros se ve obligado todos los años a pagar una especie de diezmo a sus señores, que bastante les cuesta a sus habitantes hacerlo.  Por otro lado, su ecología es distinta, ya que está llena de todo tipo de criaturas monstruosas, las que ya se han extinguido para cuando transcurren las otras historias de LTO.  No obstante pese a la cronología de este relato, que bien podría corresponder a la de un tiempo ficcionado en el Mundo Medio (ya que forma parte de un libro de cuentos que le era leído al niño Rolando por su progenitora), el llamado Pueblo Antiguo (la civilización que se extinguió hace rato y sin embargo dejó algunos restos de su tecnología, que toma en estos libros un cariz más o menos siniestro, por ser todo un misterio para sus sucesores) lleva largo tiempo desaparecido.
        Pese al supuesto formato de cuento infantil de El Viento por la Cerradura, que así se llama este relato, encontramos su buena dosis de violencia y horror, que en todo caso si tomamos en cuenta muchos títulos de este tipo ya formaban parte del género (como la bruja comeniños de Hansel y Gretel, que más encima fue quemada vida por estos mismos hermanitos).   También está presente cierto carácter moralizante en la manera de cómo se encuentra utilizado el lenguaje, si bien sin caer en el discurso pedagógico propiamente tal, que aquí lo más valioso es la invitación a la reflexión y la promoción de valores tales como la humildad, la lealtad, la honradez y la fraternidad.  En este último sentido destaca el hecho de que su protagonista vaya a explorar lo desconocido, en pos de encontrar una medicina mágica motivado por nada menos que el amor hacia su madre; de este modo queda demostrado en esta historia que se proyecta como un símbolo del viaje de la vida a las otras dos que la contienen, cuál debe ser el elemento motivador para nuestros actos y lo que en realidad nos puede permitir ser felices.
         King termina cada uno de los niveles de esta compleja novela (compleja en el sentido de cómo está armada, aunque no de difícil lectura) de manera soberbia y encadenando sus acontecimientos y mensajes entre sí porque todo en ella está relacionado. Quizás a futuro el propio escritor nos otorgue nuevos pasajes acerca de todos estos personajes, que tanto los nuevos como lo ya conocidos por tantos años, se han hecho queridos para uno.
       Por cierto, el libro está dedicado nada menos que a Robin Furth y a toda la gente de Marvel Comics, que con su trabajo en las viñetas han ayudado tanto a que esta saga fuese creciendo más que nunca, enriqueciéndose y haciéndose más conocida al resto del mundo.  Cabe mencionarse además que Jae Lee, el perfeccionista dibujante de las primeras novelas gráficas sobre la serie, fue el encargado de realizar las ilustraciones para este tomo; lástima que la edición en español que al menos yo tengo no las posea (¡Así los pille Nyarlathothep!).

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